Maldad y deseos del alma - Parte 1


Al día siguiente

9:02 a.m

La noche había sido muy larga. Un dulce anochecer mezclado con el más exquisito placer que salió a la luz después de mucho tiempo que incluso resultaba imposible de creer. Aún en sueños podía sentir sus caricias y sus besos rozarle cada centímetro de ella. Habían terminado su encuentro íntimo en aquel salón y decidieron continuarlo en la habitación de Ébano hasta que ella cerró los ojos, consolándose con el calor de Tristán.

Ébano estaba acostada y apenas estaba despertando, con una sonrisa inusual en su rostro pero que ahora, se encontraba bien fundamentada. Estiró la mano a un lado de su cuerpo, en aquel hueco de la cama, esperando encontrar a su amante. Sin embargo, su nostalgia se disipó cuando no sintió ningún cuerpo a su lado. Levantó el rostro y comenzó a buscarlo con la mirada, incluso esperó algunos minutos por si aparecía de nuevo, pero nada. Lo que sintió en ese momento fue confusión y cierta desilusión. No comprendía exactamente por qué pasó todo eso tan fácilmente pero no se arrepentía y en verdad le había hecho feliz haber estado con Tristán. Pero...¿Él dónde estaba ahora?

***

Saida no había podido dormir en toda la noche. Había llorado en silencio cuando los recuerdos pasaban por su mente y atravesaban cruelmente su corazón. Si tenía buena memoria, sabía que nunca se había sentido tan infeliz como ahora y no tenía un deseo más grande que saber que todo era una pesadilla nada más. Absolutamente imposible.

Las horas habían pasado muy lento y perdió la noción de la hora cuando durmió de repente. Sintió que alguien la movía lentamente y le llamaba por su nombre, aunque ella sentía el llamado muy lejano.

-Saida.- Volvió a escuchar su nombre. Saida se negaba a despertar hasta que sus ojos se abrieron sin pretenderlo; vio a Tristán sentado en el borde de la cama.- Tardaste en despertar.- Dijo él con su poco frecuente sonrisa.

Saida tomó algunos segundos en reaccionar y terminó por sentarse en la cama, tallándose los ojos; los sentía hinchados.

-¿Qué hora es?

-Poco más de las nueve. ¿Cómo dormiste?

-Nada bien, estuve más tiempo despierta que dormida.- Confesó suspirando y analizando a Tristán.- No te vi ayer en la noche, Sienna me dijo que habías salido.

Tristán bajó la mirada sólo unos segundos y después asintió.

-Tuve que ir a buscar a alguien, llegué tarde pero no quise ser inoportuno.

-No lo habrías sido...¿Y encontraste a esa persona?

-No, iré hoy de nuevo a buscarlo.

Saida no quiso verse entrometida pero quería preguntarle sobre esa persona. ¿A quién podría buscar aquel hombre que habían encontrado en el mar y que la había curado sorprendentemente?

-¿Y Sienna?.- Preguntó girándose a lado de la cama donde había dormido ella.

-Salió hace una hora, dijo que no tardaría en regresar.

-Entonces...yo soy la única que no está lista.

-Así parece, te dejaré sola para que te arregles y luego te llevaré a que comas algo.

-No.- Dijo decidida y él la volvió a mirar con intriga.- No quisiera salir...al menos no hoy, puedo preparar algo de desayunar.

Tristán la veía con asombro y duda. Saida lo interpretó como si no confiara en su habilidad culinaria, eso la hizo sonreír un poco.

-¿Dudas de que pueda cocinar algo decente?

-No, claro que no. Sería interesante verlo, esperaré afuera.

Tristán se levantó de la cama y salió de la habitación cerrando la puerta tras de sí. Permaneció parado por un corto tiempo haciendo una comparación entre Ébano y Saida y era muy notable la diferencia, justo de la misma manera en que fueron en el pasado. Tristán se había determinado a seguir su plan para proteger a Saida, lejos de que se tratara de Némesis, él no quería verla sufrir.

