Angustias e impresiones


-¡Giolan! ¡No!.- Exclamó Sory levantándose de su lugar al ver que su hermano, consumido por la rabia comenzó a golpear a Milo, ambos habían caído al suelo. Sory quiso detener a su hermano pero no pudo, unos meseros se acercaron a la escena y evitaron que Sory se acercara más o podría salir lastimada.- ¡Deténganlos!

Comensales y meseros se acercaron sin saber exactamente si dejarlos con su pelea o tratar de detenerlos.

Giolan tomó de las solapas a Milo y le propinaba puñetazos directos en la cara, Milo se defendía pero no salía ileso, cuando tuvo la oportunidad empujó a Giolan con sus pies haciendo que este cayera de espaldas. Quisieron detenerlos aprovechando la oportunidad de la distancia pero ni tiempo les dio, Milo había entrado en calor y no dudo en darle de golpes también.

-¡Milo! ¡Ya basta!.- Suplicaba inútilmente y su desesperación incrementaba.

Giolan estaba siendo golpeado por Milo pero de ninguna forma podría calmarse sin haberse desquitado por completo. Él terminó por darle un golpe en la boca del estómago con fuerza sacándole el aire a Milo quien se detuvo y Giolan le dio un golpe en la cara haciendo que este cayera a un lado de él. Giolan se levantó rápidamente con severas intenciones de seguir peleando pero en eso Sory se puso frente a él.

-Apártate Sory.- Le dijo Giolan controlándose.

-No...por favor, ya basta...no pelees más...-Suplicaba Sory llorando, veía a su hermano con sangre en el rostro pero con ira inmaculada aun en sus ojos.

Giolan bufaba y miró a Milo por varios segundos, él estaba levantándose.

-Dime...¿Ibas a tener un hijo?.- Demandó saber con palabras golpeadas. Sory se mordió los labios y asintió casi a fuerzas.

-Sí...pero no pudo ser porque...-No terminó de decir cuando Giolan hizo un ademán con la mano indicándole que ya no continuara, Giolan además de la rabia sentía tristeza.

Sory cerró los ojos por el dolor y luego miró a Milo quien estaba herido también.

-¿Estás bien?.- Le preguntó la chica y Milo asintió.

-Por favor ya no continúen.- Se acercó el gerente y Giolan lo miró más relajado o se esforzó por hacerlo. Giolan sacó su billetera y le extendió su tarjeta de crédito.

-Cóbrese todos los daños.- Dijo con sequedad y el gerente algo impresionado le dio la tarjeta a un mesero quien la pasó por la terminal.

Giolan examinó a su hermana junto a Milo, por su mente pasaban muchas dudas e imágenes donde se aprovechaban de ella por su estado etílico y por consecuencia había quedado embarazada...¡Embarazada!...esa palabra era difícil de digerir y encima, por lo que trató de decirle Sory y la revelación de Milo fue un embarazó que no pudo concluirse, ese era otro golpe que no podía tolerar.

-Aquí tiene.- Le extendió la tarjeta a Giolan y este la tomó de inmediato.

Giolan no soportó más estar ahí y tomó sus cosas las cuales estaban en el suelo y salió de la cafetería apresurado. Sory observó a su hermano y fue tras él.

-¡Espera!.- Le llamaba Sory pero él seguía dando zancadas como ignorándola.- ¡Giolan! Por favor...

Giolan terminó de girarse y se detuvo mirando a su hermana con semblante desorientado.

-Me tengo que ir.

-Pero Giolan, deja que te explique...- Él negaba.

-Ahora no quiero seguir hablando, tengo que controlarme...- Volvía a girarse pero ella le tomó del brazo llorando aún más.

-Por favor...yo no...yo no quería nada de esto, él tampoco lo deseaba...déjame explicarte...-Giolan se acercó a ella y le besó la frente acariciando rápido la mejilla.

-Deja que me vaya por ahora, debo tener la cabeza fría...después de eso yo seré quien se comunique contigo.- Le miró a los ojos con más sutileza.- Hablaremos después de todo esto...- Le dijo concluyendo y alejándose de ella con rapidez.

Sory miraba como se alejaba, toda esa situación se había salido de sus manos, no pudo manejar absolutamente nada y lejos de ser una tarde agradable con su hermano terminó llorando por un pasado que no deseaba recordar.

Milo salió también de la cafetería y vio que Sory estaba parada a unos cuantos metros sin hacer nada más. Ella sacó un pañuelo de su bolso y se secó el rostro, pronto puso una mano en su frente. Milo avanzó hacia ella poniéndose a su lado, Sory le miró de reojo y luego suspiró.

