Recuerdos de media noche

-¿Seguro que ya tienes que irte? –preguntó Danna.

Aioros lucía cabizbajo. A pesar de que Danna había ido a visitarlo a su templo con la intención de mimarlo y animarlo, sólo fue por algunos minutos. Ni siquiera yendo de paseo por la ciudad logró recomponerlo pero al menos había tomado algo de aire fresco.

-Sí. Quiero estar con Darlenne. Marín me mandó mensaje diciéndome que estaba con ella pero aún así, no quiero causar problemas.

-No te preocupes. Espero que el paseo te haya gustado.

-Gracias, necesitaba distraerme un poco –dijo tratando de simular alegría.

-Parece que ni piensas lo mismo. ¿Qué más te ocurre, cariño?

La excusa que le había dado a Danna era la misma que le dijo a Aioria, que su malestar era fisiológico y no emocional. Era lo mejor si quería evitarse preguntas incómodas.

-Estoy enfermo, nada más.

-¿Quieres que regresemos al Santuario? Asi me cercioro que estés bien.

Aioros negó y le tomó de la mano.

-Gracias de nuevo, pero prefiero saber que estás bien aquí en tu casa. Me hará bien caminar solo.

Danna no resultaba muy convencida pero al final aceptó. Abrazó a Aioros por encima de los hombros. El escalón de la entrada de su casa ayudó a nivelar la estatura.

-Ya no pienses en lo que esa mujer pueda hacer, sé que no volverá a molestarte.

Aioros frunció el ceño.

-¿Por qué te muestras tan segura?

Danna rememoró la corta conversación que tuvo con Nubia en la tarde y en lo firme que se había mostrado ante ella para defender a Aioros y su relación.

-Sólo lo supongo –le besó en la mejilla-. Descansa cuando llegues y dale un beso a Darlenne de mi parte –se separó. Aioros sonrió medianamente.

-Nos vemos mañana.

Se despidió con la mano al aire mientras partía rumbo al Santuario. Lo que le agradaba en esos momentos era que la noche estaba tranquila. No había tantas personas transitando y el viento era templado. Era excelente poder caminar y reflexionar sobre lo que haría cuando Nubia decidiera quitarle a su hija de una buena vez. Estaba claro que se enfadaría y defendería a su hija sin importar las consecuencias, aunque sea frente a la única mujer que realmente había amado. Eso era lo que más le provocaba debilitamiento. Aceptar a Nubia como su enemiga era difícil pero una triste realidad que tarde o temprano, tendría que afrontar.

El pasado y el presente se debatían en su mente. Los recuerdos de cuando eran felices ellos dos, se desvanecieron con su desaparición y volvían a azotar su corzón con su regreso. Por supuesto que él no salía limpio de esa situación pues hace años, élla hirió con su flecha. No apropósito, pero le hizo daño.

Cargaba con culpas que era complicado de disuadir.

Ojalá que las palabras de Danna se hicieran realidad y que Nubia no lo molestara de nuevo. Ni a él ni a su hija.

-¿Tan tarde y dejas tu templo despoblado? –La voz detuvo su palpitar. Sus pasos dejaron de andar y todo su cuerpo se tensó. Nubia caminaba hacia él con porte seguro y una sonrisa tan arrogante como cuando la conoció-. Ya no te ves tan feliz a como te encontré hace semanas junto a esa mujer.

Aioros la observó largamente. Su deber era aprisionar de nuevo a Nubia en el Santuario, sin embargo, no quería tener una noche larga ni indeseable, asíque pasó de largo.

-No quiero hablar Nubia. Buenas noches.

Nubia redondeó sus labios y avanzó más rápido hasta llegar a su lado y caminar junto a él.

-¿A qué se debe tu mal humor? Tú no eres así –Claramente se estaba burlando-. ¿No intentarás llevarme al Santuario?

-¿Para qué? ¿Para que intentes llevarte a mi hija o para incorporarte como espía?

-Darlenne es mi hija también y a cualquiera de las dos opciones, no necesito que nadie me lleve, puedo hacerlo sola y sin necesidad de mentir.

-Ya lo hiciste varias veces. Decir la verdad por primera vez o mentir de nuevo, ya no espero nada de ti.

-No me provoques o puedo sorprenderte –Se puso frente a él frenándole elpaso. Aioros no tuvomás opción. Miró hacia el cielo, sin sostenerle la mirada.

-¿Qué quieres de mi?

-A Darlenne.

-Ya me lo has dejado lo suficientemente claro y yo igual. No te permitiré que te lleves a mi hija.

Nubia sonrió con sorna. Ladeó la cabeza con determinación.

-Nos hemos declarado la guerra Aioros...tú lo hiciste al invoucrarte con esa mujer.

Aioros puso semblante nauseabundo, pocas cosas le molestaban pero lo que no podía soportar era que Nubia lo tratara como si toda la culpa fuera de él.

-Yo no te abandone nunca, tú sí. Jamás dejaste rastro de dónde estabas.

-Y tú te acostaste con la primer mujer que se te abalanzó con inocencia –reclamó con fuerza. Aioros desvió la mirada, estaba enojándose aún más.

-Te esperé durante años. ¿Cuánto más querías que esperara? Además, te volviste mi enemiga cuando te uniste a Nix. No me parece justo que quieras culparme.

Le quemaban las palabras de Aioros, él muy escasas veces le habló de esa manera, no era de esperar que su reacción no fuera positiva. Nubia apretaba los dientes. Por breves momentos, creyó que ya no lograba efecto en él. O quizás...

-Tienes razón. Yo también puedo liarme con el primer hombre que me coquetee. Bien sabes que no tengo problemas con eso.

Aioros se sulfuró por dentro a parte de que llegó a sentirse lastimado.

Utilizado.

-No sé porque pensé que podías cambiar. Tú nunca llegaste a sentir lo mismo que yo y jamás te arriesgarías por mí como yo lo hice.

"Si tan sólo lo supieras..." pensó Nubia sin demostrar su lado más triste.

-En eso si te equivocas Aioros. Tú y yo sí llegamos a sentir lo mismo –Nubia fue acercándose a él lentamente. Aioros sentía que su corazón palpitaba cada vez con más fuerza. Tenía fuertes reacciones tenerla tan cerca. Fue retrocediendo para mantener la distancia-. Tú y yo...teníamos una fuerte atracción. Un deseo interminable...¿te acuerdas cuando no aguantamos más y decidimos hacerlo en un callejón?

Nubia colocó sus manos en los pectorales de Aioros. La piel de él se erizó y sus músculos se tensaron. Ya desconocía era reacción y lo seguido que le pasaba cuando estaba con ella. Siguió retrocediendo hasta que fue imposible hacerlo. Había llegado hasta la pared de una casa. Aioros tocó con las yemas de sus dedos el cemento. Nubia aprovechó la barrera para acercarse más. Estrechó su cuerpo contra el suyo. Sus pechos rozaron su abdomen.

