Después de la tragedia
Después de la batalla contra Morfeo todo había llegado a un punto placentero, la tranquilidad regresaba al Santuario conllevando varias sorpresas además de momentos de melancolía comúnmente en el templo de Géminis y de Sagitario. Dione y Aioros tenían que vivir sin la persona que tanto amaban y deseaban que volviera, la tristeza opacaba su corazón pero no la esperanza de volverlos a ver.
5 años después.
Santuario de Athena.
11: 12 a.m
Varios caballeros se encontraban entrenando en el coliseo del Santuario, desde hace tiempo se habían dedicado más a este tipo de actividad y sobre todo porque ahora tenían nuevos discípulos.
Dos chicas estaban entrenando entre sí, realizando un combate ligero. Una de ellas cayó bruscamente de sentón, se quedó ahí unos momentos y luego miró a su contrincante con molestia.
-¡Eso no era necesario!.- Gritaba la chica limpiándose algo de sangre que brotó de su labio.
-Lo siento Sienna.- Dijo Sory acercándose a ella y estirándole la mano.- ¿Te golpee demasiado fuerte?
La chica iba a protestar pero fue claramente interrumpida.
-¡Sienna! ¡Levántate ahora!.- Exclamaba Máscara Mortal más que molesto, la chica frunció el ceño.- ¡Sory! ¡Déjala!
Sory miró al caballero de Cáncer y asintió apartándose de la chica.
-¡Eres un amargado!.- Le gritó Sienna tratando de levantarse sola.
-¡No puedes decir eso en un combate! ¡¿Acaso crees que el enemigo te extenderá la mano cuando caigas?!.- Máscara Mortal estaba muy enojado que hasta se sobaba las sienes de la frente.
Sienna bufaba frustrada. Ella decidió no levantarse y quedarse ahí en el centro del área provocando claramente al caballero de Cáncer quien se molestaba más. Sienna esbozó una sonrisa burlona y luego su vista se fijó hacia su frente.
-Levántate.- Dijo Afrodita extendiéndole la mano. Sienna lo miró detalladamente y luego le dio su mano para después ser ayudada a levantarse.
-¡Maldito Afrodita! ¡No te metas!.- Máscara Mortal estaba por avanzar hacia ellos pero Afrodita puso un brazo enfrente con la palma levantada.
-No se te ocurra acercarte gruñón, tu mal humor se contagia.- Se burlaba Afrodita y Máscara Mortal se encabritaba más.
-Eres un...- Estaba por decir el caballero pero sólo vio que Afrodita se iba con Sienna, él terminó por cruzarse de brazos y sentarse en una roca sumamente molesto.
-Lo hiciste bien.- Dijo Afrodita a Sienna quien cambió su semblante molesto por uno cohibido.
-No intentes alentarme, es obvio que no.
Sienna se recargó en una columna con la mirada hacia arriba.
-Sólo necesitas más tiempo, más práctica.
-Han pasado años y no veo mejoría.- Dijo la chica torciendo la boca.- Además cada vez hago enojar a Máscara Mortal...-Se cruzó de brazos.- Todas las chicas saben pelear mejor que yo.
-Pero tú empezaste a entrenar tiempo después.- Trataba de animarla.- Aparte ese malhumorado sólo grita, no es muy buen maestro.
-O tal vez yo soy muy mala alumna...
Afrodita negó con la cabeza.
-Yo no te considero mala alumna.
-Eso lo dices porque te caigo bien.- Sonrió la chica.
-No demasiado.- Bromeó Afrodita y Sienna lo miró fijamente.- Yo también soy tu maestro y trato de ser un poco más accesible...aunque tengo que reconocer que aún te falta un poco más de compromiso.- Afrodita avanzó unos cuantos pasos más a la derecha, Sienna se acercó a él y ambos miraron a Dione quien estaba entrenando sola a pocos metros.
Dione tenía su largo cabello amarrado en una coleta alta y llevaba puesto un traje de entrenamiento liviano y sencillo. Un año después de que nacieron sus hijas se había dedicado más a conocer el mundo de los combates, perder a Saga sin poder hacer nada al respecto era peso suficiente para hacerse sentir inútil, necesitaba aprender más de esa vida.
-Dione desea volver a ver a Saga.- Decía Afrodita.- Es su motivo para salir adelante.- Miró a Sienna.- Y tú deberías tener uno que te motive así.
