Los sentimientos cambian
Templo de Acuario.
Camus ya había llegado desde hace mucho tiempo a su templo, estaba recostado en el sofá con la mente perdida en la alusión. Ver a Mary Anne sonriendo como antes era algo que quería ver ya pero sólo quedaba esperar y un suspiró escapó de sus labios.
-No tuve tiempo de hablar contigo antes.
Camus se levantó y miró a Milo quien estaba detrás de él sonriendo con mucha diversión en su mirada.
-¿Por qué no hablas antes de entrar?
-Porque que yo sepa no necesito permiso para eso.- Decía Milo perplejo.- Y también porque te llamé dos veces pero ni siquiera te moviste...
Camus se quedó neutral, si le habló no escuchó nada.
-Entonces vuelve a hablar hasta que te haga caso.- Se acomodó en el sofá sentándose bien. Milo enarcó una ceja y bajó los labios acercándose a él.
-¿Qué pasó?
Camus suspiró.
-No pude verla.
-Ya sé, lo dijo Athena me refiero a qué pasó en el hospital para que estés de mal humor...peor que siempre.- Bromeó.
Camus esbozó media sonrisa y levantó la mirada casi rendido.
-Tú no cambias...pero sí pasó algo que me molestó, es sobre Denirha.
Milo frunció el ceño.
-Como fastidian las mujeres queriendo interponerse en todo....¿Quién es Denirha?
Camus golpeó a Milo en la cabeza con un cojín.
-¿Estás hablando y no sabes de quién?
-Bueno...supuse que se trataba de una tercer persona pero no tengo idea de quien sea, no tenías porqué recorrer a la violencia.- Acomodándose el cabello.
-Para tu información si conoces a Denirha....¿recuerdas la escritora de la que creí estar...enamorado que le robó los escritos a Manne?
Milo puso rostro pensativo por un buen rato hasta que dio con la chica que le decía.
-¿La chica que vimos en una aburrida biblioteca?
-Sí.
-¿La de cabello cobalto?
-Sí.
-¿La del lunar en el tobillo?
Camus enarcó una ceja.
-¿Tiene un lunar en el tobillo?
-Yo que sé, sólo preguntaba para ver si me estabas poniendo atención.
-Milo no me hagas correrte del templo, estoy hablando en serio.
-Sólo quería aligerar las cosas, ya sé quién es...¿Qué hizo?
-Pues ¿Qué va a ser?...molestar, fue a visitar a Manne no sé para qué y trató de engañarme haciéndome creer que había cambiado pero fue tan obvia que su plan no funcionó.
-¿Y eso te hizo enojar?
-No realmente...sino que tratara de poner a Manne como alguien insignificante para mí y que me recordara todo lo que le hice...me enojé con ella pero también conmigo mismo porque tiene razón en como la traté.
-¿Le dijiste que la querías?
-¿A quién?
-A Mary Anne...
Camus se quedó mudo y desvió la mirada mostrándose indiferente.
-Yo no dije eso...
Milo lo miraba divertido y lo examinaba con la mirada.
-Es decir, has ido a verla todos los días por cinco años...¿Por nada?...vamos Camus a quien quieres engañar...¿A cupido? Falta que te des cuenta de lo que sientes después de que tengas nietos.
Camus se levantó del sofá y se acercó a la salida extendiendo el brazo.
-Fuera Milo...tus bromas no son aceptables ahora.
Milo se carcajeó arriesgándose a ser arrojado por las escaleras pero no podía evitarlo, hablar con Camus temas románticos hacían que todo fuera cómico.
-Está bien, me voy...no quiero ir al hospital por tu culpa.- Milo ya se iba cuando recordó a qué iba al templo.- Cierto...Athena me dijo que viniera a decirte que ya está lista la cena y que quiere que vayas.
Camus resopló negando con la cabeza.
-Vaya hora me lo dices...entonces vámonos pero no se te ocurra decirme nada de esto en el camino o si me atrevo a lanzarte por el barranco.
Milo alzó las manos aceptando las condiciones que su amigo le daba, o más bien las amenazas.
-Es un acuerdo.
Rodorio.
Kanon y Saida habían ido a comer algo a un restaurante después de haber terminado de llorar y de que Saida hubiera aceptado hablar con él.