-Ya sé...fui un idiota, ni siquiera sé cómo disculparme por esto.- Decía Milo pero Sory sólo se dedicó a escucharlo.- Puedes enojarte conmigo, estás en tu derecho...incluso puedes golpearme también...-Decía con voz que provocaba sentimiento y entonces sintió como Sory le daba una bofetada.- ¡Oye!

-Eso es por ser un idiota.- Le dijo para luego golpearlo de nuevo pero esta vez en el brazo.- Este es por hablar de más y este...-Le pegó a un costado del abdomen.- Este es porque aquí no te golpeó...-Terminó de decir para luego fijar su vista al frente. Milo frunció el ceño mientras se sobaba los golpes que le dio la chica.

-No te pases tanto conmigo. ¿No ves cómo me dejó?

-Y no hubiera pasado nada de esto si desde un inicio no hubieras malinterpretado las cosas y luego quisieras hacerte el héroe.

-Yo no sabía que era tu hermano...

-Te dije que tenía un hermano mayor.- Le recordó.

-Sí pero jamás me dijiste que te verías con él hoy.- Sory le miró escéptica y molesta.

-No tenía por qué decírtelo.

Milo puso sus manos frente así defendiéndose de que quisiera golpearlo de nuevo.

-Si tienes razón, esto me llevo por ir a donde no me llaman.- Dijo pasando sus dedos sobre su labio roto e hizo un movimiento de liviano dolor, Sory lo miró.

-¿Duele?

-Sí pero creo que es lo que deseas.

-La verdad sí...-Dijo ella neutral y comenzó a caminar de nuevo.

-Oye.- La alcanzó.- ¿A dónde irás?

-Lejos...aún no sé, sólo quiero estar tranquila...mis nervios estuvieron a todo lo que daban.

-Pero...-Poniéndose frente a ella.- Podemos ir a comer.

-Muy divertido Milo.- Ironizó.- Después de lo que pasó...¿Crees que tengo ganas de estar cerca de ti?

-No pero al menos puedo compensar lo que pasó...si deseas que hable con tu hermano...

-No, necesita tiempo para asimilar las cosas, ya después habló con él hoy...dudo mucho que seas de su agrado ahora.- Milo asintió dándole la razón.- Además tienes que limpiarte eso.- Señalando su rostro.

-Eso es fácil, sólo un poco de agua y listo.- Sory sonrió casi a fuerzas.- He sido un mal amigo y no deseo volver a serlo, de verdad...-Ella lo miró desconfiada.- Enójate todo lo que quieras conmigo pero por lo menos te invito un helado.- Esbozó media sonrisa ya que tenía medio labio roto.

Sory lo miró severa por varios segundos.

-De verdad que eres un completo tonto...-Sory terminó de decir y volvió a caminar.- Por favor...esta vez no me sigas.- Le dijo sin mirarlo de nuevo.

Una hora después...

Templo de Aries.

Mu estaba acostado en su cama con un brazo enyesado y la cabeza vendada además de tener el ceño completamente fruncido, estaba muy molesto por lo que le había pasado. Alrededor de él estaba Shion, Clara, Saori, Kiki, Kanon, Dione y Aldebarán además de una señorita de rubios cabellos y uniforme blanco, ella miraba a Mu que expiraba mal humor.

-Mu, debes cuidarte mejor...-Decía Shion más relajado, se había espantado de haber visto a Mu a medio camino del templo de Athena al templo de Piscis.- Dohko dijo que en poco tiempo iba a venir a visitarte para ofrecerte disculpas por todo.

Mu sólo hizo una mueca.

-Ya no te enojes Mu, nadie sabía que iba a pasar esto.- Decía Saori suspirando.

-¿Le duele mucho maestro?.- Preguntaba Kiki observando curioso y yeso y estaba por tocarlo pero Mu se alarmó.

-No toques, duele...-Dijo Mu deteniendo a Kiki con sus palabras.

Kanon no aguantó más y comenzó a reírse, todos le miraron expresivos.

-¿De qué te ríes? ¿De mi desgracia?.- Cuestionó Mu arrugando de nuevo la frente.

-La verdad...¡Sí!.- Trataba de controlar su risa pero ya hasta el estómago le dolía.

-¡Kanon! Ten más respeto, Mu tuvo un accidente.- Le regañaba Shion.

-No es bueno reírse de las desgracias de los demás.- Clara miraba a Mu y sonrió.- Lo siento Mu.

-No, tienes razón...Kanon, deja de reírte.- Ordenaba Saori. Dione al ver que Kanon seguía con lo suyo le dio un sutil codazo en el pecho entonces Kanon se calmó.

-Disculpen...es que todo esto me recordó a Afrodita cuando salió volando de su templo.- Dijo Kanon.

-¿Cuándo estuviste cuidándolo?.- Preguntó Aldebarán.

-Sí, exactamente ese momento.- Contestó sonriendo.

