Desilusión


-¿Una fiesta de cumpleaños para Shaka?...Olvídalo Milo.- Camus propuso ante la loca idea que tenía el caballero de Escorpio, Milo pestañeó varias veces sorprendido por la negación de Camus, como si antes no lo hubiera hecho.

-Llevo toda una vida preparando esta sorpresa.- Dijo Milo poniendo sus puños en la cintura en pose heroica

-No creo que sea tan exagerado.- Opinaba Hyoga.- Apuesto que la idea apenas surgió, al menos has de tener una semana pensándolo.

-Claro que no.- Negaba Milo moviendo su dedo.- Siempre había pensado en una fiesta para Shaka, como es muy reservado supuse que necesitaba un empujón para verle el lado divertido a las celebraciones.

-¿Ahora opinas por los demás?.- Preguntó Camus masajeando su frente.

-Un poco.- Ignoró ahora el humor escaso de Camus.- Pero se me había olvidado ese plan infantil hasta que Aioria me lo recordó en su cumpleaños.

-¿Aioria?.- Cuestionó Hyoga.- ¿Ahora culpas a Aioria?

-No lo culpo, digo la verdad...

-¿Ah sí?.- Preguntó Camus como si fuera a perder la cordura.- ¿Cómo?

-Me dijo..."Para estas fiestecitas mejor me encierro en mi templo, sólo espero que Shaka nunca pase por esto"...Creo que así me dijo.- Dijo tratando de recordar las palabras exactas de Aioria.

-Pero él te dijo que esperaba que no le pasara eso a Shaka...ya me imagino el trauma que vivió Aioria.- Dijo Hyoga haciendo su mayor esfuerzo por imaginarse a Aioria queriendo suicidarse en sentido figurado.

-Yo sé que se divirtió.- Repuso Milo.- Y Shaka estará feliz.

-No me veré involucrado en tus planes absurdos, o te olvidas de tu idea y vivimos en sana paz o te vas de mi templo.- Proponía Camus con sequedad que hasta Hyoga lo miró con espanto, Milo puso las manos en su boca como si Camus hubiera dicho la mayor de las sandeces.

-¿Es mi idea o algo te molesta?

Camus había endurecido la mirada pero esa postura defensiva le duró varios segundos hasta que se vio derrotado, la preocupación ahora ocupado su rostro.

-Estoy preocupado y no diré más.- Dijo tajante.

-¿Es por Mary Anne maestro?.- Preguntó Hyoga dando en el blanco, Camus casi tiene un tic nervioso.

-¿Soy tan obvio?.- Ambos caballeros asintieron, Camus puso ojos en blanco.- Hablaron del hospital mencionando que mañana Mary Anne estará de alta, mientras tanto no quiere ver a nadie...

-¿Y eso te molesta?.- Preguntó Milo con obviedad.

-Creo que le han dicho la verdad, sobre su accidente, espero que no le haya afectado y que no sufra demasiado.- Dijo con seriedad, para Milo ya no era nuevo ver ese tipo de afecto hacia la chica pero Hyoga aún no se acostumbraba, cada vez estaba más seguro de algo.

-Maestro...Mary Anne se ha ganado su corazón.- Dijo Hyoga sin intenciones de ofender ni de burlarse, por otro lado...Camus se sonrojó y lo sabía, como quería que la tierra se partiera en dos para no ver a ese par.

-No digas eso Hyoga, sólo soy amable.- Repuso Camus inútilmente.

-Si...claro.- Alargó la última palabra Milo.- Y más cuando la besaste en el hospital.- Camus estaba a punto de saltarse encima de Milo para estrangularlo, Hyoga estaba ahí asombrado con la boca más que abierta.

-¡Eso es genial maestro!...Aunque me sorprende mucho de usted y más porque al principio la rechazaba, no cabe duda que lo suyo era fingir indiferencia.

Camus había sido el blanco de atención y no estaba divirtiéndose en absoluto por lo que no permitiría que otros lo utilizaran para incrementar su alegría.

-Creo que tú debes ir con Athena y tú te regresas a tu templo.- Dijo Camus señalando a cada caballero.

-Pero maestro...usted nos está corriendo por lo que acabamos de decir ¿verdad?

-Mal amigo, todavía que uno te viene a visitar...y hablo de mí, no de Hyoga.

-¡Que se vayan los dos!.- Camus incrementó su cosmos con amenaza, a ninguno de los dos les convenía estar congelados y ser parte de la decoración del templo de Acuario así que comenzaban a salir del templo.

