Líos y complicidad

-¡Iori! ¡Jada! ¡¿Dónde están?!.- Una niña de cabellos castaños corría por todo el bosque, estaba empeñada a buscar a las otras chicas.

Ella buscaba en cada rincón posible, ellas solían ser muy rápidas y agiles entre más pasaba el tiempo. Se acercó a uno de los árboles, consideraba que sería más fácil encontrarlas ahí pero muy complicado para subir a tan corta edad, sentía ganas de gritar más.

-¡Nalhia! ¿Qué haces ahí?.- Preguntó una mujer de cabellos rubios. La niña le miró neutral, no le sorprendía verla ahí.

-No encuentro a nadie.- Dijo la niña haciendo puchero. La rubia volcó los ojos.

-Deben estar ocupadas y tú no deberías estar aquí.- Le regaño y Nalhia se sentó sobre el pasto.- No te sientes y vete a tu casa, si alguien te ve por aquí puedes tener problemas.

-¡Nalhia!.- Otra chica se acercaba corriendo a donde estaban ellas. Nalhia al verla se levantó y fue con ella corriendo de igual manera.

-¡Ross!.- Exclamó la niña abrazando la pierna de la castaña.

-¿Por qué te fuiste de la casa? Te he estado buscando.

-Quería buscar a Iori y Jada...ellas se salieron.- Explicaba la niña y la chica le sonrió acariciando sus cabellos.

-Deberías tener más cuidado.- Le advirtió la rubia golpeado.- Ella no debería estar aquí y tú no deberías portarte tan sentimental.

La castaña le miró poniéndose seria.

-No fue mi intención que ella saliera de la casa, estaba ocupada entrenando y cuando me di cuenta Nalhia ya no estaba.

-Esa es una excusa algo tonta, mejor vete antes de que Zacros ande por aquí...No querrás pasar otro día en las mazmorras ¿verdad?

La castaña no podía olvidar esa sensación de soledad y desprecio que vivió en ese lugar, la última vez que estuvo ahí fue precisamente por mostrarse agradable y con consideración en un entrenamiento, no podía olvidar los golpes que le dieron y la cantidad de sangre que brotó de su cuerpo.

-Eso fue hace semanas y no quiero volver a pasarlo...tendré más cuidado.- La rubia enarcó una ceja y sonrió burlonamente.

-No creas que me preocupo por ti...esto te lo digo para que no perjudiques a quien cuida de ti.- Le dijo caminando con altivez.

-Ross...¿Dónde está mi...?.- Ross puso un dedo encima de sus labios indicándole a la niña que guardara silencio.

-No lo digas y mejor vamos a la casa.- Le dijo y ambas se fueron de ahí lo más rápido que podía correr Nalhia.

Mazmorras.

Azure llevaba entre sus manos una vasija con agua y un pedazo de tela, trataba de mirar al piso cada vez que caminaba por ahí, todos los presentes tenían en sus miradas un odio asesino, no les importaba quienes fueran las personas merodeando cerca, tenían el instinto de asesinar, sólo les faltaba la orden directa. Azure sentía miedo, tanto tiempo viviendo cerca de todo ese ambiente y no podía acostumbrarse, cada día había un evento sorprendente...si había sobrevivido había sido gracias a su hermano quien le aconsejaba no mostrar sus emociones de lo contrario, ella habría muerto desde hace mucho tiempo. Ella abrió una celda y entró de inmediato, cerró la puerta de gruesa madera y se acercaba a la joven que estaba tirada en el suelo. Azure esperaba que no estuviera muerta pero después de cómo la habían golpeado lo dudaba demasiado. Había sangre alrededor de ella y nada de atenciones, era lógico que no era importante su vida.

Azure dejó las cosas en el suelo y se arrodilló tratando de no ensuciarse la ropa con la sangre y movía a la chica sutilmente, le alivió escuchar que aún respiraba.

-Oye...-Le llamaba sin dejar de moverla. La chica abrió sus ojos poco a poco.- Que bien...-Dijo para sí.

-¿Qui...en...eres?.- Preguntó la chica con debilidad.

-Me llamo Azure y vengo a limpiarte y a curar lo más que pueda.- Le decía sonriéndole.

La castaña cerró los ojos e intentó moverse e incluso levantarse pero estaba muy débil. Azure humedeció el trozo de tela en el agua y le empezó a limpiar el rostro, los ojos de la otra chica destellaban terror.

-¿Qué hago aquí?.- Preguntó después de un buen rato. Azure se mordió los labios, no sabía exactamente cómo hacerle entender su situación.

-¿No recuerdas nada?...Antes de que te golpearán.

-Un poco...pero...yo recuerdo que estaba a punto de morir...y después apareció una mujer rubia...eso es lo que recuerdo.- Explicaba en frases la chica.