***

Nubia, Saga y Dione recién habían bajado del autobús y por fin pisaban Atenas una vez más. El ambiente, la sensación y la vista fueron un golpe nostálgico para Saga y había sido un punto de partida amargo cuando los recuerdos florecían. Aunque él no era de los que se divirtieran con facilidad, había guardado los mejores momentos en su memoria y corazón. ¿Qué mal había cometido en el pasado para que la vida le cobrara tantas cosas y de esa manera? Se sentía muy raro llegar de nuevo a Atenas; se sentía un completo desconocido en su propio hogar, si podía llamarlo así.

-Cada vez estamos más cerca de casa.-Dijo Dione tomándole de la mano, Saga sonrió ante aquella muestra de apoyo.

Nubia miraba por todos lados, cerciorándose de que no hubiera alguien extraño y amenazante cerca.

-Aparentemente, nadie nos ha seguido pero no nos confiemos, podrían estar escondidos.- Decía Nubia con mucha seriedad.- A estas alturas, Zacros ya debió enterarse que Saga ha escapado al igual que tú.

-Pero tú lo dijiste, nadie nos ha seguido...aparentemente.- Dijo Dione sintiéndose más ansiosa por ver a sus pequeñas.

-Eso es lo que me hace desconfiar aún más. Zacros no es de los que se quedan de brazos cruzados, que no nos haya seguido el rastro es aún más extraño.- Continuó Nubia.

-Ella tiene razón Dione, no es un sujeto que debamos subestimar.- Saga trataba de controlar toda esa ira por Zacros, ya llegaría el momento de vengarse.

-Lo siento, es que llegar a Atenas me pone feliz, extraño tanto a mis niñas que ya quiero llegar.- Expresó Dione con ojos cristalinos.

-Entonces continuemos con sigilo, será mejor terminar de cruzar por el pueblo que rodearlo.- Propuso Nubia y todos estuvieron de acuerdo.

Los tres fueron cruzando el pueblo, observando con entretenimiento las actividades diarias de las personas. Trabajaban con nula preocupación por el mañana, todas aquellas personas parecían vivir cada detalle del presente; una actitud realmente envidiable. Mientras iban caminando entre los locales y algunos puestos mercantiles, Nubia era la que menos expresaba emociones, al menos no eran visibles pero por dentro se le desbarataron muchas cosas. Había odiado ese lugar por sobre otros, además de Italia, pero gracias a Aioros se había convertido en una ciudad maravillosa para ella. Sus mejores momentos los había pasado en ambos lugares, con Aioros. Quien iba a decir que ella, después de tanto, terminaría enamorándose de aquel hombre tan diferente, tan ameno y fanático de la felicidad, algo que jamás habría conseguido sola. Sólo ella sabía la razón por la que ahora se encontraban separados, porque los dejó a él y a su hija. También se había guardado para sí la razón de su regreso una vez que se encontró con Dione y Saga; Nalhia estaba en Atenas. Ese fuego hirviente por castigar la imprudencia y estupidez de sus aprendices al ir a Grecia con su hija menor, no tenía límites. De todos los lugares al que podían llevarse a Nalhia...¿Por qué Atenas? ¿Por qué donde estaba Aioros? Ya se encargaría ella de darles una lección a aquellas jovencitas.

Nubia hizo un sinfín de muecas que expresaban lo que pensaba, estaba enfadada y primero debía encontrar a Nalhia para después ir por Darlenne; al fin podría tener a sus dos hijas con ella. Nubia suponía que no debían estar lejos de ahí, el pueblo era acogedor y grande, podría comenzar a buscar en cada uno de los locales.

Nubia se detuvo, Dione y Saga se percataron de que ya no eran seguidos por ella y se dieron media vuelta, ahí la vieron de pie, mirándolos.

-¿Qué pasa Nubia?.- Preguntó Dione.

-Aquí nos separamos, ustedes dos tienen razones por las cuales ir al Santuario, yo debo ir por otro rumbo.- Respondió Nubia.

-Pero...creí que querías ir a...-Fue inevitable no hacer la referencia. Nubia había sido muy directa mencionando que quería tener a Darlenne con ella, y a pesar del método impropio que debía estar planeando Nubia, Dione se sintió desconcertada al escuchar "el otro rumbo" al que se refería.

