Capítulo 1
En lo alto de una construcción abandonada, se encontraba una joven de tez morena y brillantes ojos amarillos, sentada al borde de la obra. observaba con infinita tristeza el alba... "Promesa de un nuevo día."
La joven cerró sus ojos dejando que el fresco rocío de la mañana acariciara su rostro, mientras que el viento se entretenía jugando con sus largos y rojizos cabellos.
mientras estaba ahí, pensaba si a lo largo de su corta vida había tomado las decisiones correctas. o era que el destino ¿había decidido por ella? si. había seguido los pasos de sus padres, pero ¿es que debía hacerlo? todas esas preguntas rondaban por su mente. y cada vez que subía a la torre a contemplar el amanecer, parecía que el sol ablandaba cada vez mas su corazón y su alma, púes dos lágrimas amargas rodaron por sus mejillas, mientras que el viento parecía abrazarla con calidez, susurrándole al oído un ligero quejido.
La joven apretó suavemente los puños, soltando un suspiro. Sabía que en esta vida no era mas que una marioneta, pero ¿ya que mas le quedaba? únicamente Disfrutar de la poca felicidad que solo la mañana le podía brindar.
Nuevamente cerró sus ojos sonriendole con tristeza, a aquel astro de fuego brillante que parecía salir con timidez detrás de la colina. - Lo haré... -susurró, poniéndose de pie sonriendo ahora más confiada, limpió su rostro y acomodó su cabello peinándolo en una coleta. recogió su bolso y bajó con gracia y estilo, tomando rumbo al pueblo que se encontraba a las faldas del santuario de athena, donde efectuaría su labor.
Al llegar al límite del pueblo, se detuvo. subió a las ramas de un árbol visualizando el panorama, como nota principal, vio a un par de guardias que coqueteaban con un par de chicas lindas. - Perfecto. - musitó con una sonrisa ladina en su rostro mientras bajaba agraciadamente del árbol.
Se dirigió con cautela al pueblo. pues en todos los comercios, paredes, árboles. cualquier cosa en la que un cartel se pudiera pegar. habían imágenes de ella y en el pie del cartel, una cierta cantidad monetaria elevada de recompensa.
-¡valla! si que soy muy prestigiada por aquí. - dijo para si misma, soltando una pequeña risa tras hallar; uno de los carteles pegado detrás de una casa. la joven estrujó con fuerza la hoja de papel y lo arrojo lejos, seguido de eso; escalo por la pared de la casa, llegando hasta el tejado donde se quedo ahí por unos segundos asegurándose de que no hubiera un guardia cerca, visualizó el campo y después de estar completamente segura, fue entonces que comenzó a saltar de techo en techo, hasta llegar a su objetivo. un establecimiento donde guardaban y comercializaban joyería fina de calidad.
una vez ahí, la joven bajó del tejado por la parte trasera sin que nadie la viera; de su bolsa sacó una tela larga y lo acomodo en su cabeza a manera de turbante, se coloco con un vestido de seda negro, que le llegaba hasta los talones; se cubrió el cuello y parte del rostro dejando ver solo sus brillantes ojos amarillos. - a trabajar. - exclamó con una amplia sonrisa, dirigiéndose a la entrada de aquel bazar.
Un hombre de aspecto elegante y buena postura la atendió. - buenos días señorita ¿En que puedo servirle? ¿Busca algo en particular? - preguntaba amablemente, observándola de pies a cabeza. pero ella solo se limitaba a observar las vitrinas, el hombre al ver que la mujer se detenía a ver la sección de colgantes, se apresuro a decir: - Quizás un elegante collar. tenemos una gran variedad de colores en tanto a los collares. además de muy finos y de buena calidad. - decía el hombre tratando de convencerla. pero ella buscaba algo mas, sin embargo su busqueda llevó a su mirada detenerse en una cajita transparente. Una cajita que dejaba ver el contenido de un anillo de oro precioso, llevando encima un pequeño fino diamante. La joven no pudo evitar sonreír dejando que dos lágrimas rodaran por sus mejillas, disipándose al contacto con su ropaje que cubría parte de su rostro, ante una vaga idea, que de manera fugaz cruzó su mente.
el dueño al verla de esa manera, sonrió un poco y exclamo: - también tenemos una gran variedad de anillos. este en especial es para matrimonios jóvenes, la mayoría de las parejas vienen aquí y eligen este modelo. y como no elegirlo si es precioso. - se atrevió a añadir. por el contrario la joven salio de aquellos absurdos pensamientos, concentrándose en lo que había venido a buscar. - si. mire joven, estoy buscando un colgante en especial... Po...