"Nada nuevo" Pensó Azure, las personas que llegaban ahí para "entrenarlas" curiosamente estaban a punto de morir, un hecho que no conocía y su hermano jamás le explicó.

-No sé realmente porqué estés aquí pero lo que si te puedo decir es que este tipo de torturas seguirán...es muy difícil decírtelo sabiendo la tortura que pasaste.

La chica cristalizó sus ojos e hizo gestos claros de tristeza, comenzó a llorar y sus lágrimas las sentía calientes. Azure desvió la mirada, le cohibía ver a alguien así.

-¿Por qué yo?.- Preguntó la chica lamentándose.- Yo no hice nada...

-Tranquila, no sigas hablando o podrían escucharte, es mejor quedarse callado por ahora.

La chica trataba de comprimir sus sollozos pero era algo difícil, no deseaba volver a experimentar esa sensación de tortura, su confusión también le alteraba.

-Ayúdame...déjame ir.- Le suplicó intentando de nuevo de levantarse. Azure negó.

-No puedo, nos matarían...lo único que puedo hacer por ti es venir a verte, la soledad también es otro método de tortura.

La castaña cerró los ojos resignada, aquello sonaba muy cruel sin razón alguna.

-¿Cómo te llamas?

-Romina...-Contestó con un hilo de voz.

-Bien Romina...en unas horas te traeré algo de ropa limpia y una frazada, el frío por la noche es terrible...

-Yo lo que quiero es salir...

-Lo sé pero...

-¡¿Qué haces aquí?!.- Gritó una mujer de cabellos naranjas y portaba una armadura color cobalto. Azure la miró y se espantó. Romina sentía más miedo.

-Vine a curarla...lo que suelo hacer.- Contestó Azure calmándose.

Girela hizo una mueca de desagrado y miró a Romina con desplante.

-¿Esa es la basura?.- Preguntó cínica.- No pierdas el tiempo en alguien que no vivirá hasta mañana.

Romina no dejaba de llorar y Azure se levantó tomando la vasija.

-Es lo que tengo que hacer, sólo recibo órdenes...

-Tú obedeces a quien está por encima de ti y yo soy una autoridad.

-No es cierto, sólo eres una guerrera y yo a quien obedezco es al señor Erebo o a la señorita Nix.

Girela levantó la mano con intenciones de golpearla pero se contuvo. Azure escuchó que murmuraba algo.

-Para ser una simple sirvienta no te importa contestarle a alguien como yo...pero algún día me desquitaré contigo, es más...no me quedaré con las ganas.- Se acercaba más y le tomó del vestido, volvió a elevar su brazo el cual iría directo a su rostro. Azure cerró los ojos preparándose para sentir el golpe de ira de la chica.

-Será mejor que no se te ocurra hacerlo.- Girela se detuvo justo antes de rozar la piel de Azure.

Una mujer con vestido blanco y largos cabellos cenizos estaba parada en medio de la puerta. Girela soltó a Azure de inmediato, ella miró a la mujer y sonrió discretamente.

-Kesia...

-Azure, ven aquí.- Extendió su mano Kesia y Azure fue inmediatamente con ella. Girela rio con cinismo.

-Kesia...de verdad que no tienes vergüenza, mostrándote tan generosa en este lugar.- Extendió sus manos al cielo.- No entiendo de qué privilegios gozas.

-No son privilegios, es responsabilidad y cada uno debería enfocarse en eso.- Se defendía serena.- Tú eres una guerrera y recibes órdenes al igual que yo pero ninguna ha dictado que golpees a doncellas de Nix.

Girela ladeó la cabeza levemente.

-Es una tontería.

-Es la verdad y por tu bien, no quiero volver a ver que intentas hacer algo como esto o yo misma le diré al señor Erebo lo ocurrido.

Girela apretó los dientes con rabia, odiaba que una simple doncella le hablara de esa manera sobretodo ella. Caminó a la salida y salió de la celda. Kesia miró a Azure con sutileza.

-¿Esas bien?

-Sí...gracias Kesia, no pensé que llegarías.

-Te estaba buscando y me dijeron que estabas en las mazmorras, tenía que venir a buscarte.

-¿Le dirás al señor Erebo lo que pasó?

-No...por ahora no.- Kesia miró a la chica llorando y se acercó a ella hincándose y poniendo una mano en la frente. Azure la miraba más esperanzada.

-No me haga nada...por favor.- Suplicaba Romina.

-Mis intenciones son otras, no te asustes.- Pronto una luz color verde salió de la mano de Kesia y comenzó a invadir el cuerpo de Romina hasta que la luz desapareció por completo. Ella quitó la mano de su frente y se la extendió a la chica.- Puedes levantarte ahora.

Romina abrió más sus ojos y por reflejo comenzó a mover sus extremidades, su sorpresa fue que ya no se sentía débil sino todo lo contrario, se sentía con energías. Romina se sentó y observó la mano de Kesia, dudaba si darle la mano o no. Kesia le sonrió para darle más confianza y Romina terminó por darle la mano, ella le ayudó a ponerse de pie.