Saida a pesar de tener los ojos hinchados veía a Kanon curiosa, no sabía si reír o sólo quedarse con la duda. Kanon miró a Saida quien lo miraba fijamente.
-¿En qué piensas?
Saida negó con la cabeza.
-Sólo me preguntaba algo...
-¿Qué cosa? ¿Sobre lo ocurrido? Bien, tengo que hablar contigo...
-Lo sé pero no era lo que estaba pensando hace un momento.
Kanon enarcó una ceja y puso las manos sobre la mesa.
-¿Entonces?
Saida sonrió un poco mirando divertida a Kanon.
-¿Qué te pasó en el rostro?.- Kanon entonces recordó, se volvió a tallar el rostro con ambas manos inútilmente para que los trazos se quitaran.- Dudo que con eso se quite.
-Estas niñas...seguro que ellas fueron.- Dijo un tanto molesto.
Saida supuso que se refería a las hijas de Saga, aún las recordaba, cuando ella se fue de Atenas las niñas tenían dos años, eran sólo unas bebés.
-¿Cómo están?
Kanon dejó de tallarse y miró a Saida por momentos largos.
-Bien...aunque son un desastre.
-Espero que las aconsejes bien.- Bromeó la pelirroja. Kanon rio entretenido.
-Por supuesto que lo hago pero no tengo la culpa que sean tan inquietas como lo era Saga.
-¿Cómo Saga o como tú?.- Rio.
Kanon estiró la mano y le pescó la nariz a Saida moviéndola de un lado a otro con sutileza.
-Sigue burlándote Saida.- La suelta y se acomoda de nuevo en su lugar.- ¿Por qué ya no supe de ti Saida?
La pelirroja se perdió en la mirada de Kanon de forma neutral, él tenía toda su atención en ella.
-Perdí el móvil...sencillamente por eso y no me aprendí tu número pero luego de eso comencé a enviar cartas al Santuario donde te explicaba las cosas pero por tu pregunta supongo que no recibiste nada.
-No...nada, ninguna señal.
Saida bajó la vista y comenzó a jugar con sus dedos, Ébano le había dicho que las cartas se habían enviado ahora se preguntaba si aquello era cierto o había sido un engaño de su hermana...pero de ser así. ¿Por qué lo haría?
-Eso fue lo que pasó...por eso no supiste de mí en todo este tiempo aunque dudo que eso te haya importado lo suficiente.
-¿Lo dudas?.- La pregunta de Kanon tenía un toque especial de enfado.
-¿Qué quieres que piense después de lo que vi?.- Saida apretaba las manos por debajo de la mesa, ese hecho reciente le perforaba el interior.- Además ella es bonita, sea quien sea...a lo mejor es tu tipo...de otra forma no habrías estado ahí y ella estaba tan cerca de ti...
Kanon cambió su semblante serio y molesto por uno más bufón, ver a Saida hablando ese tipo de cosas con un roce ofendido era divertido.
-Casi estaba encima de ti y tú no hacías nada, si yo no hubiera llegado quien sabe qué habría pasado...
-Saida...
-¿Qué?.- Miró a Kanon de nuevo con una sonrisa marcada.
-Estas celosa...
Saida echó la cabeza hacia atrás como si le hubieran dado un golpe y sentía su rostro ardiendo poco a poco.
-Claro que no.
-No te hice ninguna pregunta.
Ella estaba poniéndose nerviosa y sólo deseaba ocultarse hasta debajo de la mesa, todo menos que él se riera de cómo actuaba...¿Estaba celosa? Claro que no...¿Cómo podría tenerle celos a una mujer bonita y claramente atrevida?...Definitivamente estaba celosa, pensó.
-Aún sigues teniendo el rostro pintado.- Dijo Saida cambiando de tema. Kanon tomó el servilletero de metal y se observó la cara, estaba todo colorido con figuras abstractas y así andaba a la vista de todos los presentes.
-Ahora vuelvo...- Se levantó de la mesa.
-¿Vas a lavarte?.- Kanon asintió y fue en dirección al baño. Cuando Saida le perdió de vista exhaló todo lo que pudo y respiraba profundamente hasta que sus manos dejaran de temblar por la incomodidad en que la había enfrascado Kanon.
Pasaron como cinco minutos y él regresaba igualmente pintado.
-Es inútil, no se quita con agua fría.- Dijo Kanon fastidiado y sentándose de nuevo de mala gana.