-Sí, quiero ver de nuevo a Darlenne, pero no es el momento y seamos honestos, querrán volver a encerrarme hasta que confiese a quien le sirvo ahora...no es algo que desee de nuevo.- Dijo Nubia con firmeza.

-Nubia...¿Aún deseas quitarle a Aioros a Darlenne?

-Sí, de eso no hay vuelta atrás.- Respondió muy normal. Dione se molestó una vez más.

-Aioros ha sido un muy buen padre, no merece que quieras quitarle a Darlenne de la nada.- Dijo Dione determinante.

-De eso no me queda duda, pero yo soy la madre y tengo derecho a elegir lo mejor para mi hija.

-¿Lo mejor? ¿Llevártela a batallas y escondiéndola? Eso no es lo mejor, ella debe de quedarse con Aioros.

Nubia se fue acercando a Dione, su semblante era muy claro; no estaba de acuerdo en nada de lo que la chica decía.

-No hables de lo que no sabes Dione y no te atrevas a juzgarme de nuevo porque yo también podría hacerlo respecto a ti.- Dione iba a continuar con la discusión pero Saga negó con la cabeza, esperando que le hiciera caso. Nubia esperó unos segundos más, Dione suprimió las palabras.- Me voy, los veré luego.

-Nubia.- Le llamó Saga sorprendiendo un poco a la oji lila.- Gracias por ayudarnos a escapar.

Nubia no sonrió, sólo asintió con la cabeza antes de abrirse paso por otro camino. Ambos la vieron marcharse y perderse entre las personas que estaban en el pueblo. Dione suspiró con molestia, incluso sus mejillas se pusieron rojizas. Nubia siempre había sido un dolor de cabeza.

-No puedo creer que sea tan egoísta.- Dijo Dione.

-Cada quien tiene sus razones y es lógico que no sabemos las suyas.

-¿Ahora la defiendes?

-No, estoy siendo reflexivo y tú sigues interfiriendo en la vida de Aioros y Nubia.

-Porque Aioros y yo tuvimos muchas cosas en común, sé todo lo que sufrió desde que ella se fue...se hizo cargo de Darlenne él sólo y Nubia no lo valora, simplemente regresa sin dar explicaciones.

Saga alzó las cejas y asintió dificultosamente mientras procesaba las palabras de Dione sin darle una mala interpretación.

-¿Muchas cosas en común? ¿Pasaron mucho tiempo juntos?.- Preguntó con sutilidad. Dione, ignorando que las preguntas estaban tomando otro rumbo para Saga, continuó hablando.

-Sí, aprendimos a ser padres casi al mismo tiempo, nos apoyábamos...él me apoyó más de lo que podía hacerlo.

-¿Y Kanon no estaba para ayudar?.- Preguntó mostrando un poco más de tensión.

-Por supuesto que sí, a decir verdad, estoy muy agradecida con Kanon. Desde que nacieron las niñas, yo sentía que me volvía loca pero él estaba ahí para ayudarme, muchas veces se quedó cuidándolas mientras yo descansaba, les cambiaba los pañales y preparaba biberones...todo eso lo aprendió por Aioros.

-¿Kanon?.- Preguntó muy incrédulo, aunque ya sabía que Kanon le había ayudado a Dione a cuidar de sus hijas, le extrañaba tanto conocer los detalles.

-Sí, fue raro pero fui conociendo a Kanon y no es tan malo como algunos mencionaban, nunca se portó así conmigo ni mucho menos con las niñas.

Los celos y el buen juicio estaban separados por una ligera capa de cabalidad. Saga estaba sintiendo celos de imaginarse que Aioros o que incluso Kanon, a quien creía que no sería capaz de cuidar un bebé sin ayuda, resultaran ser mejores que él. Ambos compartieron momentos que él no iba a experimentar jamás.

-Es bueno saber que estuvieron ahí para ayudarte.- Dijo el tono apagado.

-Aioros es un muy buen amigo y Kanon...él resultó ser un muy buen tío.- Sonrió. Saga la analizó seriamente y maldecía haber continuado con ese tema.

-¿Aprecias mucho a Kanon?

