Planes y sorpresas
El ambiente era plácido, demasiado tranquilo pero muy hermoso; había flores de diferentes tipos y colores, todas eran hermosas, el sonido de las aves y los leves rayos de Sol apenas y rozaban la piel cálidamente. Ahí estaban sentadas tres chicas en círculo y formando unas coronas con las flores, estaban muy entretenidas y soltaban risillas de vez en cuando.
Una cuarta chica estaba sentada poco detrás de las demás, ella tenía su mejilla recargada en su mano mientras que con la otra jugaba con una lantana...un ramillete de flores pequeñas de varios colores...ella observaba sus tonalidades y apreciaba su belleza, la giraba con los dedos y luego la puso en sus cabellos castaños a la altura de sus sienes, pronto se la quitó y puso sus manos en el césped mientras sus ojos miel se enfocaban en el cielo azul. Ella se quedó unos momentos viendo el cielo y luego terminó por acostarse por completo, con ambos brazos extendidos a sus costados...el viento acariciaba su piel y sus largos cabellos, podría dormir con total tranquilidad si lo deseaba...todo parecía ir de maravilla.
-Señorita.- Decía una de las chicas de cabellos verdosos mientras se levantaba para mostrarle la corona de flores. Ella se volvió a sentar y tomó la corona con las manos.
-Esta hermosa.- Dijo sonriente y la otra chica me alegró, pronto las otras dos se acercaron también.- ¿Ya terminaron?
-Sí.- Mostraron también sus decoraciones.
-Todas están realmente bonitas.- Dijo la castaña colocándose una en la cabeza.
-¿Usted no hizo ninguna?
-No...la verdad es que me dediqué a admirar todo esto el cual pronto se va a acabar.
Las chicas entristecieron el rostro.
-Es verdad...su madre estará muy triste.
-Lo sé.- Dijo la castaña acomodándose las flores en la cabeza.
-Creo que será mejor que nos vayamos por más flores.- Dijo una de ellas más animada mientras se alejaba. Las otras dos se miraron entre sí y se alejaban también.
-Ya llegó.- Dijo una de ellas divertida. La castaña alzó una ceja algo desconcertada.
-¿Quién?.- Preguntó sin recibir respuesta. Se quedó ahí sentada pensando a quien se referían cuando sintió una presencia cerca de ahí. Giró su cabeza hacia la derecha y a lo lejos vio a un hombre rubio con armadura oscura haciendo una reverencia, ella lo reconoció de inmediato. Al principio se quedó pasmada y respondió a la reverencia moviendo la cabeza, ella se levantó pero no se fijó que estaba pisando su vestido, quiso mantener el equilibrio pero no pudo, estaba yéndose de espaldas y vio rápidamente como el hombre de hace momentos intentaba acercarse hasta que alguien la sostuvo de los brazos. Ella suspiró con alivio sin preocuparse tanto en quien la había ayudado.- Gracias...fui una descuidada.
-No lo dudo.- La chica abrió los ojos de par en par al escuchar esa voz, su corazón se agitaba desesperado y su labio inferior temblaba. Ella se puso de pie acomodándose rápidamente el vestido antes de girarse a sus espaldas, lo primero que hizo fue toparse con unos ojos aguamarina, esos que le hacían temblar cuando la veían, no tenía las palabras suficiente para expresar su impresión.
- ¿Qué haces...aquí?.- Preguntó pestañeando varias veces, pronto sintió que la corona de flores se le caía de la cabeza y no dudó en recogerla y ponérsela de nuevo sin preocuparse en cómo estuviera acomodada.
Él tenía su semblante serio y levantó levemente la ceja.
-Vine a verte...¿te sorprende?
Ella abrió los labios como para decir algo pero no pudo, mordió los labios y bajó la mirada.
-Sí es una sorpresa...bueno, al menos verte aquí.- Dijo ella abrumada. Él la miró detalladamente y le acomodó las flores las cuales ya le llegaban a la frente. Ella levantó la mirada viéndolo más de cerca, tuvo que respirar profundamente antes de que notara su nerviosismo. Él dejó de lado su frialdad y sonrió...le sonrió a ella como en anteriores ocasiones, era una forma de demostrarle sus sentimientos.
-No podía esperar más para verte.- Dijo él.- Aunque tengo que irme ahora antes de que tu madre me vea.
