4. Agonía esquizofrénica
Daemon se dio cuenta del daño que le había causado a Erda y en ese momento se sintió mal; pues había visto lo rojos que estaban sus dientes y el sangrado de su nariz, a lo que trato de detenerla para ayudarla a frenar la sangre, sin embargo, ella lo empujo y corrió rápidamente hasta la habitación; él fue detrás de ella, pero alcanzo a dar un portazo delante de él, este no pudo abrirla, Erda la había asegurado desde adentro.
—Cariño por favor ábreme. ¡Fui un idiota! Lo lamento. —Deathmask insistió en que le abriera, sin embargo, la chica se negó, no respondió. El muchacho sabía que el enojo de su novia tardaría un poco en pasársele, pero por esta vez no sabría qué tanto, así que decidió mejor dejarla a solas por unas cuantas horas.
Sin decir más, tomo su chaqueta del sofá donde tenía el sobre de manila con el dinero, y salió de nueva cuenta del apartamento.
Algunas horas habían pasado desde su discusión con Erda, entro a la casa sosteniendo en sus brazos una caja cubierta con una manta, Deathmask tenía un el aliento a alcohol pero aun así trato de hacer el menor ruido posible, pues seguramente Erda se habría quedado dormida. Colocó la caja sobre uno de los sofás; le quitó la manta de encima y enseguida dejó salir al pequeño gatito negro que llevaba para su novia, lo acarició un par de veces y enseguida lo dejó en el sofá para que el pobre estirara las patas.
Sabía que a su novia le encantaría el pequeño animal, siempre había dicho que deseaba un gato con el cual pudiese jugar mientras él no estuviese en casa. Deathmask se dirigió hacia la cocina: Estaba vacío, enseguida siguió al cuarto de baño e igual estaba vacío. La llamo un par de veces, pero nadie atendió.
Fue entonces que se dirigió hacia la habitación. Toco la puerta un par de veces, pensó que Erda seguiría molesta, fue entonces que tomo el picaporte y lo hizo girar, se llevó una sorpresa al darse cuenta de que estaba abierta. Las luces estaban apagadas, no podía ver nada dentro de aquella habitación, al encenderlas, una vez más aquella habitación yacía vacía.
Un pánico invadió el cuerpo de Deathmask, llevándolo inmediatamente a revisar en el pequeño armario que yacía en una esquina; las puertas estaban vacías, al igual que algunos cajones. Volvió enseguida hacia donde se encontraba la cama, yacía revuelta, pudo observar entre las sabanas amarillentas una prenda negra, era una de sus camisetas que su novia utilizaba al dormir, a su lado se encontraba un sobre y dentro de este una nota que decía:
𝐸𝑠𝑡𝑜 𝘩𝑎 𝑡𝑒𝑟𝑚𝑖𝑛𝑎𝑑𝑜.
𝐸𝑠𝑝𝑒𝑟𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑒𝑛𝑡𝑖𝑒𝑛𝑑𝑎𝑠 𝑞𝑢𝑒,
𝑛𝑜 𝑝𝑖𝑒𝑛𝑠𝑜 𝑠𝑎𝑐𝑟𝑖𝑓𝑖𝑐𝑎𝑟 𝑙𝑜𝑠 𝑚𝑒𝑗𝑜𝑟𝑒𝑠 𝑎ñ𝑜𝑠 𝑑𝑒 𝑚𝑖 𝑣𝑖𝑑𝑎 𝑐𝑜𝑛𝑡𝑖𝑔𝑜.
𝑌𝑎 𝘩𝑒𝑚𝑜𝑠 𝑝𝑒𝑟𝑑𝑖𝑑𝑜 𝑑𝑒𝑚𝑎𝑠𝑖𝑎𝑑𝑜 𝑙𝑜𝑠 𝑑𝑜𝑠.
𝑃𝑜𝑟 𝑓𝑎𝑣𝑜𝑟, 𝑐𝑢𝑖𝑑𝑎 𝑎 𝑀𝑖𝑐𝘩𝑒𝑙𝑎𝑛𝑔𝑒𝑙𝑜 𝑝𝑜𝑟 𝑚í.
𝐻𝑒 𝑑𝑒𝑐𝑖𝑑𝑖𝑑𝑜 𝑒𝑙 𝑙𝑙𝑒𝑣𝑎𝑟𝑚𝑒 𝑎 𝑛𝑢𝑒𝑠𝑡𝑟𝑜 𝑎𝑚𝑖𝑔𝑜
𝑐𝑜𝑚𝑜 𝑢𝑛 𝑢𝑙𝑡𝑖𝑚𝑜 𝑟𝑒𝑔𝑎𝑙𝑜 𝑑𝑒 𝑡𝑢 𝑝𝑎𝑟𝑡𝑒.
