Cuando se acabe la ilusión
Hola!!! Segundo capítulo en pocos dias!!! Bueno, eso es por varias razones: tenía inspiración, tiempo y a parte porque había demorado muchísimo en actualizar.
Como bien saben algunos, me gusta inspirarme con música y colocarla dentro de la historia, esta canción que agregué hizo que me imaginará a estas parejas en esa situación dolorosa, además que si ponen atención en los últimos versos de la letra, podrán imaginarse lo que se vendrá.
Espero les guste el capítulo y no olviden comentar todo lo que quieran :)
Incluso corazones rotos ToT!!!
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Canción: Volver a caer
Intérprete: Kalimba y Melissa Barrera
*Vale la pena escucharla :)
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Mary Anne apenas parpadeaba ante lo que veía. A pesar de que su corazón se sentía decepcionado no significaba que ella no se sintiera sorprendida o que no apreciara su presencia.
-Haziel...-Dejó escapar de sus labios. Haziel sonrió al verla pero al tomarle mejor detalle se percató que ella no se encontraba muy bien. Sus ojos guardaban mucho sentimiento y el contorno de ellos estaba húmedo.
-Hola Mary Anne. Estoy seguro de que te sorprende verme.
-Pues...sí...¿Cómo llegaste aquí?
-Recordé algunas pláticas que tuvimos en el hospital además de nuestra conversación en la madrugada.
Mary Anne no tenía palabras ante aquello, le resultaba realmente impresionante que Haziel acumulara muchos detalles de los cuales hasta ella se abría olvidado. No recordaba el hecho de haber tenido una conversación sobre su pasado con él pero no era tan importante, su estancia en el hospital cuando despertó ahora no tenía mucho que definir, simplemente no recordaba mucho.
-¿A qué hora llegaste?.- Haziel iba a responderle cuando dos personas atrás de Mary Anne llamaron su atención. La chica se giró a verlas y luego cayó en cuenta donde habían quedado sus modales.- Lo siento, debí presentarte antes.
-No hay problema, todo es debido a la sorpresa.
-De hecho sí.- Mary Anne se giró hacia las mujeres y aclaró un poco su garganta, aún la sentía resentida por el llanto. Mary Anne analizó antes el semblante de ellas, lucían serias y un tanto enfadadas, ahí comprendió que habían supuesto mal sobre Haziel.- Madre Josephine, Madre Teresa...él es Haziel, un amigo de Grecia.
Como bien pensó Mary Anne, las mujeres se desenfadaron rápidamente y aligeraron la ntensión que sentían; habían creído que se trataba de Camus.
-C'est un très beau garcon.- Dijo Teresa en francés haciendo referencia a su buen apariencia de Haziel. Mary Anne se avergonzó de aquel comentario.
-Un gusto conocerlas.- Dijo Haziel encantadoramente.
-Beau et très chevaleresque.- Dijo ahora Josephine sobre su atractivo y caballerosidad.
-¿Qué dijeron?.- Preguntó sin abandonar su sonrisa. Mary Anne no se atrevía a mirarlo directamente en esos momentos y agradecía a la vida que Haziel no entendiera el francés.
-Que es un gusto conocerte.- Dijo Mary Anne cambiando obviamente las palabras.
-Mary...¿Por qué no lo invitas a pasar?.- Preguntó Teresa.
-Sí claro...¿Quieres pasar?.- Le preguntó Mary Anne a Haziel.
-Si no interrumpo, por supuesto.- Mary Anne negó y le invitó a pasar donde al estar frente a las mujeres agachó la cabeza como un saludo formal y estrechó su mano.- Creí que sólo hablaban francés.
-Utilizamos varios idiomas pero sería un poco complicado con usted presente.- Mencionó Josephine.- Aún no terminamos la comida pero si gusta puede esperar un poco para comer.
-Muchas gracias.- Dijo Haziel.- Si puedo ayudarlas en algo...
-No se moleste, ya casi terminamos.
Invitaron a Haziel a pasar al comedor, él se impresionó de que se tratara de un comedor muy grande con acabados antiguos de madera y tan silencioso que transmitía mucha serenidad. Mary Anne iba a continuar ayudándoles a cocinar pero la madre Teresa negó con la cabeza y le indicó que debía quedarse con él a hacerle compañía. Mary Anne asintió sin muchas ganas, ya sabía que Haziel tarde o temprano la cuestionaría sobre sus razones para haberse ido de Grecia sin mencionárselo a nadie.
-¿A qué hora llegaste?.- Repitió la pregunta mientras se sentaba en uno de los lugares. Haziel la siguió y se sentó frente suyo.
-Hace unas dos horas, me instalé en el hotel, me arreglé y vine para acá.
-¿No estabas trabajando?
-Sí. Aún trabajaba cuando nos mandamos mensajes.- Mary Anne estaba muy confundida.
-¿Y cómo es que llegaste aquí? Quiero decir...¿Pediste permiso?
-Hablé con el director del hospital, al principio no accedió pero al final aceptó. Necesitaba mis días de vacaciones y por fin las tomaré.
-¿Irás a otro lado?
-No, todas mis vacaciones me quedaré aquí.
-Pero...¿Por qué?
-Porque tú estás aquí y qué mejor que alguien que conoce este país me ayude a conocerlo también.- Dijo Haziel sonriéndole de nuevo, Mary Anne no evitó sentirse nerviosa.
-¿Quieres un café o té?
-Café está bien.- Mary Anne asintió e iba hacia la cocina pero enseguida se topó con Teresa quien tenía una bandeja ya con dos tazas de café y azúcar. Ella le sonrió y se marchó. Mary Anne abrió los labios impresionada por tanta cortesía de ellas y sobre todo la rapidez.
Mary Anne llegó a la mesa y le acercó la taza de café a Haziel y ella tomó la suya, él igualmente se sorprendió que llegara tan rápido con el café pero no dijo nada al respecto. Mientras bebía el café observaba a Mary Anne detalladamente, el contorno de sus ojos se veía cansado y algo oscurecido, no había dormido bien últimamente y no había necesidad de negárselo porque simplemente no le creería. Mary Anne también bebía el café y al sentir la mirada amielada de Haziel sobre ella sintió ruborizarse.
-¿Qué ocurre?.- Se escondió detrás de la taza.
-¿No te parece que yo esté aquí?
-No es eso, no tiene nada que ver...
-¿Me ayudarás entonces a conocer el lugar?
-Lo haría con gusto pero...- Haziel esperó algunos silencios hasta que Mary Anne dijera algo pero ella se mantenía dejando las cosas inconclusas.
-¿Pero?.- Preguntó animándola a seguir hablando.
-Cuando vivía aquí, la mayor parte de mi vida...era muy raro que yo saliera del orfanato, incluso cuando dejé de vivir aquí sólo visité algunos lugares...sería decepcionante que yo te enseñara algo que también desconozco.
