1. El hombre más cercano a un dios

Todos en el santuario hablaban de él; el pequeño Niño Hindú que había llegado al santuario hace apenas una semana. No hablaba con nadie, jamás entrenaba cuando todos estaban en el patio de armas. Tan solo hablaba con Saga o Aioros.

Ellos les explicaron a los más jóvenes que Shaka era un tanto especial, pues le gustaba estar solo, meditar y llevar su vida de una manera muy distinta a la que ellos estaban acostumbrados. Que debían respetarlo y conservar su distancia si el caballero de Virgo así lo demandaba.

Recientemente, Aioria, Milo, Camus, Aldebarán, y Mu, recibieron sus armaduras de oro. La orden de caballeros de oro estaba completa con la incorporación de Shaka. Mientras Afrodita, Shura y Deathmask entrenaban por las tardes, Saga y Aioros se la pasaban en la biblioteca, por lo cual, los más pequeños podían simplemente jugar hasta la hora de dormir.

Aquella noche Milo se escabulló hasta el templo de acuario, sigilosamente.

Camus estaba leyendo sobre su cama como siempre, tenía unos cuantos bocadillos sobre una mesa y ya estaba arropado con su pijama como si fuera a dormir.

-¿¡Qué haces!? - Milo irrumpió en el templo con una estrepitosa voz -¡te dije que vendrías con nosotros- comento el griego tan pronto lo vio vestido de esa forma.

-¡No iré Milo, sabes que el señor Aioros y el señor Saga se molestarán con nosotros! - respondió el francés sin siquiera mirarlo, concentrándose en el enorme libro que tenía sobre su pequeño regazo.

-¡Claro que no! Saga está en patrullaje. Y el señor Aioros duerme plácidamente. ¿Cómo piensas que llegue hasta acá? - Coloco su mano entre las paginas del libro, tratando de entorpecer la lectura de aquel compañero, finalmente Camus levanto la vista hacia el griego.

- ¿Qué pasa Shura y Deathmask? -

-Esos idiotas están en el templo de Afrodita. - Respondió con una sonrisa un tanto entusiasta, pues aquella pregunta del joven Camus lo hizo creer estar interesado.

Lo miró fijamente por unos segundos, luego suspiro profundamente para responder: -No lo haré Milo-

-¡Eres un aguafiestas! ¡Mu ya estamos listos! - levantó la voz y de un momento a otro, Milo tomo el pesado libro para arrojarlo lejos de ellos dos. Acto seguido, le sostuvo por el brazo a Camus.

Antes de siquiera poder reprocharle algo, los dos pequeños sonrieron una extraña sensación, sus pequeñas extremidades comenzaron a brillar, Camus cerró los ojos con fuerza, pero al siguiente segundo en que los abrió, tanto él como Milo, se encontraban en el centro del templo de Leo. Allí mismo estaban Aldebarán, el grandulón, Aioria el pequeño igual que Milo, y por último Mu; quien lucía un poco exhausto, respiraba profundamente mientras se sostenía de las propias rodillas. El desgaste se debía a la reciente cantidad de Cosmo perdida al teletransportar a Milo y Camus desde la casa de acuario.

-Lo siento por llegar tarde, el señor bonjour se rehusaba a venir. - Respondió señalando a Camus, acto seguido se cruzó de brazos.

-Bonjour es un saludo, Milo- Y casi enseguida los dos se pusieron frente a frente, frunciendo el ceño y apretando los dientes con ferocidad.

-¡Dejen de discutir! - Aquel enorme chico con su rostro duro y una pequeña ceja creciente, se colocó entre ambos caballeros, Milo refunfuño un poco cruzándose de brazos una vez más, y casi cuando aquel estaba a punto de soltar alguna otra injuria, la voz de Camus sonó preocupada: - ¿Te sientes bien, Mu? -

-Si... es solo que... necesitaré dormir después de esto... - Respondió en medio de un profundo suspiro y una pequeña curvatura en sus labios.

-¡Andando entonces, dormirás en otra ocasión! -Le dijo Milo al Aries, tirando del brazo de Camus para caminar hacia la parte posterior de la casa de Leo.