𝐴𝑑𝑖ó𝑠 𝐷.
—𝑇𝑒 𝑎𝑚𝑎, 𝐸𝑟𝑑𝑎
No lo podía creer, su novia lo había abandonado, por si fuera poco, se había llevado el cadáver consigo. Deathmask solo pudo sentarse a la orilla de la cama, se talló la cabeza, después los ojos y el rostro, enseguida se recostó sobre la cama presionando fuertemente la prenda contra su pecho.
El tiempo transcurrió lentamente, Deathmask había permanecido llorando e inhalando el aroma impregnado en la ropa que había olvidado por error. Erda era la persona que Deathmask más amaba, y lo había abandonado sin ninguna explicación lógica.
— ¿Entonces nunca me amo? — Se cuestionaba con un pequeño enrojecimiento en los ojos, aquellos rápidamente se llenaron de agua, y aunque Deathmask lo contuvo, sus ganas de llorar eran evidentes.
Él estaba dispuesto a arreglar las cosas y conseguir un empleo como el de la compañía de Piero, trataría de volver a su antigua vida, pero ella no le dio la oportunidad.
— ¡Maldita sea! — maldijo un par de veces hasta que sintió que algo le acariciaba la pierna. Era el pequeño gato que había llevado para ella, pero que estúpido le resultaba el mismo en ese momento. Los habían abandonado a ambos.
Deathmask lo sostuvo entre sus brazos y le acarició la cabeza, el pequeño animal le ronroneaba y lamía ligeramente su barbilla. Deathmask se recostó y dejó que el animal lo lamiera y jugueteara con sus manos. Se mantuvo de esa forma durante un tiempo largo, Deathmask ya no lloraba, simplemente observaba hacia la pared, justo ahí, donde el cuerpo putrefacto que había llevado había estado colgado días atrás.
Fue entonces que se puso de pie, de un cajón sacó una pantaleta que conservaba de Erda, la llevo hasta su rostro y la olfateó profundamente. Este hombre cerró los ojos conforme el olor de su novia recorría sus fosas nasales. Impregnada de ella, olía a sus fluidos, a su aroma. Esa mujer era su éxtasis, y ahora que la había perdido no habría nada más.
Entonces vio una de sus fotos, estaba sobre el buró a lado de la cama. Deathmask la sacó del interior del portarretratos, acarició el rostro de la muchacha y acto seguido, comenzó a incendiarla con su encendedor de bolsillo. El papel no tardó mucho en arder, enseguida el rostro suyo y el de Erda se derretía, consumido por las llamas, así estarían ellos, terminarían en el infierno después de acostarse con un cadáver.
El gato no dejaba de maullar parecía tener hambre. Deathmask soltó la fotografía al piso mientras se dirigía a su pequeña bodega. De ahí, tomó un frasco, era el mismo que había llenado hace pocos días. Extrajo el corazón del formol colocándolo sobre un plato de porcelana vieja y desgastada. Enseguida lo puso en el suelo; el gato, aunque temeroso, comenzó a lamerlo hasta que pudo sentir su sabor, fue entonces que lanzó un par de desdentadas al órgano y comenzó a comer su carne.
El gato pareció encantado, Deathmask aprovechó que éste estaba distraído para meterlo en una bolsa, el gato comenzó a patear y moverse bruscamente para intentar salir, mientras que Daemon sostenía el borde de la bolsa con fuerza, enseguida comenzó a azotar el saco contra la pared, seguido del suelo y uno que otro mueble que estuviera a su alrededor, una y otra vez hasta que el animal dejo de emitir sonido y movimiento alguno.
Las gotas de color carmesí caían desde el perchero sobre su cabeza hasta la tina; todo estaba en silencio, por lo cual, le resultaba fácil escuchar el eco producido entre el choque de sangre y el agua oxidada, Daemon observaba al desgastado techo mientras la tina poco a poco se tintaba. Desde su sitio, el gato sobre el perchero no era más que una amorfa y húmeda piel negra. Había perdido casi toda la sangre, Daemon nunca había visto que aquella tina se colorara totalmente. Cerró los ojos y entonces se zambulló, conteniendo la respiración:
Tenía tan solo siete años cuando pasó.
Su padre había vuelto a la casa después de una noche de copas; se tambaleaba, no podía hablar e hizo caer un par de objetos al suelo cuando entró. Enseguida, la poca comida que estaba en la mesa fue a dar al suelo, el borracho pregonaba que aquello no era suficiente para saciar su hambre, que como hombre y único sustento del hogar, debía recibir más que solo judías y un pan de maíz crujiente.
Su madre estaba temerosa y ciertamente triste, pues la comida que el ebrio sujeto había tirado a la basura era la única con la que contaban aquella familia para el resto de la semana.