-A mí no me da ni cosquillas.- Dijo Mu serio y luego miró a la joven extraña.- Athena...maestro...de verdad puedo cuidarme solo.

-¿Cómo hace rato?.- Se cruzaba de brazos Shion.- Mejor hay que cuidar tu seguridad hasta que estés bien.

Mu suspiraba profundamente.

-Pero no era necesario que una enfermera lo hiciera.

-¿Y por qué no?.- Preguntó Clara.- Es mejor que alguien con experiencia lo haga.

Mu negaba con la cabeza.

-Creo que exageran.

-Oh Vamos Mu...no seas pesimista, debiste haber pensado en eso antes de querer intentar volar.- Dijo Kanon bromeando.

-Oye...¿Tú no tienes sobrinas que cuidar?.- Dijo Mu a modo de una indirecta comprensiva.

-Ellas están con Saida, de todos modos ya nos vamos.- Dijo Dione interviniendo.

-¿Saida está aquí?.- Preguntaron los demás al unísono.

-Sí...llegó ayer e iba a ir a saludar pero pues se entretuvo.- Explicaba Kanon.

-Ya quisiera verla.- Dijo Saori.- Hace mucho tiempo que se fue de aquí...debes estar feliz.

Kanon se puso neutral aunque por dentro sintió nervios.

-¿Yo?.- Preguntó asombrado y fingiendo demencia.

-Si tú.- Dijo Dione y todos comenzaron a reír por la incomodidad de Kanon, Mu lo hizo también pero tuvo que contenerse ya que le dolía su brazo.

-Bueno ya...será mejor que todos nos vayamos para que Mu descanse, Alisse...cualquier cosa que necesites no dudes en avisarle al primero que veas.- Decía Saori a la chica.

-Por supuesto, gracias y no se preocupen por él.- Dijo sonriendo y refiriéndose a Mu,

-Entonces todo estará mejor...ahora vámonos.- Decía Saori y todos salían de la habitación de Mu.

-Shion...-Dijo Clara deteniéndose, Shion la miró y se detuvo también, los demás siguieron avanzando.

-Dime...

-Tengo que salir.- Shion alzó ambas cejas.

-¿A dónde?

-Iba a ir con Sine a donde antes vivía, ella tenía que ir a recoger unas cosas y yo iba a ayudarle.

-¿Y dónde está Eufrosine?

-Dijo que llegaría tarde, me había dicho que lo pospusiéramos para mañana pero yo le dije que la esperaba, ya sé la dirección.

Shion se quedó pensativo y luego se rascó la cabeza.

-¿Y por qué no mejor la esperas aquí y luego te vas allá con ella?

-Es que...iba a pasar primero al hospital a ver a los niños pero como queda cerca de ahí pues prefiero aprovechar, así la espero.

-Entiendo...¿Quieres que te acompañe?

-¿Acompañarme?.- Pestañeó.- Pero...¿No habrá inconveniente?

-No lo creo, sólo le digo a Athena que saldré y te acompaño, así no irás sola.

Clara se conmovió por el gesto de Shion y asintió, se sentía muy bien estando cerca de Shion.

En otro lugar...

El ambiente era demasiado caluroso por las tardes mientras que en las noches el frío te abrazaba de forma desgarradora. En esos momentos el Sol quemaba la piel y no había sombra por los alrededores, el viento se llevaba el único sonido que había en la zona. Gritos desgarradores hacían pausas y luego se provocaba un silencio hueco, los sonidos eran ascendentes.

-¡Levántate ahora!.- Amenazaba un hombre con chaleco de piel dura y un látigo entre su mano.

Tirada en el suelo estaba una mujer, no tenía más de veinte años y sus medianos cabellos castaños estaban ahora manchados de su propia sangre. Cerca de ahí se encontraban otras personas que no se inmutaban por las crueles agresiones, sólo estaba una chica con un jarrón entre sus manos y sus ojos azules observaban el doloroso acto. La chica quiso levantarse pero los azotes de su espalda le dolían demasiado.

El hombre comenzaba a perder la poca paciencia que tenía y se acercó a ella firme sin dudar por un momento en tomarle del hombro y ponerla de espaldas contra el suelo de forma violenta, la chica volvió a gritar con lágrimas en sus ojos.

-¡Deja de llorar maldita sea! Tienes que soportar todo lo que te está ocurriendo, para eso estás aquí.- Le habló severo el hombre antes de comenzar a patearla.

La chica de ojos azules quiso avanzar hacia ella, deseaba intervenir pero un hombre le tomó del hombro negando con la cabeza.

-Déjala Azure...-Le dijo él.

-Pero...-Dijo ella casi suplicante.- Hermano no podemos...-Él le cubrió la boca cerciorándose de que nadie la haya escuchado.

