Oscuro Misterio
10:56 p.m
Ambrosía había salido del local hace pocos minutos, tomó los inciensos y salió como ráfaga de ahí, ni se preocupó en cerrar ni en meter las cosas, su cabeza ahora estaba fría y se sentía muy avergonzada por lo que hizo. Ella había despertado poco a poco, sentía mucha relajación pero lo sorprendente es que no había despertado en su cama si no en el suelo de su local. Levantó la cabeza confundida y sintió un peso sobre su cuerpo. Miró lentamente a su cintura y vio una mano pero lo que más le espantó fue verse desnuda, hasta un tic nervioso le dio. Se giró lentamente a su espalda y se quedó helada al ver que ese "sueño" excitante no era falso. Shaka también había abierto sus ojos muy asombrado, de inmediato quitó su brazo y Ambrosía se levantó recogiendo sus cosas y cambiándose...pronto salió de ahí y ahora estaba por llegar a su casa. Puso la llave en la perilla y abrió la puerta con cuidado, encontró todo apagado y sintió un alivio...un alivio que le duró poco desde que se encendió una luz.
-¡Ambrosía!.- Exclamó Cassandra en una mezcla de angustia y sorpresa. Ambrosía sintió helado el cuerpo.
-H-Hola...¿Qué haces?.- No tuvo mejor pregunta que hacer que esa. Cassandra enarcó una ceja.
-Normalmente a estas horas puedo hacer dos cosas...una, duermo y la segunda la censuro pero tiene que ver con Shura.- Sonrió coqueta. Ambrosía puso gesto de desagrado.
-¡Ya te dije que no tengo que saber eso!
-Era un comentario, lo que me interesa saber es...¿Dónde te metiste?...Cielos, jamás pensé preguntarte esto...¿Qué son estas horas de llegar?
Ambrosía se mordió los labios y puso la caja de los inciensos sobre el sofá.
-Es temprano ¿no?
-¿Temprano?...Son las once de la noche...¿Te encuentras bien?
-Por supuesto.- Dijo claramente nerviosa. Cassandra la examinaba con la mirada, parecía detector de "mentiras" en ese instante, algo le decía que iba a descubrirle todo lo sucedido.
-¿Estás drogada?
-¡No! Sólo llegue tarde...¿Qué problema hay con eso?
-Que parece como si hubieras cometido un crimen, tu cara lo delata.
-Debes estar loca...-Dijo torvando una ligera sonrisa.
La castaña se acercó a ella y le olfateó al percibir un olor raro.
-Tampoco fumé si es lo que piensas.- Dijo Ambrosía sintiéndose incómoda por el acercamiento. Cassandra la miró con espanto y no pudo descifrar el por qué cambió de expresión.- ¿Por qué me ves así?
-Por favor...dime que estabas sola.
La frase de Cassandra le heló más el cuerpo.
-¿Por qué me...lo dices?
Cassandra miró la caja que había llevado Ambrosía y puso semblante con dudosa expresión.
-¿Estabas con Shaka?
-¿Qué? Por supuesto que no.- Se puso colorada.
-¡Estabas con Shaka! ¡Cielo santo!.- Se puso las manos en la cabeza.- No me digas que tú y él...- Puso cara de sorpresa y casi risa. Ambrosía puso una mano al frente.
-Espera...¿Por qué llegas a estas conclusiones?.- "Y muy ciertas" Pensó.
-Es que...por el olor de tu ropa, me dice que encendiste esos inciensos del "amor".- Entrecomilló con los dedos.
-¡¿Tú como sabes de esos inciensos?!.- Demandó saber, ya todo era muy sospechoso.
-Porque...¡Oh cielo santo! ¡¿Te acostaste con Shaka?!
Ambrosía sentía que le habían atravesado con una lanza.
-¡Contesta lo que te pregunté!.- Dijo molesta y más avergonzada.
Bueno ya...pero no puedo decírtelo bien si ya me dijiste que no quieres escuchar indecencias de mí y de Shura.
Ambrosía no sabía cómo más reaccionar, Cassandra se estaba burlando prácticamente y parecía saber más de lo que ella se preguntaba.
-¿Qué tiene que ver Shura en esto?