Sienna parpadeó incrédula.
-Pero yo sólo lo hago porque me sentí una cobarde inútil la primera y última vez que me atacaron aquí en el Santuario...además de que casi muero...
-Sí lo sé.- Sienna lo miró algo ofendida.- Es un motivo pero deberías esforzarte más.
Sienna suspiró después y aflojó los brazos.
-Tal vez pelear no es para mí.- Afrodita frunció el ceño y le dio una leve palmada en el brazo, Sienna arrugó la frente. -¿Por qué me golpeaste?
-No vuelvas a decir cosas negativas....y no te golpee fuerte, ahora vamos que tienes que practicar más.
-No me digas que te refieres a esas técnicas raras que me contaste...-Puso rostro resignado.
-Si...me refiero a esas técnicas "raras".- Hizo un énfasis sintiéndose insultado por la expresiones de la chica. Ambos caminaron en dirección contraria.
Dione seguía entrenando sola pero aun así Aioros observaba sentado junto a Marín y Aioria.
-Cada vez mejora más.- Comentaba Marín.
-Sí...no se rinde tan fácil.- Dijo Aioros recordando los avances que había tenido Dione desde el primer día de entrenamiento a ahora.
-¿Y Kanon dónde está?.- Preguntó Aioria con sus manos detrás de la cabeza.
-Debe estar en el templo de Géminis, por eso Dione quiso venir a entrenar aquí sola.
-Ya entiendo.- Sonrió Aioria al recordar a Kanon y sus "nuevas tareas".
-Hablando de eso...¿Dónde está...?.- Dijo Marín levantándose del lugar buscando por los alrededores.
Aioros y Aioria miraron a quienes venían corriendo hacia ellos.
-¡Papá!.- Aioros al escuchar sonrió alegremente levantándose también y poniéndose de rodillas con los brazos extendidos.
Darlenne también tenía los brazos extendidos y corría hacia Aioros y al llegar con él lo abrazó lo más fuerte que pudo. Aioros la rodeó con sus brazos hasta que ella se quiso separar con mucha energía y mucho entusiasmo.
-¿Dónde estabas Darlenne?.- Le preguntó Aioros y ella señaló hacia atrás.
-Jugando con Arjen y le gane.- Sonrió más la niña. Aioros observaba a su hija, su cabello negro le recordaba demasiado a Nubia, era claro que sería imposible olvidarla si veía a diario la unión que concibieron.
Más atrás estaba Arjen, el hijo de Aioria y Marín caminando como podía a sus cortos tres años. Marín fue hacia él y lo tomó en brazos.
-¿Estás cansado?.- Le preguntó Marín al pequeño y este asintió. Arjen era idéntico a Aioria lo cual hizo más feliz al caballeros pesar de que se sentía aterrado por ser padre y no saber qué hacer en el momento aunque ya se llevaba mucho mejor con la idea a pesar de que las horas de sueño eran más escasas.
-Dejaste que se cansara.- Dijo Aioria a Darlenne y ella se sintió igual de feliz.
-¿Tienes hambre?.- Preguntó Aioros y Darlenne asintió de nuevo.
-Quiero jugo.- Dijo la niña.
-Entonces vamos.- Dijo Aioros y Darlenne corrió de nuevo por el área.- ¡Dione!.- Llamó el caballero y ella detuvo su entrenamiento para mirarlo agitada.- Vamos a desayunar algo.
Dione secó su frente con su antebrazo y luego se acercó a ellos donde tomó una pequeña toalla y se limpió el rostro.
-No tengo hambre.- Dijo ella.
-Si continúas así te desgastarás más.- Dijo Aioros. Dione lo miró tratando de controlar su respiración.
-Estoy bien, tomé un té en la mañana.
Aioria enarcó una ceja.
-Eso no es comida.
-Debes descansar Dione.- Dijo Aioros y elle recargó las manos en una columna.
-No puedo, aún me falta mejorar más...
Aioros le puso la mano en el hombro, Dione lo miró fijamente, siempre que Aioros la miraba así era para hablar de Saga y aunque aún no podía o más bien no quería olvidar su recuerdo, le dolía que se hablara sobre el tema.
-Y has mejorado bastante Dione pero ahora tienes que descansar más, te hará mal en un futuro y tus hijas no deberían ver a su madre delicada ¿o sí?