Mientras todos los demás se dirigían cautelosos al pórtico trasero del templo, Aldebarán ayudaba a Mu a caminar, pues a pesar de que su cosmo era débil, todavía tenía la suficiente fuerza para hacerlo parecer normal delante de las ondas telepáticas de su maestro Sion.

Tan pronto salieron del templo, observaron delante de ellos; la casa de virgo, silenciosa, sin un solo rasguño en sus imponentes bloques de mármol y protegida con una enorme barrera de poder luminoso. Siempre habían dicho que el caballero de virgo era el más poderoso de los caballeros de oro, y en esta generación no había sido la excepción. Nadie sabía de Shaka, Aioros y Saga no hablaban duramente con él, tampoco se le daba la misma comida, más bien era tratado como un príncipe

-Príncipe de los tarados - Resopló Milo haciendo reír al pequeño Aioria.

Aldebarán les pidió que guardaran silencio con un profundo shhh. Se habían adentrado al templo, no había una sola vela encendida, todo parecía en penumbras, solo podían escuchar sus pasos y sus pequeñas respiraciones conforme avanzaban. Fue entonces que algo les heló la espalda; un profundo "ohm" venía desde el área privada del templo, los chicos corrieron a ver qué sucedía.

Todos los templos zodiacales eran idénticos, por lo cual, sabían que dirección tomar para llegar a dicha área, entonces lo vieron; sobre una base en forma de flor de loto; aquel niño resplandecía con sus cabellos dorados, en un estado de completa tranquilidad.

Los demás caballeros observaban detrás de las columnas de mármol, hasta que el inquieto de Milo comenzó a hacer señas hacia sus compañeros, aquellos se negaban al acercarse. Aioria, a pesar de estar un poco asustado, acepto, después de todo, él era más cercano a Milo, y quien era su contraparte en la mayoría de sus fechorías. Lentamente comenzó a caminar en dirección hacia el chiquillo rubio. Sus pasos fueron con tanta quietud hacia el misterioso Shaka; aquel niño tenía el cabello dorado, con un corto flequillo sobre unas enormes pestañas, poseía un pequeño pero extraño punto rojizo sobre la frente.

Aioria quedo asombrado ante su aspecto, pero en cuanto vio que Shaka suspiro profundamente el leo retrocedió rápidamente, dando unos pasos sin dirección alguna, sin si quiera darse cuenta que detrás suyo había una enorme estatua de bulto; tenía el cuerpo humano, pero rostro de elefante, y al menos dos pares de manos, sintió que todas ellas lo envolvieron e inevitablemente le fue no gritar.

-¡Ayúdenme, ayúdenme, chicos me atrapo! -Chillo con fuerza el caballero de Leo.

Entre el manoteo y los gritos de Aioria, las luces se encendieron, sorprendidos giraron su vista de nuevo hacia el pedestal, aquel hombre se había ido. Los pequeños intentaron liberar a Aioria de aquella enorme estatua, y cuando estaban por lograrlo, escucharon esa voz serena:

- ¿Qué es lo que hacen aquí... no deberían estar durmiendo? - El muchacho de ojos azules les observo con el ceño fruncido, sus pequeñas cejas se amontonaron en una línea curveada.

-Pero que... Qué son todas estas cosas... - Dijo Aioria alejándose rápidamente de aquella enorme estatua, colocándose a lado de Milo.

-Son estatuas espirituales a mis dioses. Quien atrapo a ese pequeño llorón es Ganesha, señor de la inteligencia y la sabiduría. -

-Tú... hablas con los espíritus? - Cuestiono una vez más el pequeño Aioria.

Shaka se dio media vuelta, con una pequeña sonrisa en el rostro ante la pregunta tan tonta de aquellos intrusos. -Así es... -

-¡Demuéstranos! - Reto Milo.

-Bien... los caballeros Saga y Aioros me advirtieron de ustedes. Son bastante curiosos. Tomen asiento, caballeros... Hablaremos con los espíritus- Shaka camino hasta el pedestal de loto, trepo rápidamente y se retomó la posición en la que se encontraba justo antes de ser interrumpido.

