Luz de esperanza


Sory apartaba a Milo de nuevo y se levantó de la cama, no podía tener cerca a ese hombre y desgraciadamente, el hecho de llevar pocas prendas acercaba a la pasión porque simplemente Milo no perdería el tiempo en sólo hablar o besarla. A pesar de que ya no se habían di}cho más, Milo se levantó también y la pescó de la cintura para luego acercarla y poner sus labios en la orilla de su cuello. Mordió ligeramente su piel y chocó sus respiraciones excitadas en el oído de ella. Su piel blanca comenzó a erizarse, Sory ya estaba perdiendo la razón que le quedaba. Milo siguió besándole el cuello y hombros mientras una mano animosa a más placer, se deslizó por el pecho de ella. Sory hizo la cabeza hacia atrás.

-No me hagas esto Milo.- Dijo jadeante, su cuerpo ya exigía otra cosa.

-¿Por qué te sigues negando? Sabemos que eso no es lo que queremos.- Dijo con mente nublada, ya estaba casi fuera de sí.

-Porque no...

-Si sigues hablando voy a ser un poco más rudo, te besaré hasta que tus labios queden hinchados y tu lengua no pueda pronunciar ni una palabra más y tu cuerpo completamente erizado me pida a gritos calmar ese fuego que siente.- Dijo tomándole el rostro a Sory y haciendo que girara un poco para plantarle un beso en sus labios.- Sólo déjate llevar.

Dicho esto, Milo continuó con su labor placentera ahora besando la espalda de Sory. Ella se mordió el labio inferior. Era verdad, Sory ya estaba más del otro lado del límite. Ahora su preocupación era que nadie, en ese momento inoportuno, entrara. Ella dejó de tensarse y Milo comprendió la indirecta, volvió a acercarse a la cama la cual era un poco chica para tan trabajosa y excitante acción.

Milo se sentó en la cama y con Sory aún de espaldas, hizo que ella se sentara en el borde de la cama. Sory giró y sus cabellos negros se deslizaron por su hombro. Milo sin más rodeos, bajó su mano por el estómago de Sory, el desliz le dio un cosquilleo a ella pero bien sabía que ese no era el propósito de Milo, al menos no sentir ese tipo de cosquillas. Con la única prenda bajo sus dominios, era evidente que él se plantearía la meta de avivar más la conexión. Su mano bajó completamente rozando cada instancia de piel por debajo de la ropa interior, la yema de sus dedos se estancaron en los labios sexuales generando apenas un éxtasis con continuidades. Sus dedos abrían y cerraban el acceso que irradiaban cada vez más la humedad, Milo no se detuvo hasta sentir sus dedos resbaladizos. Su boca continuaba con su cuello y luego con su su oreja. Sory se estremecía e instintivamente, ya estaba abriendo y cerrando las piernas, de alguna manera, hacer eso intensificaba la sensación.

Sory se sostuvo de las cobijas y con un poco más de cooperación, giró su rostro exigiendo un beso profundo, ambos se besaron como si el tiempo fuera a agotarse. Tal vez se debía a la euforia de ser pillados en el acto más prominente que se disfruta entre sábanas. Milo con su mano libre, subía del estómago, hasta el camino entre sus pechos y se detuvo en su cuello para acercarla más a su boca. Sus lenguas danzaban el mejor compás que se conocían. Sory dejó de mover sus labios para poder liberar algunos gemidos, el ritmo que se establecía abajo había cambiado y era imposible tratar de no sentirlo. Sus respiraciones se mezclaron, él también estaba excitado y sólo por verla perder el temperamento. Milo dejó de acariciarla y la giró hasta tenerla de frente. Le plantó un beso apasionado y posteriormente se quitó sus prendas hasta estar completamente desnudo frente a ella. No era la primera ni segunda vez que estaban juntos por lo que no es de extrañar que Sory lo mirara sólo con deseo no con impresión sin embargo cada vez que lo hacían parecía único al menos para ella. Experimentaba muchas sensaciones y todas eran exquisitas; estar con él no era para pasársela aburrida.

Sory se sentó encima de él sin todavía haber penetración sin embargo ella se movía de atrás hacia adelante, rozando sus caderas con sus piernas y su intimidad con la de él. Puso las manos a los costados de la cara de Milo y bajó la cabeza para continuar besándolo, pelo sintió cosquillas al sentir sus cabellos sobre sus mejillas. Los apartó con su mano mientras que con la otra tomó su miembro erecto y lo colocó debajo de ella, sólo habría que acomodarla. Sory lentamente bajó, sintiendo que se abría lentamente. Sus caderas bajaron por completo hasta donde se limitó la profundidad. Aunado a esto, Sory endureció la espalda y comenzó a moverse. Sus deseos primeramente la incitaron a moverse con rapidez sin embargo, entre sus nublados recuerdos sabía que como tal nunca había hecho el amor con Milo, no existía ese sentimiento y no lo habría...de su parte no. Las veces que estuvieron juntos fueron por delirio, por divertirse; sólo había sido sexo. Rápido, intenso y sin sentimientos de por medio. Viéndolo desde un punto razonable, había sido un contacto frío y una vez más se estaba repitiendo. ¿Cómo era hacer el amor con alguien? Antes de Milo sólo habían sido dos con los que había estado y con ninguno sintió una conexión especial...y ahí estaba Milo, tratándola como una muñeca de entretenimiento y era justo con él con quien ya comenzaba a vincularse. Ahí se presentaba una de las ironías más grandes de la vida: quien peor la trataba era con quien más se conectaba.

Sory se detuvo un par de segundos y miró directamente a Milo, dejó de lado su placer y comenzó a analizar cada gesticulación facial de su compañero. Milo sentía cómo la temperatura bajaba y miró a Sory con extrañeza, no se explicaba su pausa.

-¿Viene alguien o te lastime o...?

-No, no es nada de eso.- Dijo enfrascándose ahora en sentimentalismo.

-Entonces...¿Por qué te detuviste?

Sory tenía que expresarse exactamente como quería que Milo se enterara, no con más información ni con menos.

-Porque quería hacerte una pregunta.- Dijo antes de tomar aire.- Milo...¿Tú has hecho el amor alguna vez?

Milo pestañeó inerte de lo que estaba oyendo. El pasado le había salido diferente a como alguna vez lo planeó. Cuando estuvo con Shaina experimentó algo así cuando estaba con ella, cuando íntimamente se encontraban pero la decepción lo llevó a la credibilidad de que eso no existe. Él resopló ante lo recién recordado.

-Alguna vez creí sentirlo...hacerlo...-Comenzó a explicarlo y Sory le prestó atención.- Se supone que hacer el amor es desde el punto de vista cursi como una alineación, que con sólo mirar a los ojos mientras lo haces sientes como si esa persona ya ocupara un lugar en tu vida muy especial. Cada roce que se propicia es con el más profundo sentimiento. No sólo es apagar tus ganas de hacerlo sino compartirlo, claro...poniendo muchos sentimientos en medio.- Dijo muy inspirado hasta que pronto detonó su seriedad.- Pero hacer el amor es de dos, cuando sólo lo cree o siente una persona no sirve, así que no...no creo haber hecho el amor como tal.

"Hacer el amor es de dos...si lo siente uno no sirve...tiene sentido" Pensaba Sory con aflicción.

-Yo nunca lo he hecho...o he sentido nada tampoco.- Dijo con la mirada perdida en el techo. Milo enarcó una ceja. ¿A dónde iba todo eso?

-¿En eso estabas pensando antes de detenerte? ¿Por qué?

-Curiosidad supongo...nuestros encuentros sólo son eso...sexo.-Dijo sin bajar la mirada hasta que consideró necesario, estaba lista para preguntar más.- Milo...¿Puedo pedirte un favor?

-¿Cuál?.- Preguntó curioso.

-Ya que esto es un juego...¿Podemos fingir que...hacemos el amor sólo por una vez?.- Sory no apartó esta vez la mirada, ya había preguntado y en sus adentros sentía vergüenza y temor por lo que fuera a escuchar de él.

Claramente Milo no esperaba eso, sus ojos azules se agrandaron más y no parpadeaban, incluso parecía que aquella idea era como si hubiera visto o escuchado algo paranormal. Increíble la forma de comparación pero al menos así se sentía Sory. Tras la espera muda de respuesta, Sory bajó la mirada una vez más, si estaba o no preparada para un rechazo no lo sabría hasta que él reaccionara.

-Bien, hagámoslo.- Contestó Milo. Sory sorprendida e incrédula lo observó aunque podía jurar que no estaba muy convencido, que lo haya aceptado cambiaba las cosas.

-¿Estás seguro?

-Sí. ¿Por qué no?...será un pequeño cambio a lo que hacemos.- Dijo poniendo sus manos detrás de la cabeza.

- Yo no sé realmente por dónde comenzar...-Dijo sintiéndose idiota, la proposición había sido más fácil que eso.

-Yo sí, podemos comenzar por ver una película romántica, de esas que provocan diabetes emocional, acurrucados y que la emoción inunde nuestros corazones.- Dijo y Sory golpeó ligeramente el torso de Milo con sus dedos por la broma.- Ya de acuerdo...prosigamos entonces.- Dijo haciendo que Sory se levantara y se desprendiera de él.

