Capítulo 1La antigua legión de los caballeros

Después de 243 años la guerra santa... volvió a dar curso, los caballeros, mortales fieles a su diosa nuevamente tenían que cumplir aquella misión encomendada al convertirse en esos guerreros: "el proteger a la humanidad del mal elevando su cosmos, hasta el infinito". Pero nuestra historia no comienza ahí... sino mucho más antes...

– ¡Athena ha reconocido a Seiya como uno de los caballeros!, ¡y como es justicia te entrego la sagrada armadura! – dijo el hombre que era el patriarca del santuario, que hacia entrega de una armadura al nuevo guerrero de la esperanza.

El que gano la batalla con alegría abraza a la armadura mientras la gente que estaba en las graderías del coliseo donde se realizaba este acto, veían lo que sucedía:

– ¡eso! ¡si! – exclaman aquella gente que le simpatizaba aquel hombre que se convertiría en leyenda.

– ¡si! – exclamo un chico que se mostraba que tenía la edad de 12 años desde las graderías del coliseo que se encontraba junto a sus dos mejores amigas, los tres, eran aspirantes a caballero.

– ¡bien hecho Seiya! – exclamo una de las chicas que acompañaba al joven, ambos miraron atrás percatándose que alguien no estaba emocionada.

– Oye Aurora – se le acerco el chico (era de tez canela, ojos medianos verdes, cabellos corto color miel), al estar frente a ella le arrebato el libro que tenía en manos – oye vinimos a distraernos y te pones a leer ¿a plena diversión?

– Lo siento Leónidas, saben cómo soy – dijo sonriendo la mencionada, aunque no pudieran verla ya que llevaba puesto una máscara blanca que su material era de bronce (era de tez blanca, cabello largo ondulado acuamarina)

– Aurora siempre estamos en entrenamiento y no podemos hacer nada divertido – dijo la joven que era pelirroja, cabello largo que por ello lo llevaba trenzado hacia un lado y también era de tez blanca y al igual que Aurora, también llevaba una máscara, pero esta era dorada.

– Lo se Agatha, ¿Quién gano? – pregunto la niña.

– Seiya – dijo alegre Leónidas – se los dije sabía que ganaría.

– Mentiroso, dijiste que Cassio ganaría – le reprocho Agatha.

– ¡no mientas! – exclamo Leónidas.

– Deberían dejar de pelear los dos – dijo Aurora tomando su libro y volviendo a la lectura pero ninguno de ellos le hizo caso, y antes de que ella se concentre en su lectura, vio como una de las amazonas fuertes, una de tez blanca, cabello medio largo de color verde que llevaba una máscara lila se había acercado a los soldados del santuario de forma sospechosa - ¿Qué tratas de hacer Shaina...? – pensó viendo lo que estaba sucediendo.

Había caído la noche, Aurora caminaba en dirección al coliseo, cuando nuevamente vio a esa amazona

– Ahora lo hare – dijo esa mujer.

– ¿Qué harás Shaina? – pregunto Aurora dirigiéndose a la amazona.

– No te incumbe niña, ¿con que derecho me cuestionas si ni siquiera eres un caballero?

– Con el mismo el cual nos permite ser ambas guerreras de Athena – dijo Aurora parándose a unos dos metros frente a Shaina.

– ¡ja! Solo eres un aprendiz de caballero, ni siquiera de alta categoría como tu maestro, ¿o me negaras que solo eres aspirante a una armadura de bronce?

– No seré como tú que eres una amazona de plata, pero el cosmos es lo que nos guía en realidad, ahora responde a mi pregunta ¿Qué harás Shaina?

– Ya te dije que no te incumbe – dijo moviéndose rápidamente hacia Aurora y golpeándole en el vientre provocando que esta salga lanzada – lo vez, ni siquiera puedes ver mis ataques, ni sirves para ser una amazona de bronce, porque mejor no dejas esto y haces algo más útil – dijo comenzando a irse – además mi asunto no es contigo, sino con ese occidental... – desapareció

– ¿Occidental...? – pensó y el miedo se apodero de ella - ¡Seiya! – pensó, trato de levantarse pero no tenía fuerzas.

Pasaron las horas, Aurora despertó en la fuente de Athena, era un lugar donde los caballeros eran atendidos y curados, su vista era a principios borrosa y cuando vio con claridad muchas preguntas vinieron a su cabeza

– ¿Dónde estoy? – se preguntó así misma

– ¿se puede saber qué hacías a altas horas de la noche cerca al coliseo? – dijo alguien.

– Ma-maestro Milo – dijo sentándose con las pocas fuerzas que tenía – maestro, podría decirme donde...