-Bueno...eso no es problema realmente. Mi viaje no es realmente por placer.- Mary Anne lo observó sin dejar su taza de café sobre la mesa, no se atrevía a decir algo.- De hecho...no es de mí ni de mi viaje de lo que debemos hablar, sino de ti.
-¿D-De mí?.- Preguntó desconcertada por lo directo que llegaba a ser.
-Si de ti, me dijiste por mensaje que estabas bien pero es claro de que me mentiste.
-Yo...no te mentí, te dije la verdad.- Puso la vista en su taza.
-Me estás mintiendo de nuevo.- Mary Anne alzó un poco la vista, vaya que Haziel era muy analista.- Tienes ojeras lo que significa que no has dormido bien, cuando me abriste la puerta pude notar que tus ojos lucían tristes y había rastros de lágrimas en el contorno. Te vas de Grecia sin decir nada, al principio creí que solo era a mí pero al ver que estás sola en este lugar me da la afirmación de que no he sido el único. Tu viaje fue repentino quiero suponer y el hecho de que no hayas respondido mis llamadas y te hayas tardado en hacerlo con mis mensajes da la supoción de que estás huyendo de algo.
Mary Anne casi se ahoga con el café, Haziel además de ser un buen doctor debió ser bueno descifrando a las personas y dar su análisis sobre lo que no se atrevían a decir o hacer y sobre lo que verdaderamente estaba ocurriendo.
-Eso fue...
-¿Acerté no es cierto?
-Un poco.- Dijo ella agachando la mirada. Haziel suspiró, habría deseado hacerse equivocado.
-¿De qué huyes?.- Ella no dijo nada, sólo movía sus dedos contra la taza.- ¿De Camus?.- Eso no fue mejor para Mary Anne, al escuchar su nombre se vio claramente como tensaba los hombros a pesar de que quería lucir indiferente.- ¿Por qué huyes de él?
-Porque me mintió.- Dijo por fin apretando la cerámica entre sus manos.- Jamás me contó sobre mi accidente...sobre las razones...por más que le doy vueltas al asunto, por más que creí que podría comprenderlo, simplemente no puedo...no fue justo que quisiera ocultarme las cosas.- Mary Anne dejó la taza de café sobre la mesa y apoyó sus codos en la madera, enterrando sus dedos entre su cabello magenta.
Si alguien te rompió
Y no quiere dejar de llover
Se pierde el corazón
Pero él regresará otra vez
Haziel la observó largamente sintiendo culpa, él tampoco había sido muy sincero con ella, si bien le había dicho de su accidente, él se enteró de la verdad gracias a Denirha y sobre los planes que ella tenía para aprovecharse de esa situación, y él no dijo nada.
-Mary Anne...Camus no es un sujeto que me agrade y mucho menos porque a causa de él es que estás así pero lo que hizo, ocultarte las cosas, fue para que no sufrieras.
-¿Y qué es lo que estoy sintiendo ahora?.- Le preguntó alzando el rostro y mostrando sus lágrimas recorrerle el rostro, Haziel al verla así se deshizo por dentro.- Si eso quería...¿Por qué me duele ahora? ¡No tiene sentido!
Está nublado en ti
Pero al final todo es tan gris
Mary Anne volvió a agachar la cabeza, no le gustaba que le vieran llorar, que vieran lo débil que era. Haziel quería abrazarla, reconfortarla pero no quería incomodarla.
-Desde mi punto de vista...si yo hubiera estado en su lugar, habría hecho lo mismo.- Le decía y se escuchó como Mary Anne dejó de sollozar.- Ante esas situaciones no puedes pensar en otra cosa que no sea ver bien a una persona especial. Lo que hizo él no fue justo para ti pero él quería protegerte de esa amargura.
-Pero aun así, él me mintió...estuvo conmigo fingiendo que me apreciaba mientras estaba con otra, con la misma mujer que estaba antes de...eso...- Dijo evitando seguir llorando.
-¿Hablas de Denirha?.- Ella asintió.
-Creo que Denirha debe ser la menor de tus preocupaciones y no debes tomarla como parte de tu dolor.- Le dijo evocando la curiosidad de Mary Anne.
-¿Qué quieres....decir?
-Que conozco a Denirha.- Mary Anne sintió frío al escucharlo.- Solíamos hablar pero ella lo hizo desde un punto de vista manipulador, se iba a aprovechar de tu situación para atraer a Camus, sin embargo su plan no funcionó hasta donde tengo entendido.
Si no pudiste huir
Siente el dolor
Y déjalo ir
-No te estoy entendiendo nada.- Se secaba las lágrimas de sus ojos.
-Camus no estaba interesado en ella.- Decía luchando contra sí mismo, era algo que no quería decir pero lo hacía por ella, para que estuviera mejor.- Tal vez antes pero durante este tiempo después de que despertaste no.
-¿Cómo es que estás tan seguro? ¿Te lo dijo ella?
-Me lo dijo ella y lo sé porque soy hombre.
Mary Anne sintió algo de consuelo con saber que Denirha le había mentido, sin embargo, la maldición que le había traído el amor que sentía por Camus la estaba lastimando mucho y no quería seguir sufriendo por él.
-Aun así Haziel, antes o después de que despertara, Camus ha formado en mí más tristeza que alegría y sé que él no me ama porque se lo pregunté y no fue capaz de contestarme. Lo nuestro nunca podrá ser.- Más lágrimas salieron de sus ojos.- Quiero olvidarlo, comenzar una nueva vida, quiero ser feliz por una vez en mi existencia con alguien que sea capaz de sentir lo mismo que yo.
Puedes volver a caer
Y ver tu mundo deshacer
Deja tus lágrimas correr
Y alguien vendrá a borrar tu soledad
Haziel la vio llorar de nuevo, sus palabras mezcladas con la sinceridad de su corazón y la tristeza fueron suficiente. Se levantó de su silla y se acercó a ella, se agachó y la abrazó sin necesidad de que ella pidiera el abrazo o se levantara. Mary Anne sintió calidez en sus brazos rodeándola, era algo que había pedido desde que se enteró de la verdad y Haziel tenía esa magia que la reconfortaba. No lo apartó y siguió llorando en sus brazos, sentía calma y alivio y no dejó de llorar hasta pasados unos minutos de silencio, sus sollozos fueron los únicos que se escucharon en ese lugar. Haziel al sentirla más tranquila, se separó lentamente y le levantó el rostro acomodando sus dedos bajo su barbilla. Sus ojos turquesa lucían más preciosos con ese brillo, más naturales.
Nunca se espera el amor
Antes de abrir el corazón
-¿Ya estás mejor?.- Mary Anne asintió y bajó el rostro, volvía a sentir nervios al verlo directamente.- A veces la mejor medicina ante la tristeza es llorar, desahogarte...y es por eso que estoy aquí, si fui tu médico antes puedo seguir siéndolo.
-Me siento mejor, ya no me tambaleo y no tengo la necesidad de usar silla de ruedas, la rehabilitación me ayudó mucho.
