Slide away
Abrí los ojos lentamente y mi visión borrosa se fue acostumbrando al matiz de luz de la lujosa habitación.
Mis manos sintieron la textura de la cama con las yemas y me apoyé para poder ponerme de pies, pero la cabeza me daba vueltas y solo atiné a por lo menos mantenerme sentada.
Fruncí el ceño y traté de recordar lo que había pasado y pronto lo entendí. No tenía memoria, no tenía recuerdos, no sabía quién era.
Tan rápido como mil preguntas empezaron a rondar por mi cabeza, entraron a la habitación un hombre de cabellos oscuros muy bien vestido acompañado de una mujer que lucía un vestido negro.
Mi crisis de identidad no hizo más que empeorar mi situación, estaba en un lugar desconocido con personas que por instinto estaba segura de no conocer y sabía que debía ser cuidadosa, sin embargo, mi humor era el de los peores. Estaba muy tensa, algo asustada y con una furia incontenible por no poder recordar nada.
Trataron de calmarme, pero nada servía, hasta que ellos se presentaron formalmente como Hades y Pandora, sin importar si escuchaba o no, me trataron de explicar cómo había llegado allí así como cuál era mi identidad.
Según ellos, me encontraron inconsciente en la superficie cando Pandora salió en una misión diplomática y me encontró. Decían no tener idea de quién era, pero que cuidarían bien de mí.
Decidieron ponerme un nombre: Perséfone.
Pandora me asignó a una doncella llamada Esmeralda la cual era muy seria, hecho que me agradaba, sin tener una idea del por qué. Tal vez sea porque todo el mundo me sonríe tratando de hacerme sentir cómoda, sin saber que eso lo que más me pone incómoda, sobretodo Hades, su sonrisa me hacía sentir muy incómoda.
Él venía a verme siempre y se preocupaba por mí, lo podía ver en sus ojos, pero sentía que no me daba mi espacio.
Con el pasar de los días, tenía sueños borrosos en los que veía a una mujer vestida de blanco que me sonreía, o al menos, a la versión más pequeña de mí. Yo era una niña y aquella mujer me tomaba la mano mientras caminábamos por una pradera muy verde.
No le vi el rostro pero sabía que no era mi madre.
Habían varias chicas vestidas de blanco, todas eran muy bellas y todas me sonreían. Algunas tocaban música y otras solo recogían flores.
La mujer que me tomaba la mano ya no lo hacía, pero seguía a mi lado, señalándome algo que no lograba comprender.
Vi una fogata y risas a su alrededor, varios rostros los cuales desconocía, varios ojos curiosos y varias sonrisas dulces.
Escuché una hermosa melodía que provenía de ella, que a mi parecer era capaz de encantar.
Yo la abracé con cariño y dije unas palabras que me marcaron: "Te quiero, Leyla"
Me despertaba y mi corazón latía mientras varias lágrimas recorrían mis mejillas.
Jamás olvidé ese nombre y me propuse algún día averiguar quién era Leyla.
Esmeralda decía que debía ser mi nana, pero lo decía con tal seguridad, que dudaba si ella realmente desconocía mi identidad. No se lo pregunté, pues como siempre, ella ignoraría mi pregunta.
Aiacos, su hermano era completamente distinto a Esmeralda. Podía conversar con él y sentirme a gusto mientras me hacía reír, a veces se sumaba su hermana y nos divertíamos. No recuerdo cómo es que de desconfiar en todos, llegué a tenerles tanta confianza al par de hermanos.
Por otro lado, cada vez que mencionaba a Hades, ellos se ponían incómodos, como si alguien los estuviese vigilando.
Aiacos acostumbraba a decir "Nadie es lo suficientemente malo como para derrotar al amor"
Todo había nacido a raíz de que Hades no paraba de mirarme y llenarme de detalles que rechazaba y debo decir que lo trataba muy mal. Lo despreciaba y cuando él transmitía su dolor por medio de sus ojos turquesas, sentía lástima y algo en mí me decía que él no era tan malo como suponía, que tenía un corazón que podía ser roto.
Entonces me propuse a tratarlo mejor, solo no entendía el por qué, debía aún desconfiar de él porque la historia que dice ser cierta sobre mí es poco creíble. Aun así, ahí estaba, tomada del brazo de Hades y aprendiendo un poco más de él.
Las salidas que teníamos iban mejor desde que él me condujo hasta un jardín hermoso que tenía flores hermosas. Era claro que era para mí y me emocionaba tanto que no pude evitar abrazarlo y cuando ello terminó, Hades me atrapó y no me dejó alejarme más, obligándome a verlo a los ojos.
De improvisto, llegó a mí un exquisito aroma que no pude describir pero en aquel momento me cegó los sentidos y me impulsó a coger el fruto más cercano de un árbol desconocido para mí, que me hicieron consumirlo como una adicta.
Cuando iba por la mitad, Hades me tomó del brazo y me obligó a voltearme hacia él, haciendo que tirara el fruto y consiguiera besarme.
No tengo la certeza de que fue el efecto del fruto o no, pero disfruté del beso, uno que era cálido y desesperado al mismo tiempo, al cual correspondí de la misma manera, sin molestarme ya que así era como me sentía, desesperada.
Mi corazón latió rápido y un sentimiento desconocido se acomodó en él para no irse jamás.
Todo pasó tan rápido que no tuve tiempo de digerirlo, yo llegaba a un lugar desconocido, al que debía odiar, lo estaba comenzando a amar por algo que no me explico, y con el que al poco tiempo me casé.
Los problemas comenzaron cuando llegaron las visitas de un extraño de quien tenía que esconderme y del que no quería hablar Hades. Parecía que buscaba a alguien porque no dejaba de gritar el nombre Kore.
Fue entonces que comencé a tomar unos tés amargos, obligada por Hades.
Cuando parecía que había cometido un error al casarme con él, aparecía otra vez el hombre que hizo latir mi corazón y volvía a confiar.
Empecé a entrenar con Esmeralda para ser una gran guerrera, pero me costaba mucho y ella solo reía cuando me equivocaba en una maniobra de combate. Era tan mala que ni siquiera podía hacer una palanca entre espadas.
Aiacos se convirtió en mi maestro, transformándome en una hábil guerrera que pudo vencer a Hades en un combate de práctica.
Me gustaba la forma en que sus ojos centellaban cada vez que me veía sonreír. Sin embargo, algo faltaba para que pudiera ser completamente de él.
El matrimonio no había sido consumado y es que cada que lo intentábamos, yo escapaba y me sentaba por horas en la banqueta del jardín, sintiendo mi corazón latir fuerte y el pánico que me estremecía.
La culpabilidad se hacía notoria cuando él no podía verme a los ojos por estar dolido o tal vez molesto por haberme escapado como siempre lo hago. Hades tenía la ilusión de tener un hijo y su frustración por querer ser padre lo complicaba más, entendía su dolor, pero él también debía comprenderme, debía comprender que algo me frenaba y no podía revertirlo.
Entonces llegó el mismo extraño llamado Hermes, pero esta vez no tuve tiempo de esconderme y él me vio, llamándome por otro nombre: Kore.
Hermes: (Me abrazó) Kore, estás bien, no te pasó nada, ¿verdad? (Me examinó)
Perséfone: (Lo miré confundida) ¿Quién eres tú?
Hermes: (Abrió grande los ojos, sorprendido) Soy Hermes, tu hermano, Kore (Dijo con cuidado)
Perséfone: ¿Quién es Kore? ¿Por qué me llamas así? (Dije aún más confundida)
Hermes: (Miró a Hades y frunció el ceño muy molesto) Eres.... ¡Eres un maldito!, ella no recuerda nada, es por eso que no ha salido cuando vine a traerte los recados de Zeus, porque perdió la memoria (Sentenció)
Hades se removió incómodo en su silla de trono
Hades: Ella es feliz aquí, Hermes
Hermes: ¿Le has contado todo?
Perséfone: ¿Contarme qué? (Le pregunté)
Hermes: (Me miró) Hermanita, tú te llamas Kore, fuiste secuestrada por Hades.
Perséfone: ¿Qué? (Retrocedí)
Hermes: Tenías una vida feliz en la isla de Sicilia, ¿lo recuerdas?. La isla de las ninfas, donde te cuidaban todas, especialmente Leyla
Perséfone: ¿Leyla? (Me acerqué ansiosa) Dime quién es ella, ha aparecido en mis sueños y presiento que es alguien muy importante para mí
Hermes: (Asintió) Leyla era como tu segunda madre...
Perséfone: Espera, ¿por qué hablas de ella en pasado?