Posteriormente, Milo acostó a Sory delicadamente sobre la cama boca abajo, Sory no evitó fruncir el ceño, tenía una gran incógnita presente. Quiso levantarse pero Milo la retuvo muy suave con sus manos.

-¿Qué haces?

-Quédate tranquila y no hables más...sólo te pido eso.- Dijo Milo pacíficamente. Sory volvió a recostar su rostro en la cama con dudas aún.

Milo observó detalladamente su espalda y posteriormente retiró los cabellos oscuros de Sory y los puso de lado dejando totalmente libre a su piel. Comenzó a besarle lentamente desde el cuello, rastros sencillos de sus labios quedaban ahí. Esta vez era diferente a como recientemente la había besado, esta vez lo hacía calmadamente. Sory cerró los ojos para que la sensación fuera más placentera y vaya que lo era a pesar de la falta de intensidad. Los besos lentos no hacían más que electrificar los nervios de Sory por tiempo prolongado, la piel igualmente se le erizaba. Milo bajó más hasta llegar a la espalda baja donde pudo apreciar mejor los hoyuelos de Venus lo cual meramente besó también. No bajó más, de ahí volvió a subir con ella y se acostó a su lado antes de moverla boca arriba. Milo se puso sobre ella, con sus extremidades a los lados.

Milo la besó con labios apenas húmedos al roce pero después poco a poco y con detenimiento fue participando su lengua. Sory sintió que los movimientos eran comparados con la ternura pues él estaba teniendo mucho cuidado. A pesar de esto, ella respondió de igual manera, le había gustado mucho ese beso. Cuando Milo se separó de nuevo, movió las piernas de Sory para tener mayor accesibilidad y se acuno entre ella pero sin apartar el propósito que ya llevaba. Bajó a sus pechos y los besó, los pezones apenas y los rozó con los dientes, antes de eso no era necesario besarlos para excitarlos; ya lo estaban. Con una de sus manos acarició un muslo de Sory hasta llegar a la rodilla, ahí tomó la iniciativa de regresar a la penetración. Tomó su miembro y lentamente fue introduciéndolo. Milo se acomodó mejor encima de ella y puso su rostro a la altura del suyo.

Sory rememoró lo que le dijo Milo: "Con sólo mirar a los ojos mientras lo haces sientes como si esa persona ya ocupara un lugar en tu vida muy especial" ¿Será cierto?

Ella mantuvo los ojos abiertos al igual que él, parecían estar de acuerdo en algo más. Las penetraciones mantenían su tiempo, no había prisa de nada esta vez. Milo entraba y salía a un compás profesional. La agitación no era tanta pero ahí estaba lo que Sory quería encontrar. Ella no dejó de mirarlo mientras estaba dentro de ella. Milo observó los ojos índigo de Sory, creo que no los había mirado por mucho tiempo como ahora y entonces, algo en él también vibró dentro, en su pecho. No quería dejar de mirarla, Sory tenía una belleza que no había encontrado en alguien más pero no sabía exactamente qué era o como explicarlo. Por encima de los ojos de Sory, su fleco estaba interfiriendo, Milo no se detuvo a apartárselo de la frente e instantáneamente, volvió a besarla.

Entre sus besos se encontraba la emergente de su cabeza. Sory había estado con unos hombres horas atrás. Hablando, riéndose o yendo a comprar un simple café había sido suficiente para sentir celos...sí, celos, esta vez lo aceptaba en su cabeza. Si ella quería hablar, reír o salir con alguien quería que fuera con él. ¿Había sido necesario tener contacto visual para entenderlo? ¿Para aceptarlo? El rostro de Savannah desapareció incluido el de otras mujeres con menos importancia y que apenas conoció, sólo Sory estaba en ese momento.

Ella tomó el rostro de Milo y lo acariciaba, enseguida puso sus manos en la espalda y con sus dedos fue recorriendo su piel. Milo incrementó más los movimientos, Sory empezaba a sentir que se retorcería de placer. Puso sus manos de nuevo en el cochón y esta vez Milo entre lazó sus manos con las de ella. La fricción fue más intensa y esta vez lo besos estuvieron a su nivel de popularidad. Sory no sólo sentía que Milo tenía más cuidado su no que ya se estaba creyendo que de verdad le importaba, que de verdad la quería como ella lo hacía...estaba enamorada de él. ¿Para qué seguirlo ocultando? Ahora era más fácil aceptarlo a sí misma.

Esa conexión "especial" que había escuchado muchas veces incluso de labios de Milo empezaba a creerlo, se sentía diferente, no quería acabar con ese encuentro.

Hyoga llegó a la morada, recientemente había llegado y pues en el camino no se topó con Sine por lo que suponía y quería creer que estaba en la morada descansando. No creía que Sine fuera capaz de liberar a Nubia. ¿O sí? Le parecía una chica tan tranquila y honesta que en serio dudaba que fuera diferente sin embargo, fue la única que tenía una "razón" para verla y quien momentos antes estaba en el templo. Si no se la encontraba ni en la morada ni en alguna parte del Santuario, podría significar que huyó también.

Hyoga apenas y tocó la puerta pero no recibió respuesta, giró la perilla y vio que esta no tenía seguro, así que debía estar adentro. Hyoga entró a la habitación y esta estaba sola a simple vista. Con el ceño fruncido esperaba brevemente a que algún indicio pronosticara que alguien estaba ahí sin embargo, así sucedió pero de forma diferente a como se esperaba. Los tenues jadeos y gemidos al principio fueron interrogantes para Hyoga hasta que estos se escucharon claramente y sus suposiciones estaban siendo reales. Con cara de espanto alzó la mirada hacia arriba donde estaban las camas de las demás. Ahí, viendo mejor la escena, aparecieron a la vista unos cabellos azules y el peinado lo reconocía.

-¿Milo?.- Preguntó como queriéndose largar de ahí.

Milo abrió los ojos y dejó de besar a Sory e igualmente, se detuvo. Alzó la cara y vio a Hyoga totalmente rojo. Sory asustada levantó la cabeza también y vio al rubio, este la vio también y más rojo se puso. Hyoga tontamente quería abrir la puerta pero no podía pues la estaba empujando en sentido contrario por culpa de su vergüenza. Cuando por fin pudo salir, se echó a correr a todo lo que daba.

-¡Maldición!.- Exclamó Milo separándose por completo de Sory y tomando sus ropas para vestirse rápidamente,. Sory se cubrió primero con sus manos y luego se puso debajo de la cobija. Lo que no quería que pasara pasó, alguien los había visto.

-Nos ha visto...¿Ahora qué vamos a hacer? Se lo dirá a Saori.- Dijo Sory poniendo sus manos en la cabeza. Milo le miró agitado una vez que terminó de vestirse y eso no muy bien.

-Quédate aquí, voy a alcanzar a ese maldito inoportuno.- Dijo bajando las escaleras y saliendo y tras de Hyoga.

Sory una vez sola sintió remordimiento. Primeramente y ahora que tenía la cabeza más fría, había faltado a una regla que Saori impuso y que nadie debía romper. Por consecuente y más personal, había accedido a Milo cuando no debía hacerlo. Su dignidad la arrojó por el pozo más profundo. Lo que sintió hermoso y especial ahora la estaba malcomiendo pues solo era actuación y saberlo la hizo sentir peor pues ella en verdad lo quiere y ella en verdad sintió que hacía el amor con alguien que no la tomaba en cuenta.

Templo de Athena.

Kanon se había marchado mientras que Saori se había quedado con Marlenne, Ikki, Shun, Shiryu y Seiya esperando a Hyoga a ver si había dado con Sine.

Saori no dejaba de pensar en lo que decía la carta, aunque sabía que podía ser cierto también corría el riesgo de ser una trampa y para colmo de males, Kanon estaba involucrado. Ahora que Seiya había visto que ella había ocultado la carta, tenía otro problema. Debía responder a su duda pero no ahora, primero había que resolver lo de Sine y Nubia.

-Marlenne, deberías ir a descansar.- Le dijo a la chica y está casi grita de negación.

-¿No me estará echando?.- Preguntó con un vació prominente.

-No, por supuesto que no, tengo algunos asuntos que resolver y preferiría que vinieras mañana.

-Pero esa mujer no debe andar lejos. ¿Y si regresa?.- Refiriéndose a Nubia.

-No hay cuidado, de verdad...te espero mañana temprano.- Dijo y Marlenne sin otra opción, aceptó retirarse sin más que decir.

Saori se levantó del trono de nuevo tomando la carta con cautela y discreción, inmediatamente Seiya fue tras ella, tenía que suponerlo.

-Saori, tengo que hablar contigo y sabes sobre qué.- Dijo el castaño.

-Por favor Seiya, ahora no...me duele la cabeza.- Dijo Saori con un humor impredecible.

-No puedo dejarlo así Saori.- Se adelantó y se puso frente a ella, justamente tenía que ser Seiya quien la viera; era el más necio de todos.- ¿Era la carta que tanto busca Kanon?.- Preguntó esperando un no, eso lo calmaría a sobre manera en cambio, Saori bajó la mirada.

-Sí, es esa.- A la respuesta, Seiya se llevó las manos a la cabeza.

-¿Y no se la darás?

-No sé...tengo que ver el propósito de esa carta.

