Todo estaba en calma, caminaba con tranquilidad por las orillas de los jardines de la casa de Piscis mirando las rosas con cierto recelo.

- ¿Sucede algo Tatiana? -la voz de Fudo la altero

- N-no -respondió nerviosa

- ¿No estabas con Seiya y la señorita Athena? -pregunto ignorando el nerviosismo de esta

- Recién salgo, al parecer Athena a tenido un mal presentimiento en estos últimos días...y la verdad, me preocupa que otra guerra se acerque

- Estoy de acuerdo contigo, aun no nos hemos recuperado de la batalla anterior -comento dándole la espalda y marchándose

- Otra guerra -susurra una vez sola- es lo que se necesita para acabar con este teatro -sonrió poniendo un pie en el jardín y haciendo que las rosas comenzaran a marchitarse- Ninguna puede evitar que mi padre o yo acabemos con lo que empezamos

(...)

- ¿uh? -se levanto del suelo mirando extrañada el cielo- ¿que diablos es eso...?

Era algo completamente extraño, el cielo que hace un momento estaba completamente libre, sin ninguna nube a la vista, ahora estaba decorado por la aurora boreal.

- No es Apolo...entonces...¿que esta...? ¡Ah! -tomo su brazo izquierdo al sentir un inmenso dolor en el

Cuando disminuyo observo aterrada su mano, la cual tenia una mancha negra.

- No otra vez... -susurro- ¡Kai! -grito mientras envolvía su mano con una tela

- ¿Que ocurre señorita? -dijo arrodillándose frente a ella

- Comunícate con Ken, necesito que vaya a ver algo urgentemente

(...)

Sus ojos brillaron como joyas preciosas bajo la luz del sol, el aire que golpeo su rostro era de una temperatura exagerada. Sus cabellos se ondearon al compás de este.

- De nuevo...después de tantos siglos...voy a volver a verte mi precioso ónix...-sonrió- Aunque las circunstancias no sean las adecuadas...

Se envolvió en una túnica y comenzó a caminar por las arenas del desierto con un solo objetivo...llegar a Grecia