-Pues todo...lo que pasa es que hace mucho tiempo experimentamos con unos inciensos afrodisiacos y fueron tan poderosos que no tardamos en terminar en la cama, quisimos repetirlo e intencionalmente solicité inciensos así cuando hiciste el pedido de tu material, pensé que no te darías cuenta...lo que no pensé es que terminarías curioseando y experimentaras...no sé si envidiarte, mira que en la mañana dijiste que Shaka te gustaba y ahora...-Cassandra dejó de hablar al ver a Ambrosía a punto de querer explotar en gritos y reclamos, era la primera vez que la veía así. Su cara estaba como deformándose por cada gesto que hacía, hasta un tic nervioso volvió a verse en su rostro.
-¡Así que fuiste tú la que ordenó esas cosas! ¡Y yo pensando que me había equivocado o que me las habían mandado por error! ¿Cómo pudiste?! ¡¿Sabes todo lo que pasó?! ¡Me siento avergonzada! ¡Ahora no podré ver a Shaka de la misma manera!.- Los ojos de Ambrosía se llenaron de lágrimas.
-Yo...lo siento, no pretendía que tú te...
-¡Olvídalo!.- Dijo tomando la caja de incienso y yéndose a su habitación con mucho enojo. Al llegar cerró la puerta con seguro y de inmediato fue a acostarse en su cama, las lágrimas seguían cayendo por sus mejillas...
"Así que era eso" Pensó con coraje, por culpa de esas "cosas" había perdido a un amigo y su virginidad. ¿Cómo ponerse ante eso? Se sentía terrible, vaya que intentó no hacerle caso a sus sensaciones pero no pudo evitarlo.
Templo de Géminis.
Saida había ido junto con Kanon, Sienna y Sine a ver a Athena desde hace un buen rato, Dione se había quedado en el templo con las gemelas quienes estaban bien entretenidas dibujando en el suelo. Dione estaba en su habitación, estaba a punto de quedarse dormida y batallaba contra eso, estaba acostada y podía escuchar a lo lejos las voces de sus hijas...se sentía cansada como para regresar a la morada, estaba segura que se quedaría dormida en poco tiempo.
En la sala estaba Venus y Brissia solamente, con sus crayones dibujaban en hojas lo primero que se les había ocurrido.
-¿Estás dibujando a mamá?.- Le preguntó Brissia a Venus observando su dibujo mientras que la segunda estaba bien concentrada.
-Sí...y a papá también.- Contestó. Brissia frunció el ceño porque consideraba que los dibujos de su hermana estaban mejor que los de ella, Brissia también dibujaba a sus papás.
Mientras ambas estaban entretenidas, una sombra se esparcía a sus espaldas y se había quedado quieta desde hace momentos, observaba a las gemelas quienes ni cuenta se dieron de lo que estaba tras de ellas. El dueño de la sombra las miraba fijamente, estaba estático.
-¡Me copiaste!.- Exclamó Venus al ver el dibujo de Brissia.
-¡Tú hiciste lo mismo!.- Ambas se enseñaron la lengua y haciendo un mohín la nariz, se retaron con la mirada un par de segundos y luego volvieron a lo suyo.
-La sombra empezó a moverse con cautela acercándose más a ellas, un brazo se estiró lentamente, a punto de tocar los cabellos de las gemelas.
-Niñas, ya es hora de...-Dijo Dione saliendo de la habitación y se quedó callada, había visto a alguien detrás de sus hijas y si sus ojos no la engañaban, creía saber quién era.
-¡Mamá! ¡Mira!.- Brissia levantó su dibujo y se lo enseñaba a Dione mientras seguía acostada. Dione tenía toda su atención puesta en la salida del templo.- ¡Mamá!.- Insistió.
-¡Mira el mío! ¡Mira el mío!.- Exclamaba Venus haciendo lo mismo pero Dione seguía sin prestarles atención.
-Está bien, ahorita me dicen.- Les dijo Dione saliendo del templo. Las gemelas se miraron entre sí y volvieron a colorear.