-Será mejor que no hables o podrías estar en su lugar.- Le dijo soltándola. Azure miró de nuevo a la castaña, podría jurar que si seguían golpeándola de esa manera terminaría muriendo. Azure miró al otro extremo donde se encontraban dos mujeres mirando también la escena a diferencia de las demás quienes estaban combatiendo entre sí. Una de esas mujeres miraba a la chica gritando de dolor como si fuera lo más normal del mundo mientras que la otra parecía tener la mirada perdida. Azure siempre había visto a esa mujer con el mismo semblante frío, ella siempre se preguntaba como una mujer así podía guardar tanto misterio con demasiada habilidad, tal parecía que nadie sabía mucho sobre ella.

-Korko, será mejor que no la mates.- Dijo una rubia con aire burlón. El hombre con el látigo en mano la miró desdeñoso.

-No iba a hacerlo...aunque se lo merece, es sólo basura.- Terminó de decir dándole una patada en el estómago a la chica haciendo que rodara...sus fuerzas decaían más y más.

-Basura o no, no debemos matarla hasta que sea una orden, ya servirá de algo después.- Dijo la misma mujer y Korko se alejó de ahí muy divertido. Ella resopló con aburrimiento mientras se acomodaba el cabello.- Hay que quitarla o vendrán los buitres.- Comentó. La otra mujer que estaba a lado dio media vuelta y comenzó a irse, la rubia enarcó una ceja.- Aún no puedes irte...

-No pretendo obedecerte...- Dijo alejándose, su voz emanaba frialdad.

-¿Y a dónde se supone que te vas?.- Demandó saber.

-Odio ver la debilidad frente a mí o alrededor.- Alcanzó a decir sin girarse a ver a la mujer quien maldecía por dentro.

-Tal parece que sigue teniendo mejor carácter que tú.- Comentaba entre risas un hombre de cabellos grises.

-Sólo son traumas lo que tiene.-Dijo burlándose también.

La mujer se alejaba más de donde estaba el círculo de personas observando la masacre a una chica. Como bien había dicho, odiaba ver la debilidad o ser testigo de ello...le recordaba la misma tortura por la que tuvo que pasar hace tiempo. Se recordaba encadenada y siendo golpeada multitud de veces y de diferentes maneras, una crueldad que se volvió costumbre, día a día era lo mismo...esas marcas físicas dejaron cicatrices en si interior, cicatrices que le hicieron volverse más fuerte, más fría y con un punto de vista indiferente sobre la brutalidad, el miedo había desaparecido. Mientras iba caminando sumergida en esos recuerdos amargos escuchó que cerca de ahí se movía algo, su sentido del oído también se había vuelto más factible. Ella pretendió no haber escuchado nada y siguió caminando hasta que con un movimiento rápido se acercó hacía una roca golpeando a la persona detrás de ella. La tomó del cuello y la arrojó unos cuantos metros, se acercó con velocidad poniéndose encima de ella y tomando con una mano el cuello.

-¿Tú qué haces aquí?.- Preguntó muy molesta. La mujer en el suelo abría sus ojos con mucha expresión y luego sonrió y rio con ironía.

-Así que eras tú después de todo...por un momento pensé que estaba equivocada...-No pudo seguir hablando porque estaba comenzando a ser asfixiada.

-No lo estabas y no lo estarás porque por fin podré acabar contigo.- La otra mujer le arañaba la piel de los brazos, quería quitársela del cuello, no podía respirar absolutamente nada.

-Tengo...algo...que decirte...- Acaba con el aire de sus pulmones en proposiciones.

-No tengo nada qué escucharte...disfrutaré rompiéndote el cuello...

La mujer pataleaba tratando de conseguir aire, no había ido ahí para morirse.

-Escucha...haré...lo que...quieras...

-No quiero seguir escuchándote.- Estaba a punto de romper el cuello de la mujer pero dejó de ejercer fuerza de inmediato, un pensamiento de conveniencia le rodeaba la cabeza. Se levantó de ahí soltando a la mujer quien al sentirse en libertad se quedó ahí en el suelo aspirando el aire, llenando sus pulmones.

-Gra...gracias...-Dijo la mujer. Fue tomada de las solapas con violencia topándose con la mirada de la otra.

-No confundas las cosas, yo no me arrepentí de matarte por misericordia, lo hice porque tú podrías servirme...- La otra mujer puso mirada confundida.- ¿Acaso no me dijiste que harías lo que yo quisiera? Bueno...entonces continuaré por vaciarte los pulmones y romperte los huesos...

-No espera...está bien...por eso estoy aquí...

-¿Desde cuándo?

-Yo...desde hace un año más o menos, cuando creí verte empecé a seguirte...