Los demás chiquillos avanzaron hasta estar a unos cuantos metros de él, Milo se dejó caer delante de él, con un cierto aire de arrogancia, había retado a Shaka abiertamente, por lo que no podía perderle de vista ni un solo segundo.

En cuanto todos estuvieron en sus lugares, Shaka cerro los ojos y suspiro profundamente, coloco sus palmas juntas a la altura de su pecho apenas movió sus labios y dejo escapar un leve susurro: -¡Genkaku! -

Tan pronto Shaka abrió su boca, las llamas de aquellas velas se apagaron, la temperatura de aquel templo disminuyo bruscamente, helándoles las espinas dorsales. Aioria volteo a ver a su alrededor, una vez más todas aquellas imágenes le observaban, con lenguas sangrantes, pares de manos que se movían en una extraña danza a la par de sus cuerpos amorfos. Aquel caballero se arrastro por el piso, tratando de alcanzar a tocar el hombro de Aldebaran, sin embargo, una mano espeluznante, fría y rigida se lo impidió.

-¡¡¡Detente por favor detente!!! - Chillo una vez más, para sorpresa de los demás presentes, esta vez Aioria no estaba alucinando, del suelo brotaban extremidades, medios cuerpos y criaturas tangibles en busca de quien sabe qué.

Los caballeros se sorprendieron, algunos de ellos alcanzaron a ponerse de pie, pero Camus, Mú y Aioria no corrieron con dicha suerte, el hermano menor de Aioros estaba aterrado, a punto de derramar algunas lágrimas, mientras observaba como aquellos espectros similares a cadáveres putrefactos sometían a sus compañeros.

-¡Quiero irme a casa, Milo, ¡por favor dile que se detenga! -

-¡Chicos nunca debimos estar aquí! - Completo Camus, por primera vez en mucho tiempo su rostro denotaba un cierto terror.

Poco tardo para que el resto también fueran aprisionados entre aquellos fuertes cuerpos, se retorcían en vano, aquellos seres eran demasiado fuertes, y tan pronto intentaba un movimiento, alguno otro aparecía para inmovilizarlo completamente. Una carcajada lo hizo volverse un poco furioso, el caballero de Escorpio observo con dirección hacia Shaka, aquel estaba riendo maliciosamente, con un total deleite ante aquella escena, Milo enseguida le dijo: - Pero que... ¿de qué te ríes...? -

Una vez dicho esto, los espectros se desvanecieron en su totalidad, los hoyos en el suelo de donde alguna vez brotaron, no existían, las luces volvieron a encenderse, y Shaka aún seguía riendo estrepitosamente. -Debieron ver sus caras... ustedes señores, han estado bajo mi técnica Genkaku. -

El resto se sorprendió, entonces Aldebarán observando sus brazos, limpios de cualquier marca dijo: -Solamente son ilusiones. -

-¿¡Que!? ¿Estás diciendo que solo nos engañaste? - Milo una vez más se encontraba furioso, con su puño en el aire volvía a retar a Shaka.

-Hum... Son bastante tontos para ser caballeros de oro... - Respondió dando un salto fuera del pedestal, ondeo su cabello en un solo movimiento y finalmente les dio la espalda.

-¿¡Oye te crees muy listo!? - Los dos pequeños se abalanzaron ante la espalda de Shaka, sin embargo, sus compañeros actuaron rápido deteniéndolos. El pequeño Mu se abrió paso entre ellos para acercársele a Shaka.

-¡Olviden eso, tus técnicas son geniales! Soy mu, -extendió su mano derecha hacia él con una sonrisa en el rostro. - Caballero de aries. Quizás puedas venir con nosotros mañana al patio de armas. -

Shaka observo fijamente la mano de Mu, luego la estrecho con firmeza. -Me he divertido mucho con ustedes... Lo pensaré... - Finalmente el niño hindú les mostro una sonrisa a cada uno de ellos, olvidando todo lo que había pasado momentos atrás, dando por comienzo a una amistad duradera que solo seria capaz de romperse a causa de la terrible tragedia de la muerte.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top