Dione buscó desesperadamente con la mirada todos los alrededores, juraba que había sido él. Bajó unos cuantos escalones pero no alcanzó a verlo, desilusión corría por su mirada. Sólo pasaron unos segundos cuando se resignó, debió haber sido una alucinación...pronto volvió a subir los escalones para regresar al templo.
-Dione...
Dione se quedó estática, esa voz la conocía y de inmediato sintió que su corazón se le comprimía. Ella se giró poco a poco hasta dar la vuelta completamente...sus ojos índigo se quedaron pasmados al verlo.
-¿Saga?.- Preguntó dudosa al verlo. Saga estaba parado frente a ella pero no tenía la misma apariencia que se le conocía. Sus cabellos eran negros y sus ojos eran aguamarina. Dione lo analizó completamente, tenía puesta una armadura negra muy parecida a la de Géminis. Pronto se dedicó sólo a sus ojos los cuales expresaban suma frialdad.- ¡Eres tú!.- Dijo poniendo sus manos sobre su boca, tenía ganas de gritar y llorar, lo segundo no tardaría demasiado, sus ojos se cristalizaban más.
Él esbozó una sonrisa seca.
-Yo no soy quien tú crees.- Contestó, encima era su misma voz...Dione no tenía duda.
-¡Claro que eres Saga! No me mientas...-Se acercaba más a él, sus manos temblaban al igual que su labio inferior. Él la miraba, sabía que estaba a punto de llorar y al ver que se acercaba más a él dio un paso hacia atrás.
-Yo no te conozco.
-Acabas de decir mi nombre, es lógico que sabes quién soy.- Dione no puso más, la emoción le ganó y de un paso veloz se acercó a él abrazándolo y sus lágrimas resbalaron por sus mejillas. Él no correspondió al abrazo y enarcó una ceja como si no comprendiera lo que pasaba.
Dione no sentía sus brazos corresponderle pero casi no le importó, le alegraba volver a verlo, hace años que había esperado ese momento y ahora lo abrazaba aunque luciera diferente, todo su instinto le decía que era él. Levantó la mirada para volverlo a ver y deshizo su abrazo.
-¿Dónde te metiste?.- Le preguntó sin recibir respuesta. Él arrugó levemente su frente y desvió su mirada.- Contéstame...¿No te das cuenta de lo que siento en estos momentos? ¿De lo feliz que estoy?
-No soy quien tú crees, te lo repito.- Dijo secamente poniéndose de espaldas. Ella puso semblante incrédulo, no lo entendía.
-Eres Saga, estoy segura...aunque ahora luzcas muy diferente...-Él cerró los ojos con liviano fastidio y apretó sus puños un poco y comenzó a avanzar poniendo distancia entre ellos. Dione con temor de que volviera a irse se acercaba más a él hasta tomarle del antebrazo, fue ahí cuando él se detuvo.- Por favor...no te vayas, cuéntame todo lo que te ha pasado...pero no te vuelvas a ir.
-No pertenezco aquí...será mejor que me sueltes.- Le dijo con voz sutil.
-No lo haré, he esperado por ti, no me pidas que me aleje de nuevo.
-Es que yo no soy quien tú crees, estás equivocada...
-No lo estoy...
Él se giró lentamente a verla, Dione aún no lo soltaba.
-Yo no soy Saga...ten en cuenta eso.
-Si no eres Saga, ¿Entonces qué haces aquí y porqué sabes mi nombre?.- Preguntó al sentir molestia al escuchar las negativas de él.
-Mis motivos de porqué estoy aquí no te los puedo decir y sobre ti...-Miraba a Dione quien estaba impaciente por escucharlo.- Sí te conozco...nos conocemos.
-Ya lo sé, porque eres Saga...-Él negó con seguridad.
-Yo no soy Saga, te lo repito...mi nombre es Zacros.
-¿Za...Zacros?.- Dione no pudo ocultar su asombro ante lo que escuchaba.- Yo no conozco a nadie con ese nombre...¡Por favor deja de mentir!
-Sí sabes quién soy...yo era quien una vez te quiso matar.- La confesión congeló a Dione, sus ojos eran muy expresivos, estaba confundida.
-No te entiendo...