-Detente Nubia –advirtió Aioros controlando su nerviosismo.

-Detenme –dijo ella poniendo sus manos en el cuello y acercándose a su rostro. Sua labios estaban cada vez más cerca.

-Estoy en una relación ahora –soltó instantáneamente.

Nubia frenó lo que iba a hacer. Suspiró hondamente y movió sus labios reflexionando lo que le acababa de decir Aioros y las causas que los llevaron a todo eso. No pudo evitar sentirse enfadada y celosa. Maldecía a Danna en lo más profundo de su ser pero sobre todo a Nix quien le quitó la oportunidad de ser feliz con Aioros y sus hijas.

¿Y qué esperaba de Aioros? Él siempre le fue fiel, ¿por qué no habría de hacerlo con otra?

-Aioros...dime que ya no sientes nada por mí y entonces me detendré –lo dijo con seriedad. Sus ojos violetas se cruzaron con los de él. Aioros no respondió pero se perdió en su mirada. Nubia sonrió por dentro, él aún sentía cosas por ella. Se acercó a su cuello y tocó sus labios contra su piel-. Dimelo Aioros...

-Nubia, ya basta...

-Dímelo –Levantó su rostro y recorrió con sus labios un costado de la barbilla y luego se desplazó hasta su oreja. Aioros tuvo un espasmo. Nubia bajó su mano por el abdomen hasta llegar por debajo del estómago de Aioros. Sonrió con picardía-. Creo que tu cuerpo quiere que continue...-Aioros tomó de los antebrazos a Nubia, haciéndola retroceder un poco-. ¿Quieres que me detenga?

Aioros la observó largamente. Mantuvo la fuerza necesaria para detenerla. Su corazón estaba sin control alguno. La electricidad de su cuerpo era descomunal. La acercó de un solo movimiento para besarse. Sus besos eran tan apasionados como en el pasado. Sus cuerpos se fundieron en calor.

***

Al poco tiempo que entraron al hotel, ambos cayeron sobre la cama con el impulso de la pasión. Nubia estaba a horcajadas encima de él sin dejar de besarlo. Aioros recorría con sus manos los muslos hasta los glúteos. Ella arqueó la espalda, separándose de su boca.

Nubia le estaba desabrochando la cremallera del pantalón. Desde que puso su mano sobre su erección había sentido el deseo de volver a tocarlo sin la barrera de la ropa. Lo volvió a besar con pasión, usando los dientes y la lengua, con las manos enredadas en su pelo y los pechos aplastados contra el torso masculino.

Quedó sentada sobre él y se quitó la blusa. Sus pechos quedaron al descubierto hy pronto, eso no sería lo único que haría. Se levantó por tan solo unos momentos y se quitó los shorts que llevaba. La única prenda que cubría su cuerpo eran esas bragas negras. Volvió a sentarse encima de él. Aioros se excitó aún más. La tomó de la nuca y le devolvió el mismo beso ardiente. Contuvo el aliento mientras aplastaba sus labios de nuevo, explorándola con la lengua hasta que no había rincón de su boca que no hubiera descubierto. La besaba como si estuviera hambriento y ella hacía exactamente lo mismo. Deslizó las manos para para acariciar su trasero por encima del encaje de las bragas, despertando una enorme llamarada. Quemándola. Excitándola.

-Te quiero dentro de mí, ahora –su voz resultaba suplicante. Sin darle tiempo de responderle.

Él dejó escapar un gemido ronco mientras lo liberaba del pantalón y los calzoncillos, acariciándolo primero con un dedo y luego frotando arriba y abajo el miembro. Perdiendo el juicio por el contacto, le tomó de los bordes de las bragas, quitándoselos de una vez. Sus dedos actuaban por instinto. Comenzó a tocar su intimidad, rozando su vello y su piel húmeda. Nubia dejó escapar un gemido cuando la penetró con los dedos. Tenerlo así era la más dulce de las torturas y se movió contra su mano, gimiendo de placer. El deseo era abrumador. La consumía por completo. Se terminó de quitar las bragas.

Nubia levantó un poco las caderas y se sentó sobre su miembro poco a poco. Apretó los párpados al mismo tiempo que se hundía en él.

-¿Te lastimé? –preguntó Aioros haciendo un poco de lado su deseo y manteniendo su preocupación. Había visto ese gesto de dolor en su rostro.

Ella no sabía si responderle, la verdad era que ya no había tenido sexo durante mucho tiempo. Las torturas físicas, los entrenamientos y la muerte, ocuparon mayor parte de su tiempo. Ni siquiera estuvo mucho tiempo con Nahlia como para acostarse con alguien.

-No, estoy bien –No iba a decirle nada más. El dolor no duró mucho tiempo. Nubia fue moviendo sus caderas de adelante hacia atrás, cada vez con mayor velocidad. Echó la cabeza hacia atrás, dejándose llevar por el placer. Aioros sintió la explosión en lo más profundo de su ser y dejó escapar un grito primitivo que no se parecía a ningún otro. Nubia dejó de moverse y lo observó con una sonrisa en el rostro-. Al parecer, alguien llevaba prisa.

-Lo siento –dijo apenado y agitado, esperando que la relajación del cuerpo se expandiera.

Sin embargo, Nubia aún no había terminado con él. Cambió de posición, poniéndose boca arriba. Tomó a Aioros del trasero y lo ayudó a recuperar su placer al mover sus caderas. Insitándolo. Aioros fue aminorando el ritmo hasta que el placer empezó a crecer de nuevo. Sentía ese cosquilleo otra vez, sus músculos contrayéndose. Nubia veía ahora sus tensas facciones. Los ojos semicerrados, la mandíbula de acero, su respiración dura y elaborada. Nunca había visto nada tan erótico. Era un hombre excitado, a punto de explotar de nuevo.

Cuando Nubia levantó las caderas, empujando la pelvis hacia arriba, supo que lo había hecho perder el control, incluído el de ella. Nubia dejó escapar un gemido durante la última embestida. La hizo temblar de los pies a la cabeza. Aioros cayó sobre ella, hundiendo la cara en su cuello. El aliento era como una caricia sensual.

Ambos habían olvidado esa conexión turbadora. Todavía eran capaces de leer bien sus cuerpos.

-Sabía que tú también querías esto –Aioros no le respondió enseguida. Setumbó a su lado. Nubia se recostó de lado, acariciando su pecho con el dedo.

-Nubia...¿por qué nos dejaste? -preguntó con nostalgia. Nubia se tensó.