-Pero...-Miraba sus manos asombrada sus heridas ya no sangraban, sólo quedaban las cicatrices.- ¿Cómo lo hizo?

-Privilegios.- Sonrió Kesia y luego miró a Azure.- Ve por una frazada y algo de ropa.

-Iba a hacer eso pero más tarde, con eso de que desconfían de todo.

-No te preocupes, si te preguntan diles que yo te lo autorice.- Azure asintió y salió de allí.

-Usted debe saber lo que me pasó ¿verdad?.- Kesia la clavó la mirada delicada.- Por favor...ayúdeme a salir de aquí...o por lo menos dígame porqué me hicieron esto.

-Podré decírtelo pero lamento no ayudarte más, te contaré...

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Santuario de Athena.

Coliseo.

Afrodita había terminado de entrenar y ahora se disponía a descansar un poco, se sentía raro al no tener que entrenar a Sienna y lo comprendía, sus disculpas de nada sirvieron después de cómo la aventó al mar...ella no había ido en la mañana. Él miraba a Máscara Mortal, él parecía lucir indiferente pero conociéndolo también estaba desorientado al tener más tiempo para entrenar y menos para enseñar. Máscara Mortal le miró y vio como Afrodita le miraba con dureza, como detestaba que le echara toda la culpa de lo sucedido.

-¡¿Podrías dejar de hacer eso?!.- Reclamó el caballero de Cáncer.

-¿Qué?.- Fingió demencia Afrodita.

-¡Esa estúpida expresión! ¡Me culpas por lo que pasó!

-¿Y acaso no la tienes?

-¡Pues yo no la aventé al mar!

-De no haberla insultado posiblemente no hubiera pasado.

Eufrosine se acercaba con un jarrón de agua fresca y corroboró que ambos estaban discutiendo, desde metros atrás se escuchaban sus gritos.

-Su amistad pasará a la historia.- Dijo ella ironizando. Ambos la miraron completamente en desacuerdo.

-¡¿Cuál amistad mujer?! Si apenas y soporto a Afrodita.- Se quejaba Máscara Mortal y Afrodita abrió la boca con ofensa.

-Como si a mí me agradara tu compañía.- máscara Mortal estaba por golpearlo pero en eso Eufrosine se puso entre los dos.

-No se peleen ahora...no sería bueno pelear enfrente de una mujer.

-Entonces...¡Hazte a un lado!.- Ladró el caballero de Cáncer.

-¿Qué modales son esos? Yo no te hice nada para que me grites.- Le dijo Sine molesta.- Después de lo que pasó ayer deberían ser más considerados.

-Pero si a ti no te hicimos nada.- Dijo Afrodita mirándola raro.

-¿No? Casi me da un ataque por su culpa...sin embargo la que sí está enojada es Sienna.- Ambos se quedaron callados, no podían poner objeción al respecto.- Hablando del rey de Roma...

Los tres veían a Sienna acercarse, ambos caballeros irguieron su postura.

-Hola.- Dijo Sienna amablemente.

-Hola.- Contestó Sine contenta. Ellos dos respondieron con incomodad, Sienna pudo presenciarlo.- ¿Qué haces aquí? Pensé que...

-Venía a despedirme, vuelvo en la tarde.- Contestó antes de que Sine terminara de hablar. Los tres la miraron curiosos.

-¿Irte? ¿A dónde irás?.- Cuestionaba Sine. Ellos observaban que Sienna estaba vestida con shorts y camiseta de tirantes.

-Hoy empiezan mis clases...como ya no entreno aquí tenía que dedicarme a algo más.- Contestó muy animada. Máscara Mortal frunció el ceño.

-¿Clases? ¿Se puede saber de qué?

Sienna lo miró fijamente y alzó los hombros.

-Podría decirte que no tengo porque dar explicaciones pero como estoy feliz te contestaré...hoy inician mis clases de buceo.

-¡¿Clases de buceo?!.- Exclamaban los tres al unísono. Sienna asentía.

-Sí...clases de buceo.

-Pero...¿Desde cuándo te interesa aprender buceo?.- Le preguntó Afrodita sorprendido.

-Desde que casi me ahogo.- Contestó sonriente y Afrodita sintió un puñetazo de palabras.

-Pero que extraño...de la noche a la mañana quieres aprender buceo.- Decías Máscara Mortal rascándose la cabeza.

-Pues si....- Añadió Sienna.

-¿Taylor te va a enseñar?.- Preguntó Sine y Sienna asintió.

-¿Y esa mujer quién es?.- Preguntó Máscara Mortal cruzándose de brazos. Sienna arrugó la frente.

-No es una mujer...es un hombre y se llama Taylor...de hecho fue quien me salvó la vida.-Repuso. Tanto Afrodita como Máscara Mortal se sintieron reemplazados.

