Incertidumbre

12:34 a.m

Nubia había soltado de un solo movimiento una bolsa con sus pertenencias en el suelo. Seguía molesta e irritada, cualquier acción o palabras que calaran su humor, explotaría. Estaba segura. Nahlia cerca de Aioros...¿Cómo imaginarse eso?

Dione y Saga entraron después a la habitación alquilada. Trataban de mantenerse al margen con Nubia ya que era muy perceptivo su mal humor, no querían meterse en problemas con ella por el momento ni mucho menos arruinar su tiempo juntos. Dione se alisó el pantalón ajustado y se quitó la capucha exhibiendo sus cabellos cobrizos. El vestuario que le había dado Nubia era muy ajustado pero extrañamente cómodo. Saga quien tenía la armadura de Lince cubierta con una tela negra, la dejó en el suelo con mucha delicadeza. Giró su cabeza y pasó una mano por su cuello mientras observaba las dos camas dentro del lugar.

-No esperaba compartir habitación.- Comentó y Nubia le dedicó una mirada con amabilidad reseca.

-¿Cuentas con dinero? De ser así podemos alquilar una habitación extra.- Saga alzó los hombros, las recias palabras de la oji lila era una clara advertencia. Dione se sentó sobre una de las camas y observó a Nubia ignorar a Saga y quitarse el guante de la mano.

-¿Nos quedaremos aquí hasta la madrugada?.- Preguntó Dione.

-Cuanto antes mejor.- Respondió determinante.- Iré a darme un baño.- Terminó de decir y fue directo al baño donde azotó la puerta sin el más mínimo cuidado.

-Si sigue con esos desplantes terminará por pagar los inmuebles.- Comentó Saga con ligero fastidio.

Dione masajeo sus labios de manera pensativa. Tenía la impresión de que la presencia de Aioros cerca de ella y de sus hijas era un asunto más serio e importante, al menos para Nubia. ¿Qué tenía de malo? Estaba segura de que Aioros estaría más que feliz de saber que tiene otra hija. Su parentesco era indudable.

-Hay algo más que Nubia está escondiendo para alterarse así.- Dijo en voz baja.- Me gustaría saber qué es.

Saga la observó. Tenía la duda sobre si reír o reprenderle por esa curiosidad que siempre la ha caracterizado pero de algo si estaba seguro; amaba a esa mujer. Se sentó a su lado y le tomó de la mano.

-Déjalo así. Si Nubia no quiere decir nada al respecto. ¿Para qué ir en contra de su voluntad?.- Le dijo con suavidad. Dione lo observó con cierta incredulidad. - ¿Por qué quieres saberlo?

-Porque Aioros es mi amigo, con Nubia bueno...me he llevado mejor y le agradezco por haberme ayudado a encontrarte. Darlenne y la otra niña...Nahlia, sí eso es, son hijas de ambos. Yo me he soñado todo el tiempo en que por fin tú estés con Brissia y Venus mientras que Nubia quiere separar ese vínculo. Simplemente no lo comprendo.

-Eso es un asunto de ellos dos ¿No lo crees? Deja que ellos lo resuelvan mientras que nosotros resolvemos lo nuestro.

-¿Resolver? Ya estamos juntos. ¿Qué más habríamos de resolver?

-No hablo de eso, si no de...-Pausó Saga mientras veía el cuello de Dione y tuvo una visión sobre cómo inconscientemente, él la tomaba del cuello estando a punto de matarla. La sensación de culpa era más fuerte. Aunque Zacros haya hecho eso mientras tenía control de su cuerpo, no podía evitarlo. Se habría odiado e incluso matado si Dione hubiera muerto por su culpa.- Hay cicatrices que no se ven y que son más grandes y difíciles de olvidar...lo lamento mucho Dione, por ser tan débil como para haber permitido que Zacros me utilizara y que te hiciera daño.

-Por favor, basta Saga.- Dione pidió y le tomó el rostro entre sus manos.- Tú no tienes la culpa de nada, sé que no habrías sido capaz de hacerme daño por tu cuenta...así que deja de hacerte daño por eso.

Saga tomó amabas manos de Dione y se las besó. Ella verdaderamente era una buena mujer, lejos del rencor y aunque trataría de hacerle caso, simplemente no podía dejar las cosas en el pasado como si nada hubiera pasado. Su debilidad la odiaba. Era considerado un caballero dorado poderoso pero ahora no podría constar eso. ¿Cómo sentirse orgulloso de tal título si no era capaz de impedir que manipularan su mente? Nubia lo había hecho en el pasado y se había acostado con ella sin quererlo y gracias a eso, Dione y él dejaron de dirigirse la palabra y tiempo después Zacros había hecho lo mismo y la había lastimado. Saga sacudió un poco su cabeza, se guardaría esos pensamientos culposos para él pero mientras estuviera con Dione, se dedicaría a ser feliz.

-¿Y qué más ha pasado con Kanon? ¿Aún sigue con Saida?

Dione mordió ambos labios. Ellos dos también atravesaban por ciertos conflictos en su relación y el más grande era que Kanon creía que Saida era la diosa que había mandado a Saga a un destino desconocido.

-Seguían juntos, bueno, Saida se había ido de Atenas por mucho tiempo pero cuando regreso, las cosas con Kanon continuaron pero ahora tienen problemas.

-¿Qué hizo Kanon?.- Enarcó una ceja. Su percepción se inclinaba a que Kanon era más responsable por deteriorar la relación.

-Pues...es que es una historia larga. Todo iba bien entre ellos hasta que hubo un ataque en Atenas. Tú, bueno, Zacros estuvo ahí. ¿No recuerdas nada?

Esos recuerdos se mantenían algo borrosos. Lo único que recordaba Saga era que efectivamente estaban en Atenas y que incluso Nubia estaba ahí pero no la razón de ello.

-Aún no, hay muchas cosas que no recuerdo cuando Zacros me manipulaba. ¿Y qué sucedió después?

-Que ellos, incluyendo Zacros, se inclinaron ante su diosa Nix....quien les había ordenado atacar. ¿Sabes quién era?.- Saga negó con la cabeza, esperándose una sorpresa.- Saida, todos se inclinaron ante Saida.

Saga arrugó la frente e incluso soltó una risa que desconcertó a Dione.

-Déjame adivinar, Kanon lo creyó.

-Pues sí pero no sólo él, también Athena y otros. Yo tuve ciertas dudas. Pareces dudarlo también.