Ella asintió tragando saliva con algo de dificultad.
-Entiendo...aunque de todos modos podríamos vernos en unas horas más, sólo era cuestión de esperar.
-Me es difícil contigo.- Las mejillas de ella se sonrojaron, le gustaba que él le hablara de esa manera, sólo era con ella. Él pasó rápidamente un dedo por sus mejillas y se separó de ella volviendo a ponerse serio.- Me tengo que ir, será mejor si comienzas a prepararte lo más pronto posible...tu madre debe estar esperándote para despedirse.
-Sí...necesitaré un par de minutos para eso, ya sabes...es difícil separarnos.
Él asintió apenas y se puso su casco negro.
-Él irá contigo y luego partirán de aquí.- Él caminó lejos de ella haciéndole unas indicaciones al hombre rubio antes de desaparecer.
Ella suspiró con mucha paz, era difícil no sentirse así de alterada cada vez que estaba con él.
-Señora Perséfone...estoy a sus órdenes.- Decía Radamanthys cuando se acercó con pose respetuosa.
Hospital.
Camus miraba a Mary Anne con apego, si se sentía extraño portándose de esa manera pero era lo que él sentía y estaba decidido a aceptar cualquier decisión de ella, tanto como no quisiera verlo a como quisiera retomar lo que él nunca aceptó.
Mary Anne se estaba dejando llevar por el sentimiento, la actitud de Camus era la que siempre quiso ver y sentir pero algo dentro de ella le incomodaba.
-Manne...perdón si fui algo atrevido...
-No es eso.- Dijo ella limpiándose las lágrimas.
-Te hice llorar de nuevo.- Dijo apagado.
-¿De nuevo?.- Preguntó algo confundida.- ¿Sabías que yo lloraba por lo que me hacías?
Camus la miró con sutileza, entonces la había hecho llorar más de una ocasión y eso le hacía sentirse peor.
-Si...lo sabía...no sabes cuánto me arrepiento que yo haya sido el causante de eso.
Mary Anne negó con la cabeza y miró el techo, tenía que resistirse para dejar de llorar más.
-¿Por qué me besaste?
-Porque...ya te lo dije, me he dado cuenta de que eres muy importante para mí y sobre la propuesta...quiero saber lo que opinas.
Ella lo pensaba seriamente, esta vez tenía que ser más razonable y no dejarse llevar por los sentimientos...si hubiera sido al revés, desde antes del beso le hubiera dicho que sí pero habían pasado tantas cosas con él que ya no quería seguir lastimándose con unos sentimientos que nunca podrían ser correspondidos.
-Manne...si necesitas tiempo para pensarlo lo acepto.- Dijo Camus al ver que ella estaba muy pensativa.
-Es difícil Camus...¿Por qué tenías que portarte así cuando yo estoy en el hospital? ¿Por qué no cambiaste antes?
Definitivamente ese día era el de las verdades para Camus, le dolían pero era la verdad.
-Lo sé...yo me porté de la peor manera posible Manne...pero no lo vi con anterioridad.
Ella no pudo más y comenzó a llorar de nuevo.
-Yo siempre te demostré lo que sentía por ti, lo que me importabas y...a ti no te importó...no sabes cuánto me dolió eso...aún me duele.
Camus se acercó a ella y le tomó las manos, no le gustaba verla así desde el accidente, la culpa le acuchillaba.
-No llores por favor.- Dijo él tratando de abrazarla.
Haziel entró a la habitación y al ver a Mary Anne llorando le inquietó y más que Camus estaba tomándole de las manos.
-Lamento interrumpir pero se ha acabado el tiempo.- Dijo él con frialdad. Camus se separó de ella y lo miró rápidamente y luego volvió a ver a Mary Anne quien se limpiaba las lágrimas con sus manos.
-Me tengo que ir...puedo venir mañana si lo deseas.- Dijo Camus.
-Sí...está bien.- Dijo ella tratando de sonreír.
-Te dejaré pensar las cosas.- Camus caminaba hacia la salida pero antes miró a Haziel quien estaba claramente molesto pero decidió ignorar el acto.
Haziel respiró cuando la puerta se cerró y miró delicadamente a Mary Anne.
-¿Estás bien?
-Sí...-Contestó aun limpiándose los ojos.
-¿Estás segura? ¿Te hizo daño?