-Tendrás que aguantarte hasta que llegues a tu templo.
-Sí...mientras tanto seré el bufón de todos, bueno...me da igual.
Saida veía que Kanon se ponía serio pero molesto, tenía que reconocer que prefería verlo bromear a verlo así. Ella llamó a una mesera y al estar enfrente de ella le susurró algo a lo que la mesera asintió y se fue, Kanon enarcó una ceja con confusión.
-¿Qué fue eso?
-Nada.- Sonrió Saida sospechosamente.
Kanon iba a protestar hasta que ella le hablara sobre su cotilleo con la mesera pero en eso dicha mujer se acercó y le entregó algo a Saida, cuando él vio el objeto se desorientó más de lo que estaba.
-¿Qué vas a hacer con eso?
Saida destapó un plumón color negro que le llevaron.
-Si se burlan de ti entonces te voy a hacer compañía.- Saida por mero instinto comenzó a pintarse el rostro sin importarle que los demás la vieran extraño. Kanon a pesar de estar azorado se sintió conmovido por lo que hizo ella.
Saida le entregó el plumón a la mesera y recargó su mentón en sus manos las cuales puso sobre la mesa.
-¿Y cómo han estado todos?
Hospital.
-Me alegra mucho verte despierta.- Le decía une enfermera a Mary Anne. Ella había ido a revisar cómo se encontraba, si había decaído o ya reaccionaba mejor. Mary Anne estaba semi-acostada sobre la camilla con sus dos manos juntas y sus ojos estaban bien enfocados en la enfermera rubia.- ¿Cómo te sientes?
-Bien...-Contestó Mary Anne.- Como si hubiera dormido demasiado.
-Y así fue pero tranquila, el médico vendrá a verte en unos momentos.- La enfermera le acomodaba las sábanas y las almohadas.
Mary Anne estaba desubicada, miraba la habitación de forma rara, no sabía por qué estaba ahí sólo que hace minutos tuvo un ligero ataque de ansiedad por no saber qué pasaba con ella, todo era extraño.
-Lamento lo de hace rato...
-¿Por cómo te pusiste? No hay problema, lo entiendo perfectamente.
-Aun así, me disculpo y además...quisiera preguntar muchas cosas.
-También lo entiendo pero poco a poco, no trates de saber demasiado en un solo rato.
-Eres amable.- Confesó Mary Anne de la nada.
-Es mi trabajo.- Sonrió la rubia.- Además me gusta serlo...
Mary Anne esbozó media sonrisa y miró sus manos con detenimiento, estas parecían haber cambiado o sinceramente era algo que dudaba.
-¿Cuál es tu nombre?.- Preguntó la francesa.
-Alisse...me llamo Alisse y no tengo problema con que me llames así.
-Gracias.
Alisse asintió y de inmediato entró Haziel, el médico que al ver a Mary Anne más relajada lo calmó a él también.
-¿Todo bien?.- Le preguntó a Alisse.
-Sí...ella está más calmada.
-Lo veo.- Miró detenidamente a Mary Anne y ella hizo lo mismo.- Hablaré con ella, en seguida le hablo.
Alisse asintió y miró a Mary Anne a modo de despedida, luego salió de la habitación. Haziel caminó hacia ella con carpeta en mano y un estetoscopio ligado al cuello.
-¿Usted es...?
-Tu médico.- Añadió él suponiendo que a eso se refería.- Me llamo Haziel.
-Yo me llamo Mary Anne.
-Eso lo sé.- Sonrió de oreja a oreja y se acercó más a donde ella estaba.- Mary Anne, voy a hacerte un par de preguntas para conocer mejor tu estado, si te incomoda algo eres libre de decirlo...¿de acuerdo?
-¿Preguntas?...Yo tengo muchas preguntas que hacer.
-Comprendo, es normal pero vamos poco a poco, primero preguntaré yo y luego podrás hacerlo tú.
Mary Anne asintió y movió su espalda para acomodarse.
-Está bien.
-Bueno, primero...¿Sabes por qué estás aquí?
Ella negó de inmediato.
-Para nada...
-¿Cuál es tu último recuerdo?
Mary Anne forzaba sus pensamientos, intentaba recordar lo último pero parecía tener todo revuelto, le costaba concentrarse.
