3
Las columnas de polvo se alzaban cada que tus puños y pies hacían fricción con la arena del coliseo, eran no más de las cuatro y media de la mañana, todos en el santuario aun yacían dormidos, tu siempre acostumbrabas a levantarte antes que los rayos del sol acariciasen las enormes montañas de Grecia.
Después de un arduo entrenamiento decediste descansar en las gradas del coliseo, los dorados ya debían estar levantándose para desayunar y después ir hasta donde estabas, tomaste entre tus dedos un mechón de tu corta cabellera y lo sentiste húmedo por el sudor, empezabas a cuestinarte si haber cortado tu cabello había sido buena idea, miraste el horizonte, los rayos de sol empezaban a cubrir las montañas y las aves empezaban a alzar el vuelo para realizar sus actividades, miraste el sendero de las trece casas, más específicamente, el templo de Atena, aparentemente todo estaba tranquilo en esa era, los dioses aun no aparecían para realizar sus atrocidades sobre la tierra y las personas parecían felices con la vida que les había tocado.
Soltaste un suspiro y te lavantaste de las gradas para retomar el entrenamiento, sin embargo un estrepitoso ruido te puso en alerta, a lo lejos se alzaba una columna de polvo provocada por el fuerte impacto de algo o alguien contra una columna. Corriste en esa dirección pues además de eso sentiste un cosmos violento, cuando llegaste a esa zona, que por cierto estaba bastante alejada, viste que se trataba de una mujer que mantenía su rostro cubierto por una máscara, por tanto era una amazona, ésta estaba impidiendo que otra joven se levantara del suelo, pues cada intento que hacía la chica era inútil ante las patadas que le daba la otra. Ambas no portaban armudura alguna, únicamente ropas de entrenamiento.
-¿Eso es todo lo que tienes?- preguntó la amazona que golpeaba a la otra, era una mujer de cabellos negros, cortos y rizados, su piel tiempo atrás fue blanca pues se encontraba ligeramente bronceada por el intenso sol de Grecia, era corpulenta y estabas segura que era por lo menos unos 10 c.m. más alta que tú, por si fuera poco tú medías 1.70 m.
La chica que estaba en el piso se lavanto lentamente, ella a diferencia de la azabache, tenía un cuerpo más delgado, era clara de color en su piel y poseía una hermosa cabellera rubia que llegaba un poco más abajo de su cintura, estimabas que tenía la misma de edad que Atena. La rubia cerró sus palmas convirtiéndolas en puños y se abalanzó contra la azabache, pero ésta supo como esquivar el ataque y así propinarle otro golpe que la hizo rodar en el piso. Poco a poco te fuiste acercando hasta ellas, fue entonces cuando notaste que habían más amazonas viendo todo.
"¿Por qué no hacen nada?"
-Eres tan patética.- le dijo con desdén.- Yo, Edna de lince, puedo derrotar a todas ustedes.- soltó una risa que poco le duró pues una patada la mandó al suelo.
Miraste a la amazona que acaba de llegar, portaba una mascara de plata con líneas moradas al rededos de los ojos, vestía una armadura de plata y si no mal recordabas era la de la serpiente, la joven que acababa de llegar tenía un hermoso cabello verde y un cuerpo muy bien definido.
-Creo haberte dicho que esta no es la manera de entrenar.- Edna soltó una maldición apenas audible, la peli verde se dio la vuelta para regresar de donde vino.
La azabache molesta, se levantó del suelo y elevó su puño para golpear por detrás a la cobra, sin embargo el golpe nunca llegó a tocar a la joven, pues tú de tuviste el ataque utilizando tu velocidad.
-Es de cobardes atacar por la espalda.- tras decir eso sentiste la mirada de todas caer sobre ti.
La peli verde se dio la vuelta para verlas, Edna parecía confundida y no era la única, todas empezaron a murmurar lo que te molestó.
-¿Carne nueva?- la azabache sonrió al verte.- Que máscara más patética.
Frunciste el ceño, nadie tenía derecho a burlarse de la máscara que la misma Atena había hecho para ti, apretaste la muñeca de la joven con fuerza, lo suficiente para que se arrodillara e intentara zafarse de tu agarre.
-Sueltame...- dijo con dificultad pues el dolor se volvía insoportable.
