Flor de cerezo
INCISO:
Escuchad la música mientras leeis. Se aceptan críticas, constructivas obviamente, un beso y ya me callo jjjjjjjjjjjj
Durante años de historia los seres humanos lograron comunicarse con base en el afecto, comprendieron que más allá de sobrevivir había que estar acompañado para lograr ser feliz en la vida. De manera consciente o no crearon el fuego, empezaron a cazar animales, comieron juntos, rieron y jugaron y al final se enamoraron entre ellos. Reprodujeron una especie que domina la cúspide la cadena alimenticia; todo gracias a que siguieron sus instintos y su libido. El placer del pasado creó el romance, por eso y más existimos y eres capaz de leer ahora estas líneas: sin la unión no somos nada, sin el amor no existimos, el drama es necesario y aquellas tragedias –aunque se quieran evitar– son parte de nuestra esencia.
Claro que para el hombre más fuerte de la humanidad todo esto quedaba en simple palabrería y leyenda, hasta que vio aquella mirada.
Fueron duros años de guerra, interminables, mortíferos, sangrientos y lúgubres.
Los muros nunca volvieron a retomar la calma, y un aura espesa cubrió por completo el cielo de aquellos seres.
"Sonríes muy poco Levi"
Ella consiguió sacar aquella aura al menos, de la mente de Levi. Se sentía liviano, vivo, se sentía, querido.
Las expediciones hacia el exterior cada vez eran más intensas.
"Te esperaré donde siempre"
Y aquellos gigantes monstruos, morían sin cesar, y mataban al mismo tiempo. Piernas, brazos, cabezas, vísceras, sangre. No hay mente que pueda procesar esas escambrosas escenas. No hay costumbre, no hay calma en el alma.
La primavera llegó al interior del muro. Ella, reposaba en su pecho mientras él acariciaba su cabeza, enredando los dedos en su pelo, suave, brillante, con un ligero olor a cereza.
"Me gustas cuando estás tan bien, Levi"
Él le regaló una sonrisa, y es que ese gesto es algo que escaseaba en su persona, al menos hacia los demás.
Sintió cómo Erwin lo zarandeaba levemente. Abrió un poco los ojos y se incorporó. Últimamente aquellos mandamases estaban muy preocupados por la salud mental del Capitán, y vaya si lo estaban, que juraban que se volvía loco.
- Levi...esa chica de la que hablas...no existe.
Y él se alejó de su compañera y amiga, Hanji, ante aquella declaración.
Corrió hasta el lugar en el cual se solía encontrar con ella, y ahí estaba, tarareando alegremente. No dudó en abrazarla.
"Vamos a ver las flores de cerezo, Levi"
Él, encandilado ante la escena, aquella muchacha miraba con mucha ternura las flores de cerezo con aquel característico tono blanquecino. No pudo evitar pensar si tenía relación el olor de su pelo con ese peculiar gusto de ella. Sonreía, reía y hablaba y él no podía dejar de pensar lo afortunado que era de tenerla con él.
" Ojalá hubiera flores de cerezo rosas"
Era inocencia pura. Amaba eso de ella La cogió de la mano pillándola desprevenida, rozando el anillo que él le había dado, comprometiéndose con ella, y rozó suavemente sus labios, sonriendo sobre estos.
"Levi Ackerman,te quiero más que a mi vida"
Y él sabía que cuando ella usaba su apellido, es que era una promesa totalmente de sangre.
Era el momento de recuperar el muro María. Aquella noche ninguno pudo dormir. Ella vio desde la cama cómo Levi se ponía el uniforme, pausadamente. Arneses, notas, chaqueta, capa. Suspiró con abatimiento. Él se acomodó a su altura y le dio un cálido beso en la frente. Por su parte ella no se atrevió a salir de la cama, y acabó por dormirse de puro cansancio antes de que él abandonase la estancia a aquella misión.
"Te quiero más que a nada y daría mi vida por ti, y es por eso, Sanabria, que debo cumplir mi misión y librar a la humanidad, librarte a ti, de este infierno. Planta esa semilla de flor de cerezo y verás que estaré de vuelta muchísimo antes de que florezca.
Te quiero, Sanabria, mantente viva.
Levi Ackerman"
Ella apretó aquella semilla que él dejó debajo de su almohada contra su pecho y cumplió con lo que él pidió.
Todas las mañanas se levantaba sonriente, esperando al sonido de las campanas y la llegada de él.
Los días, se convirtieron en semanas, las semanas en meses, y los meses, en años.
Fueron los días más largos de su vida. Se sentía sola, muy sola y con este sentimiento de soledad, temor.
Aun así todas las mañanas se levantaba y miraba cómo el blanco de las flores abrigaba cada vez más al cerezo. Fue cuando finalmente asumió que Levi jamás volvería.
Una mañana de sol, un joven pasó y se quedó fascinado ante la belleza de aquel árbol y sin dudar, ofreció sus servicios de jardinería y todos sus conocimientos, a lo que ella aceptó ofreciéndole como pago comida, entre otras cosas.
Y fue cómo las estaciones iban cambiando y Sanabria, sintió las cadenas de la soledad romperse con este joven de cabello rubio. Pasaban tiempo, compartían momentos íntimos, sonrisas, hasta que él le robó un beso, un beso que descolocó a Sanabria, un beso que se repetiría innumerables veces entre ambos amantes.
El sonido de un caballo aquel atardecer captó la atención de Sanabria que se acercó afuera. Aquel robusto y negro caballo, portaba al hombre más fuerte de la humanidad. Levi había regresado de la guerra.
Él, preso de la ira al descubrir aquella traición, acabó con la vida de ella, y del jardinero, a los pies del cerezo qué de alguna forma, él había plantado.
Ese otoño, el cerezo empezó a perder sus flores y durante el invierno sus finas ramas quedaron completamente heladas. Levi decidió que talaría el árbol, pues le recordaba a ella.
Lo que no contaba él era que, en aquellos primeros días de primavera, la luz del sol se filtrase entre las ramas del árbol, teniendo un color los pétalos, rosa palo. "Ojalá hubiera flores de cerezo rosas".
Ante esto, Levi, decidió no talar el árbol, y se apoyó en él, mirando al cielo despejado. Sus ojos pesaban, más y más y los fue cerrando.
Apareció un rostro juvenil y blanquecino ante él.
"Te estaba esperando Levi, donde siempre"
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