-Bueno...si es así, será mejor no quitarle el tiempo.- Máscara Mortal dio media vuelta para ir de nuevo a entrenar, era evidente que se había molestado.

Sienna miró a Afrodita quien estaba serio pero no se quitaba de ahí. Sine se percató que ella estaba de sobra.

-Yo voy a dejar esto por allá.- Refiriéndose a su jarrón. Sienna y Afrodita se quedaron ahí solos.

Afrodita no sabía que decirle, estaba apenado y se sentía celoso por lo que Sienna había dicho, tal parecía que se veía agradecida con ese hombre rubio y la comprendía de cierta manera, él le había salvado cuando él no pudo. Sienna le miraba profundamente y una sonrisa divertida se dibujó en su rostro.

-Te noto pensativo.- Le dijo rompiendo el hielo.

-No, no estoy pensativo...bueno, tal vez.- Le miró directamente.- Lamento lo que pasó, no fue mi intención...no quería que te cayeras al mar.

-Lo sé...

Se quedaron ahí enfrascado en un incómodo silencio.

-Me pareció escuchar que...habías recibido algo anoche.- Comentó Afrodita y ella asintió evitando reír.

-Sí, es cierto...me enviaron unas rosas.

-Creí que no te gustaban las rosas.

-Y es cierto...aunque estoy cambiando de opinión, es un detalle hermoso...me hizo sonreír.- Sienna analizó el semblante de Afrodita, él claramente trataba de ocultar su alegría, ya no había dudas...- Voy a cuidar ese detalle con mucho cariño, aunque es una lástima que la nota que enviaron no tuviera remitente, ahora no sé quién es el responsable de mi buen humor- Afrodita de inmediato comenzó a toser, Sienna se aguantó las ganas de reírse.- ¿Estas bien?

-Sí...-Contestó recuperando su postura hasta respirar mejor.

-Bien...ya me voy o llegaré tarde, adiós.- Se despidió y se fue de inmediato. Máscara Mortal observaba la escena y veía como después de que Sienna se fue, Afrodita maldijo.

Centro de Atenas.

Kanon, Saida y las gemelas estaban a unos cuantos metros lejos del Santuario. Las gemelas iban muy felices. Kanon las tenía cargadas a cada una en su brazo. Saida iba a lado de ellos, sonreía ver a Kanon tan cariñoso con las niñas. Ella notaba que algunas personas los miraban, tal vez pensaban que eran una familia, la idea le entusiasmaba el corazón llegar a tener una familia así. Las gemelas miraban a Saida, observaban como ella sonreía sin razón y eso las confundió.

-Tío Kanon.- Habló Venus palpando la frente de Kanon.- ¿A dónde vamos a ir?

-Iremos a comer y Saida irá a comprar unas cosas.

-¿Qué cosas?.- Preguntaba ahora Brissia.

-No lo sé.- Sonreía y miró a Saida quien estaba distraída pero feliz.- ¿Estás de acuerdo Saida?

Saida dejó de sonreír y vio a Kanon y a las gemelas, los tres le dedicaban su mirada.

-¿Con qué?.- Preguntó.

-Estás distraída...¿Puedo saber por qué?

-Eh...no es nada, sólo es un evento raro venir con ustedes a pasear.

Kanon la miraba desconfiado, no le creía demasiado pero no se pondría a discutir con sus sobrinas presentes.

-Te creeré pero ya te lo preguntaré después.- Esbozó media sonrisa, Saida asintió.- Ahora...¿Dónde está la tienda que decías?

-Está a unos cuantos metros al Este, no está muy lejos.- Contestó y ella miró a una chica acercarse, parecía haberla visto en algún lado pero no sabía de dónde. Kanon fijó su vista al frente y se detuvo al ver quien era la que se estaba acercando a ellos.- Vivienne...

-¿Vivienne?.- Se preguntó Saida desconcertada.

Vivienne al ver a Kanon no dudó en acercarse con seguridad.

-Kanon, qué bueno verte.- Dijo ella sonriendo.- Ya esperaba encontrarte.

-Vivienne, no es el momento ni es buena idea.- Le dijo con seriedad.- Además no tengo nada que hablar contigo.

-Pensé que sí después de lo que pasó.- Hablaba Vivienne ignorando a Saida.- Te fuiste de nuestra cita nada más así, sin dar más explicaciones.

-No tenía por qué dártelas, era claro que iba tras alguien.

Vivienne hizo una mueca de indiferencia.

-Sí ya sé, detrás de esa chica pero no hablemos de ella, yo no tengo por qué hablar de ella.- Saida arrugó la frente, le pareció que la actitud pedante de la chica estaba aumentando y para colmo hablaba como si ella no estuviera ahí.- Estaba a punto de ir a caminar, no sé si quieras ir.- Le decía sonriendo de nuevo. Kanon volcó discretamente los ojos.