-¿Pues qué decía?

-No puedo contestarte Seiya, por favor...ten paciencia y comprensión, ya te contaré todo.- Dijo marchándose de una buena vez de ahí a calmarse un poco en su habitación. Seiya negaba con la cabeza, si era algo importante para Kanon y Saori teniendo las razones que tenga no iba a decírselo, eso no estaba en su integridad.

***

Marín estaba junto con su hijo de compras o al menos eso era porque ya sólo esperaban la llegada de Aioria quien ya había demorado lo suficiente y ella ya comenzaba a creer que no iría; no era la primera vez que la dejaba en algún lugar porque le surgía algo importante en el Santuario. Como amazona, sabía que esa era una responsabilidad que debía cumplir. Estar al tanto de los peligros que puedan avecinarse en el Santuario. El problema no era ese si no que, como pareja, eso llegaba a cansarle, a fastidiarle, a molestarle y en un pasado le bajaba el autoestima por sentirse de menos importancia. Marín estaba agotada y no precisamente por cansancio físico. Tenía que ser realista, su relación no estaba como antes.

Marín pasó por cuarta vez por el pasillo de shampoo con el carrito a ver si dando una vuelta más, Aioria daba rastro de Aioria. Ella tomó una botella de acondicionador que le llamó la atención por su color turquesa transparentoso; en un momento de aburrimiento comenzó a leer las instrucciones. Al terminar, iba a dejarlo en su sitio y una mano cerca, a punto de tomar uno igual llamó su atención. Tanto ella como el hombre frente a ella se detuvieron y se miraron.

-Lo siento, iba a tomar uno de estos.- Dijo sonriendo el hombre.

-Y yo iba a dejar este.- Dijo Marín sonriendo de lado.

-¿No te lo llevarás? Es muy bueno.

-Oh no, ya he llevado uno.- Dijo y él vio el producto en el carrito.

-Ese no lo he utilizado pero si debo recomendarte uno, sería este.- Comenzó a explicarle de la nada y ella tomó atención, de todas formas no llevaba prisa.- Cuando lo vi en un inicio, me gustó por el color así que me lo llevé y me gustó el aroma...suena tonto pero ha sido mi favorito desde entonces.- El rubio miró a Arjen con simpatía.- Mira, los ojos de tu hijo poseen el mismo color del shampoo.- Marín vio detenidamente a su hijo, apariencia viva de Aioria.

-Sí, no me había detenido a verlo.

-¿Eres madre soltera?.- Preguntó con ligera sorpresa.

-No no, estoy con alguien.- Respondió Marín clavando la mirada en los ojos marrones del chico.

-Ya lo creía, eres muy bonita como para serlo.- Comentó él sin la intención de coquetearle, para él parecía ser normal pero para Marín fue un halago que ni Aioria le hacía ya.- Bueno, mucho gusto en conocerte...¿Cuál es tu nombre?

-Marín, me llamo Marín.

-Mucho gusto Marín, yo me llamo Euler, espero verte pronto.- Dijo Euler despidiéndose con la mano y tomando su shampoo.

Marín se despidió con la mano hasta que dejó de ver a Euler. Arjen trataba de llamar su atención agitando las manos con diversión, su hijo era realmente risueño.

-Ya nos vamos Arjen, sólo damos una vuelta más.- Dijo Marín tomando el carrito de nuevo sin embargo vio el shampoo que recientemente había tomado y le había recomendado Euler sólo por el color y olor.

Aioria llegó casi agitado de darse prisa y de recorrer todo el lugar hasta dar con Marín, pensaba que ya se había ido hasta que le vio tomando un shampoo.

-Lamento tardar...salí un poco tarde.- Dijo Aioria y Marín apenas se sorprendió de verlo.

-Es habitual, estoy acostumbrada.- Dijo neutral dejando el shampoo turquesa y tomando el que normalmente utilizaba.

-¿Ya no te llevarás ese?

-No, ya no...ahora llevaré este.- Dijo ella dejando el shampoo en su lugar.

-Es la primera vez en mucho tiempo que compras uno distinto.- Comentó serio.

-Creo que es tiempo de hacer un cambio.

***

Santuario de Athena.

Sienna pestañeaba incrédula, en la última distancia ya se imaginaba que Afrodita la llevaría a ahí y cuando pudo comprobarlo, quiso hacer un reproche. Afrodita enseguida puso las manos enfrente para calmarla, estaba preparado para ello.

-Antes de que me grites y salgas huyendo de aquí, tengo una razón para traerte aquí.- Explicaba Afrodita más eso no era suficiente parta ella.

-Yo tengo una razón más grande para no estar aquí.

-Escucha, dejemos de lado lo que ocurrió con Saida, yo quiero mostrarte algo más y por favor, me gustaría que accedieras.- Le pidió Afrodita con seriedad. Sienna tras mirarlo por un buen rato, suspiró y siguió caminando.

-Ojalá sea algo importante Afrodita y si escucho algo de Saida mal, me voy de aquí.

-Y yo te llevaré.

***

Fortaleza.

Kesia estaba hincada con la cabeza gacha mientras estaba frente a una mujer con ahora ligeras heridas marcadas en su blanca piel. Sus largos cabellos plateados sobresalían de su rostro y sus ojos azules irradiaban tristeza.

-Una guerrera de Athena está aquí.- Dijo la mujer repitiendo lo que Kesia recientemente le había contado.

-Sí, parece saber un poco más de lo que queremos saber.- Dijo Kesia alzando el rostro.

-¿Érebo está aquí?

-No, ha salido...es una ventaja.

-Bien...quiero que me traigas aquí a la chica, por favor.

Minutos después...

Dione esperaba súbitamente que Kesia apareciera, la necesitaba demasiado para poder salir de aquí mientras Zacros no estaba; era su oportunidad para irse con Saga y no quería desaprovecharla ahora. Como llamado ante su impaciencia, Kesia apareció con un poco de comida. Dione casi se abalanza sobre ella.

-Te he traído algo de comer.- Kesia dio un paso hacia atrás por le impresión que le había provocado Dione.

-Necesito que me ayudes a salir de aquí, por favor.- Dijo Dione suplicante, Kesia se mantuvo neutral.- Ese hombre no está y es mi oportunidad de marcharme.- Kesia puso una mano frente a ella, un claro gesto de que tenía que dejarla hablar.

-Conozco los beneficios que conlleva la ausencia de Zacros pero el motivo de mi presencia es porque me lo han pedido.

-¿Pedido?.- Preguntó más desconfiada. Ese acto la hizo dar un paso nervioso hacia atrás.

-Tranquila, no te he acusado con nadie ni pienso hacerlo, alguien quiere verte pero no es Nix ni ninguno de sus fieles seguidores.- Explicó Kesia calmadamente.- Cuando la veas podrás exponerle tu idea de irte de aquí con Saga.

Dione tardó en asentir pero al hacerlo, no dijo más. Salieron de ahí casi a hurtadillas por los pasillos. ¿Quién era quien quería verla y por qué razón?

Rodorio.

El lugar era tranquilo. Era uno de esos lugares elegantes donde se podía comer pero también había un espacio exclusivo para relajarse y leer; una estancia al aire libre a varios metros de altura.

Ébano estaba frente a Tristán. Su mirada estaba obsesionada con verlo fijamente. Aunque no ponía ninguna expresión que delatara lo que su corazón había sentido cuando lo vio, no quería decir que estuviera poco interesada, para nada. Ver a Tristán había sido un cambio brusco a sus puntos de vista permanentes. Como Ébano no lo conocía...como Nix era otra historia. El toparse con él, el tenerlo de frente fue como abrir un libro que había estado guardado por mucho tiempo. Tristán estaba inexpresivo también pero a diferencia de Ébano, su mente estaba limpia. No había necesidad de proyectar sus recuerdos, era como si no tuvieran ninguna relevancia.

Ambos estaban frente a frente, sentados en una mesa de piedra y estaban rodeados de arias plantas y en las esquinas había libreros de piedra con un montón de libros perfectamente cuidados. Al fondo había una fuente de cantaros, el sonido del agua cayendo era más relajante. Pero no estaban ahí para descansar, si no para hablar.

-¿No tienes nada qué decir ahora?.- Preguntó Ébano, mostrando frialdad. Tristán apenas se movió.- Llevabas tiempo escondiéndote.- Le dijo con altivez.

-No me escondí.- Respondió sombríamente.- Estaba buscando algo.

-¿Algo...o a alguien?.- Sonrió falsamente. Ansiosa esperaba su respuesta.

-¿Eso importa?

-Si se trata de Némesis sí, sabemos que desde el primer momento en que despertaste, era para buscarla.

Tristán no reencarnó jamás en otro cuerpo. Los guardianes tienen la "habilidad" de no hacer esto. A pesar de que pueden morir, con el paso de muchos años vuelven a despertar en su mismo cuerpo o, como Zacros, pueden "incubarse" en alguien más hasta que el suyo esté regenerado y listo.

Todos se habían enterado de que Tristán había despertado y había emergido de su tumba con el principal propósito de buscar a Némesis, por eso era que todos estaban buscándolo.

-¿Y eso presenta un problema para ti?

-Usas el sarcasmo perfectamente...pareciera que se te ha olvidado lo que siento por Némesis.