-No te presiones en contestar, lo harás en su momento.- Le decía Haziel al ver que Mary Anne hacía gestos.
-Estoy bien, sólo que estoy confundida, no sé si son sueños o es parte de mi pasado.
-¿Qué es eso que pasa por tu mente?
-Pues...recuerdo que lloraba y mucho pero no sé por qué, es complicado...-Se llevó las manos a la cabeza.
-No te preocupes, ya te dije que será en su momento, sólo necesitas tiempo para recordar.
Mary Anne miró fijamente al médico, no podía evitar sentirse incómoda por la duda.
-¿Puede decirme porqué estoy aquí?
Haziel suspiró y después de unos segundos comenzó a hablar.
-Tuviste un accidente, te atropellaron y te golpeaste la cabeza con el asfalto...fue un golpe muy fuerte.
Mary Anne frunció el ceño aun esforzándose en recordar pero su mente no procesaba ningún accidente.
-¿Está seguro?.- Preguntó escéptica.
-Sí...pero tu salud está estable, estabas demasiado delicada.
-¿Demasiado?...¿Estuve...a punto de...?.- No terminó de hablar y sólo recargó la cabeza sobre las almohadas.
-Necesitas descansar, mañana es probable que vengan a visitarte.
-¿Visitarme?.- Mary Anne seguía sin perder contacto visual con Haziel.
-Sí...muchas personas han venido a verte cuando estabas inconsciente, tienes muchas personas que te aprecian y sobre todo hay un joven que viene diario, incluso vino hace rato pero le negué el acceso por tu estado.
Mary Anne alzó las cejas sorprendida por escuchar lo que decía.
-¿Un joven viene diario a verme? No lo creo...yo con las únicas personas que me había juntado eran con unas amigas pero no con un hombre.
-Él no parece pensar lo mismo, su nombre es Camus...¿Lo recuerdas?
Mary Anne se quedó muda al escuchar ese nombre, Haziel empezaba a interpretar su silencio y estaba creyendo que ella se exaltaría por hablarle de Camus pero lejos de eso ella actuó normal, incluso algo indiferente.
-Camus...dudo que se trate de él.
-¿Por qué? Él ha venido diario, hasta había llegado a creer que es familiar pero la diferencia de apellidos era notoria...¿Qué es de ti?
Mary Anne desvió la mirada y luego cerró los ojos.
-Nada...absolutamente, sólo lo conozco y realmente dudo que él venga a verme, debe haber un error.
-¿Por qué estás empeñada en eso?.- Le preguntó sutilmente para que no sobreactuara.
-Porque siempre se dedicó a rechazarme e ignorarme, por eso...
Haziel enarcó una ceja, jamás se esperó esa confesión de su parte, Camus aparentaba lo contrario.
-Está bien, es todo por ahora...descansa y mañana pasaré a verte, Alisse se encargará de venir de vez en cuando para revisarte.
-Gracias...-Haziel asintió y comenzaba a retirarse.- Disculpe.- El médico la miró ante el llamado.- ¿Puedo pedirle un favor?
-¿Qué necesitas Mary Anne?
-No quiero ver a Camus...si es que es él, por lo menos estos días...
-¿Segura? Tal vez sea conveniente que hables con él.
-No...de verdad que no, sólo desearía hablar con mis amigas, las enfermeras y usted...con nadie más.
Haziel no comprendía la decisión determinante de Mary Anne pero tenía qué respetarlo, mañana tendría que hablar con Camus cuando llegara y explicarle mejor la situación, Mary Anne posiblemente se mostraba fría por su confusión.
-Lo haré, tú tranquila.- Él salió de la habitación quedándose Mary Anne completamente sola.
Ella cerró los ojos y respiró profundamente...había olvidado preguntarle cuánto tiempo había estado ahí en el Hospital...¿Días?...Estaba bien aunque seguía con muchas interrogantes y luego tenía que lidiar con las visitas frecuentes de Camus, según Haziel...¿Sería él? Mejor no pensar en eso, era imposible...hasta donde podía recordar él siempre la despreció y eso le dolía antes, basándose en lo que recordaba pero ahora se sentía mejor...tranquila, sería mejor dormir de nuevo y tal vez así recordaría mejor las cosas.
Templo de Géminis.
