Chantajes...favores
Ébano estaba relajada sobre un sofá, su atuendo es diferente al que suele usar, ahora usaba un vestido largo negro con detalles dorados sin mangas. Alrededor estaban dos chicas arrodilladas, esperando alguna orden, llevaban sus vestidos negros de seda y el cabello recogido. Una tercera chica se acercó a ella con una bandeja plateada.
-Aquí tiene señorita.- Ébano tomó de la bandeja un ramillete de uvas y comenzó a comer una por una. Hizo un movimiento con su mano y la mujer se alejó de ahí.
-Me estoy impacientando.- Dijo Ébano cortando el silencio.
-¿Por qué señorita?.- Preguntó Talia levantándose, Ébano la miró austera y la mujer volvió a su lugar.- Disculpe, no era mi intención descansar...
-Da igual...dime Kesia. ¿Sabes algo de Zacros?.- Comía más uvas y luego delineó su ceja con el dedo.
-No, no lo he visto desde ayer.
Ébano bufaba insistentemente.
-Es inaudito, acaba con mi paciencia...¿Y de Érebo?
Kesia mordió apenas su labio inferior al recordar al dios y bajó la mirada.
-Tampoco lo he visto.- Contestó.
-¿Acaso no hay nadie en este lugar más que yo?.- Ébano estaba irritable.- ¿Por lo menos ustedes pueden decirme como van las cosas por aquí?.- Miró a las mujeres con dureza y señaló a una.- Talia...¿Cómo van los guerreros?
La chica de cabellos y ojos mentas levantó la mirada limitándose a contestar lo que se le preguntó.
-Entrenando...todo normal.
-¿Y los sirvientes?.- Preguntó mirando a la mujer que estaba a lado.
-Bien...acatando las órdenes del señor Érebo.
Ébano hizo una mueca.
-¿Llegaron nuevos esclavos?.- Desvió su mirada a la chica con bandeja en mano pero Kesia siguió hablando.
-Sólo una...está gravemente herida.
-Qué pena.- Dijo Ébano con tosca ironía.- ¿Y dónde está?
-En las mazmorras.- Contestó la chica de cabellos chedrón.- Mañana volverán a entrenar con ella.- Kesia lamentó esa respuesta, esa chica se veía tan mal cuando la vio que tuvo que recurrir para curarla. Ébano esbozó una sonrisa, le alegraba escuchar eso.
-Bien...tráela.- Ordenó Ébano y Kesia se puso nerviosa de inmediato, no esperaba esa orden.
-Pero ella debe estar sucia y dudo que pueda siquiera levantarse.
Ébano presionó los dientes forzando la mirada sobre la chica.
-Euterpe...¿Deseas que te mande a azotar?.- Preguntó con violencia, la chica hizo hacia atrás el cuerpo.
-No, lo siento.
-Pues la próxima vez que contestes algo que te niegues a recibir órdenes, yo me encargo de que te conviertas en el cebo de los demás...no tendrás lengua para protestar palabra.
Euterpe agachó la cabeza y asintió, sentía que había ofendido de sobremanera a Ébano.
-Mis disculpas señorita, en seguida la traigo.- Repartió una mirada rápida con Kesia, ella sabía lo que la mujer había hecho por aquella chica.
Ébano su mejilla sobre su dedo y pronto alzó la mirada con sopor.
-Ya era hora—Dijo Ébano y las chicas le miraron atentas, de inmediato, Érebo entró a la enorme habitación con postura decidida. Ébano terminó sentándose mientras se acercaba.- Has tardado...
Érebo se puso frente a ella con gélida expresión.
-Resolvía asuntos...y tú al parecer hacías lo contrario.
-Cuando estoy aquí, no trabajo en nada...por eso te encargas tú.- Repuso.
-Ocupas tu papel de diva...- Érebo miró de reojo a las otras dos mujeres, en especial a Kesia quien sintió su mirada pesada sobre su espalda.- ¿Y Zacros?
-Ese imbécil no hace uso de presencia, desde que tiene total libertad en ese cuerpo hace lo que quiere.- Decía Ébano con aspereza en las palabras.
Afuera.