- ¡¡Hey!! es mio dámelo! - las palabras de la joven fueron interrumpidas por una riña, en la que dos niños peleaban por un saco de dinero. -yo lo vi primero, me corresponde a mi. -decía uno de los niños tratando de arrebatarle el pequeño saco al otro, pero el otro no se dejaba y comenzó una lucha en la que la muchedumbre no se hizo esperar.
- ¿Que esta ocurriendo ahí? - preguntó con curiosidad el hombre de la joyería.
-no lo sé, parece ser una pelea. -respondió encogiéndose de hombros. a lo que el hombre no pudo contener su curiosidad y al igual que las demás personas, salió a echar un vistazo, dejando a la joven dentro, quien parpadeo un par de veces al ver que le habían facilitado su trabajo.
La riña continuaba y la gente no hacía nada por detenerla. eso dio suficiente tiempo para que la joven entrara más afondo del establecimiento. buscó visualmente y con rapidez el objeto. y al encontrarla sonrió victoriosa, guardándola en el bolso que traía consigo. -Eso fue mas fácil de lo que esperaba. - Dijo para si misma, saliendo del comercio sin levantar sospechas.
****
Mientras tanto, en el santuario horas antes.
Se encontraba un joven pelilavanda, guardián de la primera casa; acomodando algunas cosas de su templo, no vestía su imponente armadura, y como era lo habitual, esperaba que el té de todas las mañanas, estuviera listo.
Una vez estuvo, se sirvió un poco, y salió de su templo sentandose en una de las escaleras que conducían al templo de aries, contemplando el cielo mañanero.
mientras daba un sorbo a su humeante taza de té, Pensaba en hacer los mandados de la semana, pues hacia mucho que no iba. y ¿porque no? también podía pasear un poco y distraerse de todos sus deberes como santo dorado.
El joven lemuriano; no perdió mas tiempo. y levantándose de su previo asiento, dejó la taza de té sobre la mesa; acomodó algunas cosas antes de salir. y tomó su abrigo encaminándose al pueblo.
Caminó por un rato, hasta que llegó. sonrió al ver las parejas felices tomadas de las manos, los niños jugando por la calle, y uno casi lo tira al jugar a las Escondidillas. El solo se limitó a encoger los hombros, soltando una pequeña risa y continuó su camino tranquilamente.
Al entrar al supermercado tomó una canastilla donde echaría los productos que compraría. Tardó varios minutos en comprar, pero al final había quedado satisfecho. salió del mercado y de pronto no muy lejos de ahí, un alboroto se hizo escuchar. El pelilavanda sintió curiosidad de ver lo que pasaba y se acercó. Tal parecía que dos niños peleaban por un saco de dinero. y nadie se molestaba en separarlos, daba la impresión que la gente se divertía con ese tipo de situaciones. - ¡Alto! - Alzó la voz, y toda la gente que se encontraba a su alrededor fijó su vista en el. incluyendo una joven que traía puesto un vestido de seda color negro, y que en ese instante salía de una joyería.
- niños tranquilicense. - decía arrebatándoles el pequeño saco de dinero. - no hay necesidad de llegar a los golpes, podemos llegar a un acuerdo. podemos repartir en dos la cantidad que haya aquí dentro. no hay que ser envidiosos. - continuaba diciendo tranquilamente, mientras sacaba las monedas del pequeño saco y le daba la misma cantidad a ambos niños. - ¡Ven!? no hay necesidad de pelear. deben apoyarse unos a otros. - dijo, revolviendoles el cabello a ambos niños, sonriendoles. -ahora vallan a jugar. - añadió, sin dejar de sonreír y estos asintieron con una sonrisa. estaba por darse la vuelta y continuar su camino, cuando su mirada la llevó, a aquella joven que al igual que el, lo observaba de manera extraña.