9:34 p.m
Saida y Kanon habían llegado al templo pero igualmente estaba oscuro como los otros dos, no había ningún ruido...nada...como si estuviera abandonado. Saida parecía extrañada con lo sucedido aunque en el primer momento que entró al templo recordó cuando ella estaba ahí conviviendo con Dione y Kanon más que nada y también un vago recuerdo sobre el incidente sobre Morfeo el cual seguía siendo un misterio para ella. Kanon mientras tanto sólo se preguntaba a dónde se habían ido todos, la presencia de Saida no le hacía razonar bien.
-¿No habías dicho que Dione y las niñas se quedaban aquí?.- Preguntó Saida.
-Pues así es pero no entiendo donde puedan estar.- Más bien se le olvidó.
-Esperaba verlas, quería hablar con Dione y me da curiosidad ver a las gemelas.
-Podemos esperarlas, no deben tardar.
Ambos se acercaron más al sofá y se sentaron, Kanon encendió las luces y fue a la cocina por agua. Saida se sentía rara de estar sola con Kanon, esa atracción que sentía hacia él no había cambiado, ese sentimiento que le provocó desde que lo conoció seguía intacto y la sensación de que el corazón se le salía cuando recordaba las veces que estuvieron solos tan cerca teniendo relaciones le estaba atacando en ese preciso momento. Las piernas le temblaban que le era molesto estar sentada, era demasiado obvia. Saida se levantó del sofá y comenzó a caminar por el templo hasta que no pudo más y salió a tomar aire fresco. Ella se recargó en una columna y mientras u respiración se controlaba miraba el cielo oscuro con unas cuantas estrellas iluminándolo...era mejor perderse en el cielo que en sus pensamientos con Kanon.
-Acabamos de llegar...¿Y otra vez estás afuera?.- Saida se espantó al escuchar a Kanon cuando más concentrada estaba en pensar algo diferente.
-No me espantes así.
-No pretendía espantarte además yo hable normal..- Kanon le extendió un vaso con agua a Saida rozando sin querer sus dedos, ella estaba tajante en evitarle la mirada.
-¿Crees que vuelvan pronto?
Kanon se hundió de hombros ante la pregunta.
-No lo sé, te repito que no sé dónde hayan ido...¿Por qué? ¿Me tienes miedo?
"Más o menos" Pensó Saida.
-No...sólo era una pregunta.
Kanon levantó la mirada después de beber un sorbo de agua. Saida hizo lo mismo pero ella estaba tratando de ocultar su rostro con el vaso. Echó un último vistazo a Kanon y recordó que ambos tenían el rostro pintado.
-¿Puedo ir a lavarme el rostro?.- Kanon la miró neutral y asintió. Saida le entregó el vaso y entró al templo con presura.
-Oye Saida...
Saida dio media vuelta para ver a Kanon de nuevo y escuchar lo que tenía que decirle.
-¿Qué pasa?
-Intenta quitar la pintura con agua caliente.-Saida asintió, eso era lo que iba a hacer.- Pero tienes que abrir la ducha.
-Entiendo...lo haré.- Pasó al baño rápidamente, si Kanon iba a decirle algo más era lo de menos, primero tenía que controlarse ella.
Saida dentro del baño se recargó en la puerta por pocos segundos y luego caminó hacia el espejo donde se vio mejor las líneas que se había hecho, sonrió divertida para sí y negó con la cabeza.
-Estoy algo loca.- Dijo para sí acercándose a la ducha y abriendo los manerales de agua nivelándolos para que quedara tibia. Acercó su rostro dentro del agua y comenzó a lavarse pero esto solo ocasionó que se empapara la parte superior por el agua que se corría.- Estoy empeorando las cosas.
Saida se alejó de la ducha y miró la puerta pensando en Kanon...tal vez si terminaba de ducharse completamente y rápido mataría dos pájaros de un tiro; se limpiaba la cara y no se mojaba la ropa más a parte podría relajarse. Saida se comenzó a desvestir con velocidad, entré más apresurada menos sospecharía Kanon de lo que estaba haciendo, cuando ella saliera del baño y la viera mojada del cabello podría inventarle que lavó toda su cabeza y asunto cerrado, creía que era lo mejor. Ella puso el seguro de la puerta y entró a la ducha y comenzó por lavar su rostro y luego su cuello hasta llegar a los hombros los cuales masajeó suavemente.
