Entre despedidas y encuentros


Marlenne estaba mirando su móvil mientras permanecía sentada en una silla del pequeño comedor de madera. Con impaciencia, prendía y apagaba la pantalla de su celular. Vivienne no se había comunicado con ella aún y eso que ya había pasado alrededor de hora y media. Marlenne ya estaba arreglada, optó por un pantalón de mezclilla negro y una blusa blanca sexy y elegante al mismo tiempo, de mangas cortas y escote en la espalda. Había comprendido que era buena idea despejarse un rato. ¿Cuándo fue la última vez que piso una discoteca? Ni ella misma tenía presente ese recuerdo pero bien sabía que eran en sus tiempos felices, un pasado que se había vuelto espuma. Volvió a mirar la hora, marcaban ya las ocho de la noche. Marlenne no se sentía enfadada por la tardanza de Vivienne, todo lo contrario, estaba preocupada. Una vez más, tomó el móvil y esta vez tecleó el número de Vivienne, tenía que saber por qué demoraba tanto. Marlenne no se sintió mejor después de haber marcado tres veces sin éxito alguno, Vivienne no le contestaba las llamadas. Marlenne frunció el ceño y comenzó a dejarle un mensaje de voz.

-Vivienne...¿Qué pasó? ¿Estás bien? Por favor, márcame cuando hayas escuchado este mensaje.- Marlenne terminó el mensaje y puso de nuevo el móvil en la mesa mientras sus manos las pasaba por su cabeza, esperando una señal de Vivienne.

***

Saida estaba tratando de leer un libro de filosofía. "Tratando" porque en realidad, no podía concentrarse en las líneas. Cada vez que leía tenía a Kanon en mente. Leía vacíamente. No comprendía para nada la lectura, sólo tenía la debilidad de resignarse ante los hechos de que Kanon ya no la quería en su vida. Le dolía y mucho, una vez más él la alejaba sin preguntarle que era lo que ella quería; había decidido por los dos, justo como la vez en que estaba por casarse con Greco...de ese recuerdo se desencadenó el de su primer beso y así continuamente, no le estaba ayudando en nada. Con frustración, cerró el libro extenso de al menos unas quinientas hojas y lo puso a lado del sofá. Se puso a buscar en su móvil lo que fuera que la distrajera también y en su galería de fotografías, se encontró con una de ella u Kanon, la única que se habían tomado juntos. La melancolía tocó el corazón de Saida.

-Kanon...¿No me extrañas ni un poco?.- Se preguntó. Su celular no tenía ningún mensaje, ninguna llamada. Buscó en el directorio y vio su número telefónico. Deseaba escuchar su voz y más que esta le dijera que estaba muy arrepentido por todo y que la quería de vuelta, que la quería demasiado como ella lo quería a él. Saida sacudió su cabeza, no quería hacerse más daño montándose escenas que nunca pasarían, conociéndolo, el jamás haría algo así y menos después de lo seguro que estaba cuando definitivamente se despidió de ella. ¿O sí lo haría?

Saida recordó el incidente con Vivienne, cuando los vio juntos después de años de no verlo. Kanon corrió hacia ella abrazándola y diciéndole que la había extrañado...una escena realmente hermosa y que nunca podría sacar de su corazón ni de su mente. ¿Y si no se había esforzado lo suficiente? Kanon era testarudo y terco, había que martillarle la cabeza para que cambiara de opinión o al menos recapacitara. Ella, con dedos temblorosos, le marcó a Kanon y su corazón golpeaba su estrecho espacio cuando escuchó que la llamada estaba en lazándose.

Santuario

Kanon fue junto a Sine al templo de Athena. Ella estaba muy apenada y alterada por algo que no había hecho pero que de alguna manera cuestionable, estaba involucrada y deseaba saber abiertamente la razón, sin duda alguna, alguien la había usurpado y por esa minúscula razón, quería aclarar las cosas principalmente con Saori.

La diosa estaba recibiendo apenas a Sine, ella tenía el semblante serio pero igualmente, esperaba que todo aquello fuera una confusión. Saori estaba por hablar cuando Sine, sin más preámbulos, decidió hablar primero.

-Kanon me ha contado lo que ha pasado...quiero aclarar que yo no tuve ni el atrevimiento de acercarme a donde estaba Nubia, ni siquiera estaba cerca de aquí cuando ocurrieron los hechos...yo estaba con las gemelas ya que Kanon me ha pedido que le ayudara a cuidarlas...me parece sorpresivo verme involucrada con la fuga de Nubia.- Explicaba Sine sin parar. Saori suspiró y con las manos le indicó que se relajara, quería hablar también.

-Eufrosine...me cuesta mucho trabajo creer esto pero...hay testigos que indican que te vieron.

-¡Pero no era yo! ¡Jamás traicionaría su confianza y menos de esta manera!...Por favor, debe creerme.- Dijo suplicante y con la mirada quebrada.

Kanon se limitó a observarla y en ese preciso momento, sintió su móvil sonar. Vio la pantalla discretamente y vio que se trataba de Saida. Abrió los ojos con una mezcla de sentimientos positivos, le había agradado saber que ella estaba comunicándose con él pero no era el momento de responder, así que difícilmente, tuvo que desviar la llamada.

Mientras tanto, Saida al escuchar que Kanon había rechazado la llamada la hizo sentirse más triste de lo que ya estaba, sus pocas esperanzas de limar asperezas se estaban borrando y una ansiedad la estaba atacando por dentro.

De regreso en el templo, Saori observó perspicazmente a Sine, no veía falsedad en sus ojos y ella jamás le había mentido durante todo el tiempo que había permanecido en el Santuario.

-Te creo Sine...-Dijo y de inmediato, la rubia se tranquilizó.- Entiendo que a pesar de las pruebas de que te vieron entrar con Nubia...sé que no mientes, así que debe haber otra razón.

-Alguien debió haberse hecho pasar por mí, es la única explicación.- Dijo secándose las lágrimas.

-Eventualmente, pero desconozco quien sea capaz de utilizar la metamorfosis de esta manera.- Dijo Saori.

-Interviniendo en este asunto, me recuerda a alguien.- Indicó Kanon ante las dos mujeres presentes.- ¿Recuerda lo que pasó con Corónide? Alguien se hizo pasar por ella por mucho tiempo, alguien que servía a Morfeo.

-Es verdad.- Dijo Saori alzando la cejas, recordaba las situaciones desencadenadas que tuvieron relación con esa mujer.- Pero ella desapareció, no hemos sabido absolutamente nada de ella...

-Como bien dijo, "desapareció" puede haber la posibilidad de que se trate de ella..- Dijo Kanon con seguridad.- Además, recordemos que ella tenía alguna relación con Nubia.

-Una mala relación, eran enemigas...lo que si esto fuera cierto. ¿Por qué ayudaría a Nubia a escapar? Es lo que no tiene sentido.

-Yo tampoco me lo explico, son sólo suposiciones pero yo tampoco creo que Sine sea culpable, no la veo siendo delincuente...y si lo fuera, tiene riesgos de sufrir en una prisión.- Dijo algo divertido para calmar las tensiones.

-Gracias...supongo.- Dijo Sine tratando de reír.- Siempre tan halagador.

-Es un placer.- Ironizó divertido.- Hablando en serio, no creo que Sine sea capaz de hacerlo.

-Yo tampoco, Sine...lamento haber dudado de ti, encontraremos una solución a esto.- Le dijo Saori sonriéndole.- Ve a descansar, ha sido un día largo.

Sine no espetó más y se retiró directo a la morada. Saori resopló y se acomodó el flequillo, vaya día.

-Tú también deberías ir a descansar, los días tienden a ser pesados y necesitamos de un buen descanso.- Dijo la diosa.

-Pero antes quiero indicarte algo.- Dijo Kanon llamando la atención de Saori quien pensaba que Kanon ya sabía algo sobre la carta, se puso nerviosa.

-¿Qué ocurre?

-Bueno, Sine me dio la idea de contratar a una niñera.- Dijo directamente, Saori sintió tranquilidad.

-¿Por qué quieres una niñera?

-Porque quiero buscar a Dione, las niñas tarde o temprano dejarán de creer todo lo que les digo y querrán ver a su madre...incluso las ideas se me están agotando.

-No sabemos por dónde comenzar Kanon, Marlenne nos dio indicios que Nubia le dio pero ahora que ella no está, no sabremos qué más hacer, será una búsqueda larga y ellas te necesitan ahora que no está Dione.

-No puedo quedarme de brazos cruzados, no es mi estilo....tengo que hacer algo y, si alguien cuida de ellas será mejor... no quiero que ni Sine ni nadie de ellas deje sus actividades tanto laborales como personales por cuidarlas.

-En eso tienes razón...bueno, no creo que sea mala idea después de todo, puedes comenzar a buscar una sin problemas.