-No voy a responderte algo que ya sabes.

-Si lo supiera, si estuviera seguro...no te preguntaría –Nubia no iba a contestarle o terminaría abandonando todo. La seguridad de Aioros y Darlenne, su propio bienestar. No era fácil confesarlo todo aunque eso fuera lo que más quisiera. Aioros se resignó con tristeza-. ¿Seguiremos siendo enemigos en la mañana?

-Probablemente...mientras, quisiera quedarme así –Lo redeó con su brazo y se recostó sobre su hombro.

Aioros era lo que también deseaba. Quedarse así por siempre.

Por un segundo, creyó que esos seis años no habían pasado. Que estaban en la casa donde vivió con ella por una temporada. Fueron los momentos más felices de su vida y ahora no tenía idea de si iba a recuperarlos.

***

Elbar estaba por cerrar, la mayoría de los clientes ya se había marchado pero quedaba él, el sujeto que tras dos botellas parecía haberse quedado dormido. Sin tocar la mesa, Aglalia se le acercó con cuidado para despertarlo

-Señor... Señor despierte, ya vamos a cerrar.

Aioria seguía recargado en la mesa. No podía moverse muy bien. Con dificultad y un poco más de espera, pudo levantar el rostro. Observó a Aglalia pero no enfocaba bien la vista. Estaba demasiado mareado.

-¿Tienes otra botella?

-Me temo que no. ¿Quiere que le llame un taxi? Ya casi son las cuatro de la mañana.

-No...me iré caminando -Se levantó despacio y se dispuso a caminar pero ni bien pudo avanzar dos pasos y cayó directo en el suelo. Por suerte y no se había golpeado la cabeza.

Aglalia cerró los ojos por el fuerte golpe

-Bien, venga, déjeme ayudarle -Colocándose a su lado, le ayudo a levantarse. Ya estaba acostumbrada a ese tipo de cosas. Paso uno de los brazos del sujeto sobre sus hombros-. Tenga cuidado.

-Siento que el piso se me mueve. Dime que no está temblando. Sería el colmo -sonrió mientras salían del bar.

-No señor, tranquilo, solo está algo mareado por el ron...¿Me puede decir en qué dirección está su casa?

-Vine a este lugar para no estar en mi casa. No tengo intenciones de regresar.

-Seguramente tiene otro lugar al cual poder llegar, ¿no?

Aioria no respondió. No tenía cabeza para pensar. Todo le daba vueltas y sólo quería acostarse, aunque fuera en el suelo.

-Viendolo bien...el suelo no está tan mal, puedes dejarme aquí tirado -rio.

La chica suspiro pesadamente. A veces compartía la misma opinión que sus conocidos, solo no podía dejar solas a las personas que realmente lo necesitaban. Condujo al extraño a la parte trasera del bar, con algo de esfuerzo, subieron al segundo piso donde abrió una puerta. Apenas por la luz de la calle, se distinguió un sofá.

-Puede quedarse aquí.

Aglalia ayudó a sentarse a Aioria. Él se dejó caer en el sofá pero sintió como cielo cuando por fin se pudo recostar en algo cómodo. Colocó su mano sobre la frente.

Para Aglalia era una suerte que el establecimiento fuera parte de su hogar, fue a otra de las habitaciones y regreso con una manta en las manos con la cual lo cubrió.

Aioria parecía haberse quedado dormido desde el primer momento en que tocó el sofá. Aglalia lo observó por un momento, preguntándose qué sería lo que lo tenía tan triste como para beber de esa manera. Sentía curiosidad por saberlo pero consideraba que era algo restringido. Apenas lo conoció esa noche y ya quería conocer sobre él. No era algo que le pasara muy a menudo. Dio media vuelta para calentar un poco de té. Hacía frío.

-Oye...

-Oh, pensé que se habia quedado dormido. ¿Necesita algo?

-¿Cómo...me dijiste que te llamabas? -preguntó sin deshacer su posición.

-Mi nombre es Aglalia.

-Sí, ya lo recordé -dijo sintiendo que perdía el conocimiento-. Aglalia...gracias -susurró y comenzó a dormir.

Aglalia lo arropo nuevamente sonriendo aunque no la viera sabia que él necesitaba su ayuda en ese momento, solo esperaba que sus familiares lo estuvieran buscando, le gustaría poder decirles que él estaba bien.

Templo de Leo

Marin no lograba conciliar el sueño. Sentía ardor en el pecho y angustia. No dejaba de preguntarse qué le había pasado a Aioria. Nunca le había hablado así ni la había acusado falsamente. Estaba casi segura de que la vio con (...) por la tarde. Eso explicaría porque su actitud. Ahora, eran casi las cinco de la mañana y no regresaba. ¿Iría beber de nuevo? Para colmo, Aioros tampoco había regresado y Darlenne estaba durmiendo junto a ella y Arjen. Esperaba que ambos estuvieran juntos, aún así, quería asegurarse. Marcó al móvil de Aioria.

Aglalia se preparaba para ir a dormir un par de horas, extrañamente no sentia miedo de tener a un extraño durmiendo en su sala, habia ido a verlo por ultima vez, este se habia movido un poco dejando caer algo, en el justo momento en que recogía el movil este comenzo a sonar, en la pantalla mostraba el nombre de "Marin" Aglalia pensó que tal vez seria un familiar de él así que tomo a llamada.

- ¿Hola?

Marín no pudo responder. Un frío comenzó a recorrerla por la espalda y el pecho. Que le haya respondido ottra persona que no fuera Aioria y peor que haya sido una mujer, le dolía. Sintió un nudo en la garganta y sus ojos comenzaban a arderle. Aún así, se esforzó por responder.

-¿Quién habla? -exigió saber mientras colocaba una mano en su garganta y comenzaba a masajearla, como si eso pudiera ayudarle.

Aglalia miró unos segundos en móvil el tono de la otra mujer le hizo dudar estaba apunto de rsponser cuando él sujeto le quitó el móvil de las manos dándole un susto

-¡¿Qué crees que estás haciendo?! –Se espantó de ver enojado a Aioria.

-B-bueno yo...pensé que estaría bien si algún familiar o amigo sabía que usted estaba bien y no se... preocuparan.

-¡No lo vuelvas a hacer! ¡A nadie le importo! -Exclamó Aioria muy enojado. Se levantó de golpe del sofá y terminó cayéndose de nuevo, sólo que esta vez, su cabeza golpeó el suelo.

Aglalia aunque estaba asustada por lo reciente se acercó para ayudarlo el golpe esta vez sí había Sido fuerte

-L-Lo siento, lo siento, pero está usted equivocado...-Su voz poco a poco iba disminuyendo si esa persona lo llamo...-¿Quién...era?- rápidamente se arrepintió de haber hecho esa pregunta.