-Lamento interrumpir.- Habló Saida por fin y Vivienne se tardó en mirarla de arriba abajo.- No quisiera ser tan grosera como la situación lo amerita pero estamos ocupados.- Dijo señalando a Kanon y a ella.

-¿Ocupados? ¿Y tú quién eres?

-Me llamo Saida y no es necesario que me digas tu nombre, ya lo escuché...- Saida hablaba calmadamente, ya recordaba a esa mujer.

-No me refería a tu nombre, me refería quién eres o qué haces aquí.- Vivienne no abandonaba ese molesto tono de autoridad.

-Creo que fue clara en decirte que viene conmigo.- Dijo Kanon mientras bajaba a las gemelas, Vivienne puso rostro de incredulidad. Saida asintió.

-Yo soy la mujer que arruinó tu "cita".- Añadió la pelirroja y Vivienne curveó los labios silbando.

-Ya veo, no te reconocí, como no te puse demasiada atención...-Dijo altiva.

-No hay problema, ya me había dado cuenta de eso.- Dijo Saida mirando a Kanon.- ¿Nos vamos?.- Él asintió. Las gemelas miraban en diálogo entre ellos tres, no entendían mucho pero recordaban a la mujer de cabellos púrpuras, sabían que se trataba de la mujer del parque.

-¿Se van tan pronto?.- Preguntó Vivienne.

-Sí y ya no insistas Vivienne, no tenemos más de qué hablar y nosotros ya nos vamos.- Habló Kanon.

-¿Puedo acompañarlos?.- Preguntó sorpresivamente Vivienne. Kanon ya se estaba fastidiando de la actitud necia de la chica. Vivienne se acercó a Kanon y rozó su brazo. Saida puso ojos expresivos, no era posible tanta desfachatez.

-No...-Dijo Kanon.

-Sí...puedes acompañarnos.- Dijo Saida fingiendo alegría y Kanon la miró perplejo y a punto de protestar.

-¿Qué?.- Cuestionó Kanon asombrado incluso Vivienne estaba atónita.

-Que puede acompañarnos, si tantas ganas tiene de hablar contigo...¿Por qué no hacerlo ahora? De lo contrario no estará satisfecha.- Explicaba y Vivienne sonreía dándole la razón.

-Es la verdad Kanon, sólo cruzaremos un par de palabras mientras los acompaño y luego me iré, los dejaré solos.

Kanon no comprendía a esas mujeres, una era necia y la otra no ayudaba a la causa.

-Yo no estoy de acuerdo.- Se cruzó de brazos.

-Hazlo, por mí no hay problema.- Dijo Saida alzando los hombros y luego miró a las gemelas.- ¿Quieren un dulce?.- Les preguntó y las gemelas asintieron emocionadas.- Bien, vamos entonces...-Les extendió las manos y las niñas tomaron a Saida.- Nosotras los seguimos...- Kanon estaba muy molesto por Saida, no entendía por qué razón loca y estúpida había aceptado que Vivienne los acompañara pero resignado tuvo que caminar a lado de Vivienne.

-Oye...-Llamó Venus a Saida y se detuvieron.

-¿Sí?

-¿Por qué está la otra novia de tío Kanon aquí?.- Preguntó. Said ano pudo evitar sentir una electricidad recorrerle la espalda al escuchar la pregunta, se estaba enojando más y más.

-Así que ella es una novia de su tío...- Las dos asintieron.

-Ella estaba en el parque...-Dijo Venus pensativa.

-¡Y comió del helado de tío Kanon!.- Añadió Brissia recordando cuando los vio. Saida apretó los dientes, estaba celosa.

-¿Nada más eso?.- Preguntó Saida interesada. Ambas niñas asintieron.

-Y después tío Kanon se fue con ella...nosotras dos le hicimos dibujos a tío Kanon en la cara.- Reía Brissia recordando el momento.

-Me sorprenden niñas...¿Lo hicieron para molestar a su tío?

-No...a su novia.- Contestó Venus y Saida entendió, si ellas le habían hecho travesuras a ella...¿Por qué no hacerlo con alguien más? Eso le dio una idea.

-Niñas...¿Ustedes saben algún tipo de broma que me recomienden?.- Les murmuró manteniendo la distancia entre Kanon y Vivienne quienes se pusieron a hablar.

Brissia infló las mejillas y Venus asintió.

-Sí pero mamá y tío Kanon nos regañaron, no más bromas...

-Entiendo pero ustedes no harán las bromas, sólo guardarán el secreto...-Les sonrió, se sentía como una niña vengándose de la forma más infantil pero se sentía eufórica.

Las gemelas asintieron poniendo un dedo sobre su boca.

Casa de Cassandra.