Kanon entró al templo y se sentó en el sofá, comenzó a buscar los objetos "criminales" que usaron sus sobrinas en su rostro. Buscó por la mesilla, detrás de los cojines y demás pero nada hasta que tuvo la idea de buscar debajo del sofá donde encontró varios plumones de diferentes colores, los colores justos que tenía plasmado en su piel.
-Cuando vengan.- Dijo para sí poniendo los plumones sobre la mesilla y se volvió a sentar en el sofá preguntándose a dónde habían ido todos.- ¿Acaso fueron a una fiesta?
Kanon tratando de concentrarse en otra cosa miró su móvil y con ello la hora, ya era tarde para que ellas no estuvieran ahí...podría haberse angustiado de no ser porque miró la fecha.
-Tenía que ser viernes.- Dijo más aliviado.
Los fines de semana, Dione solía quedarse con las gemelas en la morada junto a las demás y eso comenzaba desde el viernes. Kanon también recordó entonces que los viernes realizaban una cena en el templo de Athena así que seguramente estaban ahí todos y después se irían a sus respectivos templos.
Kanon se desparramó en el sofá e hizo la cabeza hacia atrás mirando el techo, ese día le habían pasado demasiadas cosas y seguía cansado, la siesta que tomó en la tarde lo calmó pero ahora con lo de Vivienne y lo de Saida esa relajación se esfumó...Vivienne era algo atrevida y no dudó en demostrárselo cuando lo acorraló contra una pared, tal vez y sólo tal vez se hubiera dejado llevar por simple atracción y para recordar viejos tiempos pero Saida había regresado...y aunque él siguiera negándose y negándole a los demás que ella no marcaba demasiado en su vida era mentira y lo comprobó cuando fue corriendo tras ella...ese beso que le dio y ese abrazo nunca planeó darlos, fue espontáneo, Saida le hacía tener acciones raras y cursis pero a la vez sinceras y eso le hacía sentir bien. Él giró su cabeza mirado hacia el baño, el agua de la ducha aún caía y Saida no salía...¿Qué estaba haciendo?.
Kanon se acercó a la puerta del baño y recargó su oreja en la madera, sólo escuchaba el agua caer.
-¿Qué haces?.- Preguntó Kanon tocando la puerta.
Saida emitió un grito ligero por escucharlo.
-N-Nada...lavando mi rostro.
-¿Todavía?.
-Sí...¿Por qué?
-Porque llevas como diez minutos ahí...¿No se puede quitar?
Saida se quitó el agua del rostro y buscó una toalla pero no la encontró cerca, estaba a unos cuantos pasos lejos de la ducha...no era su día de suerte.
-No, es difícil pero ahora salgo del agua.
Kanon frunció el ceño.
-¿Salgo?
Saida se dio cuenta de lo que había dicho y se maldijo a sí misma, tenía que salirse de ahí ya. Puso las manos en los manerales para cerrarlos pero debido a su nerviosismo en vez de cerrarlas las abrió más ganando el agua fría por encima de la caliente.
-¡Ahhhhhhh!.- El agua helada le hizo gritar.
Kanon afuera se extrañó por el grito y sin dudarlo abrió la perilla y al entrar vio a Saida manotear detrás de la cortina. Saida desesperada apartó la cortina de baño para salir de ahí pero su casi infarto llegó cuando vio a Kanon frente a ella con ojos muy expresivos, estaba perplejo y ella igual. Kanon miraba a Saida por completo, la tenía enfrente desnuda y mojada, la sola imagen le excitó de inmediato, nunca antes la había visto tan sensual e inofensiva como ahora. Saida al concentrarse más en la mirada que tenía puesta Kanon sobre ella le hizo reaccionar y preguntarle al mismo infierno ¿Por qué le pasaban esas cosas?
-¡Voltéate!.- Saida se cubrió lo que pudo de su cuerpo con sus manos y la cortina del baño pero aun así Kanon tenía problemas para reaccionar.- ¡Dije que te voltees!
Kanon reaccionó pero su emoción interna seguía.
-¡¿Pero qué hacías?!.- Saida tomó su blusa la cual estaba cerca y se la arrojó en la cara. Kanon se quitó la prenda y arrugó la frente.
-¡Déjame! ¡Vete!...¡¿Cómo entraste si estaba puesto el seguro?!