Templo de Libra

Dohko estaba más que dormido, incluso comenzaba a roncar de nuevo. Kira se había despertado por enésima vez en esa noche, detestaba cuando roncaba. No podía dormir bien y al parecer era la única, ni Dohko ni Hikaru se sentían incómodos, ellos dormían sin preocupaciones. Kira había puesto su almohada sobre su cabeza tratando de contrarrestar los sonidos fastidiosos pero no lo consiguió muy bien. Puso la almohada de nuevo sobre el colchón de mala gana y miró a Dohko como fúsil, acto siguiente, puso sus pies a un costado de Dohko y lo empujó fuera de la cama. El caballero de Libra cayó sobre aquel frío piso, eso lo hizo despertar más que la caída.

-¿Pero qué pasó?.- Preguntó Dohko levantándose de golpe y tallándose los ojos.- Me he caído...soñé que un panda salvaje me aventaba de la cascada.

Kira hizo un mohín humeante de molestia.

-Quien te tiró no fue un panda, fui yo.- Escupió de golpe. Dohko no entendió nada.

-¿Tú? ¿Pero por qué me has tirado?.- Dohko empezaba a hablarle melosamente.

-¡Porque haces ruidos de trompeta! No he podido dormir bien hoy por tú culpa.- Reclamó.

-Yo no escuché nada...-Dijo con sentimentalismo.

-¿Cómo vas a escuchar si tú eras el dormido?...-Demando saber.

-Porque yo no ronco, tengo testigos...

Kira abrió sus ojos con confusión. ¿Qué habrá querido decir con eso?

-Explícate...¿Cuáles son esos testigos?

Dohko estaba atado al cuello, había emocionado algo que no debía hacerlo frente a ella, frente a esa mujer de carácter especial a la que se había prendado.

-Hablo de mis colegas mujer, Shion nunca se quejó de mí y Shiryu tampoco, nadie de hecho...

-Oh ya veo...entonces la loca soy yo ¿no?.- Dohko debió haber puesto atención a las facciones de Kira, esas que expresaban a gritos que su discusión iba de mal en peor.

-Yo no dije exactamente eso, sólo que ninguna lo mencionó antes...- Grave error, Dohko se llevó las manos a la boca pero ya era tarde, Kira se estaba dejando llevar por los sutiles celos.

-¿Ninguna?...Ya entiendo, esas mujeres eran otro tipo de testigos ¿verdad?...ya me imaginó a ti trayendo mujeres aquí y al final se iba del templo.

-No tanto así, algunas se que...se iban.- Compuso de inmediato. ¿Por qué parecía que lo hacía a propósito? Su lengua aflojaba las palabras incorrectas, alguien saldría lastimado si seguía.

Kira sentía un bombardeo dentro de su cuerpo, el estómago empezaba a sentírsele pesado, lleno de acidez, tenía que parar esa pelea. Suspiró por un largo rato mientras contaba mentalmente.

-Está bien, no me importa...total, eso fue pasado y no cuando te fuiste de china prometiendo regresar conmigo.- Kira de verdad quería quitarse ese mal sabor que tenía, una simple frase empalagosa que le dedicaba Dohko bastaría sin embargo, ella le miró de reojo ante su silencio, observó esa sonrisa nerviosa y la mirada desviada...Ahí acabó con los intentos de entablar paz.- Dohko...¿Estuviste con alguien más cuando estabas conmigo?.- Pronunció como funeral.

Dohko había comprendido la gravedad del asunto en el que se había metido; No podía mentirle porque se daría cuenta de su cinismo y si le decía la verdad igual podría acabar muerto después de tantos años de vida librada.

-Yo...este...antes de que empieces a agredirme déjame explicarte...-Kira le lanzó las almohadas con fuerza directo en su cara y luego efusivamente se levantó de la cama y se acercó a él, sus ojos azules exigían una víctima.

-¡¿Qué me vas a explicar?! Tu inseguridad demuestra todo...te acostaste conmigo y me dijiste un montón de cosas que me hicieron creerte...dijiste que era la única para ti y que vendrías a este Santuario y luego regresarías por mi...¡¿Era mentira?!

-N-No...no lo era, de verdad lo dije con mucha franqueza...

-Entonces dime...¿Te acostaste con otras después de eso?...¿Si o no?.- Apretaba sus nudillos, sentía un ardor en la garganta.

-Kira, tranquila...despertarás al niño con tus gritos.