Aioria se levantó con dificultad y no sabía si le molestaba más la pregunta o las caídas constantes que estaba teniendo. Menos mal que no sentía tan fuertes los golpes.

-Nadie importante -respondió con brusquedad e indiferencia-. Ya no lo es.

Entonces era eso...si le habia llamado una mujer y él decía que ya no era importante estaba claro que era un mal de amores.

-Entiendo.

***

Marin estaba agitada con un montón de emociones revotando en su interior. Ahora no sólo le preocupaba la actitud de Aioria, sino de la mujer que le había contestado el teléfono y enseguida colgó.

-Aioria me está...me está engañando -dijo entre sollozos. Jamás imagino que estaban tan mal como para involucrarse con otras personas.

***

Aglalia había conseguido sentar nuevamente al sujeto en el sofá. En realidad no se veía tan grande para seguir llamándolo señor pero hasta ahora no le había siquiera preguntado su nombre. Despues de dejarlo unos minutos solo regreso con una tasa con te de menta para ayudarlo a calmarse un poco

-Aquí tiene

Aioria no podía oler lo suficiente como para cerciorarse por su cuenta de lo que era, sin embargo, no le apetecía.

-Sueles ser muy atenta...pero no me gusta ni el café ni el té -confesó tratando de calmarse.

-Podría decirse que es mi mayor defecto y virtud...-Aún así ella, le dejó la taza entre las manos-. Escuche, sé que hasta ahora me he metido en asuntos que no me incumben y lo lamento, pero jamás diga que no le importa a alguien por qué a mí sí me importa de otro modo estaría usted ahora mismo tirado en la calle y sin embargo está aquí bajo un techo.

Aioria sonrió de lado. Poseía una actitud incrédula.

Observó con vista nublada, la estancia donde se encontraban. Era sencilla y extrañamente acogedora.

-¿Vives aquí? -cambió de tema.

-Si, es pequeño pero agradable.

-¿Vives con alguien?

-Pues...tenía un hamster pero se escapó...Vivo sola.

-Menos mal, no tienes que preocuparte ni rendirle cuentas a nadie -comentó despectivamente mientras le daba un sorbo al té con poco agrado.

-Creo que está un poco equivocado...Tal vez no se ha dado cuenta pero abajo de nosotros está el bar y diariamente debo entregar cuentas a los dueños. Describir mi día incluso a qué hora abri, cerré, cuando llego la mercancía, cuánto se vendió que problemas pasaron y todas esas cosas. Los dueños son bastante...serios.

-Es decir...¿que nunca dejas de trabajar? -La conversaciónn que estaban teniendo, fue de interés para Aioria a pesar de su estado. Al fin la mirada mientras le hablaba.

-Correcto...ese es mi día a día desde que llegué aquí si tengo una hora para mí es casi un milagro.

-Debe gustarte tu trabajo para que te dediques a él día y noche -suspiró-. Puedo comprenderte.

-Si me gusta, pero me gustaría poder dedicarme a otra cosa...Mis padres piensan que esto es mejor ya que algún día este bar será mío.

-¿Tus padres? -preguntó como si nunca hubiera escuchado la palabra-. ¿Ya tienes dinero suficiente para comprar este lugar? -No se limitó a razonar bien lo que Aglalia le había dicho.

Ella solo soltó una pequeña risa nerviosa

-No, no... Solo tengo para la comida de esta semana. Me refiero a que algún día me heredarán el bar, mis padres sin los dueños.

Aioria se sintió como un idiota pero no se lo tomaba tan en serio como cuando estaba sobrio.

-Ah ya entiendo, entonces eso es genial...bueno, hasta cierto punto porque has dicho que querías hacer otra cosa, ¿no?

-Si... Es un poco tonto, me gustaría trabajar en un hospital como enfermera.

-Bueno...sabes cuidar de quien lo necesita -comenzó a reírse y casi tira el té por hacerse de lado-. Siento que me quedaré inconsciente tarde o temprano.

-Solo necesita relajarse un poco - Aglalia le quitó la taza de las manos dejándola en el suelo para después atraerlo lentamente a ella hasta que quedará recostado sobre sus piernas-. No se preocupe, todo estará bien...¿puedo preguntarle cómo se llama?

-Aioria...-balbuceó, sintiendo reconfortante la cercanía. Se quedó dormido en cuestión de minutos.

***

10.46 a.m

China

Kira se había establecido en China con Hikaru la traición aún le dolía en lo más profundo pero más le dolía que ese idiota no la hubiera detenido nisiquiera fue tras de ella.

-Mamá, ¿cuándo volveremos a ver a papá? -preguntó Hikaru mientras tomaba unas piedras del sueño.

-Hikaru... No lo sé pequeño, tal vez...tal vez ya no lo veamos otra vez.

-Pero...¿por qué? Estábamos bien con él. ¡Quiero regresar al Santuario! -exigi'pateando una rama de bambu.

-Hikaru por ahora no lo vas a entender, pero mamá y papá tienen problemas de adultos por eso tú y yo estaremos mejor aquí cuando seas mayor lo ente serás mejor.

-Pero...pero...yo quiero estar con él -sollozaba.

-Ya no llores, puedes estar conmigo ahora -Hikaru al escuchar la voz de su padre, fue corriendo hasta él.

Dohko estaba de pie con los brazos extendidos para recibir a su hijo. Kira no supo que decir en ese momento pero a pesar de estar muy enojada y resentida con él, verlo ahí la alegraba.

-¿Qué haces aquí?- Kira atrapó a Hikaru en sus brazos evitando que se fuera-. ¿Por qué estás aqui?

Dohko observó a Kira. Era un estúpido por no valorarla antes.Era tan hermosa.

-¿No es obvio? Vine por ustedes –dijo con una gran sonrisa. Kira torció la boca.

-Hikaru ve a jugar-Le pidió acomodando su cabello. El niño frunció el ceño-. Por favor, obedece.

Hikaru no estaba contento, miró a Dohko esperando que pudiera defenderlo pero le hizo un gesto para que hiciera lo que Kira le pidió. El niño se fue y se quedaron ellos dos solos. Dohko pasó una mano por sus cabellos rojizos.

-Kira, creo que debemos hablar.

-¿Crees? Yo creo que todo se quedó claro –intervino de golpe-. Dohko yo confie en ti, ¿Cómo pudiste?

-Lo sé y no tengo justificación a lo que hice...he venido aquí para buscarte y decirte que puedes pedirme lo que sea, Que haga lo que tú quieras. Verás que estoy dispuesto a lo que sea para que tú puedas perdonarme.

Kira se burló a secas, a esa altura, ya no podía creerle ni confiar en él.

