6. El desafiante
—¡Silencio! — Rugió Aioros, mandando callar a todos los presentes. —Todo aquel que desee participar en el torneo deberá escribir su nombre y edad en un pergamino, y arrojarlo a las urnas laterales antes de una hora. — hizo una pausa dejando que el caballero de Acuario y Piscis colocaran las urnas en el sitio mencionado. —No hablen a la ligera o intenten engañarnos, una vez elegidos. No habrá vuelta atrás. ¡Desde este momento, el torneo del centauro da comienzo! ¡Buena suerte para todos! —
Tan pronto Aioros dejó de hablar, una vez más la música de los flautistas comenzó a sonar, algunas mujeres volvieron a danzar y entretener a quienes seguían observando.
Al rededor de cuarenta minutos habían pasado, Kydoni aún no depositaba su nombre, ya ni siquiera estaba del todo convencida en hacerlo. La actitud masculina era diferente cuando se trataba de la academia, allí todas eran refinadas y delgadas, con gustos peculiarmente femeninos, pero aquí, cada soldado media más de metro y medio, tenían músculos y cuerpos trabajados, además sus voces eran roncas y estruendosas. No tendría la más mínima oportunidad contra ellos.
Se puso de pie en medio de un suspiro, arrugando un poco el trozo de pergamino, al caminar al corredor de la gradería, pudo notar a un grupo de chicos situados a su costado; parecían temerosos en inscribirse, luego vio a la parte baja, allí había más hombres como ellos, dudando en arrojar sus nombres dentro de las urnas. Entonces fue ahí cuando entendió lo que sucedía, todo lo que había dicho el caballero Aioros; la fuerza que necesitaban era la sensatez, si no temían en inscribirse, seguramente no flaquearían en las pruebas. Tan solo bastaría con tener una fuerza de voluntad mayor a la de los otros. Kydoni sonrío y entonces descendió rápidamente hasta las urnas; sostuvo el papel por un momento contra su pecho, suspiro profundamente y entonces lo lanzó. Luego busco de nuevo un lugar en la gradería.
Algunos momentos pasaron, el reloj de fuego había desvanecido la última de las llamas en la parte superior. Fue entonces que todos acallaron, las urnas se colocaron al centro del teatro, la diosa Atena se puso de pie y camino hasta ellas. Con su mano tomó los trozos de pergaminos, leyéndolos en voz alta, uno a uno los soldados fueron nombrados, pasando frente al teatro, dejando unos cuantos lugares vacíos, algunos nombres le parecían familiares, pero hasta ahora, ninguno que hiciera que su corazón se detuviera a pensar si se trataba de ella.
Tan solo quedaba un lugar, Kydoni no había sido llamada todavía, sus esperanzas se vieron perdidas por un instante, entonces la diosa tomó el último trozo de papel, lo desenvolvió lentamente y enseguida dijo en un dulce susurro: —Atom —
El público acalló, los caballeros de oro se vieron entre sí preguntándose cual nombre era el que la diosa había dicho.
—¿¡Atom!? — Preguntó Milo abriéndose paso entre los caballeros de oro y la diosa. —¡Atom! —llamo una vez más con fuerza, buscando con la mirada si alguien osaba ponerse de pie entre aquella multitud.
En ese momento Kydoni cerró los ojos. Inhalo fuertemente y se puso de pie. Camino entre la gradería hasta descender. Una vez más sintió cientos de pares de ojos sobre ella, por un momento pensó que había sido descubierta, que alguien diría que esa no era su verdadera identidad. Pero, por el contrario, solo escuchó murmullos de sorpresa:
—"¡No lo puedo creer!, "Es el... el demonio de sangre...", "Finalmente ha regresado", "Creí que jamás lo vería..."— Los espectadores estaban sorprendidos, inclusive Aioros había cambiado su rostro a uno de incredulidad.
Milo estaba tenso, la expresión de su rostro denotaba lo molesto que estaba, parecía estar a punto de estallar en cólera. Pero tan pronto Kydoni se puso frente a la orden éste le dijo:
—El demonio de sangre ... así que sigues con vida ... hermano menor... — Terminó la oración con media sonrisa en el rostro.
Kydoni levantó la mirada, esa misma mirada de ojos verdes, miró fijamente a Milo creando una tensión que cortaba el aire. Le devolvió la media sonrisa y haciendo el mayor esfuerzo por responder con una voz grave le dijo: —¡Así es, he regresado! ¡Soy el superviviente del santuario! Hermano mayor...—
Después de haber nombrado a los treinta desafiantes, las fanfarrias y danzas volvieron a rodearlos, Kydoni seguía observando a Milo a la distancia, ella sabía que Milo había ido al santuario desde muy joven para convertirse en santo, y a pesar de mantener contacto casi a diario con él, hasta ahora no sabía su rango, más bien, Milo nunca lo mencionó, aun cuando asistía a casa en un par de ocasiones. Después de años de insistirle, Kydoni termino perdiendo el interés, y aunque en la academia conoció que hubiera un caballero griego con el mismo nombre que su hermano mayor, siempre pensó que el nombre era muy común, después de todo, significaba algo muy simple y común en su lengua; "manzana", al igual que el suyo que significa "membrillo".
