Capítulo 3El entrenamiento
Como todos los días, Aurora se dirigió al coliseo para cumplir aquella tarea que todo aspirante tenía que cumplir, el ciclo de preparación, el entrenamiento, pero ese día era diferente:
– Maldición, ¿Por qué tuve que dormirme? – pensaba ella tratando de correr lo más rápido que podía – maldición, de seguro el maestro Camus me hará correr todo el santuario 1000 vueltas sin parar – dijo resignada.
Pero al llegar al coliseo se sorprendió que su maestro no estuviese presente
– ¿que? ¿Me abre equivocado de coliseo? – pensó viendo alrededor a los demás aspirantes con sus respectivos maestros pero no encontraba por ninguna parte al suyo – es imposible, mi maestro es un fanático de la puntualidad – dijo.
– Vaya horas de llegar – dijo alguien que estaba detrás de ella y esta se asustó cayéndose al suelo, al revolver la mirada...
– ¿¡M-maestro Milo!? – se levantó rápidamente - ¡vaya forma de asustarme! ¡pensé que era mi maestro Camus!
– Camus está en una misión en Siberia, así que por hoy te entrenare
– ¿No había algo mejor? – pensó Aurora, suspiro – está bien – comenzó a seguir a Milo – al menos no tengo que correr 1000 vueltas al santuario.
Se alejaron del coliseo y a medio camino alguien apareció:
– ¿Qué son estas horas de llegar Écarlate? – Dijo Milo.
– Perdón maestro Milo es que yo tuve un inconveniente – dijo Écarlate.
– Siempre es lo mismo contigo – Dijo Milo.
– Lo siento maestro – Dijo Écarlate, quien era un chico de cabello ondulado rebelde corto color negro, tez blanca y ojos del mismo color de su cabello; Écarlate vio a Aurora – maestro... ¡no me diga que entrenare junto a una mujer! – exclamo.
– ¿te molesta mi presencia? – pregunto Aurora.
– Eres una mujer, el entrenamiento no será divertido
– Idiota, espero luego no llores cuando te derrumbe – dijo Aurora
– ¿me estas retando niña? – apretó el puño Écarlate.
– ¡silencio ambos! – exclamo Milo – Écarlate, hay muchas guerreras mujeres en el santuario, no sé de donde aprendiste a menospreciar de esa manera – miro a Aurora – y tu será mejor que no busques pelea, ya te dije, tu categoría es de bronce, si peleas contra Écarlate te aseguro que caerás
– ¿eres aspirante a una armadura de bronce? – trato de contener la risa pero no pudo – Jajajaja una simple niña de bronce Jajajaja.
– Maldito... - apretó el puño apunto de golpearlo pero Milo la detuvo
– Es suficiente, mejor empecemos a entrenar
El entrenamiento para Aurora le fue difícil, pues Écarlate era aspirante a una armadura dorada, y ella apenas podía rozarlo, cosa que le fue molesto.
– Bueno, creo que debo darles esta lección, parecerá tonto pero es importante – dijo Milo – Écarlate.
– Si maestro – respondió
– Rompe esa roca – señalo a una inmensa roca que estaba unos dos metros frente al mencionado.
– ¿se burla de mí? – pensó Écarlate y le fue fácil, con solo posar su dedo la rompió cosa que dejo atónita a Aurora
– Aurora – la menciono Milo – quiero que rompas aquella roca – le dijo Milo.
– Esa roca – pensó Aurora, era más inmensa que la otra – ni crea que me dejare ganar por un idiota como Écarlate - golpeo la roca – no te duele, no te duele... – pensó, pero no soporto el dolor y exclamó – ¡hay! ¡duele mucho! – soltó una carcajada Écarlate y Milo se contuvo de no reír, Aurora los vio, si no fuera la máscara, Milo ya hubiera visto la cara de furia, no por la risa, sino por no poder romper aquella roca – no entiendo... aquel día – recordó la vez que hizo un cráter en la montaña.
– Aurora, tranquila, es normal que a la primera te duela y no puedas romperla, ya que tú no sabes el principio básico de la destrucción – dijo Milo.
– ¿Principio, básico? – pregunto Aurora – jamás escuche de ello.
– Como todos sabemos, el universo fue creado por una explosión llamada Bing Bag, nuestros cuerpos fueron creados por esa explosión y estamos compuestos por átomos, nuestro poder en el momento en el que debemos de destruir se concentran esos átomos, en otras palabras hacemos estallar esos átomos – Dijo Milo.
– No entiendo – Dijo Aurora viendo la piedra.
– No te moverás de ahí hasta que rompas la roca, tu Écarlate puedes marcharte – dijo Milo.
– ¿que? – dijo Aurora.
– Está bien, después de todo me aburría con ella – dijo Écarlate
– Desgraciado... - corrió hacia Écarlate pero antes de que pudiera golpearlo, este le dio una patada en el vientre quitándole el aire y lanzándola contra la pared, esta cayó al suelo, apenas pudo levantarse y miro con rabia a Écarlate.
– Eres una simple amazona de bronce, no podrás tocarme, mejor diviértete con tu roca – comenzó a marcharse.
Aurora estuvo tratando de romper aquella roca, ya era de noche, ella estaba de rodillas, sudando, con la respiración agitada, sus nudillos sangraban, una lágrima corrió por su mejilla.
– Incluso... un soldado de baja categoría... podría romper esa roca... - se limpió la lagrima manchándose de sangre su cara, se levantó sin dejar de mirar a la roca – prometí que sería una amazona de oro... y no parare hasta cumplir ese sueño... - comenzó a golpear a la roca pero no podía romperla - ¡rómpete! ¡rómpete! ¡rómpete! – exclamaba a cada golpe - ¡maldita sea no me dejare vencer por una simple piedra! – emano su cosmos, nuevamente, su cosmos que al principio era blanco, comenzó a volverse dorado – no pienso ¡incumplir mi meta! – dio un fuerte golpe que no solo destruyo la piedra, si no lo que estaba frente a ella, se quedó atónita por ello, vio su puño – nuevamente... ocurrió lo de ese día – dijo viendo disipar su cosmos con el viento
– Así que ese es tu verdadero cosmos... - pensó Milo que estaba oculto viendo a Aurora – no hay duda...
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top