-¿Perdonarte?...Es fácil para ti venir aquí a pedirme perdón cuando no se y nadie me asegura que puedo confiar en ti otra vez...que algún día lo hagas otra vez –suspiró con pesadez-. ¿Y en qué viniste? Tú detestas los aviones.

-No fue fácil Kira. Tuve que convencer a un viejo para que me ayudara a venir -Suspiró y se iba acercando más a ella-. En serio Kira, estoy arrepentido. Humillame, gritame o pégame, es lo menos que me merezco por no valorarte -se puso de rodillas.

Kira lo miro asombrada, realmente quería gritarle, decirle muchas cosas, pero si no se mostraba dura él podría jugar con ella nuevamente - Dohko...

-Pégame con esto Kira -Le dio una rama que alcanzó del suelo-. Si quieres aventarme a la cascada, no lo dudes.

-Pero, ¿tú estás loco- Ella se negó a recibir la rama. Los labios le temblaban -¿Por qué me haces esto?...¿No sabes que yo realmente si te quiero?

-¿Me quieres? -preguntó ilusionado-. ¡Yo también te quiero Kira! Te extraño mucho. Sé que no podrás confiar en mí tan fácilmente pero te aseguro que no volveré a traicionarte así. Lo juro.

Ella bajo el rostro cubriéndose con las manos no pudo evitarlo solo se soltó a llorar, era un mar de emociones que no quería dejar libre pero al final solo se dejó llevar.

-Eres un idiota...¡un idiota!

-Lo sé. Lo sé...¿Puedo abrazarte? ¿Ya me has perdonado?

-No te he perdonado aún...así que tendrás que esmerarte demasiado para que, por lo menos, pueda pedirte un favor –le habló recio.

-De acuerdo pero...¿podrías ayudarme a levantarme? Me he quedado tieso y la tierra se encajó en mis rodillas.

Kira no pudo evitar comenzar a reír por eso le parecía más un anciano tonto-Sin embargo, tenía que ser fuerte y no dejarle pasar eso tan fácilmente. La había lastimado y tenía que ser más conciente en eso.

-Me acaba de llamar viejo -dijo Shion quien estaba oculto tras los bambús, observando la escena.

***

Ambrosía estaba nerviosa. No quería salir a danzar. Se asomaba por las cortinas para observar a los presentes. Aún no veía a sus padres pero ya era un hecho que se presentarían. No había marcha atrás. Sentía que las piernas le traicionaban. La hizo recordar a Shiva y su proposición. Él aún no llegaba tampoco.

-Si sigues espiando a los que entran, terminarán huyendo -comentó Cassandra espantando a Ambrosía.

-Es fácil para ti decirlo, no estás pasando por esto... Por favor, dime qué existe una puerta trasera y puedes falsificar mi identidad.

-Sí, la hay, pero no lo haré porque me encanta verte en aprietos -bromeó. Ambrosía sonrió pero de angustia-. Cálmate un poco. No es el fin del mundo. Además, te dije que mis padres eliminarán tensiones con mis tíos. Quizás y desistan en su decisión y no tendrás que casarte.

-¿Y qué pasa si no? No pienso unirme a un perfecto extraño.

-Cassandra yo aún no estoy lista para esto, pero tampoco quiero decepcionar a mis padres.

-Yo veo que ese es otro problema si mis tíos te casan con alguien desconocido...debiste buscar tu propio marido. Uno que conozcas de creencias caucásicas, de lo contrario, se ofendería si se da cuenta que ya no eres virgen -dijo sin titubeos. Ambrosía se sonrojó.

-Creí que ese tema ya lo habíamos aclarado. No fue por qué yo quisiera. Fueron esos estúpidos inciensos... y....¡no me hagas esto y no ahora!

-Discúlpame pero sólo te digo la verdad -suspiró y miro hacia atrás cuando escuchó algunas voces conocidas-. Oh ho...

-No, no, no, no.... Cassandra diles...no sé, diles que ya he muerto y que solo mentías por mí para no hacerlos sentir mal.

-Calma, no son mis tíos, son...

-¡Cassie!

Un joven alto y castaño se acercó a Cassandra directo para abrazarla y revolverle un poco los cabellos. Antes de que ella pudiera decir algo, se acercó otro chico haciendo exactamente lo mismo.

-Eh...

-¡Dejen de hacer eso! -exclamó Cassandra.

Los jóvenes dejaron de abrazar a la chica y se fijaron en Ambrosía.

-¡Prima! -Fueron a abrazarla igual pero omitieron el hecho de revolverle su cabello el cual estaba perfectamente ordenado.

-Caulen, Risco...dejen a Ambrosía, está nerviosa -indicó Cassandra.

-Es más fácil morir ahora. Por favor alguien máteme.

-¿Cómo matarte prima? Si he escuchado que hoy vas a comprometerte -dijo Risco sin medir sus palabras. Ambrosía opacó aún más su semblante.

-Será por eso mismo es que quiero desaparecer. Estoy sudando como un cerdo y recordarme el compromiso no ayuda mucho ahora.

-No sudes o arruinarás tu atuendo. Mejor te traigo un poco de agua mientras Risco va a checar si ya están aquí mis tíos-dijo Caulen. A Ambrosía se le enfrío la sangre de todo el cuerpo.

Cassandra notó como invadía el miedo a Ambrosía y se acercó a ella a reconfortarla mientras sus hermanos se iban en otra dirección.

Solo faltan unos minutos por qué nos vas con ellos y con Shura necesito unos minutos para meditar.

-De acuerdo -dijo no muy convencida-. No tardaré demasiado. Si necesitas algo, avísame.

Por otro lado, Shura estaba nervioso. Era la primera vez que conocería a la familia de Cassandra. Ni siquiera sabía que ellos irían. Cassandra se lo comentó esa misma mañana.

Shura llegaba al lugar donde sería la presentación. Con sus hijos en cada mano, los pequeños miraban muy curiosos todo el lugar.

-Papá, ya no siento mi mano -dijo Franco con su habitual seriedad. Shura bajó la mirada y se percató que la mano de su hijo, estaba cerca del color morado.

-Lo siento...-Rápidamente, te soltó el agarre estaba tan nervioso que no media su fuerza - No veo a tu madre por ningún lado.

-Si quieres voy a buscarla. Tú descansa y respira -Shura sintió cierta gracia de que su hijo le hablara tan calmado y maduro. Hasta Milo a lado de él parecía más un niño-. Me llevaré a mi hermano.

Franco tomó de las dos manos a Joel y se lo llevó lejos de Shura. Él estaba haciéndose miles de ideas sobre cómo debía presentarse frente a los padres de Cassandra después de seis años de haber entablado una familia con ella.