-¡Contéstame! ¡Sólo es una palabra corta!

Dohko no tenía más remedio, observaba a Kira, era lógico que se sentía traicionada y estaba en su derecho, él le había hecho una promesa de corazón y aún recordaba cómo sus ojos se habían disfrazado de ilusión, una sincera ilusión bajo una promesa que no pudo cumplir, cualquier excusa que se le pudiera ocurrir era nula, lo hizo por egoísmo.

-Yo no...lo siento...falté a lo que te dije, pero...

-Vete.- Le dijo Kira agachando la mirada, le había mentido, la había traicionado pero vería su orgullo lastimado, no le daría ese placer.

-Kira, lo que hice fue muy bajo pero...-Dohko intentaba tomarle de las manos pero ella agresivamente las levantó.

-Mejor me voy yo, no quiero estar en este lugar.- Kira salió de la habitación encontrándose con Shiryu quien se había despertado con los gritos pero no había querido intervenir, ambos se miraron y fue ahí donde Shiryu atestiguo lágrimas en los ojos de la chica. Kira lo hizo a un lado y Salió corriendo de ahí.

-¡Kira!.- Dohko salió del dormitorio también con las intenciones de ir tras ella pero Shiryu lo detuvo poniéndose frente a él.

-Maestro...¿Qué pasó?

-¡Quítate Shiryu! Tengo que ir por ella.

-Será mejor que la deje tranquila, algo debió haberle hecho ¿verdad?

-¿Qué te hace pensar eso?

-Había gritos y ella estaba llorando.

-¿Llorando?...-Preguntó más calmado pero no mejor.- La he lastimado, ella no llora...al menos que yo sepa.

Shiryu respiró hondo, podía hacer suposiciones pero era mejor escucharlas de Dohko.

-Primero si lo desea, puede explicarme mientras será mejor que la deje sola o terminarán peleando más.

Shiryu tenía razón, si iba tras ella a tratar de solucionar las cosas esta vez las empeoraría más de lo que ya logró.

-Tengo que contarte Shiryu...

Pocos minutos después...

Dione estaba subiendo los templos, ahora mismo se encontraba pasando el de Escorpio, tenía que ir a entrenar de nuevo y en la tarde iría a recoger a las niñas quienes se portaban tristes desde que habló con ellas en la noche, no quisieron decirle nada pero su instinto le decía que algo había pasado y tenía tres posibilidades para saberlo: O se lo decían sus hijas, Saida o Kanon pero tenía que saberlo ya. Estaba pensando en eso cuando escuchó a alguien corriendo detrás de ella, Dione se giró y se encontró con Kira quien estaba muy agitada.

-Kira...¿Qué te sucede?.- La castaña se detuvo frente a Dione poniendo sus manos en sus rodillas para calmarse, sentía dolor y cansancio por subir tantos escalones sin detenerse. Dione puso una mano sobre su hombro, era muy raro verla así, siempre demostraba firmeza.- ¿Estás bien?

-Aparte de sentirme traicionada no lo creo...-Contestó antes de limpiarse sus ojos.

-¿Estás llorando?.- Kira levantó la vista mirando a Dione con quebranto hasta que no pudo más y la abrazó para luego seguir llorando en su hombro. Dione parpadeó varias veces y luego palmeó la espalda de la castaña.- ¿Puedo saber qué te pasó?

Kira se alejó limpiándose más los ojos, odiaba sentir como su voz se entrecortaba, le hacía sentir como una niña.

-Dohko...con eso te digo todo.

-¿Él te traicionó?

-Sí...y lo peor es que fue hace años y me acabo de enterar.

-Pero si él...-Dione suspiró, ni cómo defenderlo a capa y espada. Milo, Dohko y Kanon eran los más coquetos del Santuario y que andaban de mujer en mujer sin embargo ya todos habían cambiado o eso creía, Dohko era padre y había cambiado notablemente. ¿En qué momento ocurrió esa traición de la que hablaba Kira? Sólo él sabrá.- ¿Al menos te lo explicó?

-Más o menos, no lo dejé pero...¿Qué excusa iba a darme? No me haría sentirme mejor.- Se cruzó de brazos.- Sólo sé que mientras yo estaba en China y él aquí ocurrió eso, yo quería venir con él pero no quiso, ahora sospecho porque...

-Calma...es...un asunto delicado y doloroso pero...

-No quiero hablar del tema, no ahora, necesito relajarme...¿A dónde ibas tú?

-Eh...a entrenar...¿Deseas venir? Puedes distraerte un poco.