-Por supuesto.- En ese momento, Kanon recordó la llamada de Saida.- Tengo que irme...

-Kanon espera.- Dijo Saori tratando de abrir un nuevo tema.- Cambiando todo este problema, no he tenido tiempo de preguntarles nada sobre la Navidad.- Dijo Saori, Kanon arqueó una ceja.

-¿Sobre qué exactamente?

-Pues siempre les he dado un obsequio en Navidad y como ha pasado todo esto, no he tenido tiempo de comprar nada para ustedes, así que estuve pensando en que ustedes compraran su regalo...por supuesto, será de mi parte, así que no se preocupen en el costo.- Dijo sonriendo. Era verdad, cada Navidad trataban de olvidar los problemas y ser felices entre todos y Saori, siempre les regalaba algo.

-¿En serio?...¿Lo que sea?.- Se puso pensativo.- ¿No importa el costo?.- Se burló.

-Sólo sé considerado.- Le dijo y le extendió un cheque. Kanon al verlo se quedó boquiabierto.

-¿Tengo que comprarle a los demás? No tengo idea de qué les guste.

-No Kanon, eso es sólo para ti. Es más fácil darte el dinero y que te compres algo que te guste, el de las gemelas ya lo tengo contemplado, de eso si me ocupo yo.- Sonrió.

Kanon no se lo podía creer. Comprar lo que sea que quisiera...de inmediato, se le ocurrió algo.

***

Marlenne estaba cada vez más angustiada. Se había dicho a sí misma que no le marcaría a Vivienne hasta que ella misma lo hiciera, pero el tiempo pasaba deprisa y su celular no sonaba para nada. Ella tomó su móvil y sin dudarlo, volvió a marcarle a Vivienne.

Vivienne estaba bailando mientras bebía una copa de Martini. Dio un sorbo grande antes de acercarse a la barra donde estaban más colegas de ella quienes, más relajados, bebían sentados y cuidaban el bolso de Vivienne.

-¿Ya te has cansado lo suficiente?.- Le preguntó una amiga con una mirada burlona.- Aún no pasan dos horas y ya estás hasta el límite.

-Hasta el límite no.- Corrigió Vivienne bebiendo el restante de su copa.- Aún me falta mucho por disfrutar.

-Menudo sorpresa.- Dijo con sátira.- Por cierto, me pareció escuchar que tu móvil sonaba.- Le dijo mientras le señalaba su bolso. Vivienne esbozó una media sonrisa y se acercó a su bolso en busca del móvil. Al ver las llamadas perdidas de Marlenne alzó las cejas, no había pasado mucho tiempo cuando ingresaba una llamada. Vivienne tomó el móvil y caminó lejos de la pista de baile y del bar, quería buscar un poco más de silencio. Al encontrarlo en uno de los pasillos principales, respondió a Marlenne quien seguía insistente.

-¿Ciao?

Marlenne suspiró aliviada de por fin escuchar a su hermana.

-Vivienne, por fin me contestas, estaba preocupándome por ti.- Dijo Marlenne con sinceridad.- Creía yo que te había pasado algo malo.

Vivienne alzó la mirada con aburrimiento, odiaba que le hicieran esas escenas y más odiaba tener que fingir que no le molestaban.

-Estoy bien, mucho mejor.

-¿Segura?.- Marlenne preguntó al notarla demasiado cortante.- Bueno, motivo de mi llamada era para saber si...saldríamos.

Vivienne suspiró. ¿Qué decirle exactamente?

-Escucha, precisamente iba a marcarte para explicarte la situación. Mi madre me ha marcado y como siempre, terminé peleándome con ella, me ha exigido que vaya a verla...siempre me culpa de lo que hace y yo tengo que encontrarle siempre una solución, es molesto.- Dijo fingiendo vergüenza en la voz.

Marlenne apretó el teléfono con su mano, su desilusión de vino a pique. Ahora que comenzaba a sentirse mejor, Vivienne se alejaba también.

-Entiendo...supongo que se pospondrá.- Dijo afligida.

-Sí, lo siento, la adicción al juego de mi madre se está volviendo una locura.- Dijo suspirando de nuevo.- De verdad lo siento, saldremos en otra ocasión, el dinero que me diste lo ocuparé mejor para ir a visitarla, te prometo que te los devolveré.

-Sí...está bien, no cargues con ese pendiente.

-Eres linda en comprenderme, de verdad me siento terrible...-Vivienne veía que sus amigos se acercaban hacia ella y terminó por apresurarse en cortar la llamada.- Me tengo que ir, voy a pagar unas cosas en el supermercado para irme, addio...-Vivienne cortó la llamada sin esperar una respuesta de Marlenne.

-¿Era una llamada importante?.- Le preguntó uno de sus compañeros.

-No, para nada...¿Seguimos divirtiéndonos?.- Respondió cínica Vivienne.

-Este lugar se está volviendo aburrido, mejor vámonos a otro lado.- Comentó una chica.

-Estoy de acuerdo, tengo un poco de dinero extra.- Dijo sacando varios billetes de su bolsillo. Prácticamente, Vivienne no necesitaba dinero como para pedirle a Marlenne.

-¿Tu madre te ha mandado dinero?

-Efectivamente, todo para divertirme con ustedes.- Dijo con la barbilla levantada.- ¿Nos vamos?

Todo el grupo salía de la discoteca muy amenamente. Vivienne había mentido continuamente a su hermana. Su madre la consentía demasiado, tanto, que le permitió vivir sola y a su modo desde muy joven y si fuera poco, le depositaba una cuenta razonable para cubrir sus salidas nocturnas. No era ninguna adicta al juego ni una madre cruel con ella.

Marlenne dejó el móvil en la mesa. La sensación que habitualmente sentía sobre la soledad, era interminable. Aunque ya debería haberse acostumbrado, no dejaba de dolerle. ¿Por qué todos se alejaban de ella? Y para colmo total, recordó las duras palabras de Máscara Mortal.

"-¿Quién te crees tú? ¿Cupido? Me viene valiendo una mierda lo que me digas, ahórrate tus consejos y mejor utilízalos a tu favor...tú hablándome de este tipo de cosas cuando sólo eres una mujer abandonada y maltratada."

Marlenne musitó algo indescifrable mientras respiraba hondamente. Vio a su gato arañando la puerta de la entrada y fue por él. Lo abrazó como si fuera a perderlo también, parecía que asfixiaba al gato. Ella dejó escapar una lágrima. Si según era verdad lo que se decía de: "El Sol sale para todos" ¿Por qué no salía para ella? "Una vez que tocas fondo, lo único que puedes hacer es subir" ¿Ella en qué tipo de abismo estaba metida?

***

9:17 p.m

Morada.

Sory abrazaba sus piernas mientras estaba sentada en el suelo, miraba a lo lejos su cama, donde se había registrado la acción sexual que tuvo con Milo tiempo atrás. Ya era de noche y nadie se había presentado en la morada desde que Hyoga los descubrió, ni siquiera Milo pisó de nuevo ese lugar. Sory se encontraba en un dilema emocional, no podía asegurar si estaba mejor que Milo no se presentara ahí o que lo hiciera. Su preocupación era imaginarse la reacción de Saori tras enterarse de lo que había pasado, ya se imaginaba con sus maletas fuera del Santuario.

Sory escuchó que la puerta se abría pero ni se movió para saber quién era, sólo sintió más agitado el corazón. Sine iba subiendo los escalones hasta el segundo piso y quedó completamente desconcertada al ver a Sory ahí, mirándola con una variedad de sentimientos.

-Sory...¿Por qué estás ahí de esa manera?.- Preguntó acercándosele.

-Saori, Athena...¿Se ha enterado de algo?.- Preguntó y Eufrosine alzó las cejas.

-¿Sobre qué exactamente?.- El semblante de Sory fue de malestar, intuitivamente u obviamente, Sine sabía que algo andaba mal.- ¿Qué te pasó? ¿Sigues así por lo de Milo?

-Sí y no, pero tiene mucho que ver con él.- Trataba de explicarle pero le costaba a pesar de tenerle confianza.- Sine, sé que hoy podría ser mi último día aquí.

-No me digas que te vas a ir por Milo...no lo hagas Sory, es demasiado.

-No es por eso, Saori me va a pedir que me vaya, lo sé...

-No comprendo. ¿Por qué te pediría ella eso?

-Porque...-Sory se mordió el labio inferior.- Es que...Hyoga nos vio.-Tomó aire hondamente.- Nos vio hace rato aquí.

-¿A quiénes?

-A Milo y a mí.

-¿Milo vino a buscarte aquí?

-Sí.- Dijo apenada.

-No creo que esa sea razón suficiente para que Saori quiera echarte de aquí.

-Pero si es razón suficiente si nos vio en una condición íntima.- Sine arrugó la frente e inmediatamente dio a conocer su duda.