-No lo dudo, es sólo que sé que no es posible.

-¿Tú sabes quién es Nix?.- Dione se mostró muy interesada.

-Aunque no lo creas, no recuerdo tampoco haber visto su rostro. Sólo te puedo decir que no es Saida, su actitud es muy diferente a la de ella. Es despiadada, le fascina ver sufrir a los demás al igual que Erebo, su hermano.

-Eso...me alegra escucharlo de ti. Kanon sigue portándose así de orgulloso, piensa que Saida es Nix y que ella fue quien te hizo todo eso.- Saga negó con la cabeza.

-Es un cabeza dura, necesita ver con sus propios ojos que algo es verdad para creerlo, en este caso, es que yo mismo le diga la verdad. Conociendo a Kanon, estoy seguro que la hizo sufrir ¿verdad?

-Sí, me tocó verla llorar por él...también quise hacerle entender que no era posible pero se aferraba. Lo que también le dolió mucho es que después de eso, Kanon estaba con una chica rubia abrazándola.

Saga se sintió enfermo por lo que acababa de escuchar. Estaba molesto por la gran ironía que se enfrentaba.

-Uno queriendo ser feliz y él que puede serlo se comporta como un adolescente...me siento contento de que Kanon haya reaccionado así por mí pero el problema es que se está desquitando con la persona equivocada.

Dione suspiró, de repente, quería regresar cuanto antes al Santuario no sólo porque sus hijas conozcan a Saga sino para aclarar ese malentendido con Saida. Además de eso, había algo más que tenía que saber Saga.

-Hay que aclararlo cuanto antes con todos y sobre todo con Kanon. Para este tiempo, él ya debió leer lo que escribí.

-¿Sobre qué vendrías aquí?

-Sí y sobre lo de Saida...ella está embarazada.

Saga abrió la boca, de todo lo que había escuchado, eso sí lo tomó por sorpresa.

-¡¿Es en serio?! ¿Seré tío?

-Sí, así que con eso y con tu testimonio, las cosas entre ellos también se arreglarán.

Nubia fue saliendo del baño secándose su cabello con la toalla y con otra rodeando su cuerpo. Su semblante malhumorado aún no cambiaba. Saga la observó, enarcó una ceja y se levantó molesto y mirando a otro lado.

-¡Nubia! Si ibas a salir debiste haber avisado.- Dijo Dione molesta. Nubia alzó los hombros.

-Lo vuelvo a repetir, si tienen dinero, alquilen su propia habitación.- Terminó de decir y Saga salió de la habitación. Nubia miró a Dione quien negaba con la cabeza.- Llegan a ser muy molestos cuando quieren.

-Y tú no deberías de desquitarte con todos.

-Tal vez si no fueras tan preguntona, te tendría paciencia. Si no hablas de mí, hablas de Nix, de Kanon y de otras personas.

-¿Estuviste escuchando todo?

-¿Tú qué crees? Todo se escucha aquí así que espero que sólo se dediquen a dormir que no quiero ser testigo de su reconciliación.- Nubia se retiró la toalla del cuerpo quedando completamente desnuda y sin importarle que Dione la observara.

Mientras Nubia buscaba entre su bolsa algunas ropas cómodas para dormir, Dione observó detalladamente su espalda, esta poseía unas grandes cicatrices que nunca antes le había visto y sus piernas estaban en iguales condiciones sólo que las marcas estaban más atenuadas. ¿Le habrán hecho eso durante su ausencia en el Santuario durante todos esos años? Dione tragó saliva de sólo pensar que Nubia también estuvo sufriendo. Intentó ignorar ese hecho por el momento. Nubia terminó de vestirse y le abrió la puerta a Saga quien estaba esperando afuera con su semblante enfadado. Nubia le indicó con la mano que podría pasar y luego ella fue a acostarse en la cama desocupada sin decir nada más. Dione suspiró de nuevo.

-También deberíamos dormir, mañana será un día largo de nuevo.- Comentó Saga.

***

Saida estaba inconsciente sobre una camilla, tenía vendajes en el rostro y en otras partes del cuerpo como el abdomen y los brazos, su apariencia era muy deplorable y triste de solo verla, en su boca había un tubo de aire y la piel de su rostro estaba con moretones. Cuando Tristán la llevó al Hospital más cercano, inmediatamente la atendieron al ver su estado; Tristán se veía realmente angustiado. Por casi dos horas había estado fuera de la sala, esperando noticias de ella, las imágenes de Saida tirada en el suelo completamente agredida le cayó de sorpresa. Estaba muy encolerizado con quien haya sido y con él mismo, si no se hubiera ido con Nix no hubiera pasado nada de eso, sin embargo no había nadie más sospechoso para hacerle eso que ella por la sencilla razón que Saida apareció en el mismo lugar donde Nix lo había llevado en la tarde. Nix no fue quien la golpeo, eso lo sabía porque conociéndola, prefería que alguien más hiciera ese trabajo; debió haber mandado a alguien. Nix se lo pagaría muy caro.

Tristán estaba sentado pensando en las formas que tenía para hacerle pagar, no tendría piedad, aunque una de las cualidades que tenía Tristán en comparación con Zacros es que él actuaba discretamente, tanto que era difícil percibir sus intenciones reales.

El médico que atendió a Saida, el mismo que le dio los resultados de embarazo falsos vio a Tristán para notificarle el estado de ella, cuando lo conoció esa misma noche, él estaba muy preocupado. ¿Sería su pareja?

-Buenas noches.- Dijo el médico llamando la atención de Tristán. Él al verlo se levantó de golpe.

-¿Cómo esta ella?.- Preguntó impaciente, el médico suspiró.

-Su estado no es muy bueno, los golpes que recibió fueron graves, como si no tuviera contemplaciones con ella...la examinamos para descartas otras posibles agresiones pero fueron negativas, ella posiblemente fue asaltada pero no fue acosada sexualmente, uno de los principales motivos de este tipo de agresión en mujeres.

Tristán no se sintió tranquilo aún, esa era otra pista de que sólo se había tratado de simple violencia sin beneficio material, no se trataba de ningún asalto y lo sabía bien.

-¿Puedo verla?

-Por el momento no hasta que se estabilice, no ha logrado despertar.

-Quisiera verla.- Insistió, él mejor que nadie podía ayudarla sólo si despertaba.

-No puede, se lo repito, debe descansar y permanecer en el hospital. ¿Alguien más sabe de esto?