-Por supuesto que sí. ¿Por qué no habría de hacerlo? Le debo mucho.- Dijo Dione y por fin fue que se dio cuenta que Saga se estaba informando equivocadamente, más al ver cómo había cambiado su actitud.- Por los dioses Saga...no pienses cosas que no son.

-No lo hago. ¿Qué podría pensar?

-Pues, recién me doy cuenta de que te estás poniendo celoso.

-No lo estoy.-Respondió de inmediato.- Pero ese no es el punto del tema, no puedes involucrarte en la vida de los demás. Lo que discutiste con Nubia es asunto de ellos ¿no? En ningún momento escuché que Nubia persuadiera en tu vida ni que se enfadara por las decisiones que tomamos.

-Sí lo hizo y fue para decirme que estaba loca y que podría morir.

-Pero sólo eso.

Dione inhaló y exhaló varias veces hasta que se sintió más tranquila, tal vez Saga tenía razón y debía involucrar menos en asuntos personales de otras personas.

-Mejor vayamos al Santuario, algo me dice que hoy será un día demasiado largo.

***

Templo de Sagitario

Las voces de la televisión seguían presentes y a la vez resultaban inexistentes alrededor de Aioros. Su mente daba vueltas y vueltas a los viejos recuerdos en los últimos días, tan frecuentes eran que le habían ocasionado un dolor de cabeza severo desde que se despertó. Por fortuna o incluso mala suerte, Aioria iba pasando por el templo cuando lo vio así y eligió quedarse para ayudarlo, en lo personal, Aioros prefería estar solo pero sabía que si le decía la verdad, las cosas serían más agobiantes.

Ahora mismo, Aioria se encontraba buscando medicamento para el dolor de cabeza mientras terminaba de disolverse el té que le había preparado. Incluso en esos momentos de espera, no podía impedir que los recuerdos dejaran de invadir su mente. Su estómago se sentía comprimido por tanta ansiedad y es que la verdad era que quería volver a ver a Nubia, tenerla cerca e intentar escarbar aquel amor que una vez sintió por él, todo esto también provocaba una culpa ácida por pensar en una mujer que no era su pareja. ¿En qué tipo de hombre se había convertido?

-Tu té ya está.- Dijo Aioria tomando por sorpresa a Aioros, aunque lo disimuló.- Encontré unas pastillas, deberías tomarte una y descansar.

-Gracias pero no podré hacerlo, Mu ya me hizo el favor de llevar a Darlenne a la escuela pero yo debo ir a recogerla.

-Pues...lo comprendo pero tampoco te había visto así por algo que aparentemente es simple. ¿Qué te ocurre?

Aioros no se sentía bien mintiéndole u ocultándole las cosas a su hermano pero no podía confesarle lo que sentía y lo que quería hacer porque se trataba de Nubia, todos sabían que el caballero de Leo apenas y había tolerado a la oji lila cuando se fue a vivir con Aioros al Santuario pero después de todo lo que ocurrió, ya nada de eso existía y por el contrario, Aioria aceptaba su relación con Danna.

-Supongo que es porque no he dormido bien, no logro conciliar el sueño...eso es todo, nada grave ni de qué preocuparse.

Su explicación no era aceptable realmente, ni siquiera respondía a lo que Aioria le había preguntado y la sutileza de Aioros hacía ver que le estaba mintiendo en algo.

-¿Tienes problemas con Danna?

-No, no tengo ningún problema...es sólo que estoy al pendiente, ambos sabemos que hay una amenaza cerca y que podría atacar en cualquier momento.

-Si.- Dijo Aioria con aparente mal humor.- Ya sé por dónde vas.

-¿De qué hablas?.- Preguntó tratando de ser discreto.

-Aioros...somos adultos y estás en todo tu derecho de tomar las decisiones que quieras pero si lo que te está quitando el sueño y te está dando dolores de cabeza es esa mujer...ahí si voy a intervenir por la sencilla razón de que no es una buena mujer, ni madre ni pareja y no voy a permitir que se acerque a Darlenne aun sea que tú lo permitas.

Aioros ya lo veía venir.

-Aioria, no te ofendas pero creo que es mi decisión. Además, te estás adelantando a los hechos, no tengo intenciones de que Nubia esté con Darlenne por ahora...es su madre después de todo y si mi hija quiere conocerla, yo no tengo por qué negarme.