– Responde a mi pregunta – volvió a cuestionar a Aurora

– ¡Solo fui a entrenar! ¿¡eso tiene algo de malo!? – exclamo Aurora dejando a Milo perplejo - ¡estoy cansada de ser la más débil de mis amigos! Molesta ser... ¡una simple aspirante a una armadura de baja categoría!

– Pues eso es el límite de tu cosmos, es de tontos soñar algo que ni siquiera pueden lograrlo – dijo dándole la espalda y comenzando a retirarse, Aurora apretó el puño por lo mencionado y en un solo instante estaba levantada y apunto de golpear a Milo, pero este la detuvo del puño – entiéndelo, solo eres... una simple amazona de bronce – lanzo a Aurora a la pared provocando que esta sangrara

– ¡¿Qué sucede acá?! – apareció alguien cruzando la puerta de entrada a la habitación

– Camus, veo que viniste por tu alumna – dijo Milo sarcásticamente.

– Milo, ¿Qué sucedió aquí? – pregunto el caballero de los hielos, un caballero de la misma categoría que Milo, pero era diferente a este, si milo por su parte era social, orgulloso y veces justo, por su parte Camus, era frio, de mente amplia pero si de valores como todo caballero dorado.

– Tu alumna provocando estragos, es sorprendente lo que una simple aspirante a armadura de bronce puede hacer – dijo mientras ambos miraban a la chica tenía la respiración agitada, a pesar de que desde sus 6 años fue una de las más fuertes en los entrenamientos, a pesar de ser una mujer, pero hasta aquel tiempo ella no había logrado despertar su cosmos, por ello se consideró que aspire a una armadura de bronce.

– Deja de... subestimarme – escupió sangre provocando que Milo se sintiese un poco culpable por lo que le hizo, Aurora lentamente se levantó y miro a Milo – lo juro... - la respiración agitada no podía dejarla continuar, apretó el puño y prosiguió – por Athena, por mis compañeros, que yo me convertiré, en una amazona de oro, y juro por mi vida que custodiare su casa llevando su armadura.

– ¡¿Qué dices insolente?! – renegó Milo; Camus lo detuvo congelando sus piernas – déjame Camus

– Milo, vasta de que actúes sin pensar, tu Aurora levántate y vete al coliseo para entrenar – dijo fríamente, a pesar de que veía como Aurora sangraba no le importo ello, aunque a esta tampoco le importaba si sentía dolor o si su cuerpo estaba herido, camino firmemente a pesar de que estaba aún muy débil.

Aurora caminaba refunfuñando y pateando cada roca que había a su paso, la región de Grecia era muy rocosa, sobre todo en el santuario para que los intrusos no entraran en este; Aurora sentía hervir la sangre de rabia incontrolada, apretaba los dientes de odio cada vez que recordaba esa frase que escorpio le dijo:

"Pues eso es límite de tu cosmos, es de tontos soñar algo que ni siquiera pueden lograrlo; entiéndelo, solo eres... una simple amazona de bronce"

– ¡Ahhhhh! ¡no permitiré que me subestimes! – golpeo la pared de la montaña provocando que se habrá un pequeño cráter en esta, Aurora vio su puño del cual emanaba su cosmos, pero se sorprendió al ver que el aura de su cosmos no era de color blanco, era dorado pero desapareció a unos cuantos segundos - ¿Qué fue eso?

– Oye no destroces a la pobres montañas, no te hicieron nada – dijo apareciendo alguien detrás de Aurora y esta chillo de susto y le dio un golpe en la cara a esta persona.

– Hay dios... - dijo Aurora agarrándose el puño y viendo con vergüenza a la persona que golpeo – perdóname Seiya, pero tú me asustaste.

– Hay, ese golpe me dolió, y eso que yo ya soy un caballero – dijo Seiya sobándose la mejilla - ¿Qué sucede? te veo enojada.

– No es nada solo que... - volvió a pensar en las palabras que la lastimaron más que el golpe que recibió por aquella persona – no nada Seiya – volvió a su mente el suceso de anoche y rápidamente se preocupó e indago en Seiya - ¿Qué sucedió anoche? Vi a Shaina y ella...

– Solo hubo una pequeña peleíta, mírame estoy bien.

– Eso me alegra – suspiro Aurora – espero volverte a ver, ahora tendrás que ir por tu hermana

– Lo sé – suspiro y vio a Aurora que nuevamente se le habían bajado los ánimos – Aurora...

– Espero la encuentres, es feo no saber... acerca de tu hermana mayor

– Tú también perdiste a tu hermana, aquí sabemos todos lo que sucedió en la villa.

– Por ello Aioria se convirtió en mi hermano, no te retendré más – lo abrazo con cariño, pues junto a Seiya creció esos 6 años – espero que encuentres lo que buscas – le susurro, se alejó de él y este comenzó a alejarse.

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