-No, nadie.- Respondió mientras pensaba en una forma de entrar cn Saida y hacer que despertara para sanarla.

-¿Su hermana lo sabe?

"Por supuesto" Pensó Tristán.

-No lo creo.

-¿Puede notificarle?

-Sinceramente no la conozco, soy un amigo de Saida.

-Entiendo...Le notificaré yo mismo si no le importa.

-No, sólo quisiera pedirle algo.

-Dígame.- El médico puso atención en Tristán, él a pesar de no tener una esencia agresiva, su mirada regularmente era fría e incluso vacía.

-No le mencione que yo la he traído, ella debe seguir ignorando mi existencia.

El médico escucho la petición del chico, realmente no entendía la razón pero no era su deber saberlo, sólo asintió y se fue a realizar unos registros médicos y notificarle a Ébano sobre el estado de su hermana.

Mientras tanto....

Ébano estaba sentada con su pierna cruzada sin dejar de pensar en Tristán y en Saida, sobre todo después de lo que Erebo le dijo. ¿Tendría razón? ¿Saida en realidad era la encarnación de Némesis? Pero si la posibilidad que dijo Erebo era cierta...¿Por qué no se defendió? A pesar de toda esa amargura que sentía por Saida, había una opresión en su pecho, algo que no la dejaba tranquila y que empezó a sentir hace algunas horas...algo parecido a la preocupación o tal vez el sentimiento de culpa por lo que le había hecho. ¡Malditos sentimientos humanos! Nunca había tenido sentimiento de culpa con todo lo que le hacía. ¿Por qué ahora si?. Ébano sacudió su cabeza y masajeó sus sienes sintiéndose completamente enojada consigo misma.

-Saida no me importa, ella no es importante.- Se dijo a sí misma.

En algunos segundos después, Érebo apareció en la habitación de Ébano de su mansión. Ella lo observó indiferente aunque se maldijo por dentro. ¿Ahora qué quería?

-Ésile ya acabo con tu trabajo sucio.- Indicó el dios.- Lo hizo bien.

-No esperaba menos.- Dijo intranquila pero discreta.

-Yo todo lo contrario.- Recitó con mucho resentimiento, Ébano enarcó una ceja.

-¿Ahora de qué hablas?

-De tu gran estupidez o de tu grata sabiduría...Ésile golpeó a Saida en el mismo lugar a donde llevaste a Tristán. ¿Querías mantener el ataque en secreto o que él te descubriera?

Ébano se mantuvo callada, sinceramente no había pensado en eso por su gran afán de verla sufrir, algo que estaba padeciendo. Maldijo de nuevo por lo bajo.

-¿Y qué si se entera? Tal vez sí se conozcan pero eso no significa nada.

-¿Ah no? Él sabe que ustedes son hermanas y que ella apareciera en ese mismo lugar es muy sospechoso, Tristán es un traidor pero no un idiota.

-Todo está bajo control, él no podría enterarse...sería mucha coincidencia que él la haya encontrado justo después del ataque.

Érebo se estresaba por los planes de Ébano, sus ideas eran muy diferentes pues el habría actuado de otra manera. Era muy evidente que la mente de Ébano estaba distraída y no asimilaba bien las cosas y sabía que esa razón era Tristán. Para él, su hermana era una imbécil y una diosa muy débil, fácilmente él la destruiría pero ese no era su propósito, la necesitaba para algo más. Por otro lado, tenía que arreglar el asunto de Némesis en dado caso de que sus sospechas sean correctas.

-Haz lo que quieras, yo resolveré este asunto por mi cuenta.

Érebo desapareció ante los ojos de Ébano, ella volcó los ojos aún más tensa de lo que ya se encontraba y para empeorar su situación, su móvil comenzó a sonar. Observó la pantalla y vio que se trataba del médico al que le había pagado.

-¿Qué quiere?.- Preguntó con hastío. El médico se echó para atrás ante la molestia de Ébano.- Es de madrugada. ¿No considera que ya es demasiado tarde para llamar por teléfono?

-Buenas noches, lamento ser importuno pero es algo delicada la razón por la que le llamo.

-Debe ser una razón muy importante.- Su voz era sarcástica.

-Pues sí, se trata de su hermana.

Ébano guardó silencio, inexplicablemente su corazón sintió frío...algo llamado angustia.

-¿Qué le ocurre?.- Fingió no saber nada.

-No sabemos exactamente lo que pasó, tiene graves golpes y heridas que la han dejado inconsciente, le aconsejaría que contactara con la policía cuanto antes o podríamos nosotros hacerlo, sólo que quería informarle por si...

-No.- Interrumpió abruptamente.- No quiero que contacte con nadie.

El médico no entiende porque Ébano reacciona tan poco interesada ante su hermana, sólo sabía delimitar que se trataba de un resentimiento muy fuerte. ¿Quién sería tan capaz de hacerle creer a su hermana que está embarazada para ilusionarla por diversión? Sólo Ébano. Las razones eran desconocidas.

-Le aconsejo que lo haga, para buscar al responsable de ese acto...

-Ya le dije que no y guárdese sus consejos, ella estará bien. En la mañana voy para allá.- Trancó la llamada.

Tristán escuchó hablar al médico con la hermana de Saida, el notar su sorpresa fue suficiente para que él apretara los puños de rabia, ya era suficiente.

***

Francia

Mary Anne había llegado a este país algunas horas atrás. Llegar a ese antiguo hogar ahora le resultaba algo extraño tanto en esencia como en recuerdos. Ahí había pasado tantos momentos llenos de felicidad y muy pocos que solían afectarle, siempre tenía una sonrisa y un gran optimismo...¿Qué había pasado con esa Mary Anne? Ahora se sentía triste, sentía un ahogo en su interior que no podía dejar salir, un dolor que le apretaba el pecho. El orfanato siempre fue su hogar, nunca conoció a sus padres y nunca tuvo un lugar a donde irse con su nueva familia...hasta que viajó a Grecia para cambiar su vida, y vaya que lo hizo. Ahora lo único que quería era olvidar ese país, olvidarlo a él. Vio el móvil que empezó a sonar en una mesilla, no tenía muchas ganas de saber quién era y muy lentamente lo tomó, vio que se trataba de Haziel, le había estado marcando desde que llegó y nunca le respondió, ahora le había mandado un mensaje.