-¿A sí?.- Fruncía el ceño, era increíble no haberse dado cuenta de su presencia luego recordó que era una de las habilidades que tenía la mujer frente a ella.- Entonces desde ese tiempo...¿Qué has querido de mí?

-Servirte...te debo demasiado...y es verdad...

-¿Segura? Porque recuerdo que eras una traidora.

-¡Es la verdad! ¡Lo juro! De lo contrario puedes hacer lo que quieras conmigo...

Se quedó pensando. Definitivamente podía serle de utilidad pero tampoco podía confiarse demasiado en ella.

-Bien...ahora te encargarás de servirme, si me fallas...

-Lo sé...no necesitas recordármelo...- Fue soltada de las solapas con liviana violencia y continuó caminando.

-Será mejor que no te alejes de mi Mabel o te tomarán por un cebo cualquiera.- Dijo severa sin volverse a girar.

Mabel suspiró y volcó los ojos, servirle no sería nada fácil.

Más tarde...

Playa.

Sine y Sienna ya habían llegado a la playa, la brisa golpeando sus rostros y el Sol eran perfectos para un día tranquilo cerca del mar. Sienna se sopló el fleco, no podía quitar de su cabeza aquellas discusiones que había tenido con Afrodita y Máscara Mortal, si bien consideraba que entrenar no era lo suyo ya le había agarrado cariño y se preguntaba...¿Qué iba a hacer ahora que tenía todo el día libre? Sin entrenamientos no tenía nada que hacer, se sentía melancólica...

-Ya no pienses en eso.- Le dijo Sine como leyéndole los pensamientos.

-No puedo evitarlo...me molesta, gracias a esos tontos y a mi orgullo ahora tendré que buscar un hobbie.

Eufrosine reía de sólo verla, ella consideraba que no tardaría mucho tiempo sin reconciliarse con esos dos y volver a sus entrenamientos.

-Pues tienes dos opciones; o hablas con ellos dos y resuelves tus problemas o como dices...buscarás un hobbie.

Sienna suspiraba largamente.

-Definitivamente será la segunda opción.

-Bueno pues en lo que lo piensas será mejor que vayamos a nadar que para eso hemos venido...vamos a cambiarnos en aquellas cabinas.- Señalaba el lugar. Sienna estiraba los brazos al cielo y giraba el cuello.

-Está bien...vamos entonces...

Templo de Géminis.

Saori y Kiki se habían ido a sus aposentos, el plan principal era irse con los demás para encontrarse con Saida pero tenía que arreglar unos pendientes en si templo, ya tendría el resto de la noche para hablar con ella.

Kanon y Dione entraban al templo el cual estaba lleno de risas provenientes del sofá, todos se sintieron curiosos.

-¿Qué pasa por aquí?.- Preguntó Dione caminando hacia donde estaban sus hijas y Saida sentadas. Kanon al ver que sus sobrinas estaban riendo con Saida le desconcertó demasiado, hace minutos atrás le estaban haciendo travesuras. Él empezó a reaccionar cuando Dione se unió a las risas.

-¿Por qué tanta alegría en este templo?.- Preguntó Kanon dejándose llevar por la intriga. Kanon al acercarse al sofá abrió los ojos como plato y sintió escalofríos recorrerle la espalda cruelmente.- ¡¿Qué hacen con eso?!

Lo que ocurría y el motivo de risas era que las gemelas habían sacado sus múltiples fotografías donde salía Kanon junto a ellas y de diferentes maneras que incomodaban a Kanon, desde donde intentó darles de comer y las niñas al parecer le arrojaban la comida, cuando puso los pañales mal hasta cuando se puso a jugar muñecas con ellas.

-Kanon...empiezo a conocer lo lindo que eres con tus sobrinas.- Comentó Saida con la fotografía de él jugando a las muñecas. Kanon la tomó, la miró rápidamente y miró a sus sobrinas quienes reían muy felices.

-Estaba aburrido.- Excusó.- Y ustedes no debieron haber enseñado esto.- Se puso serio.

-Tío Kanon, ella conoce a papá.- Decía Brissia señalando a Saida.

-Sí...conoce a su padre pero que culpa tengo yo como para que le anden mostrando esto.- Les enseñaba la fotografía, se sentía avergonzado.

-No te enojes Kanon, ellas no lo hicieron con mala intención.- Decía Dione notando como Kanon estaba molesto y engorroso.

-Es cierto, ellas sólo querían mostrarme a su papá y luego me enseñaron todas las fotografías donde sales tú...-Saida evitaba reírse al ver el semblante de Kanon.

-Sí lo sé pero me siento traicionado.- Dijo cruzándose de brazos.

-Tío Kanon, ¡Mira!.- Brissia levantaba una foto donde aparece Kanon con coletas al igual que las gemelas. Kanon casi se va de espaldas y luego miró a Dione.