-Ya lo sé pero aunque sea el mínimo resfriado, quiero ser tu médico.
-¿Seguro?.- Preguntó incrédula.
-Sí, quiero sanarte a ti y cuando lo necesites, también quiero sanar a tu corazón.- Le dijo y le sonrió. Las palabras abrazaron el corazón de Mary Anne, eran tan suaves y hermosas que era imposible no sentirse agradecida.- A veces se necesita de un amigo que te aconseje y si no quieres hablar con los demás, yo estoy aquí. ¿De acuerdo?
Cuando se agote la ilusión
Alguien se encontrará en tu mirada
-Sí...muchas gracias Haziel.- Dijo aún perpleja con lo que le había dicho.
La madre Josephine entró junto a la madre Teresa y ambas lo vieron muy cerca de Mary Anne, sus sonrisas fueron muy notorias y Mary Anne se sintió avergonzada; las conocía y sabía lo que se estaban imaginando.
-La comida ya está lista.- Dijeron ambas.
***
Kanon y Afrodita iban en la motocicleta directo a la mansión de Ébano y Saida donde Siena estaba lista esperando a Afrodita en la entrada. Al ver que ambos llegaban en una motocicleta y que Kanon se quitaba el casco con urgencia y se acercaba a ella con desesperación, se asustó.
-¡¿Dónde está Saida?!.- Preguntó agitado Kanon.
-N-No lo sé Kanon, su hermana me dijo que estaba en el hospital pero no me dijo en cual.
-¿Y tú no sabes de alguno al que siempre vayan?.- Preguntó Kanon poniendo sus manos detrás de su cabeza.
-Conozco al médico familiar de ambas pero no tengo sus datos ahora...y también recientemente fueron a hacerse unos chequeos a un hospital.- Dijo Sienna reservándose más información.- Puede ser que estén ahí.- Dijo Sienna con mayor seguridad.
-Llévame a donde es.- Dijo Kanon subiéndose en la moto. Sienna negó con pavor.
-No me voy a subir a esa cosa.- Dijo alejándose un poco.
-Sienna, por favor, el hombre casi me mata por la enorme velocidad con la que me traía.- Dijo Afrodita con la adrenalina aún en su cuerpo.
-¿Casi te mata y quieres que me suba yo?.- Preguntó más asustada que antes.
-Si no quiere subirse ninguno de los dos, aunque díganme cómo llegar al hospital.- Dijo Kanon más impaciente que nunca. Imaginarse a Saida muy grave le daba muchos vuelcos en el corazón y la sensación era desagradable.
***
Saida seguía recostada en la camilla sin hacer el mínimo movimiento desde hace horas. Dentro de ella, dentro de su mente, ocurrían varias imágenes de color rojizo.
Ahí estaba ella, observando a una mujer encadenada y en lamentable estado frente a ella. Estaban en un lugar oscuro casi por completo, apenas se podía apreciar a la mujer. Estaba llena de sangre y temblaba de repente. Saida no podía hablar ni moverse. De pronto, varios sujetos entraron a la habitación acompañados de látigos, cuchillos y uno llevaba una cuerda larga y gruesa. Saida no sabía para que eran esos objetos pero no presentía nada bueno. La mujer ahí arrodillada sin oportunidad de levantarse, movió la cabeza y miró a los sujetos.
"Es hora de divertirte un poco perra".- Le dijo uno de ellos quien tenía la cuerda. La colocó alrededor de su cuello, impidiéndole respirar fácilmente.
Sus manos se tensaron y quiso zafarse de las cadenas pero no podía. Otro sujeto se colocó atrás de ella y blandió el látigo directamente en su espalda. La mujer no podía gritar debido a la cuerda en su cuello pero las heridas le quemaban profundamente. El hombre siguió haciéndole más heridas hasta que se le cansó la mano. Saida veía horrorizada la escena sin poder hacer algo por ella. El tercer sujeto tomó un cuchillo y se acercó a ella. Sin el mínimo cuidado, pasó el filo sobre la piel de sus piernas haciendo cortes grandes; la sangre no tardó en fluir. Después de que los hombres se divirtieron lastimándola, se fueron riéndose rotundamente de ella.
"¿Y se supone que es la diosa de la venganza? ¿Dónde están sus poderes ahora?".- Preguntó en mofa uno de los hombres antes de cerrar la puerta.
Saida increíblemente logró moverse y enseguida fue capaz de ir hacia ella y quitarle la cuerda del cuello. Escuchó como ella respiraba débilmente.
"¿Puedes oírme?" Preguntó Saida analizando bien a la mujer, deseaba ver su rostro y poderla ayudar.
La mujer se movió de repente y asustó a Saida.
"Despierta" Le dijo.
Saida abrió los ojos de golpe. Al hacerlo, la luz de las lámparas del hospital le lastimó la vista. Parpadeó varias veces para que se acostumbrara al entorno. Quiso moverse pero el cuerpo le dolía mucho. Sus oídos captaron el ruido de los aparatos dentro de la habitación. Mientras ella se preguntaba dónde estaba y cómo llegó ahí, su mente le recordó unos ojos amarillos en la oscuridad; su dueña le saludaba para en seguirla golpearla. Saida se quejó por el recuerdo.
-A despertado, que alegría.- Dijo una enfermera quien recién había ingresado a la habitación para luego salir urgentemente.
Tristán seguía esperando sentado cuando vio caminar rápidamente a la enfermera con el médico, le dijo unas cuantas palabras y él aceleró el paso. Volteó a verlo y le sonrió de lado. ¿Era una indicación sobre Saida? Eso lo puso de pie.
El médico al entrar vio a Saida despierta y girando débilmente y con dolor latente el rostro; analizaba aún el lugar donde se encontraba.
-Qué bueno que ha despertado señorita Mouskouri.- Le dijo el médico mientras le tomaba los signos vitales con cuidado y observa el monitor. Saida lo observó, era el médico que le había dado los resultados de su embarazo.
-¿Dónde...estoy?.- Preguntó en voz baja.
-En el hospital señorita, al parecer sufrió un asalto. ¿Recuerda algo?
Saida no sabía cómo explicarlo sin que le creyeran que estaba inventando todo, era una locura que una mujer la golpeara de esa manera...una mujer de ojos amarillos.
-Sólo que estaba en mi departamento.- Dijo tratando de pasar saliva con mucha dificultad.- Salí y...ya no recuerdo más.- Omitió las cosas.
-Bueno, tiene heridas graves por lo que le diagnostico que debe permanecer aquí hasta que mejore, me sorprende mucho que haya despertado hoy. Por suerte no hubo mayores daños, le informaré a su hermana para que venga a verla.- Le dijo el médico antes de salir de ahí pero Saida le hizo una pregunta que lo detuvo.