Zacros estaba caminando por los pasillos, estaba por entrar a donde se encontraba Ébano, detestaba verla...seguir órdenes de ella eran una gran repulsión sin embargo no tenía otra salida, él era su guardia personal, los unía más que un simple nombre. Mientras caminaba estaba pensando en el atrevimiento que hizo al ir al Santuario. Había tenido un fuerte instinto por ir a ese lugar, un profundo deseo que no podía controlar ni siquiera entender...¿Por qué esa mujer le perturbaba demasiado?...Antes cuando sólo manipulaba a Saga en corto tiempo no sentía nada por Dione, le resultaba irritante escucharla llorar, hablarle y suplicarle que reaccionara, no le importó deshacerse de ella pero ahora era diferente...la había buscado sin razón, la había besado e incluso se limitó a no meterse con ella, a no hacerle daño...estaba confundido y tenía que resolver esa duda y esas sensaciones, no podía ser posible sentirse tan prendado por Dione.
Zacros se detuvo frente a la puerta principal de esa fortaleza cuando presenció que alguien más se acercaba. Miró a su izquierda y se topó con una fría mirada color violeta.
-Nubia...¿Qué haces aquí?.- Preguntó con brusquedad. Nubia no se inmutó por la reacción del hombre.
-Vengo a hablar con Nix, me mandó llamar.
-¿Y esa mujer que hace aquí?
-Se llama Leb y es una nueva sirviente.- Zacros analizaba a la mujer de apariencia sutil y de cortos cabellos color azabache y ojos verdes.
-Me da igual.- Dijo él perdiendo interés y entrando a la habitación.
Nubia se giró a ver a la chica.
-Más te vale no levantar sospechas, nadie debe saber que eres tú.
-Lo tengo entendido...menos mal que el señor Morfeo no me retiró mis poderes de mutación.- Decía Mabel tocándose el cabello.- ¿Acaso ese hombre no es Saga...?
Nubia suspiró.
-Es largo de explicar...quédate aquí.- Dijo Nubia entrando a la habitación también.
-Vaya...hasta que te dignas a presentarte.- Decía Ébano levantándose de su lugar al ver a Zacros entrar.
Él sonrió burlonamente y extendió los brazos hacia los lados.
-Aquí estoy, dispuesto a seguir tus órdenes delicadas y afectuosas.- Se burlaba con ironía y la gran sonrisa que desfilaba desapareció cuando Ébano le plantó una gran bofetada. Él le miró con rabia.
-Te recuerdo que debes tenerme respeto, aquí sólo eres un peón...lástima que no pueda matarte.- Dijo ella regresando a su lugar. Zacros le dedicaba los pensamientos más oscuros e insensibles.- ¿A dónde fuiste?
-Soy tu guardia...esas preguntas debo hacerlas yo.- Contestó con sequedad.
Érebo sólo veía y escuchaba la discusión, él no se metía en esa situación cuando se trataba de Zacros. Ébano podría seguir discutiendo con Zacros pero se percató de la presencia de Nubia unos cuantos metros atrás.
-Llegaste Nubia, eso es excelente.
Nubia se hincó ante ella.
-¿Tiene alguna orden para mí?.-Preguntó con la mirada baja.
-Sí...quiero que sigas entrenando a esas niñas, serán las primeras en atacar cuando se ordene.
-¿Ellas?.- Enarcó una ceja Nubia.
-¿Están ocupadas?.- Preguntó ultrajada.- ¿No están listas para tal misión?
-Sí lo están...haré lo que desee.- Contestó Nubia mientras se preguntaba ¿Por qué debían ser ellas quienes atacaran primero?
-No tardará el ataque, sé lo que te digo...así que tienes mucho tiempo para que ellas sean serviciales...ahora vete.- Hizo un ademán con la mano. Nubia agachó la cabeza y se levantó. Al girarse vio entrar a Euterpe con Romina, reconoció a esa chica pero poco le importó, era hora de irse.
Ébano al ver a ellas dos entrar frunció el ceño.
-¿Esa es la mujer herida?.- Señaló a la castaña quien tenía miedo en su mirada. Euterpe no sabía qué contestar y Kesia sabía que tarde o temprano se darían cuenta de su osadía.- ¡Exijo una explicación!.- Le gritó a Euterpe.
-Lo siento señorita pero yo...
-Yo lo hice.- Dijo Kesia por fin. Todas las miradas se centraron en ella. Érebo alzó las cejas y Ébano no podía creer tanta libertad y poco respeto hacia ella.
-¿Tú la curaste?.- Preguntó la morena.
-Sí...estaba muy herida y estaba a punto de morir, no pude verla así.- Contestó Kesia. Zacros rio mientras se cruzaba de brazos. Talia y Euterpe temían por Kesia. Ébano se acercó a ella y le tomó de los tirantes del vestido con agresividad.