-No.- Contestó de inmediato.- Es sólo que soy muy sensible...me dejé llevar por el sentimiento...
Haziel se acercó a ella y le extendió un pañuelo, ella lo miró extrañada y lo tomó, le sirvió para limpiarse el rostro.
-Gracias...y lo siento por todo, sé que le dije que no quería verlo pero creo que fue lo mejor, no se moleste con él.
-Lo haré pero no puede estar pasando lo mismo.- Mary Anne asintió y dudaba si regresarle el pañuelo o no.
-Creo que tendré que comprar otro.- Dijo sonriendo levemente.
-No te preocupes, puedes quedártelo.- También le sonrió.
-¿Por qué puedo volver a llorar?.- Bromeó Mary Anne.
-Llorar tiene muchos beneficios pero a veces es injusto llorar por tristeza.
Mary Anne alzó amabas cejas sorprendida.
-¿Por qué piensas que estoy llorando por tristeza?
-Por el brillo de los ojos...por el tuyo en este caso.
Mary Anne bajó la mirada mordiéndose los labios.
-No sabía eso...pero es que estoy confundida.
-Lo entiendo, cuando estés lista podemos seguir con el procedimiento, aún tenemos que checar si hay secuelas.
-Está bien pero por ahora quiero ver a más personas.- Sonrió más entusiasmada.
Afuera.
Camus se acercaba a la sala de espera donde estaba Milo y Sory esperando, al verlo llegar ambos se levantaron.
-¿Cómo te fue?.- Le preguntó Sory.
-Espero que bien porque no por nada me llevé regaños.- Decía Milo.
-¿Regaños?.- Preguntó Camus algo distraído.
-Sí, el médico de Mary Anne salió y le preguntó a la enfermera que estaba con Milo que porque habías entrado a la habitación y ahí descubrieron todo el engaño.-Explicaba Sory.
-Por un momento creímos que te sacarían pero al ver que te tardaste pensamos otras cosas.- Dijo Milo sonriendo de oreja a oreja.
Camus miró a Milo y enarcó una ceja.
-¿Qué cosas?.- Preguntó el caballero de Acuario.
-Pues que entraste, la miraste a los ojos...le tomaste de las manos y le dijiste "Aquí está tu Camus...todo cambiará" y como aún te seguiste tardando pues a lo mejor y aprovechaste...-Decía Milo y Camus estuvo a punto de mandarlo hasta otra pared pero Sory se puso en medio.
-No nos peleemos, debemos estar felices por Mary Anne...¿Qué te dijo Camus?.- Cuestionó Sory.
Alisse se acercó a ellos tres con total enfado al ver a Milo.
-Mary Anne puede recibir más visitas.- Dijo a Sory y ella asintió emocionada.
-De acuerdo, gracias.- Dijo la morena y le enfermera se alejó para esperarla.- ¿Irás Milo?
-Mejor no...ya me metí en problemas, será en otra ocasión.
Sory asintió y fue con la enfermera para ver a la francesa.
-¿Y bien?.- Le preguntó Milo.- ¿Vas a contar lo que pasó?
Templo de Géminis.
-Ese está grande.- Decía Brissia a su hermana quien tomaba con sus manos una lagartija de la cola.
-Se mueve mucho.- Decía Venus poniendo el animal en un vaso.
-Este también.- Decía Brissia señalando otra lagartija.
Venus tomó el otro animal y lo puso igualmente en el vaso.
-Ya está, ahora hay que enseñárselos.- Dijo riéndose.
Saida estaba terminando de acomodar el comedor mientras que Dione lavaba los trastes y Kanon acomodaba el refrigerador. Dione se giró a ver dónde estaba Saida exactamente y al comprobar que estaba algo lejos, se giró a Kanon.
-Oye...¿No se supone que ayer estarías con otra mujer?.- Susurró.
Kanon estaba agachado y levantó la mirada para ver a Dione, rápidamente se fijó en Saida.
-Si lo estuve pero no pasó nada.
-¿Y cómo te encontraste con Saida?
-Pues...digamos que esa mujer me arrinconó y Saida se presentó en ese omento.
-¿Qué?.- Preguntó ella sorprendida y hasta un vaso de plástico se le resbaló de las manos.- ¿En serio?
-Sí...por poco me violan Dione.- Bromeó Kanon y ella le dio un golpe en el hombro.