-Haré que te acuerdes...-Él le tomó del cuello sutilmente hasta poner un poco más de fuerza, ella estaba asustándose.- ¿Te acuerdas cuando te tomé de esta manera? ¿Cuándo te puse en contra de una pared? De no ser porque vinieron a ayudarte yo te habría matado.
Dione rememoró esos momentos cuando en el templo de Géminis estaba con Saga y él estaba fuera de sí, cuando no lo reconocía y cuando la atacó al tener seis meses de embarazo, esa escena la había dejado atrás por el inmenso dolor que le provocaba.
-Eso no...
-Fui yo...no quien tú crees, así que deja esa incredulidad que tienes ahora.
-Entonces tú...¿Tú eras quien manipulaba a Saga? ¿Es lo que me estás tratando de decir?
-Sí...esa es la verdad, sólo que en ese momento él se resistía a cooperar, ahora ya no...
Dione quería soltarse de él, aunque no ejerciera fuerza en ella, todo lo que le contaba tenía sentido, ya lo sospechaba desde hace años.
-Te exijo que me digas toda la verdad y que dejes a Saga en paz.-Dijo más molesta y él la acercó más a sí.
-Lo dejaré cuando abandone este cuerpo, mientras tanto te quedarás esperando.- Él le miraba sus azules ojos que ahora expresaban enojo, eso le hizo delinear una sonrisa.- A pesar del tiempo no has cambiado demasiado, sigues siendo hermosa pero ingenua...- Acercaba más su rostro al de ella. Dione puso sus manos en él para alejarlo al sospechar las intenciones que tenía pero él con su otra mano la rodeó por la cintura con fuerza.
-¡No te atrevas a hacerme nada! ¡Vete!
-No intento hacerte daño esta vez...-Él estaba acercándose cada vez más hasta besarla aunque no le fuera correspondido. La conexión duró sólo segundos hasta que la soltó de repente. Dione retrocedió mirándolo con ganas de golpearlo, lo veía sonreír y eso incrementó su rabia. Cuando iba a golpearlo él se alejó con velocidad de ahí.
Dione iba a ir tras él pero no podía dejar solas a sus hijas, podría tratarse de una trampa. Se quedó ahí guardando su frustración, coraje y confusión. Pasó sus dedos sobre sus labios, los labios de Saga le habían tocado, le habían besado pero no había sido él sino el responsable de que Saga no estuviera ahí, él lo había manipulado y alejado de todos, tenía que saber quién era realmente.
Morada.
-¿Te vas a quedar aquí?.- Preguntó Kanon con escepticismo. Saida le miró sonriente.
-Sí, quiero estar con Sienna y las demás, deseo hablar con ellas más tiempo.
Kanon estaba inconforme y esta vez no trataba de ocultarlo. Sienna y Sine los dejaron solos afuera, no querían incomodar la situación.
-Pensé que te quedarías...en el templo.- Repuso. Saida rio muy divertida.
-¿En el templo o contigo?.- Preguntó. Kanon sonrió después.
-Es lo mismo.
Ambos se dedicaban una mirada de complicidad, recordaban lo que habían pasado en ese templo.
-Bueno...nos vemos mañana.
-Sí...cierto, mañana tengo que cuidar a las gemelas, Dione no va a estar.- Saida curveó los labios.
-¿Quieres que te ayude?
-¿Estas segura?.- Le preguntó con desconcierto.
-Por supuesto...¿Por qué no habría de querer?
-Por todo lo que hicieron...¡Vamos! Estamos solos, no tienes que fingir más...acepta que son un par desesperante.- Bromeaba. Saida reía amenamente.
-Lejos de sentirme asustada me siento bien porque he logrado un avance con ellas, por lo menos ya no me ven tanto como una amenaza pero si me siguen teniendo algo de desconfianza.
-Estoy sorprendido, no sé qué hiciste pero admiro que no te molestes por las travesuras que hicieron, incluso yo no tuve tanta paciencia.
-Pero al menos estoy segura de lo mucho que las quieres.- Lo abrazó de improviso, su alegría era incalculable cuando estaba junto a él. Kanon incumbió al abrazo poniendo su mejilla sobre su cabeza.
Adentro.
-¿Ya te sientes mejor?.- Le preguntaba Sine a Sienna cuando se acostó inmediatamente en su cama.