-¡¿Quién te dio autorización para hacer eso?!.- Reclamaba mientras la zarandeaba.- ¡Eres una imbécil! ¡Una mujer que sólo ha cavado su propia tumba!
Kesia se mordió los labios, no tenía nada qué decir al respecto.
-Suéltala.- Dijo Érebo cortante. Ébano le miró desconcertada.
-¿Qué? ¿Por qué debería hacerlo?
-Yo le ordené que lo hiciera...- Contestó acercándose a ambas, sus ojos amarillos se clavaron en Kesia.- ¿No es así?
Podía haberse negado, podía haberse disculpado pero ninguna de esas opciones le salvaría la vida.
-Sí...sólo obedecí.- Ébano estaba exasperada y no dudó en arrojar a Kesia contra el suelo a los pies de Érebo quien la veía neutral.
-Iré a descansar...estoy harta de todo esto, han acabado con mi humor.- Dijo bufando Ébano y dirigiéndose a sus aposentos seguida de Zacros y de Talia. Euterpe puso sus manos sobre los hombros de Romina quien quería ayudar a Kesia a levantarse, ella la había ayudado y quería regresarle un poco de ese favor pero no pudo...
Kesia estaba por levantarse, tenía suerte de no haber recibido otra agresión por parte de ella, otras habrían muerto...pero no ella, ella tenía un tipo de protección, una protección importante. Érebo le extendió la mano sin decir nada, Kesia lo miró por segundos antes de aceptar el gesto.
-Gracias...-Contestó ella una vez de pie.
-No me las des.- Dijo él fríamente.- Espero que no se vuelva a repetir.
-Fue un atrevimiento de mi parte, no volverá a pasar.- Dijo Kesia, ni siquiera le había preguntado por qué lo hizo.
-Eres bastante sensible como para estar aquí.- La miraba fijamente, era imposible no temerle a su mirada. Kesia desvió la mirada, esa sensación de miedo que desprendían sus ojos amarillos no podía evitarla. Érebo acomodó uno de los tirantes del vestido de Kesia, el roce le electrificó.
-No puedo evitarlo, quise ayudarla...ella está confundida y no sabe...
-Es su crudo destino.- Interrumpió.- Todos los que llegan a este lugar pasan por lo mismo, la sensibilidad no es bien grata, ni siquiera por mí...tú eres la excepción.
-Y se lo agradezco pero...quisiera ayudarla más, sólo a ella...tiene algo que me hace querer protegerla como a Azure, ella no sería buena guerrera...podría quedarse como sirvienta.- Kesia sabía que ser sirviente de ellos era menos doloroso que pasar como conejillo de indias con aquellos guerreros.- Sólo déjeme ayudarla...
Érebo no tenía expresión en su cara, nadie le hablaba de esa manera pero Kesia tenía cierta confianza que le permitía, tenía admiración por ella.
-Es la última vez que aceptó algo así.- Dijo él apartando la mirada. Kesia sonrió agradecida.
-Gracias, señor Érebo...
-Érebo solamente.- Repuso alejándose. Kesia suspiró, esperaría a mañana para darle la noticia a Romina.
Afuera.
-Déjame regresar...le va a hacer daño.- Decía Romina queriendo ir a ayudar a Kesia lo más que pudiera.
-No hay de qué preocuparse, ella es la más afortunada de estar aquí.- Explicaba Euterpe.
-Pero ese hombre se ve muy malo, puede hacerle daño...
-Él es el que menos le haría daño, por eso le ayudó...tienes suerte de que ella te haya ayudado, estabas casi muerta...sin embargo debería advertirte que eso no durará mucho, mañana volverán a hacer lo mismo.
-¡¿Cómo?! No...no quiero.- Romina estaba a punto del llanto, las ganas de regresar a la celda era menores.
-Quisiera ayudarte pero las cosas son así aquí, es tu destino...
Hospital.
Mary Anne había estado más alterada y no lograban tranquilizarla por lo que tuvieron que sedarla un poco y así fue como se calmó y logró dormir. Dione estaba afuera en la sala de espera, estaba afligida por lo que le pasó a Mary Anne. Haziel se acercó a ella al verla demasiado absorta en sus pensamientos hasta que ella vio que se acercaba.
-¿Cómo está?.- Preguntó Dione.
-Le pusimos un poco de anestesia, dormirá un buen rato.
Dione se puso las manos a la cabeza.
-Soy una idiota...
-Tranquila, no tomamos precauciones pero esto nos indica algo que no pensé fuera tan grave.
-¿Qué?