-Eres un tonto...¿Y Saida?
-Pues digamos que pasó como de película, sólo faltó la lluvia.- Dijo sonriendo, la verdad y a pesar de que estaba bromeando, él se sentía muy bien por eso.
-Yo prefiero verte con Saida, no sé cómo sea la otra mujer pero para que haya tenido esa actitud contigo deja mucho que desear.
-Estoy consiente pero no pretendo acercarme a ella.
Saida estaba enajenada en la conversación que tenían ellos dos, ella estaba concentrada en sus pensamientos...otra vez había tenido sueños extraños que al despertar le habían quitado el sueño, por fortuna él no se había percatado. Ella estaba recordando el incidente de cuando se curó su herida...como deseaba contarlo pero no sabía cómo hacerlo.
Las gemelas se acercaron a Saida, la miraron curiosas y luego dejaron el vaso en la mesa. Saida no se dio cuenta de que ellas estaban cerca. Las gemelas se acercaron a Saida y le jalaron de la blusa. Saida se espantó un poco y bajó la mirada.
-Hola...-Dijo ella sonriente. Las niñas no respondieron al gesto muy bien.
-¿Quién eres?.- Preguntó Brissia.
-Mi nombre es Saida.
-¿Saida?.- Preguntaron las dos.
-Sí...
Las gemelas se miraron rápidamente y luego sonrieron.
-Quiero agua.- Dijo Venus y Saida asintió.
-Deja voy por un vaso...-Dijo la pelirroja pero ellas le abrazaron las piernas.
-Ahí está el vaso.- Brissia señaló un vaso de plástico que estaba en la mesa, el único.
-De acuerdo, entonces iré por agua.- Las niñas la soltaron y Saida sin fijarse en el contenido del vaso fue a llenarlo de agua, se acercó a una jarra la cual estaba en la barra y se dispuso a llenar el vaso, miró a las niñas quienes la miraban fijamente. Saida dejó de servir y se acercó a ellas nuevamente poniéndose de cuclillas.- Aquí está.
Las gemelas negaron a tomar el vaso.
-Tómale tú.- Dijo Venus tajante. Saida no se esperaba muy bien la reacción de ellas, la evidencia de que no era de su agrado era muy claro en esos dos pares de ojos y lo comprendía, para ellas era una extraña.
-Muy bien.- Aceptó lo que les decía y se acercó el vaso a la boca, las niñas la miraban con ojos brillosos de emoción. Saida comenzó a beber del agua mirando como pronto ellas se reían, no comprendió el motivo de su alegría hasta que sintió que algo le hacía cosquillas en los labios. Ella abrió sus ojos y se retiró el vaso de su boca, miró el contenido y al principio estuvo por gritar pero luego sonrió y suspiró aliviada.- Menos mal.- Dijo ella sonriendo más.
Las gemelas dejaron de reír y se miraron entre sí, no entendían porque Saida no estaba gritando por ver las lagartijas. Dione se acercó limpiándose las manos con una toalla y Kanon iba tras de ella, podía ver que sus sobrinas ocultaban algo.
-¿Por qué se ríen?.- Preguntó Dione y Saida se levantó por completo toda relajada.
-Sólo estábamos jugando.- Le enseñó el vaso con dos lagartijas adentro. Dione se espantó y chocó contra Kanon quien no entendía por qué dos animalitos se encontraban ahí.
-¿Qué hace eso ahí?.- Preguntó Dione alterada.
Kanon miró a las niñas quienes se habían ido a esconder...entonces comprendió todo.
-Yo las puse en el vaso, en seguida las saco.- Dijo Saida y Kanon negó.
-Tú no pusiste eso ahí, fueron ellas.- Dijo con total seguridad. Dione lo miró con la frente arrugada.- Si, tus hijas lo hicieron.- Pareció leerle las facciones de duda.
-¿Es eso cierto Saida?
-No creo que lo hayan hecho con intención.
Dione puso la mirada en el techo y se llevó una mano a la frente.
-No sé que les pasa, nunca habían hecho esto.- Dijo Dione. Kanon curveó los labios, que bueno que no sabía todo lo que hacían sus hijas, le estaba ayudando a no tener un ataque.
-De hecho...no te mencioné que ellas me rayaron la cara anoche.- Dione miró escéptica a Kanon.
-¿Cómo?