-¿No qué muy fuerte?- la soltaste, Edna comenzó mover la muñeca en forma circular.
-¿Quién te crees?- molesta te atacó, sin embargo eras más rápida que ella y esquivaste el golpe que iba a tu cara.
No ibas a pelear, no querías hacerlo, la azabache volvió a abalanzarse contra ti, nuevamente falló, te diste la vuelta dispuesta a ayudar a la rubia que yacía en el suelo, sin embargo tu sexto sentido te alertó del ataque a traición que Edna tenía para ti, sin más bloqueaste la patada con tu antebrazo y la empujaste.
-Supongo que darte una lección no me llevara mucho tiempo.
Las amazonas quedaron atónitas ante tus palabras y fue allí donde ambas se enfrascaron en una pelea en la que los puños y patadas venían de ambas partes, mas sin embargo tú te dedicabas más a la defensa, si algo tenías claro era dejar sin energía y fuerza a tu contrincante y así tomar ventaja.
La azabache en un descuido tuyo te propinó un golpe en la mejilla lo que provocó en ella una sonrisa de satisfacción, eso por supuesto te molestó, aprovechando tu velocidad le devolviste la gracia con una patada que seguramente le sacó el aire, moelsta encendió su cosmos y se volvió contra ti, hiciste lo mismo con la diferencia que aquel resplandor dorado solo cubrió tú puño, esquivaste el ataque y en movimiento rápido le diste un golpe en la quijada y para rematar una patada que la alejó de ti y la dejó inconsciente.
Te diste la vuelta para ahora si ayudar a la chica ignorando las miradas de las amazonas, le extendiste la mano que ella tomó en seguida y se puso de pie.
-Gracias.- la rubia estaba avergonzada y un poco temerosa ante ti.
-No tienes que agradecer nada, no permitiré que personas como ella manchen este santuario.
-Entonces, ¿A qué debemos la visita de un caballero dorado?- una tercera voz se entrometió, miraste en la dirección de donde venía aquella pregunta, topandote con una amazona y no cualquiera, por lo que viste se trataba del águila, la chica que llegaba tenía los cabellos cortos y rojizos y un cuerpo bien tonificado.
-Escuché un gran estruendo por esta zona y pensé que algo malo había pasado.- la miraste, con aquella seria mirada que habías adoptado desde hace tiempo atrás.
-Mi nombre es Marín de Águila y me da mucho gusto el saber que los rumores no eran falsos.- la pelirroja se acercó más a ti para estrechar tu mano.
-¿Rumores?
-Sobre que Ofiuco era una mujer.
-Mi nombre es Shaina de la serpiente y la joven a quien ayudaste es June de camaleón.
-Soy "___" de ofiuco es un placer conocerlas.
-El placer es nuestro y es un honor contar con tu visita.- te respondió Marín con un tono amable, de hecho, ambas jovenes eran amables y por lo que intuías eran las responsables de el orden en aquel lugar.
-Bien, debo volver al coliseo con su permiso.
-Señorita "___".- te llamó la rubia.- puede venir a la zona de las amazonas cuando guste.
Asentiste y mostrándole una sonrisa te fuiste de allí para regresar a donde estabas y continuar con tu entrenamiento, miraste el cielo, el manto nocturno se había ido por completo y el sol le brindaba calidez a toda Grecia. En el camino de regreso te pusiste a pensar que quizás pudiste ser muy dura con Edna pero te molestaba esa clase de personas, Shion y Dohko te habían enseñado que un caballero obtenía su fuerza con el único propósito de cuidar de la paz de la tierra así como también proteger al santuario y principalmente a la diosa Atena, la fuerza de un caballero jamás debía ser utilizada para alardear frente a otros o para cumplir deseos egoístas.
Cuando llegaste al coliseo viste que tus compañeros de armas ya estaban reunidos para empezar a entrenar, al parecer ya eran las 6:00 a.m. y Dohko te había comentado que a esa hora entrenaban una o dos veces por semana.
"Que poco."
Pensaste en cuánto el caballero de libra te contó.
-Llegas tarde.- quien te hablaba no era otro que Aioros quien mantenía los brazos cruzados frente a ti.
-Quienes llegan tarde son ustedes, por si no te diste cuenta al pasar por mi templo, éste estaba vacío.