-Tengo buena memoria y un excelente sentido de orientación.

-¿Dónde está ella?.- Preguntó gruñonamente apretando los dientes hasta que la mandíbula se cansaba de poner tanta presión.

-No lo sé, no la he encontrado.- Respondió y ella alzó una ceja.

-Deja de usar el maldito sarcasmo, no te creo nada...dime donde está, te lo ordeno.

-Como te dije, tengo buena memoria, lo que me da seguridad para decirte que yo no soy tu guardián ni tu guerrero ni ningún lacayo que deba obedecerte. No sé dónde está y si lo supiera, obtendrías la misma respuesta que te acabo de dar.- Tristán no se sentía intimidado, jamás lo sintió de ella. Ébano estaba harta, jugaba con su paciencia.

-Insolente como siempre, por eso te terminaste acostando con ella.- Expresó mostrando su enfado con mucha claridad.

-Eso no tiene relevancia, y si me acosté con ella o no...no debería importarte.

¡Claro que le importaba! Lo que sentía por él era muy importante e irremplazable...incluso, sus sentimientos estaban calientes; las cenizas estaban resurgiendo.

-Si te he estado buscando es para saber dónde está ella, para impedir que tú la encuentres...es obvio ¿no?...no necesito ocultártelo, es la verdad.- Ébano ya estaba segura que de esa forma nunca sabría dónde estaría Némesis. Tristán nunca se lo diría.- ¿Cómo es que me encontraste? No creo que hayas pasado por casualidad.

-Tu cosmo es difícil de detectar pero no para mí, supe enseguida quién eras y dónde estabas.- Ébano al escuchar esto se levantó de golpe y le agarró de las ropas con todas sus fuerzas, su sangre estaba que le ardía.

-¡Entonces sí sabes dónde está! Si eres capaz de percibir mi cosmo puedes hacer lo mismo con ella.

-Una vez estúpidamente la traicioné y dejé que le hicieras daño, no volveré a cometer ese error.- Indicó soltándose de Ébano y levantándose también, alejándose de ella.

-Esto te va a costar muy caro.- Amenazó con el índice al aire.

-Si jugamos a las amenazas...entonces es mi turno.- Sorpresivamente, Tristán se acercó demasiado rápido a ella. La acción fue como un rayo. Ébano no tuvo tiempo siquiera de analizar la situación cuando ella ya estaba arrinconada en una esquina del lugar, a lado de uno de los estantes de libros.

Tristán estaba frente a ella, con una mano por encima de su cabeza y una de sus rodillas presionaba las piernas de Ébano. Estaba en un acercamiento peligroso para ella, esa conexión era excitante y molesta a la vez.

-A-Apártate...

-No hasta que escuches con mucha atención lo que tengo que decirte...-Tristán se acercó más a ella, bajó su cara y sus labios los acercó a uno de sus oídos. Ébano sentía un intenso cosquilleo.- Sé que eres Nix, sé que eres la diosa de la noche y que ahorita tienes un privilegio y poder influenciable pero a mí me importa poco lo que seas...no voy a dejar que le hagas daño a Némesis, si te atreves a hacerlo...yo mismo me enfrentaré a ti y no descansaré hasta destruirte.- Sus palabras fueron sórdidas. La piel de Ébano estaba erizada. Como podía esperarse...Tristán tenía un efecto increíble en ella. ¿Quién se excitaba tanto con una amenaza así? Ébano sentía que su cuenca femenina le palpaba y sus deseos más comprimidos le endurecían los pezones.

-¿Serías capaz de hacer eso por ella?.- Preguntó aún en el ma4rgen de cordura.

-Y más, sólo intenta agotar mi paciencia.- Dijo antes de separarse de ella, ignorando el hecho de sus mejillas apenas ruborizadas. Ébano sintió aire fresco, el mejor aliado en su camino.- No bromeo Nix...deja de lastimarla.- Añadió antes de desaparecer de ese lugar como si de polvo se tratara.

Ébano apretó las piernas, convenciendo a su intimidad que aquella conexión hormonal era un error. Tardó en reacomodar su cabeza y terminó enfureciéndose consigo misma. Por mucho tiempo había buscado a Tristán y cuando lo tenía enfrente, actuaba así. Si Érebo se enteraba, terminaría furioso con ella. Pensar tanto en Tristán y Némesis, no tuvo la oportunidad o el interés de centrarse en lo último que había dicho Tristán antes de marcharse..."Deja de lastimarla". Hablaba en presente. Ébano no sabía dónde estaba Némesis. ¿A qué se refería Tristán con que dejara de lastimarla?

***

-¡Hyoga!.- Gritaba Milo corriendo velozmente para alcanzar a un apenado Hyoga que huía de lo recién visto.

El rubio no esperó encontrarse con Milo de esa manera, a pesar de que no había visto mucho, la imaginación estaba en lo correcto y no eran necesarias unas explicaciones para saber lo que había pasado en esa casa. Milo tenía que detenerlo, conocía a Hyoga y sabía que podía contárselo a Camus en dado caso que se lo encontrara y como Camus es correcto, a pesar de ser su amigo, terminaría diciéndole a Athena.

-¡Deja de seguirme!.- Gritaba Hyoga alejándose más pero Milo terminó dándole alcance. Se puso frente a él con las manos extendidas, impidiendo que el rubio escapara.- ¡Ya basta Milo!

-Primero escúchame...

-No, no me interesa escuchar la famosa frase "no es lo que parece", ni siquiera fue necesario ver demasiado para adivinar qué estaba pasando en ese lugar.

-Ok, estoy de acuerdo contigo.- Dijo Milo tomando aire.- Quiero pedirte un favor, no le digas a nadie lo que viste.

-Milo...¿Crees que estoy emocionado por ir a contarle a todo el Santuario que tú y Sory se estaban "entendiendo"?.- Milo examinó a Hyoga cuidadosamente; eso también era cierto.

-Por lo menos sé que se lo contarías a Camus.

-Podría mencionarlo inconscientemente pero no creo que Camus esté tan bien como para darle importancia.- Dijo Hyoga más calmado. Milo enarcó una ceja. ¿Había pasado algo más con Camus que no sabía?

-Yo lo que no quiero es que Athena o Shion se enteren, no me gustaría que se desquitaran con Sory por mi culpa.- Expresó Milo e Hyoga sintió algo parecido a la compasión.- Haré algo por ti, lo que sea pero no vayas a soltar la lengua con nadie.

Hyoga estaba ganando algo que nunca pidió, podría pedirle a Milo algo, lo que sea y no dudaba en que este se negara pero la verdad era que no se le ocurrían muchas cosas pero a la vez, sentía que no debía pedirle nada, aunque no era lo correcto, tampoco esperaba que reprendieran a Sory. Hyoga daría su vida a Hades si Sory hubiera sido la que comenzó con la idea de acostarse en la morada.

-No tengo que pedirte nada, no le diré a nadie...sólo espero que no se vuelva a repetir, lo digo por ustedes, bien recuerdo lo que le pasó a Saga y a Dione, al menos lo que contaron.

-Gracias...y si algo se te ofrece, yo te ayudo.- Dijo Milo sonriente. Se sentía satisfecho de haberlo convencido sin pedirle nada a cambio.- ¿Y...por qué fuiste ahí?

-Estoy buscando a Sine, algo pasó con ella y con Nubia.

-¿Eh? No entiendo.

-Sine al parecer liberó a Nubia, por eso estaba buscándola.

***

Fortaleza.

Dione seguía caminando junto con Kesia. El trayecto era largo y había qué pasar por unos corredores y escaleras muy estrechos. Dione presentía que estaban bajando al mismo infierno pues las escaleras en forma de caracol no se terminaban. Cuando ella comenzó a sentir ansiedad, se detuvo, queriéndose regresar sin embargo, Kesia también se detuvo enfrente de una puerta vieja y muy delgada que apenas y se veía entre tanta oscuridad.

-Hemos llegado.- Dijo la mujer.- De verdad, no te asustes.

-Es inevitable, yo sólo quiero irme de aquí.

-Cuando hables con quien te digo, entenderás muchas cosas.- Dijo Kesia abriendo la puerta.

Un rechinido agudo se esparció por el lugar. Kesia entró y Dione lo hizo enseguida. A pesar de la tenue luz del lugar, distinguió a una mujer hincada. Su aspecto estaba cuidado, extremadamente como para estar en un lugar donde emanaba la suciedad. Su cabello era largo y ligeramente rizado de color blanquizco. Llevaba puesta una tiara en la frente con algunas piedras preciosas incrustadas. En vestimenta, llevaba un vestido sorprendentemente limpio de color violáceo claro. Dione podía calcular que por su apariencia, no rebasaba los treinta años.

-Así que eres tú...al fin tengo el agrado de conocerte.-Dijo la mujer indicando con la mano al frente suyo. Kesia levemente rozó la espalda de Dione, lo que querían era que ella tomara asiento. Dione sin mucha discusión, tomó lugar enfrente de la mujer y Kesia se mantuvo de pie a lado suyo.- Dime tu nombre pequeña.

-Soy...soy Dione.- Respondió desconcertada.

-Al fin conozco a una amazona de Athena.- Dijo sonriendo. Dione no podía corregirla, era mejor que todos siguieran creyendo que era una guerrera.