Ella temerosa se puso a recogerla, pero tan pronto aquella se colocó sobre sus rodillas, el hombre la tomó del brazo para poder verle. Aquel se le echó encima a la mujer, acertando una bofetada en el rostro: la sangre pronto brotó, el lloriqueo se hizo presente por todo el lugar, fue entonces que el pequeño Daemon salió de la cutre habitación, allí, pudo ver el desvergonzado acto, su padre golpeaba a su madre con violencia, ella solo manoteaba con desesperación evitando algunos golpes, sin embargo, aquello solo hacia molestar más al padre. Deathmask se sentía impotente al presenciar aquello. Pero, ¿qué podía hacer?, él era sólo un pequeño niño de siete años. Aun así, se sentía con la obligación de cuidar a su madre. Fue entonces que reaccionó:
Sobre la mesa se encontraba la botella de licor de la que su padre bebía, yacía medio vacía, sin embargo, no le importó, se acercó hasta la mesa para tomarla; el contenido la hacía más pesada de lo normal. Antes de que pudiera emitir algún sonido la dejó caer al piso, el cristal de rompió y liberó el olor a alcohol de inmediato, su padre se giró colérico y ciertamente impresionado, tenía los músculos del rostro tensados por la ira, el hombre buscaba el paradero del pequeño bribón, sin embargo, una punzada en el estómago lo hizo olvidarse de aquella situación, viró su mirada hacia el abdomen y se dio cuenta de lo que ocurría.
El pequeño Deathmask se había encargado de asestar un cuchillo en su vientre, este, temeroso aún lo sostenía por el mango, su padre estaba por reaccionar y golpearlo, sin embargo, Daemon retiro el cuchillo rápidamente y lo insertó de nuevo contra su padre, esta vez la apuñalada iba centímetros más por encima de la primera. Su padre lo observó con una mirada llena de terror y dolor; su hijo había vengado todo el mal que le había hecho a su madre, ese pequeño... su hijo, se había convertido en su asesino. Su padre cayó al suelo, escupiendo un poco de sangre al mismo tiempo en el que se cubría las partes heridas en su abdomen.
El rostro del pequeño moreno estaba salpicado de sangre mientras que simplemente soportaba las inmensas ganas de llorar. Su madre se acercó lentamente donde él y a paso lento le quitó el cuchillo de sus pequeñas manos. Finalmente lo abrazó con fuerza; fue entonces que Daemon soltó el llanto en medio de un profundo y sonoro sollozo. El pequeño restregaba su rostro entre las ásperas prendas, tenía miedo, sentía una enorme culpa, temblaba notoriamente al ver como los ojos de su padre se cerraban para nunca más abrirse.
Después de algún tiempo, su madre trató de reconfortarlo, le dijo que todo estaría bien, que todo se solucionaría, a lo que le pidió que fuera por las pocas cosas de valor que tenían en el hogar, además de una manta caliente para la fría noche.
Daemon un poco confundido acató las órdenes, se vistió con lo primero que vio, el pequeño estaba por guardar un par de cosas en una pequeña valija cuando su madre irrumpió en le habitación, le tomó del brazo y lo sacó a tirones;
— ¡Pero mamá! — Respondía el pequeño entre sollozos tratando de guardar sus pequeñas camisetas y unos cuantos de sus juguetes de madera.
— ¡Ya no hay tiempo hijo, vámonos! — Le dijo su madre tomando el pequeño soldado entre las manos de Daemon para después arrojarlo al suelo.
Entonces ellos salieron de aquel lugar, llevando consigo no más que unas cuantas pertenencias. De lo qué pasó con el cuerpo de su padre no supieron más nada. Después de unos años, su madre tuvo la suerte de encontrarse con un hombre bueno que acogió a Daemon como un hijo propio, sin embargo, éste se negó rotundamente a usar su apellido; por lo que terminó usando el de su madre. Con el tiempo aprendió a respetarlo, sin embargo, Daemon lo decepcionó por completo al preferir a una chiquilla antes que su futuro y carrera como médico, por supuesto, su madre le retiro totalmente su apoyo, por lo cual, Daemon pasó de ser un chico con medianas comodidades a no tener una sola camisa limpia y vivir en la miseria.
Entonces pensó en su novia Erda. Abrió los ojos bajo el agua, todo se veía ennegrecido, acto seguido la vio, era ella, su preciosa y muy amada novia, le sonreía y su rostro se abrillantaba con esos hermosos y brillantes ojos, enseguida ella metió las manos bajo el agua, le acarició el pecho y después colocó las delgadas manos sobre el cuello, Daemon sintió cómo su cuello era presionado con una fuerza sorprendente, tan sorprendente que parecía irreal. Erda ahora sonreía con malicia, como si quisiera matarlo.