Kanon volcó los ojos sin saber qué hacer, se sentía estúpido.
-Esta puerta tiene truco, sólo yo y Saga la sabemos...creí que te había pasado algo...no me imaginé que tú estuvieras...
Saida no lo dejó terminar, si se la tragaba la tierra en esos momentos estaría muy agradecida.
-¡Ya salte!...¡Quiero estar sola!
-En vez de gritar...¿Por qué no cierras la llave?
-No puedo...tengo frío y el agua está helada.
-¿Te estabas bañando con agua helada?
-¡No!...¡Fue un accidente!.- Se apenó. Kanon miró a Saida casi derrotado y se acercaba a donde estaba ella.- ¡No te acerques!
-Saida por favor...-Dijo fastidiado.- Sólo voy a cerrar la llave.
-Está bien.- Dijo temblando por frío y nervios.- Pero no me vayas a ver.- Se aferraba a cubrirse con la cortina. Kanon esbozó media sonrisa.
-No voy a ver nada que ya haya visto.
Saida tenía ganas de llorar de vergüenza.
-Sólo ciérrala por favor.
Kanon se acercó más a cerrar los manerales, después de ellos se quedó ahí parado pero sin voltear a ver a Saida quien estaba arrinconada esperando que él se alejara pero como el destino no estaba a su favor, Kanon la miró de reojo.
-Gracias...ahora quisiera vestirme.- Le dijo Saida desesperada porque se mantuviera lejos de ella o perdería el juicio.
-Si te ibas a bañar pudiste haberlo dicho.
-No lo pretendía es sólo que...bueno en fin...ya lo hice y ahora quiero cambiarme.- No iba a darle explicaciones por la sencilla razón de que no podía explicarlas en esas condiciones.
Kanon la miró completamente y luego se alejó de ahí exhalando con fuerza. Saida esperaba que se fuera inmediatamente pero en vez de eso Kanon le acercó la toalla sin mirarla.
-Toma, será mejor que te pongas esto.- Saida tomó la toalla porque tenía mucho frío pero dudaba si ponérsela con Kanon ahí sin querer irse.
-¿Quieres que me la ponga mientras estás aquí?
Kanon se encogió de hombros.
-Estás en el baño de mi templo, o de Saga...como sea, así que yo decido donde estar y donde no...si quieres cambiarte lo tendrás que hacer mientras esté yo aquí.
Saida no podía creer lo que escuchaba, lo hacía para molestarla.
-Entonces por favor no vayas a voltear.- Kanon no dijo nada. Saida soltó la cortina y se enrolló la toalla alrededor de su cuerpo y luego tomó su ropa.- Listo...ahora ¿me puedes dar privacidad para que me cambie?
Él estaba por salirse del baño pero algo se lo impidió y se giró a verla con seriedad y dio dos pasos acercándose a ella. Saida puso sus manos enfrente impidiéndole que se acercara más.
-¿A qué has regresado exactamente?
Saida pestañeó por la sorpresiva pregunta.
-Yo...ehh...ya te lo dije...
-Me dijiste porque no te pudiste comunicar, más no porqué viniste.
-¿Eso no es obvio? Es lo mismo...fue para verlos...estaba emocionada y ansiosa pero...
-¿Pero qué?
Saida bajó la vista.
-No pensé verte con alguien, si ya sé...soy insistente pero es la verdad...tal vez lo mejor sería que yo me fuera, así podrías hacer tu vida como quieras y estar con quien quisieras.
-¿Quieres eso?.- Preguntó tajante. Saida dudó en contestar.
-S-Sí...
-No te oyes convencida.
-Si lo estoy.
-Te vuelvo a preguntar...¿Quieres eso? ¿Qué esté con alguien más?
-Puedes estar con la misma chica de hace rato, ya la has de conocer muy bien...
Kanon estaba molestándose y se acercó más a ella, que Saida tuviera sus manos enfrente para evitar que se acercara ya no era una barrera, él puso más fuerza al avanzar y ella retrocedía hasta que topó con la pared de la ducha, las piernas le temblaban más.
-No te voy a negar que si la llegué a conocer pero ni siquiera me acordaba de ella.
-¿Amante?.- Preguntó con amargura.
-Sí...sin importancia y fue hace años, antes de conocerte...
Ella no sabía cómo interpretar esas palabras.