Dione suspiró, sus hijas eran otro motivo por el cual no había desfallecido emocionalmente.
-Sí Aioros, tienes razón.- Dijo ella sonriendo levemente.
-Y bien...¿Comerás con nosotros?.- Preguntó Marín tratando de animarla.
-No, iré al pueblo de Rodorio...tengo que comprar unas cosas.- Dijo más alegre Dione.
Templo de Géminis.
Kanon estaba buscando sigilosamente amenazas, tenía el semblante serio y estaba sumamente concentrado, no podía fijar su atención en otra cosa. Él caminó con cuidado y se puso detrás del sofá, suspiró largamente y se asomó cuidadosamente por un extremo del mueble pero en eso escuchó ruidos frente de sí pero no vio nada, eso le alarmó y más cuando los ruidos provenían de arriba del sofá.
-¡Ay no!.- Exclamó él.
-¡Te encontramos!.- Dijeron dos niñas mientras se dejaban caer sobre Kanon. Él trataba de escapar o fingía hacerlo pero las dos niñas se pusieron encima de su espalda y una de ellas puso las manos en la cabeza de Kanon.
-Perdiste.- Dijo una de ellas.
Kanon hizo como que alzaba los brazos impresionado.
-Me atraparon...ahora déjenme levantar.
-¡No!.- Dijeron las niñas entre risas.
Las dos niñas ahí eran las hijas de Saga y Dione quienes ya estaban por cumplir cinco años. Ambas se parecían a Saga, su mismo color de cabello, eran idénticas a él e idénticas una de otra, lo único que las diferenciaba era que Brissia tenía el color de ojos jade como de Saga y Venus azules como los de Dione.
-No me hagan hacerles cosquillas.- Amenazó Kanon sonriente.
-Perdiste tío Kanon, tienes que pagar.- Dijo Venus.
-¿Ahora intentan chantajearme?
-Hiciste una promesa.- Decía Brissia frunciendo el ceño.
-No recuerdo.- Bromeaba Kanon, le gustaba ver como las gemelas se enojaban con facilidad.
-Eres malo tío Kanon, dijiste que nos comprarías helado.- Recalcaba Venus.
-Yo quería de chocolate.- Decía Brissia queriendo llorar ahora, empezaba a hacer pucheros. Kanon se percató de esto.
-Y yo...de fresa.- Queriendo llorar de nuevo.
-No lloren, ya recordé lo del helado.
-Mientes.- Dijeron las dos al unísono.
Kanon suspiró.
-No miento, si quieren les compro el helado hoy.
-¿En serio?.- Las dos niñas volvieron a sonreír.
-Sí...- Contestó él apoyando la cara sobre el suelo.
-¿Y nos llevarás al parque?.- Preguntó Brissia.
-Yo no hablé de ir a ningún parque.- Dijo con seriedad y ambas volvieron a ponerse tristes.- ¡Está bien! Sólo dejen de hacer eso.- Dijo Kanon sintiéndose manipulado.- Ahora dejen levantarme.
Ambas niñas se quitaron y Kanon se levantó rápidamente.
-¿A qué hora nos vamos?.- Preguntó Venus.
-En la tarde...y no hagan más preguntas.- Dijo Kanon tratando de ser determinante con las niñas, Dione ya lo había regañado porque consideraba que las consentía demasiado.
-Se te va a olvidar.- Dijo Venus cruzándose de brazos mientras hacía pucheros.
-Sí, como la otra vez.- Le seguía la otra.
Kanon pasó una mano sobre su rostro, nunca se había imaginado tener unas sobrinas tan sensibles, rencorosas, manipuladoras pero de buen corazón.
-No se me va a olvidar, las llevaré en la tarde pero no quiero que le digan nada a su madre porque se va a molestar conmigo.- Les decía Kanon y ellas asintieron felices.- Bueno, ahora me voy a bañar y ustedes quédense a ver televisión.
-Tenemos hambre.- Dijo Venus.
-Pero acaban de comer...-Decía Kanon sorprendido.
-Yo quiero comer más.- Decía Brissia y Venus asintió.
-Ustedes me van a volver loco.- Dijo Kanon quien en un dos por tres ya estaba en la cocina preparándoles algo de comer.
Las dos niñas se sentados mientras en el sofá para ver la televisión.