-Pues sí...tus hijas tienen tendencias Van Gogh o Picasso...pero practicaron en mi rostro, así salí en la noche.
Dione levantó las cejas muy impresionada.
-Tengo que hablar con ellas, no pueden empeorar las cosas.- Dijo determinante Dione.
-No espera, yo hablaré con ellas.- Dijo Kanon con seriedad y avanzó hacia el dormitorio donde vio que ellas fueron a esconderse.
-Iré a sacar esto.- Dijo Saida mirando el vaso. Dione se alejó de ella.
-Será lo mejor.
En el dormitorio.
Kanon entró y no vio indicios de sus sobrinas, buscó con la mirada en cada esquina o escondite hasta que visualizó que un pie se escondía debajo de la cama. Kanon resopló y se agachó de inmediato.
-Salgan de ahí.- Dijo él ligeramente molesto.
-No estamos.- Dijo Venus.
-¿Cómo que no están? Salgan ahora de ahí.- Kanon se levantó y se cruzó de brazos esperando que salieran de ahí. Pronto ellas sacaron la cabeza y salieron completamente, al levantarse pusieron expresión de un absoluto regaño.- Saben perfectamente lo que hicieron ¿verdad?.- Ellas no dijeron nada, sólo agacharon el rostro.- Quiero saber...¿Qué les pasa? ¿Por qué están haciendo tantas travesuras?
-Estábamos jugando.- Contestó Brissia.
-¿Tratando de espantar a la gente y pintándole la cara a los tíos?.- Enarcó una ceja.
Ellas querían reírse pero se contuvieron.
-Perdón.- Dijo Venus.
-No lo volveremos a hacer.- Le seguía Brissia.
-Eso espero...no se debe tratar así a la gente.- Dijo Kanon todo orgulloso de que había puesto orden en las gemelas.
-Pero tío Kanon.- Venus lo miró fijamente.- Tú nos dijiste que debíamos divertirnos.
-Cierto...y que tú habías hecho lo mismo antes.
Kanon se había quedado callado, vaya que sus sobrinas recordaban las anécdotas que les contaba se su niñez cuando se encargaba de molestar a Saga.
-Bueno sí les dije eso pero eso era antes, además yo tenía permiso.- Se excusó.
-¿De quién?.- Preguntaron las dos.
-De su padre y del mío, ustedes no pueden hacer eso.
-¿De papá?.- Preguntó Brissia arrugando la frente.
-Sí...de él.
-¿Por qué?.- Una pregunta al unísono.
-Porque siempre se enojaba y eso me hacía feliz, él era consciente de eso y siempre se lo permitió.- Volvía a excusarse pero si recordaba años atrás, era muy divertido cuando le hacía un montón de bromas a su hermano, había comprobado que el serio Saga podía espantarse, gritar y hasta tener miedo por las noches...vaya que se divertía.
-Pero eso era malo tío Kanon.- Dijo Venus inflando las mejillas.
-¡Tío Kanon molestaba a papá!.- Exclamaba Brissia con las manos en la cabeza.
Kanon volcó los ojos.
-Sí ya se los dije pero no tenemos por qué hablar de eso ahora...-Kanon empezaba a perder autoridad.
-¿Por qué molestabas a papá tío Kanon?.- Cuestionó Brissia y Venus le seguía.
-¿Qué te hizo papá?
Centro de Atenas.
Darlenne posaba sus manitas en el vidrio del aparador de juguetes, le llamaban la atención unas muñecas las cuales tenían unos vestidos muy llamativos pero lo que más le llamaba la atención era la casa de muñecas toda adornada.
Aioros estaba con Aioria sentados en una banca frente al local. Aioria estaba con Arjen quien quería bajar a caminar para irse con Darlenne pero no podía dejarlo ir, un descuido de microsegundos era suficiente para que se pudiera perder. Si el ataque al corazón que le podría dar no le mataba seguro que Marín lo haría.
-No sé por qué tú todo lo haces ver tan fácil.- Se quejaba Aioria mientras veía a Aioros todo relajado.
-¿A qué te refieres?
-Pues a todo esto de ser padre, yo no recuerdo que te quejaras de nada cuando cuidabas a Darlenne.
Aioros reía al ver a su hermano desesperado, cada vez que le tocaba a él cuidar de su hijo siempre se quejaba o hacía algo mal, por eso Marín se sentía más segura dejando a Aioria al cuidado de su hijo si estaba con Aioros.