-Supongo que...Kesia le habló de mí.

-Sí, un poco y es por eso que quería hablar contigo. ¿Te parece que me presente primero?.- No esperó respuesta y gentilmente comenzó a presentarse.- Me llamo Cereby y no debes temerme, entiendo si desconfías, este lugar no es exclusivo a la confiabilidad...Kesia también me dijo que has venido buscando a un guerrero.

-Saga no es un guerrero, es un caballero de Athena que fue manipulado injustamente.- Corrigió Dione con voz recia.- Lleva cinco años desaparecido y ahora que lo he encontrado no pienso irme sin...

-Sin él...-Añadió la mujer.

-Sí...no me iré sin Saga.- Cereby se mantuvo esta vez neutral. Dione admiró sus ojos, eran azules...un azul profundo muy parecido al color de sus ojos pero estos estaban cargados de brillo.- Dione, contéstame algo...¿Tú conoces a Zacros?

-Por supuesto...¡Él es quien tiene la culpa! Él usurpó el cuerpo de Saga.- Contestó y ninguna de las mujeres se sorprendió, era algo que ya sabían.

-¿Y conoces a Nix?.- Cuestionó Cereby, Dione infló las mejillas.

-No realmente pero gracias a tu pregunta, sé que sí existe...sólo espero que no sea Saida.- Dijo cada vez en voz baja pero fue perceptible para las dos.

-¿Saida?.- Preguntó Cereby asombrada.

-Sí, Saida...es una amiga, una a quien están culpando.- Sin querer, Dione ya estaba sacando el tema más fondo.

-¿Quiénes la están culpando?.- Preguntó esta vez Kesia.

-Athena algunos caballeros...unos guerreros extraños, de hecho...sus armaduras eran como la de algunos tipos que vi cuando llegué, esos guerreros atacaron Atenas y entre ellos estaba Zacros...el caso es que Saida está ahí y todos ellos se dirigieron hacia ella como Nix.- Las miradas de las dos mujeres se cruzaron como si estuvieran descubriendo un peligro.- Sinceramente yo no creo que ella sea esa mujer pero aun nadie sabe quién lo sea.

-Saida no es Nix, de eso debes estar segura.- Dijo Cereby.

-¿De verdad? ¿Tú conoces a Saida?.- Preguntó Dione sin dejar de pestañear.

-Más de lo que crees, también conozco a Nix y por eso te afirmo que son personas totalmente diferentes...Dione, yo te puedo ayudar a salir de aquí con Saga si tú me ayudas en algo.

-¿Lo...lo dice en serio? ¿En qué?

-Primero...debes contarme todo lo que sabes respecto a este tema.

***

Templo de Cáncer.

Marlenne campante se paseaba por el templo. Su primer día de trabajo había sido corto para ella, quizás era por la emoción de trabajar de nuevo. A pesar de ser un día genial, para ella hubiera sido excelente ayudando en la "búsqueda" de Nubia. Aunque podría caber la posibilidad de que no le permitan encargarse de eso por una extraña razón que desconoce, ella se encargaría de investigar por su cuenta y en completo secreto, mientras tanto, era momento de ir a su casa.

Sin embargo, ya se le estaba haciendo un hobbie molestar a Ángelo y recordando la maldad que le había hecho en la mañana y que por eso seguramente no lo había visto en toda la tarde, debía estar muy molesto con ella; le encantaba verlo así.

Marlenne ya suponía que Ángelo estaría en su habitación, era lo único cerrado. A un solo intento de abrir la puerta y gritar, se arrepintió. El estómago le rezumbó. Tenía hambre. Marlenne fue a la cocina esperando buscar un tentempié para calmar su hambre pero el refrigerador era descomunalmente...aterrador. En el refrigerador había muy pocas cosas; algunas estaban guardadas en refractarios y las frutas que había estaban pudriéndose. Marlenne seriamente se pensó si Ángelo se atrevía a comer algo así de mal. Resignándose a encontrar algo apetecible en la nevera, buscó en las gavetas de despensa y encontró algo que podría servirle. Bien podría tardarse algunos minutos en cocinar pero sería mucho más fresco.

***

Templo de Géminis.

Kanon había ido a buscar precisamente a Sine en caso de que aún siguiera ahí. Cuando llegó vio que ella jugaba con las gemelas; no tenía nada sospechoso pero quería actuar con discreción.

-¿Cómo están?.- Preguntó acercándose a las tres. Las gemelas al verlo fueron a abrazarlo.

-¡Tío Kanon!.- Dijo Brissia.- ¿Ya va a llegar mamá?

"Oh no...ahí vienen con sus preguntas" Pensó Kanon.

-Posiblemente pero estoy seguro que si demora mucho es porque les traerá un enorme regalo.- Dijo esto para calmarlas supuestamente. Las niñas se emocionaron más y Kanon esperaba que se mantuvieran así para evitar preguntas respecto a Dione. Kanon vio a Sine quien los miraba, ella tenía una sonrisa débil ya que también extrañaba a Dione.- Sine...¿Podrías traerme unos suéteres de las niñas?

-Oh sí, claro.- Respondió la rubia y fue hacia el dormitorio. Kanon aprovechó esta circunstancia para hablar con las niñas.

-¿Cómo se ha portado Sine con ustedes?

-Bien, le gusta jugar mucho.- Respondió Venus.

-¿Ha estado con ustedes desde que me fui?.- Ambas asintieron.

-Vimos la televisión y luego comenzamos a jugar.- Dijo Brissia.

-Y nos dio de comer.- Añadió Venus.- No nos dejó solitas.

Kanon frunció el ceño. Si Sine había estado con ellas todo ese tiempo. ¿En qué momento fue al templo de Athena a ver a Nubia y liberarla? No tenía sentido.

Sine llegó con dos suéteres rosas iguales y se los entregó a Kanon.

-Gracias.- Respondió él colocándole uno a cada niña, ya comenzaba a hacer más frío.- Disculpa si por encargártelas dejaste de hacer algunas actividades.

-No hay problema, fue divertido aunque no creo que pueda ayudarte siempre.- Dijo con pena.- Ya ves que otros días ando de arriba para abajo.

-Sí, es comprensible.- Dijo terminando de ponerle el suéter a Venus.

-Oye Kanon...¿No has pensado en contratar una niñera?.- Preguntó Sine y Kanon rio ante la cuestionante.

-Lo he pensado todo el tiempo.- Ironizó divertido.- No Sine, no se me había ocurrido, es la primera vez que escuchó esa proposición.

-Pues yo creo que sería buena idea cuando no estés aquí o estés ocupado, claro hasta que...Dione regrese.- Se limitó a decir más de Dione por presencia de las niñas.- Podría ser una señora con experiencia aunque...las que conozco son algo grandes.

-La verdad no me imagino a ninguna señora subiendo tantos escalones, podría morir antes de llegar al segundo templo.- Se burló. Sine contuvo la risa ante la ocurrencia.

-Entonces podría ser una chica, coméntaselo a Saori.

No era una mala idea después de todo. Kanon constantemente tendría que salir y principalmente para buscar a Dione y como no había nadie quien pudiera cuidarlas a tiempo completo, contratar una niñera podría ser una buena opción.

-Se lo diré...Sine. ¿Has ido al templo de Athena el día de hoy?

-Sólo en la mañana cuando ella estaba. ¿Por qué?

-Nubia se escapó pero al parecer fue con ayuda de alguien...Aseguran que fuiste tú.

-¡¿Qué?!.- Sine casi cae de espaldas.- Yo no fui...yo no me atrevería, yo estaba con las niñas jugando, he estado aquí desde que te fuiste y aunque haya ido al baño o salido del templo habría tardado mucho en llegar....-Sine estaba desesperada y hablaba demasiado rápido que hasta a Kanon estaba enredando.

-Ya sé que es increíble que eso ocurra, al menos que tengas un poder de súper velocidad.

-N-No...no lo tengo.

-Era broma, deberías ir con Athena porque te están buscando, Hyoga fue a buscarte a la morada.- Como estaban las cosas y lo que había pasado con Saida, Sine sabía que lo que le esperaba no era bueno pues ya la estaban culpando de hacer algo que ni en cuenta tenía.- Vayamos con Athena a aclarar la situación.

***

-¿A dónde vamos?.- Preguntó Danna. Desde el momento en que Aioros escuchó que Nubia había desaparecido, tomó a Darlenne y fue con Danna por si Nubia tenía la intención de acercarse a alguna de las dos.

Los tres caminaban por Rodorio. Aioros no dejaba de mirar a todos lados para asegurarse de que Nubia no estuviera cerca. ¿O será que lo que quería era verla de nuevo? Algo si era seguro, su corazón estaba agitado y en su mente estaba Nubia y sólo ella.

-Papá...quiero regresar a casa.- Dijo Darlenne con cansancio.

-Ahora no cielo, regresaremos en un rato más.- Le dijo tiernamente.

-La niña tiene sueño, podemos llevarla a mi casa para que duerma un rato.- Propuso Danna y Aioros inmediatamente negó.

-No, no es lo que quiero.

-¿Entonces qué quieres?.- Preguntó ya con una enorme duda que necesitaba aclararse, Aioros la observó largamente.- ¿De quién nos estamos escondiendo?