-Ella tiene razón, estaba con nosotras.- ambos miraron a la visita y se trataba de las dos amazonas que recién conocías.
-Bueno niños, es hora de empezar, Atena y el patriarca ni tardaran en llegar.- quien se metía en la cconversión no era otro que Dohko.- "___", ¿te parece bien entrenar con Kanon?
Tú solo asentiste, el viejo maestro te sonrió y se retiró para organizar a los demás mientras que las dos chicas tomaban asiento en las gradas que quedaban cerca de donde estabas con Aioros, ambos vieron pasar al león a un lado de ustedes para saludar a las féminas que se mantenían en silencio.
-¿Qué las trae por aquí? ¿han venido a ver mi gran fuerza?- dijo juguetón, especialmente para la pelirroja.
-hemos venido a ver como una mujer les parte el trasero.- contestó la peli verde a lo que Aioria soltó una carcajada.
-¿Ella?- volvió a reír.- como si ella pudiese llegar a nuestro nivel.- el castaño te miró, sentías su sonrisa burlona y sus ojos clavados en todo tu ser.
Frunciste el ceño y le encaraste mostrándole lo temible que podría llegar a ser tu mirada lo que le causó un escalofrío y decidió apartar la mirada e irse.
Chasqueaste la lengua y te acercaste a donde estaba Kanon, vieron llegar a Atena junto a Shion y como ambos tomaban sus lugares, muchos soldados rasos, otros aprendices de caballero y otros tantos caballeros comenzaron a llegar y llenar el coliseo, al parecer el que los dorados entrenaran llamaba mucho la atención.
-Son muchas personas.- le comentaste al gemelo menor.
-Hoy hay más, al parecer quieren ver a ofiuco en acción.
-Vaya, de haberlo sabido me hubiera vestido mejor.- bromeaste y Kanon empezó a reír, debías admitir que desde pequeña, quien mayor confianza te daba era Kanon, era quien te regalaba dulces cundo Aioros y Saga te decían que no, quien te contaba historias respecto al mundo y quien jugaba contigo cuando estabas aburrida.
-Seremos los últimos, ¿no importa?
-No.- le sonreiste, y él te devolvió la sonrisa.
Los primero en pasar fueron Mu y Afrodita, ambos habían desempeñado un papel excelente y habían asombrado a todos con la revolución de polvo estelar y las rosas demoníacas reales.
Sin embargo aquel encuentro terminó en empate por dictamen de Shion, el siguiente encuentro fue de Dohko y Aldebarán, los ataques del viejo maestro ya no eran nuevos para ti, pero no podías negar que la ejecución del dragón ascendente era esplendida, lo que llamó tu atención fue la postura del taurino, pues éste mantenía los brazos cruzados y un abrir y cerrar de ojos ejecutaba el gran cuerno. A pesar del enorme tamaño de Aldebarán tu maestro pudo derrotarlo demostrando que el tamaño es lo de menos.
Por consiguiente fue el turno de Shaka y Aioria, el plasma relámpago era un ataque veloz pero no impenetrable y eso lo demostró el rubio con la bendición de las tinieblas y con ello se llevó la victoria del encuentro.
El encuentro entre Death Mask y Shura fue uno de los más esperados, las ondas infernales del cangrejo causaron gran impacto en Shura pero en un momento de descuido, el azabache aprovechó para utilizar excalibur y dejar a cáncer fuera. Tocó el turno de Saga y Aioros, los más esperados por ti, ellos comenzaron ejecutando movimientos básicos de peleas hasta que Aioros atacó con su trueno atómico que fue inútil ante la otra dimensión de Saga, dándole a éste la victoria, como penultimos pasaron la dupla de Milo y Camus, ambos eran muy rápidos en cuanto al combate, pero el Milo lo era más, tras una demostración del polvo de diamantes y de las agujas escarlata, Shion dictaminó un empate.
Era tu turno, Kanon y tú se situaron al centro del coliseo, tras hacerle una reverencia a la deidad y el patriarca ambos optaron una postura de combate.
-No te contengas, quiero saber si el viejo maestro realmente te enseñó bien.- te sonrió, se había atado el cabello y eso a tu parecer lo hacia verse más guapo.
-Que conste que tú lo has dicho.
En un abrir y cerrar de ojos su combate había comenzado, él atacó primero dejándote sin oportunidad de responder a sus ataques pues sólo te dio la opción de esquivar y bloquear sus fieros puños.