Hermes: (Negó) Tu madre... La castigó, no sé qué pudo hacerle pero está desaparecida
Perséfone: ¿Por qué? (Pregunté con un hilo de voz)
Hermes: La culpan de tu secuestro, que por su culpa, por no haberte vigilado bien, Hades te raptó
Perséfone: (Negué) No, eso no es verdad
Hermes: ¿Qué te ha dicho él? (Mirándolo de reojo)
Perséfone: Que Pandora me encontró inconsciente y me trajo aquí para cuidarme (Hablé como una niña inocente)
Hermes: Él te secuestró, tenías una vida feliz allá arriba, una vida que él te arrebató
Mis ojos se llenaban de lágrimas
Hermes: Kore...
Perséfone: ¡No me llames así! (Ordené)
Hermes: Esta bien (Me tranquilizó) Perséfone, lo más probable es que hayas perdido la memoria por el shock del secuestro, aunque...
Perséfone: ¿Aunque qué?
Hermes: ¿Cuándo fue la última que tuviste esos sueños donde viste a Leyla?
Perséfone: Hace mucho tiempo
Hermes: (Se alarmó) ¿Por qué dejaste de tenerlos? ¿A partir de qué?
Perséfone: Creo que fue desde que empecé a tomar los tés amargos
Hermes: Los tés, claro (Repitió para sí mismo)
Hades se levantó para acercase a nosotros y mi hermano no dejaba de mirarlo con furia
Hermes: Eso es muy bajo, hasta para ti, cucaracha. ¿Realmente fuiste capaz de darle esos tés para que dejara de recordar?
Hades: (Me miró)
Perséfone: ¿Eso es cierto? (Sollocé)
Hades: Sí (Contestó cabizbajo)
Las lágrimas bañaban mis mejillas y el corazón me dolía
Hades: Perdón (Se disculpó)
Perséfone: (Le di una cachetada)
Hermes: Perséfone, ven conmigo (Me tendió la mano)
Lo miré atenta y vacilé, en eso, Hades tomó la palabra
Hades: (Suspiró) Perséfone, no puedes irte
Perséfone: (Me sequé las lágrimas) ¿Por qué?
Hades: Porque has comido la mitad de una granada, perteneces al Inframundo (Me dijo)
Aquello debía ser una broma y Hermes debió de creer lo mismo, pero al ver mi rostro estupefacto confirmó que era verdad.
Hermes: No, tú no te puedes quedar con él
Hades: Ella es mi esposa y al comer la granada quedó ligada al Inframundo
Hermes: Perséfone...
Hades: Vete, Hermes. Ella es mía
Hermes no quiso dejarme, se notaba que le dolía mucho la situación pero tuvo que hacerlo para buscar una solución que me sacará de aquel lugar.
Hades: Déjame explicártelo todo, por favor
Perséfone: ¿Qué me vas a decir?, ¿tratarás de volver a engañarme?
Hades: No, te diré todo. Yo estoy enamorado de ti y siempre lo estuve, pero no podía acercarme a ti, así que...
Perséfone: Así que me secuestraste (Completé)
Hades: Nunca viviste lo que yo, ¿tienes idea de lo que es el soñar todas las noches que estás entre mis brazos y despertar sabiendo que no estarás ahí?
Se acercó a mí desesperado y me tomó de las muñecas, obligándome a mirarlo a los ojos. Pude ver miedo en sus ojos, el miedo a perderme, jamás lo había visto tan vulnerable y con la amenaza de derrumbarse a lo que le dijera.
Perséfone: ¿Por qué lo hiciste?, ¿por qué me negaste mis recuerdos? (Pregunté decepcionada)
Hades: No es como tú crees, no quería que fueras mi prisionera. Yo...Tenía miedo de que me dejaras cuando supieras la verdad. Por favor, tienes que creerme (Suplicó, apretando mis muñecas de forma inconsciente)
Perséfone: (Hice una mueca de dolor)
Él se dio cuenta y me soltó, avergonzado de sí mismo
Hades: Te lo pido, por favor, no me dejes. Te amo demasiado, sabes que son reales mis sentimientos y sabes que también me amas
Perséfone: (Retrocedí)
Hades: No mates este amor, no lo hagas...
Perséfone: Leyla... (Dije recordándola como en mis sueños) Has escuchado lo que dijo Hermes, fue castigada, ¡por tu culpa!
Hades: Te prometo que la vamos a encontrar, pero...
Perséfone: (Lo interrumpí) No creo poder confiar en ti. Tienes razón, también te amo, pero esto... (Lo miré fijamente a los ojos) Esto es algo que no se puede perdonar.
Una lágrima rodó por su mejilla derecha y supe que lo había herido profundamente.
Hermes no volvió y otra vez, me sentí traicionada. El semblante triste de Hades me estremecía, si bien era cierto que no podía borrar el amor que aún sentía por él, no podía perdonarlo tan fácilmente.
Aiacos decía que debía perdonarlo y me hizo ponerme en su lugar, para mi sorpresa, contesté que hubiera hecho lo mismo.
Decidí enfrentarme a mis sentimientos y fui a verlo. Su rostro se iluminó y sin saber muy bien qué decir, le dije que volviéramos a empezar y él sonrió ampliamente, besándome en el acto.
Recibimos una carta del Olimpo, ahora que mi memoria había regresado, entendía mejor la situación. Mi madre, a la cual recuerdo como una mujer muy bella y dulce, pero no veía mucho, le había exigido a Zeus, mi padre, mi regreso.
Nuestra visita no fue bien recibida, todos nos miraban de reojo con algo de desprecio, sobre todo a Hades.
Aquel que yacía sentado era mi padre, pero nunca se tomó la molestia de saber de mí, de conocerme. Ahora, él dictaba qué se haría con mi vida, decidió que la mitad del año viviera con mi madre y la otra mitad con Hades.
Me sentí molesta, no por el hecho de volver a la naturaleza ni el pasar tiempo con mi madre, ni la posibilidad de encontrar a Leyla. Era el hecho de que él jamás se preocupó por mí y solo venía y ordenaba con tal descaro.
En un abrir y cerrar de ojos, estaba de vuelta en la isla de Sicilia, mi hogar.
Exigí el perdón de las ninfas y mi madre accedió, pero al llegar, no encontré a Leyla. Nadie estaba feliz, al contrario, todos lloraban amargamente por ella.
Emprendí una búsqueda para encontrarla, pero fue en vano.
La mujer que me crió y me quiso tanto, la que me tuvo en brazos cuando era bebé y me arrulló cuando tuve miedo, que limpió mis lágrimas cuando lloré, estaba desaparecida y era imposible de localizar.
De vuelta en el Inframundo, las cosas seguían igual, pero Hades tenía más trabajo y ya no nos veíamos tanto, por lo que empezamos a escribirnos cartas.
Pronto no me quedó un recuerdo de él, más que un collar con mi nombre.
Nos volvieron a invitar al Olimpo, pero luego cancelaron, a lo que Hades juró vengarse. Me alentó para seguir con el entrenamiento y dominé mis cosmos por completo, aprendiendo nuevas técnicas y hasta copiando algunas.
Yo me hacía más poderosa y Hades cada vez se adentraba en las sombras. Su obsesión por el Olimpo reemplazaba su sincera sonrisa. Supuse que sería momentáneo, pero cambió cuando me escribió para decirme que invadiría el mundo de los vivos y avanzaría hasta ser el rey de los dioses, pidiéndome luchar a su lado.
Traté de hablar con él, pero siempre estaba ocupado y me evadía. Tuve que escribirle y aquella carta se convirtió en mi despedida.
Lo preparé todo y me escapé con la ayuda de Aiacos y Esmeralda, pero me asegure de no dejas nada que pudiera inculparlos. Lamentablemente, olvidé mi armadura, pero era más importante mi hermana.
No recuerdo cuánto tiempo estuve vagando por la tierra, entre esconderme y avanzar hacia no sé done. El sol robaba mi energía y mi brújula interior estaba descompuesta.
Caí rendida ante el cansancio y la falta de agua. Los dioses nunca mueren, pero su cuerpo humano sí. Puedes morir ocasionalmente, pero luego darte cuenta que eres solo un espíritu que no puede volver a su cuerpo.
Entonces, una sombra me cubrió del sol, era un caballo cuyo jinete se había bajado para cargarme y subirme con él, tomando las riendas.
Todo se volvió oscuro y cuando desperté, vi un rostro de mujer conocido.
Ella me sonreía y de improvisto, me abrazó con fervor. Estaba con Atena, mi hermana. Pero recordé la carta de Hades, "Mataré a Atena y tú reinarás en su lugar..."
Le expliqué la razón de mi huida y mi miedo. Su semblante se mostró compasivo y tras negar, me informó que ella ya lo sabía, tal como Hades lo había escrito, había espías en el ejército de Atena, pero aquellos que se prestaron para robar información, habían sido castigados severamente.