-De nadie en especial.- Mintió. Ambos comenzaban a hablar de ello, habían dejado de caminar y Aioros ya no estaba al tanto de sus alrededores. A unos cuántos metros estaba alguien que los observaba desde hace rato.

-De ella ¿verdad?...Aioros, tenemos que hablar sobre esto.- Ya no podía soportarlo más. Aioros se había mostrado con ella muy indiferente desde que Nubia apareció y eso no le tenía muy tranquila a Danna por el significado que tenía marcado en Aioros.

-Danna, Darlenne está presente.

-Por eso quiero que vayamos al departamento, ella dormirá y nosotros hablamos sobre esto...ya no puedo esperar más.

Una mujer se iba acercando a ellos sin ser vista por ninguno. Vestía unos pantalones cortos beige, una blusa verde con una abertura en el pecho y unas botas negras. Sólo en una de sus manos llevaba puesto un guante.

-Yo no puedo estancarme en un lugar ahora, no quiero que nada le pase a Darlenne.

-Pues debiste quedarte en tu casa, ahí estaría segura.

-No lo creo.- Dijo aferrando a Darlenne a sí mismo, la tenía cargada en sus brazos.

-Aioros en serio, tienes que escuchar lo que tengo que decirte, es sobre nosotros...sobre lo que nos pasará ahora...- Expresaba Danna con amargura.

-¿Interrumpo en algo?

Aioros y Danna se viraron hacia sus espaldas, a quien les había preguntado. Aioros abrió sus ojos lo más que pudo por la expresión naciente mientras que Danna permaneció perpleja sin dejar de ver a la mujer, especialmente sus profundos ojos cárdenas.

-Nubia...-Dijo Aioros sintiendo explotar su corazón. Esa sensación que tenía cada vez que veía a Nubia desde que la conoció, seguía existiendo y era cada vez más fuerte.

***

Fortaleza.

Dione estaba anonadada. Cuando terminó de confesarle todo lo que sabía a esa misteriosa mujer, ella confesó algo que la dejó totalmente abstracta y sin palabras. Dione no comprendía porque razón aquella mujer le había contado todo eso y mucho menos sabía por qué le había confesado con tanta facilidad; esa mujer emanaba confianza.

-Hay algo que no sé cómo entenderlo...Némesis y Nix son diosas diferentes y ambas ya reencarnaron. Nix es la villana por llamarla así y...¿Qué hay de Némesis?- Preguntó Dione.

-Ella aún no despierta por lo que Nix tiene la ventaja y ella lo sabe.- Dijo Kesia.

-Me alegra saber que Saida no es Nix, que todo fue una trampa...aunque supongo que no me dirán quien es Nix realmente.

-Ya lo sabrás pero en cuanto a nosotras...eso es todo lo que podemos decirte.- Dijo Cereby.- Kesia, llama a Aricia y dile que venga ahora mismo.

Kesia asintió y salió de la celda. Dione se acercó más a Cereby, estaba muy curiosa con todo ese asunto.

-Me atrevo a preguntarle...¿Quién es usted? ¿Por qué viste así estando en un lugar como este?...Y sobre todo...¿Por qué me está ayudando?

-Tú me estás ayudado y sé que lo harás después...yo soy una "desacreditada" doncella ancestral pero estoy aquí porque soy una prisionera también.

-Luce elegante para ser prisionera.- Espetó Dione.

-Es entendible...yo no lucía así hasta hace poco, mis heridas sanaron y casi por milagro es que Nix tuvo piedad de mí para no ser torturada como antes.

-Esa mujer es muy cruel, siento impotencia por haber podido ayudar a Saga en el pasado.- Dijo con mucho dolor. Cereby observó todo eso, toda esas emociones que tenía Dione en el momento. Cereby sintió una enorme consideración.

Al lugar había entrado Kesia y atrás de ella una mujer de igualmente, cabellos plateados y ojos índigos pero llevaba puesta una hermosa armadura blanca con destellos azules.

La guerrera se arrodilló a Cereby, le tenía un profundo respeto.

-¿En qué puedo servirle?.- Preguntó Aricia.

-Aricia, quiero que ayudes a Dione a salir de aquí...junto con el caballero de Athena.- Dictó Cereby y Aricia alzó el rostro volteando a ver a Dione con desconcierto.

-¿Quiere que lo libere también? Pero es el prisionero más importante para Érebo y Nix.

-Eso lo sé pero por eso eres la indicada para ayudarlos a escapar por lo menos de la fortaleza, quiero que los ayudes.- Aricia asintió no muy convencida y se puso de pie de nuevo.- Cuando termines con esto, deberás regresar conmigo, hay algo más que debo pedirte.

Aricia puso una mano en su pecho, sobre la armadura fría e hizo una reverencia.

-Como usted ordene.- Aricia salió de la celda, era el momento también en que Dione debía retirarse.

-Muchas gracias...no sé cómo pagárselo...-Dijo Dione agradecida.

-Claro que lo sabes, debes permanecer cerca de Saida, por favor.- Pidió Cereby.

-De nuevo, gracias...igual a ti Kesia, por ayudarme.- Se giró a la otra chica quien sonrió.

-Mucha suerte Dione.- Dijo Kesia sinceramente. Dione se despidió de nuevo y salió de allí detrás de Aricia.

Kesia suspiró y observó a Cereby, ella se mostraba más preocupada de lo que estaba antes de esa conversación.

-Son más problemas de los que creí...Kesia, me siento vulnerable aquí sin poder ayudar a Saida.- Dijo Cereby con melancolía.

-No se ponga así, le hará mal.- Dijo tomándole de los hombros.

-Nix está lastimando a Saida, sé que lo está haciendo y ni siquiera sabe quién es realmente.

-Es mejor si ella sigue ignorando eso.

-Es lo que también me preocupa, Tristán ya está buscando a Némesis, si él se topa con Saida...no tendrá buenos resultados...por eso quiero que Aricia vaya al Santuario.

-¿Hará eso?

-Así es, Aricia tendrá que decirles la verdad a todos, tienen que ayudarla a que ni Tristán ni Nix ni Érebo principalmente se acerquen a ella.- Cereby se levantó de sonde estaba y comenzó a masajearse sus brazos.- No quiero que sigan lastimando a Saida, a mi hija.

***

Templo de Cáncer.

Ángelo estaba en su habitación tomando una siesta ya que se había sentido muy aburrido encerrado. Comenzó a despertarse cuando sus fosas nasales percibieron un delicioso aroma a comida. Estaba tan adormilado que no se exaltó por la interrogante de que era lo que estaba sucediendo en su templo, sólo sabía que le había dado hambre. Se levantó y salió del dormitorio y fue directo hasta la cocina. ¿Cómo logró enojarse tan rápido si estaba tan relajado? La respuesta era ver a Marlenne, ella se estaba volviendo una maldición para él.

-¿¡Qué carajos estás haciendo?!.- Gritó al verla ahí, cocinando en su propiedad.

Marlenne se giró a verlo y alzó los hombros con desinterés o notoria obviedad.

-Arreglo un coche.- Respondió seca para luego seguir cocinando. Ángelo tensó los hombros y vio que Marlenne tenía algo alrededor de la cintura.

-¿De dónde sacaste eso?

Marlenne lo volvió a mirar con hastío y miró a su estómago.

-Tuve que buscar un mandil para no ensuciarme y encontré este...no sabía que podías tener uno.- Se burló mientras señalaba el mandil que tanto odiaba Ángelo.- Tiene un lindo cangrejito incrustado, habría combinado mejor con el rosa.- Dijo aguantándose la risa al verlo rojo de coraje.

"Afrodita hijo de..." Limitó sus pensamientos. Afrodita le había dado un regalo en su cumpleaños y precisamente era un mandil. Ángelo juraba que lo había tirado a la basura. ¿Cómo llegó a su cocina?

-Eso no explica qué haces aquí...cocinando.- Dijo entre dientes.

-Pues ya me iba pero me dio hambre y como tienes basura en la nevera fue inevitable cocinar, te apuesto a que no has comido algo realmente delicioso con ese desorden.- Apuntó con la espátula.- ¿No has logrado quitarte el labial?.- Se burló de nuevo.

-Lárgate...ahora...-Dijo amenazante.

-Primero como, no cociné para que luego me corrieras.- Ángelo ya estaba por echar la mujer a la fuerza de su templo cuando escuchó que un invitado más entraba al templo.

-¡¿Hay alguien en casa?!.- Preguntó Afrodita a base de gritos intencionados.

-No grites tanto, seguro que si Máscara Mortal está aquí, te escuchó ya.- Dijo Sienna haciendo gestos de desagrado ante el grito.

-¿Qué quieres maldito imbécil?.- Preguntó agresivo Ángelo al ver a Afrodita.

-Oye, no tienes por qué hablarme así...-Dijo Afrodita tratando de defenderse hasta que vio la boca de Ángelo pintada por los alrededores.- ¿Jugabas a maquillarte?

La paciencia de Ángelo estaba al menos en con cinco por ciento y bajaba más, habría que tener cuidado.

-Hola a todos.- Dijo Marlenne saliendo de la cocina.- ¿Se quedarán a comer?