-Quiero ver osos.- Decía Brissia moviendo mucho los pies. Venus tomó el control remoto y comenzó a cambiarle a los canales hasta que le dejó a uno donde salían varios animales. Brissia arrugó la frente y vio a su hermana.- No quiero ver eso.
-No hay osos.- Contestó Venus.
-¡Sí hay!.- Brissia tomó el control y cambiaba de canales.
-¡Que no!.- Las dos comenzaron a querer ganar el control, apretaban las teclas que fueran.
-Suéltalo.- Decía Brissia.
-Suéltalo tú.
Mientras las dos seguían peleando le habían puesto a un canal donde pasaban personas golpeándose dentro de un área enrejada. Las dos dejaron de pelearse y miraban la televisión muy interesadas, pronto las dos se sentaron bien en el sofá mirando muy entretenidas las peleas.
Kanon llevaba dos platos de cereal con leche y dos cucharas de plástico, las puso en la mesa y enajenado a lo que veían las niñas revisó su celular, no había llamadas ni mensajes. Él suspiró, extrañaba hablar con Saida y es que desde hace tres años que no la veía, de vez en cuando habían hablado pero cortaron comunicación desde hace meses, él sabía que ella se encontraba ocupada desde que se fue con su hermana para resolver unos asuntos familiares. Kanon esbozó una mueca, tal vez Saida en esos viajes había conocido a alguien más y eso también explique por qué no se han comunicado más, tal vez eso era sólo una señal de que había dejado de ser importante para ella, lo mejor sería hacer lo mismo y conocer más personas, como antes....
Él despojó esos pensamientos miró la televisión y vio las peleas de artes marciales mixtas las cuales comenzaban a ser más sangrientas.
-Le va a ganar.- Dijo para sí y luego miró que las dos niñas estaban mirando también entonces fue cuando reaccionó y se acercó a ellas.- ¿Qué están viendo?.- Les dijo acelerado por tomar el control remoto, las gemelas lo miraron sorprendidas.
-¿Qué es eso rojo?.- Señaló Venus a la televisión refiriéndose a la sangre.
-Cátsup.-Respondió rápidamente Kanon mientras le cambiaba a la televisión.- ¿Quién les dijo que podían ver esto?
-Venus no quería ponerle a los osos.- Protestó Brissia.
-¡Que no había osos!.- Se cruzó de brazos.
-Ya está bien, antes de que terminen peleándose, vayan a comer su cereal.- Las dos niñas fueron a sentarse a la mesa con ayuda de Kanon y comenzaron a comer.
Larissa, Grecia.
FLASHBACK
Siete meses antes
Saida estaba mirando por el balcón de su recamara el cielo azul, no había demasiadas nubes y los rayos del sol iluminaban mejor la vista. Pasó una mano por su rostro, deseaba verlo, escuchar su voz le alegraría el día pero al pensar en Kanon recordaba los sueños que últimamente había tenido, unos muy raros...
-Señorita Saida...-Abrió la puerta una mujer con bata negra y mandil blanco.- Su hermana le habla.
Saida asintió y se alejó del balcón.
-Gracias, enseguida voy.
Por lo tanto...
Ébano estaba sentada revisando unos sobres con cuentas bancarias y otros asuntos. Saida no tardó demasiado en bajar junto con ella.
-¿Lo has encontrado?.- Preguntó Saida apenas vio a su hermana.
-Buenos días.- Dijo Ébano tajante sin despegar la vista de los papeles.
-Lo siento pero es que quiero saber si lograste averiguar su número de teléfono o de pérdida mi móvil.
Ébano volcó los ojos aburrida y puso los sobres sobre la mesa con enfado.
-¿Sólo piensas en eso? Se supone que tienes que apoyarme y sólo te basas en tonterías.
-No son tonterías, tú no me has dejado alejarme porque tengo que apoyarte en los viajes y organizaciones pero ya no puedo soportar estar más tiempo sin comunicarme con alguien más, quiero hablar con Sienna, con Dione, con...
-Ya déjate de estupideces.- Se levantó Ébano de la silla molesta.- Pareces una niña Saida.
Saida suspiró y apretó las manos.
-No me portaría así si no se me hubiera perdido el móvil desde hace tiempo.