La puerta se abrió y un joven con armadura dorada se hizo presente, posando sus ojos azules en los míos. Se quitó el casco y pude ver cabellera rubia.
Atena sonrió y me presentó a aquel extraño, su nombre era Miura, era el caballero dorado de Escorpio. Él fue quien me levantó del suelo y me puso a salvo de en el Santuario de mi hermana.
Me recuperé rápidamente y fui presentada a los demás caballeros, siempre bajo la mirada de Miura.
Sentía tensión cuando estaba cerca de él, así que un día lo confronté y él me miró tranquilamente, sin alguna expresión en su rostro y simplemente se fue, dejándome con la palabra en la boca.
Él era un tipo callado y raro a la vez, siempre se alejaba de todos y se excluía en su propio mundo.
Me daba curiosidad su comportamiento, por lo que lo seguí hasta la prisión del Santuario. Él se sentó en una roca, contemplando el mar para ponerse a tocar un arpa.
La melodía era triste pero él disfrutaba tocando con una ligera sonrisa, al parecer el arpa transmitía sus emociones. Estaba triste y no podía mostrarse débil ante los demás, era un guerrero y ellos no se prestan para esa clase de sentimientos.
Decidí dejarlo solo pero una voz me detuvo, la suya.
Miura: ¿Qué te ha parecido? (Preguntó aún con los ojos cerrados)
Perséfone: Es muy hermoso, pero triste a la vez
Miura: ¿Por qué me espiabas?, yo nunca lo hecho, a pesar de que jamás me diste buena espina. (Dejó de tocar, abriendo los ojos para mirarme)
Perséfone: Yo no soy la enemiga de mi hermana, de hecho, me escapé para evitar que la maten
Miura: Conmovedor (Dijo poniéndose de pie)
Perséfone: Si te caigo tan mal, ¿por qué me salvaste?
Miura: (Se encogió de hombros) Era mi deber como caballero, no lo hice porque quisiera
Perséfone: (Suspiré) Contigo no se puede (Me di la vuelta para marcharme)
Miura: Espera, ¿qué querías? , ¿Viniste para decirme algo importante, verdad?
Perséfone: Ya te enterarás mañana (Me fui)
Los entrenamientos habían comenzado y un grupo de niños fueron introducidos al grupo, pero eran inexpertos y tendían a fallar.
A todos los caballeros se les había asignado un grupo de adolescentes, pero faltaba uno, Miura.
Él se apareció apresurado y con el cabello alborotado, riéndome de él pero parando cuando él me miró con el ceño fruncido.
Atena asignó a Miura al grupo de niños sin experiencia, pero al ver que necesitaba ayuda, me pidió de favor unírmele, a lo cual acepté.
Aquel día, pude ver al verdadero Miura, mostrándose tal y como es frente a los niños y sonriendo por primera vez de verdad, sin sarcasmo en su rostro. Él no les gritaba, solo les decía que podían hacerlo mejor y los alentaba a seguir intentándolo. Todos aprendían, excepto uno llamado Perdix.
Fui consolarlo cuando lloró de frustración y su pequeño cuerpecito tembló.
Perséfone: Tranquilo, Perdix, sé que lo harás mejor (Dije poniéndome a su altura)
Perdix: No, soy un desastre (Dijo sollozando)
Perséfone: (Negué) No lo eres, es solo que este no ha sido tu día, nada más, puedes hacerlo.
Perdix: ¿Tú también fallaste? (Preguntó inocente)
Perséfone: (Reí) Sí, la verdad, era tan mala cuando empecé que mi maestro perdía la paciencia y se ponía golpear todo
Perdix: (Rió conmigo) ¿Cómo se llamaba?
Perséfone: Aiacos, mi mejor amigo
Perdix: ¿Va a venir?
Perséfone: No creo que sea posible, pero él estará feliz si sabe que mi alumno hereda lo que me enseñó a mí. Vamos, yo te ayudaré (Lo levanté en el aire y le di vueltas)
Nuestras risas captaron la mirada de Miura, él parecía sorprendido y confundido a la vez.
Paré y lo bajé, esperando a que se le fuera el mareo. Primero le enseñé el manejo de espadas, lo básico, al principio, él fue tan malo como yo, pero con paciencia y dedicación logré hacer de Perdix, el mejor del grupo.
Camino a mi habitación, subía las escaleras y cuando pasaba por la casa de Escorpio, alguien me tomó del brazo y me hizo entrar a la casa.
Miura: Que sorpresa encontrarte por aquí
Perséfone: ¿Qué quieres, Miura?
Miura: Nada especial, solo quería pedirte disculpas
Perséfone: ¿Esto es real o es una broma?
Miura: (Suspiró) Perdón por tratarte de manera tan cortante, pero entiende, no podía confiar en ti después de lo de los espías
Perséfone: ¿Qué te hizo cambiar de parecer?
Miura: Te he seguido
Perséfone: ¿Qué?
Miura: Esta bien, lo siento (Dijo a regañadientes) Te escuché llorando la otra noche, no te diré nada más, sé que es algo personal. Ya puedes irte (Dijo sin más, dándome la espalda)
Perséfone: ¿Por qué siempre eres así?
Miura: ¿Así cómo?
Perséfone: Un idiota...
Miura: (Rió) ¿Idiota yo?, no creo que esa sea la forma de hablar de una diosecilla
Y se fue otra vez, dejándome con la palabra en la boca. Nuestras peleas eran el pan de cada día, Miura seguía siendo el mismo tipo callado, pero un poco más abierto.
Él no me tenía el mismo respeto que los demás, para todos era una pieza de cristal que temían romper, pero a él no le importaba si era frágil o no.
Las peleas me hacían pensar en Hades, en la manera en que lo trataba al principio. Pero era diferente con él, porque me sentía culpable al notarlo triste, a diferencia de Miura.
Siempre tenía ese sarcasmo con esa risa descarada que me alentaba a querer humillarlo, entonces pasó algo que me hizo tocar tierra.
Perdix junto a otros 3 niños me hicieron una pregunta en frente de él, que me incomodó muchísimo
Perdix: ¿Te gusta Miura?
Me quedé callada y no supe qué responder, sentí su mirada sobre mí y aquel peso me hizo desear desaparecer en ese momento.
Perséfone: ¿Por qué me haces esa pregunta? (Dije incómoda)
Perdix: Porque los hemos visto, pareciera que se gustan
Miura tosió y me indicó algo con la cabeza
Perséfone: (Negué) No es verdad, te lo estás imaginando
Perdix: Pero no solo yo lo pienso
Miura: (Se acercó, poniéndose a su altura) Pequeño, te lo voy a decir directamente, no me gusta Perséfone y no creo que yo sea de su agrado, ¿verdad? (Me miró)
Perséfone: (Asentí)
Casi estoy segura de que Miura lo amenazó levemente, pero no logré a escuchar nada debido a que susurraba. De pronto, él se puso de pie y se acercó a mí, diciéndome en voz baja: Te espero bajo el árbol. Se fue y no volteó atrás, Perdix parecía confundido.
Perdix: Perséfone, ¿qué significa incinerar?
Perséfone: ¿Por qué lo preguntas?
Perdix: Porque Miura me dijo que si volvía a decir que se gustaban, me iba a incinerar y esparcir en el mar.
Perséfone: No le hagas caso, sabes que es un bromista (Dije gentilmente)
Concluyendo la sesión de entrenamiento, fui hacia dónde Miura me esperaría, el árbol junto a los límites del Santuario.
Un verde pastizal casi llegando al pueblo.
Perséfone: ¿Miura? (Lo llamé)
Una voz contestó arriba, dándome cuenta de que estaba sentado en una rama del grueso y duro árbol.
Miura: Ven, sube
Perséfone: No, mejor baja tú
Miura: No sabes subir árboles, qué pena
Perséfone: ¿Para qué me citaste aquí?
Miura: Nada importante, solo quería decirte que cuides a Perdix y lo que dice
Perséfone: (Fruncí el ceño) ¿Cómo pudiste amenazar a un niño?
Miura: Perdix no lo entendió así, que técnicamente no dije nada
Perséfone: No te metas con él (Dije firmemente)
Miura: (Suspiró) Lo haré de ser necesario, dile que cierre la boca
Perséfone: El hecho de molestarte, no te da ningún derecho a...
Miura: (Me interrumpió) ¿Por qué te quedaste callada?
Perséfone: ¿De qué hablas?
Miura: Cuando te preguntaron si yo te gustaba, te quedaste callada
Otra vez me quedé sin habla y él bajó del árbol de un salto
Miura: De nuevo lo haces (Negó)
Perséfone: Me tengo que ir
Los días posteriores habíamos recibido noticias de Hades y de su ejército. Estaba impaciente y temía por todos, yo podría ayudar a los caballeros y a Atena, pero no sería capaz de defenderlos a todos, sobre todo a los niños.