- ¡Buenos días! - saludó el lemuriano, con amabilidad. ella por el contrario solo asintió con la cabeza, sin dejar de observarlo. A retirarse iba, cuando el dueño de la joyería la sujetó sorpresivamente del brazo, rogándole que se quedara a realizar su compra. al sentir el agarre del hombre abrió los ojos como platos y su reacción no fue la mejor. -No. gracias, estoy bien así. - decía, jaloneandose con brusquedad una y otra vez. - por favor señorita, le ruego me disculpe por no atenderla. - continuaba diciendo el hombre, sin soltarla; tratando de convencerla. - ¡No! ¡estoy bien así! - alzó la voz con desesperación. El santo dorado observaba la escena confundido, hasta que decidió actuar. - Señor. ella ha dicho que no. ¿No sería conveniente que la soltará? - La joven al escuchar esas palabras, le lanzo una mirada furiosa al santo.
- No te entrometas. - gritó echa una furia, zafándose finalmente del agarre. lo que provocó que el turbante que traía en la cabeza, cayera al suelo y su identidad quedara descubierta. el hombre de la joyería, abrió los ojos sorprendido, ante quien era ella.
Al verse descubierta, no le quedó más que sonreír de lado y decir de manera burlona: - lo siento, ya he hecho mi compra. - le enseñó el objeto que había tomado; dándose a la fuga.
El hombre de la joyería de inmediato comenzó a gritar y el santo dorado solo la vio subir a los techos sin hacer nada, pues estaba perplejo ante lo sucedido. - ¡Guardias! ¡Guardias! ¡Rápido! ¡Una ladrona! - Gritaba histericamente señalándola con el dedo.
La joven quien ya hacía corriendo por los techos, se quitó el vestido arrojándolo por ahí, quedándose en unos pantalonsillos cortos y un top elegante que cubría sus pechos y brazos, dejando descubierto su abdomen. saltaba con velocidad y precaución los tejados de las casas, manteniendo una sonrisa en su rostro. para ella; no era mas que un juego de niños, en la cual ella siempre salía victoriosa.
Los guardias la seguían desde abajo sin perderla de vista, pero ella era mas rápida y mas hábil que todos ellos.
El caballero de aries cruzó sus brazos, teniendo una media sonrisa en su rostro. no hizo nada por ayudar en su captura, ya que tendría mas oportunidades de hacerlo, sin embargo, iría detrás de los guardias para ver a donde se dirigía.
A la joven ladrona se le acababan los tejados y ahora tenía que ir por debajo de ellos. En una oportunidad se lanzó al suelo sin perder el ritmo al correr.
Había corrido lo suficiente lejos del pueblo, sin embargo los soldados no dejaban de perseguirla. - ¡vamos atrapenla! - se escuchaban los gritos no muy lejos de ella. pensó de ocultarse, pero no serviría de nada, corrió hasta que un acantilado la hizo detenerse, ya no había a donde ir.
miró al fondo del precipicio, había una oportunidad para escapar si sobrevivía a la caída, pero era eso, o estar presa por toda la vida. varias piedritas cayeron al fondo siendo causado por la presión, que ella causaba en la tierra.
No paso mucho para que los soldados y los guardias la rodearan. - No tienes a donde huir linda, las escapatorias se acabaron, rindete y veré que puedo hacer para alivianar tu condena. -decía uno de los soldados acercándose lentamente a ella.
La chica soltó una pequeña carcajada, mientras meneaba la cabeza en señal negativa. - Tienen que aprender que no siempre se puede obtener todo lo que quieres... Aun así, yo gano y ustedes pierden. - decía con cierto encanto y dulzura en su voz. - me gustaría quedarme a charlar, contarnos historias de policías y ladrones toda la noche, pero soy una mujer ocupada, personas qué ver, lugares qué ir, cosas que robar. ustedes entienden. - dijo mientras guiñaba un ojo, lanzando un beso al aire. -Adiós. - Fue lo ultimo que dijo antes de arrojarse al precipicio.
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Hola! Bueno pues espero que el primer capítulo les haya gustado, hice mi mejor intento escribiendo. Se que soy un asco.
Oh y pronto subiré una advertencia, ya que a muchos no les gustara por el alto contenido de azúcar
Byes!!! peluches. :3
Recuerden no comer en exceso o esta historia puede causarles un paro cardiaco :v
👑 Seraph
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