-¡No!.- Gritó Ángelo.- ¡Nadie se quedará a comer!.- Señaló primero a Afrodita con el dedo.- ¡Tú te vas a tu templo!.- Señaló ahora a Marlenne.- ¡Tú te largas de mi templo! ¡Y tú...te quedas!.- Le dijo a Sienna y esta pestañeó incrédula.

-¿Y por qué ella se va a quedar?.- Preguntó Afrodita más serio. Marlenne vio a la chica y luego a Ángelo.

-Porque tengo cosas que hablar con ella.- Dijo Ángelo.

-Sé que quieres hablar conmigo pero...-Decía Sienna hasta que fue interrumpida.

-Hoy está conmigo, será después.- Dijo Afrodita acercándose a Sienna. Marlenne curveó los labios, ya estaba entendiendo algo.

-¿Qué...tienen una cita?.- Preguntó molesto Ángelo.

-Más o menos pero ya nos vamos.- Dijo Afrodita.

-Sienna, quiero que te quedes y me vas a escuchar porque no pienso seguir sintiéndome ignorado por ti, tienes que escucharme.- Dijo Ángelo más calmado, en verdad quería hablar con ella.

-Yo...-Sienna miró a Afrodita, él le daba resignado la oportunidad de quedarse a hablar con Ángelo. Ella suspiró.- Hablamos después, hoy hablaré con Afrodita.

Ángelo suprimió lo que sintió ante el rechazo, ya por último alzó los brazos y mostró indiferencia.

-Como sea, váyanse ya porque quiero descansar.- Dijo el caballero de Cáncer. Afrodita no dijo más y caminó junto con Sienna fuera del templo. Ángelo se fue a la sala y se sentó como si nada enfrente del televisor. Marlenne no dejó de ver a Ángelo por un buen rato, al final dejó las burlas a un lado y se fue a sentar a lado de él.- ¿Ahora qué?-. Preguntó con fastidio.

-Esa chica...es la que misma que me contaste en el bar ¿cierto?.- Fue directa, él alzó los hombros.- Ella te gusta.

-Eso no te importa...a nadie le debería de importar.

-Pues en mi opinión, a él si parecía importarle.- Dijo refiriéndose a Afrodita.- Para mí esto fue casi una escena de celos.

-¿Escena de celos?.- Preguntó Ángelo queriendo discutir.- No digas tonterías.

-A los dos les gusta la misma mujer, no era necesario que me dijeran las cosas para darme cuenta, el problema aquí es que a ella no le gustas.- Dijo molestando más a Ángelo.

-Ya vete.- Pidió una vez más, pronto podría explotar de nuevo a pesar de que era verdad, él ya había visto a esos dos muy cariñosos.

-Sabes que es la verdad pero no lo reconoces, si a ella le gustaras se habría quedado contigo en vez de irse con él...entiende eso o terminarás lastimándote.- Dijo Marlenne y él arrojó con brusquedad una lámpara que estaba a lado de ella, rompiéndola. Marlenne lo miró perpleja.

-¿Quién te crees tú? ¿Cupido? Me viene valiendo una mierda lo que me digas, ahórrate tus consejos y mejor utilízalos a tu favor...tú hablándome de este tipo de cosas cuando sólo eres una mujer abandonada y maltratada.- Expresó realmente muy enojado que no fue capaz de medir lo que decía. Marlenne sintió un nudo en la garganta. Una cosa era hacerlo enojar por gusto y otra que se enojara cuando ella estaba haciendo algo bueno y que él todavía le diera donde más le duele.

Marlenne se levantó del sofá y se quitó el mandil, dejándolo sutilmente ahí. Tomó sus cosas y se fue sin decir nada. Ángelo esperaba un sermón, un grito, algo que fomentara una discusión pero...nada. ¿Qué había pasado?

Ángelo recargó la cabeza en el sofá antes de levantarse e irse a la cocina. Observó que tenía preparados unos fideos caseros de queso que realmente se veían deliciosos. Ángelo creyendo que la vista era mejor que el sabor, lo probó de mala gana y sólo por hambre...pero pronto quiso comer más; estaba delicioso.

"Al menos cocina bien" Pensó Ángelo sentándose a comer.

***

Nubia estaba ahí parada, frente a Danna y Aioros. Su rostro lucía relajado y su sonrisa era visible pero por dentro...por dentro era otra cosa; quería explotar.

-Repito...¿Interrumpo en algo?

Darlenne se volteó a ver a Nubia y ella le sonrió mejor y movió sus dedos a forma de saludo. Darlenne no dejaba de observarla y saludó con la mano también. Aioros bajó a la niña y la acercó con Danna para luego referirse a Nubia.

-¿Cómo escapaste?.- Demandó saber.

-Tengo mis trucos...que igualmente no te diré.- Respondió muy tajante.- ¿Es la cuidadora infantil?.- Preguntó sarcásticamente y con demasiada altivez. Nubia bien sabía quién era Danna y que hacía con Aioros pero el fuego que cubría ya su estómago la estaba volviendo más irascible que de costumbre.

-Te volveré a llevar al Santuario.- Dijo Aioros sabiendo que Nubia siempre tendría una forma de contestarle.

-Atrévete Aioros, si salí una vez podría salir dos y más.- Lo retó poniendo sus manos en las caderas. Aioros la escaneó de arriba abajo, ignorando la situación en la que se encontraban, Nubia se veía muy atractiva; los años no parecían haberla cambiado en nada. Danna vio esto y no supo cómo reaccionar o qué decir, todo le incomodaba.

-Aioros. ¿Podemos irnos?.- Preguntó la rubia.

-No...primero debo hablar con ella.- Aioros tomó del brazo a Nubia para sorpresa de Danna e incluso para Nubia.- Cuida un momento de Darlenne.- Dijo y se llevó a Nubia a unos cuantos metros más adelante.

-No eres como antes Aioros.- Dijo Nubia mientras seguían caminando.- Antes eras más considerado y romántico.

Aioros la miró casi molesto pero era difícil ponerse así con Nubia.

-¿Me estabas siguiendo?

-Más o menos...quizás...podría ser...

-No estoy jugando Nubia.

-Yo tampoco, te dije que quería a Darlenne.

-Y yo te dije que no dejaré que te la lleves...todo será sobre mi cadáver.- Nubia lo miró lasciva y Aioros se sintió abrumado.

-¿Quieres que lo haga sobre ti? Hiciste una proposición muy atrevida en nuestro reencuentro...sabes que puedo hacerlo y también sabes cómo.- La manera en cómo Nubia lo expresaba era seductor y encaminada a la lujuria. Aioros se sintió incluso excitado.

-No hablo de eso.

-¿Y no lo piensas?.- Deslizó su índice por su pecho y Aioros le detuvo la mano.

-No dejaré que te lleves a Darlenne, ella no merece que te la lleves así y yo no merezco que me la arrebates.

Nubia no dijo nada y retiró su mano de Aioros, disimuladamente vio que escondida seguía Mabel y la estaba llamando. La oji lila se fijó de nuevo en Aioros. ¡Cómo deseaba besarlo!

-Yo estuve cinco años sin ella y no porque yo quisiera...nos volveremos a ver Aioros, por el momento, no pienso molestar a ninguno de ustedes.- Dijo para luego correr rumbo a Mabel. Ambas se alejaron pero como todo había sido demasiado rápido, Aioros no logró distinguir a Mabel.

-Creí que traerías esa niña.- Reprochó Mabel. Nubia se detuvo y le tomó de las solapas.

-"Esa niña" es mi hija...ten cuidado cómo hablas.- Amenazó Nubia.

-Yo no dije nada malo...creí que la traerías.

-No, ahora no...tenemos que regresar a la fortaleza, puede haber sospechas de mi desaparición.

-¿Puede haber? Más bien hay sospechas de parte de tus aprendices.- Afirmó Mabel.

-También por eso me urge irme de aquí, conociéndolas...podrían hacer alguna tontería.

***

Fortaleza.

Saga no podía dormir bien como de costumbre y esperar el momento en que sería llevado a los campos de entrenamiento como siempre era el pan de cada día sin embargo, algo había cambiado. Ver de nuevo a Dione lo hizo tener una esperanza de salir y saber que tenía dos hijas fruto del amor que se tenían, lo hacía crear más fuerza para salir a conocerlas sólo que en ese momento, le preocupaba Dione, ella estaba en el infierno de la fortaleza y esperaba que no le hayan lastimado.

Saga escuchó que estaban abriendo la puerta y cerró los ojos con desconsolación; debían llevarlo ya a los campos. Para su sorpresa, al abrirse la puerta, Dione entró corriendo hacia él.

-Dione...¿Qué estás...?

-Tenemos que irnos Saga.- Le dijo tomándolo de los hombros, él estaba en el suelo. Saga observó en la puerta y vio a Aricia quien los esperaba. La mirada de Saga pedía explicaciones.- Le digo en el camino pero hay que irnos ya.- Dijo Dione imaginando lo que iba a preguntar Saga. Dione quiso ayudarlo a levantarse pero vio que seguía encadenado.

-Yo lo ayudo.- Dijo Aricia acercándose y rápidamente logro romper el acero con su cosmos.- Es hora de marcharnos, la salida está lejos y hay muchos guerreros por esquivar, deben estar preparados.

Dione asintió y ayudó a Saga a levantarse, él la vio de nuevo y rozó su mejilla, ella tenía las lágrimas comprimidas y eso le enterneció.