Tenía sueños donde mi alma se salía de mi cuerpo y regresaba al Inframundo, observaba los planes de Hades y no podía evitar mirarlo detenidamente. A veces, estaba en su habitación con él llamándome entre llantos. Ahora habían dos caras de una misma moneda, el Hades bueno y el malo, a uno todavía amo y al otro lo repudio.
Atena decía que era porque mi alma estaba vinculada con el Inframundo. Yo deseaba quitarme esos sueños que solo me atormentaban, pero ellos se volvieron más recurrentes.
Por aquellos días, Miura se había vuelto más cercano a mí. Debía admitir que sus gestos y su manera tan peculiar de comportarse, me hacían sentirme atraída hacia él, pero el recuerdo de Hades me hacía retroceder.
Los caballeros fueron asignados para misiones, pero solo fue la mitad, pues no se podía dejar indefenso al Santuario. Yo quise ayudar, por lo que me uní a los caballeros que partirían, sin importar el visto bueno de mi hermana.
Finalmente, ella me envió junto a Miura y le estuve agradecida, pues era con él que más cómoda me sentía.
Encontramos varios espectros pero los vencimos fácilmente. Pudimos sacarles información a algunos, pero otros se mantuvieron firmes hasta el final. Yo era la señora del Inframundo y podía hacer que los espectros no revivieran.
En la tercera noche de nuestra misión, Miura sacó dos botellas de vino fuerte y ambos terminamos muy borrachos, pero aun así recuerdo lo que pasó.
Reímos hasta morir de tonterías, y cuando se hizo el silencio, él me besó de improviso a la luz de la fogata.
No opuse resistencia y me dejé llevar. Miura era un abismo y yo me arrojaba gustosamente a él.
Nos quedamos dormidos y yo desperté primero con la cabeza doliéndome mucho, dándome cuenta que estaba abrazada por Miura, quien dormía sujetándome firmemente. Esto no podía estar bien, yo seguía casada, sabía que Hades ahora no era la sombra de lo que fue algún día, pero no podía deshacer lo que sentía de un día para otro.
Me solté y me levanté mareada, causando que Miura se despertara.
Perséfone: Buenos días
Miura: Hola (Dijo desganado) Amo el alcohol pero no las jaquecas (Llevándose una mano a la cabeza)
Perséfone: Pienso igual
Miura: (Negó) ¿Qué pasó anoche?
Perséfone: No recuerdo (Mentí)
Miura: Tienes la mente frágil, ahora mismo no recuerdo pero ya me acordaré
Faltaba poco para que amaneciese por completo y nosotros nos preparamos a levantar todo y ajustar nuestras armaduras. Mientras él tenía su armadura dorada, a mí me habían dado una como las que usaban los aprendices.
Llegamos a un pueblo que parecía estar abandonado. Pareciese que ahí hubo una guerra, pues las casas y el mismo camino estaban destruidos.
Miré a Miura para indicarle ir a investigar y el asintió. Él abrió la puerta de una casa lentamente y lo que vimos, nos dejó sin palabras.
La escena era simplemente horrenda. Era una familia entera, mamá, papá y sus dos hijas, sus cuerpos estaban tirados sobre charcos de sangre, muy separados.
Una historia vino a mi cabeza, alguien había entrado y había asesinado primero al papá, que se encontraba junto a la puerta, luego había seguido la mamá, que salía del cuarto del fondo. El asesino siguió hasta el cuarto de las niñas y se dio cuenta que se escondían debajo de la cama derecha. Volcó la cama hacia la ventana, rompiendo el cristal y mató a una de ella, la otra había salido a rastras del cuarto y se había escondido en el armario de la sala, donde guardaban objetos que ya no usaban.
Él o ella, la encontró y destruyó la puerta, tirándola al suelo para luego matarla.
Claro, eso era lo que había pasado. Tenía un don que se puso en manifiesto cuando me casé con Hades, podía saber la historia tras las muertes. Durante mi viaje para encontrar a Leyla, me hospedé en un pueblo pequeño con una población de 230 personas. En ese entonces, la población me contó que una mujer que había perdido en la guerra a su esposo y su hijo, se había vuelto loca, pues creía que si mataba a todo el pueblo, su sacrificio, Hades los devolvería a la vida.
Fui a las escenas del crimen y me sorprendí de la exactitud de las historias que proponía, pues pareciese que yo lo hubiera presenciado. Contribuí a capturar a la loca y la encontramos en su casa, echada en su cama pero agarrando firmemente un libro. Aquel libro contenía los nombres de todos los habitantes del pueblo, de los cuales estaban tachados 20 nombres, los que había asesinado hasta el momento en que se quitó la vida ingiriendo veneno.
Miura: ¿Estás segura? (Preguntó, sacándome de mis pensamientos)
Perséfone: Sí, tengo un don para saber los hechos del crimen, pero no puedo saber quién los mató
Miura: (Suspiró) Vamos, seguramente hay refugiados.
Mientras caminábamos por las calles, encontramos más cuerpos tirados sobre el camino. La cinta se reproducía una vez más, había sido una masacre aplicada por un grupo de personas, mejor dicho, súper humanos con poderes.
Algunos eran súper humanos , los que destruyeron las ciudad, pero hubo otros que usaron las espadas para matar.
Encontramos a un grupo de refugiados en un búnker debajo de la catedral del pueblo. Todos ellos afirmaron que fueron atacados por espectros, aquello me dejó helada de solo pensar que pudieron haber estado Aiacos y Esmeralda entre ellos.
Mujer 1: Fue horrible, él.... Asesinó a sangre fría a mi niña, ¡solo tenía 7 años!... (Rompió en llanto)
Miura: Tranquila, señora, estamos aquí para ayudar. Nos sería muy útil que nos dijeran cuántos eran, hacia dónde se fueron
Mujer 2: No vino a ayudarnos, a ustedes los caballeros solo les importa proteger a Atena.¡ ¿Y nosotros qué?!, siempre es la misma historia...
Hombre 1: ¡Pagamos por una guerra que no es nuestra, pero salimos lastimados, somos un distractor para que ustedes se preparen, pero es injusto!
Hombre 2: ¡Ellos matan a los nuestros y no tenemos cómo defendernos ni quien lo haga por nosotros!
Perséfone: Yo les prometo que no morirá más gente, lo juro
Hombre 3: No haga promesas que no podrá cumplir, señorita
Perséfone: Pero yo si cumpliré mi promesa (Miré a Miura) Sigue solo, yo me quedaré aquí con ellos
Miura: ¿Qué?, no puedes hacer eso, es muy peligroso, si algo te sucediera...
Perséfone: (Lo interrumpí) No me sucederá nada, ya sabes el por qué
Miura: (Caminó en círculos) No te dejaré sola
Perséfone: Yo no permitiré que más inocentes paguen por algo que no hicieron ni pidieron.
Mujer 4: ¿Lo dice en serio, señorita?
Perséfone: (Asentí) No se preocupen por mi apariencia, sé que parezco frágil como un cristal, pero no olviden que las apariencias engañan
Todos estallaron en felicidad y aplaudieron, una niña se me acercó entre la multitud y me sonrió para luego abrazarme, me recordó a Perdix.
Miura: En ese caso, regresaré al Santurio a pedir refuerzos
Perséfone: (Lo miré incrédula)
Miura: Montarán guardia y se asegurarán que no haya más muerte, espero estés bien mientras regreso por ti. ¿Podríamos salir afuera?, debo decirte algo
Salimos del búnker y la gente hizo lo mismo, dispersándose por las calles.
Perséfone: ¿Qué era eso que me tenías que decir?
Miura: Ya me acordé de lo que pasó anoche
Perséfone: (Retrocedí)
Miura: Quería preguntarte, ¿por qué me devolviste el beso?
Perséfone: Pues no lo sé, solo... Me dejé llevar por el momento.
EL silencio se hacía incómodo hasta que el lo rompió
Miura: Ceo que ya te diste cuenta que no soy el idiota que aparento ser, por eso...
Dejó la frase inconclusa y sin pedirme permiso, imprimió sus labios en los míos. Era el segundo beso que me robaba y el segundo que correspondía.
Recordé los sucesos trágicos de este pueblo, de la brutalidad con la que la gente fue asesinada, incluidos niños, todos asesinados por órdenes de Hades a su ejército.
No había más disculpas, y por fin había logrado encontrar la llave para liberarme de las cadenas que me impedían dejarlo ir. A partir de ese momento, él estaba sepultado en mi corazón, habiendo espacio para alguien que sabía que amaba pero me negaba a aceptarlo.