Ambrosía estaba inquieta desde hace horas, no había dormido bien y no dejaba de dar vueltas jugar con sus dedos. Cassandra la había visto desde hace un rato así pero no había dicho nada porque sabía que estaba enojada. La castaña bebía de su soda sin dejar de verla, quería enfocarse en otra cosa pero no podía ignorar la desesperación de su prima. Ambrosía quiso distraerse acomodando los trastes en la alacena pero estaba tan nerviosa que uno se le cayó al suelo.

-¡Ya basta!.- Exclamó Cassandra exasperada. Ambrosía la miró leves segundos y luego se agachó para recoger la cerámica rota.- Oye...no me importa si estás enojada conmigo o no pero ya no puedo seguir viendo cómo te deshaces de nervios.

-No puedo evitarlo.- Dijo temblorosa.

-¿Y por qué no? Lo que pasó ayer ya fue y ahora debes verlo como algo normal.

-No entiendes la gravedad de esto...-Le clavó la mirada por debajo de las gafas.- He roto una costumbre que me había impuesto...perdí la virginidad por mero deseo y lo peor es que ni fue con amor, fue porqué estábamos estimulados, drogados y para colmo...- Puso sus manos en la cabeza haciendo un quejido alto. Cassandra enarcó una ceja.

-¿Qué? Por favor Ambrosía, ya ibas a terminar de contar...hazlo de una buena vez.

-¡No nos cuidamos!.- Dijo muy apenada y cubriéndose los ojos después de quitarse las gafas.

A Cassandra casi se le caía la boca del asombro.

-No puede ser...sí que andaban urgidos.

-¡Cállate! ¡¿Es que acaso no te importa?!.- Ambrosía estaba por llorar. Cassandra se acercó a ella.

-Perdón pero esto sí que no me lo imaginé...¿Ya te tomaste algo?.- Ambrosía hizo gestos de dolor emocional. Cassandra suspiró.- Entonces vamos a comprarlas, te acompaño.

Ambas iban a salir de la casa cuando escucharon el timbre.

-¿Quién es?.- Preguntó Cassandra.

-Soy Shaka.- Ambrosía casi se iba de espaldas del impacto y se llevó las manos a la boca.

-No quiero verlo.- Le susurró. Cassandra la miró con contemplación y le indicó que se fuera a la habitación.

La castaña abrió al puerta de inmediato.

-Hola Shaka...¿Qué haces aquí?

Shaka estaba apenado y trataba de controlarse.

-Vengo a hablar con Ambrosía.- Cassandra lo supuso, era lógico. Sus grises ojos veían lo apenado que estaba Shaka, debía sentirse igual que Ambrosía. Su mirada bajó un poco al encontrarse con su cuello, no puedo evitar ver las marcas rojas en su piel. Shaka detectó que Cassandra le miraba el cuello con obsesión y se acomodó el cuello de su suéter.- ¿Está Ambrosía?

Cassandra pestañeó y ladeó su cabeza, tenía que dejar de verlo.

-No, debió haberse ido al local...

-Ya fui pero no está...

-Pero al otro...recuerda que sigue dando clases de yoga.- Le dijo con seguridad. Ambrosía asomó un poco la cabeza.

-Cierto...no me acordé.

-Debe estar ahí, ella no va a ningún otro lado sin decirme antes.

Shaka asintió y esbozó media sonrisa.

-Iré a buscarla pero si no la encuentro...¿Puedes decirle que la vine a buscar y que deseo hablar con ella?

-Por supuesto, yo le diré.- Shaka se fue de la casa y Cassandra quería reírse un poco pero se contuvo respetando la situación incómoda de su prima.

-¿Ya se fue?.- Salió Ambrosía de la recámara.

-Sí, espero que se la haya creído.

Ambrosía respiró profundamente, no estaba lista para hablar con Shaka de lo sucedido.

-Espero no verlo hoy.- Cassandra la miró algo divertida, no podía contenerse más.- ¿Qué?

-Pues...acabo de darme cuenta de que tienes una boca poderosa...pobre Shaka, me compadezco...casi lo dejas sin cuello.

-¿De qué hablas?

Cassandra rio un poco antes de tomar su mochila.

-Te explico en el camino, ahora vamos a la farmacia.

Centro de Atenas.

-Ya te dije que no tenemos más que hablar.- Dijo Kanon muy molesto y con ambos brazos cruzados. Vivienne sopló ignorando su comportamiento.

-Nos quedamos con cosas pendientes por hablar y por hacer...-Le dijo algo coqueta.

Saida estaba sentada frente a ellos junto a las niñas, tan descarada era Vivienne que no le importaba que Saida estuviera ahí, ella era muy paciente para soportarlo. Kanon le miraba esperando que ella explotara o que la corriera o lo haría él de una vez por todas.

-Iré al baño.- Dijo Kanon levantándose, Vivienne le miraba como si esperara ser invitada.- Iré solo.- Repuso dando zancadas.

Vivienne le miró alejarse y suspiró.