-¿Condición...íntima?.- Preguntó. Tras ver que Sory se veía claramente avergonzada, alzó las cejas expresivamente.- Tuvieron relaciones...es eso ¿no?.- A pesar de su sorpresa, Sine no alzó la voz.

-Sí...y lo vergonzoso es que Hyoga nos vio en el acto.- Dijo llevándose las manos a la cara.- Quise evitarlo pero fui débil, al final terminé accediendo.

-Eso...eso me recuerda...-Eufrosine se acordaba que Dione alguna vez le contó algo parecido y no había terminado muy bien.

-Me siento mal...traicioné la confianza de Saori al hacer esto aquí y además, por ser tan tonta cuando tengo a Milo presente.- Decía con la garganta entrecerrada por el llanto inicial.- Me he dado cuenta que sí estoy enamorada de él...pero él no es para mí y eso me duele.- Eufrosine al verla de ese modo, se sentó a su lado y la abrazó para reconfortarla.- Él no me ama, sólo me ve como distracción y eso no me gusta...y siento coraje conmigo misma porque yo estoy fomentando a que lo siga haciendo.

-Culparte no servirá de nada Sory y no des por adelantado los hechos.

-No estoy adelantando nada, Milo no me quiere...¿Hay algo de mentira en eso?

-No lo sabemos realmente porque él no ha dicho nada, ustedes dos deberían hablar seriamente para aclarar las cosas.

-¿Cómo hacer eso si Milo no se toma nada en serio? Es frustrante.

-Pues tendrá que hacerlo, la situación no puede esperar más tiempo, estás pasándotela mal por un pensamiento que no has asegurado.

-Milo no me quiere más que en su cama de vez en cuando.- Dijo secándose las lágrimas.- Soy realista...me lo ha demostrado al elegir primero a una persona que acaba de conocer que a mí.

-Por eso deben hablar, si no quieres que esto continúe, debes pararlo ahora.

-Cada vez que quiero pararlo, él termina convenciéndome indirectamente...sé que fue parte mi culpa empezar con todo esto porque desde un inicio, estuve de acuerdo en acostarnos por "juego" pero ahora no me gusta...no quiero verlo ahora, hasta que me sienta lo suficiente bien como para hablar con él.

***

En las calles de Atenas, las luces de los coches alumbraban la mayoría de las calles. Como ya se ha sabido, este invierno era diferente, la nieve estaba escasa y muy raramente se sentía la baja temperatura sobre la piel, había un cambio climático realmente voluble.

Un hombre rubio se encontraba manejando como de costumbre cuando terminaba con sus actividades laborales en su oficina. Ser un hombre de negocios resultaba difícil y cansado pero era entretenido hasta cierto punto. Se detuvo mediante el regular tráfico y le dio tiempo de aflojarse un poco la corbata, era molesto llevar una por tanto tiempo.

En la calle, alguien estaba visualizando largamente el coche desde lejos, era su principal objetivo esa noche.

El hombre rubio siguió manejando hasta llegar a un semáforo que había marcado la luz en rojo, si su viaje seguía así, llegaría hasta la madrugada. Alargó su boca con molestia mientras esperaba a que cambiara la luz del semáforo. Indirectamente, su atención se fijó del lado derecho de su lugar, por la ventana. Tenía un presentimiento de algo no iba precisamente bien, se sentía observado. Tratando de ignorar esto, puso las manos en el volante esperando que la luz por fin cambiara a verde. No obstante, la puerta del copiloto se abrió por sorpresa y entró alguien sin más espera cerrando la puerta tras de sí. El rubio miró al sujeto con desaprobación. Este segundo, tenía la vista en frente y se cruzó de brazos.

-Hasta que te vuelvo a encontrar, ya va mucho tiempo.- Mencionó el hombre de cabellos oscuros con sequedad.

-¿Quién eres?.- Demandó saber el otro.- Bájate de mi coche ahora mismo.- Indicó amenazante sin lograr que el otro se inmutara.

-Te conviene escucharme, y bien sabes quién soy...Soy Tristán.

-Dije que te bajaras.- Ante la insistencia del hombre rubio, Tristán sólo inhaló fuertemente.

-¿Y qué harás si me niego?.- Preguntó Tristán y rápidamente, el otro sujeto sacó un arma y le apunto a la cabeza.

Tristán completamente frío, miró de reojo al hombre.

-Por última vez, deja de fingir y de jugar...eso no me hará ni cosquillas.- Comentó hostilmente.- Vine a hablar contigo.

-No me interesa, mejor vete.

-He estado ausente por mucho tiempo y apenas sentí tu cosmo, me tendrás que escuchar quieras o no...Greco.- Dijo Tristán, esta vez, viéndolo directamente con sus ojos azules.

Greco bajó el arma y la guardó debajo de su asiento sin dejar de mirarlo. Los autos detrás de él no dejaban de sonar pues el semáforo había cambiado de color. Greco puso las manos al volante y miró hacia enfrente.

-Hablaremos en otro lado.- Dijo de mala gana y se fueron de allí.

***

Saida había llorado de nuevo, sentía desesperación por el rechazo de Kanon. Debía dejarlo así, resignarse por completo y dejarlo ir...pero tenía esa palpable necesidad de intentarlo de nuevo y de hacerlo recapacitar porque muy en el fondo, sabía que Kanon sólo hacía eso por una idea absurda de identidad. Completamente decidida, tomó su móvil de nuevo y marcó sin dudarlo a Kanon, por segunda vez.

Kanon se encontraba yendo directamente a su templo cuando recibió la llamada, se quedó mirando la pantalla antes de responder.

-Hola Saida.- Dijo apagado. Le alegraba saber de ella, su corazón estaba feliz pero su orgullo no entendía y seguía comportándose como si en verdad quisiera que se alejara de su vida.

Saida abrió la boca un poco, inerte de escucharlo indiferente. ¿Era mejor escucharlo frío o que le desviara las llamadas?

-Hola.- Respondió ella.- Te marqué hace rato...

-Sí, estaba ocupado resolviendo un problema que ocurrió en el Santuario.- Kanon tenía ya la costumbre de contarle a Saida todos los hechos pero, considerando el punto en el que ahora era considerada ella, se limitó a hacerlo.- ¿Se te ofrece algo?

La pregunta de Kanon no era precisamente tosca como aparentaba pero Saida en su estado de sentimentalismo, así lo percibió.

-Hablar...sé que me habías dejado claro que no querías que me involucrara más en tu vida...-Saida mordió ambos labios, a ese punto de inestabilidad emocional y de una incómoda conversación, se había arrepentido de llamarle. Sentía una punzada en el corazón.- Lamento molestarte...-Saida estaba por colgarle.

-Saida...-Dijo Kanon, evitando que Saida terminara con la llamada.- Si me llamaste es por algo, quiero saber qué ocurre.

-¿Qué ocurre?...¿Quieres fingir que no sabes la razón por la que te llamo? ¿Quieres fingir que no ocurre nada?

-Quiero que me digas la razón por la que me llamaste, no pretendo darle vueltas al asunto.

Saida, tras ver que en vez de tranquilizar las cosas las estaba tensando gracias a la actitud de Kanon, comenzó a molestarse.

-¡Deja de tratarme se esa manera! ¿No hay nada que te haga entender que no soy la persona que crees?

-Saida...no me retracto de lo que te dije.- Mencionó Kanon arrepintiéndose enseguida, ahí estaba su lengua hablando de más y sobre cosas que no tenía deseo de cumplir por completo.

Un nudo amargo estaba molestándole de nuevo a Saida, justo en la boca del estómago. Era agotante y a la vez masoquista tratar de remediar algo y resultar más afectada. Completamente irónico.

-Creo...que me has decepcionado.- Dijo Saida con voz temblorosa antes de cortar la llamada.

Kanon se despegó el móvil de la oreja. Suspiró frustrado, las cosas con Saida no estaban mejorando y su orgullo no ayudaba para nada.

Saida tiró el teléfono enseguida, estaba mejor antes de llamarle. Sienna no estaba, de hecho, nadie más estaba en la mansión. Lejos de preguntarse dónde estaban, se tiró en el sofá con muchas emociones en la garganta, bastaría con quedarse dormida.

***

Saga y Dione iban caminando hacia la casa, la única donde ahora Dione conocía como descanso. Saga vio con desconsuelo el lugar. Miró a sus espaldas y vio que no estaban lo suficientemente alejados de su infierno. Inmediatamente se paró en seco objetando por el lugar. Dione miró a sus espaldas, viéndolo directamente.

-No entraré ahí...-Dijo Saga decidido.- No estamos tan apartados, podrían encontrarnos.

-Tengo algunas cosas mías aquí, además...es incómodo tener esta armadura puesta.- Dijo acercándose a él.- Me cambiaré y seguiremos adelante, Nubia me dijo que aquí se quedaba ella, es más seguro.