-Te cuidé a ti, ya sabía más o menos lo que tenía que hacer.- Respondió Aioros.
-Si claro...yo insisto en que lo haces ver muy fácil además Darlenne fue más tranquila que él.- Señalando a su hijo quien estaba tratando de caminar lejos de Aioria pero este le tenía sujeto de los brazos.
-Sí lo es pero son niños después de todo, necesitan de los mismos cuidados.
-Pues sí pero siento que a veces Marín exagera, si él no me vuelve loco lo hace ella...la otra vez casi me corre con todo y maletas porque me distraje cinco minutos y Arjen se golpeó su manita por estar jugando con sus juguetes, no fue algo tan grave...
-Por suerte no te llevó a la delegación.- Bromeaba Aioros divertido por escuchar todas las quejas que expresaba su hermano.
-Seguro que lo hacía por maltrato de menores, mujeres...-Aioria suspiraba resignado.- ¿Por qué tienen que exagerar tanto?
Aioros le dio unas palmadas en la espalda en señal de apoyo.
-Tranquilo...sólo se preocupan por los hijos y es normal, además tienes que aceptar que eres un descuidado, tienes que poner más atención en lo que haces y estar muy al pendiente de tu hijo, no querrás ser un padre irresponsable y descuidado...cuando menos te des cuenta puedes perder a tu hijo, se más cuidadoso.
-Comprendo, y hablando de eso...¿Dónde está Darlenne?
Aioros miró hacia el frente donde estaba su hija y no la vio, se levantó y miró hacia todos lados y nada...vaya ironía, dándole consejos a Aioria sobre cuidar a los hijos y él había perdido de vista a su hija en cuestión de minutos, lejos de eso, su corazón empezaba a sentirse presionado por la angustia.
-¡Darlenne!.- Gritaba Aioros tratando con todas sus fuerzas de no desesperarse pero era inevitable.
-Si quieres voy a buscarla por acá.- Decía Aioria tomando a Arjen en brazos pero Aioros no le prestó atención.
Aioros continuó caminando y haciendo búsqueda visual por el camino pero al no ver pistas sobre Darlenne comenzó a preguntarles a algunas personas si había visto a su hija, ya se estaba desquiciando.
Pasaron minutos más y Aioros aún no podía calmar esa sensación de miedo, Darlenne no aparecía y Aioria tampoco llegaba, la impaciencia le calaba todo el cuerpo.
-¡Papá!.- Aioros se giró rápidamente y vio a Darlenne, corría hacia ella y la abrazó con mucha fuerza.
-¡¿Dónde te metiste Darlenne?!.- Demandó saber molesto pero a la vez feliz de ver que su hija no presentaba ningún problema.
Darlenne comenzaba a sentirse mal por ver a Aioros así, era raro verlo molesto.
-Se distrajo viendo unos juguetes.- Dijo una chica de cabellos rubios y ojos platinados. Aioros la miró fijamente a la mujer y sonrió lo mejor que pudo, aún temblaba por el susto.
-Papá...quería ver unos juguetes.- Dijo Darlenne queriendo llorar, Aioros la miró de nuevo con más alegría.
-No vuelvas a hacerlo.- Puso su frente en la de ella.- Me asustaste demasiado, no sabría qué hacer si te perdiera.- La abrazó de nuevo y ella se llevó las manos a los ojos. Aioros miró a la chica que aún seguía ahí observando la escena enternecida.
-¿Tú la encontraste?.- Le preguntó.
-Sí...la vi en la vitrina y me acerqué a saludarla, al no verte me alarmé y decidimos buscarte.- Contestó.
-Gracias Danna, no sabes cómo te lo agradezco.
-No es nada, de verdad...
Danna era la profesora de Darlenne y se había vuelto amiga de Aioros desde hace dos años.
-Lo siento si esto te ha quitado tiempo.
-Claro que no.- Se acomodaba el bolso.- De hecho ya me iba, he hecho las compras necesarias.
-Ya veo...¿Quieres que te ayude?.- Se levantó Aioros tomando de la mano a Darlenne.
-Así estoy bien Aioros.- Sonrió más.- Tú debes estar ocupado.