-Tsk, ese mocoso, pero mi alumna le partirá el trasero.- comentó Dohko, lo que provocó la risa de Aioros y Saga.
Uno de los golpes de Kanon fue más rápido que tú y apenas esquivándolo logró hacerte un ligero corte en la mejilla izquierda, frunciste el ceño, odiabas la idea de que alguien pudiese lastimarte, después de todo eras ofiuco, el caballero que en la antigüedad fue llamada "Dios", empuñando tus palmas regresaste el golpe dándole en el pecho y empujándolo a unis cuantos centímetros de ti, los presentes miraban asombrados ante tu primer movimiento, el peli azul te mostró una sonrisa arrogante y volvió a lo suyo pero esta vez tú también atacabas.
En una ocasión tu puño paró en su rostro y en otra en su estómago, Kanon molesto por aquello había logrado que parte de su cosmos se concentrara en sus puños para volverlos más ágiles y dar golpes más fuertes.
-Tramposo.
Hiciste los mismos que él y una danza de golpes a la velocidad de la luz se llevó a cabo, trató de aplicarte una barrida pero sólo quedó en eso, en un intento pues alargaste tu mano para tocar el suelo y utilizarla como eje para mover tu cuerpo y tumbar a Kanon quien descolocado no vio venir la patada que le diste mandándolo a estrellarse contra una columna. Una cortina de humo se levantó impidiendo ver si estaba aun de pie o ya habías ganado la pelea.
-¡Otra dimensión! - se escuchó la invocación de aquella técnica.
Ni tiempo de evitarla te dio pues ya vagabas entre varias dimensiones, no podías ver con atención hacia donde te arrastraba aquella corriente, solo veías colores oscuros y otros brillantes que te cegaban, la cabeza te daba vueltas y sentías que vomitarias en cualquier momento, saliste de ese transe cuando sentiste tu cuerpo estrellarse contra el suelo.
El patriarca se levantó de su asiento preocupado y estuvo a nada de bajar a verte y reprender al geminiano menor, sin embargo soltaste una carcajada y escupiste la sangre que había en tu boca pues te habías mordido la lengua al caer.
-Esto se pone divertido. - te levantaste y miraste al gemelo menor con una sonrisa un poco sombría para el gusto de todos, quienes por cierto te miraban con horror, pues aquel ataque había sido el causante de la derrota de Aioros. Corriste a una velocidad impresionante y cubriendo tu puño con tu cosmos le diste un golpes en el abdomen y posteriormente lograste cuasarle una herida larga en el pecho con tus afiladas uñas.
-¡El abrazo de la pitón! - gritaste con fuerza al extender tu mano y ver como una enorme pitón se enroscaba en el cuerpo de Kanon.
-¿Qué es esto?- preguntó confundido al ver como la enorme serpiente atrapaba su cuerpo.
-El abrazo de la pitón, su nombre darte una idea. La pitón es una serpiente de tipo constrictor, es decir, estrangula su presa hasta matarla y después comerla.
Shion se había sentado de nuevo junto a Atena quien estaba asombrada de ver como su caballero femenino estaba al nivel de uno de los cuatro más fuertes del santuario.
-¿En serio? Tu culebrita da unos abrazos tan tiernos. - se burló el peli azul.
-Humph, mientras mi mano este extendida la pitón no hará nada nada, pero mira lo que ocurre al bajar el primer dedo.- bajando tu pulgar la serpiente se enrolló más en el gamelo menor provocando un forcejeo entre él y la serpiente.- antes de que baje el penúltimo dedo deberás librarte de ella.
-¡Maldició!- habías bajado otro dedo.
En las gradas, los demás dorados miraban la escena con intriga. No era tu técnica más poderosa pero tenía en problemas al gemelo menor.
-¿Será posible que esto lleve a una guerra de mil días?- preguntó asombrado el caballero de capricornio.
-Lo más probable es que a este ritmo Saga se quede sin hermano. - comentó Death Mask.
Bajaste el tercer dedo, Kanon emitió un gemido de dolor pues sus costillas eran más presionadas y la serpiente se había enroscado en su cuello, escupió sangre y te miró, sabía que de continuar así, no podría zafarse del agarre.