"Mary...¿Estás bien? ¿Por qué no respondes mis llamadas? Ya estoy preocupado por ti"

Mary Anne suspiró y comenzó a teclear su teléfono.

"Gracias Haziel, pero estoy bien...lamento no responderte"

Su mensaje no tardó en ser respondido.

"¿Dónde estás?"

Mary Anne había dudado en un principio confesarle a él a donde se había ido, pero como se había convertido en su amigo y en una persona que le había ayudado mucho, decidió hacerlo.

"Estoy en Francia, en Nantes...he decidido regresarme a donde vivía antes"

El corazón de Haziel se enfrió ante la noticia, el no responder las llamadas y el haberse ido a otro país de pronto...debía tratarse de algo relacionado a Camus. Sintió un mayor enfado hacia él. Durante su instancia en el hospital, Haziel le había realizado preguntas con el fin de tantear los recuerdos que habían sido alterados, ahí ella le contó donde había vivido antes.

"¿Estás segura que todo está bien?"

Mary Anne tragó saliva, claro que no lo estaba pero no tenía el entusiasmo de hablar con nadie sobre lo ocurrido, sólo quería envolverse todo el tiempo posible dentro de las cobijas.

"Sí, todo está bien...ahora mismo estoy acostada"

"Está bien, te dejo descansar. Cualquier cosa que necesites, no olvides que voy a estar ahí sin importar la hora"

Mary Anne se quejó mientras dejaba el teléfono de nuevo en la mesilla. Le habría aliviado leer eso de parte de Camus pero no era posible, ella había bloqueado toda llamada de Grecia, excepto de Haziel.

***

Un nuevo día había llegado y con la luz del naciente Sol comenzaron a esparcirse más angustias...todo amparaba que no sería un agradable día para todos.

Sienna había llegado a la mansión sin encontrarse con nadie, fue imposible tratar de localizar a Saida, su móvil había dejado de sonar y su ausencia era visible. Podría haber llamado al Santuario para preguntar por ella pero debido a su molestia hacia Saida, sabía de antemano que no encontraría las respuestas que quería. Se paseaba por los pasillos, terminando de prepararse para ir a buscar a Saida, claramente estaba muy preocupada por ella. Sienna creía estar sola en la mansión hasta que escucho tacones avanzar por el pasillo de arriba. Pensando que podría tratarse de su amiga, se acercó rápidamente a los escalones y la decepción fue grande al ver a Ébano bajar por cada uno. La morena la observó con frialdad y siguió bajando los escalones, era evidente que ya había notado la ausencia de Saida.

-Ébano. ¿Has visto a Saida? Desde ayer que no la he visto, no vino a dormir ni puedo contactarla por teléfono.

-Está en el hospital.- Terminó de decir Ébano apresurada y con poca paciencia. No le habría dicho nada de no ser porque era parte de su "plan".

-¿Cómo?.- Preguntó sin entender nada, le tomó del brazo a Ébano inconscientemente, ella se enfureció ante el contacto.- ¿Cómo es que ella está en el hospital? ¡¿Qué le ha pasado?!

-Al parecer la asaltaron.- Respondió y se hizo a un lado como si fuera a quemarse.

-¿Ayer? ¿Hoy? ¿Cómo fue?

-La verdad no tengo idea, a mí me acaban de avisar hace rato y voy para allá.

-¡Voy contigo!.- Ébano sonrió con sorna.

-Por supuesto que no, no eres de la familia.

-¡Pero soy su amiga!.- Reclamó Sienna enfadándose por como Ébano tomaba manejo del asunto.

-Entonces ve por tu cuenta, yo iré a verla sola y atenderé el problema que ocurrió, si tú quieres ir...toma un taxi.- Dijo con demasiado desdén y salió de allí dando un portazo. Sienna maldijo a Ébano y a todos, incluso a sí misma. Ayer había salido para verse con Afrodita, de no haber hecho eso, Saida habría estado bien. Se culpó fuertemente y de inmediato fue a llamar a Afrodita.

Santuario

Todos estaban desayunando en el templo de Athena y aunque todo parecía muy normal sin embargo, podía sentirse el grado de tensión en algunos presentes, principalmente en Saori y Seiya. Él había tomado la carta que Saori había escondido, esa que había dejado Dione y no se sentía tan afortunado de poder ocultar aquello, constantemente miraba a Kanon pero no habían logrado cruzar mirada...Seiya ya sabía el contenido de esa carta.

Kanon estaba desayunando muy silenciosamente, no había desprendido su mente de Saida desde la noche anterior que la vio por última vez. Le había gustado muchísimo ese día, su corazón había vuelto a la vida pero tenía un malestar inquietante, algo que no le podía garantizar la total felicidad. Saori lo observaba algo determinante pues todos estaban enterados que Kanon llegó en la madrugada, las gemelas ni cuenta se dieron a qué hora llegó.

-Kanon...¿A dónde fuiste ayer?.- Preguntó Saori, todos observaron a Kanon.

-Fui a dar una vuelta en el regalo que me diste, no pretendía tardarme tanto.

-Sí pero las gemelas estuvieron preguntando por ti, estoy al tanto que ni siquiera te vieron llegar.

-Lo siento pero de haber podido llevármelas lo hubiera hecho.- Se defendió Kanon. Saori frunció el ceño ante la contestación.

-¿Has visto a Saida?.- La pregunta si sobresaltó un poco a Kanon, ya era un hecho de que Saori sospechaba que la había visto recién.

-Una vez no la topamos Afrodita y yo pero fue de lejos, nada más.- Kanon se comportó fríamente pero ni con toda esa indiferencia Saori le creyó.

Afrodita empezó a recibir una llamada que le hizo interrumpir su desayuno, se levantó de la silla y se alejó un poco para contestar la llamada de Sienna.

-Buenos días Sienna. ¿Cómo estás?

-Angustiada.- Respondió entre sollozos y su tono de voz recitaba desesperación.

-¿Angustiada? ¿Por qué? ¿Qué sucedió?

-Es sobre Saida...no la vi desde que llegué ayer y me preocupé mucho pero ahora que sé dónde está, me siento peor.- Comenzó a llorar de nuevo.

-Sienna, cálmate un poco...¿Qué ha pasado?

Kanon alcanzó a escuchar que era Sienna quien había llamado a Afrodita y al parecer, no estaba del todo bien.

-Ébano, su hermana me acaba de decir que ella está en el hospital, al parecer la asaltaron ayer.