-Si Mary Anne se exaltó de esa manera por algo que no comprendió es muy posible que se altere demasiado cuando le expliquemos la verdad.
-Pero eso tendrá que ocurrir y más porque ya sospecha que ha pasado tiempo.
-Si...y porque ella será dada de alta en dos días.
-¡¿En serio?! Pero entonces tendremos que decirle la verdad cuanto antes...si llega con nosotros se dará cuenta de inmediato que ha pasado el tiempo.
-Un ejemplo...
-Pues...hay varios niños ahí, entre ellos mis dos hijas y ya tienen cinco años.- Explicaba Dione agobiada.- ¿Hay manera de que no se altere demasiado?
-Hay varias ideas pero ninguna es segura, una noticia así es muy difícil de asimilar y más cuando no han disfrutado de la vida por años por estar atado en una cama inconsciente...
-Entonces...¿Qué es lo más recomendable de hacer?
-Lo mejor sería decirle la verdad de una vez...
Casa de Cassandra.
-¿Sigues alterada?.- Le preguntó la castaña asomando la cabeza a la habitación de Ambrosía donde ella estaba acostada sobre la cama con un brazo apoyado en su frente.
-Intento dormir...
Cassandra hizo una mueca y terminó por entrar a la habitación cerrando la puerta tras de sí y sentándose en la cama de Ambrosía.
-¿Vas a hablar con él?
-No ahora.
-No vas a esconderte toda la vida.
-Ya lo sé.- Se giró hasta quedar boca abajo. Cassandra levantó la mirada y sopló con fuerza demostrando lo irritable que podía sentirse al ver as Ambrosía así.
-Ya te tomaste la bendita pastilla, no tienes que preocuparte más, lo que hiciste no es el fin del mundo.- Ambrosía hizo un quejido.- Si lo que te preocupa es que Buda no te perdone no lo creo...después de todo eso pasó en su presencia.
Ambrosía se levantó y le golpeó con la almohada.
-¡No digas esas cosas! ¡La culpa es tuya y de Shura!
-Y de la curiosidad.- Dijo acomodándose el cabello después de que le pegara.- Y también de la calentura, está más que claro que necesitaban desbordar su lujuria...
Shura tocó la puerta y enseguida entró al recibir la autorización de Cassandra. Shura cuando vio a Ambrosía supo de inmediato que algo no andaba bien y más por lo que vio en el Santuario.
-Me perdí de muchas cosas ¿no?
Las dos chicas le miraron.
-No te perdiste de nada y será mejor que ni me hables.- Dijo Ambrosía acostándose en su cama y cubriéndose con las cobijas. Cassandra se levantó y fue hacia Shura.
-¿Por qué dices eso?
-Porque Shaka fue la comidilla del Santuario.- Decía Shura recordando los sucesos y marcando una sonrisa en su rostro. Ambrosía abrió los ojos como plato y se puso muy atenta para lo que tuviera que explicar Shura.
-¿Y eso?.- Preguntó Cassandra intrigada.
-Pues Shaka llegó raro al Santuario...que por cierto Milo llegó tarde, creo que ni durmió en el Santuario pero en fin...Shaka estaba tratando de ocultarse y se cubría el cuello con su ropa, Milo detectó algo raro y no dejó de preguntarle que tenía hasta que Shaka perdió la paciencia y le gritó...el problema para Shaka fue que al gritarle a Milo se le olvidó cubrirse el cuello...- Ambrosía se giró sobre la cama para ver a Shura, Cassandra tenía la expresión de querer reírse.
-¿Y...qué pasó después?.- Preguntó Cassandra poniendo su mano encima de sus labios y mirando discretamente a Ambrosía.
-Pues todos nos dimos cuenta de las marcas en su cuello, Milo no dejaba de reírse y Shaka estaba todo avergonzado, hasta rojo se puso.-Shura miraba a Ambrosía quien se puso incómoda de inmediato.- A ti te estaba buscando...
-¿A mí? ¿Qué necesitas?.- Preguntó Ambrosía sentándose en la cama.
-Yo no, Shaka te estaba buscando pero dijo que no te encontró y me mandó un mensaje para ti...
-Ah...¿Qué te dijo?
-Que dejes de esconderte y si quieres un consejo, será mejor que le hagas caso, Shaka podrá ser muy tranquilo pero llega a un punto en que puede ser muy insistente...da miedo.- Confesaba Shura.
Ambrosía sentía conminación con lo que decía Shura.
-Está bien...hablaré con él.
Japón.