-Supongo que no has podido decirle nada.- Vivienne miró a Saida indiferente.- Han pasado minutos y no has podido decirle nada, estoy creyendo que sólo estás perdiendo el tiempo.

-No lo hago...estoy aprovechando, hay cosas que simplemente no se pueden olvidar.

-¿Cómo qué?.- Demandó saber Saida molesta.

-No tengo por qué decírtelo, no eres nadie para él...¿O eres su novia?- Saida delineó con su lengua el interior de sus mejillas.- Eso creí...

-Sí...no soy su novia pero creo que tampoco lo eres tú.

-No...pero al menos estuve con él si sabes a lo que me refiero.- Dio un sorbo de su bebida. Saida no aguantaba más tiempo, tenía que verla gritar de rabia o de miedo, esa sería su diversión.

-Debió haber sido hace mucho tiempo...

-Sí...¿Por qué?

-Porque no pudiste haber tenido algo con él, no en menos de cinco años.

-¿Y por qué no?.- Demandó saber interesada.

-Porque...tan sólo mira a las niñas.- Le señalaba a las gemelas quienes estaban escuchando pero comiendo un trozo de pan. Vivienne las miró sin comprender.

-¿Qué con eso?

-Pues que estas niñas tienen cinco años, no podría darles el mal ejemplo teniendo unas hijas.- Saida rio por dentro al ver el rostro de la chica.

-Ellas son sus sobrinas, él me lo dijo.

-Te mintió...son sus hijas.

-Y tú su madre ¿no?

-Efectivamente...¿Verdad que su padre es él?.- Sacaba una fotografía de Saga y ellas asintieron.

-Es papá.- Contestaron ambas levantándose de las sillas y yendo a unas plantas.

-¿Lo ves?.- Le mostraba la fotografía también.

-Él dijo que tenía un hermano gemelo.

-Que yo sepa no...creo que te ha mentido.- Como disfrutaba ese momento, Vivienne sacaba chispas por los ojos.

-Y si eso es cierto...¿Tú qué haces aquí? Que yo sepa no tienes nada con él.

-No...ya no pero debe pagarme la manutención, está bajo amenaza.

-¿Qué? ¿Tú eres la madre?.- Preguntó incrédula y casi levantándose del asiento.

-Sí...soy su mamá y aunque no tengo nada con Kanon al menos lo estamos considerando, si te dejó a mitad de la noche por seguirme es prueba suficiente para que entiendas que no soy una mujer de una sola noche como tú.- Fue directa y Vivienne se quedó callada tragándose ese coraje, Saida era muy directa y hablaba con tanta determinación que era difícil no creerle.

-Voy al baño también, no tardo.- Dijo entre dientes levantándose y dando pisotones por el suelo.

Saida resopló satisfecha y se esparció por el asiento, que bien se sintió eso aunque haya sido una sola mentira, esperaba que entendiera por fin y dejara de ser tan encimosa.

-Aquí tiene la comida.- Decía un mesero dejando la orden sobre la mesa. Saida asintió y el mesero se fue.

-¡Oye! ¡Mira!.- Venus se acercó a Saida y le mostró una lombriz.

-¿Y esto?

-Pónsela en su comida.- Le dijo sonriente. Saida sonrió para sí y estaba por tomarla pero vio que Kanon se acercaba.

-Ve por más pero sin que tu tío se dé cuenta.- Venus asintió y se fue.

-¿Dónde está Vivienne?

-Fue al baño...

-Muy bien, ahora sí...¿Me puedes explicar que te traes? No deberías decirle que nos acompañara.- Le reclamaba molesto.

-Es cosa de mujeres, te las explicaré después pero primero...Quisiera algo más del menú, pero ya se fue el mesero, ¿Podrías ir a pedirlo por mí?

Kanon deseaba discutir pero no lo hizo porque seguramente explotaría así que aceptó y fue por el encargo de Saida. Ella observó a Kanon hasta que estuviera ocupado y entonces les hizo una seña a las niñas para que se acercaran.

-Denme las lombrices por favor.- Las niñas le entregaron tres lombrices y las puso dentro de la comida de Vivienne, vaya que estaba disfrutando como una niña traviesa. Se sentó en su lugar como si nada y se acercaba Vivienne ya más relajada.- Pensé que te había ido.

-No, tengo cosas que hablar con Kanon te guste o no.- Dijo para luego sentarse.

-Como quieras, él está pidiendo algo, no tardará y mejor aprovechamos para comer.- Saida tomaba su tenedor. Vivienne sopló e hizo lo mismo, estaba enojada que ni siquiera revisó su comida antes de clavarle el tenedor a la ensalada donde estaban las lombrices.

-No deberías tomarte tantas altiveces.- Dijo Vivienne.

-¿A qué te refieres?