-No entiendo qué planes tenga Nubia para haberse quedado ahí.- Dijo Saga. Dione había aprovechado tiempo suficiente para explicarle toda la situación desde la vez que lo vio en la fortaleza.

-Me doy una idea pero, gracias a ella...te volví a ver.- Le miró largamente con ternura, Saga hizo lo mismo.- Entremos y me cambiaré rápido.- Dijo entrando al lugar seguido de Saga.

Al entrar, vio que la casa estaba completamente oscura. Ninguna chica estaba a la vista. Dione subió a ver si se encontraban en la parte de arriba pero nada. Estaba abandonada.

-¿A dónde se habrán ido?.- Se preguntó.

-¿Quiénes?.- Cuestionó enajenado.

-Nubia se quedaba aquí con unas de sus aprendices pero nadie está...debieron salir.- Dione podía seguir hablando sobre todas ellas, sobre Nubia y sobre la niña que tanto parecido tenía a Aioros pero era más importante en esos momentos alejarse. Recordando que entre sus cosas se encontraba la fotografía de sus hijas, no dudó en mostrársela a Saga.- Ven, tengo que mostrarte algo.

Saga siguió a Dione hasta donde estaba una cama grande, En el suelo y a orillas de esta, estaban las cosas de Dione. Ella buscó entre su maleta con ansiedad y sacó una fotografía, la vio con agrado y la besó antes de acercársela a Saga.

-¿Qué es?.- Preguntó él con curiosidad.

-¿Recuerdas que te dije que tenía una foto de nuestras hijas conmigo?.- La pregunta hizo temblar a Saga. Su mirada turquesa se clavó con asombro en Dione. Lo que sentía Saga al estar a punto de saber cómo son sus hijas era indescifrable. No había palabra alguna que explicara exactamente cómo se sentía. Su corazón entusiasmado no dejaba de latirle con fiereza.- ¿Estás listo para verlas?

Saga no fue capaz de asentir pero extendió la mano temblorosa para recibir la fotografía. Dione suspiró con sentimiento y se la puso boca abajo sobre la mano. Saga lentamente alzó la imagen y sus ojos de nuevo, se llenaron de lágrimas, esta vez, de felicidad. Él pudo ver cómo eran sus hijas. Muy parecidas a él. Jamás se lo habría imaginado. Habían heredado sus rasgos físicos como el color de sus cabellos y los ojos a excepción de una que los tenía más oscuros como los de Dione. Sentía que las amaba más de cuando se enteró de su existencia.

-Son...son hermosas.- Dijo orgulloso.- No...no veo el momento de poder abrazarlas Dione...

-Y lo harás...lo harás por fin y ellas serán más felices.- Dijo dándole un abrazo rápido para continuar con su vestimenta.- Me apuraré.

Saga se sentó sobre la orilla de la cama, sin dejar de ver la fotografía mientras que Dione buscaba por fin algo cómodo para viajar. Tomó lo primero que encontró en su maleta y comenzó a quitarse la armadura hasta quedarse sin ninguna pieza encima. Se sentía mucho más ligera y su cuerpo le agradecía ese gesto. Saga recapacitando, alzó la mirada un poco y vio como Dione lograba quitarse la playera que tenía debajo de la armadura. Volvió a ver su espalda desnuda. Cuanto tiempo había pasado ya desde la última vez que pudo acariciarla. El amor que sentía por Dione, incluido la pasión y el deseo nunca habían muerto y con ese simple acto sin intención provocativa, logró seducirlo. Dejó con cuidado la fotografía dentro de las cosas de Dione y se levantó de la cama. Dione se puso una camiseta y se amarró su cabello en un chongo alto. Pronto y por sorpresa, sintió que Saga la rodeaba por la espalda. Sus brazos estaban entrelazados debajo de su busto y su respiración la sentía en uno de sus hombros.

-¿Qué pasa?.- Le preguntó dulcemente.

-Recordaba...-Dijo con voz baja.- Recordaba cuanto te he extrañado...he extrañado abrazarte, besarte como nunca...acariciar cada espacio de tu piel...y extraño hacerte el amor.- Esta última confesión, hizo erizar la piel de Dione e hizo la cabeza hacia atrás. Saga la giró hasta tenerla de frente y le tomó el rostro con ambas manos, acariciando con sus pulgares sus mejillas.

-¿Demasiado como yo te he extrañado a ti?

-No puedo contestarte eso pero...-Saga bajó sus manos poniéndolas en sus caderas.- Quiero hacerlo de nuevo...revivir todo lo que una vez perdí, quiero amarte más de lo que ya hago.. Saga interceptó sus manos debajo de la camiseta. Aquella caricia hizo que Dione se echara a temblar. Saga la estrechó contra su cuerpo y ella no se resistió. Inmediatamente, la boca de él descendió para reclamar la de ella con una demasiada pasión y amor sobresaliente. Sin poder resistirse, Dione le acarició suavemente los pómulos, gozando con el contacto para terminar agarrándole el cabello. Entonces, colocó las manos sobre los hombros y las dejó allí. Su cuerpo respondía como una planta al agua. Le encantaba el sabor y el tacto de Saga y no se cansaba de ninguna de las dos cosas, los recuerdos siguieron floreciendo. La erótica invasión de la lengua entre los labios le provocó un húmedo calor entre las piernas y prendió una llama que era tan intensa que casi dolía. Saga había despertado una necesidad que ella había ignorado durante demasiado tiempo. Las rodillas parecían incapaces de sostenerla. Cuando era más joven, como de unos dieciséis años, jamás se le había ocurrido que el deseo pudiera doler tanto o que ella pudiera sentir una pasión tan desmedida por un hombre.- Me encanta tu piel...-Le dijo mientras le besaba el cuello.

Saga se sentó sobre la cama un momento mientras que Dione permanecía parada, de es amanera, sus rostros quedaban a la misma altura. Saga deslizó las yemas de sus dedos sobre su espalda. El erótico contacto en aquel preciso lugar fue como una descarga eléctrica para los sentidos de Dione. Provocó que la sensibilidad de los pezones y la placentera tensión que volvía a florecer entre las piernas resultaran casi insoportables.

Cuando Saga se apartó de ella para despojarse de la ropa superior, Dione se sintió sola en microsegundos. Le rodeó los hombros con los brazos y trató de acercarlo de nuevo a ella. Su boca ansiaba de nuevo el contacto. Jugueteó con el cabello de Saga. Tocarle era una adicción para ella, lo mismo que para él. Dione alzó los brazos y Saga le quitó la camiseta rápidamente y le desató el sostén. Sus senos quedaban al descubierto. Saga la acercó a él de nuevo mientras la besaba. Los senos se le hincharon en contacto con el torso de él y los pezones se le endurecieron. El cuerpo parecía vibrar con cada punto de contacto que tenía con él. Una mano le cubrió un seno y le pareció que el cuerpo entero se le iluminaba de satisfacción. Se le escapó un gemido ahogado de entre los labios al sentir cómo él iba moldeando la tierna carne, encontrando los puntos de especial sensibilidad con devastadora exactitud. Cada beso le hacía esperar con más ansia el siguiente. La pasión se había adueñado de él por completo y resultaba demasiado seductora como para poderse negar u ocultar. Cada caricia de su lengua despertaba en ella otra embriagadora oleada de sensaciones. En el momento en el que Saga intentaba bajarle los pantalones sin despejarse de su boca, la impaciencia que ella sentía se hizo tan grande que comenzó a bordear la desesperación. Ansiaba un contacto más íntimo, su cuerpo lo reclamaba después de tanto tiempo. Entonces, un dedo masculino se le deslizó por la tela de las braguitas, abriéndose paso al húmedo calor en el centro de su feminidad. Ella contuvo la respiración y comenzó a gemir cuando Saga comenzó a estimularle la sensible zona, provocándole una agonía de dulces sensaciones. Las piernas comenzaron a temblarle por tener que mantenerse erguidas y tuvo que agarrarse a los fuertes hombros de él. Con un gruñido, él la tomó en brazos y la puso sobre la cama. El movimiento desató sus largos cabellos amarrados.

Una vez así, Saga la desnudó por completo y dejó escapar un gruñido de satisfacción masculina cuando sus sensuales curvas quedaron completamente a la vista. No dejaba de ser tan hermosa. Bajó la cabeza hasta los pezones rosas y los besó lentamente, mientras que con las manos moldeaba los pechos. Se levantó de nuevo observando el físico de Dione, más excitado logró sentirse y comenzó a tener interés en otra zona.