Afrodita alzó las cejas, ni siquiera sabía qué decir al respecto sólo que estaba realmente desconcertado por lo que estaba escuchando. Él se giró y observó a Kanon transmitiéndole la mala noticia con su mirada, Saida se le vino a la mente enseguida. Seiya se levantó también ante la mirada de Saori y se acercó a Kanon pero este estaba tan al pendiente de Afrodita que no le interesaba lo que Seiya fuera a decirle.

-En seguida voy para allá, espérame.- Le terminó de decir Afrodita a Sienna antes de colgar.

-¿Todo bien Afro?.- Preguntó Saori al verlo perplejo, nuevamente, él observó a Kanon largamente.

-Sí, todo bien...pero debo salir ahora mismo. ¿Vas conmigo Kanon?

Nadie entendía nada de lo que estaba pasando, cruzaban sus miradas pero las respuestas no nacían. Saori apoyó las manos en la gran mesa y se levantó de la silla, se notaba la molestia que guardaba.

-¿Se puede saber porque actúan misteriosamente?.- Demandó saber la diosa sin recibir ninguna respuesta.- ¿Quién te hablaba Afrodita?

-Era...-No sabía si responderle o no porque sería decirles a todos la razón por la que Sienna le había marcado.

-¿Era Sienna?.- Preguntó Kanon y Afrodita apenas asintió, últimamente todos ponían a prueba su intuición.

-Sí Kanon, me contó algo que me tiene consternado y sé que a ti también.

-¿Sobre qué?.- Preguntó Kanon esperando que no se tratara de Saida.

-Sobre...Saida.- Kanon maldijo al escucharlo, era lo que menos quería saber, algo malo.

-¿Qué le ha pasado?.- Preguntó cada vez más alarmado Kanon, Saori le puso una mano en el brazo.

-Puede tratarse de una trampa como lo que ocurrió recientemente con Sine, esta situación debe de tenerte poca importancia.

Kanon volteó a verla con rabia y se apartó de ella bruscamente, la tensión incrementó tanto que todos guardaron silencio.

-¿Qué deje de tenerle importancia? ¡Eso ya lo hice y no sirvió de nada!

-Kanon no te pongas así, Saida es nuestra enemiga.- Dijo Saori lejos de sentirse culpable.

-Enemiga o no, ya no puedo seguir fingiendo que no me importa.- Dijo muy seguro de sus palabras y volvió a ver a Afrodita.- ¡¿Qué te dijo Sienna?!.- Exigió saberlo totalmente encolerizado.

-Es que me dijo que Saida no llegó a la mansión en toda la noche y que cuando vio a su hermana esta mañana, le dijeron que al parecer la habían asaltado y que estaba en el hospital.

Kanon tomó su chaqueta y señaló a dos de los presentes, los primeros que vil cuando iba de salida.

-Ustedes dos van a cuidar a las gemelas en lo que regreso.- Les indicó con el dedo índica a Shaka y Milo, ambos se miraron inconformes de poseer tal cargo pero como Kanon estaba lo suficientemente enojado para quejarse, se guardaron sus reproches.

-¿A dónde crees que vas Kanon?.- Preguntó Saori con las manos en su cintura.

-Creí que era demasiado obvio, Afrodita, vámonos.- Ordenó.

-Yo te ordeno que no puedes irte a ver a Saida.- Dijo con firmeza Saori. Kanon se giró a verla y se le acercó con la misma furia de su mirada, los caballeros de bronce tomaron sus precauciones.

-¿Qué harás? ¿Me correrás del Santuario? ¿Me quitarás la armadura de Saga?...Hazlo, estuve sin esos privilegios antes, no me importará dejarlas de tener ahora.- Dijo bruscamente y salió corriendo del templo seguido de Afrodita.

Seiya entendía el enfado de Kanon, Saori últimamente estaba haciendo "cosas buenas que parecían malas".

-Iré tras él, le informaré de todo lo que observé.- Le decía Seiya a Saori. Ella asintió consternada por el enfrentamiento de Kanon ante ella. El caballero de bronce salió tras los otros dos.

Milo quien estaba en el lugar alzó la mano hasta que Saori le dio permiso de hablar.

-¿Se supone que tenemos que hacer lo que Kanon nos dijo?.- Preguntó con molestia.

Saori suspiró y exhaló con cansancio, el día sería muy largo.

***

Saga ponía el antebrazo sobre su rostro cuando el Sol dio directamente a sus ojos, sus orbitas verdes no se iban a acostumbrar fácilmente a la libertad de la luz, bajó el rostro para estar más seguro. Dione colocó su mano sobre el brazo de este, Saga la observó y sonrió lentamente para ella.

-Tranquilo, es cuestión de acostumbrarte, ya eres libre.- Le repitió dulcemente Dione.

-Gracias...espero que sea rápido.

-Ya verás que sí, tu ten fe.

Mientras ambos se veían con amor y apoyo, Nubia estaba a unos cuantos metros observándolos con el mejor de sus hastíos.

-Me va a dar diabetes emocional.- Dijo volcando los ojos.- Por mi sano juicio...¿Podrían dejar de hacer eso mientras estoy cerca? Es desagradable.

Dione se giró a verla con el ceño fruncido y sus manos en la cadera.

-Si estás celosa de no tener con quien compartir tus sentimientos, ve y busca a Aioros.- Nubia se rio con sarcasmo.

-No estoy celosa, no necesito de Aioros ni de nadie y el amor apesta.

-¿Estás segura?.- Preguntó Dione retando a Nubia con su pregunta burlona y su sonrisa de oreja a oreja. Nubia bufó por lo bajo.

-El amor no me mantiene aquí, si así fuera, jamás me hubiera ido del Santuario...además, te lo repito, yo no necesito de nadie para subsistir como lo hace Aioros.

Nubia caminó efusivamente alejándose de ambos completamente enojada, Saga negaba con la cabeza mientras que Dione suspiraba.

-Supongo que hay que mantener la distancia.- Comentó Saga indiferente.

-Ya se le pasará.

-¿Eso crees?.- Preguntó incrédulo.

-Sí, sólo está mintiendo.

-¿Sobre Aioros?

-Sobre todo, en general Aioros...tiene dos hijas con él, estuvo con el mucho tiempo y aunque lo siga negando, lo quiere.

-¿Y a qué se refería con que ella no necesita de nadie como lo hace Aioros?

-Ah eso...bueno es que...él ya está con alguien más.