-Eres su padre y ella es apenas una niña, no sabe cómo es su madre pero si debería saber lo peligrosa que es ella.

-No, no estoy de acuerdo contigo.

Aioria volcó los ojos con exasperación, sólo buscaba lo mejor para su hermano pero no cerca de Nubia. Ella ya había traído suficientes problemas al Santuario y a la vida de Aioros.

-Te dije lo que pienso y en lo que no estoy de acuerdo. Piensa en lo mejor para Darlenne sin meterla en problemas por culpa de su madre...no deseo que vuelvas a sufrir por esa mujer.- Aioria se levantó cuanto antes para no seguir discutiendo con su hermano porque tal vez no tendría límites en sus palabras.- Iré por Darlenne mientras tú dejas de pensar en tonterías.

-Lo repito Aioria, te estás adelantando a los hechos.

Aioria negó con la cabeza y colocó su mano en el hombro de Aioros antes de salir del templo.

-Aioros...no dejes lo que tanto trabajo te ha costado conseguir, Danna es una buena mujer, serás más feliz con ella que con Nubia.

Terminó de hablar y se marchó, esta vez Aioros no tenía palabras de objeción. Aioros sabía que su hermano tenía razón, Danna era una buena mujer y quizás sí sería más feliz con ella que con Nubia, entonces...¿Por qué no lo estaba?

***

Templo de Athena

Por única ocasión, Saori deseaba desayunar sola después de lo ocurrido con Kanon. Sus pensamientos y juicios se encontraban enredados. La mejor elección había sido ocultar el embarazo de Saida por un posible engaño pero ahora su atentado había complicado las cosas. Tenía la sensación de que Kanon tarde o temprano se enteraría del embarazo e intentaría ayudarla.

Personalmente, Saori se sentía enfadada pero también presentía que había detalles ocultos que determinarían la verdad de todo lo que estaba pasando a su alrededor. Ella sólo buscaba lo mejor para todos, buscaba protegerlos aunque no todos comprendieran la finalidad.

Saori terminaba de beber una taza de té cuando se alarmó al sentir un cosmos lleno de rabia acercándose. Miró hacia la entrada del templo y vio a Kanon acelerando sus zancadas hacia ella.

Kanon golpeó la mesa donde estaba sentada, la porcelana se movió estrepitosamente.

-¡¿Cómo pudiste hacerlo?!.- Ladró con tanta cólera en su boca. Saori lo observó con cierto temor, sabía a qué se estaba refiriendo.

-Kanon, relájate y hablamos...no era mi intención que las cosas ocurrieran así pero no tuve opción, lo hice por el bien de todos y por el tuyo.

-¡Esas son puras mentiras!.- Volvió a gritarle. Kanon sentía una increíble cólera combinada con el dolor y la tristeza; sólo buscaba deshacerse de ella.

Seiya, Shiryu y Shun llegaron rápidamente al lugar al sentir el cosmo de Kanon y se alarmaron al verlo tan cegado por la ira y a tan corta distancia de Saori.

-Kanon...no te atrevas a hacerle daño a Saori.- Dijo Shiryu advirtiéndole. Seiya conocía la verdadera razón de su comportamiento aunque igualmente esperaba que Kanon no llegara tan lejos.

-Pero ella sí puede hacerme daño a mí o a cualquier otro ¿no?.- Kanon no perdía la mirada lejos de Saori, ella se sentía más inquieta y comenzaba a ponerse algo nerviosa.

-Saida es una diosa, es Nix y es una enemiga...lamento ocultarte lo de su embarazo pero no quería que se tratara de una trampa. Dione sabía lo que ocurría...

-Ya no sigas fingiendo sobre tu preocupación hacia otros cuando lo único que haces es perjudicarlos.- Acusó Kanon apuntando con el dedo.

-Kanon, te estás excediendo, ya no digas nada más.- Sugirió Shun pero Kanon no pretendía callarse aún.

-Saida estaba embarazada...la atacaron y debido a eso, ella perdió a mi bebé.- Saori se quedó sin palabras y sintió mucho frío recorrerle por su cuerpo; era algo que no tenía estipulado.- No pretendías decirme aun cuando sabías la verdad...si nunca me lo hubieras ocultado, Saida no estaría en el hospital y mi hijo estaría creciendo en su vientre.