Saga le acarició el esbelto muslo hasta llegar al lugar más delicado de todos. Fue entonces cuando perdió plenamente el control. Acarició los húmedos pliegues de su feminidad y se sintió perdida. El estimuló el minúsculo montículo que se erguía por debajo de sus ahora cabellos cobrizos con el pulgar y provocó que el flujo líquido del deseo provocara una tormenta de sensaciones. Saga a pesar de estar extasiado, no tenía impedimento en ver su rostro ni por un segundo. Estaba tan encantadora, con su cabello cobrizo extendido sobre la almohada, el delicado rostro ligeramente sonrojado y los ojos medio cerrados por la pasión.

En medio de la pasión que los había empujado a la cama, Dione esclareció que debían irse de allí, era peligroso mantenerse cerca de la fortaleza y en eso, Saga estaba de acuerdo. ¿Pero cómo impedir un momento así? La razón no estaba realmente clara, quería seguir haciendo el amor con él aunque estaba segura de que no estaba pensando cómo debía. Incluso cuando el pensamiento comenzó a aclarársele de nuevo, el cuerpo se le aceleró con una renovada excitación al notar que Saga comenzó a hundirse en ella una y otra vez. Exquisita sensación olvidada por años. La deliciosa fricción de sus movimientos le provocó una oleada de irresistible placer por todo el cuerpo.

El exquisito placer se fue convirtiendo en una delirante tormenta. Dione se retorcía de placer debajo de él. Todo su ser buscaba la necesidad de satisfacer el ansia que Saga había despertado en ella después de tanto tiempo. El corazón le latía a toda velocidad.

Cuando la tensión y la excitación dieron paso a un convulso estado de éxtasis de extremo placer, ella gritó. Después, se refugió en su propia sensación de plenitud, con los miembros extendidos sobre la cama de puro agotamiento. Saga terminó poco después.

-Quisiera que esto no terminara.- Dijo Dione recuperando la respiración. Ojalá el tiempo se detuviera solo para ellos dos, en esos momentos...

Saga se incorporó y la besó rápidamente en los labios. Le separó el flequillo despeinado de su rostro.

-Coincidimos mi amor.- Le dijo y él bajó peligrosamente hasta las piernas de Dione. Ella imaginándose lo que iba a pasar, se aferró fuertemente a las telas debajo de ella.

Saga le separó los muslos y apretó la boca contra el vientre. Dione tembló al sentir el contacto de los labios y la lengua sobre la piel. Recordó que antes de verlo, no se encontraba completamente feliz. A medida que la exploración de él fue alcanzando un espacio más íntimo, la sorpresa inicial dio paso a una completa excitación. Protestó, pero él la ignoró. Dejó de pensar. Todos sus sentidos se habían centrado de repente en el sensible corazón de su feminidad. El exquisito tormento de sensaciones era casi insoportable. La excitación de Dione fue subiendo cada vez más hasta que las oleadas del orgasmo empezaron a asaltarla y se convirtieron por fin en un huracán de dulce placer que la transportó hasta lo más alto y le hizo gritar el nombre de Saga, el orgasmo fue más intenso que el primero que hace poco había sentido.

-Te amo Dione...-Susurró.

-Yo también te amo...siempre lo he hecho Saga.- Dijo estirando sus brazos para tomar el rostro de él y acariciarlo con ternura. Saga le tomó de los brazos hasta ponerla de rodillas frente a él, vio que a ella le fallaban las piernas por la serie de excitaciones recientes. Él la tomó de las caderas hasta alzarla por encima de sus muslos, la penetró con cuidado. Ella gimió ante aquella sensible entrada y empezó a gozar con cada uno de los movimientos. Saga colocó las manos por debajo de ella para acariciarle los pechos y acrecentar así el placer. Las potentes embestidas resultaban tremendamente excitantes y ella estaba en un estado de estimulación extrema, completamente fuera de control. Saga la condujo a un potente clímax que la hizo desmoronarse sobre la cama. Todo le daba vueltas a su alrededor por tanta excitación. Su cuerpo, exhausto por completo, se dejó llevar...

Saga le dio la vuelta y le enmarcó el rostro con las manos. Entonces, la besó hasta dejarla sin sentido. Como aún le costaba volver a respirar con normalidad, ella respondió abrazándolo con fuerza y estrechándolo contra su cuerpo. Los sentimientos se estaban apoderando de ella de una manera tal, que no podía contenerlos. La pasión de Saga la excitaba hasta lo más hondo de su ser, pero lo que la hacía aferrarse a él era que entre sus brazos se sentía especial y segura, era porque lo amaba, ambos se amaban.

-¿Ya debemos marcharnos?.- Dijo con dolor Dione, no quería irse así...pero entonces, sus hijas aparecieron en su mente.

-No quiero separarme de ti, ya no más.- La abrazó fuertemente.- Sólo unos minutos más...abrazados de esta manera y...nos iremos.

Dione puso su rostro sobre su pecho y asintió, quería que esos minutos se volvieran horas. Ambos permanecieron en silencio, disfrutando del calor de su cuerpo...hasta que inevitablemente e inconscientemente, sus ojos se cerraron, sus cuerpos se sentían pesados y el sueño los opacó por completo.

***

Tristán y Greco habían ingresado a un departamento perteneciente al segundo. Este era de agradable vista y de muebles finos y lujosos, realmente caro.

Greco entró al departamento, dejó su maletín y se quitó el saco el cual puso encima de un sofá. Tristán entró enseguida de él sin sorprenderse por la enorme habitación.

-Dime qué quieres.- Dijo Greco desatándose por completo la corbata. Tristán alzó una ceja inerte.

-¿Ahora sí me recuerdas?

Greco le dedicó una mirada de cierto desprecio. Se arremangó las mangas de la camisa y se sentó en el sofá.

-Si quieres siéntate, pero entre más rápido te vayas mucho mejor.

Tristán no dijo nada y se sentó en el sofá de enfrente, no se iría sin la respuesta que quería, aunque tuviera que sacar de quicio a Greco u obligarlo a contestarle, sea el tiempo que se lleve.

-Trataré de ser breve pero no te aseguro nada, este tema es complejo.

-¿Se trata de Némesis?.-Preguntó casi con una sonrisa en su rostro.- Debería ser eso, supongo...

-Sí...-Respondió con una furtiva sorpresa, Greco era necio pero no estúpido.- Y tú pareces querer olvidar tu pasado con una vida que no es para ti.

-Lo es, soy feliz así...es lo que quería.

-Es lo que tú escogiste después de ser desterrado.- Dijo duramente provocando la molestia en Greco.

-El pasado no lo saco de la tumba.

-Tendrás qué hacerlo, Nix me está buscando...todos lo hacen, cada uno con sus propios propósitos y todos tienen relación con Némesis.

-Yo no tengo nada que ver.

-Por supuesto que sí, eres un guardián...eras un guardián.- Compuso provocando al rubio.- ¿Desaprovechar ser un guardián de Caos sólo porque quisiste deshacerte de Cereby y de Némesis? Qué patético.- La risa de Greco retumbaba en las paredes y permaneció así por varios segundos.

-No pensé que fueras tan cínico e hipócrita...según lo último que yo me enteré sobre ti fue que traicionaste a Némesis y Nix ocupó el lugar de Caos...¿Qué tienes que decir sobre eso?

Tristán se mantuvo en silencio, jamás creyó que Greco estuviera enterado de la situación. ¿Cómo se enteró? ¿Cómo sabía todas esas cosas? Y para empeorar su postura, lo que relataba Greco tenía mucha verdad consigo.

-Enmendaré mi traición, por eso es que estoy dispuesto a hacer todo por ella, será un honor que debo cumplir.- Explicó Tristán seriamente y ante la mirada de Greco, parecía no creerle.- ¿Tú has sabido algo de tu hermana?

-No.- Respondió inmediatamente y con molestia.- No me interesa y...¿Sabes? Me estoy cansando de esta conversación sin sentido, mejor vete y déjame vivir la vida que yo quiero.

-¿Fingiendo ser alguien que no eres? Podrás vivir todo lo que quieras, ocupando una vida que no te corresponde pero sabes que siempre serás esto...un ex guardián que decayó en valor como en orgullo.

-Aunque eso quisiera...no se puede regresar el pasado.

-No pero puedes hacer lo mismo que yo.

-¿Qué quieres decir exactamente?.- Entre cerró los ojos.

-Tanto Némesis como Nix pueden tener más de un guardián si lo desean, sólo necesitan otorgar una marca, si esto sucede, las probabilidades de mortalidad son menos, Némesis podría ser más fuerte con tu ayuda.

-¿Estás proponiendo que me convierta en guardián de Némesis?.- Preguntó desconcertado.

-Efectivamente.

-Si accediera...Necesito la aprobación de Némesis. ¿Acaso ya sabes dónde se encuentra?

-Sí, la encontré recién...- Greco alzó las cejas, estaba ensimismado.

-¿Y ella quiere esto?

-No lo sé, aún no despierta...no intento despertar el alma de Némesis aún pero ya lo lograré y sé que aceptará la idea, es para su beneficio.