—Milo... ¡Gran nombre eh, papá! — frunció el entrecejo guardando sus manos entre las bolsas anchas de la chaqueta que llevaba. Dio un giro sobre los talones, observó a todas aquellas personas disfrutando de la música, algunos soldados se tomaban el atrevimiento de hablarle a los caballeros de oro, otros intentaban socializar entre ellos mismos; Kydoni se sintió más fuera de lugar que antes.
Suspiro profundamente y entonces camino, trataría de salir de aquel teatro, quería buscar un lugar más tranquilo, uno en donde pudiera escuchar lo que pensaba. Abriéndose paso entre las personas, sin decir una sola palabra alguien se interpuso en su camino; Kydoni se sorprendió al darse cuenta de quien se trataba, sintió la sangre inundarle la cabeza... —mierda... —pensó; seguramente su rostro estaría rojo, así que no quiso levantarlo por completo, ocultándolo bajo su flequillo:
—Lo siento... nuevamente no vi por donde iba— dijo en su intento de agravar su voz.
—Supongo que se te ha hecho costumbre— Respondió Aioria con un tono sereno. Enseguida Kydoni noto como la mano de aquel hombre se acercaba a su cuerpo; se mordió levemente el labio y levanto la mirada. definitivamente se trataba del caballero de leo. Trago saliva y después estrecho su mano con la de él. Su enorme mano cubría por completo la suya, además, se sentía áspera, con un poco de callosidad sobre su palma. Por ese instante lo vio de diferente forma. Las suyas no se comparaban en nada con las de Aioria.
—¡Wow! Están muy dañadas... supongo que debió pasar por mucho para tenerlas así...— se dijo para ella cuando nuevamente la voz del caballero la hizo prestarle atención.
—¡Felicidades por ser elegido! — le dijo en medio de una sonrisa, Kydoni quedo aturdida, en ese momento todos a su alrededor desaparecieron, solo estaban ella y el caballero de Leo, ¿era posible eso? hasta hace unos días ese mismo sujeto iba a matarla por haber vuelto el estómago en una capa de seda, y ahora él estaba felicitándola por ser elegida en el torneo. Ella simplemente asintió.
—Si... supongo que gracias — Respondió y luego soltó su mano e intento evadirlo, pero tan pronto se movió, el hermano mayor apareció. Aioros era mucho más imponente que Aioria, su pecho y espalda iba al doble que el del menor, su voz grave lo hacía parecer que siempre estaba molesto, incluso por su tono de cabello más obscuro que el de Aioria, lo hacía lucir como una especie de gemelo malvado.
—¡No me digas que te vas tan rápido, Atom! — Le dijo enarcando la ceja.
—No... yo... iba a ... — titubeo ante la presencia de los dos caballeros, se sentía muy nerviosa, ambos pares de ojos estaban únicamente sobre ella, temía decir algo que la terminara delatándola.
—Mi hermano menor se oponía a la realización de este torneo, pero sabiendo que el hermano de Milo estará incluido, ha cambiado de parecer — se cruzó de brazos girando un poco su torso para ver a su hermano menor, quien se incorporaba de nuevo a su pequeña conversación, colocándose detrás de Kydoni. —¿No es así, pequeño León? —
—Si bueno... tendremos que ver de lo que eres capaz, Atom. — Respondió Aioria haciendo un leve movimiento de hombros. —¿por qué no te unes a nosotros y nos cuentas que estuviste haciendo durante todo este tiempo lejos del santuario? Sería interesante escuchar lo que tú y mi hermano hacían antes de que te fueras. —
Por un momento pudo jurar que Aioria le resoplo en la nuca con toda la palabrería que había soltado, las insistentes preguntas habían provocado de nuevo ese nerviosismo. La chica ya no sabía cómo excusarse de aquellos dos hombres, se sentía como un pequeño jabalí acorralada por dos leones dorados; dispuestos a atacarla con sus fuertes mandíbulas y destrozarla por completo tan pronto dijera una sola palabra.
—¡Oigan... oigan!... muchachos, dejemos en paz al muchacho. — Milo se había acercado a ellos tres; acto seguido colocó su brazo por encima de los hombros de Kydoni; en ese momento pudo jurar que sus pies se habían enterrado unos cuantos centímetros en el suelo, y es que el brazo de Milo era tan pesado.
—Seguramente mi hermanito tendrá mucho tiempo para mostrarnos lo que ha hecho durante este tiempo. ¿No es así, demonio? —El mayor golpeo con levedad la cabeza de Kydoni, luego le alborotó el cabello mientras ella soltaba una risotada un poco exagerada. —Sin embargo, ahora tenemos que irnos, ustedes entenderán, tenemos años sin vernos y es justo que Atom hable primero conmigo. — Le presionó el hombro haciéndola permanecer junto a él, la chica asintió y casi un segundo después, Milo la arrastró fuera del teatro.
— ¿Son bastante iguales, no lo crees? — Dijo Aioria observándolos partir; Kydoni y Milo discutían mientras se alejaban en voz baja.
Aioros permaneció en silencio haciendo lo mismo. Luego solo respondió a su hermano: —No lo creo... Atom... hay algo que no me gusta, él ha cambiado... —
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