Saga levantó las cejas nuevamente incrédulo, era una sorpresa imaginarse que Aioros había iniciado una nueva relación sin embargo comprendía que había pasado tanto tiempo sin Nubia presente...algunos recuerdos en la mente de Saga giraban borrosamente, la imagen parecía tratarse de Nubia padeciendo torturas frente a él.

***

Hospital

Tristán estaba de brazos cruzados en la sala de espera, aun no le daban noticias sobre Saida y eso le tenía ansioso y angustiado. Deseaba que ella despertara cuanto antes para poder curarla, si seguía inconsciente, corría el riesgo de que empeorara y no podría hacer mucho por ella. Tristán presintió el cosmo de Ébano enseguida, se puso de pie y fue a esconderse para que ella no lo descubriera, por fortuna, él sabía ocultar muy bien su cosmo. Ébano fue ingresando a la recepción del hospital donde se acercó a la recepcionista para informarle de quién era familiar, la chica inmediatamente le dio el acceso por órdenes del médico y ella avanzó por el pasillo de urgencias y rehabilitación en donde se topó con aquel médico, cerca de donde estaba Tristán escondiéndose.

-La estaba esperando, que bueno que ha llegado.- Mencionó el médico y Ébano puso su mano frente suyo indicándole airadamente que se detuviera.

-Basta de tanta palabrería. ¿Ella ya despertó?

-No, aún no.- Respondió dubitativo.

-Bueno, no podía esperar otra cosa.- Se cruzó de brazos desinteresadamente.- ¿Cuál es su diagnóstico?

-Pues, Saida está muy delicada por los fuertes golpes, está en recuperación y esperamos alguna reacción por parte de ella. Puede verla a través del cristal si así lo desea.

-No, así está muy bien...mejor respóndame algo. ¿Quién la trajo?

El hombre recordó el favor que le había pedido Tristán sobre no mencionar acerca de él, desconocía las razones, sólo podía suponer que se trataba de Ébano.

-Una pareja que caminaba por la calle la encontró tirada y llamó a la ambulancia.

Ébano deslizaba su lengua mientras trataba de percibir alguna mentira por parte de ese sujeto pero debido a la poca importancia que le daban aquellos detalles, lo dejó estar.

-¿Cuándo despierte me avisará?.- Preguntó Ébano con ligero toque sarcástico.

-Por supuesto. ¿Ya se va?

-Tengo cosas hacer, negocios que atender. Quiero que me avise inmediatamente cuando ella despierte para venir para acá enseguida pero mientras tanto, quiero que terminé el trato que hice con usted.

Tristán escuchaba perfectamente todo lo que decían y resultó curioso escucharla hablar sobre ese trato con el médico.

-¿Terminar el trato? ¿De qué habla? Creía que mi silencio era suficiente.- Ébano se aproximó más a él emitiendo esa fría mirada, logró intimidarlo.

-Con lo que le voy a decir ahora mismo, se acabará el trato que hicimos sin embargo su silencio sigue en pie.

-Sí, eso me lo aclaró muy bien pero...¿Qué quiere que yo haga cuando ella despierte?

Una sonrisa cargada de malicia y satisfacción se dibujó en el rostro de Ébano, era increíble tanta diversión en un asunto tan delicado, tratándose de su propia hermana.

-Quiero que le diga que ese incidente le provocó un aborto.- Dijo lo más directa posible y sin sentimiento al aire. Tristán frunció el ceño y el médico hizo hacia atrás su espalda siendo golpeado por la sorpresa de la petición.

-Pero recién le habías dicho que estaba embarazada. ¿Por qué decirle esto ahora?

-Porque yo se lo estoy diciendo y porque a usted no le importa, recuerde que para eso le pagué por adelantado y no fue una cantidad miserable.

Tristán caía en cuenta, él tenía mucha razón al asegurarse a sí mismo que Saida no poseía otra alma dentro suyo, todo había sido una blasfemia por parte de su hermana...sin embargo, Ébano...

-Pero eso la destruiría, ella no es una mala muchacha.

-Precisamente, yo sólo quiero venganza y es todo lo que diré...no va a mencionar ni una sola palabra de esto o terminará peor que ella.- Amenazó furtivamente. El médico tragó saliva, en verdad creía cumplir su palabra.

-Muy bien, no es necesario amenazar.

-Correcto, entonces espero su llamada, no puedo perderme nada.- Ébano se acomodó el bolso antes de marcharse toda galante.

-Antes de que se vaya, quiero sugerirle algo, como médico.

Ébano se giró en sus tacones con mucho hastío y ganas de golpear al sujeto por tanta intromisión.

-¿Ahora qué?

-Usted no se ve muy bien, el maquillaje le ayuda a disimular pero sus ojos demuestran que algo no está bien. ¿Ha comido lo recomendado? Recuerde que no sólo come por usted.

Tristán alzó las cejas, no era necesario mencionar las razones en una frase. Ébano abrió la boca y dejó escapar una risa vacía.

-Se está entrometiendo mucho. ¿No cree?

-Sólo hago mi trabajo, es mi paciente y podría ocurrirle algo si continúa así en ese estado.

Ébano volvió a girarse con molestia y mucha indiferencia.

-Para mí mejor.- Dijo mientras se alejaba. El hombre estaba realmente impresionado por la desconsideración y frialdad de la chica, por todo ese odio que se guardaba para su hermana e incluso para sí misma. ¿Cómo era capaz de hacer todas esas cosas como si fuera lo más normal?

Tristán por otro lado, estaba satisfecho de haberse enterado de la verdad. Ébano había engañado a Saida para creer que estaba embarazada y luego desilusionarla y verla sufrir. Aunque no había atado cabos respecto a la violencia contra Saida, era cada vez más evidente que Ébano había hecho todo eso por un plan sin sentido de poder, sólo de sufrimiento. Lo llenó de cólera y compartía el mismo sentimiento e insignia que Némesis llevaba en su sangre: la venganza.

***

Nantes, Francia.

12:34 p.m

Mary Anne estaba en la cocina cortando unos trozos de mantequilla para realizar una salsa típica de Nantes. Los pensamientos la consumían y lo único que deseaba era poder estar de nuevo en la cama y dormir, no tenía ganas de nada más. Estaba tan absorta que no se había percatado que había picado demasiado la mantequilla, la estaba "acomodando" tanto que algunas partes se habían logrado derretir entre sus dedos. Una de las monjas que estaba en la cocina había terminado con las chalotas y observaba a Mary Anne distraída, demasiado.