***

Templo de Piscis

-¿Qué...hago en tu templo exactamente?.- Preguntó Sienna desde el primer momento en que dejaron de seguir avanzando por las escaleras y Afrodita fue directamente a la cocina. Algo no le pintaba bien.- Quiero saber por qué me trajiste aquí.

-¿Cómo eres capaz de asegurar que te traje a mi templo a propósito?.- Preguntó indulgente.

-Porque no seguimos avanzando, no hay otra sospecha más.

-Sólo quise pasar por algo de comer. ¿Tiene algo de malo?.- Preguntó y Sienna dificultosamente negó.- Eso creí...como algo rápido y nos vamos. ¿Quieres algo?

-Agua.- Respondió cortante.- Muy fría.

Afrodita se alzó de hombros y entró a la cocina. Sienna sin más qué hacer en contra, se sentó de mala gana en el sofá. No era el estilo o la actitud de Sienna estar tan de mal humor o ser grosera pero aún estaba enojada por lo que todos le habían hecho a Saida y no sólo eso, si no que claramente, por la pelea que tenían Afrodita y Máscara Mortal en la que terminó herida.

Sienna estaba pensando en todo lo que había pasado en su permanencia en el Santuario. Los momentos habían sido muy agradables en su mayoría y aunque muy en el fondo quisiera regresar, no podía hacer eso. Dejar a su mejor amiga por las personas que la habían hecho a un lado injustamente, le resultaba repugnante.

-Te perdiste.- Le dijo Afrodita con un vaso de agua en su mano. Sienna se giró a verlo.

-Un poco...¿Me das el agua?.- Preguntó extendiendo el brazo y Afrodita se lo dio.- ¿Ya me vas a decir a qué me has traído?

-Dije que quería hablar contigo, no hemos tenido tiempo.

-Entonces sí me ibas a traer a tu templo.- Dijo molesta.

-Sí, es un buen lugar para hablar y no ser molestados.

-Ya me voy.- Dijo Sienna poniendo el vaso en una mesa de café.

-Ya deja de hacerte la enojada, ya tiene días que pasó eso. ¿No se te ha bajado ni tantito el coraje?

-Lo que me hicieron a mí sí...lo que le hicieron a Saida no, no es justo...

-Ya te dije que yo te creo a ti y a Saida, no pienso que sea Nix ni nada parecido.

-¿Y los demás? Ni siquiera Kanon piensa lo mismo, créeme que me costó mucho ignorarlo cuando lo vi pasar hace un rato.

Kanon iba directo a su templo cuando Afrodita y Sienna se le cruzaron en el camino por el templo de Virgo. Sienna lo vio y lo ignoró completamente pero cuando se dio cuenta que Kanon no tenía ninguna intención de hablar con ella al menos para saludarla o saber de Saida, encendió la mecha y Afrodita terminó llevándosela rápidamente.

-Hemos acordado que Kanon es un bruto.- Dijo frustrado.- Pero reitero...no te traje para hablar de ellos, sé que Saida es tu amiga y la defiendes pero quiero que dejemos ese tema a un lado y hablemos de nosotros.

-¿Nosotros?...

-Sí, nosotros...y antes de continuar quiero decirte que si te traje aquí al Santuario fue por doble resultado, el primero ya lo sabes y el segundo...quería que nos cruzáramos con Máscara Mortal.

-¿Eh? ¿Y él qué tiene que ver?

-Mucho. ¿Recuerdas su actitud? Se molestó cuando decidiste venirte conmigo en vez de quedarte a hablar con él...para serte sincero, por un momento pensé que así sería pero me alegra que hayas tomado esa decisión.- Dijo conmovido.

-Yo siempre lo he visto molesto y aunque quiera hablar conmigo, yo ya tenía contemplado hablar contigo.

-O sea...¿Qué si no te hubiera dicho antes que habláramos habrías accedido a hablar con él?

-Por lógica, sí.

-¿Te gusta o qué?.- Empezó a demostrar sus celos sin discreción.

-¿A qué viene eso?.- Preguntó perpleja con el ceño fruncido.

-A nada.- Dijo controlándose, no era una nueva discusión lo que quería.- No quiero que sigas disgustada conmigo...en serio, discúlpame por haberte lastimado de esa manera, sabes que no fue intencional.

Sienna escuchaba atentamente las palabras de Afrodita y comprendía ahora que su enojo carecía de sentido. Fue un accidente y ella lo exageró.

-Sí...tienes razón, es que...no sé, me molesta que ustedes se la pasen peleando siempre cuando yo estoy presente. No sé si así se hayan llevado toda su vida o es algo contra mí.

-Ni una ni otra pero...tienes qué ver.

-¿Por qué?

-Porque a mí me gustas y más que eso...y bueno, a él también.

Sienna se quedó en shock al escucharlo, no podía creer lo que decía del caballero de Cáncer pero también, se sentía emocionada con otra cosa que mencionó Afrodita: "Porque a mí me gustas y más que eso.."

-¿Q-Qué? N-No...me estás mintiendo, no le puedo gustar a Máscara Mortal.

-¿Por qué no?.- Preguntó incrédulo.

-Porque me grita, se enoja conmigo...no me había dado ninguna pista de que yo le gustara.

-Pues es así, estoy seguro.

-Tiene una forma muy fea de demostrarlo.- Confesó sin abandonar su sorpresa. Sienna miró la hora y recordó que Saida estaba sola y triste y quería estar con ella también, un gran dilema.

-Supongo que ya quieres irte.- Dijo desanimado y eso que apenas comenzaban a hablar.

-Quiero hacerle compañía a Saida, ya sabes...

-Sí, me lo imagino...yo te llevo, hablamos en el camino entonces.- Dijo sin más remedio.- Pero antes quiero darte algo.

-¿Algo? ¿Tú me vas a dar algo?

-Sí. ¿Te sorprende?.- Afrodita sacó de su chamarra una caja de terciopelo. Sienna se habría quedado sin aliento y con las piernas temblorosas si la caja hubiera sido más chiquita.

-¿Qué es?

-Ábrelo.- Indicó poniéndole la caja en sus manos.

-No me hagas bromas.

-No son bromas y no te asustes, si fuera una pedida de mano sería más romántico.- Sienna casi se pone roja con el comentario. Miró la caja y la abrió despacio. Abrió la boca al ver el contenido y con sus dedos, sacó un hermoso brazalete de plata en forma de rosas entrelazadas. Lo inspeccionó bien y vio que tenía grabado su nombre y cobre la "i" tenía un pequeño cristal.- Sé que odias mis rosas pero ahora tendrás que llevarlas contigo.- Dijo con media sonrisa, Sienna lo miró fijamente.

-Gracias...está...hermoso...-Dijo embelesada tanto por el objeto como por la acción de Afrodita.- ¿Por qué me lo regalas?

-Bueno, un regalo no debe tener un motivo realmente pero este sí...es por Navidad.

-Pero Navidad aún no llega.

-Es que quise ser el primero en regalarte algo.- Dijo bajando la mirada. Sienna se enterneció y se colocó el brazalete en su mano: le encantaban los brazaletes y más ese.

-Muchas gracias, lo llevaré conmigo...yo...aún no he comprado nada.

-No te estoy pidiendo algo a cambio.- Dijo divertido.- Vamos, Saida te debe estar esperando.

***

Tristán llegó a la mansión de Saida. Había hablado con Greco y se sentía muy estresado además de volverse a topar con Nix, emocionalmente, estaba revuelto.

Al llegar a la sala vio que Saida estaba dormida en el sofá y Sienna no estaba con ella. Dudoso, se acercó a ella y se sentó a un lado. Vio que tirado estaba su móvil y lo recogió. Examinó el rostro de Saida, este tenía ligeras marcas de lágrimas y su maquillaje estaba ligeramente corrido.

Saida abrió los ojos y vio el semblante de Tristán por encima de ella. Se levantó cubriendo instintivamente sus ojos.

-¿Acabas de llegar?.- Preguntó la pelirroja.

-Sí.- Dijo alejándose un poco de ella.

-¿A dónde fueron?

-Yo fui a dar una vuelta.- Respondió.- Fui yo solo...¿Dónde está Sienna?

-Creí que se había ido contigo, no está.

Tristán hizo un gesto maldiciendo, creía que Sienna se quedaría con ella.

-¿Estabas llorando?.- Cambió de tema, haciendo de lado a Sienna.

-Yo...sí, mas o menos.

-¿Por qué?.- Preguntó preocupado.

-Estoy sensible...supongo que es por el embarazo.- Tristán alzó las cejas con hastío.

-Deberías asegurarte mejor.

-¿Cómo? ¿Asegurarme mejor?.- Cuestionó desconcertada.

-Sobre el embarazo, no deberías dar por hecho algo que no sabes.- Dijo seriamente. Saida sintió que sus palabras eran algo duras.