Mi corazón latió otra vez al calor de un nuevo amor. Su beso era dulce, suave y cálido, era lo que sentía, él también me quería como yo a él, por eso ese beso tenía sabor y forma.
Miura: (Se alejó) Sé que eso estuvo mal, pero no lo cambiaría por nada. Si estoy condenado por eso, no me importa, lo acepto
Perséfone: (Sonreí negando)
Miura: (Sorprendido) ¿No deberías echar chispas?
Perséfone: ¿Por qué haría eso? (Tomé aire ) Sabes, por fin lo he aceptado
Miura: ¿Aceptar qué?, ¿Que Hades es una calaña?
Perséfone: Es más que eso, hoy conocí su lado más oscuro, me di cuenta que no merecía la pena
Miura: ¿Y...?
Perséfone: (Lo besé) Me desesperabas cuando peleábamos, pero la verdad es que amaba esas peleas, eras tan..."TÚ", que me enamoré, pero no quería aceptarlo, y tú tampoco que me amabas
Miura: (Me besó)
Perséfone: (Lo miré a los ojos y sonreí como tonta) Te amo
Miura: También yo
Miura me volvió a besar y me arrojé a sus brazos.
Como había lo había prometido, me quedé en ese pueblo a resguardar a sus habitantes. No tardaron es aparecer espectros, pero al verme, se iban corriendo. No podían hacerme nada, porque si obtenía un solo rasguño, Hades los mataría.
Tuve un sueño en el que aparecía Esmeralda. Ella estaba muy triste y parecía que hubiese llorado, se quitó una venda blanca del brazo derecho, que siempre había estado oculto bajo una manga del mismo color. Era una herida casi cicatrizada, pero en cuanto ella lo tocó, ésta volvió a abrirse y apretó los dientes del dolor.
Repetía lo mismo, una y otra vez: "Maldita seas, maldita mil veces"
Entonces fue cuando me vio, no sé cómo lo hizo pero se me acercó
Esmeralda: Ten cuidado, va a matarte...
Y me desperté de un sobresalto. ¿Quién me iba a matar?, ¿sería Hades?, no, sencillamente es imposible.
Alguien más debe planearlo, pero....¿Quién?
Al cabo de unos días, Miura volvió con caballeros dispuestos a quedarse en mi lugar. Me despedí de todos y me regresé al Santuario. Le conté a Miura sobre mi sueño y pensó lo mismo que yo, no puede ser Hades. Pero no habían más pistas más que lo que dijo Esmeralda.
El siguiente sueño que tuve fue con Aiacos, pero él no estaba en el Inframundo, sino en la Tierra. Detrás de él habían varios espectros y todos practicaban, pues por lo que entendí seguirían atacando y cuando derrotaran a los caballeros que estaban en las fronteras del Santuario, invadirían.
Me alejé de ellos, pero Aiacos me vio y me siguió.
Aiacos: Tranquila, solo yo puedo verte (Suspiró) No confíes en nadie que se muestre amable, si es demasiado bueno, no dudes en matarlo. El ataque será en 5 días, suerte.....Mi señora
La información que me había dado mi amigo me hizo acelerar, debíamos llegar al Santuario, prever a todo y entrenarlos mucho más para que puedan luchar.
Terminó el día 1 y estaba tan agotada que Miura me terminó cargando. Insistí en seguir pero él no me hacía caso, decía que debía descansar o no serviría para nada si estaba cansada, solo sería un estorbo.
La noche era muy fría, por lo que Miura tuvo que desviarse hasta un pueblo cercano para alquilar una cabaña a las afueras, así podríamos presentir si iban a atacar el pueblo.
Pensábamos que ganaríamos, de hecho, hicimos un juramente, "siempre juntos hasta el final" y lo sellamos.
"El escorpión capturó a su presa, ella quiere alejarse, pero está hipnotizada. El veneno del escorpión corre por su cuerpo y su sangre se fusiona con ésta.
La embriaguez la hace vulnerable y cae por completo en sus brazos.
La cabaña guardó secretos con la luna, mientras se escucharon los murmullos de las estrellas que profetizaban el inicio de una tragedia."
Día 2, entrenamiento
Día 3, los espías fueron encontrados
Día 4, fui atacada por un guerrero misterioso, me atacó por la espalda y yo estaba desarmada, no tuve tiempo de reaccionar y cuando parecía que me matarían, el guerrero cayó al suelo. Alguien había lanzado una flecha y lo había matado.
Vi una sombra que se alejó rápidamente y yo sonreí, ya sabía quién me había salvado.
El día 5 llegó y ya faltaba muy poco p ara que amanezca.
Los caballeros de plata estaban repartidos en las fronteras, los caballeros dorados en el Santuario, los aprendices estaban con Atena y yo con los de bronce cerca de la entrada impidiendo el paso a las 12 casas.
Un grito de guerra se escuchó a lo lejos y supe que la guerra había comenzado. Varios destellos se vieron a lo lejos, destellos de poder y chispas de espadas friccionándose.
Sentía cómo los espectros mataban y traspasaban la carne de los caballeros, pero no todo estaba perdido. Los espectros eran mayoría, pero nosotros éramos más poderosos que ellos.
Un caballero a mi derecha se dispuso a ir a ayudar, pero lo detuve a tiempo.
Sentí una mirada sobre mí, me di la vuelta y dirigí mis ojos hacia las 12 casas, hacia Miura. Me hizo unas señas para saber en qué preciso momento atacar,. No podíamos darle al enemigo el menor espacio para avanzar.
La señal llegó y dirigí a todos los caballeros hacia adelante, para atacar. La jugada salió bien, pues ellos no esperaban que les diéramos una bienvenida así.
Yo tenía mi delante a 5 de ellos, saqué mi espada y los coloqué formando un círculo para luego dar una vuelta y con el filo de mi espada más mi cosmos, ellos estaban muertos.
Ese día peleé como demonio, sin piedad ni remordimiento, ese día fui fría en el campo de batalla, sin titubear a la hora de matar. No sabía si ya había pasado la amenaza que me acechaba para matarme, pero en todo caso, no le daría la oportunidad y yo lo acabaría primero.
Los espectros seguían llegando, parecían moscas, pero nadie podía pasarme, a diferencia de los caballeros de bronce, que tenían dificultades y algunos espectros escapaban hacia las 12 casas.
Algo había pasado con los caballeros de plata, porque el enemigo seguía avanzando. Uno de los grupos había sido exterminado y por eso los espectros seguían viniendo, por la desventaja. Debía tomar una decisión, o me quedaba, o iba allá afuera.
Miré a mi alrededor, los caballeros estaban ganando.
El humo de la batalla se disipó y una figura emergió. Era una mujer vestida con una armadura sapuri reluciente, armada con un arco y flechas, además de su espada. La venda blanca parecía parte de la armadura y ello me hizo retroceder.
Sus ojos verdes se posaron en mí y su cabello púrpura trenzado se mostró al caer el casco que lo escondía.
Perséfone: Esmeralda...
Esmeralda: Lo siento mucho, son órdenes, no quiero....Pero...
Rápidamente se armó con su arco y flecha y sin darme tiempo a reaccionar, disparó. No tenía intenciones de matarme, Esmeralda jamás se equivocaba a la hora de disparar flechas.
Perséfone: ¿Cuál es tu propósito?, si no vas a matarme.....¿Qué quieres de mí?
Esmeralda: Déjame pasar
Perséfone: No (Dije firmemente)
Esmeralda: Nos vigilan, tengo que atacarte
Esmeralda rodó en el suelo y sacó su espada, tacándome. Instintivamente retrocedí y también saqué mi espada. Uno de mis maestros era mi contrincante, uno de mis temores e hizo realidad.
Mientras luchábamos, sentía que cada movimiento estaba en cámara lenta.
Cada estocada que lanzaba era retenida, cada movimiento que hacía era anticipado. Simplemente, no podía ganarle, ella y su hermano me habían instruido y conocían todos mis movimientos.
Entonces tuve una idea, yo había desarrollado una técnica, un retroceso temporal.
Todos sus ataques volverían hacia ella y la atacarían. Me jugué mi última carta, ello funcionó y Esmeralda cayó al suelo, no derrotada pero me dio tiempo de hacer una cosa.
Corrí hacia ella a toda velocidad y concentré todo mi cosmos, toda mi fuerza, en mi dedo índice derecho, para colocándoselo en la frente.
Ella quedó inconsciente y yo jadeando. Debía sacarla del campo de batalla, pero no podía dejar mi posición. Encargué a Esmeralda a un caballero de bronce y me retiré hacia las afueras del Santuario.
Si Hades quería jugarme sucio y tratar de sorprenderme, no lo conseguiría. Él sabía cuánto los apreciaba y por eso los envió, ya apareció Esmeralda, ahora solo falta Aiacos.