-¿Qué sucedió Ikki?.- Preguntó Seiya al caballero de Fénix cuando llegaron a la mansión.
-Estoy bien.- Contestó cortante y algo fastidiado.
-Esa no fue la pregunta.- Añadía Shiryu analizando la situación.- ¿Tienes alguna idea de quienes puedan ser?
-No...¿Qué les hace pensar que es así?.- Preguntó Ikki.
Todos sabían que estaban calando la paciencia de Ikki pero era necesario saber todos los detalles de lo que había pasado con esas mujeres y él era el único que lo sabía.
-Hermano, por favor...esto es importante.- Suplicaba Shun e Ikki le miró a punto de doblegarse.
-No tengo idea, eso es todo.- Repuso Ikki quien luego miró a Hyoga quien estaba cruzado de brazos y algo distante.- Seguro que tú debes saber algo.
Hyoga le miró por fin frunciendo el ceño e hizo la cabeza hacia atrás.
-Ahora resulta que yo sé algo.- Dijo con aspereza el rubio.
-¿Acaso estabas ciego? Creo que todos nos dimos cuenta que esa mujer tenía habilidades parecidas a las tuyas, maneja el hielo...
-Si lo que quieres decir es si la conozco es obvio que no...y yo también me di cuenta de las técnicas pero no tengo idea de quien sea.- Aclaró Hyoga ante la demanda de Ikki.
-Ya no peleen.- Intervino Shun al ver que Ikki no parecía querer quedarse callado.
-Todo esto es muy raro.- Añadía Shiryu en pose pensativa.
-Tenemos que informarle a Saori, esto puede ser un problema.- Dijo Seiya.- Hay que irnos cuanto antes y comentarle la situación.
Así los cinco caballeros subieron por fin al coche que los llevaría al aeropuerto donde estaba el avión de Saori esperando por ellos, ya se habían retrasado demasiado.
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Dos mujeres se avecinaban por el bosque hasta llegar a una pequeña casa. Entraron y la chica castaña al entrar pateó la mesa.
-Cálmate Iori.- Le decía su compañera.
-¡No puedo! ¡Nuestro plan no funcionó!.- Rechinaba los dientes.
-¿Qué les pasa?.- Se acercaba Ross hacia ellas dos alarmante al ver que Iori estaba claramente exaltada y de mal humor.
-Estuvimos a punto de matar a un caballero de Athena pero...-Explicaba la chica peli verde hasta que Iori la interrumpió.
-¡De no haber sido por esos caballeros lo habría logrado!.- Apretaba su puño mientras tomaba su máscara y la lanzaba contra el suelo.
-Pero esa no fue la orden que ella nos dio, ella quería que nos quedáramos aquí.- Decía Ross levantando la mesa.- Cuando se entere se va a enojar...
-¿No ha llegado?.- Preguntaba la peliverde quitándose la máscara y la otra chica negó.
-No, estoy segura de que no tardará en llegar, sólo vi a la "aireada".- Explicaba Ross y las otras chicas pusieron los ojos en blanco.
-¿Y qué quería ahora?.- Demandó saber Iori.
-No lo sé, sólo venía de paso...de hecho me la encontré porque Nalhia salió a buscarlas.
-¿La volviste a descuidar?.- Iori puso sus manos en su cintura mirando fijamente a la chica.
-S-Sí, fue un descuido pero...
-No le eches la culpa Iori, fue nuestra también por haber desobedecido y dejarla sola.- Intervino la peli verde calmando más a la chica.
-Lo siento...pero es que las demás no están tampoco, disculpa Jada.- Le decía a la peli verde.
-¿Y dónde está Nalhia?.- Preguntó Jada.
-Durmiendo...se cansó de correr demasiado, es muy hiperactiva.- Contestó Ross. Las tres chicas sintieron que alguien se acercaba, alguien quien conocían muy bien.
Dos personas más entraron a la casa y la primera entró con porte seguro y frío, nada diferente a lo que ellas conocían. Aunque ellas debían mostrarse frías ante todo, con esa mujer no podían dejar de serlo, incluso ni con ellas mismas podían ser así. Al ver que llegaba acompañada pusieron su mirada gélida y porte defensivo.
-Espera afuera Mabel.- Ordenó la mujer con voz severa. Mabel estaba desconcertada de ver a esas chicas y se sentía extraña de recibir órdenes de ella sin embargo no chistó y salió del lugar.
-¿Quién es esa mujer?.- Preguntó Iori.