-Cálmate Shura, solo actúa natural... Eres la pareja de Cassandra, casi su esposo, tenemos dos hijos y vivimos juntos. Las uniones libres son muy comunes en estos días no tienes por qué estar nervioso - se decía a si mismo en voz baja

Mientras Shura hablaba consigo mismo, Caulen pasaba por ahí y lo escuchó hablar bajo. Se dio cuenta de que era la pareja de su hermana y sonrió de oreja a oreja antes de ir hacia él y recobrar un semblante serio.

Se puso a lado de él.

-Esta noche está de infarto,¿no? -le preguntó mirando hacia arriba.

-¿Disculpe?- Shura recobró la compostura. Por algo extraño ese sujeto le daba un ligero aire familiar.

-Me presento, me llamo Ignacio -Le extendió la mano y Shura le correspondió al saludo un tanto extrañado-. ¿Es casado? ¿Con hijos?

-Shura, si, si mi mujer y dos niños _dijo la verdad a medias.

-Lo supuse, se ve demagrado. Supongo que la familia lo desgasta mucho -suspiró fuertemente-. Lo digo por mis padres. Yo no soy casado....pero estuve a punto de hacerlo.

Proyectó un aire de melancolía.

-¿Demacrado? Admito que a veces es un poco difícil manejar a mi nov...esposa, pero no siento que sea por ellos mi estado actual solo estoy algo cansado por otras cosas.

-Su confesión me hace recordar a mi ex prometida. Tiene carácter muy difícil, es muy mandona y controladora -volvió a suspirar-. Me dejó porque se fue con otro. ¿Puede creerlo?....así que no se sienta mal, está en confianza.

Extrañado por ese aire de confianza, Shura solo enarcó una ceja

-Ella es algo mandona si, pero todo es para bien admito que sin los regaños no hubiera aprendido cómo cuidar correctamente a los niños

-Menos mal. Te envidio, a veces no puedo dormir por pensar en ella...ese cabello castaño, esos ojos plateados, esa voz de sargento en crisis económica....

- ¿Cabello castaño? ¿Ojos plateados?

-¡No lo menciones más! -Se volteó dramáticamente-. Su recuerdo me quema el alma... me dejó plantado en el altar en Hawaii. Me abandonó a mí y a nuestro perro Benito. ¿Sabes? ella me prometió tener tres pares de gemelos.

Shura abrió los ojos de par en par, ahora que recordaba en casa tenían una foto donde Cassandra abrazaba aún perro decía que era su adoración.

-¿B-Benito?

-Si, Benito. Lo compramos juntos y lo amamos por igual -Saco de su billetera una foto de él junto a Cassandra y el perro-. ¿Verdad que es muy linda?

Su cuerpo palideció. Sentía un terrible frío mientras se ponía una mano en el pecho

- ¿Cas...Cassandra?!

-¿Cómo supiste? -pestañeó varias veces-. Ohh...debes ser Sergio, el niñero. Me ha hablado de ti.

-¡¿Sergio?!- hablo claramente ofendido -¡¡Soy su marido!! Cassandra...Cassandra!!

-¿Marido? -Miró indiscretamente la mano de Shura-. Yo no veo ningún anillo -dijo en tono burlón mientras se alejaba, dejando a un Shura ofendido y enojado.

Cassandra escuchó los llamados agresivos de Shura y fue hacia él con el semblante arrugado y brazos cruzados.

-¿Por qué gritas? -exigió saber.

Shura trataba de coordinar sus palabras pero solo salían balbuceos de su boca sumado a eso comenzaba a hacer gestos ridículos con las manos.

- ¿Quién es Sergio?!

-¿Sergio? -pensó por unos momentos-. Es el mayordomo. ¿Ya está aquí? -lo buscaba con la mirada.-También es niñero.

-¡¿Niñero?! ¡¿Desde cuándo?!

-Mmmm no lo sé con exactitud pero tiene como treinta años -Cassandra se refería a su experiencia laboral pero Shura, debido a la ira, entendió todo mal-. ¿Por qué te importa? ¿Y cómo sabes de él? Yo no recuerdo haberte contado nada.

-Y no hace falta, ya me lo han dicho todo. ¡¿Todo esto es por qué no nos casamos verdad?! - Su ira pronto paso a ser una decepción le faltaba poco para ponerse de rodillas y ponerle ojitos de gato con botas-. Dime es por eso, ¿verdad?

Cassandra tenía un tic en el ojo, primero porque Shura estaba enfadado y luego lucía nostálgico.

-¿Pero qué mosca te pico?

-Ya dime qué es por eso que me eres infiel. Si quieres otros hijos no me importa pero no me dejes. Si quieres una boda, yo hablo con Shion pero no me dejes Cassandra - Rápidamente la abrazo con fuerza.

-¡¿Qué?! -exclamó ante la acusación.

En eso, Risco llegó y los vio en el primer momento.

-¿Interrumpo? -preguntó neutral.

-¡¿Tu?!

-¿Yo? -preguntó confundido pero enseguida lo ignoró-. Cassie, papá te está buscando y dice que vayas rápido.

-¿Papá?- preguntó asustado por la referencia del hombre. Él conocía a los padres de Cassandra y hasta les seguía hablando con falta conexión. Se sintió raro.

Cassandra se soltó del agarre de Shura y fue a buscar a sus padres, ya hablaría con Shura cuando regresara.

Shura recobro la compostura aclarando se la garganta el sujeto le seguía mirando.

-Escucha...a pesar de que no estamos casados y tenemos dos hijos, sé que en la boda ella no me dejara plantado como a ti y a tu perro.

-Ah, sí...me lo acaba de explicar -se acercó a él, levantando el mentón-. Dijo que siempre me estuvo esperando y que si la aceptaba de vuelta a ella con los niños.

Risco buscó en su celular y le enseñó a Shura un mensaje que Cassandra le había enviado hace una hora.

"Sabes que siempre te espero. Ya quiero verte...por cierto, cuando volvamos, quiero llevarme a los niños pero no sé si para ti sea un inconveniente. Besos."

Shura estaba frío y pálido. No podía creerse lo que le estaba pasando.

-¡¿Mis hijos?! No...no, no, no - Su corazón estaba acelerado. Sobre su cadáver, se llevarían a sus hijos, pero tal parecía que eso pasaría pronto-. Escúchame muy bien, si tocas a mis hijos te mato.

En eso, Franco se acerca a ambos e ignora por un momento a Shura.

-¿Ya podemos irnos? -Levantaba la vista hacia Risco-. Mi mamá dice que serás atento y que me quede contigo.

Ese fue el último golpe para Shura. Su hijo... Su propio hijo...