Shiryu y Shun la miraban esperando que pudiera protestar pero no lo hizo, al contrario, agachó la cabeza con vergüenza.

-¿Eso es cierto Saori?.- Preguntó Shiryu y ella siguió sin dar respuesta.

-No sabes nada de mí, no sabes lo que es mejor para nadie...nunca conoceré a i hijo y posiblemente Saida no vuelva a querer saber de mí...incluso comienzo a pensar que la identidad de Saida como la diosa Nix fue un engaño y que también lo sabes.

-No...eso sigue en pie.- Respondió Saori mirando a Kanon con ojos vidriosos.- Yo no quería que supieras lo del embarazo aún pero jamás fue mi intención que ella perdiera al bebé.

-¿Y de Dione? ¿Acaso sabes también donde está?

-No...no lo sé.

-¿Y ya has mandado a alguien a buscarla?

Saori no volvió a responder. ¿Qué podría contestarle? Kanon sonrió de lado con ironía.

-Iré a buscarla, no quiero que las niñas sigan esperando largamente su regreso ni mucho menos que llegue a ocurrir algo peor.- Kanon suspiró borrando de su mente que eso pudiera pasar.

-Espera.- Dijo Saori mientras veía cómo Kanon se marchaba sin escuchar nada más.- Perdóname Kanon.

-¡No!...no creo que eso pueda ocurrir.

Cuando Kanon se alejó, las lágrimas brotaron de los ojos azules de Saori. Miró hacia los otros caballeros quienes no podían creer lo que pasaba ni lo que había hecho Saori, fue increíble que ellos se alejaran sin aclarar las cosas; eso fue más doloroso. En cambio, Seiya se acercó a ella lentamente.

-No quería que esto ocurriera Seiya.- Sollozó.- Aunque no entiendo cómo se enteró que Dione sabía la verdad.

-Saori...yo le di la carta a Kanon.- Saori lo observó largamente, no podía culparlo.- Te aconsejé que le dijeras la verdad, ayer conocí una parte de Kanon que no había visto...pude ver dolor en sus ojos cuando salió del hospital. Lo mejor sería que lo dejarás seguir su instinto, tal vez no esté tan equivocado como piensas.

Seiya le sonrió y se alejó dejándola sola, no le gustaba verla así pero no podía estar de acuerdo con sus decisiones; esta vez no.

***

Ébano había tardado en llegar a su oficina, no se sentía en disposición de estar en el trabajo de no ser por una razón; Tristán. Él se había marchado sin que ella se diera cuenta y esperaba volver a verlo. Ya extrañaba su aroma y sus roces, el deseo por volver a repetir lo de anoche estaba en ascenso, sin embargo...¿Dónde lo encontraría? No solo quería repetir el encuentro sino que quería hablar con él de muchas cosas. Ella quería confesarle que aquellos antiguos sentimientos volvieron a surgir. ¿Qué había con los suyos?

Golpeaba los dedos contra la madera y contaba los segundos mientras se imaginaba a Tristán llegando a su oficina e inmediatamente su corazón se agitó de enamoramiento. Como nunca pensó que podía suceder de nuevo, ella se sentía tan feliz como tan joven, antes de que Némesis interviniera en todo.

Aquel encuentro con Tristán revivió el amor que existía en su corazón. Lo amaba y extrañaba su lejanía, quería estar con él....si lograba hacerlo, podría olvidar cualquier rencor. Él la cambiaba y ella lo adoraba. Siempre fue así.

Lo que más alimentaba aquel cambio era la seguridad de que los sentimientos eran mutuos. Entre más lo pensaba, más estaba segura.

Mientras tanto...

Tristán estaba cruzado de brazos y sentado frente a la mesa mientras observaba cómo Saida colocaba un vaso de jugo de naranja y un plato con algunas frutas. Se vía realmente delicioso pero no era lo que más acaparaba su atención sino ver que Saida intentaba ser fuerte tras una delicada sonrisa.

-Espero te guste, es lo que había en el refrigerador.