-Sí...estoy mejor pero no bien.- Dijo neutral acomodando la almohada debajo de su cabeza.
-¿Quieres que te prepare algo?
-No, nada...así estoy bien, sólo necesito estar así acostada unos minutos.
Eufrosine no insistió más y fue a darse un baño, aún sentía arena en su cuerpo además de la sal del mar que se le debió quedar sobre su piel ya que comenzaba a irritarle.
Sienna estaba queriéndose dormir, había sido un día muy largo lleno de emociones constantes. Ella se sentía enojada por todo lo que le pasó, si era exagerada había experimentado algo cercano a la muerte cuando sintió caer al mar y vaya que tuvo suerte al ser rescatada ni siquiera recordaba cuando perdió el conocimiento.
Saida entró a la casa con una sonrisa enorme en su rostro que poco a poco se fue desvaneciendo al ver a Sienna algo decaída, no había tenido tanto tiempo como para platicar con ella las últimas horas, sabía que algo le ocurría por lo bien que la conocía.
-Sienna...¿Podemos hablar?
Sienna levantó un poco la cabeza para ver a su amiga.
-Sí pero siéntate aquí, no tengo muchas ganas de levantarme.- Le dijo palmeando el colchón. Saida se acercó y se sentó donde le decía.- Cuéntame de todo lo que te ha pasado mientras no nos comunicamos.
-Lo haré pero primero quiero saber de ti...¿Qué te pasa?
Hotel
11:20 p.m
Sory y Milo seguían ahí en la habitación, estaban acostados sobre la cama pero pronunciadamente separados, cada uno estaba en un extremo y ambos miraban hacia el techo o mejor...hacia el gran espejo que estaba en el techo.
Sory al ver su reflejo recordaba cómo horas atrás había visto su cuerpo mezclado con el de él, una figuración que no pensaba vivir completamente sobria y libre de drogas.
Milo puso sus brazos detrás de su cabeza, pensaba en la misma experiencia, estaba más acostumbrado porque era ese el tipo de relación que llevaba con las mujeres sólo que con la diferencia de que Sory era su amiga.
-¿A qué hora nos vamos a ir?.- Preguntó ella rompiendo el silencio y entrelazando sus manos.
-No lo sé...me siento cansado.
Las palabras le hicieron sentir un escalofrío, era mejor que ella pensara fríamente.
-¿No pretenderás que nos quedemos toda la noche?.- Preguntó mientras que internamente imploraba porque se fueran ya.
-No creo que haya tanto problema si nos quedamos así como estamos parecerá que dormimos solos.
-Pero es que es raro...-Se sentó en la cama cubriéndose con las sábanas.-Yo deseo irme al Santuario.
-Yo también pero estoy cansado...¿Acaso tú no?.- La miró fijamente. Sory despegó la vista de él rápidamente y se cruzó de brazos.
-Eso no tengo por qué contestarlo.
Milo se carcajeó, había notado la incomodidad de Sory y a pesar de ver algo de molestia en sus ojos no paró de reír.
-¿Es normal que te pongas avergonzada después de tener relaciones?.- Le preguntó Milo. Sory no esperó más y tomó una de las almohadas para comenzar a golpearlo. Milo ponía sus manos evitando los golpes suaves.
-¡Deja de decir o preguntar esas cosas!.- Exclamó ahora riéndose ella.- Si mi hermano no te golpeó bien yo sí puedo hacerlo.
-Ya me quedó claro.- Dijo una vez que quedó acostado de nuevo con la almohada encima de él y Sory mirándolo fijamente.
-Eres un tonto y no me cansaré de decirlo.- Le dijo riendo más.
-Ya lo sé...siempre me lo recuerdas tú y Camus...por cierto, me pregunto...¿Qué pasará ahora que Mary Anne despertó?
Sory dejó de reír poniéndose seria, cuando habló con Mary Anne se contuvo de decirle toda la verdad.
-Milo...con todo esto que pasó, olvidé decirles lo que me enteré cuando hablé con ella.
Milo puso más atención que antes.
-¿Qué fue de lo que te enteraste?