-Por supuesto, luego pasaré por Hikaru, en este momento no quiero toparme con él.

Así, las dos se fueron directo a entrenar, en el camino Dione empezó a platicarle de otras cosas para que despejara lo recién sucedido y aunque parecía lograr algo, había momentos en que Kira mostraba esa tristeza latente.

Centro de Atenas.

Saida había salido un rato a despejarse, seguía molesta con Kanon aunque en esos momentos de extrañeza le hacían recapacitar, tal vez estaba poniéndole mucha importancia a algo que no valía la pena pero esa espinita de duda se iba y regresaba. La pelirroja estaba sentada en una banca con postura aburrida, los hombros recargados en las rodillas y su barbilla en una palma de su mano. El calor no ayudaba demasiado ni porque llevara vestido a las rodillas y de tirantes, el viento apenas y hacía uso de presencia pero sofocaba. Ella soltó un bufido y sacó de su bolsa una botella de agua la cual abrió y bebió, ya no se sentía fresca. Saida se levantó para ir a comprar algo que la refrescara, se acomodó el bolso y se dispuso a caminar por varios minutos cerca de la acera.

-Hasta que te vuelvo a ver.- Saida se detuvo al escuchar esa voz y miró a su derecha. Ébano estaba dentro de un coche y se apartaba las gafas oscuras de la cara, su rostro parecía esbozar una sonrisa de burla.

-Ébano...no esperaba verte.

-Más bien no lo tenías planeado, tal parece que se te ha olvidado que aún tienes familia.- Mencionó la chica ordenándole algo al chofer quien se detuvo. Ébano salió del coche y se acercó a Saida.

-Lamento haberme ido sin mencionarlo pero era necesario.

-Al menos para ti...y deja por un momento de fingir arrepentimiento, lo hiciste más que apropósito...por suerte nadie notó tu falta de presencia en aquella cena, tu nombre no se escuchó en toda la noche.

Las palabras de Ébano seguían afectándole a Saida, por más que quisiera ser fuerte, Ébano le ganaba en carácter y eso podría tomarse como virtud.

-Ya me imagino, de cualquier forma me siento mejor ahora.- Ébano torvo una sonrisa ficticia como si no le creyera demasiado.

-Por supuesto, con gente extraña y ajena justo como tú, al menos has encontrado donde encajar sin embargo dudo que esa alegría te dure demasiado.

-¿Qué quieres Ébano?.- Preguntó Saida hostigándose por la negatividad que esparcía su hermana.

-De ti no quería nada, iba pasando por aquí y te vi a lo lejos así que me detuve a charlar un poco.- Pasó una mano por sus cabellos negros.- ¿Cuándo piensas regresar?

-No lo he pensado, ya te dije que me siento bien con esas personas "raras y ajenas" que mencionas.

-Y debo imaginar que hablas también por ese sujeto del que no parabas de hablar hace tiempo.

-No estás equivocada, me siento bien con él.- Confirmó Saida.- Él también me estaba buscando.

-Ajá.- Dijo con indiferencia.- Mientras no se aburra de ti o te vea algo malo.

-Ébano, no quiero escuchar tus malos deseos.- Saida dio media vuelta queriendo ignorarla, algo que su hermana no quería pues le tomó del brazo y la giró de nuevo hacia ella.

-No son malos deseos hermanita, son verdades que tarde o temprano ocurrirán, sólo es cuestión de tiempo y por tu bien será mejor que no te ilusiones tanto.- Saida se soltó del agarre.

-Son calumnias tuyas, lo que vivo es lo que me hace feliz y ni tú ni nadie lo sabe, no saben lo que sucede entre nosotros y él me ha demostrado lo que siente.

-Ojalá tus palabras se vuelvan oro o tu corazón de piedra, así no sufrirás...si te lo digo es porque soy tu hermana y te conozco mejor que nadie sobre todo que no eres una persona normal.

Saida abrió más sus ojos, era inevitable no sentirse desorientada.

-¿De qué hablas?

Ébano sonrió a medias, había pescado el primer anzuelo.

-¿Crees que no sé qué tienes algún tipo de poder oculto? La otra vez observé cómo curabas una de tus heridas...dime Saida. ¿Eso es normal?

Saida estaba asombrada, no tenía idea de que Ébano la hubiera observado y sobretodo que no le hubiera mencionado nada.

-¿Y por qué no hablaste de eso antes?

