Capítulo 4Desconcierto

Ya era de noche, Agatha se encontraba sentada al lado de Aurora, la cual se encontraba sedada, alguien entro:

– ¿Cómo está? – pregunto.

– Ahora descansa, su cara muestra una tranquilidad – dijo Agatha preocupada – No entiendo nada de lo que paso – dijo derramando lagrimas – ¡No entiendo nada de lo que sucede!

– Agatha – se le acerco.

– Pensar que mi mejor amiga le estaba pasando algo que nadie puede entender – dijo mirando su mano de la mencionada.

– Es también mi hermana... sé cómo te sientes... - dijo.

Alguien entro suspirando, Agatha y Leónidas lo miraron.

– Adara dime... ¿Cómo esta Damián? – pregunto Agatha.

– ¿Cómo... crees que esta? – respondió preocupada, Adara era una joven de tez blanca, cabello corto blanco, ojos celestes y de labios delgados rojos.

– Es mejor que la dejemos dormir ahora, iremos con Damián – dijo Leónidas, Agatha lo siguió, apagaron la luz del cuarto cerrado la puerta quedando sola Aurora.

La luz de la luna entraba atreves de las cortinas de la ventana, iluminando un poco la habitación, Aurora dormía apaciblemente.

– No sabemos lo que ocurrió – dijo Abel mirando el espejo roto.

– En un abrir y cerrar de ojos sucedió todo – dijo Leónidas.

– Lo que me cuentan es algo inexplicable – respondió un joven de tez canela, cabello corto negro, ojos de mismo color de su cabello, estaba solamente con su camisa con los dos primeros botones desabrochados y su corbata desajustada, sus manos estaban metidas en los bolsillos de sus pantalones negros. Su mirada de este... se dirigió a donde Damián se encontraba.

Agatha caminaba en dirección a Damián, quien estaba sentado, con la cabeza mirando al piso y sus codos apoyados en sus piernas mientras sus manos estaban en su cabeza como si se apoyara; Agatha con una taza de té en sus manos, se sentó al lado de él.

– Bebe esto, te calmara un poco – le paso la taza, Damián suspiro, agarro la taza con delicadeza y bebió un poco.

– Se supone... que este día sería feliz... - dijo mirando su reflejo en el contenido de la taza, las lágrimas nuevamente salieron y cayeron dentro.

– Damián... ahora no sabemos que pensar, todo lo que hemos visto parece irreal – le dijo un hombre de cabello mediano rojo, sus ojos estaban cerrados, y se sentó a un lado de la sala.

– Lo se... - dijo Damián.

– Lo único que podemos decir es que... tenemos que estar unidos, no sabemos lo que ocurre pero al menos... tratemos de encontrar alguna respuesta lógica a todo esto – dijo un joven alto algo fornido, tez blanca, cabello largo agarrado en una coleta.

– Aldebarán... esto no tiene nada de lógico – dijo Leónidas.

– Tal así parece – dijo otro joven peli verde, de tez blanca.

– Izuo... - dijo Leónidas... - será mejor que este tema lo dejemos de lado, ahora que estamos todos aquí, quisiera que hablemos del tema que ya saben.

– ¿hablas de los recuerdos de las ruinas? – pregunto Adara.

– Es raro que solamente nosotros tengamos esos recuerdos, somos 11 con ello, tal parece como si fuera una conexión – dijo Agatha – además esto que paso con Aurora no parece que no esté conectado con esto.

– No suena lógico – dijo Aldebarán.

– Alde, a ti nada te suena lógico – respondió acercándose a Adara sin sacar sus manos de los bolsillo.

– Evan... - dijo Adara – no sabemos nada nosotros, no podemos responder todo esto que sucede con certera información.

– Pues todo esto que sucede parece una situación de algún anime, juego o cualquier película – dijo un joven sacándose su chaqueta y desajustándose la corbata.

– Lo sabemos Cloth, es difícil creer y sacar conclusiones que no sean lógicas – dijo Agatha.

– Ya dejemos de hablar de lógico o no, saquemos alguna conclusión acerca de todo esto – dijo Leónidas.

Nadie hablo hasta que escucharon pasos y vieron a la mencionada aparecer:

– Aurora – dijo Damián dejando la taza de lado y dirigiéndose rápidamente donde ella para abrazarla - ¿te encuentras bien?

– Si... - susurro apoyando su cabeza en el pecho de Damián y este le beso en la cabeza sin dejar de abrazarla.

– Aurora ¿te teñiste el cabello? – pregunto Evan, Damián se alejó un poco de Aurora y vio que las puntas de su cabello eran de color acuamarina. Aurora se agarró un mechón y se quedó perpleja.

– N-no es la única – dijo Leónidas – Agatha, Adara... - dijo, Agatha que ya tenía suelto su cabello vio que las puntas eran rojas y Adara se dirigió al espejo para ver que las puntas eran de color celeste.

– No entiendo nada – dijo Cloth.

– Será mejor dejar de lado esto también, quiero proponerles algo – dijo Leónidas y los demás le atendieron – no sabemos nadie de donde vienen estos recuerdos, sueños imágenes lo que sea como se llame, pero será mejor ir a Grecia para de una vez dejar de pensar en esta situación.