-Con Kanon...no creas que eres especial para él sea o no verdad lo de las hijas y lo que pasó esa noche.- Empezaba a explicar, Saida veía que una lombriz estaba moviéndose en su tenedor pero Vivienne le miraba a ella fijamente, no estaba consiente.- Sí él decide estar contigo ahora es aceptable pero no te lo tomes en serio, cuando menos te des cuenta o cuando creas que él estará contigo porque le importas, él ya te habrá abandonado...debe tener una enciclopedia de excusas.

-¿Me lo dices porque ya te ocurrió? Tengo entendido que fue solo una noche.

-¿Te habló de mí? Vaya...que considerado, pues si, sólo fue una noche...caí rendida ante los encantos y palabras disfrazadas, supongo que no debería ser alarmante, hay tantos en el mundo.-Levantaba su tenedor para llevarlo a la boca. Saida estaba tan concentrada en las palabras de Vivienne.- Si lo suyo duró años, tal vez acabe pronto...dudo que él no haya intentado flirtear contigo, es así... y esto es sólo un comentario de mujer a mujer, no lo andes divulgando.

Aunque Saida no quería creerle, su cabeza le daba señales alarmantes, de desconfianza y duda...¿Tendrá algo de cierto con lo que dice Vivienne?

Vivienne hizo una mueca y acercaba más el tenedor a la boca cuando vio que algo se movía en su tenedor. Ella hizo bizcos y gritó a todo pulmón tirando el tenedor en la mesa. Saida reaccionó ante lo que había pasado y veía a Vivienne gritar y saltar. Vio a las lombrices en la comida de Vivienne y sin que se diera cuenta las quitó de su plato y las guardó dentro de su escote, un segundo después estaba Kanon ahí.

-¡Vivienne! ¡¿Qué te pasa?!.- Demandó saber. Las gemelas corrieron y se acercaron a Saida, haciéndoles una sea para que guardaran silencio. Vivienne no dejaba de saltar y sentir que la piel se le erizaba hasta que Kanon le tomó de los brazos y exigió que se calmara.-¡Ya cálmate! ¡¿Dime que te pasa?!

Vivienne nerviosa miró la mesa y se acercó después, ya no había lombrices.

-¡Ahí había lombrices! ¡Estoy segura! ¡Había una lombriz en mi comida!.- Exclamaba eufórica. Kanon miró a Saida y ella negó con la cabeza.

-Yo no vi nada, ni ellas tampoco.- Las gemelas negaban calladas. Vivienne por reflejo miró a las niñas y vio que sus manos estaban llenas de tierra.

-¡Fueron ellas! ¡Ellas metieron lombrices en mi comida!.- Les señaló con rabia. Kanon miró a las niñas quienes estaban por llorar.

-Guarda silencio.- Le dijo Kanon pero Vivienne negó.

-¡No lo hare! ¡Ellas me jugaron una broma!.

-Ellas no hicieron nada, sólo estaban jugando, además no hay ninguna lombriz.- Dijo Saida defendiendo a las niñas, ambas la miraban curiosas.

-¡Tú!.- Vivienne miraba a Saida con ojos de escopeta y caminaba a su lado.- ¡Tú me tendiste una trampa!

-No sé de qué hablas.

-¿A no? Yo hablo bien contigo para que tengas cuidado...¿Y me pagas así?...¡Eres una...!.- Vivienne estaba por darle una bofetada pero Kanon le tomó del brazo. Ella le miró desconcertada.- ¿Qué haces?

-No te atrevas a ponerle una mano encima y ya que acabaron con mi paciencia será mejor que te vayas.- Le habló recio.

-Pero...ella...

-Ella nada, aquí la que está de sobra eres tú...¿No puedes entender que no tenemos nada en común? Fue un error salir contigo pero no volverá a pasar, así que vete.

-Pero...tú y yo...

-Tú y yo sólo tuvimos sexo ya y eso fue hace años.- Soltó con dureza y falta de sensibilidad, se escuchaban murmuros y burlas a los alrededores.- Me hiciste decirlo, así que vete ya...- La soltó.

Vivienne miró a Saida de repaso con odio y se fue de ahí. Saida se sentía mejor ahora que se fue. Las lombrices se movían dentro de su escote, tenía qué quitarlas antes de que Kanon se diera cuenta.

-Esto no hubiera pasado si no la hubieras incentivado.- Le dijo Kanon.

-Quería hablar con ella, eso es todo...y las niñas no tienen la culpa de nada, sólo jugaban y ya y yo voy a ir al baño.- Se levantó poniendo discretamente una mano en su escote y caminó hacia el sanitario.

Kanon miró a las gemelas quienes no decían nada lo cual se les hacía muy raro.

-¿Qué pasó realmente?.- Demandó saber.

-Nada.- Dijeron las dos cruzando los dedos por debajo de la mesa, ellas se habían divertido también, no podrían estar tranquilas sin hacer maldades o ser cómplices de ello.

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