-Se ve demasiado fresco.

-Sí, hay un ama de llaves que viene a hacer limpieza, ella debió haber comprado los víveres.

-Y tú hiciste maravillas con esto, se ve muy bien.- Le sonrió.

-Gracias.- Se sentó frente a él tomando un tenedor y picando la fruta. Tristán analizaba cómo lo hacía para hacer exactamente lo mismo, al ser un guardián, no necesitaba de alimentos para saciarse.- ¿crees que Sienna tarde en llegar?

-No lo sé...¿Te incomoda que estemos solos?

-Oh no...no quise decir eso.- Refutó avergonzada.- Es que no me enteré de cuando se fue ni a donde se fue, quería abrir un tema de conversación.

Tristán sonrió y comenzó a comer. Saida sentía las mejillas ruborizadas, en verdad no quería pretender incomodidad.

-Si quieres hablar conmigo de algo, no es necesario buscar una excusa, puedes hablar de lo que sea.

-¿De verdad? No quiero volver a incomodar.

-No lo haces, puedes preguntarme de lo que quieras, procuraré responder a tus dudas.

Saida asintió y suspiró, la verdad es que quería saber de él mucho más de lo que podía pensar. Tristán movió el rostro y dejó ver su marca o lo que era para ella un tatuaje extraño.

-¿Qué significa eso?

-¿Cuál?

-Lo del tatuaje del cuello, es extraño...nunca había visto esa forma por ningún lado pero siento que ya la había visto antes de conocerte.- Tristán tomó aire y exhaló lentamente.- Esto era lo que quería evitar, no tienes porque contarme nada si no quieres.

-No es eso,, esto tiene un significado de lealtad y justicia, de eterna fidelidad y compromiso.- Saida curveó los labios teniendo una duda más sobre lo que le había explicado. Estaba comprendiendo sus palabras.

-Eterna fidelidad y de compromiso...¿Con alguien?.- Tristán la observó asintiendo.

-Sí, es hacia alguien.

-¿Ibas a casarte o algo?.- Preguntó inocente y Tristán rio, Saida sonrió sin encontrarle el motivo de su risa.- ¿Por qué te ríes? ¿Dije algo imprudente o que no querías recordar?

Tristán no comprendía sobre la palabra "casarse" pero sí entendía que estaba relacionado en un sentido romántico.

-No, no iba a casarme o lo que sea...le debo mi lealtad a alguien y eso significa que no debo permitir una traición hacia ella ni que nadie le haga daño. Si es necesario, podría dar hasta la vida.

Para Saida era como si estuviera leyendo una novela de fantasía, parecía que Tristán estaba bromeando con ella.

-¿Hacia quién?

-Eso no puedo decírtelo aún pero ya lo sabrás cuando la encuentre mientras tanto quiero cuidar de ti.

-¿De mí?.- Preguntó sorprendida.- ¿Por qué?

-Porque quiero hacerlo, me preocupas y eres muy especial...no quisiera que algo más te suceda

Saida tragó saliva y volvió a sentir sus mejillas ardiendo de vergüenza al igual que nerviosismo.

-Gracias Tristán pero aún no entiendo muchas cosas. ¿Quién eres? ¿Cómo es que pudiste curarme en el hospital?.

-Soy un guardián y mi deber es proteger a alguien...a ese alguien quizás eres tú,

Saida rio incrédula ante lo que le había dicho. ¿Qué podía creer ahora después de todo lo que le pasó?

-¿Protegerme a mí? Esa si es una locura.

-No lo es y es por eso que nadie más debe saber lo que soy, ni siquiera Sienna.

-Aunque no lo entiendo ahora...no le diré a nadie, después de todo...no todo resulta increíble.

-¿A qué te refieres?.- Enarcó una ceja.

-Es que...tal vez creas que estoy loca pero una vez yo misma me curé la mano y bueno, por varios años presencié muchas cosas que para cualquier persona podría ser un montón de locuras.-Saida humedeció sus labios y tomó con su tenedor más fruta.- No me asusta eso pero preferiría alejarme de todo aquello, no hizo más que causarme desgracias.

-Tal vez no todo sea desgracia.