-¿Y hay algo que te impida estar con ella de nuevo?
-Sí lo hay.
-¿Y qué es?.- Preguntó con dificultad.
-¿Quieres que te lo diga o te lo demuestro?.- La pregunta con tono seductor y mirada afanosa de Kanon le hizo temblar todo el cuerpo.
-Mejor déjame ir...
Kanon deleitaba su vista con sólo observar su rostro; sus ojos verdes, su cabello escarlata y esas ruborizadas mejillas simplemente le gustaban.
-¿Por qué me tienes miedo?
-No te tengo miedo...sólo frío...además pueden llegar Dione y las niñas y nos pueden ver aquí.
-Ellas no van a llegar.
Saida palideció el rostro.
-¿Qué? ¿Por qué?
-Ellas se quedan cerca del Athena, en la morada para ser más exactos...lo hacen cada fin de semana, no recordaba que hoy era viernes.
-Eso quiere decir que...
-¿Qué estamos solos? Sí...y lo estaremos hasta el amanecer, demasiado tiempo ¿no?
Un cosquilleo le acariciaba la espalda de Saida con fuerza, el modo en que hablaba Kanon parecía invitarla a compartir algo íntimo o eso creía...si seguía así dudaba en que ella misma pudiera controlarse.
-Sí, demasiado tiempo así que es mejor que vayas a dormir pronto.- Kanon rio a carcajadas al escucharla y más deseos de besarla tenía.- ¿Por qué te ríes?
-Estas demasiado nerviosa, es obvio que no puedes ocultar tu atracción hacia mí.- Bromeaba Kanon haciendo enojar de nuevo a la pelirroja.
-Estás siendo arrogante, yo solo quiero que me dejes sola.
-¿Y si yo no quiero? ¿Me vas a sacar del baño?...Vamos, quiero ver que lo intentes.- Kanon alzó sus brazos, seguía burlándose de ella. Saida frunció el ceño y puso las manos sobre el pecho de Kanon para empujarlo pero no logró moverlo ni un centímetro y eso le frustró.
-¡Estás muy pesado! No podré moverte nunca.- Kanon esbozó media sonrisa y dio un paso hacia atrás, Saida no se esperó esta acción y por la fuerza que ponía al empujarlo se resbaló hacia adelante acercándose a Kanon. Él bajó los brazos aprisionando a ella sobre su cuerpo.- ¿Por...Por qué me haces esto?.- Preguntó apenada.
-Sólo por molestar, estoy esperando que te decidas.
-¿Decidirme?.- Preguntó perpleja y luego Kanon la soltó.
-En correrme...creo que tu plan desde un principio era que yo entrara.
Saida apretó los puños, ya se cansaba de que le hiciera sentir de esa manera.
-Yo no soy como tus "amigas" de atrevida, yo sólo tomé una decisión tonta y no era para llamar tu atención.
-Entonces ¿Me corres de mi propio baño de nuevo?
-Eres muy necio e insistente...sí, te estoy corriendo de tu baño para que pueda vestirme e irme, ya me urge salir de aquí.- Ladraba Saida y Kanon esbozó una sonrisa que ocultaba un poco su coraje.
-Si tanto te molesta estar aquí, puedes irte de una vez.- Comenzaban a discutir de nuevo.
-¡No voy a salir desnuda!
-A mí no me molesta.
Saida bufaba a más no poder, era el colmo de los colmos. Kanon al verla enojada sólo sabía una cosa, él había acabado con su paciencia y también estaba enojándose y tenía todos los deseos posibles de quitarle esa toalla, tenía qué controlarse, lo menos que debía hacer era irse del baño para que Saida se fuera más rápido. Él dio media vuelta pisando firme hasta tocar la puerta pero velozmente recorrió el deseo por su cuerpo, no había visto a Saida desde hace tiempo y la había extrañado en todos los sentidos, controlarse ya no era factible. Kanon dio media vuelta para verla determinante.
-¿Qué quieres?.- Preguntó atónita pues en vez de que se fuera se regresaba hacia ella.
-Te quiero a ti.- Dijo Kanon y la atrajo hacia él besándole los labios con mucha pasión, tanta que el aliento le faltaba pero no podía dejar de besarle los labios. Saida quiso resistirse de nuevo pero no podía seguir negándose, su cuerpo lo reclamaba a gritos.
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