- Fr...Franco ...¡eso no lo voy a permitir! - rápidamente tomo al niño en brazos y como con Cassandra lo abrazo posesiva mente-. ¡Es mío!

-¡Shura! ¡Deja a Franco! -Exclamó Cassandra.

Ella ya había regresado para hablar con Shura. Estaba calmada hasta que vio como casi asfixiaba a su hijo.

-¡¡¡Es mi hijo!!!

-¡Dije que lo sueltes! Y deja que se vaya con él -dijo refiriéndose a Risco.

Shura no quería hacerlo pero la mirada de Cassandra lo obligó. Lo bajó con cuidado y le apartaba los cabellos del rostro. Estaba despidiéndose. Alistaba a su pequeño, esa mirada de Cassandra lo decía todo mientras lo arreglaba tratando de tardarse lo más posible. Casi se le salen las lágrimas

-Franco recuerda que te quiero mucho si, que siempre...siempre seré tu padre y tú hermano. Tú siempre me te darán cuando me necesiten si algo malo pasa no dudes en llamarme yo iré por ustedes.

-Ok -respondió Franco y se fue junto de Risco quien le revolvió los cabellos y no resistió más la risa.

Ignorando la alegría del joven, Shura estaba decepcionado, dolido y confundido. Su hijo se portó como todo un indiferente.

-¿Ya vas a decirme que carajo bebiste? -pidió explicaciones Cassandra con el ceño fruncido.

-¡¿Yo?! Pero si fuiste tú quien me es infiel... dime por qué Cassandra que hice mal.

-Vuelve a mencionar la palabra "infiel" y te doy un revés que no olvidarás en toda u vida -le amenazó firmemente-. ¿Por qué me acusas de algo que no es cierto?

-Dime la verdad, también sé lo de Benito. ¡Si quieres más hijos, dímelo de una vez! Puedo darte hasta gemelos si quieres.

-¡¿Pares de gemelos?! -Estaba muy sorprendida por la seguridad de Shura-. Haber estado con un par de gemelos es más que suficiente.

-¡¿Qué?! –Quedó aún más sorprendido-. ¡Explícate mejor, Cassandra! - Nuevamente la abrazo con fuerza - Perdóname, no debí gritarte pero es que no quiero que me quites a mis hijos.

Cassandra le dio un codazo en el estómago lo suficientemente fuerte para que la soltara.

-¡Déjame sola! ¡Yo nunca te he sido infiel, idiota! Te lo voy a preguntar por última vez...¿Por qué piensas eso?

-Porque tu ex hablo conmigo. Lo dejaste plantado en el altar y ahora vas a regresar con él. Hasta dejaste que me alejara de mi hijo.No me mientas más. Ví los mensajes Cassandra, solo dime por qué quieres dejarme.

-¿Mi ex? ¿Estás loco o...?

Caulen se acercó a ambos con una sonrisa de oreja a oreja.

-Hola.

Shura se le quedó mirando y miro a todos lados

- ¿Franco? ¿Dónde dejaste a mi hijo?

-¿A quién? ¿A él? -Indicó hacia quien estaba aferrado a su pierna. Era Joel.

-Es Joel, Shura...allá está Franco -dijo Cassandra señalando hacia atrás de Shura. Él quedó impresionado con Risco. No dejaba de mirar rápidamente de atrás hacia adelante.

-Tío, ¿me llevas a jugar afuera otra vez? -preguntó Joel suplicante.

-Claro que sí, lo que sea por mis sobrinos -respondió Caulen.

-¡¿T-Tío?! Cassandra pero que pasa aquí?! Este sujeto me dijo que era tu ex.

Cassandra entonces entendió todo. Observó con molestia a Caulen y a Risco, ambos levantaron los hombros fingiendo demencia. Recordó como cuando ella iba en secundaria y sus hermanos solían fingir que eran sus parejas para espantar a sus pretendientes. Shura cayó completamente.

-Shura...te presento a mis hermanos Caulen y Risco -suspiró abatida.

-Hola -Ambos gemelos saludaron inocentemente a Shura.

Shura se sentía humillado no solo por ellos el mismo también ayudo mucho a su humillación

-Cassandra, ¿me recuerdas que hacía yo antes de conocernos? - Pronto comenzó a quitar los botones de sus muñecas.

-C-Cálmate Shura -dijo Cassandra poniéndose entre los tres, imaginando lo que Shura pretendía hacer.

-Era una broma cuñado -dijo burlón Risco-. No es para tanto...teníamos que darte la bienvenida.

-Si ya veo...Ahora mismo les doy la despedida...Para siempre

Justo cuando Shura iba a darle el golpe de gracia, otros presentes llegaron a saludar.

-¿Todo bien por aquí?

-Sí papá, todo bien -respondió Cassandra agradeciendo que hayan aparecido.

Shura respiró profundo jalando a Joel para cargarlo

El padre de Cassandra observó a Shura y de inmediato identificó quien era.

-Eres la pareja de mi hija, ¿no? - Shura estaba mudo e incómodo.

-Así es padre, es el que ha profanado a tu hija. El que la embarazó ilegalmente fuera del matrimonio y sin una llamada de permiso -añadió Risco.

El solo se quedó mirando a Cassandra más que nunca desea usar excalibur una vez más.

-Mmmm, ya hablaremos de eso más tarde -miró a Cassandra-. Tus tíos ya casi llegan, debemos darle la bienvenida tradicional. ¿Y Ambrosía?

-Estaba...alistándose -respondió.

***

2:35 p.m

Aglalia poco a poco fue despertando se habia quedado dormida junto a aquel sujeto. Ni siquiera se explicaba porque había metido a un extraño a su hogar. Tal vez porque sintitó pena por él. El punto, es que era algo nuevo para ella. Cuando comenzó a reaccionar, ya se sentia él ligero peso en sus piernas. Después de estirarse un poco, se encontró sola, o eso pensó hasta que escucho ligeros sonidos que provenían de una de las habitaciones, específicamente, la cocina.

-¿Señor?

Aioria tenía un fuerte dolor de cabeza y buscaba algo en la cocina para contrarestarlo. Tenía tantas nauseas que detestaba haberse despertado. Ni siquiera escuchó el llamado de Aglalia.

Sobando su nuca, Aglalia empujo la puerta encontrando a Aioria revisando los cajones. Tenía un semblante molesto.

-Tengo aspirinas detras del espejo del baño y agua mineral en la nevera.

-Gracias -Para ser sincero, había olvidado que ayer la conoció-. ¿Qué hora es?

-Son....¡Dios mio casi las tres de la tarde! -Su rostro se puso pálido. Había dormido demasiado, solo le quedaban cuatro horas para poner el bar en buen estado para los clientes.