-¿Para qué? Son tus habilidades extrañas, yo sólo prefería mantenerme al margen antes de que me hicieras daño.

-¿Daño? ¿Por qué piensas que te haría daño?

-Porque ahora entiendo los episodios bipolares que tenías de niña, mi mamá los mencionaba en una carta que dejó.

-¿Qué? ¿Por qué no me mencionaste nada? Ébano. ¿Qué decía esa carta? ¿De qué estás hablando?.- Ébano no podía sentirse más victoriosa ese día, la risa tenía que contenérsela hasta que se alejara de Saida.

-En esa carta me pidió que no te dijera nada y ella explicaba que tenías tendencias de maldad, que a veces eras feliz viendo sufrir a los demás y eso le inquietaba.- Ébano mentía en cada frase pero era lo que había dictado el plan.- A ella le preocupaba que cuando crecieras empeoraras tu posible enfermedad, la verdad es que no lo creía hasta que comprendí eso...decía que tú querías deshacerte de mí y que varias veces te detuvo, por eso hubo una temporada en la que te mandaron a Creta.

Saida no comprendía mucho pero era cierto que de niña la mandaron a Creta sin razón. ¿Acaso sería la que menciona Ébano?

-Yo no...yo no podría hacerte daño.

-Eso nadie lo sabe, a lo mejor actúas con maldad y no te das cuenta, sin embargo ya no me importa mucho eso, soy tu hermana y la única que te querré a pesar de todo.- Mostraba un vago sentimiento.

-Eso que dices debe ser mentira, yo no soy mala persona y lo que me sucede tampoco es grave.

-¿Estás segura? ¿Has puesto a prueba ese poder?

Saida negó con la cabeza, cada vez empezaba a creer en esa probabilidad.

-Simplemente lo sé, no soy mala...no le haría daño a nadie, ni siquiera a ti.

-Hagamos como que te creo.- Ébano miró su reloj y alzó las cejas.- Tengo que irme, se me hace tarde.- Avanzó de nuevo hacia el coche y se subió en él pero antes de partir miró a Saida y su actitud abatida.- Mejor regrésate a la mansión, estarás más segura ahí.

Saida negó de nuevo, no quería irse con ella, no quería creer en nada de eso.

-Me quedaré aquí.

-Como quieras pero después no digas que no te lo advertí.- Ébano se puso las gafas oscuras y el coche avanzó alejándose de la pelirroja.

Saida sentía una inquietud, esa conversación corta no le había favorecido en nada, ya no pensaba sólo en Kanon si no en ella. Era cierto que algo le ocurría y no sabía qué ni porqué y sobre todo desde cuándo, Ébano le mencionaba que desde niña pero no lo recuerda, algo debía estar mal. Ella siguió su camino pero sin dejar de pensar. Como estaca le llegaron sus sueños y eso le alarmó más, esos sueños raros y violentos que solía tener donde estaba ella con las manos ensangrentadas y con una sonrisa pura de maldad...un frío recorrió todo su cuerpo, pensar en la idea de que ese sueño podría ser un aviso le perturbaba.

Al día siguiente...

Eufrosine y Clara avanzaban hacia el hospital, hoy era el día en que Mary Anne volvería a socializar fuera de ahí y estaban emocionadas pero también cohibidas, como no habían visto a Mary Anne el día anterior que se había enterado del accidente no tenían idea de cómo se comportaría la francesa. Para no pensar en cosas negativas comenzaron a platicar de otras y entre esas conversaciones estaba la de Shion con Clara, Sine sabía que algo había pasado entre ellos el día en que iban a reunirse en su casa, su semblante y nervios delataban todo.

-¿Entonces no me vas a contar?.- Insistía Sine muy animada lo contrario a Clara quien se incomodaba con la serie de preguntas.

-No ahora, iremos a ver a Mary Anne.

-Son excusas, estábamos hablando bien y cuando mencioné esto cambiaste de inmediato, algo pasó entre ustedes dos.- Sine sonreía más y más, nadie le haría pensar lo contrario.

Clara estaba sonrojada, de sólo platicarlo con Shion le resultaba incómodo, más con Eufrosine ya que era su casa.

-No insistas, no pasó nada...

-Júralo.

-¿Qué?

-Que jures que no pasó nada en mi casa...bueno no tienes por qué hacer eso pero si es porque piensas que me puedo molestar...

-No no...de verdad que no es eso...sólo...es difícil para mí contarte esta historia.

-No debería ser así, después de todo ya están juntos ¿no?...Ya tienen varios años juntos aparte de ser mi amiga pero si ya no quieres tocar ese tema lo respeto ahora.