-¿Qué quieres decir? ¿Habrá algo que cambie todo lo que me ha hecho infeliz?

-Algo no...alguien sí.- Dijo y le tomó de la mano. Saida y Tristán se miraron fijamente.- Ya te dije que yo cuidaré de ti, te prometo que no volverán a hacerte daño, lo que ocurrió allá afuera no volverá a pasar, yo mismo me encargaré de que hacerle pagar por lo que te hizo.

-¿Cómo vas a descubrir quien fue?

-Buscaré la manera, no quiero que te sientas asustada de nuevo...yo estaré siempre contigo..

La cafetera comenzó a sonar y a Saida se le cayó el tenedor por el susto y apartó su mano de la de él para recogerlo.

-Voy por el café, discúlpame.

Saida se levantó y fue hacia la cocina. Tristán suspiró mientras esperaba su regreso. Ella apagó la cafetera y puso sus manos a los costados de esta. Saida observaba el café caliente a la vez que recordaba cada palabra dicha por Tristán.

"Yo cuidaré de ti, te prometo que no volverán a hacerte daño, lo que ocurrió allá afuera no volverá a pasar, yo mismo me encargaré de que hacerle pagar por lo que te hizo. Buscaré la manera, no quiero que te sientas asustada de nuevo...yo estaré siempre contigo".

Sus ojos se humedecieron mientras veía el café caliente y comenzó a llorar. Kanon le dio la espalda, perdió a su bebé y ahora se sentía más sola que nunca a excepción de Tristán y Sienna. Saida tenía miedo, no quería volver a salir a la calle. Dudaría de todos, temería por todos. Ya no podía creer en palabras, se lamentaría si aquellas resultaban ser en vano.

Saida intentaba suprimir su llanto para que Tristán no la escuchara, pero aunque no hiciera en completo silencio, Tristán sentía la tristeza en ella. Cerró los ojos, transformando ese dolor de Saida en odio y rencor hacia Ébano. Por su culpa ella lloraba. Ébano lamentaría haberle hecho aquello.

Tristán se levantó de la silla y fue hacia la cocina, vio a Saida limpiarse las lágrimas y fingir como si nada estuviera pasando.

-Saida...

-Dame un minuto Tristán.- Siguió limpiándose las lágrimas y se giró hacia él segundos después.- Estoy buscando unas tazas para el café.

Tristán colocó su mano en la frente de Saida. Su mano se iluminó y ella cayó desmayada en sus brazos. Tristán la cargó y la llevó hacia la habitación donde la dejó sobre la cama con mucho cuidado. Le tomó de la mano con cuidado y colocó sus nudillos sobre su frente.

-Mi lealtad está contigo.- Dijo colocando su mano a un costado de ella. Analizó el rostro de Saida mientras descansaba y se imaginó a Ébano, fue difícil no apretar los puños con furia.- Convertiré tu felicidad en desgracia...lo prometo.- Dijo Tristán en voz baja mientras seguía pensando en Ébano.

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Hola!!!!

Cuanto tiempo! (Como siempre :(....) Querid@s lectores, por si se dieron cuenta, el capítulo de hoy estuvo más corto que los de costumbre y eso se debe a lo siguiente:

Según yo, en vista de que esta es una historia muy larga, había decidido escribir alrededor de 30 hojas por capítulo lo cual era bastante agotador _o_ pero eficiente para reducir los capítulos. Sin embargo, como esto no lo termino de escribir en un día, tardo muchisimo más en publicarlo. Hace tiempo que había escrito este capítulo pero por lo anterior mencionado, no lo había publicado pero me he decidido a hacerlo para no dejarlos con la intriga y la larga espera. Creo que de ahora en adelante haré los capítulos más cortos aunque sean más de ellos. ¿Ustedes qué opinan?

En cuanto a la historia, se vienen cosas muy interesantes y como saben, mucho drama!

Pequeño spoiler.....habrá infidelidad, un corazón de papá roto, un secuestro, un malentendido, un intento de seducción, un lemon (de una pareja que ya no había estado junta) y una boda!!! Oh por dios! Comiencen a hacer sus teorías!!

Nos leemos pronto, espero les haya gustado el capítulo!

Abrazos y besos!

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