-Tsk, si ella baja el penúltimo dedo no podré librarme de esta. - pensó el gemelo menor. Encendiendo su cosmos comenzó a forcejear, de haberlo deseado podías haberlo detenido bajando tu cuarto dedo y dar fin a todo pero querías comprobar hasta que punto era de fuerte el cosmos del gemelo, Kanon dio un grito y con su cosmos logró deshacer a la pitón y salir del agarre.
Ambos permanecieron sin realizar un movimiento, Kanon jadeaba ya un poco cansado y tú, bueno tú aun sentías los efectos de la otra dimensión causando estragos en tu cabeza.
-Shion acaso ellos...- la deidad se levantó de su lugar llamando la atención de todos los presentes.
-No lo creo...- susurró el patriarca, agradecía el llevar su máscara pues no quería que los presentes observaron su rostro lleno de angustia por ti.
Se miraron, los intensos ojos oliva del geminiano eran fieros pero los tuyos causaban un efecto siniestro, los ojos cafés jamás le habían parecido aterradores hasta ahora.
-¡Exploción de Galaxias! - allí estaba la famosa técnica de géminis, aquella a la que todo ser debía temerle. Kanon abrió los brazos y dirigió el ataque hacia ti.
Tras chocar el ataque, una neblina de polvo se levantó impidiendo ver a los presentes, Shion se levantó ¿enojado? ¿angustiado? ¿asustado? Ni siquiera lo sabía, lo que sabía era que castigaría al gemelo menor si algo malo te pasaba. Todos estaban estáticos esperando que el polvo se aplacara y dejara ver lo sucedido, incluso Kanon tenía miedo de haberte hecho daño. Cuando por fin el polvo se disipó, se vio tu figura parada sobre la columna contra la que la explosión de galaxias había chocado, estabas intacta, habías esquivado el ataque y eso fue de mucha sorpresa para los presentes.
-Es muy fuerte. - comentó Marín. - es casi como si fuera...
-Un monstruo. - Milo terminó la frase, no sabía de alguien que pudiese detener o esquivar aquel poderoso ataque, solo un dios podía darse el lujo de bloquearlo.
Creando una cópula con los dedos de las manos, lograste que apareciera una esfera de energía blanca, sonreiste, encendiendo tu cosmos hiciste que la esfera tomara más y más tamaño hasta crear una enorme esfera que se ubicaba sobre tu cabeza, la luz que irradiaba era tanta que cegaba a los presentes e incluso Atena tuvo que cubrirse con su antebrazo.
-¡"___", detente! - grito el ex aries pero fue inútil.
-¡Ras Alhague!- aquella esfera era tu técnica más poderosa, bautizada con el nombre de la estrella más brillante de ofiuco, Ras Alhague era capaz de acercarse a la potencia de destrucción de la temible y prohibida, Exclamación de Atena, Kanon cerró los ojos y colocando sus brazos en x esperó por el impacto.
Ras Alhague cegó por completo a todos y la fuerza fue tanta que los que estaban parados fueron arrastrados, cuando el ataque cesó lo primero que vieron todos fue el enorme cráter que causo dicha técnica y como un muro de cristal caía a pedazos al rededor del cráter, Shion tenía las palmas extendidas, Ras Alhague jamás toco de lleno a Kanon pues el muro que Shion había creado lo impidió, sin embargo, Kanon tenía varios cortes por los trozos del suelo que volaban hacia su persona.
Se miraron una vez más y guiados por el instinto encendieron su cosmos y corriendo a gran velocidad lanzaron su último golpe, ambos puños colisionaron provocando que el viento se arremolinara alrededor de ustedes. Lo último que se vio de ustedes en pie fue como una hilera de sangre caía de sus nudillos, y fue lo último pues Kanon se desplomó y cayó al duro suelo, jadeabas, estabas cansada, miraste a Atena quien estaba un poco asustada, sonreíste y cerrando los ojos caíste también.
-¡Saga, Mu!- les llamó el patriarca.- lleven a Kanon y a "___" a sus templos, Aioros acompaña a Atena a su habitación y tu Dohko, a mi oficina.
-¿Yo qué hice?- preguntó ofendido el asiático.
-¡A mi oficina!