– Pero Leónidas – dijo Agatha.

– Agatha y yo fuimos a las ruinas de Grecia, y te aseguro que quedamos con más dudas que respuestas, ni siquiera la estatua de Athena es igual a como la de los recuerdos – dijo Abel.

– Athena... - Pensó Aurora – ni siquiera escuche el nombre de aquella diosa, pero no entiendo por qué se me hace familiar...

– Abel, el Partenón no es la única construcción Griega, Grecia fue una de las cunas de diferentes pensamientos y áreas alavés una de las más grandes civilizaciones, rica en mitología y arquitectura – dijo Aldebarán.

– Tal vez... - dijo Aurora y todos le atendieron – será mejor ir al lugar y en vez de estar hablando de todo esto será mejor de una vez por todas encontrar las respuestas.

– En eso si te apoyo – dijo Evan.

– Pero hermana, en tu situación... - dijo Leónidas.

– Estoy bien, aun me encuentro algo perpleja por lo que sucedió, pero siento... que yendo a Grecia encontraremos las respuestas, será mejor que todos vayan a sus casas, no perdamos tiempo, mañana partiremos.

– ¿mañana? – dijo Cloth.

– En eso si no te apoyo – dijo Evan.

– Chicos... - dijo Agatha.

– Es de improvisto que nos digas esto, además es demasiado tarde como para ir, alistar dormir y madrugar – dijo Evan – de solo pensarlo da flojera.

– Nunca cambias – dijo Adara agarrándolo de la oreja mientras este se quejaba del dolor – será que mejor hagas caso – los demás rieron por lo que sucedía.

– Bueno, no perdamos tiempo – dijo Leónidas – oye Deo no mencionaste nada.

– Si tanto hablan ¿qué quieren que diga?

– Se supone que estas ciego, no mudo – dijo Cloth.

– Ya chicos, no se pasen – les riño Adara.

– Bueno – se levantó Deo.

– Iremos a alistarnos, hasta más rato chicos – dijo Evan comenzando a salir y los demás lo siguieron.

– Hasta luego chicos – dijo Aurora y Damián, Leónidas se acercó a su hermana.

– Si te sientes mal, que Damián me avise ¿ok?

– Estaré bien hermano, tranquilo – dijo y ambos se abrazaron.

– Hasta más rato – se separó y a Damián también lo abrazo – hasta más rato.

– Hasta más rato – dijo Damián, se separaron y Leónidas se dirigió a la salida y se fueron.

Aurora y Damián se quedaron solos, Aurora no levantaba la vista en dirección a la puerta.

– Amor... - dijo Damián sacando de los pensamientos a Aurora, esta lo atendió – dime lo que sucedió... por favor...

Aurora suspiro y vio hacia la puerta, en la habitación Aurora miraba su mano derecha.

– No sé en realidad... solo se me vino un recuerdo a la mente, vi a alguien venir hacia mí y pronuncie unas palabras, no quiero decirlas, tengo miedo que nuevamente pase – dijo Aurora.

– Tranquila... pero quiero confesarte algo... - dijo Damián.

– ¿Qué paso? – dijo Aurora.

Damián la tomo de la mano y se dirigieron a donde estaba la habitación donde ocurrió lo inexplicable. Damián abrió la puerta.

– Quédate aquí... - dijo Damián y camino al centro, Aurora vio desde la puerta lo que Damián trataba de hacer.

Este cerró los ojos y se concentró, un aura dorada comenzó a rodearlo, Aurora lo veía atentamente y los recuerdos volvieron a su mente, vio a Damián y en un segundo le pareció ver que Damián tenía puesto un tipo de armadura de oro, por la impresión Aurora puso su mano en su boca.

– Polvo... - dijo Damián.

– De diamantes... - dijo Aurora.

Damián vio hacia atrás y rápidamente esquivo el ataque, la pared se congelo, el aura de Damián se disipo y vio sorprendido a Aurora, este solo estaba ahí, parada, atónita, con miedo y furia.

– ¿Cómo lo...? – dijo Damián.

– No lo sé... - susurro – no sé cómo... pero por un breve instante sabía que ibas a hacerlo.

– Pero a nadie se lo dije, ¿alguna vez me espiaste? – dijo Damián.

– no – respondió – solo se me vino un recuerdo a la mente, de la misma manera como cuando rompí el espejo.

– Eso no me deja respuesta alguna, si nunca me espiaste ¿Cómo es que conoces esto? – dijo elevando la voz.

– ¡no lo sé! – exclamo Aurora poniendo sus manos a su cabeza – no sé por qué... desearía que hoy haya sido un día normal como todos, ¡desearía que esta tontería no sucediese! – comenzó a derramar lágrimas, Damián rápidamente corrió hacia ella y la abrazo.

– Perdón... no quería ponerte en esta situación... ni yo se... como es que mi propio cuerpo puede producir esto... pero te juro... que encontrare a una solución a todo esto.

Damián comenzó a derramar lágrimas sin dejar de abrazar a Aurora, era desconcertante todo eso que sucedía, pero no se imaginaban que esto, tan solo era el comienzo...

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