Ébano se quedó callada unos momentos, estaba viendo a su hermana impaciente...ella había perdido ese móvil el cual consideraba de valor porque se comunicaba con las personas a quienes apreciaba...tuvo que poner manos a la obra en ese asunto y es por eso que hace un mes aprovechó la distracción de Saida en una fiesta de negocios para tomar su móvil y arrojarlo a la basura, esperaba que con eso se concentrara más en lo que ella le pedía pero no había logrado nada más que exasperación.
-Entonces....¿Qué es lo que quieres para que me dejes de molestar?...tu móvil no puedo conseguirlo porque es imposible.
-Lo sé por eso es que siempre quise mandar cartas.
-¿Cartas? ¿Tratas de permanecer en la antigüedad Saida?.- Ironizó Ébano.
Saida sacó un sobre y lo tomó con ambas manos.
-Por favor...¿Podrías hacer que esta carta llegue al Santuario de Athena?.- Le extendió la carta.
Ébano miró el objeto con desconfianza y luego volvió a mirar a Saida.
-¿Y qué gano yo?
-Mi atención...sólo quiero explicarles la situación y de que mi móvil se perdió y no he podido localizarlos...quise hacer esto antes pero tal parece que no puedo hacer nada sin recibir tu permiso, me parece tonto que siendo hermanas yo tenga restricciones.
La morena puso los ojos en blanco y acercó a Saida la palma de su mano.
-Hazlo ahora y deja de molestarme.
Saida feliz puso el sobre en la mano de Ébano y esta lo apretó de tal modo que quedaron marcadas las uñas en el papel.
-Gracias...
-No me las des, sólo cumple lo que dijiste.
Saida asintió.
-¿Cuándo crees que les llegue la carta?
-No sé, es cuestión de días...
-Está bien.
-Bueno pues prepárate que tenemos que irnos en unos minutos.
Saida aceptó de inmediato, el hecho de que enviara esa carta al Santuario le alegraba el momento, ella subió enseguida a su recámara.
Ébano miró el sobre unos cuantos segundos y luego lo abrió y comenzó a leer la carta. Mientras leía se iba acercando a una pequeña chimenea la cual estaba semi-prendida.
-Así que tienes otros planes hermanita.- Dijo para sí la mujer después de leer.
Saida explicaba en esa carta el motivo por el cual no se había comunicado con Kanon ni con los demás y decía muy segura que aprovecharía cualquier momento para ir con ellos y quedarse a vivir allá.
Saida estaba cambiándose de ropa y cuando terminó se acercó para cerrar la ventana pero esta estaba algo atascada, ella puso más fuerza para cerrarla pero justo cuando lo logró y por la fuerza que puso, ella se fue de lado y movió un florero que estaba ahí cerca, ella por quererlo detener cayó de rodillas y no alcanzó a sostener el objeto el cual se rompió en varias piezas. Saida apoyó sus manos en el suelo y se clavó un pedazo de cerámica en la mano. Ella soltó un quejido de dolor y se retiró la pieza rota de su piel, sangre comenzaba a fluir cada vez más.
-Ay no...sangre no.- Dijo para sí levantándose y yendo al baño por una toalla la cual se puso en la herida, no le gustaba ver sangre, le daba escalofríos.- Soy una tonta...-Dijo retirándose un poco la toalla, era inútil si pretendía detener el fluido de sangre con eso.
Ébano arrugó la carta y la arrojó al fuego, observó por unos momentos como se quemaba en papel luego con molestia subió a la recámara de Saida, deseaba reclamarle por lo de la carta y también saber por qué deseaba hacer eso. Al llegar a la entrada de la habitación de Saida vio que la puerta estaba abierta y sentada sobre la cama estaba su hermana y vio que tenía una toalla manchada de sangre, quiso pasar pero se detuvo al observarla.
-No puedo detenerlo.- Dijo Saida dejando de mirar su mano, se estaba impacientando. Cerró los ojos y pronto tuvo una imagen fugaz, como si se tratase de un recuerdo donde estaba una mujer amarrada de pies y manos y sangraba a la vez que lloraba. Saida abrió los ojos espantada por lo que vio y en eso sintió su mano caliente, un calor extraño. Ella se quitó la toalla de su mano y sus ojos se abrieron más con impresión, de ella salía una luz de color blanco que le rodeaba toda su mano. Ébano abrió los labios al ver esto, no podía creer lo que veía.