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Shion daba vueltas de un lado a otro, se había quitado la máscara y se había atado el cabello, Dohko estaba apoyado en la pared en espera a que su amigo de toda la vida le dijese algo, el gran patriarca no sabía que hacer, regañar o felicitar a Dohko por haber creado a una máquina de pelea en potencia.
-Dohko.- le llamó, el asiático arqueó una ceja.
-Yo no he hecho nada como para estar en esta oficina.- se defendió.
-¿Qué no has hecho nada? ¿Qué no has visto como dejó a Kanon?
-Si, pero esa no era excusa como para quitarles el noventa por ciento de sus cosmos.- atacó el castaño a lo que Shion palideció.
-Te diste cuenta...
-Después de que "___" lanzara Ras Alhague, noté que estaban demasiado cansados con tan solo unos ataques, cabe aclarar que mi niña tiene mucha resistencia. - Dohko estaba orgulloso de que tú, hubieras sido su discípula. - sus cosmos eran casi imperceptibles y te vi a ti un poco más relajado.
Después de dar su testimonio, ambos veteranos se quedaron en silencio dentro de esas cuatro paredes de piedra, Shion fue hasta uno de los libreros y comenzó a buscar un libro en particular, cuando lo encontró lo sacó con mucho cuidado y quitándole el polvo de encima lo llevó hasta su escritorio. Dohko se dedicó a ver a su amigo quien pasaba página tras página, soltó un suspiro, se preguntó si su otro alumno ya estaría camino al santuario o todavía seguía ocupado con el encargo que le dio.
Shion seguía leyendo las viejas y amarillas hojas del libro negando con la cabeza al darse cuenta que no era lo que buscaba, por vencido soltó un suspiro y miró a Dohko.
-¿Qué clase de ataque es Ras Alhague? En mi vida jamás había oído de tal cosa.
-Es su ataque personal, ella la creó a los 9 y la perfeccionó a los 10.- otro momento de silencio se creó entre ambos.
-Dohko, ¿lo sentiste?- el mencionado lo miró sin entender.- ese ataque era casi igual de poderoso que una exclamación de Atena, si yo no hubiese intervenido Kanon estaría a tres metros bajo tierra.
-Te dije que era muy fuerte.- dijo orgulloso.
-¡Dohko! Nunca imaginé que la volverías un monstruo.
El castaño soltó una carcajada que enfureció al ex aries, se dio la vuelta e ignorando los reclamos del santo que estaba por encima de los 88 salió de allí, iría a ver a Kanon y después iría a tu templo para ver como estabas.
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-¿Lo viste?- preguntó indignado.
-¿Ver qué? - le respondió el otro con muy poca importancia.
-El ataque de esa. - rodó los ojos, en definitiva, te odiaba.
-Milo, ¿estas celoso del hecho de que una chica dejó en ese estado a Kanon y tú ni un rasguño le hiciste la última vez? O ¿De qué su ataque sea más poderoso que el tuyo?
-¿Celoso? ¿Qué estas diciendo Camus? Si lo deseara ella estaría agonizando por culpa de la aguja escarlata.- sonrió, si algo tenía el caballero de Escorpio era su gran ego.
-Lo que digas.- el acuariano soltó un suspiro, a veces se preguntaba así mismo por qué era amigo de aquel sujeto.- Iré con Aldebarán y Shura a Rodorio por encargos del patriarca, ¿quieres venir?
-No gracias, quedé de hacer unas cosas con Aioria, nos vemos después.
El peli azúl se despidió y salió de acuario para ir por el león, ¿celoso? ¿él? ¿y de una chica? ¡Por favor! El gran Milo de Escorpio jamás estaba celoso de alguien y mucho menos iba a estarlo ahora, tu presencia en el santuario le molestaba a sobre manera.
Bajó uno a uno los templos hasta pasar por el tuyo, yacías dormida en tu cama y tu cosmos estaba casi apagado, Milo se acercó a la puerta de tu habitación le parecía angustiante aquel estado. Estuvo tentado a pasar y verte pero sintió el cosmos de viejo maestro acercarse y decidió irse, se saludaron en cuanto se encontraron y cada uno tomó rumbo a su destino. Milo seguía pensando en tu ataque, jamás había visto algo semejante, juraba que era más potente que la explosión de galaxias de Saga, moría de ganas de enfrentarse a ella y comprobar por si mismo su fuerza.
"¿Qué tan fuerte puede ser esa mujer?"
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