-Pero ya es un hecho, Ébano, mi hermana me llevó con el médico y además, me hice unas pruebas de embarazo caseras y todo fue positivo. ¿Qué otras pruebas debo hacerme? Para mí ya es claro.

-Sé que no, sé que en el fondo de ti sabes que no es verdad.- Saida se quedó en silencio. Tristán parecía conocerla muy bien a pesar de apenas conocerse, además suponía que él debía ser muy desconfiado pero, a decir verdad, ella se sentía rara...podría decirse que no estaba muy convencida.

-Entonces...¿Consideras que debo ir con otro médico?

-Sí pero...asiste sola, no le menciones nada a Ébano.- Dijo Tristán creando un signo de interrogación más grande en Saida.

-¿Por qué?

-Sólo hazlo, yo mismo te acompañaré al médico mañana.- Aseguró.- Pero de preferencia que nadie sepa, sólo tú y yo.

-Es que...no comprendo. ¿Por qué?

-Ya lo sabrás cuando veas los resultados, ahora ve a dormir, te ves cansada.- Le dijo más comprensivo. Saida quería saber bien las cosas, a lo que se refería Tristán pero también no tenía ganas de hacerse un nudo mental más grande del que tenía.

-Buenas noches entonces...también deberías descansar.- Dijo levantándose y yendo a su habitación.

Tristán la observó irse y cuando ella se perdió entre su vista, él se recargó en el sofá. Estaba enojado. Sabía que Ébano, Nix...estaba detrás de aquella mentira y era mejor que Saida se diera cuenta de la verdad por su cuenta y con medios que ella conocía.

***

Al día siguiente...

Santuario de Athena.

Morada

7:16 a.m

Sory había recibido un mensaje que la había despertado. Talló sus ojos y vio la pantalla, se trataba de Mary Anne:

"Hola Sory...amiga...lo siento tanto, lamento si fui grosera la última vez que te vi. No era mi intención, no estaba correctamente....y por esa razón, he tomado una decisión.

Hoy mismo me iré de Grecia, no puedo permanecer aquí por ahora, necesito encontrar un punto de tranquilidad que me haga comprender lo que ha pasado. Por eso sé, que no podré encontrarlo aquí.

No te puedo dar mi dirección de destino por ahora y quisiera que no le mencionaras a nadie sobre mi partida, será lo mejor.

Me habría gustado despedirme de ti como se debe pero me sentiría más triste. Eres mi mejor amiga.

Espero que te vaya muy bien y también espero, verte pronto.

Aurevoir.

Mary Anne"

Sory aventó las cobijas con sus pies totalmente alterada. ¿Cómo que Mary Anne se iba así nada más? No quería que lo hiciera y si tenía tiempo de irse a impedir su partida, lo haría y sabía a quién decirle.

Mary Anne leyó por última vez el mensaje que le mandó a Sory. Tenía mucho sentimiento de irse pero era una decisión tomada. Apagó su móvil y tomó un boleto de avión directo a Nantes, Francia. Con su otra mano tomó su maleta y salió de la casa de Sine sin más espera.

-¿Qué te pasa? ¿Tienes algo?.- Preguntó Sine al ver que Sory se vestía a toda velocidad.

-Es Mary Anne...se va a ir de Atenas.- Explicó rápidamente mientras se colocaba los zapatos.

-¿Iras a impedírselo?.- Peguntó levantándose también.

-Sí, no quiero que se vaya.

-¿Le dirás a Camus?

-Por supuesto, sé que si él va con ella, Mary Anne no querrá irse.- Sory terminó de alistarse y corrió hasta la entrada de la morada.

-Te alcanzo, tú ve a avisarle a Camus.- Le dijo la rubia. Sory asintió y se fue directamente al templo de Acuario.

Veinte minutos después...

Templo de Acuario

-¡Camus!.- Exclamó Sory fuertemente desde que piso el templo. Para su suerte, Camus estaba despierto y saliendo de su habitación. Por una enorme fortuna del destino, Camus estaba presentable.

-¿Por qué gritas Sory?.- Preguntó Camus frunciendo el ceño. Sory se plantó frente a él casi resbalándose.

-Mary Anne...tienes que venir conmigo.- Le dijo rápidamente. Escuchar el nombre de Mary Anne y de esa forma tan alarmante, sólo le alteraba los nervios a Camus.

-¿Qué le pasó a Manne?

-Se va a ir Camus...tenemos que alcanzarla.- El corazón de le encogió y su espalda recibía cierto frío de impaciencia al escuchar aquello.

-¡¿A dónde se fue?!

-No sé...me mandó un mensaje, no sé por qué transporte se vaya.

-Vamos a la casa de Sine, vamos rápido.- Dijo Camus corriendo más rápido de lo que Sory podía. Camus al ver que no le alcanzaba el paso, se detuvo y le tomó de la muñeca a Sory.- Trata de seguir mi ritmo.- Dijo para luego seguir corriendo.

8:03 a.m

Templo de Escorpio

Milo se había despertado casi por sorpresa y eso fue porque había tenido sed. Se levantó para ir a la cocina y beber algo para luego irse a dormir de nuevo pero cuando iba a entrar al dormitorio, Camus entró ignorándolo junto con Sory. Milo quedó doblemente sorprendido. Camus no lo ignoraba de esa manera y al ver a Sory mirarlo y luego bajarle la mirada era otra cosa...y para quitarle el sueño que tenía, vio que Camus le tomaba de la muñeca.

-¿Qué hacen esos dos...juntos...a esta hora?.- Se preguntó molesto y vio la hora de nuevo. Era demasiado temprano como para que esos dos estuvieran juntos y salieran del Santuario con tanto frenesí.

Una hora después...

Sory y Camus llegaron a la casa de Sine la cual estaba vacía, aparentemente, Mary Anne se había marchado ya de ahí. Ambos comenzaron a buscar y Sory encontró un sobre abierto de una aerolínea. Se lo mostró a Camus y los dos se fueron directo al aeropuerto más cercano, tardarían en llegar un poco.

***

10:13 a.m

Saida había salido de la mansión junto con Tristán. Se había dado cuenta de que Sienna había regresado más tarde y que dormía plácidamente pero no quiso despertarla además de que Tristán le dijo que lo mantuviera en secreto por el momento. Los dos estaban frente a un hospital. Saida recordó ese hospital, fue cuando Dione había dado a luz a las gemelas. Observó lentamente a Tristán, él tenía la mirada fija en el edificio. Brevemente, Saida se preguntó por qué hacía eso...¿En serio no estaba tan segura del resultado?

-¿Cuánto tiempo tardan en darte una respuesta?.- Preguntó Tristán, quebrando el silencio.

-Como una hora pero aparte tengo que esperar a que me atiendan, habría sido más fácil haber concretado una cita primero pero fue de improviso esto.

-Es para que te asegures, no pierdes nada con saberlo por ti misma.

-Creo que tienes razón...¿Entraras conmigo?

-No, me quedaré aquí afuera por si acaso.

"¿Por si acaso?" Pensó Saida asintiendo y entrando al hospital.

***

Kanon había salido temprano del Santuario con el propósito de comprarse lo que tenía planeado. Estaba frente a una gran vitrina de un establecimiento y de inmediato supo cuál era el modelo que quería. Entró y demoró unos minutos antes de hacer el pedido y salir por las calles con su regalo: una motocicleta.

Siempre había deseado subirse en una y hasta ahora lo lograba y no sólo eso, era su motocicleta, regalo de Saori. Dio un par de vueltas por la ciudad con la adrenalina corriéndole por las venas. Era demasiado emocionante. Aunque estaba feliz por eso, no se sentía realmente o completamente lleno de buen humor pues a la mente se le venía la reciente llamada de Saida y la actitud que él había tenido con ella aún. Sacudió la cabeza y siguió avanzando en su motocicleta, esperando que con la adrenalina se le fuera a olvidar Saida.

***

Tristán esperaba afuera a Saida, estaba alerta de que nada ni nadie sospechoso estuviera buscándola a ella, debía protegerla porque tenía esa sensación fastidiosa de precaución y más porque Ébano ya sabía que Tristán había dado con Némesis. Para su poca impresión, presentía el cosmo de Nix y eso le alarmó.

Nix había regresado a Atenas supuestamente para dar más rápido con Tristán o con Némesis, la verdad era que desde el encuentro que había tenido con él, no podía sacarlo de su cabeza...quería volver a verlo y volver a sentir esa descarga física que tuvo cuando Tristán estaba cerca de ella.

Como si sus deseos exagerados se volvieran realidad, Tristán estaba del otro lado de la calle, cerca del Hospital. Ébano se detuvo sin dejar de verlo y la respiración le faltaba cuando él se acercó a su coche el cual, esta vez, manejaba ella.