-Se llama Mabel y estará con nosotras, será una aliada nada más sin embargo tenemos que ser cautelosas, no se puede confiar demasiado con ella.- Explicaba la mujer y analizaba mejor a la chicas, hizo una mueca de desacuerdo.- ¿A dónde fueron?
Iori y Jada se miraron disimuladamente.
-Nosotras...te desobedecimos.- La mujer enarcó una ceja.- Queríamos que estuvieras orgullosa de lo que hicimos, aprovechamos que un caballero de Athena estaba solo y decidimos atacar, después de todo ese es nuestro objetivo.- Explicaba Jada.- Pero no contábamos con que aparecerían los demás, no logramos nada favorable.
La mujer no se inmutó, golpeaba sus dedos sobre su brazo. Las chicas esperaban una llamada de atención por haber desobedecido a tal grado. La mujer desligó los brazos y respiró profundamente.
-Fue un atrevimiento hacerlo cuando no están listas aún pero no podemos retrasar lo inevitable.
-¿Cómo? ¿Qué quiere decir?.- Cuestionaba Iori.
-Tendremos que prepararnos, ustedes entrenarán más, no habrá descanso alguno...vamos a atacar el Santuario...mientras tanto, tengo un plan en mente.
Santuario de Athena.
8: 13 p.m
Sienna regresaba de su encuentro con Taylor, se la había pasado muy bien con él, se habían divertido demasiado y habían hablado de un tema que a ella le conmocionaba ahora. Se sentía más segura y ahora no dudaba en hablar con esa persona que tenía clavado en sus pensamientos, si estaba enojada con él eso era cosa del pasado. Ella estaba subiendo los escalones para llegar al Templo de Aries, se sentía cansada y aún había mucho por recorrer hasta su cama.
-¿Te divertiste?.- Sienna dio media vuelta y vio a Afrodita con brazos cruzados hasta el primer escalón.
-¿Afrodita? ¿Vienes llegando también?.- Él alzó los hombros fingiendo indiferencia.
-A lo mejor...-Decía fingiendo indiferencia.- Tuve una cita.
Sienna alzó las cejas al escucharlo.
-¿En serio?
-Sí...tiene nombre masculino y no dejaba de coquetear conmigo, sin embargo me divertí.- Sienna hizo una mueca, no le agradaba mucho ese comentario repentino.
-No sabía que tenías amigas.
-Las tengo, otra cosa es que no lo comente...es que siento que le debo mi vida a esta persona.- Afrodita lo que estaba haciendo era lanzarle indirectas sin embargo lo que estaba provocando eran celos.
-Que bien por ti.- Dijo con falsa alegría.- Sólo espero que a ella sí la defiendas, no intentes aventarla al mar y sobre todo que cuando pidas disculpas seas inteligente como para poner tu nombre.- Eso último lo pronunció sílaba por sílaba. Afrodita le miró con la frente arrugada.
-No entiendo.
-Sigue fingiendo...tú me mandaste esas rosas y esa nota, no pusiste tu nombre pero supe que eras tú.
-Yo no te envié nada.- Negaba. Desviaba la mirada.
-Tú me conoces mejor, sabes que mis flores favoritas no son las rosas y la manera de escribir esa nota sólo te delataba a ti...además, eres el único con rosales en tu templo.
Afrodita fue callado, ya no servía de nada fingir...Sienna lo había descubierto.
-Está bien yo lo hice...no sabía de qué otra forma acercarme a ti para ofrecerte disculpas sin que me corrieras, fue la mejor idea que se me ocurrió...
-Y vaya que lo fue, me hiciste sentir mejor.
-¿En serio?.- Preguntó incrédulo.
-Sí...por eso me sentía más animada el día de hoy.- Afrodita volvió a poner gesto de molestia.
-Más bien era que ibas a ver a tu "amigo" Taylor...
-Sí, es mi amigo...¿Qué con eso?
-Mientes...los amigos no se coquetean a menos que quieran algo más.- La indirecta fue más golpeada, Sienna abrió la boca comprendiendo las cosas.
-A ver...¿Todo este rato me has estado lanzando indirectas?
-Sí te quedó el saco, puedes ponértelo.- Hablaba metafóricamente.
-Así que me viste.
-Te espié.- Corrigió para luego llevarse las manos a la boca.
-¿Me espiaste? ¿Por qué?
Afrodita apartó sus manos y le miró fijamente, era el momento en que debía hablar, ya no podía más con esos celos.
-Me gustas...siento celos...no quería aceptarlo pero es así.- Sienna se quedó sin palabras.- Te lo digo porque ya no puedo seguir soportando estos celos de verte cerca de otro hombre, ya sea de ese rubio oxigenado o de Máscara Mortal.