-Gracias.- Siguieron caminando y Clara miraba de reojo a su amiga, al parecer era imposible alejar la curiosidad en Sine, su cara expresaba todo así que antes de que volviera a tocar el tema, ella puso uno nuevo.- ¿Y Camus? Creí que vendría también.

-Y así va a ser, sólo que tuvo algunos asuntos junto con Hyoga pero ambos nos alcanzarán dentro de poco.

-Debe estar emocionado ¿verdad?

-Sí...trata de ocultarlo pero sí, creo que al fin Mary Anne se ha ganado su corazón aunque no de muy buena manera, sólo espero que ella ahora no cambie con todo esto.

Hospital.

Mary Anne estaba sentada sobre la cama, se había quitado la ropa del hospital y se había colocado una casual que le había llevado Dione la vez anterior, o ella ya sabía que saldría pronto o tenía un sentido de intuición muy bueno. La chica se sentía desolada, todo el día anterior se la pasó hundiéndose en penas y dolor, no podía creer posible que hayan pasado cinco años...años que ahora estaban perdidos para ella. Por eso se sentía diferente, su cuerpo estaba diferente, este había madurado y aunque más le costara creerlo, sentía que su madurez emocional también había cambiado y no sabía si tomarlo de buena o mala manera, simplemente era difícil de sobrellevar ahora. Hoy era el día en que saldría a pisar la calle, donde volvería a recorrer la ciudad como antes, interactuar con más personas...pero nada cambiaría su tristeza, todo lo vería tan distinto ahora.

-¿Estás lista?.- Haziel entró a la habitación donde se encontró con Mary Anne y su actitud apenada.- ¿Te sientes mejor?.- Mary Anne alzó los hombros sin levantar la vista. Haziel se acercó dejándole un poco de espacio.- Acabo de hablar con tus amigas, ellas no tardarán en llegar, si lo deseas puedo llevarte hasta la salida.

-Gracias...pero no es necesario.- Contestó apagada.

-¿Segura?

-No...-Mary Anne por fin le miró, él llevaba la misma sonrisa que le conocía, empezaba a recordar las veces en las que ella sonreía de la misma manera optimista.- ¿Quiénes vendrán?

-Eufrosine y Clara...me dijeron que en unos momentos más también llegarán Camus y un chico que lo acompaña.

Si bien Mary Anne supuso que se trataba de Milo no le tomó mucha importancia y se levantó de la cama, Haziel se acercó a ella ayudándole y tomándola del brazo.

-Estoy bien.

-Lo sé pero no te levantes tan rápido, recuerda que el día de ayer tropezaste por hacer lo mismo, aún tus piernas no se acostumbran a caminar de nuevo.

-No pretendo ser una inútil por mucho tiempo.

-No lo eres, espera aquí...-Haziel dejó a Mary Anne recargada contra la cama mientras salía y en cuestión de segundos volvía a entrar con una silla de ruedas.- Te sentarás aquí, será más seguro.

Mary Anne no chistó y obedeció, con ayuda de nuevo de él logró sentarse en la silla, sus piernas eran muy lentas para reaccionar.

-¿Cuándo podré caminar mejor?

-Entre más practiques será más rápido, sólo no desesperes.- Haziel se puso detrás de la silla y comenzó a empujarla.

-¿Por qué no llevas tu bata?

-Ha terminado mi turno, en unas cuantas horas regreso de nuevo, así que estoy libre para reunirte con tus amigas.

Mary Anne respiró con profundidad, una lejana alegría estaba creciendo, rememoraba la diversión junto con ellas, ojalá eso fuera igual que antes y así podría superarlo mejor. Por otro lado, Camus iría también a recogerla, su corazón estaba acelerándose, al parecer, ese sentimiento no había cambiado mucho.

Cuando llegaron a la salida, Eufrosine y Clara apenas habían llegado y al ver a Mary Anne corrieron hacia ella más que felices y hasta la abrazaron.

-Tranquilas, la tirarán de la silla.- Decía Haziel comprendiendo la alegría que les causaba.

-Perdón pero es que...esperábamos este momento.- Decía Sine abrazando más a Mary Anne.

-La extrañábamos y ahora que ella regresa con nosotros es una alegría inmensa.- Añadía Clara abrazándola también.

Mary Anne tenía ganas de llorar, su garganta se lo indicaba, había necesitado mucho de ese tió de abrazos, le ayudaron.