-Es que ella...-Apretó la almohada con sus manos.- Ella no recuerda su accidente, se quedó con la idea de que iría a verme, cuando pasó lo de mi...aborto.- Milo alzó las cejas
-¿De verdad?
-Sí...al parecer piensa que han pasado días desde que ella está en el hospital pero por lo que me di cuenta, no está muy interesada en saber por qué fue atropellada ni cuánto tiempo lleva ahí...es decir, hace preguntas pero pronto se le olvida y cambia de plática o de pregunta.
-Pensé que ella ya sabía la verdad sobre su accidente.
-Pues al parecer no y además está muy confundida por el cambio repentino de la actitud de Camus...si piensa que han pasado días es lógico que se pregunte porqué él ha tomado otra decisión.
Milo se quedó callado al comprender la situación, Camus tendría que haberle dado un poco más de tiempo y no haberle hecho esa proposición a Mary Anne tan pronto.
-Tendré que hablar con él sobre esto.
-Sí...yo la verdad no quise decirle nada a Mary Anne, sentí que yo no era la indicada pero pronto se puede enterar de la verdad, lo que me preocupa es que se llegue a sentir mal cuando le digan...decirle que han pasado cinco años desde el accidente no es sencillo de asimilar.
-Lo sé...supongo que Camus debe estar contemplando eso, lo conozco.
-Eso espero...pero algo, me dice que ella no se lo va a tomar nada bien.- Se levantó y se volvió a acostar cubriéndose con las sábanas.
-Yo también lo creo pero lo que también pienso es que lo comprenderá, no creo que le tome rencor, Camus no tiene la culpa.
-Sí...a ver qué pasa en la mañana.- Dijo apagada, no podía evitar sentirse angustiada.
Morada
Una hora después...
Saida había platicado con Sienna un buen rato, Sienna le había resumido todo lo que le había pasado ese día y de porque estaba tan voluble. La pelirroja le dio apoyo moral e hizo reír a su amiga aligerando sus tensiones además de sentirse preocupada cuando le dijo que había caído al mar, Saida comprendía que Afrodita no lo había hecho apropósito pero Sienna, comprendiendo esto también no podía dejar de sentirse así, lamentaba haberse levantado esa mañana. Cuando ambas terminaban de platicar llegó Clara, nadie sabía por qué había regresado tan tarde pero no se había animado a confesar nada, había saludado y se había ido a acostar, mañana podrían platicar mejor.
Ahora todas dormían excepto Sienna quien al no poder conciliar el sueño fue a bañarse y ahora se había acostado en su cama, estaba leyendo un libro en lo que se le secaba el cabello. Humedeció su dedo para dar vuelta a las páginas. Siguió este procedimiento minutos más hasta que escuchó que alguien tocaba la puerta. Sienna levantó la mirada, estaba desconcertada. Miró a las demás pero estaban durmiendo plácidamente, luego checó el reloj y marcaban pasadas de las doce...¿Quién tocaría a esa hora? Sólo le dio un mal presentimiento.
Se levantó de la cama y debajo de ella sacó un tubo de metal algo pesado, hace tiempo se lo encontró y creyó que le sería útil en alguna ocasión...ese día había llegado. Se puso detrás de la puerta y no vio sombra alguna, posiblemente se estaba escondiendo. Con una mano tomó bien fuerte el metal y con la otra abrió la puerta rápidamente pero no encontró a nadie. Sienna frunció el ceño y movía su vista a los alrededores pero no encontró a nadie, se le hizo más raro. Ella estaba por salir de la casa hasta que sintió que pisaba semi blando, un crujido se escuchó. Sienna bajó la mirada y alzó las cejas con impresión, había un ramo de rosas rojas en la entrada. Ella se agachó a recogerlas dejando el tubo a un lado, tomó una entre su mano, era muy hermosa...también observó que entre las rosas había una nota. Dejó la que había agarrado y tomó el trozo de hoja con su mano, la desdobló y la leyó:
"Sienna...Sé que no te gustan las rosas pero al menos te sacarán una sonrisa...perdóname por todo"
Sienna inmediatamente sonrió, ese mensaje le había alegrado, justo como lo expresaba. Ella levantó la mirada y volvió a buscar al dueño de dicho regalo pero nada...al parecer se había ido. Tomó el ramo con más afán y entró a la casa donde inmediatamente buscó un florero grande y las colocó ahí...ese mensaje estaba en lo cierto, sus flores favoritas no eran las rosas pero entre más veía el adorno más se encariñaba, tal vez cambiaría de opinión muy pronto.