-¿Máscara Mortal?
-Sí...tú le gustas también.
-Pero él es bien insensible conmigo.
-Es una fachada...esa es la razón de porque nosotros estábamos en la playa y hoy en Rodorio.
-¿Los dos estaban ahí?.- Afrodita asintió, Sienna no podía creer lo que escuchaba, quien lo hubiera dicho...le gustaba a Afrodita y a Máscara Mortal.
-Pero él se fue al ver que te decidías más por Taylor que por alguno de nosotros, supongo que él te trata mejor y no tiene instintos asesinos contigo.
Sienna estaba asimilando la situación pero mientras tanto lo único que pudo hacer fue reírse. Afrodita le miraba raro, no sabía que había dicho algo gracioso para fomentar la diversión en Sienna.
-Sí que estás celoso.- Dijo Sienna una vez que se tranquilizó. Ella bajó más los escalones hasta estar frente a Afrodita.
-¿Te burlas de mí?
-Sí.- Ella le tomó de la camisa y lo jaló hacia sí y puso sus labios sobre los de él. Afrodita estaba anonadado. Sienna se separó de él observando la confusión en sus ojos.
-Pero...pero...
-Tú también me gustas.- Dijo Sienna tratando de aclarar la duda.- Hoy estaba preparada para decírtelo.
-Pero...-Seguía en trance, no se creía lo que ocurría.- ¿Y Taylor?.- Sienna volvió a reír.
-Si hubieras sido mejor detective te habrías dado cuenta de que Taylor tiene otro tipo de gustos.
Afrodita tardó en comprender lo que Sienna le decía pero poco le importó, saber que le gustaba a Sienna era su prioridad y su alegría.
Máscara Mortal había visto la escena, debía haberlo imaginado...sentía desilusión pero ya lo presentía, Afrodita tenía más apego y consideración con Sienna, lo sabía desde hace tiempo y a pesar de eso no hizo nada para cambiarlo. Se maldecía por dentro pero a la vez trataba de ver sus cualidades, él era poco afectuoso y casi siempre andaba de mal humor, él no se andaba con cursilerías que les encantaba a las mujeres, por eso estaba soltero, sabía que no podía llegar a ser el prototipo de hombre que muchas desearían, él no nació para el romance.
Máscara Mortal siguió caminando hasta llegar de nuevo al centro donde envuelto en su frustración, tomó uno de los botes de basura de la calle y lo arrojó contra la pared. Se acercó a un teléfono público y comenzó a golpearlo, estaba descarrilando su coraje en él. Algunas personas que iban pasando se asustaron el verlo y regresaron de dónde venían. Así siguió Máscara Mortal rompiendo cosas, tomó botellas de vidrió y las arrojó hacia la pared, todo objeto era bueno para arrojarlo.
-¡Detente!.- Máscara Mortal se giró a ver a la persona que le llamaba, levantó las cejas al ver quien era.
-¿Tú?
Delante de él estaba la misma mujer que se encontró en la cantina horas antes, aún tenía puestos sus lentes oscuros y poseía un arma en el cinturón.
-¡Suelta esa botella y entra al coche!.- Ordenaba.
-Tú no me ordenas nada.- La mujer tomó su arma y le apuntó.
-¡Haz lo que te dije!
Máscara Mortal aburrido, cansado y molesto por todo, soltó la botella y se acercó a ella quien le abrió la puerta para que él entrara pero estaba tan desesperada que no dudó en ayudarle a entrar con un empujón con su pie. Él estaba más molestó por el "afecto" de la chica, quiso salir de ahí pero la puerta estaba trancada. Ella subió por el otro lado y puso las manos sobre el volante.
-¡Abre la maldita puerta!.- Ordenaba ahora él.
-Cállate o en serio te disparo.
-¿Quién demonios eres?.- La chica no contestó.- Eres una mujer loca y extraña, ya sabía yo que una mujer en una cantina debía tener problemas.
-No sé de qué estás hablando.- Dijo ella acelerando.
-Es asombrosa tu actitud...ahora harás que no me viste en ningún lado.- Ella movía mucho los dedos sobre el volante, era clara su impaciencia pero no parecía ponerle atención a los reclamos de Máscara Mortal.- Me tenía qué encontrar con una loca...
Ella frenó de repente causando un movimiento brusco luego ella le miró.
-"Loca" no es exactamente una palabra que utilizaría para definirme...y por tu bien será mejor que hagas caso a lo que te diga si no quieres que te lleve a la cárcel.