-No esperaba verte aquí,.- Dijo ella sorprendida. Tristán leyó su mirada, estaba siendo sincera y se despreocupó un poco.

-Paseaba...como siempre.- Dijo con frialdad.- ¿Y tú?

-Te buscaba.- Respondió inmediatamente.- Siento que nuestra conversación aún no había terminado cuando te fuiste...por eso quiero retomarla.- Le dijo la morena indicándole con la mano que subiera al coche.

Tristán entendió la seña y discretamente vio a su espalda, Saida aún no salía del hospital.

-Que sea rápido y después me iré.- Dijo Tristán dándose prisa para subir al coche antes de que Ébano se diera cuenta de que Saida estaba ahí, cerca de él y comenzara a sospechar.

Una vez que se fueron, Saida salió del hospital. Había sido atendida y ahora tenía que esperar una hora para recibir el resultado de las muestras de sangre. Cuando salió, buscó a Tristán con la mirada pero no lo vio en absoluto.

Kanon pasaba por la calle cerca del jardín del hospital hasta que se detuvo por un semáforo. Vio a través del casco que Saida estaba ahí cerca, buscando a alguien. Kanon maldijo el destino, entre más quería olvidarla más la estaba uniendo a él. Por un segundo estuvo a punto de acelerar e irse de ahí pero su interior le gritaba que fuera con ella.

Saida suspiró al no dar con Tristán, tal vez se había aburrido de esperarla y se había marchado y eso que no había tardado mucho. Resignada, iba a esperar en un lugar cercano a que pasara una hora para ir por los resultados. Saida iba a cruzarse la calle cuando un motociclista se detuvo firmemente frente a ella y de inmediato se quitó el casco. Saida se quedó boquiabierta.

-¿Qué haces por aquí?.- Preguntó él con el semblante recio.

-Paseo.- Respondió molesta.- ¿Esperabas que me iba a quedar en mi cama llorando? Estás equivocado.- Saida iba a irse pero Kanon alcanzó a tomarle del brazo.- ¿Qué quie...?

-Súbete.- Le indicó decidido.

-¿Qué? No pienso subirme a esta cosa y menos contigo.

-Para tu mala suerte...no te estoy preguntando.- La miró directamente sus órbitas esmeraldas.

-He dicho que no.

-Te subes o te llevo a la fuerza justo aquí.- Dijo palmeando el volante.- Y no me importa si me tachan de secuestrador...ahora súbete.- La voz de Kanon sonaba atemorizante, de esas veces en las que temían contestarle con un "no".

Saida alzó la mirada con enojo. Sentía injusticia y rabia que Kanon dictaminara las cosas, quisiera ella o no y ahora la obligaba a irse en una motocicleta con él. ¿De dónde la había sacado? Ni santa idea pero no quería morir por la alta velocidad que podría llevar el bipolar de Kanon. Había agradecido no haberse puesto falda o vestido ahora. Kanon se bajó de la moto y se acercó a ella, Saida ya pensaba que la subiría a la fuerza pero lo que él hizo fue colocarle su casco en la cabeza y ajustarlo delicadamente debajo de su barbilla.

-¿Tú...no usarás uno?.- Preguntó ella mientras Kanon terminaba de ponerle el casco.

-No, prefiero que lo uses tú.- Dijo y Saida se conmovió un poco por el acto. Kanon dio la vuelta y subiendo a la moto. Saida pese a los tacones que llevaba, logro poner los pues correctamente y logró subirse aferrándose con fuerza en la chaqueta que llevaba Kanon.

-Ve...lento...¿Puedes?.- Preguntó nerviosa.

-Iré lo más lento que pueda.- Dijo +el sonriendo y acelerando.

-Espera...-Dijo largamente Saida, para ella, eso no era ir lento. ¿A dónde la llevaba ahora?

Tiempo después...

En el aeropuerto.

Sory y Camus entraron corriendo por el lugar, buscando desesperadamente a Mary Anne con la mirada. Era completamente difícil encontrarla sin saber el destino de la francesa y más con una multitud de personas esperando sus vuelos en un enorme lugar.

-¿A dónde podría ir Sory?.- Preguntó Camus poniendo una mano en su cabeza.

-No lo sé Camus, de verdad que no me dijo nada.- Respondió Sory respirando agitadamente.

En otro lado no muy lejos de ahí...

Vuelo a Nantes en Francia, listo para ser abordado.

Indicó un altavoz. Mary Anne cerró los puños y los ojos dejando escapar una exhalación. Era su momento de irse definitivamente, la larga espera había terminado. Tomó su maleta y su pasaporte y caminó hasta la fila del vuelo que iba a ocupar hasta esperar que revisaran su pasaporte y darle acceso al avión.

Minutos después...

-Esto no está nada bien...ya debió haberse ido.- Dijo Camus con presión en el pecho.

-Calma Camus, yo también intento relajarme pero estos vuelos tardan mucho en ser abordados, no debe andar muy lejos.

-No lo sé...empiezo a ser más realista...-Dijo y vio por el vidrio donde algunos ya subían al avión y vio que ahí estaba Mary Anne, justamente entrando.- ¡Manne!.- Gritó y se fue corriendo hasta el acceso al avión. Sory volteó a ver a donde había visto Camus pero era demasiado tarde, no la había alcanzado a ver pero fue detrás de un Camus exaltado.

Mary Anne ponía su maleta en el compartimento superior del avión y tomó asiento en el lugar correspondiente y en la ventanilla mientras que del otro lado, Camus intentaba pasar para ir con ella sin dejar de gritar su nombre.

-Señor no puede pasar, está prohibido...sólo pueden pasar los que tienen el boleto correspondiente.- Dijo una azafata tratando de calmar a Camus.

-¿Qué no puede entender? Mi novia acaba de subirse al avión, no puedo dejar que se vaya...déjeme pasar.- Explicaba Camus.

-No puedo, de verdad no puedo...-Decía la mujer mientras unos guardias cerraban la puerta del vuelo.

-¡Mary Anne! ¡No puedes irte! ¡Por favor!.- Gritaba inútilmente Camus mientras se acercaba de nuevo a los vidrios donde a lo lejos, se veía a Mary Anne sentada y completamente ajena a la escena.- ¡Mary Anne!.- Camus comenzó a golpear los vidrios tratando de llamar la atención de Mary Anne, terminó siendo un total fracaso.

-Camus...tranquilízate, ya están llamando a la policía.- Dijo Sory al escuchar que la azafata llamaba a otros de seguridad.

Camus respiraba cortamente, tomando un descanso pero el alivio le duró poco. Vio que el avión estaba por despegar y la euforia le invadió de nuevo.

-¡Mary Anne! ¡Por favor!.- Gritaba mientras corría por el pasillo. El avión avanzó poco a poco, tomando la velocidad adecuada para despegar. Mary Anne masajeó sus labios humedeciéndolos y recargó la cabeza en el asiento. Sería un viaje que le resultaría largo, dejar una ciudad donde había encontrado la única persona que la hizo feliz era muy difícil para ella pero su decisión era lo mejor. El avión dejó de tocar la pista de vuelo y Camus cayó de rodillas completamente rendido.- ¡No!.- Dejó escapar con frustración mientras era el interés principal de los espectadores.

Mary Anne se había ido y Camus no había tenido oportunidad de hablar con ella una vez más, ella ni siquiera le había mencionado su partida y eso le dolía. No volver a verla sería un tormento que no sabría si podría soportar por largo tiempo.

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Hola!!!! Disculpen mi larga ausencia pero tenía que entregar unos proyectos de Universidad en fechas establecidas por lo que tuve que retrasar mucho los fics pero bueno, por ese lado soy libre por algunos días así que actualizaré un poco más seguido.

Espero les haya gustado el capítulo, por fin hubo lemon de Saga y Dione después de taaaaaaanto tiempo separados. Mary Anne se ha ido ToT ¿Volverá? ¿Qué pasará con Camus?.Kanon y Saida se han ido juntos. ¿Se reconciliarán?

Bueno, hablando de otra cuestión....tengo una sorpresa para ustedes...se trata de un cuestionario sobre este fic.....les explico....

Publicaré un cuestionario relacionado al fic en una fecha antes establecida para ustedes para que estén atentos. Regalaré algo a l@s primeros dos en responder el cuestionario y, por supuesto, que esté correctamente.

*No importa de dónde seas, el regalo será tuyo y yo te lo enviaré.

REGALOS A ESCOGER PARA L@S GANADORES:

*Una almohada con tu caballero FAVORITO (Tú escoges la imagen :))

*Una taza.

*Un póster.

Entre otros regalos que pondré en la siguiente actualización...todos serán predeterminados por el ganador.

Una vez que ya tenga a l@s dos ganadores lo haré público y estableceré las fechas de entrega.

Si quieres participar estate atent@ a las fechas!!!

Nos leemos pronto!!!

Cuidense!!!









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