-Pequeña Mary Anne, pronto la mantequilla se te pegará en toda la piel y no tenemos más.- La mujer sonrió con amabilidad. Mary Anne al principio no parecía entender de qué hablaba hasta que vio tres de sus dedos llenos de mantequilla y el cuchillo completamente acaparado.

-Lo siento, intentaba picarla en trozos muy finos.

-Algo muy difícil sin que se derrita.- Mencionó la mujer y se acercó a ella, sus ojos lucían tristes, parecía que no se trataba de la misma joven optimista y feliz que alguna vez se fue de ahí.- Petit...
Quelque chose ne va pas?.- Puso una mano pequeña y delicada sobre su hombro. Mary Anne no levantó el rostro por temor a ser descubierto su verdadero sentimiento.

-Todo está bien, en serio...Sigo agotada por el viaje.

-¿No lograste dormir bien?

-No mucho, me recuperaré pronto.- Sonrió rápidamente pero su delineado era muy frágil y tenue. La monja se sentó a lado de ella y le tomó de la mano limpia donde tenía el cuchillo.

-De niña, muy pocas veces te veía triste, tan pocas que no logró recordarlas, de mayor fuiste más feliz aún y ahora...regresas de otro país con esa hermosa mirada sin brillo. ¿Conociste a alguien del que ahora quieras olvidar?.- Mary Anne sentía la mano cálida de la mujer rodeando la suya, ella siempre la cuidó de niña y de adolescente, le tenía mucho cariño como para mentirle y antes de que pudiera responderle, recibió unas palmaditas en su mano.- Nos enviaste varias cartas con el nombre de un muchacho, bien recuerdo a pesar de mi edad que estabas muy entusiasmada por hablar de él.

Mary Anne sintió cómo se le formaba un nudo en la garganta, podría asegurar de quien se trataba pero su mente estaba en blanco al intentar recordar si alguna vez envió cartas al orfanato donde hablaban de Camus.

-Madre Josephine...¿Podría decirme si recuerda que decían esas cartas?.- Preguntó satisfactoriamente sin que pudiera notarse su voz entrecortada.

-No lo recuerdo muy bien pero es mejor si la leemos.- La mujer se levantó lentamente y salió en busca de la carta. Mientras eso ocurría, Mary Anne fue a lavarse las manos, las sentía tan resbaladizas con el agua, incluso con el jabón era difícil de quitar, justo como sus sentimientos. Terminó de lavarse las manos y se las secó con una toallita, la madre Josephine y Teresa entraban a la cocina.

-Te dije que me costó mucho encontrar este vino.- Decía la madre Teresa con una botella de vino en la mano.- ¿Ya casi está beurre blanc?

La madre Teresa era una mujer robusta pero más joven que Josephine y que también había estado cuidando de Mary Anne cuando era más chica.

-Ya casi, estábamos hablando Mary y yo.- Decía Josephine con dos cartas en la mano, el color del sobre hacía ver que no eran recientes. El corazón de Mary Anne se agitó de nervios.- ¿Recuerdas cuando Mary nos mandaba cartas y de cómo hablaba de un muchacho de Grecia?

-¿El francés?.- Preguntó Teresa poniendo sus manos en la cintura.

-Sí, de él.

-¿Qué tiene que ver ahora?

-Mary Anne quería ver las cartas que nos mandó.- Dijo Josephine y se giró a verla.- Cher...no logré encontrar las demás cartas pero sé que las tengo, por lo mientras te traje estas.

-¿No recuerdas lo que escribiste fille?.- Otra palabra que utilizaban con Mary Anne de cariño al igual que "cher".

-Sólo quisiera leerlas, hace tiempo que las escribí.- Mary Anne no les mencionó cuando llegó ni les mencionaría sobre su accidente y las secuelas, le partiría el alma de sólo contarles que cinco años de su vida los había pasado inconsciente en un hospital.

-Sí, tiene como...poco más de cinco años.-Decía Joshepine leyendo la fecha del sobre.- Después de eso no enviaste más cartas, esta es la tercera que enviaste ese año y esta la última de todas.

Josephine le entendía la carta a Mary Anne pero ella se negó a recibirla, le ganaba el sentimiento.

-¿Podrías leerla por mí? Por favor.

Ninguna de las dos mujeres comprendió las extrañas peticiones de Mary Anne pero no preguntaron nada.

"Estoy muy feliz de comenzar un nuevo día, ahora vivo en un Santuario. ¡Es fantástico! He conocido muchas personas agradables aquí y les informo que he dejado de trabajar en el restaurante. Tengo un trabajo que antes no conocía pero que me llena de una tranquilidad que nunca había sentido más que cuando estaba en el orfanato. Hay dos razones que me tienen muy feliz y es que Sory está trabajando y viviendo conmigo, es extraño pero inexplicable todo lo que está pasando...y hay alguien más que he conocido que me ha llenado la vida de colores. Se llama Camus. ¡Y es francés! Es muy guapo aunque muy serio, sin embargo, yo sé que tiene un gran corazón. Me gusta mucho y siento algo cada vez que lo veo que me hace querer gritar de emoción a pesar de su alejamiento. Sé que nada es imposible y haré cualquier cosa para que me preste atención...en verdad quisiera que lo conocieran.

Aurevoir.

Mary Anne"

La madre Josephine había terminado de leer la primer carta, Mary Anne no podía hablar sin sentir que terminaría por llorar, estaba siendo fuerte ante aquel recuerdo...eso sucedió un día antes de la noche de navidad cuando cocinó para Camus especialmente. Se desconocía y se autocriticaba por no haber visto lo más notable de ese momento: que Camus no sentía nada por ella.

-¿Quieres que lea la otra?.- Preguntó Josephine y Mary Anne asintió sin voltear a verla.

"No sé qué más decir que no sea lo mal que me siento estos días. Todo se está derrumbando en mí. Me enteré que el bebé de Sory se había ido a causa de un accidente, me siento muy mal por ella, ella debe estar muy triste.

A pesar de eso, hay algo que bloquea mi mente y mi corazón...me he ganado el rechazo de Camus. ¿Por qué lo hace? Yo no hice otra cosa que no haya sido preocuparme por él, hacer que el viera lo mismo que yo veía en él. Me había alejado de él un poco pero todo por Denirha, había intervenido en mi vida de nuevo y me dolía que al mismo tiempo Camus se odiara más. Si tan sólo pudiera comprender el amor que siento por él...es difícil no escribir sin llorar...en verdad me siento muy mal."