Saida temblorosa y atónita no dejaba de mirar esa luz extraña y para mayor sorpresa, cuando la luz se desvaneció Saida emitió un grito leve pues la herida en su mano ya no estaba.
-Esto no...esto no puede ser posible...debo estar volviéndome loca.- Dijo SIDA DE NUEVO.
Ébano se alejó de la puerta e hizo una mueca de disgusto y se fue directo a su habitación.
FIN FLASHBACK
Ya habían pasado siete meses desde que ese extraño suceso le ocurrió Saida y desde que mandó esa carta la cual no había llegado con respuesta alguna y eso le deprimía profundamente además de que algo más ocurría con ella.
Saida estaba sentada en la cama abrazando sus piernas, tenía la mirada pérdida en el frente de ella, otra vez no podía conciliar el sueño por varias horas, era suerte que no se le marcaran las ojeras. Sus sueños eran cada vez más agresivos y raros desde esa vez y que no podía entender nada. En la mayoría de ellos podía observarse a ella misma con sangre en las manos y alrededor varias personas muertas, los sueños eran casi siempre los mismos incluso había tenido sueños donde había visto a una mujer encadenada y herida, llorando y gritando.
-Saida...tienes que...-Ébano entró a la recámara de Saida y la analizó detenidamente, pronto su semblante se mostró aburrido.- No me digas que otra vez no dormiste bien.
Saida giró un poco el rostro para verla y luego volvió a hundirlo entre sus piernas.
-Volví a tener esos sueños...
Ébano bufó y se acercó a ella.
-Me impacientas de solo verte, esas son sólo pesadillas y ya.- Se acercó al armario de Saida y comenzó a buscar algo de ropa.
-Es que...hace tiempo me pasa esto y no sé por qué.- Puso sus manos en la cabeza.- Es raro soñar casi lo mismo todas las noches...no recuerdo cuando fue la última vez que soñé algo que me agradara.
-Sí como sea.- Se acercó a Saida con un conjunto de ropa el cual arrojó sobre la cama.- Ponte esto que hoy nos vamos.
Saida miró atónita y algo confundida a su hermana.
-¿A dónde?
Ébano suspiró, su paciencia tenía un límite.
-Hoy regresamos a Atenas...supongo que se te olvidó o no me hiciste caso.
Saida apartó la vista de Ébano y sus recuerdos volvieron a Kanon, no había querido olvidarlo y no podía.
-Atenas....
-Sí, iremos allá y por favor...-Sobó su frente.- No pierdas el tiempo con "amigos" sólo iremos a resolver unos asuntos y ya...- La morena caminó hacia la puerta girando la perilla.
-Ébano...
-¿Qué?.- Se detuvo ante el llamado de la pelirroja.
-Quiero ver a Kanon.- La morena se giró al escuchar ese nombre.- ¿Has sabido algo de él? Desde que perdí el móvil no he podido comunicarme con él y las cartas no sé si llegaron al destino...
Ébano torvo una sonrisa.
-Tal vez ya no le importas.
Saida opacó la mirada al imaginarse eso.
-Aun así quiero verlo pero...quisiera comunicarme con él, yo he hecho lo posible por estar últimamente contigo pero es que no puedo estar un momento más sin saber de él.
-Saida...tienes veintisiete años ya, deja de actuar como adolescente enamorada y mal correspondida.- Ébano salió de la habitación molesta. Saida respiró profundamente, no podía negar lo que sentía por mucho que su hermana la criticara, tenía que ver a Kanon sí o sí...aún sentía algo por él. Ella había hecho lo posible por localizarlo después de que se le perdió el móvil pero nunca pudo hablar directamente con él, siempre fue por intermediarios quienes nunca tenían respuesta para ella y eso la desilusionaba, tenía que quitarse la duda de la cabeza.
-Tengo que verte Kanon...
Ébano caminaba hacia su oficina en la cual se encerró con llave.
-¿Sigue teniendo esos sueños?.- Ébano se dio media vuelta lentamente observando a un hombre de cabellos negros y ojos amarillos parado frente a ella.
-Sí...no sé qué tenga que ver con los planes que tenemos.
El hombre sonrió y se acercó a ella.
-Es claro...tu hermana representa una amenaza y es más notorio, desde hace años te lo dije...
Ébano bufó con hastío.
-Ella es una tonta, no puede representar nada que esté en contra de nosotros, además son ha demostrado nada, son simples pesadillas.