-Gracias...yo también las he extrañado.- Dijo tratando de no llorar. Las dos chicas se despegaron y le sonrieron a Mary Anne.

-Pronto estarás más cómoda que en ese horrible cuarto...sin ofender.- Le decía Sine a Haziel quien negó sin sentirse ofendido.

-No era tan horrible, sólo que por las noches se sentía muy solitario...-Decía Mary Anne.

-Bueno, ya no sentirás eso nunca más, estarás en casa.- Le decía Clara.

-Gracias de nuevo...-Instintivamente, Mary Anne miró a ambos lados de la gran acera que estaba a unos cuantos metros.

-Calma, Camus no tardará en llegar.- Le dijo Sine como leyendo sus pensamientos. Mary Anne parpadeó varias veces y movió sus manos.

-No pensaba en Camus.- Trató de excusarse.

-Si claro, aun así te informo que esperaremos a Camus y a Hyoga, después nos iremos.- Siguió diciendo la rubia. Mary Anne no dijo más y trató de contenerse, su corazón se agitaba más imaginándose el momento en que Camus iría con ella, ojalá no tardara tanto.

Mientras tanto...

Centro de Atenas.

Camus e Hyoga habían terminado los deberes que les impuso Saori y ahora se dirigían al hospital. Hyoga miraba discretamente a Camus, se veía ansioso por llegar pero aún no había cambiado su actitud del día anterior, uno tenía que medir sus palabras o lo harían explotar de nuevo.

Camus estaba concentrado en llegar a su destino, en ese momento era como si ninguna distracción estuviera presente, sólo las ansías de ver a Mary Anne fuera de ese lugar y que volviera a sonreír de nuevo, extrañaba su sonrisa.

-Ojalá no se desespere maestro.- Mencionó Hyoga.

-Ella ya debe estar con Eufrosine y con Clara, ellas se encargarán de distraerla un poco en lo que llegamos.- Explicaba Camus e Hyoga alzó las cejas.

-Me refería a usted maestro.- Camus le miró de reojo y con seriedad.- Ha estado tan voluble que tengo temor por aprender alguna técnica mortal que se le ocurra en un arranque de coraje.- Decía el rubio con una sutil sonrisa.

-¿Tan mal me he puesto?.- Hyoga no sabía si contestar o no.

-No quisiera averiguarlo, olvidé traer la armadura.- Dijo tratando de reír, casi lograba un efecto en Camus. Hyoga miraba a sus alrededores buscando algo de su interés, hace tiempo que no estaba en Rodorio y le provocaba nostalgia. En eso recordó el incidente que tuvieron con dos chicas en Japón, esa curiosidad de quienes eran le inquietaba, sobre todo en una de ellas.- Por cierto maestro, ahora que recuerdo, tenía que mencionarle algo ayer.

-¿Qué?

-Sucede que en Japón cuando estábamos por regresarnos tuvimos un altercado.

-Lo sé Hyoga, estoy malhumorado pero tengo buena memoria, eso lo mencionaron ayer con Athena en la cena.

-S-Sí...eso lo sé pero no mencionamos algo...- Camus por fin le prestó más atención, giró su vista hacia su pupilo y sus ojos oscuros reclamaban más información.

-¿De qué se trata? ¿Y por qué no lo mencionaron ayer?

-Yo se los pedí, es que primero debía hablar con usted sobre eso.- Camus enarcó una ceja.

-¿Y por qué? ¿Acaso tengo algo que ver con lo que les ocurrió?.- Preguntó con incredulidad pero veía como Hyoga asentía dudoso.

-Eso es lo que quisiera saber, es que verá...nos encontramos con esas chicas con máscaras, suponemos que eran amazonas pero no sé...Ikki estuvo peleando primero y una de ellas casi ejecuta una técnica, una muy conocida...

-Una técnica...¿Qué tan parecida fue y de quién?

-Pues...de nosotros.- Camus se detuvo en seco y le clavaba la mirada a Hyoga que hasta incomodaba.- No me mire así, le digo la verdad...esa chica parecía conocer la "Ejecución de Aurora" al menos que nos hayamos confundido pero otra curiosidad fue que ella manejaba el hielo también...lo que quería saber es sí hubo alguna alumna como yo en aquel entonces...

Camus trataba de recordar y estaba por contestar negativamente hasta que recordó algo.

-¿Cómo era esa chica?

-Maestro...le dije que llevaba máscara, no lo sé.

-Sí pero...en fin...