Los caballeros de plata se sorprendieron de verme pero se alegraron al mismo tiempo.
Como lo sospeché, los caballeros muertos estaban dejando sus posiciones libre, no había nadie que los cubriera, pero yo estaba ahí de reemplazo.
Ataqué con todas mis fuerzas a todas mis fuerzas a los espectros, uno a uno los fui matando de una tajada, a algunos los desintegré solo con mi cosmos. No hubo contemplaciones y gracias al trabajo de todos, vencimos a los espectros en la primera vuelta.
Volví al Santuario, pero dejé a los caballeros de plata como vigilantes.
Atena estaba junto a la habitación de Esmeralda, meditando, se notaba que estaba triste. Sus guerreros habían muerto, entendía su situación, comprendía lo que era saludar por la mañana a alguien y luego no volver a verla.
Perdix: Perséfone, los caballeros están con ella (Me informó, sacándome de mis pensamientos)
Perséfone: Gracias
Entré a la habitación y pude ver que estaba atada por varias cuerdas, aquello era inhumano.
A su alrededor estaban los caballeros dorados, Hazard de Leo, Shaw de Aries y Miura de Escorpio.
Miura y yo no podíamos dar a conocer nuestra relación por obvias razones.
Perséfone: ¡Suéltenla ahora mismo!
Hazard: No podemos, es muy peligrosa
Perséfone: (Negó) La conozco lo suficiente para asegurar que no intentará nada
Shaw: Es el enemigo
Perséfone: Sí, pero es una vieja amiga
Miura: Aquí no interesa si es tu amiga o no, hay mucho en juego
Esmeralda se removió entre las cuerdas, evidentemente incómoda
Perséfone: Está sufriendo, ¡¿no lo pueden ver?!
Shaw: No
Ella abrió los ojos lentamente y me buscó con la mirada hasta encontrarme.
Perséfone: Lo siento (Le dije)
Tardó unos segundos en comprender de lo que hablaba, se dio cuenta que la teníamos atada como si fuera un animal salvaje. Se puso furiosa y trató de soltarse, haciendo movimientos frenéticos, tratando de hacer arder las cuerdas con su cosmos.
Esmeralda: ¡Suéltenme, ¡suéltenme! (Dijo removiéndose)
Mientras Hazard y Shaw trataban de apaciguarla, o mejor dicho, de domarla, Miura y yo intercambiamos miradas y le hice saber mi descontento.
Él miró la escena y negó. Ya sabía lo que planeaban, eso solo sería el principio. Iban a torturarla hasta que les dijera lo que querían saber.
Aquello fue un golpe directo al corazón, Miura sabía perfectamente las intenciones de esos caballeros y no hizo ni hará nada para impedirlo.
Me dirigí hacia Hazard y Shaw y los alejé de Esmeralda. Me ordenaron apartarme, pero no lo hice.
Perséfone: No dejaré que la maltraten, eso no se le hace nadie. Lo que están haciendo, lo que planean hacer... Es simplemente inhumano, y se hacen llamar caballeros, debería darles vergüenza.
Shaw: Lo... Lo sentimos, solo queríamos hacerla hablar
Hazard: Tienes razón (Negó) ¿En qué nos estamos convirtiendo, dioses?
Perséfone: Váyanse y reflexionen sobre lo que hicieron, ella no es una animal para ser tratada así, ni los animales merecen ser tratados así
Esmeralda apenas podía hablar, el golpe que le di había sido muy fuerte y la había dejado noqueada. Se había obligado a reaccionar a la fuerza, pobre.
Cuando esos dos se fueron, Miura se me acercó
Miura: Perséfone...
Perséfone: Vete (Ordené)
Miura trató de disculparse pero ni siquiera lo escuché. A pesar de ello, él se quedó en la habitación.
Esmeralda estaba mareada, pero aun así, le mostró a Miura la cara que todos conocían de ella, el lado fuerte e inquebrantable. Nadie había visto su lado vulnerable, nunca se había mostrado débil y no lo haría en ese momento frente al "enemigo".
Por más que traté de convencerla de que todo iba a estar bien, que no tenía por qué preocuparse, ella simplemente se mostraba impasiva.
Sus ojos tenían esa chispa que parecía querer explotar en cualquier momento. Debía estar en la realidad, este no era el Inframundo, y por mucho que apreciara a Esmeralda, había que tener cuidado con ella.
Esmeralda: ¿Va a estar él, siempre aquí? (Preguntó mirando a Miura)
Miura: No puedo dejarla sola, es peligroso (Le dijo )
Esmeralda: (Sonrió con sarcasmo) Que inteligente
Perséfone: Miura, por favor, no la provoques
Miura: No puede hacer nada aquí, está rodeada por caballeros
Esmeralda: Nunca subestimes al enemigo (Le advirtió)
Perséfone: (La miré) Para con eso, yo no te considero mi enemiga, es cierto que estamos en bandos opuestos pero... Sé que no me harías daño
Escogí las palabras con cuidado
Esmeralda: Claro que no, fue por eso que no te maté allá afuera, sabes que nunca fallo (Refiriéndose al tiro de flecha fallido)
Perséfone: Me alegro de que estés aquí (Dije gentilmente)
Esmeralda: Pues, me creas o no, yo también (Dijo distante)
Miré su brazo y recordé mi sueño, ella lloraba y su brazo sangraba.
Perséfone: ¿Qué te pasó en el brazo? (Señalando su venda) Lo podías ocultar bajo la tela de un vestido, pero ahora ya no hay tela que te proteja
Esmeralda: Nada.
Perséfone: No lo evadas, he visto cómo se abre la herida cada que lo tocas
Esmeralda: Eso no te incumbe, no es tu problema, es solo mío. (Dijo muy seria)
Al día siguiente, la guerra continuó pero nos dimos cuenta de algo. Los espectros que asesinamos ayer, eran los mismos que venían hoy a atacar.
Ellos debían estar muertos, pero ahí estaban. Los volvimos a derrotar, pero esta vez, incineramos los cuerpos para que no pudieran revivir.
Esmeralda estaba sentada junto a mí, contemplando cómo las llamas abrazaban los cuerpos sin vida de los espectros.
Fue entonces que soltó algo que se convirtió en la llave para ganar la guerra
Esmeralda: Las puertas están abiertas
Perséfone: ¿Cómo? (La miré)
Esmeralda: Si quieres ganar, séllalas (Se levantó y se retiró)
Seguí a Esmeralda y le pregunté acerca de lo que dijo, pero ella no soltó más información.
Atena: Mientras estén abiertas, los espectros seguirán reviviendo
Perséfone: No cambiaría mucho, de una u otra manera saldrián
Atena: Sí, pero retrasaría su salida, las puertas son un atajo
Perséfone: Ya veo.
Atena: Debemos dividirnos. Un grupo que se quedará, el otro que sellará las puertas y el último que retrasará a los espectros, que los matarán antes de que logren salir por el camino largo
Perséfone: (Asentí)
Atena: Ko... (Se corrigió) Perséfone, deberás volver al Inframundo, ¿crees poder hacerlo, sellar las puertas?
Perséfone: Cuenta con eso, pero ¿cómo lo haré?, no tengo idea
Atena: Esmeralda, ella de seguro sabe
Mi hermana y yo la visitamos, pero ella no quería cooperar. Se había encerrado en su propio mundo y no quería salir de él.
Atena trató de hacerle entender la gravedad del asunto, Hades debía ser derrotado, o si no, invadiría todo y el mundo sería horrible, triste, oscuro y desolado.
Al parecer lo entendió, pero no dijo nada hasta que ella se fue, entonces se dirigió a mí con una mirada adormilada.
Esmeralda: Hay un nuevo palacio en Cocytos, es el nuevo hogar de Hades. Consigue las llaves en lo que un día fue tu hogar
Esa misma noche, Atena convocó a todos los caballeros y los organizó en grupos, sin embargo, estaba dudosa acerca de quienes llevarían sobre sus hombros el peso de sellar las puertas.
Atena: ¡Solo pueden ir 3!, ¡los demás colaborarán en darles tiempo!
Me miró y me indicó que, me colocara al centro de los caballeros. Tenía varias opciones en mente, pero tampoco lo tenía muy claro.
Llamé a Miura, Hazard y Shaw. Estos dos tenían dos caras, eran buenas personas, pero eran sanguinarias cuando se trataba de guerra, ni qué se diga de interrogar prisioneros.
Mi mirada se cruzó con la de Esmeralda y pude ver miedo en sus ojos verdes. Ella temía por mí, debía saber algo que yo no.