-Te muestras muy segura pero yo no puedo compartir tu misma objeción, tienes que deshacerte de ella lo más rápido posible, es obvio que ella tiene un poder oculto pero no sabemos cuál sea...puede servirnos para nuestro beneficio o puede perjudicarnos...
Ébano negó con la cabeza y soltó una risa cínica y demasiado irónica que molestó un poco al hombre.
-Buscaré la forma de averiguarlo...pero si tus suposiciones son ciertas, ya sé qué hacer.- Sonrió con malicia.
Templo de Géminis.
Media hora después...
Las gemelas habían terminado de comer y ahora estaban viendo unas fotografías las cuales estaban encuadernadas donde aparecían ellas cuando estaban más pequeñas, Dione, Kanon y varios más pero quien más les llamaba la atención era ver a Saga, ellas sabían de antemano que él era su padre pero que nunca lo conocieron.
Kanon había terminado de ducharse y de cambiarse y miraba desde hace rato a las gemelas y observaba como tardaban en mirar unas fotografías de Saga, ver eso le daba melancolía...él también extrañaba a Saga pero nunca dio con él o con alguna pista, fue como si hubiera desaparecido por completo.
-Este es papá.- Dijo Venus señalando en la foto.
-Yo no sé.- Decía la otra.- ¿Y este?
Ambas se giraron a ver a Kanon quien estaba recargado en la pared.
-¡Tío Kanon!.- Exclamaron ambas.
-¿Qué les pasa?.- Se acercó a ellas.
-¿Quién es papá?.- Preguntó Brissia.
Kanon se sentó en el sofá y miró la fotografía, en ella salía él y Saga, esa se la habían tomado esa Navidad cuando él se reconcilió con Dione, ahora comprendía por qué no sabían quién era su papá.
-Es el enojón de acá.- Señaló Kanon a Saga quien estaba con el semblante serio, no quería que le tomaran fotos pero Kanon lo forzó.- Y yo soy este.
Las niñas se mostraron emocionadas de ver a Saga y luego volvieron a ver a Kanon.
-¿Cuándo veremos a papá?.- Preguntó Brissia con ilusión en su mirada. Ahí estaba la pregunta que Kanon ni nadie podía responder con la verdad.
-Pronto...cuando él regrese estará muy contento por verlas y estar con ustedes.
-¿Y por qué se fue?.- Preguntó la otra gemela. Kanon pasó una mano por su cuello. ¿Por qué tenía que preguntarle eso?
Antes de que pudiera siquiera formular una mentira blanca, Dione entró al templo junto con Aioros y Darlenne.
-¡Mamá!.- Ambas gemelas se levantaron y fueron con Dione para abrazarlas. Dione correspondió al afecto y les besó la frente. Kanon se sintió aliviado al no tener que contestar la pregunta.
-¿Qué hacían niñas?.- Les preguntó Dione.
-Viendo a papá.- Dijo Venus y Kanon le mostró a Dione desde el sofá el álbum. Dione sentía que el corazón se le encogía.
Las gemelas miraron a Darlenne y se alegraron al verla.
-¡Vamos a jugar!.- Darlenne feliz miró a su papá y este asintió. Así las tres se sentaron en el suelo.
-No vi cuando tomaron el álbum.- Dijo Kanon a Dione.- Me cambié de ropa y cuando salí ellas ya estaban viendo eso.
-Está bien.- Dijo Dione sonriendo.- Me da gusto que quieran saber de Saga...en fin...iré a tomar un baño y luego iré con ellas al pueblo.
-¿Las llevarás?.- Preguntó Kanon.
-Sí...¿Por qué?
Una gemela se levantó y fue hacia Kanon y le abrazó la pierna.
-¡Nos va a comprar helado!.- Exclamó Venus. Brissia se levantó de igual manera y le abrazó la otra pierna a Kanon.
-¡Y nos va a llevar al parque!
Dione pestañeó varias veces y miró a Kanon quien se sentía altamente traicionado por sus dos sobrinas.
-Sólo un rato.- Sonrió Kanon.
-¡Sí mami!.- Dijeron las gemelas. Dione suspiró.
-Está bien pero primero las llevaré a comprar ropa, luego irán con su tío.- Decía Dione.
-Yo también iré.- Decía Aioros.
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