-Saldremos de aquí, lo juro.- Dijo Saga con la esperanza a tope. Su meta era ser libre y estar con Dione de nuevo...y lo tenía que lograr.

***

6:24 p.m

Marlenne había llegado a su casa, fue muy rápido llegar. Vio su casa desde la entrada, se veía tranquila y solitaria pero sabía que alguien la estaba esperando.

Abrió la puerta, estaba todo oscuro. Ella caminó hasta el interruptor y vio todo el interior como si esperara que este cambiara.

Su casa era pequeña pero estaba acomodada perfectamente, no había desorden. Fue hasta su habitación buscando a quien la esperaba, tenía mucha ansiedad. Al no verlo ahí salió con naciente desesperación y comenzó a buscar hasta que escuchó su llamado y se tranquilizó de golpe, una fuente de alivio.

-Ahí estás.- Dijo ella tomando a su gato persa color gris. Lo abrazó y lo besó como si este le fuera a ser arrebatado.- Tú siempre me esperas.- Dijo.

Marlenne fue hasta la cocina, tenía hambre y debido a que Ángelo la había corrido no fue capaz de comer ni un fideo. Vio su nevera y no podía decirse que era para darle envidia a Máscara Mortal; su nevera estaba vacía, sólo había leche. Tomó el cartón y vertió un poco en el plato de su gato a quien luego dejó en el suelo para dejarlo beber. Marlenne conteniendo fuertemente las ganas de llorar, bebió del cartón casi con dolor. Ángelo tenía razón; ella estaba sola.

-¡Marlenne! Por favor ábreme.- Marlenne escuchó su llamado a la vez que alguien golpeaba la puerta. Conociendo la voz, inmediatamente fue a abrir.- Te estaba esperando desde hace rato.


-Vivienne...no te vi afuera.

-No porque fui a comprarme una bebida.- Dijo mostrándole una lata. Vivienne pasó a la casa de Marlenne sin abandonar la remota desesperación que tenía.- Necesito de tu ayuda Marlenne. ¿Tienes un poco de dinero que me prestes?

-Yo...no tengo dinero Vivienne, apenas hoy fue mi primer día de trabajo.- Dijo la peli púrpura y Vivienne pestañeó incrédula.

-¿Regresaste a trabajar a la comisaría?

-No, no...es otro lado...y quisiera que no le dijeras a nadie y menos ya sabes quién.

-Hablas como si yo tuviera comunicación con él y con mis padres...vine desde hace rato a buscarte pero no vi el coche y la puerta estaba cerrada, eres la única que puedes ayudarme.

-Margarit no quiso ayudarte supongo.

-No, mi madre no me apoya en nada, tú me apoyas mejor que ella.

-Somos hermanas.

-Medias hermanas.- Corrigió Vivienne.- Pero aun así, te has portado mejor conmigo que otros.

Marlenne apreciaba mucho a Vivienne. Su padre había mantenido un romance con dos mujeres y ambas habían tenido una hija. Ellas dos se conocieron cuando tenían seis años y desde entonces supieron llevarse bien. Marlenne la quería mucho y era la única a la que consideraba su familia aunque casi no la viera.

-No tengo porque ponerte una barrera, tú también me has apoyado...sin embargo, no tengo dinero para prestarte, mi nevera incluso está más solitaria que yo.

-¿Y cómo te fue en el trabajo?

-Bien, me gusta...salí temprano pero en verdad no me gustaría que él se enterara, podría hacer que me corran como en todos los demás trabajos.

-Sí lo sé, tu secreto está a salvo conmigo...pero si quieres que te de un consejo, mejor vete de la ciudad, aléjate de Aston para siempre. Estás en su punto de mira y seguirá molestándote cada vez que pueda.

-Lo he pensado pero por ahora no puedo, no tengo dinero.

-Cuando lo tengas huye pero mientras sigue manteniendo un margen con él pero en cuanto a tu vida personal...será mejor que cambies, te has hundido en un pozo y te has encerrado en él. No quieres socializar y volviste ese trabajo viejo en una obsesión. Cuando estás aquí no haces nada más que encerrarte o salir con ese gato.

-Ruan...se llama Ruan.- Dijo molesta.

-Es un gato de todas formas, apenas y lo dejas respirar...debes cambiar, te desconozco totalmente desde hace dos años.- Marlenne puso el semblante abatido, todo lo que Vivienne le decía era verdad. Se había hundido en un hoyo de depresión por mucho tiempo.

Vivienne puso sus manos en los hombros de Marlenne intentando animarla.

-Yo estoy contigo, así como yo cuento contigo, tú cuentas conmigo...que eso no se te olvide, yo te ayudaré a que seas la misma de antes, lo juro.- Sonrió.- ¿Sabes? Deberíamos salir esta noche.

-No creo que sea buena idea.

-Yo sí, dijiste que tenías hambre y yo también tengo. Tengo un amigo que tiene un restaurante, podríamos comer bien hoy y ya después le pagaré...haré lo que sea por verte feliz hoy. ¿Qué dices?

Hace mucho tiempo que Marlenne no salía con nadie. Frecuentaba la cantina que fue el lugar donde volvió a ver a Ángelo pero no era un plan como el que planteaba Vivienne. La sensación que tuvo Marlenne ante esto fue de alegría.

-Está bien...vamos.

-¡Genial! Mira, yo tengo que ir a recoger unas cosas, en lo que yo voy, tú podrías alistarte y cuando estés lista me marcas y yo te doy la dirección. ¿Te parece bien?

-Sí, está muy bien.- Marlenne no pudo más y terminó abrazándola.- Gracias Vivienne, me haces sentir más feliz.

-No es nada, lo hago para hacerte precisamente, feliz.- Dijo Vivienne correspondiendo al abrazo.- Entonces dejaré que te arregles, estamos en contacto.- Dijo deshaciendo el abrazo.- No olvides marcarme cuando estés lista.

-Vale...oye Vivienne...-Dijo antes de que su hermana terminara yéndose.- Creo que tengo algunos euros guardados, podría prestártelos.

Vivienne sonrió animada. Marlenne fue a su habitación y le entregó sólo se quedó con tres euros, le dio a Vivienne diez.

-Muchas gracias, te juro que te los pagaré pronto.- Dijo antes de irse.

Marlenne cerró la puerta con una sonrisa en su rostro. En serio quería mucho a su hermana, para ella la palabra "media" sobraba demasiado. Llena de vigor, fue a buscar entre su ropa guardada alguna que había dejado de usar, cuando era feliz.

***

Aricia había avanzado muy bien con Dione y con Saga, no había nadie cerca y los pocos guerreros no lograron ser mayor problema; nadie los había visto. Ella los condujo hasta un túnel estrecho pero perfectamente conducido a la salida.

Aricia salió primero, el cielo ya estaba oscuro.

Saga al salir parecía estar en otro mundo desconocido. Había olvidado cómo se veía la noche en el exterior. El sentimiento que tenía reprimido no tardaría mucho en expandirse.

-Hasta aquí he cumplido, no hay nadie cerca pero no se confíen, deben huir lo más lejos que puedan.- Indicaba Aricia.- Espero que no vuelvan a este lugar.

Dione estaba realmente agradecida, esas mujeres similares la habían ayudado bastante y no sabía cómo pagárselos, nada podría cubrir el favor.

-Gracias, tendremos en cuenta tu consejo.

Aricia asintió y regresó por donde vinieron. Dione miró el cielo estrellado, de ninguna manera volvería a ese lugar infernal.

-Saga es hora...-Dione iba a decir algo que pronto se le olvidó al ver a Saga llorando. Su corazón se conmovió. Saga se puso de rodillas y continuó llorando. Estaba vulnerable...pero feliz de estar libre. Dione se acercó a él tomándole el rostro.- Es el momento de ser felices Saga...no tienes porqué llorar.

-Sí tengo...no sabes cuánto había extrañado este día.- Dijo y Dione le soltó el rostro, ella también quería llorar. No sería capaz de entender el sufrimiento con el que había pasado Saga.- Quiero regresar al Santuario...quiero estar con todos los demás...contigo y con mis hijas...no puedo desear algo más.

Dione finalmente lo abrazó, compartía su sentimiento, ahora tenían que ver por sus hijas. Ese infierno tenía que desaparecer.

******************

Al fin lemon....no es tan intenso para mi pero como cuesta trabajo escribirlo....xO

Este fic es el más complicado que tengo que escribir porque tengo muchos personajes, muchas escenas, muchas emociones y sientto que no me alcanzan los capítulos para explicar tooooodo pero espero que valga la pena el resultado.

Bueno, Saga y Dione al fin pudieron escapar con ayuda.

¡Vivienne está de vuelta! ¿Se acuerdan de ella?

Ángelo fue grosero con Marlenne, esas palabras le dolieron mucho. ¿Seguirá así?

Cielos...faltan muchas cosas que no alcancé a escribir en este capítulo...por cierto, habrá otro lemon xD....de Saga y DIone jojojo, ya era hora.

Espero que les haya gustado este capítulo. Sí es así, no olviden votar y comentar, sus comentarios son valiosos para mí además de ser una fuente de inspiración muy hermosa.

Cuidense mucho y nos vemos pronto!!!

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