-Doctor...¿Le pasó algo a mi bebé?.- Preguntó Saida entrecortadamente. El médico tragó saliva recordando lo que Ébano le había dicho momentos atrás antes de abandonar el hospital. Era difícil decírselo sabiendo que todo se trataba de una mentira, pero tenía que hacerlo. Se giró a verla de nuevo con el semblante lleno de angustia.
-Señorita Mouskouri, lo que le voy a decir no es nada fácil y le suplico que guarde la mayor de las calmas.
Irónicamente, eso no la calmó. Sus músculos se tensaron volviendo a sentir ese amargo dolor del cuerpo.
-¿Qué me tiene que decir?.- Dijo demandando saber. El médico suspiró.
-Los golpes fueron muy fuertes y el feto era demasiado inmaduro y delicado...no resistió.
Saida quedó en shock, lo que le decía no podía ser cierto. Apenas se estaba adaptando a la idea de que sería madre cuando de repente le arrebataban esa ilusión...y luego Kanon. Le había llenado de muchas expectativas cuando él y ella volvieron a reconciliarse, iba a decirle que sería padre cuando ahora...
-No puede estarme diciendo la verdad...-Dijo casi sollozando.
-Lo siento mucho.
Saida empezó a ver borroso debido a las incontables lágrimas que saldrían de sus ojos sagazmente. Sintió un dolor en su pecho, una frustración y una enorme tristeza de no poder haber hecho nada que salvara a su bebé.
El médico agachó la cabeza y salió de allí, no quería seguirle diciendo más mentiras, lo acordaba ya lo había hecho, ahora era cuestión de informarle a Ébano que ya había despertado. Mientras tanto, Tristán se cruzó en su camino.
-¿Cómo está?.- Le preguntó Tristán.
-Ya despertó pero...
-¿Puedo verla?.- Preguntó interrumpiéndolo por la urgencia.
-No debería, sería mejor que ella estuviera sola por ahora.
-Antes de que llame a Ébano y vuelva a venir su hermana, quiero verla.- Dijo extrañando al médico. ¿Cómo era que sabía que Ébano iría en el momento en que se lo indicara? No era extraño pero le desconcertó que lo dijera con mucha seguridad.
-Sólo cinco minutos, y todo depende de que ella te deje.- Le dijo para luego ir a comunicarse con Ébano.
Tristán arribó rápidamente hacia donde estaba Saida...y la vio llorar sin detenerse. Saida sentía dolor de moverse pero mayor era el dolor de su corazón
-Saida...-Le dijo susurrando. La pelirroja suspiró y miró hacia la puerta donde vio a Tristán, una enorme sorpresa verlo ahí sin embargo no podía decir nada, el dolor lo tenía hasta la garganta.
Tristán se acercó a ella y se arrodillo en el suelo, sí que estaba en un estado muy lamentable y ahora que estaba despierta, podía ayudarla.
-Déjame sola...por favor.
-Saida, no tienes necesidad de seguir estando herida.
Sí la tenía, ella pensaba así porque era lo mínimo que podía sentir después de haber abortado.
-Quiero estar así, quiero sufrir.
-No Saida, no te castigues así...no te aferres a algo que no sabes. Te hiciste otros estudios sobre tu embarazo.- Insistía con eso a pesar de que se le hacía una tontería porque él bien sabía que no estaba y nunca estuvo embarazada pero era la única manera en que ella le creería sin exponer su identidad.
-¿Y eso de qué me sirve? Ya no voy a tener a mi bebé de regreso.- Habló lo más fuerte que pudo a pesar de que el diafragma se le contraía.
-Eso era lo que íbamos a averiguar pero ya no supe nada de ti hasta que te vi tirada todo lastimada.- Así que él la había llevado al hospital, podía considerarse afortunada por ello.- ¿A dónde fuiste?.- Saida no dijo nada pero no era necesario, Tristán era muy observador e intuía las cosas muy bien.- Fuiste a verlo...
-Sí.- Respondió sin más. Tristán sintió algo que le quemaba por dentro.
-¿Y bien? ¿Solucionaron las cosas?.- Saida tardó en asentir, no le encontraba sentido a las preguntas de Tristán pero tampoco era algo que le incitara a querer discutir.- Ya que resolvieron sus cosas, déjame preguntarte algo...¿Dónde está él ahora? Porque han pasado muchas horas y yo no lo he visto por aquí.
Antes de que Tristán mencionara ese detalle, a Saida no le había interesado pero a decir verdad, empezaba a preguntarse porque Kanon no estaba buscándola.
-Debe haberme marcado al móvil.
-Yo no pensaría eso.- Tristán sacó el móvil de Saida y se lo tendió. No había ni una sola llamada ni mensaje de él.- Yo tenía la idea de que cuando alguien se preocupa por ti, mínimo te da una señal...y el no hizo eso. Ya son las dos de la tarde.
Lo que le decía Tristán empezó a dolerle. ¿Es que acaso el día anterior no habían retomado su relación? ¿No habían hecho las paces? ¿O sólo fue una manera de burlarse de ella? Esas ideas sólo acrecentaron más su dolor.
-Déjame sola.- Repitió, no tenía ganas de escucharlo más.
-Primero voy a hacer algo para que te sientas mejor.
-Agradecería que te fueras.- Le dijo indiferente, era su manera de equilibrar su dolor.
Tristán se sintió frustrado, en vez de asimilar ese coraje y dolor que tiene y proyectarlo hacia Kanon lo hacía con él y lo peor es que no le había dado la oportunidad de curarla.
Mientras tanto...
Ébano iba regresando al hospital, no andaba muy lejos de ahí cuando el médico le dio la noticia de que Saida había despertado. Su alma se encontraba en un dilema y una terrible confusión pues sentía alivio y frustración a la vez. Tal vez verla sufriendo por la noticia del aborto le ayudaría a disipar ese alivio que sentía por ella. Antes de bajar del coche vio a Kanon quien se estaba estacionando en una motocicleta. Frunció el ceño de verlo ahí y pronto acaparó las cosas y entendió que estaba ahí por Saida, ya se debió haber enterado de lo que le pasó. Pudo haberlo detenido, haberle dicho que no era bienvenido y que no tenía permitido verla por no ser parte de la familia, incluso podía hacer que le restringieran el paso...pero tenía una idea que le surgió de repente, algo que sería un incentivo más a su deleite. Ébano bajó del coche y con sus tacones altos caminó rápidamente hacia él quien estaba ya por ingresar al hospital.
-¡Oye!.- Le llamó. Al principio la ignoró pensando que no era hacia él el llamado, después de todo tenía algo importante qué hacer.- ¡Kanon!.- Kanon detuvo su paso y se giró a ver quien le llamaba, al ver a Ébano, dejó salir su estado de "defensa".
-No me vas a impedir que vea a Saida.- Dijo abruptamente.
-No pensaba hacerlo.- Le dijo una vez que se puso a su lado y se acomodó la falda.- Quiero hablar contigo.
-No tengo tiempo, ganas y nada qué hablar contigo.- Le dijo fastidiado y ansioso.