-¡Habías dicho que no la habías tomado!.- Le reclamó.

Dione se mordió los labios.

-Lo siento...-Dijo ella nerviosa, no quería discutir con Kanon tampoco.- No sabía que caería en manos infantiles.- Dione había guardado esa foto porque le había parecido muy gracioso ver a Kanon en esas condiciones pero jamás esperó que sus hijas le mostraran la foto a Saida o a Kanon. Él estaba rojo de pena.

-¡Tío Kanon es una niña!.- Exclamó Venus riéndose junto a su mamá quien se trataba de controlar.

-Dame esa foto.- Se estiraba para quitársela Kanon a Brissia y ella abrazó la fotografía.

-¡No! ¡Es mía!.- Dijo la niña.

-Haz lo que te digo.- Insistió Kanon. Saida no dejaba de reírse.

-No...-Dijo poniendo la fotografía a sus espaldas. Kanon frunció el ceño con mirada retadora.

-Que me la des.

-No...no...y....no.- Dijo en pausas y sonriendo.

Kanon puso una mano en su rostro ocultando su vergüenza, su vida ya no sería la misma.

Hospital.

Mary Anne estaba aburrida, no tenía muchas cosas que hacer ahí acostada y rodeada de silencio, sólo podía escuchar ruidos en los pasillos pero su aburrimiento no la derrumbaba más que el recuerdo de ver a Camus cerca de ella y de ese beso sorpresivo sin mencionar la propuesta que le hizo con seguridad y firmeza...¿Qué habrá pasado para que él cambiara de opinión?

-¿Se puede?.- Pregunto Haziel sonriendo y asomándose por la puerta, podía verse que estaba bromeando.

-Sí.- Contestó Mary Anne y Haziel entró poniéndose a lado de ella.

-¿Tendrás más visitas?.- Guardó las manos en los bolsillos de la bata.

-No...creo que mañana sí.

-Eso está bien.- Se quedó callado después. Mary Anne lo creía molesto y lo comnprendía.

-Disculpe por todo...

-Puedes llamarme Haziel.- Le dijo sonriendo todavía.

-De acuerdo...Haziel...discúlpame por todo.

-No, no tengo que disculparte en nada...¿Lo dices por lo de hace rato?.- La chica afirmó.- No te preocupes, no niego que me molesté pero no fue contigo, fue por la manera en cómo entró Camus.

-Sí, es cierto...ni yo sé porque hizo eso.- Levantó los hombros.- Dime...¿Tú lo conoces de hace tiempo?

-Sí.

-¿Es amigo tuyo?

-No...lo conozco porque ha venido a verte, te lo había comentado.- Mary Anne respiró hondamente.- De cualquier forma y aunque no me incumba, creo que te faltaba hablar con él, ayer parecías indiferente y hoy te vi llorando.

-Así soy...puedo llorar por todo de la misma forma en que me rio, ese es mi peor defecto.

-¿Peor?.- Enarcó una ceja conmocionado.

-Sí...ser sensible y emotiva es la raíz de que esté confundida.- Refiriéndose a la actitud de Camus pero eso sólo lo sabía ella.

Haziel acercó la silla y se sentó en ella, podía aprovechar un poco de su tiempo libre para hablar con Mary Anne.

-Yo no creo que eso sea un "peor defecto" como dices, es bueno expresar sentimientos.

-No en mi caso...comprobé que eso sólo hace que las personas pierdan interés, es una ironía de la vida.- Explicaba con sentimiento rememorando las veces que le demostraba a Camus cuanto le importaba y este no hacía más que ser indiferente.

-Estás generalizando, no todas las personas son así.

-Pues hasta ahorita no he conocido a nadie que se atreva a saber de mí.- Pausó.- Ni siquiera Camus...-Dijo para sí pero lo había mencionado en voz alta. Haziel basándose en su intuición podía descifrar lo que pasaba.

-A veces hay personas egoístas...no digo que Camus lo sea.- Mary Anne lo miró impresionada, se había percatado que habló de más.- Pero las personas que son así cometen muchos errores y hacen sufrir a otros.

-Sí...eso hacen.- Desvió la mirada por pocos segundos antes de volver a ver a Haziel.

-¿Y tú? ¿Intentas ocultar quién eres?.- Preguntó Haziel y ella se quedó atónita, no había pensado en eso antes pero lo contemplaba, el sólo hecho de no decirle a nadie lo que Denirha le hizo en el pasado era un indicio.

-Supongo que todos lo hacemos en alguna ocasión...

-Exactamente...-Puso sus codos encima de sus rodillas.- ¿Dónde está tu familia?

Mary Anne opacó el semblante momentáneamente ya que después sonrió como si nada.