Unas horas después...
8:46 a.m
Templo de Aries.
Mu no había dormido precisamente bien, él solía moverse de un lado para otro cuando dormía pero ahora cada vez que lo intentaba le dolía su brazo y su cabeza, jamás había sufrido fracturas, ahora sabía que se sentían horribles. Al momento que despertó vio que Alisse asomaba su cabeza a la habitación con sigilo y al verlo despertando sonrió y entró a la habitación.
-Buenos días señor Mu. ¿Cómo amaneció?.- Preguntó con mucha amabilidad.
-Mal...casi no pude dormir, esta cosa molesta y hasta pica.- Se quejaba, había olvidado que la enfermera estaba ahí de no ser porque la vio.
-Al principio es difícil pero poco a poco irá aceptándolo.
-Lo dudo.- Dijo resignado.
-¿Desea algo de comer? Seguro que sí ya que ayer no quiso ni comer ni cenar, debe tener hambre.
Mu no quería aceptarlo tan fácil pero la verdad era que se moría de hambre.
-Sí...eso estaría bien aunque me siento raro que alguien a quien apenas conozco cocine para mí.
-Comprendo pero recuerde que es por su bien.
-Precisamente yo creo que por eso exageraron, sólo tengo un brazo enyesado y la cabeza me duele pero eso no me impide que pueda seguir con mi vida cotidiana...me siento un inútil.
Alisse respiró hondo y exhaló lentamente, se tomaba su tiempo...Mu le había parecido una persona responsable e independiente pero solía ponerse algo necio y eso que apenas lo estaba conociendo.
-Señor Mu...mi intención no es tratarlo como un inútil, sólo deseo ayudarlo en lo que su brazo va mejorando, cualquier movimiento mal puede lastimarle más...debe entenderlo, cuando usted esté mejor yo me iré, es mi trabajo solamente.
Mu analizaba las palabras de la chica, tenía razón y debía admitirlo abiertamente, él se estaba comportando de mal manera, ella no tenía la culpa de nada, sólo hacía su trabajo y él no hacía más que molestarse.
-Disculpa si te ofendí o si te molesté...por lo general no soy así pero esta situación me puso de mal humor.
-No se preocupe.- Le sonrió.- Es comprensible...bueno, le traeré el desayuno, recién lo estaba preparando.- Le dijo para luego salir de la habitación.
Templo de Géminis.
Saida había llegado hace un par de minutos, estaba lista para un día junto a Kanon y las gemelas, estaba preparada también para recibir más travesuras por parte de ellas. Ella observaba atenta como Kanon intentaba ponerles los zapatos, ambas estaban bien peinadas con unas diademas y tenían puesto unos vestidos color lila con bordados infantiles, se veían muy lindas.
-¿A dónde vamos tío Kanon?.- Preguntó Venus cuando le terminaba de poner los zapatos.
-No lo sé, sólo iremos a dar una vuelta.- Contestó para luego ajustarle los zapatos a Brissia.
Las gemelas miraron a Saida quien estaba peinándose el cabello con sus dedos y se hacía una trenza de lado.
-¿Ella va a ir?.- Preguntó Brissia. Kanon asintió levantándose al finalizar su trabajo.
-Sí, ella viene con nosotros y por favor...pórtense bien si es que quieren que les compre algo.- Les dijo a modo de chantaje, lo que menos quería eran travesuras.
Ellas asintieron felices y Kanon no tuvo otro remedio que confiar en ellas.
-¿Y dónde está mamá?.- Cuestionaba Brissia.
-Fue al hospital a ver a una amiga, ella deberá llegar por la tarde.- Explicaba y ellas se levantaron del sillón.- Ahora sí...es hora de que nos vayamos.- Kanon se giró hacia Saida quien había terminado de peinarse.- ¿Ya estás lista?
-Sí, lo estoy...
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