-Tendrás que hacerlo si quieres ver a Saida.- Kanon la observó desafiante.
-¿No que no ibas a impedirme verla?
-Y te dije que no, pero si entras ahora de todos modos te harán esperar. La primera que puede ver a Saida soy yo, además, están checando su estado y eso lleva algo tiempo. Así que tienes tiempo de sobra para que hablemos.
Kanon maldijo por dentro y paso una mano por sus cabellos pues no tenía ganas de cruzar más palabras con Ébano.
-¿De qué quieres hablar conmigo que al parecer es importante?
-De Saida pero no aquí...vamos a la cafetería.
***
Nubia, Saga y Dione seguían con su recorrido y comenzaban a sentir el cansancio además del notorio cambio de temperatura la cual estaba bajando considerablemente. El cielo se había nublado y el viento comenzaba a soplar fuerte, por fortuna, llevaban una capa que los protegía del frío. Nubia sacó su capa y se la colocó por arriba de la cabeza mientras sacaba una cantinflera de metal que tenía en su bolsa la cual ya no contenía nada de agua. Maldijo. Nubia cambió de dirección un poco y los otros dos la siguieron hasta que llegaron a un riachuelo. Nubia tomó la cantinflera y tomó un poco de agua para después beberla, afortunadamente el agua era dulce y prosiguió a llenarla. Una vez que terminó de hacerlo, en vez de seguir su camino, se sentó en una piedra. Dione la miró a metros de distancia.
-Eso significa que tomaremos un descanso.- Dijo Saga.
-O eso o es otra cosa.- Dijo Dione no muy de acuerdo con lo que mencionaba Saga quien ponía la caja de la armadura en el suelo.
-Disfrutas de encontrarle otro sentido a las situaciones ¿verdad?
-No pero...-Miró de nuevo a Nubia, parecía no tener intenciones de levantarse.- Enseguida vuelvo, iré a hablar con ella.
Saga asintió no muy convencido pero dejó que Dione fuera con ella. Dione fue acercándose a Nubia quien seguía inmóvil. Una vez que se puso a lado de ella vio que Nubia observaba el cielo nublado. Dione ya no sabía qué decir y fingió que había ido a hacer algo o que se iba a sentar pero eso solo dejó más evidente su propósito verdadero. Nubia volcó sus ojos violetas y suspiró con desgano.
-¿Se te perdió algo?.- Preguntó. Dione rio nerviosa.
-No nada, sólo quería sentarme aquí, en esta roca.- Dijo sentándose casi a lado de Nubia.
-Hay varias hectáreas alrededor tuyo y cientos de rocas en las cuales puedes sentarte. ¿Por qué demonios tienes que sentarte cerca de mí?
-Porque...esta roca es cómoda.- Dijo sonriendo. Nubia negó con la cabeza, podía pasarse el tiempo discutiendo con ella por las tonterías que hacía pero no estaba de humor para aguantarla. Dione tragó saliva y suspiró mientras se acomodaba la capa.- Hace un poco de frío, debe ser porque pronto comenzará a nevar...aunque ya se tardó, nunca había tardado en nevar en diciembre.
Nubia frunció el ceño sin voltear a verla.
-¿Diciembre?
Nubia tuvo un golpe de recuerdos. Su primera navidad feliz fue cuando estaba embarazada de Darlenne y estaba junto a Aioros en el Santuario. En esos momentos no podía desear nada más que seguir siendo feliz...le había gustado esa noche de navidad aunque no lo admitiera y era de esos pocos momentos que guardaba para ella con cierta especialidad.
-Sí, es diciembre. ¿No lo sabías?.- Preguntó incrédula. ¿Cómo era posible que no estuviera al tanto de la fecha? Comprendería que uno puede confundirse uno o dos días de diferencia pero ya estaban a más de la mitad de diciembre y Nubia no lo sabía. Analizó a Nubia quien seguía absorta en sus pensamientos, sabía que estaba recordando algo.- ¿En qué piensas?.- Preguntó. Nubia regresó de su trance y escuchó a Dione. ¿Por qué no simplemente se quedaba callada? Era un fastidio y una loca mujer pero más loca estaba ella por estarla ayudando.
-Me acorde de cuando una navidad te vestiste como si quisieras conquistar a medio Atenas, usando tacones abiertos a pesar del frío...esa noche cuando en realidad buscabas la manera de seducir a Saga.- Dijo Nubia tratando de divertirse ante la incomodidad de Dione.
Dione recordó rápidamente a lo que se refería Nubia, aquella vez en que ella y Saga se reconciliaron después de varias situaciones embarazosas y problemas que no se solucionaron a tiempo. Se ruborizó al recodar cómo se vistió por consejo de las demás y como Saga la había mirado...y su encierro en esa habitación diminuta.
-¡Nubia! Eso no es cierto...
-Si no fuera cierto no te estarías sonrojando, admite tu pecado.- Dijo riendo con malicia.- A mi se me hubieran ocurrido otras formas de resolver los problemas amorosos pero tengo que admitir que fuiste muy inteligente, el enojo muy raras veces supera el deseo y esa noche ustedes terminaron reconciliándose...me pregunto si esa noche fue el origen de tus gemelas.
Nubia decía las cosas tan directas y con una chispa que sólo a ella le daba gracia que realmente incomodaron a Dione. Ella era muy curiosa y siempre estaba donde no le llamaban pero también era una de las personas que mayor facilidad tenía para sonrojarse. Dione se levantó sonrojada y molesta.
-¡Yo no venía a hablar de eso! ¡Quería hablar de Aioros!
-Pues mucho mejor que sacamos este tema, Aioros tenía más resistencia al deseo, le gustaba cuestionar antes de entregarse...mis encuentros fueron múltiples antes de quedar embarazada.- Dione se mordía los labios y se enfadaba más por burlarse de ella.- Espero que así se te quite andar de curiosa y metiéndote en mi vida.- Le dijo y Dione dio media vuelta y se fue a donde estaba Saga quien la veía llegar con mucho enfado y un rostro muy rojizo.
-¿Qué te pasó?.- Le preguntó desconcertado.
-¡No me mires!.- Le dijo caminando unos metros lejos de él mientras trataba de calmarse.
Nubia reía ante la situación, le encantaba reírse de Dione en momentos bochornosos, era como un hobbie que tenía y que había olvidado. Eso se merecía por andar invadiéndola de preguntas relacionadas a su vida personal. Nubia bebió un gran sorbo de agua y al tragarla se le ocurrió una idea que en verdad la tentó. Había olvidado lo que era obtener algo a cambio haciendo uso del deseo y la lujuria. Tal vez si empleara ese método con Aioros...podía hacer que desistiera en negarse a entregarle a su hija o podría distraerlo para que no conociera a Nalhia y poder llevarse a Darlenne con ella. Iba a jugar con fuego de nuevo, como cuando lo conoció y sabía de las consecuencias que tendría; ganarse el odio de Aioros. Sin embargo, de algo más estaba segura. Comenzaba a excitarse con la idea de volver a estar con Aioros, de volver a sentirlo dentro de ella.