Aioria llegó pronto, estaba alarmado también de no encontrarse con Darlenne pero al verla junto Aioros se sentía mejor.
-Aquí están, por poco pensé que se habían ido.- Bajó a Arjen y este se fue caminando con Darlenne y la abrazó sonriente. Miró a la chica también y de inmediato la reconoció.- Hola Danna...¿Tú por aquí?
La chica puso rostro divertido e irónico.
-Eso supongo.- Se rio.
Aioria miró de reojo a Aioros y se aguantó la risa.
-Creo que Marín vendrá pronto, además Arjen tiene sueño, será mejor que me vaya.- Decía el caballero de Leo.
-Nos vamos entonces.- Añadía Aioros pero su hermano se negó.
-No es necesario, aún te faltan algunas compras por lo que tengo entendido.- Se acomodó la pañalera y tomó a su hijo en brazos.- Nos vemos en el Santuario Aioros y Darlenne...ten más cuidado.- Le habló con seriedad y su sobrina asintió. Aioria se fue caminando apresurado.
Aioros se quedó ahí parado junto a Danna.
-Así que tienes que comprar aún cosas.- Habló la chica después de varios segundos.
-Sí...son pocas y además pensábamos ir a comer.- Dijo Aioros mirando a su hija.- ¿Quieres venir?
Danna pestañeó de par en par por la petición. Darlenne se acercó a ella y le tomó de la mano.
-Vamos.- Le decía la niña. Danna la miró curiosa.
-¿Quieres que vaya?
-Sí.- Dijo Darlenne y entonces ella miró a Aioros asintiendo.
-Si no te incomoda entonces acepto.
Hospital.
Minutos después...
Sory estaba platicando con Mary Anne ya desde hace un buen rato, no pensó que encontrarse con ella sería demasiado emocional pero lo fue...había llorado desde el primer momento en que la vio y Mary Anne hizo exactamente lo mismo, se abrazaron y luego se limpiaron las lágrimas, por último se habían sentado a platicar, Sory en ningún momento habló sobre el accidente como Haziel bien les indicó, ya llegaría el momento de hablar de eso.
-Esa es la razón de porqué Camus entró aquí.- Sory había terminado de explicarle las cosas a Mary Anne sobre la infiltración de Camus, Mary Anne se sentía agradecida con Milo.
-Milo no ha cambiado y ha demostrado que es un buen amigo.- Dijo la francesa.
-Sí lo es...algo loco pero en fin.- Sonrió.- Ha estado actuando raro últimamente, sobre todo ayer y hoy, no sé qué le pasa.
-¿Por qué lo dices?
Sory se encogió de hombros y sopló.
-Se puso todo raro porque decidí venir a verte, desde ese momento...pero dejando de lado eso, quiero hablar más sobre ti...¿Qué pasó con Camus?
Mary Anne esbozó media sonrisa y se acomodó los cabellos atrás de su oreja.
-Se mostró diferente, me extraña verlo así.
-¿Cómo?
-Pues...más afectuoso, algo que nunca hizo conmigo y no comprendo el cambio repentino.
Sory podía hacer una suposición sobre lo que le pasaba a Camus pero apartado de eso, ella dudaba que le hubiera contado la verdad de lo contrario se habría alterado, la conocía.
-Es raro por lo frío que es pero a lo mejor está arrepentido.
-A lo mejor no...está arrepentido, al menos es lo que me dijo.
Mary Anne comenzó a jugar con sus dedos mientras tocaba sus labios, aún sentía el beso de Camus.
-¿Y luego?.- Preguntó Sory muy interesada, quería ver a Mary Anne feliz y Camus estaba dispuesto a hacerlo esta vez.
-Él...me propuso estar cerca de mí, dice que soy importante para él y además de eso...me besó.- Dijo apenada, no podía controlarlo. Sory abrió la boca sorprendida.
-¿Te besó? ¿Es en serio?
Mary Anne asintió, comprendía que era difícil de creer.
-Sí, lo sentí muy diferente Sory y estuve a punto de decirle que yo también quería estar con él pero...no sé, no quiero seguir sufriendo.
-Pues claro que no aunque ya lo hizo muchas veces y hubo consecuencias a ello.- Se llevó la mano a la boca disimuladamente cuando se dio cuenta de lo que había dicho pero Mary Anne no se molestó en preguntar de qué hablaba, estaba pensativa.- ¿Y qué piensas hacer?