-¡¿Qué?!.- Exclamó muy alebrestado.- ¡Yo no hice nada!
-Alteraste el orden en espacio público y contaminaste las calles.
-¡Sólo rompí basura!
-A eso me refiero, se llama contaminación...
-¿Acaso eres policía?
-¿Quieres comprobarlo?.- Se dispuso a volver a manejar.
Máscara Mortal le miró mejor, también tenía la sensación de haberla visto antes pero su memoria le fallaba. Se pasó varios minutos tratando de recordarla. Observó sus facciones; su nariz bien perfilada, sus labios carnosos, su piel ligeramente tostada y hasta ahora había visto que tenía dos tatuajes...uno que se asomaba por su clavícula derecha y otro en su brazo izquierdo, esa mujer tenía apariencia ruda y de no ser porque no estaban en una patrulla y ella no llevaba uniforme, podría jurar que se trataba de una policía...¡Bingo!...Máscara Mortal recordó aquella vez cuando Kanon, Sienna y él corrían por las calles de Atenas huyendo de la policía, ese día en que Kanon le había dado una golpiza al ex prometido de Saida. Recordó que había una mujer ahí, una que los persiguió hasta el último momento...a la que le arrojó cosas para distraerla.
FLASHBACK
-¡Hay que ir por esa calle!.- Dijo Máscara Mortal mirando una calle a su izquierda y los tres avanzaron.- ¡Maldición está cerrada!.- Exclamó al ver que había una estructura de metal de unos seis metros que llegaba al techo de la casa.
-¡Subamos por ahí!.- Indicó Kanon acercándose.
-¡Yo no podré subir eso!.- Gritó Sienna pero Kanon empezó a ayudarla a subir.
-¡Distrae Máscara!
-¡¿Yo por qué?!.- Empezó a objetar mientras miraba como ambos subían y luego se fijó en una persona que apuntó con una pistola de nuevo.- ¡¿Tú de nuevo?!
-¡No se atrevan a escapar!.- Dijo la mujer. Máscara Mortal se giró a ver a Kanon y a Sienna quienes ya estaban por terminar de subir luego volvió a mirar a la policía quien apuntaba a ellos.
-¡No hagas nada!.- Dijo él aventándole una papa en la cabeza.
-¡Eres un imbécil!.- Ladró la mujer y él siguió aventándole cosas para distraerla.
-¡Ya puedes subir!.- Gritó Kanon. Marlenne miró hacia arriba y en un parpadeo apareció Máscara Mortal frente a ella.
-Discúlpeme pero hoy no me arrestarán.- Rio y Marlenne abrió la boca sorprendida para después ser empujada por él donde cayó en un bebedero grande que estaba en la izquierda y él aprovechó para escalar la estructura con rapidez.
Marlenne salió del abastecedor de agua completamente empapada.
-¡No puede ser!.- Dijo para sí sacudiendo sus manos y mirando el techo donde estaban los tres asomándose.- ¡Juro que lamentarás tu osadía! ¡Te voy a encerrar!.- Amenazó claramente a Máscara mortal.
-¡Tú y cuantos más!.- Siguió provocando Máscara Mortal y burlándose.
-Hay que irnos.- Dijo Kanon y los tres se alejaron de nuevo ahora paseándose por los techos de las casas los cuales no estaban tan separados.
FIN FLASHBACK
-Es ella...-Dijo para sí en voz alta.
-¿Qué?.- Máscara Mortal negó.
-¿Qué quieres de mí?
-¿En serio quieres saberlo?
-No...sólo preguntaba para crear un tema de conversación agradable.- Ironizó. La chica se rio.
-Tienes que hacer algo por mí...hay unas cosas que debes recoger pero no deben verme a mí por nada del mundo.
-Yo no tengo que hacer por ti nada, no he aceptado...
-Creo que no tienes opción...es hacerme este fácil favor o ir a la cárcel, tú decides.
Máscara Mortal estaba siendo chantajeado por una mujer que apenas y había logrado recordar, no deseaba ayudarle pero tampoco quería ir a la cárcel...tal vez podría aceptar y escaparse cuando se presentara la oportunidad, tenía que alejarse de esa mujer.
-¿Y al menos podrías ser más explícita sobre el tema? Creo que necesito saber qué cosas tienes qué recoger y por qué.
-Te lo explicaré cuando lleguemos ahí...
-¿Y tu nombre es....?
-Marlenne...me llamo Marlenne.
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