-¿Sucede algo? No me diga que si es cierto...

-Mira, no sé si esa chica sea la misma o no pero desde hace mucho tiempo, después de que tú estuvieras entrenando en Siberia con Crystal, me informaron que había una niña dispuesta a ganar una armadura, quería convertirse en amazona.- Forzaba más su recuerdos.- Si no me equivoco, esa niña tenía ojos y cabellos marrones...también es huérfana y ese mismo día que la conocí la entrené hasta que tuviera un maestro estable, eso fue durante casi dos meses y no volví a saber de ella.

Hyoga silbó sorpresivo.

-Eso podría significar que hay posibilidad de que se trate de la misma chica.

-Eso no lo aseguro, tal vez sea una coincidencia...

Ambos dejaron de platicar porque sentían una amenaza cerca. Camus e Hyoga miraban a sus alrededores, se trataban de unos cosmos extraños y agresivos.

-Maestro...

-Lo sé Hyoga, sólo...sigamos caminando y haz como si no te hubieras percatado de nada.- Hyoga asintió y ambos siguieron su camino pero las presencias estaban cada vez más cerca.

-Nos están siguiendo...

-Sólo hay que seguir.- Camus iba en la dirección del hospital pero cambió de idea, no sabían a quienes se estaban por enfrentar pero no metería en problemas a Mary Anne ni a nadie más así que se desvió de camino con tranquilidad. Hyoga tenía razón, esas dos presencias les estaban siguiendo.

-¿A dónde vamos?

-A donde haya más personas.

-¿Y si pasamos por el parque?, es un lugar amplio.

-No, posiblemente estén esperando atacar en un lugar poco concurrido.- Camus observó hacia enfrente y vio un restaurante grande donde había muchas personas comiendo tranquilamente.- Aquí.- Ambos entraron seguros y se sentaron en la mesa más lejana pero que daba vista hacia el exterior, las presencias se habían detenido metros atrás.

Dos chicas vestidas como personas ordinarias estaban al tanto de los movimientos de ambos caballeros, se miraron entre sí y maldijeron por lo bajo, discretamente comenzaron a alejarse.

Hyoga suspiró tratando de visualizar a alguien sospechoso.

-Las presencias desaparecen.- Mencionó el rubio.

-Si hubiéramos ido al parque posiblemente habrían atacado.

-Sí...¿Ya nos vamos?

-Será mejor que no, hay que permanecer un tiempo aquí, no me gustaría que nos siguieran de nuevo.

-Pero...¿Y Mary Anne?.- Camus hizo una mueca, tenía que faltar a su visita con tal de mantenerlas a salvo.

-Ya les explicaré más tarde...

Una hora después...

Hospital.

Mary Anne estaba afuera junto con Eufrosine y Clara, incluso Haziel permanecía ahí de nuevo, las ganas de ver a Camus iban desapareciendo y la decepción ocupaba su lugar.

-No va a venir.- Dijo la chica. Sine miró su reloj, le costaba aceptarlo pero ya habían tardado de más.

-Sólo hay que ser más pacientes, a lo mejor ya van a llegar porque se les cruzó algo en el camino.

-Quiero irme.- Dijo Mary Anne cortante.

-Pero...-Decía Clara.

-No quiero quedarme más tiempo aquí, quiero irme.- Mary Anne trataba de levantarse de la silla pero Haziel se lo impidió.

-Tú no te levantas, ya te lo dije antes.

-Sólo quiero irme.- Repetía la francesa.- Y no quiero ir al Santuario, quiero ir a otro lado.- Haziel miró a las otras chicas.

-Lo tenemos solucionado, iremos a mi casa, ahí nos quedaremos hasta que ella se sienta mejor.- Explicaba Sine.

-Las llevo.- Propuso Haziel.

-No está muy lejos de aquí...-Clara miraba a Mary Anne y como no podía estar de pie perfectamente.- Pero viendo las circunstancias creo que sería buena idea.

Así, todos ellos fueron hacia el estacionamiento donde estaba el coche de Haziel, ahí él ayudó a Mary Anne a subir y puso la silla de ruedas en el equipaje. Ya que todos estaban dentro, Haziel encendió el coche y se dirigió a la casa de Sine, ella le iba explicando cómo irse.

Mary Anne se sentía mal de nuevo, Camus la había dejado plantada sin mencionar que no había ido a verla hace dos días, posiblemente ahora que había visto que estaba mejor le había dejado de tener ese interés que había encontrado en ella cuando estaba coma.

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