-Deben estar en Francia, quisiera ir a verlas...las extraño tanto.

-¿Son hermanas tuyas o algo?

-No.- Comenzó a reír.- Me refiero a las monjas del orfanato.

Haziel entendió con la palabra "orfanato".

-Lo siento...no sabía...

-No tengo problemas con eso, no hay de qué preocuparse.- Dijo ella calmándolo.- Ellas son mi familia, cuando cumplí la mayoría de edad tuve que irme de ahí, tenía la posibilidad de quedarme a ser una de ellas pero mis sueños eran otros...yo deseaba enamorarme, aparte de otras cosas como viajar...ellas me enseñaron mucho; aprendí a cocinar a temprana edad, comencé a escribir y demás cosas que me hicieron más segura.- Estaba borrando la sonrisa que tenía.- Lo que no me enseñaron es que el amar a alguien podía llegar a doler.

Haziel estaba atento, había conocido parte de la infancia de Mary Anne en cuestión de minutos y se le hacía interesante la forma tan optimista en que lo contaba, también se había dado cuenta que el golpe no habían afectado los recuerdos de su pasado, al menos hasta ahora.

-Eso no lo enseña nadie, tampoco a saber amar ni de quien...es algo impredecible.- Comentaba.

-Sí...pero bueno, dejemos de lado ese tema...después de que salí del orfanato fui a buscar empleo y encontré varios, años después me vine a vivir a Grecia...-Se detuvo al pensar que posiblemente Haziel tenía cosas mejores que escuchar sus anécdotas.- Lo siento de nuevo, debes estar ocupado...

Haziel ladeó la cabeza y ahora se recargó en el respaldo de la silla.

-Tengo veinte minutos libres o hasta que haya una emergencia, puedo seguir escuchándote sin que haya problema.

-¿Seguro?

-Seguro.- Mary Anne más convencida volvió a contarte parte de su vida, fui fácil hacerlo y más por que Haziel le prestaba atención.

Playa.

Máscara Mortal estaba buscando con la mirada a Sienna y a Sine, las había seguido manteniendo una distancia prudente, aunque no se había disculpado en el Santuario ahora tenía ganas de hacerlo antes de que Afrodita se entrometiera porque lo que le había expresado Sienna en su templo dejaba algo en claro: Afrodita la fue a buscar inmediatamente para ofrecer disculpas cuando no fue él el que daño a Sienna...¿Por qué lo haría?

-Tengo que hablar con ella antes de que ese Afrodita se meta de nuevo.- Máscara Mortal tenía unos binoculares y gracias a ellos podía ver a lo lejos pero en ninguna parte de la playa encontró a las chicas. Se giró más a la derecha y abrió la boca con sorpresa.- No me lo creo...-Dijo para sí al ver a Afrodita a unos cuantos metros haciendo exactamente lo mismo que él pero sin binoculares...¿Coincidencia?. Máscara Mortal rechinó los dientes y fue hacia él decidido.- ¡Oye tú! ¡¿Qué demonios haces aquí?!

Afrodita miró a Máscara Mortal, estaba atónito de verlo ahí.

-Paseando...¿Y tú que haces aquí?

-¡¿Acaso crees que soy un imbécil?!.- Ladraba.- Estás aquí porque Sienna también lo está.

Afrodita enarcó una ceja.

-Y tú entonces termina por contestar...¿Tú qué haces aquí y cómo sabes que Sienna está en el mismo lugar?.- Máscara Mortal se quedó callado, el silencio le dio toda la razón a Afrodita.- ¡Entonces la seguiste!

-¡Cómo sea! Además creo que a ti te interesa ella, ya me enteré que fuiste a ofrecerle disculpas cuando fui yo el culpable.

Afrodita tardó varios segundos en reaccionar.

-No podía quedarme con los brazos cruzados, la lastimaste...

Y mientras ellos dos seguían discutiendo, Sienna y Sine salían de los vestidores con sus respectivos trajes de baño.

-¿Vamos directo a nadar?.- Preguntó Sienna quitándose los cabellos del rostro.

Eufrosine escuchó unos gritos a unos cuantos metros y estuvo por girarse a sus espaldas, las voces le parecían conocidas pero en vez de hacerlo algo más le llamó la atención.

-¿Y si vamos allá?.- Señalaba la rubia y Sienna observó el lugar, esto hizo que pusiera una expresión de sorpresa.

-¿En...serio?

-Sí...si tú te avientas yo lo hago.

Lo que veían era que unas personas daban clavados de una montaña directo al mar.

-Yo no sé dar clavados.

-Yo tampoco pero no importa, sólo nos aventamos y ya...además así se te quitará el coraje que tienes guardado.- Le aconsejaba Sine y Sienna se quedó pensando mientras movía sus labios.

-¿Tú crees?