Mary Anne cerró los ojos ante lo que escuchaba, eran sus propias palabras, hace poco más de cinco años. Sentía el dolor de cada una y los constantes rechazos de Camus hacia ella, algunas palabras que le dirigió, de las últimas que recuerda antes del accidente, apenas las descifra.

"No quiero ser demasiado duro contigo pero tengo que hacerlo para que lo entiendas de una vez...yo...no te quiero" Esas palabras pronunciadas por él le quemaron, ardían en su pecho.

"Muchas veces me he ilusionado, siempre he visto la vida de color y me he impuesto que todo saldrá bien...pero con él no. He comprendido que es mi debilidad y mi dolor. Ojalá las cosas cambiarán...ojalá el me amara..."

-Hasta aquí termina Mary Anne, esta vez no te despediste. ¿Las cosas no...?

Mary Anne no soportó más y comenzó a llorar, cubrió sus ojos con sus manos y sus labios temblaban mientras de ellos exclamaban sollozos. Sus manos se humedecieron rápidamente y su inevitable que no escaparan y se esparcieran por el resto de sus mejillas. Las dos mujeres se observaron entre sí y luego se acercaron a Mary Anne. Teresa la abrazó de los hombros mientras que Josephine trataba de hablarle para que se tranquilizara. Mary Anne no escuchaba nada, sólo quería borrar todo. Cuando se enteró que había estado en coma por cinco años había maldecido por algo tan injusto cuando ella no hizo nada malo, sólo se enamoró de quien no la quería. Ahora, por primera vez, tras escuchar aquellas palabras, habría deseado con toda su alma que los recuerdos hubieran desaparecido por completo, era mejor no recordar lo que la había hecho sufrir a seguir padeciendo ese mismo dolor a pesar de los años.

-Ma fille...¿Por qué estás llorando?.- Preguntó Teresa. Mary Anne sólo negó con la cabeza.

-Pequeña, no llores así, nos estás preocupando.

-No lo soporto más...¡Ya no quiero saber nada!.- Exclamó entre llanto.

-¿Estás así por él? Han pasado tantos años Mary...- Dijo Teresa. Mary Anne se quitó las manos del rostro y arrastró todas sus lágrimas por su piel, sus ojos aún seguían derramando tristeza sin piedad.

-Estuvo en mi pasado...y está en mi presente...nada cambió.- Intentó de nuevo apartarse las lágrimas que seguían brotando.

-Calma, no te aferres al dolor ni al pasado...no intentes escapar tampoco, sólo perdona y déjalo ir.

-No puedo...es tan difícil.- Dijo Mary Anne tomando aire, intentando calmarse.

-¿Por qué es tan difícil?.- Preguntó Josephine abatida por el estado de Mary Anne.

-Porque lo amo.- Dijo Mary Anne volviendo a llorar.

Ambas mujeres seguían apoyándola a que se calmara, jamás, nunca la habían visto tan vulnerable, debía tratarse realmente de amor para que ella estuviera en ese estado por muchos años. La campana antigua del orfanato comenzó a sonar, la madre Teresa se alejó y fue a averiguar de quien se trataba.

-De él es de quien estás huyendo ¿verdad? Por eso has decidido marcharte de ahí.

-Quería regresar al lugar donde siempre me sentí bien, feliz y tranquila...creí que al llegar aquí...dejaría de pensar en él...pero es tan inútil intentarlo...todo el tiempo él está ahí.- Negaba con la cabeza.

La madre Teresa regresó muy lentamente y con impresión en su mirada, se acercó a ambas sin saber exactamente como explicar las cosas.

-¿Quién era madre Teresa?.- Preguntó Josephine. Teresa observó a Mary Anne largamente hasta que ella fijó su vista en la mujer.

-¿Pasa algo?.- Preguntó débilmente, Teresa asintió poco a poco.

-Vienen a buscarte a ti.- Le dijo a Mary Anne, ella frunció el ceño con inestabilidad.

-¿Quién es? Debe ser un error, yo no mantengo comunicación con nadie de aquí.

-Bueno, no es de aquí...viene de Grecia.- A Mary Anne se le congeló el corazón y su mirada efectuaba mucho temor.- Es un muchacho, dice que viene de lejos para buscarte a ti.

Mary Anne miró a Josephine, en verdad era muy transmisible el miedo que sentía. ¿Era Camus? Era el único en quien podía pensar. Ante esa confusión, era difícil delimitar si era sólo miedo lo que sentía o una profunda felicidad.

-Enfréntalo, no es nada bueno huir...tal vez todo se aclare o todo llegue a su fin, pero tú debes salir adelante.- Le dijo Josephine. Mary Anne no quería ir a verle, no estaba para nada preparada. ¿Qué le iba a decir? Tal vez sólo le reprocharía por todo lo que le hizo antes o quizás, al verlo, lo abrazaría y olvidaría todo. A eso le temía.

Mary Anne suspiróvarias veces y se levantó, caminó sin ímpetu hacia la entrada, imaginando todolo que le podría decir y todo lo que podría pasar. Llegó a la puerta y cerrólos ojos un momento antes de abrirla. Cuando tuvo por fin a quien la había ido a buscar, ella abrió los ojos y su sorpresa fue evidente, por completo.

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No lo puedo creer...cuanto tiempo de ausencia con esta historia, aunque debo admitir que mi estado "hiatus" lo consideraba permanente, tanto por el tiempo como por las ideas a recabar. Sin embargo, les he traído este capítulo,no saben cuanto tiempo me tarde escribiéndolo, creo que un fragmento lo escribía por día y luego tenía que releer varias veces otros capítulos para sincronizarme con la actualización, espero haberlo hecho bien.

Me disculpo totalmente por mu ausencia en esta historia, no la he abandonado, como lo dije una vez, sólo que había perdido el toque con la historia (durante estas semanas he pensado en varias ideas que los sorprenderan mucho, ya lo verán más adelante)

Me gustaría mucho que me comentaran sobre lo que piensan al respecto, tanto en la historia como en este capítulo nuevo. Les garantizo que las cosas no van a mejorar para todos, algunos padecerán aún más y habrán otras cosas que no se esperan. Por favor, dígame que opinan de todo, los leeré con mucho gusto.

Abrazos y nos leemos en la próxima!!

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