Eran las 2 de la madrugada y todos estábamos más que despiertos, listos para la batalla, pero esta vez, solo un grupo de valientes se quedaría y nos daría tiempo a los dos grupos.
Me puse mi armadura a solas en mi habitación, cuando alguien entro cuando me la justaba.
Perséfone: (Me giré y suspiré) ¿Cuándo dejarás de hacer eso, Miura?
Miura: (Sonrió) Nunca. (Me besó suavemente)
Perséfone: ¿Qué sucede? (Pregunté al notar su preocupación)
Miura: No es algo importante, solo quería decirte que te amo, que si algo me pasara...Si yo muriera allá....
Perséfone: (Lo interrumpí con un beso) No morirás, te lo prometo
Miura: (Me abrazó fuertemente y acarició mi cabello)
Perséfone: Te amo, Miura
Miura: Lo sé...
Hazard y Shaw nos estaban esperando ya. Sentí el peso de una mirada, Esmeralda se acercó
Esmeralda: Ten cuidado allá, he escuchado que esas puertas están malditas, llevan a la perdición
Perséfone: Lo tendré, ganaré y te liberaré, nunca más tendrás que servir a Hades ni a nadie más.
Esmeralda: (Sonrió débilmente) Te veré luego
Partimos hacia el Palacio terrenal de Hades junto al otro grupo.
Hazard: Perséfone, ¿atacamos?
Perséfone: (Negué) No, está unido al Inframundo, los muertos aquí reviven
Shaw: ¿Entonces?
Ellos me miraron con curiosidad. Empecé a jugar con mis manos y ejecutar la técnica secreta que había estado desarrollando, nadie me había visto hacerlo antes, era mi haz bajo la manga. Si bien era cierto que podía aplicarlo con una persona, ¿funcionaria para detener a todos los que estaban allá?
Perséfone: Espero que funcione (Mascullé en voz baja)
Me concentré y dije las palabras: "Golpe de muerte". Apliqué todo mi poder, consumí mi cosmos y de pronto, caí al suelo.
Miura corrió a mi lado y me sostuvo para ayudarme a levantar. El mundo había dado un giro de 360º en mi cabeza, por ello había caído.
Miura: ¿Estás bien? (Preguntó algo preocupado)
Perséfone: Sí, solo un mareo (Me enderecé, separándome de él)
Nadie en el Santuario sabía de lo nuestro, era algo que no queríamos compartir con nadie.
Miura y los demás se ordenaron cuando se hizo el silencio. Hazard me miró, preguntándome qué hacer silenciosamente, a lo cual asentí y saqué mi espada, señalando la puerta.
Un grito de guerra y la puerta fue destruida.
Los espectros estaban en estado vegetal, parecía un cementerio.
Una figura salió de entre las sombras, una mujer, Pandora.
Pandora: Mi señora (Dijo haciendo una leve reverencia)
Perséfone: ¿Pandora?
Pandora: El señor Hades sabía que vendría, así que me envió a esperarla (Miró a su alrededor los cuerpos) También sabía que sería nuestra enemiga
Perséfone: ¿Cuántos quedan en el Palacio?
Pandora: (Se encogió de hombros) Lo siento, mi señora, pero no creerá que será tan fácil, ¿o sí? (Negó) Entrar fue sencillo, salir no. (Habló firmemente)
De pronto, se aparecieron Minos y Radamanthys. No era común de ellos, aparecerse, entonces lo entendí todo.
Todo pasó tan rápido, no tuve tiempo de hacer ningún movimiento. Alguien golpeó en la cabeza y caí una vez más al suelo. Escuché a alguien llamándome, era la voz de Miura pero no pude contestar pues todo se volvió negro.
Desperté lentamente y entrecerré los ojos, parpadeando para acostumbrarme a la iluminación. Había una figura de hombre a mi lado, por un momento pensé que lo que había pasado era solo un mal sueño, por lo que dije el nombre de la persona que siempre estaría ahí para mí.
Perséfone: ¿Miura? (Lo llamé, frotándome los ojos)
El frunció el ceño y se puso de pie. Una vez que me adapté a la luz, comprobé con miedo el error que había cometido, no era Miura ni alguien del Santuario, era Hades.
Hades: No, Hades. (Dijo enojado)
Perséfone: Hades.... ¿Qué.....?
Recordé que estaba en el Inframundo, que alguien me había apuñalado por la espalda, un cobarde, ahora estaba pagando por mi incompetencia.
Hades: Entonces era cierto que tenías un amante (Dijo en tono neutro)
Perséfone: No es cierto (Dije con el mismo tono)
Hades: ¡No me mientas! (Dijo lenta pero furiosamente)
Me levantó bruscamente de la cama y me tomó de las muñecas, apretándolas fuertemente.
Un escalofriante miedo me hizo abrir los ojos muy grande ante aquel monstruo, mientras sus ojos truqueas se volvían rojos.
No lo pensé dos veces y lo pateé en la entrepierna, aprovechando su dolor, me liberé y corrí, cerrando la puerta de un portazo y poniéndole seguro.
Corrí y corrí...
Llegué hasta el área de los pasillos, había muchos, pero yo los conocía de memoria. Choque con alguien al doblar por el tenía a mi izquierda.
Alcé la mirada y me alegré al ver que era Aiacos, pero él no sonreía, estaba serio.
Se escucharon ruidos de pasos, venían por mí y se aproximaban más y más
Aiacos: (Me miró) Corre... (Susurró)
Me eché a correr y me adentré más en la oscuridad de aquellos pasillos.
No sabía cuánto había recorrido, ni cuánto había transcurrido. Si mis cálculos no me fallaban, ya debía de estar cerca de la salida, una puerta secreta por la que había huído hacia el Santuario.
Pero una vez que llegué, no encontré nada, solo más pasillos, más estructuras que se extendían como ramas. De nuevo había fallado, había entrado en un laberinto.
Regresé tras mis pasos, el laberinto cmabió y volvió a cambiar, parecía una baraja de cartas. Habían dos noticias, una buena y una mala.
La buena, los espectros que envió Hades no se atreverían a entrar.
La mala, jamás saldría del laberinto.
De repente, vi una luz y la seguí. Aquella luz se transformó y tomó forma de mujer.
Ella llevaba una corona de flores hecha con diamantes, mientras que su cabello castaño estaba ondulado. Y su vestido verde hacía resaltar sus ojos grises.
Era fabulosa...
Perséfone: ¿Mamá?
Mi madre, Deméter, sonrió. Ella me abrazó fuerte, tomó mis manos y miró con furia el amplio brazalete púrpura provocado por una mano grande.
Deméter: Fue él, ¿verdad?
Perséfone: (Asentí)
Ella pasó sus manos por la lesión y mágicamente desapareció.
Deméter: Nos hemos enterado de lo que Hades planea hacer, pero no lo conseguirá. Tranquila, la ayuda ya viene
Perséfone: ¿Qué quieres decir?
Deméter: La audiencia no quiere que nos involucremos en su batalla, entre la de Hades y Atena, pero yo no podía quedarme sin hacer nada por ti. Mis guerreros ayudarán.
Recordé a mis compañeros, a los caballeros, no supe que feu de ellos luego de ser atacada.
Perséfone: Mis compañeros, ¿Qué les pasó? (Dije angustiada)
Deméter: Ellos lograron salir a salvo, claro que hubo algunos muertos, pero la mayoría logró salvarse. Mis guerreros detuvieron a los jueces, pero no pudieron hacer mucho por ti, llegaron después de que te llevaran
Perséfone: ¿Están bien los caballeros dorados?
Deméter: Sí, ¿por qué?
Perséfone: Por... Por nada
Deméter: (Me miró de arriba abajo e hizo un gesto) ¿Es uno de ellos el padre?
Perséfone: ¿Qué?
Deméter: Estás embarazada, ¿es de un humano?
Ella pronunció la palabra HUMANO como si le diera asco, lo cual me hizo enojar.
Perséfone: Sí.
Ella suspiró y me tomó de la mano, guiándome entre los pasillos. Encontré la puerta secreta que había estado buscando, cómo es que ella la encontró, no tengo idea.
Corrí hacia no sé dónde, pero pronto encontré mi brújula interior cuando sentí un cosmos conocido.
El desconocido era Hazard, a quien le alegró mucho verme. Mató a los espectros que lo rodeaban fácilmente y me contó lo feliz se sentía en el Inframundo, pues se sentía más ligero para pelear, más poderoso que arriba.
Me tranquilizó diciéndome que Miura estaba bien, él estaba acompañado por unos cuantos caballeros de plata. Me dio instrucciones para seguirle el paso a Miura.
Me apresuré y llegué a territorio desconocido. El aire era diferente y podía sentir la tensión del ambiente, el más lúgubre de todos.