-No sé...estoy confundida, no quiero cometer los mismo errores.
-En eso tienes razón.- Asintió la morena.- No debes dejársela fácil, aunque lo quieras.
Mary Anne masajeó sus mejillas todavía pensativa, no estaba segura si sería capaz de controlar sus sentimientos y emociones.
-Por cierto...¿Cuándo saliste del hospital?.- Preguntó impresionada. Sory se quedó atónita y confundida.
-¿Cuándo salí? ¿De qué hablas?
-Shion nos dijo que habías perdido a tu bebé...
Sory rememoró ese episodio doloroso pero la pregunta de Mary Anne le consternaba.
-¿Eso es lo último que recuerdas?
Mary Anne hizo una mueca forzada, estaba tratando de cerciorarse pero al final sabía que era eso.
-Sí...recuerdo que estaba con Sine y Clara e íbamos a verte...sólo eso pero creí que estarías más tiempo en el hospital, te ves bien...perdona por decirlo.
Sory no podía creerlo, Mary Anne de verdad que no recordaba su accidente, no sabía si eso era bueno o malo, sólo sabía que tarde o temprano se enteraría que habían pasado cinco años desde ese momento.
-Estoy bien, salí pronto.- Mintió.- Me dolió tengo que aceptarlo, quería a ese bebé pero pues no pudo ser...-Dijo con tristeza.
-Lo siento, no debí hablar sobre eso.
Sory sonrió y ladeó la cabeza.
-No te preocupes, Milo y yo pudimos aceptarlo y salir adelante, cada uno por su lado, sólo somos amigos ahora.
-Aún me culpo por lo que pasó en ese lugar, si yo hubiera sido más atenta con las bebidas...
-Ya deja de culparte, yo no lo hago ni nadie más...es pasado y prefiero no tocar el tema pero en verdad no te culpo de nada...mejor hay que hablar de cosas alegres, Dione y las demás querían venir a verte, todos de hecho pero Saori nos dijo que sería mejor para ti si no te hostigábamos tanto, por eso decidió que nos turnáramos en venir.
-¡¿En serio?! ¡Que emoción!...ya quiero verlos también, supongo que Dione y Saga vendrán juntos, me alegro por ellos y por su bebé, ya quiero saber que será.
Sory se mordió los labios, era difícil hablar de algo sin que Mary Anne lo relacione con el pasado, habían pasado muchísimas cosas en su ausencia, no podría estar mucho tiempo más ahí, podría llegar el momento en que quisiera decirle la verdad.
Templo de Géminis.
-Ya se tardaron...¿Qué estará haciendo Kanon?.- Se preguntaba Dione en voz alta. Saida se hundió de hombros.
-No lo sé pero ya pasaron varios minutos...vamos a ver.
Dione asintió y las dos se dirigieron al dormitorio, al abrir la puerta quedaron desconcertadas por lo que veían.
Ahí podía verse a Kanon sentado en la cama con postura aburrida y la mejilla recargada en su mano mientras que frente suyo estaban las gemelas hablando con él o más bien, regañándolo...vaya ironía, Kanon había ido a regañarlas y él resultó ser el regañado.
-Pobre de papá.- Decía Brissia agarrándose las mejillas.
Venus miró a Dione que había entrado a la habitación y fue con ella.
-¡Mamá! ¿Por qué tío Kanon molestaba a papá?
-Ya les dije que era un juego, que necias son.- Decía Kanon con hastío.
-Kanon...¿No se supone que eras tú quien hablarías con ellas?.- Preguntó Dione demandando saber aunque tenía ganas de reírse.
-Precisamente ese era el plan pero nunca pensé que tus hijas fueran defensoras fieles de Saga, mira que he recibido más sermones de ellas dos que lo que me reclamaba Saga.- Dijo Kanon estirando los brazos al cielo.
Brissia se acercó a Kanon y le abrazó la pierna.
-Te quiero tío Kanon pero papá sufrió cuando lo aventaste a un charco.
-Y cuando le cortaste el cabello.- Añadía Venus.
Dione y Saida miraron a Kanon riéndose, era cómico ver esa escena.
-Ahí van de nuevo...en mi vida les vuelvo a contar de mi niñez.- Dijo Kanon cayendo rendido en la cama, sorprendentemente tenía un dolor de cabeza.
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