Su boca se abrió dejando escapar el aire y haciéndolo tragar agua. Enseguida salió a la superficie desesperado, trataba de recobrar su respiración con profundas bocanadas de aire. Limpió su rostro con la mano derecha y suspiró profundamente, había sido solo un producto de su mente.
Ahí estaban de nuevo, esos recuerdos lúgubres de su pasado que quería olvidar por completo, al menos hasta la aparición de su novia. Respiró profundamente tratando de recobrarse, sus ojos le ardían, su piel se estaba hinchando y arrugando por el agua, es por eso que decidió salir, dirigiéndose a su habitación.
El estúpido gato le había costado alrededor de 90€, dejándole un restante de al menos 100€ para sobrevivir hasta que consiguiera un nuevo empleo. Estaba vestido con una camiseta de color negro sin mangas, un pantalón ajustado en tono rojo y sus botas de talle alto, encendió un cigarrillo entre sus labios y salió de aquel lugar tan deprimente.
En su camino se encontró con algunas personas; todas ellas lo veían con incomodidad, o al menos eso creía él, lo observaban de arriba a abajo y después cuchicheaban, enseguida risas. Daemon se sentía perseguido, tenía la extraña sensación de escuchar pasos apresurados, en ocasiones sentía como le presionaban y tiraban del brazo, pero al ver a su costado, no había nadie más.
Caminó por debajo del umbral del cine; sobre la marquesina, en la cima con letras grandes y negras se anunciaba una película ''exquisite corpse'', sonaba interesante, el póster mostraba algo de terror y sangre. Sin dudarlo más, se acercó hasta la vitrina y pidió una entrada, la regordeta muchacha le entregó la entrada con un gesto de desagrado pintado en los hinchados mofletes: como si aquella película fuera la peor que alguien había pedido en aquel lugar.
Deathmask entró a la sala; no había muchas personas en ese sitio, quizás solo unas veinte o veinticinco contándolo a él, la película no tardó mucho en comenzar, enseguida las escenas captaron su atención, sangre, amputaciones, violaciones, maltrato y secuestro, realmente todo era muy explícito, algunas de las personas que se encontraban en la sala se cubrían el rostro, se quejaban o simplemente se retiraban. Pero, por el contrario, Daemon observaba fijamente, no estaba sorprendido ni escandalizado, pues aquello le resultaba muy similar a lo que él había hecho con su novia al cuerpo encontrado.
Sin despegar su vista de la enorme pantalla dio un profundo sorbo a su cerveza haciéndole que unos cuantos chorros se le corrieran por las comisuras de sus labios. Parpadeo un par de veces, y enseguida trago.
Pasaron alrededor de ciento cincuenta minutos, Daemon se encontraba solo en la sala, la película estaba por terminar al igual que él con la séptima botella de cerveza. La última escena estaba en plano; mostraba a los dos protagonistas recostados consumiendo heroína en un motel cerca de la frontera con México. El protagonista presionaba el émbolo de la hipodérmica y se inyectaba en la vena saltada un torrente delicioso de heroína mexicana. Se recostó sobre las sábanas sucias del motel, con la aguja colgando todavía del brazo y el corazón iniciando una zambullida lenta. A uno de ellos le despertó una luz turbia de sol en los ojos; se había olvidado de tapar el resquicio en las cortinas antes de quedarse dormido. Tenía la garganta irritada. Uno de los sujetos se desprendió de las correas que le ataban y se fundió lentamente con la caja torácica de su amante mientras le penetraba.
Sobre él escucho la maquinaria de su cuerpo. Sus pulmones aspiraban aire y expulsaban veneno. Su estómago y sus intestinos estaban moliendo la carne de todos aquellos a quienes habían hecho daño, hasta convertirla en una quinta esencia, el corazón les marcaba el tiempo. El escuchar sus respiraciones les daba cierto alivio. Y es que el sujeto quería conservar el trozo de carne de su amante dentro suyo todo lo que le fuera posible, y entonces el chico le dijo al otro ''Quisiera asimilar tantas cosas tuyas como me fueran posibles.'' Enseguida cerró los ojos, cuando despertara, él estaría consigo para siempre, y gozarían juntos todos los placeres del mundo.
Sus caras, sus pollas y sus pelotas se transformaron en masas amorfas de carne ennegrecida. Las lenguas hinchadas como mordazas redondas les mantenían las mandíbulas abiertas. Al paso del tiempo, sus cuerpos criaban gusanos, una generación tras otra de gusanos, hasta que cubrieron sus cuerpos como un manto vivo. No tardaron en quedar pelados y sus huesos eran como una enigmática escultura de marfil que relucía en la oscuridad, a la espera de contar su muda historia de amor.
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