***
Ébano y Kanon recientemente habían tomado lugar en la cafetería del hospital. Ambos se negaron a pedir algo ya que la conversación que iban a tener iba a ser breve, no había necesidad de tanta formalidad y cordialidad. Kanon sentía que estaba perdiendo el tiempo aunque también estaba atento a lo que Ébano le fuera a decir pues a pesar de no llevarse bien después de varios años, era la primera vez que hablaban de esa manera.
-¿Qué tienes que decirme sobre Saida?.- Preguntó impaciente Kanon. Ébano se cruzó de brazos y suspiró antes de poderle decir algo.
-¿Siempre eres así de desesperado?.- Preguntó sin esperar una respuesta de verdad y Kanon no iba a darle nada.- ¿Apenas te enteraste de lo que le sucedió a Saida?
-Sí, Sienna le dijo a un compañero y él me dijo a mí. Al final Sienna fue la que me dio la idea de venir a este hospital a buscarla.
-Ya veo, debiste estar muy preocupado.- Dijo calmada pero con una tonalidad en su voz que fue claro el sarcasmo. Kanon enarcó una ceja.
-Lo dices como si no me creyeras.
-No me culpes por no creerte cuando las cosas no han parecido lo contrario. ¿Han logrado solucionar sus asuntos?
-Creo que ese tema no es de tu incumbencia, además que tanto te importa a ti, me consta que todo lo que le pase a Saida es de desinterés para ti.
Ébano echó una carcajada, aunque era completamente cierto lo que le decía Kanon, iba a tratar de que abandonara esa posición a la defensiva y en verdad se dedicara a escuchar cada palabra que le iba a mencionar.
-Soy muy diferente de Saida, ella te podrá llorar, decir lo que siente, demostrar sus sentimientos...yo no. Ambas hemos tenido muchos conflictos pero eso no significa que no llegue a preocuparme por mi hermana. Creo saber que eres capaz de entenderme ya que tienes un hermano y la relación ha sido igual. ¿Cierto?
Kanon permaneció inmóvil y sin hacer ningún tipo de gesto, era inevitable no recordar a Saga en esa sutil conversación. Si, era verdad, ellos tenían muchas ideas en contra y después de lo sucedido en la guerra contra Poseidón, Kanon dejó de desearle el mal a Saga y viceversa, habían comprendido su lazo familiar por fin y ahora lo extrañaba.
-Pero tú pareces mostrarte como su madre. ¿Cuál es el problema de que Saida haya estado conmigo desde hace más de cinco años?
-¿Cuál es el problema?.- Preguntó enarcando una ceja y sonriendo irónica. Apoyó sus brazos en la mesa y lo observó fijamente.- El problema aparentemente eres tú...¿Por qué en vez de juzgarme no haces una autocrítica? ¿Quieres saber porque Sienna te dijo que podría estar en este hospital si no es exactamente el lugar en donde nos han atendido siempre? Porque Saida había estado muy mal últimamente y debido a la urgencia fue que la traje al hospital más cercano.
Kanon sintió una inquietud en su pecho, si sus intuiciones o con la simple lógica estaba en lo correcto, Ébano debía referirse al tiempo en que se separaron y en el que él no quería saber de Saida en absoluto. Eso se atrevía a pensar porque mientras estuvieron juntos, él no la había visto sentirse mal sin embargo el día de ayer que la vio se veía cansada y un poco más delgada.
-¿Por qué se sentía mal ella? ¿Qué tenía?
Ébano iba a decirle sobre el supuesto embarazo de Saida pero eso estropearía su diversión y no tendría el mismo resultado si no lograba antes otra cosa.
-No dormía bien, no comía bien y se la pasaba todo el tiempo llorando...¿Me vas a negar que no era por ti? Porque hasta donde sé, ella se quedaba en ese Santuario contigo y de repente regresa a la mansión hecha un mar de lágrimas y lamentos.
Efectivamente era lo que Kanon había supuesto, la había lastimado y él había pensado lo contrario al creer que se trataba de Nix. ¿Cómo era posible?
-Tuvimos una discusión, eso es todo.
-No lo creo y para que tú también no lo creas, te voy a ayudar.- Comenzó a decirle y Kanon puso más atención de la que antes le había puesto.- Siempre que Saida se separa de ti termina mal...se enferma o se la pasa triste y angustiada y esta no es la única vez que pasa. Te recuerdo que antes se iba a casar. ¿Y qué pasó? No se casó no sólo porque Greco la haya dejado plantada...ella es mi hermana y a mí no me engaña, ella tampoco quería casarse del todo y era por ti...tiempo después a eso, ella se fue conmigo por viajes de negocios varios años.- Ébano se detuvo un momento para tomar un poco de aire.- Cuando estaba conmigo sólo pensaba en ti, hablaba de ti y de este lugar, insistía en que quería regresar y siempre se la pasaba llorando por eso...me tenía harta.- Ella analizó que Kanon la estaba escuchando perfectamente y que dentro de él comenzaba a sentir remordimiento.- Y ahora, te es tan fácil dejarla a un lado y ella se deprime, termina mal...y hoy está en el hospital.
Kanon viajó al pasado en cada uno de los momentos que Ébano le había explicado. Cuando no se casó con Greco y ella terminó mal, él pensó que se debía a que lo quería, no que muy dentro de él había deseado que así fuera. Y aunque recientemente ella quería hablar con él mientras lloraba por teléfono, él tuvo el corazón duro y se negaba. Le había hecho daño infinidad de veces y recordar cada una de ellas fue un golpe para él.
-Ayer ella y yo hablamos y le iba a dejar en la mansión pero cambió de idea y me pidió que la dejara en aquel departamento.- Dijo Kanon y Ébano encontró una nueva herramienta que utilizaría a su favor.
-Y después de eso fue el ataque...si no te hubiera visto no estaría ella aquí.- Le dijo calmadamente, Kanon en vez de molestarse se comenzaba a sentir culpable por eso y se cuestionaba sobre su encuentro el día de ayer.
-Yo no quería que nada le pasara, yo lo que menos deseo es que ella sufra.
-Puede ser, el punto es que siempre que estás ahí...le haces daño.
Las palabras podrían ser duras y a Kanon le caían de peso, no podía enfadarse por la intromisión de Ébano en sus asuntos cuando ella decía solamente la verdad. Saida estaba acostumbrada a un estilo de vida hasta que él llegó a su vida y muchas veces se dedicó inconscientemente a hacerla a un lado. ¿Cuántas veces no se habría sentido así y ella nunca lo dijo?
-Sí, ahora lo sé.- Respondió apartando la mirada. Ébano sonrió por dentro.
-Creo que lo mejor para ustedes, para Saida o incluso para todos...es que tomen caminos separados.- Kanon ya no decía más pero Ébano sabía bien que le había dado en un punto débil.- Si en verdad quieres a Saida...si en verdad la amas...déjala ir.