-¿Las tres de la tarde? -Se preguntó más para sí. ¿Tanto había dormido?-. ¿He estado todo el tiempo aquí?

-Si, despues de quedarse dormido...estaba muy mal.

-La verdad no lo recuerdo -confesó y fue a buscar su móvil. Al encenderlo, vio un sin fin de llamadas perdidas de Marín. Frunció el ceño y maldijo por dentro-. Gracias por todo, me tengo que ir.

-No es nada...Aioria, ve con cuidado - Aglalia lo despidió con una sonrisa mientras movia las manos-. Regresa cuando quieras...quiero decir...al bar- repuso de inmediato antes de crear malos entendidos.

Aioria asintió y salió del lugar,pero antes le sonrió a Aglalia en agradecimiento. Aunque no recordara mucho, sabía que se había ocupado de cuidado.

Ahora tenía que ir al Santuario y enfrenar su cruda realidad.

***

***

Aioria ni siquiera se preocupaba por pensar en una excusa que dar, simplemente no pensaba nada, el dolor de cabeza ya era levemente soportable. Por fortuna para él, no se encontraba nadie en los templos principales antes de llegar al suyo. La verdad no estaba de animos para hablar con nadie.

Templo de Leo

-Si deseas ir a buscar a Aioria, yo no tengo problema en cuidar de Darlenne y Arjen -comentaba Sine-. Sólo espero que ambos estén bien.

-Igual yo -dijo melancólicamente la pelirroja, recordando la amarga discusión con Aioria y la voz de esa miseriosa mujer-. No sé cuanto tardaré pero, cualquier cosa, avísame.

La rubia asintió mientras cargaba a Arjen.

Aioria iba cruzando la entrada del templo cuando alzo la mirada apenas vio a Marín este miro con indiferencia a otro lado tratando de retomar su camino

Marín volteó y vio que Aioria se acercaba. Su semblante era claro; estaba aun molesto y además, crudo. Suspiró y olvidó todo lo que tenía qué decirle cuando lo encontrara.

-Aioria...iba a buscarte -le dijo con inseguridad.

-¿A mí? ¡Vaya! Tal vez deberia sentirme ofendido o halagado por que crees que puedes verme la cara.

Su actitud para con ella aun era el mismo que el día anterior, nada habia cambiado.

Sine de inmediato se dio cuenta que algo no andaba bien entre ellos. La tensión era demasiado fuerte y dudaba si debía irse o quedarse para impedir algún conflicto mayor.

-Escucha, necesito hablar contigo, ¿o es que huirás así nada más? -Marín se estaba defendiendo de los ataques de Aioria.

-Me parece que todo quedo más que claro ayer, ¿No? ¿O quieres que te lo repita una vez más?

Aioros llegaba recién al templo de Leo, su semblante estaba cambiado se le podía apreciar bastante confundido y su cara era una mescla de trsiteza y felicidad muy extraño de ver en él.

Aioros apenas había puesto un pie en el templo sintió la atención al instante.

-Aioria, te estoy hablando, ¿por qué me has dejado regresar solo? –preguntó de inmediato al notar que su hermano no estaba bien. De cierto modo, no mentia, lo vio a unos metros de la entrada del Santuario. Él le había hablado en todo el camino pero Aioria parecia en otro mundo.

-¿Han estado juntos...desde ayer? -preguntó incrédula Marín, mirando a Aioria y a Aioros una y otra vez en busca de una explicación que aliviara su corazón.

Aioros le quedo mirando por unos segundos.

-Si...- Ante tal afirmación, Aioria ni siquiera dijo nada. Dudaba siquiera le prestara atención. Su mirada en Marin estaba fija.

-¿Y a dónde fueron? Ninguno de los dos me respondió ni estuvo en el Santuario por la noche -exigió saber, ignorando por un momeno la mirada penetrante de Aioria.

-En un bar...-dijo Aioria sin remordimientos.

-Un bar...vaya, ¿en compañía de alguien? -volvió a mirar a ambos. Algo no le cuadraba.

-No... no estabamos con nadie...de hecho, yo regrese por que el movil, los dos en la mesa –respondió Aioros sintiéndose terrible por mentirle a Marín.

Marín no dijo nada esta vez. Eso podría explicar que aquella chica tomó el móvil al no encontrar dueño. Además, Aioros no era el tipo que se divertía con mujeres e iba de bar en bar. Pero aún así, había algo que no la dejaba tranquila.

¿Por qué estaría una mujer que sonaba inocente y cuerda a las cuatro de la mañana en un bar?

Aparte, Aioros no lucía ébrio como Aioria.

-Ehm, Aioros...Darlenne te ha estado buscando -interrumpió Sine creyendo que era lo mejor-. Marín, ¿por qué no me compañas a la morada? Tengo que hacer algunos pendienes para Athena.

Marín asintió intranquila pero Aioria tenía la última palabra.

-Solo dire una cosa Marin- dijo Aioria rapidamente haciendo el lugar mas pesado-. Yo se lo que hago y hago lo que quiero.

Aioros no entendia nada tampoco la actitud fria de Aioria, tal vez el tambien deberia de ir por darlenne y marcharse a su templo pero Aioria le preocupaba mucho

Marín sintió un vuelco en el estómago y siguió a Sine, tratando de despejarse de esa sensación tan pasmable.

Una vez que ambas se alejaron, Aioros suspiró.

-Aioria...¿dónde has estado?

-En un bar...y un sofá, no se la verdad no me acuerdo.

-Entonces lo que dice Marín es verdad, tampoco viniste por la noche -seguía angustiado-. ¿Tienes problemas con ella?

-Eso no importa. Solo me fui para...buscarte. Darlenne estaba muy asustada ayer –mintió.

-No te creo -se acercó y le colocó una mano en el hombro-. Es difícil que pudieras hacer eso porque ni siquiera sabías dónde estaba. Marín no lucía bien y parecía angustiada.

Aioria se resignó.

-Si, tuve un problema con Marín y terminé asustando a Darlenne. Como me veía asustada, decidí irme del templo y vagar por donde fuera.

-¿Solo? -Aioros sabía que la pregunta podría hacer enojar a su hermano pero tenía qué hacerla.

-Si, solo...después alguien me ayudó a llegar a un sofá- Le decía la verdad a medias.

-Eso significa que dormiste bajo un techo, la pregunta es...¿de quién? -Aioros tenía el presentimiento de que algo le estaba ocultando pero prefirió darle el beneficio de la duda por el aprecio que le tenía- Sabes que no apoyo las relaciones de terceros, así que espero de todo corazón que no le haya mentido a Marín por esa razón..

-Bajo el techo del bar...me quedé dormido en ese lugar y desperté ahí. Los dueños debieron tenerme tanta lástima que me dejaron dormir en su sofá.

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