La neblina se disipó un poco y pude contemplar la Puertas de la muerte. Radamanthys estaba luchando contra los caballeros.
Verlo luchar de esa forma era fascinante pero peligroso, ya estaba ahí, lista para ayudar.
Lo ataqué y esto lo tomó por sorpresa. Nuestras técnicas chocaban y explotaban, nadie resultaba herido, nadie daba su brazo a torcer.
Pensé en las estrellas, pensé en su muerte a manos de un agujero negro que absorbía su luz, pensé en mí.
Perséfone: Imbibición mortal (Susurré, realizando mi técnica)
Toda su energía junto a su cosmos fue absorbida, él parecía un enfermo a punto de morir. Miura lo atacó utilizando la Aguja Escarlata y Radamanthys dejó de respirar, muriendo con los ojos abiertos.
Quise regañar a Miura, pero sería estúpido de mi parte, al enemigo no había que darle una ventaja, entonces algo dentro de mí se rompió.
Recordé cómo Hazard y Shaw habían tratado a Esmeralda, recordé sus palabras, eran las mismas que yo había dicho.
Miura: Perséfone, ¿cómo se cierran estás puertas?
Sus ojos centellaron al verme, pude ver temor en sus ojos, el miedo a perderme.
Perséfone: Espera, hay tres puertas
Miura: Sí, muy brillante (Dijo rodando los ojos)
Miré el cuerpo de Radamanthys, le quité el casco y lo examiné.
Lo comprendí rápidamente, sus cascos, debíamos quitarles a los 3 jueces sus casos, las gemas que poseían en forma de ojos eran las llaves para sellarlas.
Probé, quitando una. Cada cerradura tenía una forma en específico, la de Radamanthys era la tercera. Esa puerta, fue cerrada.
Sentimos una gran explosión de cosmos, de pronto, el cosmos de Hazard había desaparecido.
Las lágrimas que brotaban de mis ojos se resistían a marcharse. La rabia que tenía acumulada me hizo correr hacia su asesino.
Solo lo había visto una vez, pero me había transmitido respeto y temor al mismo tiempo aquella vez. Su nombre era Minos de Grifo.
Cuando le hice frente, pude ver cómo apretaba los puños, se contenía para no atacarme.
Apenas vio a los otros caballeros, uno a uno los fue convirtiendo en su marioneta.
Miura luchó contra él, haciendo que Minos soltara a los demás, que jadeaban con miedo.
Me uní a él y juntos logramos derrotarlo, no fue fácil pero tampoco imposible. Miura quedó con un brazo lesionado, esperando que no estuviera roto, mientras que su armadura estaba destrozada, como la de los demás.
Otra puerta, solo faltaba una, la puerta de Aiacos.
Yo no podía matarlo, ni siquiera atacarlo. Fue mi maestro, pero muy aparte de ello, fue y es mi mejor amigo.
Shaw se reunió con nosotros y explicó que Atena y los caballeros que estaban en el Santuario ingresaron al Inframundo. Mi hermana buscaba a Hades para matarlo.
Shaw: Ya casi están exterminados todos los espectros, hemos ganado
Perséfone: No , aún no
Deambule por mi cuenta, alejándome del grupo para buscar a Aiacos.
Alquien me detuvo, tomándome por el brazo. Sus ojos verdes me indicaron que era Esmeralda.
Esmeralda: ¿Qué crees que haces?
Perséfone: Debo sellar las puertas, solo queda una y debo encontrar a Aiacos
Me tumbó contra el suelo y no me soltó
Esmeralda: ¿Estás loca?, no te lo permitiré
¡Basta!, dijo una voz masculina.
Esmeralda: Ella quiere matarte, no la dejaré hacerlo
Aiacos quitó a su hermana de encima y me incorporé.
Aiacos: No voy a luchar contra ti, yo mismo te entregaré lo que buscas
Él se quitó el casco y me entregó una de sus 3 gemas. Sorpresivamente sacó una daga
Esmeralda: Aiacos, ¿qué piensas hacer con esa daga? (Dijo con miedo)
Aiacos: (Se enterró la daga)
Esmeralda y yo gritamos con horror su nombre, era algo que ninguna de las dos esperaba.
Me derrumbé y caí de rodillas mientras veía cómo él también caía.
Esmeralda lloró por primera vez ante mis ojos, no le importó nada más que su hermano. Mi corazón se oprimió y mis latidos se aceleraron.
Aiacos yacía en el suelo, aún con vida, agonizando
Esmeralda: ¿Por qué lo hiciste? (Pregunté sollozando)
Aiacos: El castigo de Hades sería peor, yo volveré a la vida. (Tomó su mano y la apretó contra sí) Tonta, no debes llorar
Perséfone: Aiacos...
Aiacos: Sé que hice lo correcto.
Miró nuestros rostros bañados en lágrimas y rió débilmente, burlándose de cómo nos veíamos.
Sus risas se hicieron más lentas y más silenciosas, hasta que cerró los ojos y murió con una sonrisa en el rostro.
Esmeralda se echó a llorar sobre el cuerpo de su hermano y yo me alejé sin poder asimilarlo. Abrí mi mano, la perla brillaba maliciosamente. Maldecí aquel objeto sin vida, Aiacos se había matado para entregarme esta cosa.
Quería tirarlo, pero no podía.
Cerré la última puerta y coloqué un seguro, sellos que me había dado Atena, así nadie podría utilizar las puertas de nuevo, hasta que el sello se deshaga.
Miura me abrazó por detrás, no había nadie cerca, ya no tenía que fingir que no éramos nada.
Miura: Ganamos (Susurró)
Perséfone: (Negué) Es solo una parte, hay que derrotar a Hades (Dijo aún sollozando)
Miura: ¿Qué pasó?
Perséfone: Aiacos, mi mejor amigo, murió (Lo abracé y lloré en su hombro)
Una explosión de poder, era de Atena, y por la contraparte deduje que se encontraba con Hades.
Él estaba herido, lo presentía, mi hermana le había dado un buen golpe. Pero aquel que lo lastimó no fue ella, fue alguien más.
Todo se volvió muy oscuro, Miura y yo nos separamos.
Un alma nos observaba en el aire, tenía el aura maligna. El alma de Hades se movió alrededor de nosotros como remolino y entró en el cuerpo de Miura.
Retrocedí instintivamente y presencié cómo Hades robaba su cuerpo. Sus ojos se volvieron rojos y su cabello completamente negro.
La voz de Miura ahora era escalofriante, era la misma, pero tenía un tono malicioso y filudo como una navaja.
*Miura: (Sonrió) ¿Lo amas?, ¿lo quieres tanto?
La armadura de Escorpio se despegó de su cuerpo. Él solo se quedó con un pantalón de entrenamiento.
*Miura: Pues bien, defiéndete (Me atacó)
Perséfone: No, ¡alto! (Grité esquivando sus ataques)
Hades se miró, es decir, el cuerpo de Miura y rió para sí
Perséfone: Hades, por favor, vete. No puedo hacer nada contigo adentro de él (Supliqué)
*Miura: (Negó) Jamás te perdonaré
Me inmovilizó en aire y llamó a su espada.
Perséfone: Hades.... ¿Qué vas a hacer?
*Miura: No es algo desconocido, se lama venganza, "querida"
Por más que traté de soltarme, no pude y solo conseguí que él aumentara la intensidad.
Cerré los ojos y los abrí al contacto de una fría espada. Estaba condenada a la muerte. Esmeralda me lo había dicho, me lo había advertido
*
Esmeralda: Ten cuidado allá, he escuchado que esas puertas están malditas, llevan a la perdición.
*
Empecé a sangrar y caí bruscamente al suelo. La sangre se esparció por el suelo y un escalofrío recorrió mi cuerpo.
Agonizaba y no había nadie ni nada que impidiera que muriera.
*Miura: (Se arrodilló junto a mí) Pobre alma en desgracia (Susurró) Es lo que pasa cuando haces algo que no debes (Acarició mi mejilla)
Mi visión se volvió borroso y lo último que vi fue a Hades recitando un tipo de ritual, uno largo del cual solo llegué a escuchar las siguientes palabras: "Mía para siempre..."
Mi vista se oscureció y mi vida acabó.
Luego siguieron los recuerdos de las vidas posteriores, veía rostros que me eran familiares pero desconocía.
Felicidad, tristeza, agonía....
*
Me desperté sobresaltada y con el corazón acelerado.
Atena me sostenía en brazos y me miraba con dulzura, mientras que Seiya me observaba a su lado curioso.
Ahora lo recordaba todo, estaba en los Campos Elíseos y m había enfrascado en una batalla con Hades, cuyo cuerpo yacía tirado sobre el verde pasto.
Atena: (Me acarició el cabello) Tranquila, ya estás a salvo.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top