Kanon volteó a ver a Ébano y sus ojos expresaban cierto temor mientras que su alma y corazón se aferraban a un dolor creciente al escuchar lo último que ella le dijo. Era un dolor que pesaba y ardía. Kanon empezaba a preguntarse con urgencia si él podría vivir sin ella.
***
Santuario
Templo de Athena
Tras el amargo suceso de la mañana, Saori intentó despejar un poco su mente y centrarla en todos los niños del Santuario quienes eran los únicos que desconocían los problemas del Santuario y solían divertirse. Debido a que consideró que no podía seguir esperando en darles sus regalos de navidad, fue por ellos con ayuda de algunos caballeros de bronce y sacaron unas enormes cajas del templo. Los niños al ver las cajas se acercaron emocionados y comenzaron a dar brinquitos al ver lo enormes que estaban. Saori llamó a algunos caballeros dorados y les indicó que regalos eran de cada quien y para evitar desastres infantiles en el templo, les sugirió que debían llevar sus regalos al templo de sus padres donde podrían jugar todo lo que quisieran.
Todos habían recibido sus regalos muy contentos y ansiosos de poder abrirlos. Las últimas que recibieron el suyo fueron las gemelas y Darlenne. Debido a que se trataba de regalos similares, Saori les sugirió que jugaran al mismo tiempo y debido a que Aioros había salido urgentemente, lo mejor sería que Darlenne fuera al templo de Géminis.
Templo de Géminis
Ahí, de mala gana de encontraba Shaka y Milo a quienes se les había asignado por parte de Kanon y finalmente de Saori el cuidado de las gemelas y ahora de Darlenne también y si no fuera poco, les tocó llevarse las enormes cajas de los regalos al templo.
-Espero que estas cajas tengan un contenido que valga la pena.- Dijo Milo malhumorado mientras ponía una caja en el suelo.
-También lo espero.- Dijo Shaka poniendo igualmente una caja.
Las niñas estaban muy impacientes y trataban de quitarle la envoltura a las cajas con sus manitas, tardaron algunos minutos para quitarle todo el papel. AL ver lo que había, gritaron emocionadas. Milo y Shaka al ver de qué se trataba fruncieron el ceño desganadamente.
-¿Es en serio?.- Preguntó Milo.
-Barbie...-Dijo Shaka.
Las gemelas habían quitado la envoltura de papel de una enorme mansión para muñecas con su coche deportivo al igual que Darlenne, lo único que cambiaba era el color y el diseño de las muñecas.
-¡Yo quiero usar esta!.- Dijo Venus tomando una muñeca rubia.- ¡Y este también!.- Dijo al tomar un muñeco.
-Y yo estos.- Dijo Brissia escogiendo sus muñecos y volteando a ver los que había escogido Darlenne.- Esa se parece a ti.
La muñeca que tenía Darlenne entre sus manitas era una de cabello negro y ojos azules.
-Si se parece a mí.- Dijo Darlenne sonriendo.
Las niñas fueron organizándose para jugar no sin antes quitarle los empaques a las muñecas. Shaka iba a sentarse en el sofá cuando vio que Milo tenía el ceño fruncido mientras seguía viendo a las muñecas.
-¿A ti que te pasa?
-La vida es injusta.- Dijo con molestia.
-¿Por qué lo dices?.- Shaka esperaba una respuesta seria.
-Barbie tiene mejor casa que yo.
Shaka no creía posible que Milo haya tenido un comentario así y prefirió ignorarlo, iba a continuar con su intención de sentarse en el sofá pero ahora la llegaba de Shiva le interrumpió.
-¿Vas a algún lado?.- Le preguntó curioso e interesado en su respuestas. Shiva asintió con una enorme sonrisa.
-Sí, quedé de verme con Ambrosía, ella quería hablar conmigo.
Shaka sintió que algo hervía dentro de él cuando le dijo eso y sonrió de una manera que resulta poco creíble, excepto para el inocente Shiva.
-¿Y no pudiste decirle que estabas ocupado?.- Shiva arrugó la frente.
-Pero ya no tengo nada más que hacer...además no pude negarme, ella me insistió...me dijo que quería desahogarse con alguien.
Desahogarse con alguien...¿Por qué no le llamó a él y sí a Shiva? ¿Qué estaba pensando esa mujer al hacer eso?
Shaka apretó los puños y quedó estático, Shiva sin tomarle más atención y con la urgencia de irse, salió del templo sin decir nada más. Milo veía que Shaka se empezaba a poner rojo de cólera. Luego volteó a ver a las niñas quienes ya tenían todo preparado y se habían dispuesto a jugar. Las niñas voltearon a ver a los dos caballeros quienes estaban parados sin hacer nada más.
-¿Quieren jugar?.- Le preguntó Venus a los dos enseñándoles las muñecas.
***
Saida estaba aun con el dolor de la noticia que le habían dado. Todo eso parecía ser una pesadilla demasiado injusta. Su bajo humor le hacía preguntarse si había hecho algo realmente malo para merecer todo lo que le estaba pasando. Ella no recordaba haber hecho algo similar pero la vida con cada duro golpe le estaba diciendo lo contrario. Escuchó que la puerta se abría pero no tenía la fuerza para seguir escuchando al médico o Tristán, simplemente estaba cansada de todo.
-Saida...- La pelirroja abrió los ojos y su corazón comenzó a latirle con fuerza al reconocer la voz que le llamaba. Giró el rostro para ver a quien estaba parado en la puerta.
Kanon al verla en ese estado sintió muchas ganas de llorar, era un dolor que creaba un conflicto grave consigo mismo pues era imposible no sentirse culpable por lo que le había pasado. Ébano no había exagerado en nada y tenía razón, de no haber sido porque se vieron el día anterior, nada de eso estaría pasando. Saida estaría bien en su casa y él no estaría sintiendo rabia consigo mismo y con quien sea que le haya hecho eso.
-¿Kanon?.- Pronunció su nombre a modo de pregunta, quizás estaba soñando o confundiéndolo...sólo quería asegurarse.
Kanon difícilmente se fue acercando, sus ojos se quemaban por la fuerza en que estaba conteniendo sus emociones. Se fue acercando a Saida y siguió observándola, entre más la veía más se daba cuenta de las consecuencias que había sufrido su cuerpo.
-Sí, soy yo.- Le dijo suavemente y Saida con mucho dolor estiró su mano. Esta igualmente tenía moretones de manera grotesca. Tomó su mano y se sentó en el borde de la camilla.
-¿Acabas de llegar? ¿Cómo te...enteraste?.- Preguntó con dificultad, Kanon veía su mano mientras la acariciaba delicadamente.
-Acabo de llegar, quien dio la noticia fue Sienna.- Terminó de decir. Saida lo sentía extraño y más porque no se atrevía a verle directamente.
-Debo verme terrible.- Comentó ella y Kanon no dijo nada, sólo se mordió ligeramente el labio inferior.- ¿Qué tienes?
-Nada...no tengo nada.- Mintió aún sin mirarla.
-¿Por qué no me quieres ver a los ojos? Sé que algo tienes, por favor...dime.
Kanon cerró los ojos, no quería que Saida acelerara ese tormentoso momento porque no sabía si estaría lo suficientemente preparado para decírselo sin que se derrumbara en el momento.
-Siento coraje por lo que te pasó, no sé cómo asimilarlo...ayer estabas bien y ahora...-Volvió a analizar los moretones de su brazo, su hermosa piel estaba marcada por aquel ataque. Al sentir que se iba a quebrar, dejó su mano cuidadosamente a su lado y se levantó dándole la espalda a Saida.
Saida lo conocía y sabía que había algo que él le iba a decir sin embargo no quería, era como si estuviera haciendo tiempo.
-Fue mi culpa por hacer salido...solo afuera del departamento, vi un regalo de Sienna en la calle y fui por él. Me atacaron de repente.
-¿Lo viste?.- Preguntó breve sin girarse.
-No muy bien, pero...-Saida quería decírselo, sobre el embarazo pero estaba en un dilema. Quizás terminaría enojándose con ella por no habérselo dicho antes, quizás lo lastimaría.- Me voy a recuperar Kanon y lo que me reconforta es saber que estarás ahí, conmigo...
Dejaste de intentar
Prometiste nunca regresar
Kanon tragó saliva con mucha dificultad y se aclaró la garganta, llegó a la conclusión que esperar demasiado sólo hacía las cosas más difíciles. Se giró con la vista en el suelo y se acercó de nuevo a ella.
-Saida, hay algo que tengo que decirte.-Le dijo y Saida puso mucha atención, ya sabía que le diría algo pero ahora que salía de boca de Kanon le dio un pesar en el pecho.- Lo que te hicieron no tiene perdón y créeme que voy a luchar por encontrar al que te hizo esto, le haré pagar por ello.- Dijo Kanon con determinación hasta que fue adquiriendo una postura más insegura.- Sólo por mi cuenta.
-¿Qué quieres decir?.- Preguntó no entendiendo el final.
-Que yo voy a averiguarlo solo mientras tú sigues adelante.
Lo que decía no tenía sentido en comparación con todo lo que le dijo el día anterior.
-¿Estás tratando de decirme que debemos separarnos?.- Kanon maldijo porque Saida le hacía las cosas más difíciles y más en el tono sentimental con que se lo había preguntado.
Qué ilógico esperar
Cuando todo sale mal
-Sí, eso es lo que trato de decirte.- Al escucharlo, Saida empezó a enojarse.
-Ayer dijiste que me extrañabas...¿Qué cambió?
-No cambió nada, sólo recuerdo haberte dicho que no sabía que iba a pasar a partir de hoy.- Fue un poco más duro y eso le dolió a Saida.- El único que te está dañando soy yo, todo lo que te lastima tiene que ver conmigo y yo no quiero seguir lastimándote.
Está nublado en ti
Pero al final todo es tan gris
Si no pudiste huir
Siente el dolor y déjalo ir
-¿No quieres seguir lastimándome? ¿Y qué es lo que estás haciendo ahora?.- Preguntó dolida. Kanon no se atrevía aún a mirarla y eso la frustró más.- Mírame.
-No.
-¿Es por mi apariencia? ¿Por cómo me dejaron?.- Kanon se impaciento ante la idea.
-La apariencia no tiene nada que ver sino la causa...Saida, yo ya no quiero estar contigo.- Dijo de repente y ella quedó en silencio.- Sigue con tu vida y yo seguiré con la mía, ya no quiero verte ni saber nada de ti que no sea sobre el sujeto que te lastimó...pero quiero acabar con todo lo que tenga que ver contigo a partir de hoy.
Kanon escuchó un ligero sollozo y supo el significado, algo que le partió el alma.
Puedes volver a caer
Y ver tu mundo deshacer
-Mírame.- Insistió Saida de nuevo con la voz entrecortada. Kanon difícilmente levantó la vista y la vio por fin, estaba destrozada y eso le hizo sentirse miserable.- Dime todo lo que acabas de decirme...mirándome.
-Ya lo dije, no lo voy a repetir.
-¡Hazlo!.- Gritó Saida doliéndole la piel pero eso no importaba, era más grande lo que Kanon le estaba haciendo. Kanon se aferró fuertemente a las mentiras que estaba diciéndole y se atrevió a observarla.
Deja tus lágrimas correr
Y alguien vendrá a borrar tu soledad
-Ya no quiero saber de ti nunca más, continúa con tu vida y yo seguiré con la mía, lejos de ti y a partir de hoy.
Qué difícil era la situación, Saida ya podía estar conforme; Kanon lo decía en serio a pesar de lo que pasó un día antes, y ella que pensaba que todo estaba bien con él. Comenzó a odiarlo por deshacerse tan fácil de ella, como si fuera cualquier cosa cuando a ella de sólo pensarlo resultaba horrible. Lo amaba y a él no le importaba, quizás si, era mejor comenzarlo a odiar. Esperó un poco para que la garganta fuera capaz de emitir palabra mientras que sus lágrimas seguían apareciendo.
-Si estás tan seguro...entonces vete.- Dijo ella amargamente. Kanon cerró los ojos, suspiró y salió de allí sin esperar más.
Nunca se espera el amor
Antes de abrir el corazón
Saida al escucharlo irse empezó a desgarrarse y fue imposible no llorar, ni los dolores del cuerpo serían más fuertes que lo que sentía ahora. Ébano estaba afuera y escuchaba cómo lloraba Saida con amargura, ese fue su mayor satisfacción porque era lo que quería y lo había logrado. Sonrió y fue tras Kanon para asegurarse de que no regresara arrepintiéndose. Una vez que ella se alejó, Tristán apareció en escena y escuchó a Saida llorar con desconsuelo, entró a la habitación y la vio muy mal y todo se debió a Kanon. Saida abrió los ojos y vio a Tristán ahí parado, comenzó a llorar más fuerte. Tristán no soportó verla así e hizo lo que Kanon no se atrevió a hacer; fue con Saida y la abrazó teniendo cuidado. A Saida no le importaba y se aferró a Tristán para seguir llorando haciendo toda la fuerza que podía. Tristán era capaz de adivinar lo que había pasado, Ébano estaba haciéndola sentir miserable utilizando a otras personas y situaciones que hacían feliz a Saida. Aunque él crea que lo mejor era que Saida se alejara de Kanon, lo cierto es que Ébano no seguiría divirtiéndose con su sufrimiento; él así lo juraba.
Saida seguía aferrada, deseaba desaparecer...todo lo que la hacía feliz ahora la hacía miserable. ¿Qué iba a hacer ahora?
Cuando se agote la ilusión
Alguien se encontrará en tu mirada
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