Y así ambas chicas caminaron hacia donde estaba ese lugar sin darse cuenta de que a pocos metros estaban dos caballeros enojándose.

-Yo no tengo porqué seguir dándote explicaciones.- Se cruzaba de brazos Afrodita muy ofendido. Máscara Mortal hacía lo mismo.

-Ni yo a ti...- Fijó su vista al frente y luego a los alrededores hasta que a lo lejos vio a dos chicas caminando y alejándose más.-¿Son ellas?

Afrodita miró en la misma dirección que su compañero.

-Creo que sí...a ver.- Afrodita le quitó los binoculares a Máscara Mortal enfocando a las chicas.

-¡Óyeme!.- Protestó molesto.

Afrodita vio que efectivamente eran Sine y Sienna y por lo visto, iban a formarse para saltar al mar desde esa montaña rocosa como lo hacía otras personas.

-Oh ho.- Dijo Afrodita u Máscara Mortal le quitó los binoculares.

-¿Qué van a hacer?

-Creo que van a saltar...¡Ay no!.- Puso semblante preocupado y Máscara Mortal lo miró raro.

-¿Qué?

-¿Y si no saben nadar?

El caballero de Cáncer se lo pensó unos segundos.

-No creo...de lo contrario no irían.

-Mascarita...las mujeres hacen lo contrario y más que Sienna está enojada ahorita...-Escucharon que alguien que se lanzó al mar gritaba aterrada y cayó en el agua en mala posición. Ambos miraron la caída y abajo había varias rocas más, la idea de una mujer despechada como Sienna lanzarse y golpearse con las rocas hizo que se les erizara la piel.- ¡Tenemos que impedirlo!

-¡Vamos!.- Así los dos corrieron lo más que pidieron en esa dirección.

Minutos más tarde...

Sine y Sienna ya habían llegado al punto de altura y ya estaba acercándose su turno para saltar. Sienna miraba la altura a la que se encontraban, si analizaba mejor a los que se lanzaban, ellos tenían suerte de no golpearse al caer, pero...¿Y si no le pasaba lo mismo a ella? Los ánimos y el coraje le daban lugar al pánico.

-Mejor vámonos.- Le dijo a Sine quien estaba como si nada.

-Pero ya mero nos toca.

-Sí pero mejor no, creo que es mala idea...¿Qué pasa si nos pegamos?

Sine miraba el mar y luego a la preocupada chica.

-Tal vez pero son pocas posibilidades...¿No crees?

Sienna negó con la cabeza hasta que un hombre de cabellos rubios les llamó.

-Es su turno.- Les dijo tomándolas del hombro y encaminándolas a la orilla, Sienna sentía que las piernas le temblaban.

-N-No...ya me arrepentí.- Dijo ella.

-No te preocupes, sólo intenta caer de cabeza.

-¡¿Cabeza?!.- Eso no le calmó para nada.

-Si quieres nos aventamos las dos al mismo tiempo...-Decía Sine muy calmada.

-Pero no quiero...sólo hay que bajar por donde llegamos y vamos a nadar normal.- El chico se alejó para calmar los nervios de otras personas.

-¡Sienna!.- Las chicas escucharon los gritos y vieron Afrodita y Máscara Mortal acercarse a ellas con angustia en su rostro.

-No te lances...no vale la pena.- Dijo Afrodita controlando su respiración, Sienna enarcaba la ceja.

-Si quieres descarrillar tu coraje hazlo de otra manera.- Decía Máscara Mortal también relajándose.

-¿Qué hacen ustedes aquí?.- Demandó saber Sienna.

-¡Te seguimos!.- Dijeron al unísono.

-¡¿Me siguieron?!.- Exclamó molesta. Ellos dos se miraron entre sí.

-¡Así que si viniste a espiarla!.- Gritó Máscara Mortal.

-¡Y tú hiciste lo mismo!.- Se defendía Afrodita.

-¡Pero tú no tienes nada que hacer aquí!

-Es cierto.- Dijo más calmado Afrodita.- Tú eres quien se debe disculpar ahora ya que yo no hice nada para lastimar a Sienna.

-¡Entonces vete!.- Lo corría Máscara Mortal.

-¡Eso hare!.- Afrodita sin querer extendió las manos a los extremos golpeando a Sienna. Ella quiso mantener el equilibrio manoteando pero no pudo, cayó de espaldas y a su caída un grito continuó. Afrodita se quedó helado al ver lo que hizo, Máscara Mortal estaba mudo de la impresión y Sine se preocupó al ver que Sienna había caído.

-¡Ay no! ¡Ella ya no quería saltar!.- Exclamó.- ¡Alguien ayúdela!.- Ante los gritos, el mismo hombre rubio de antes se lanzó al mar con profesionalismo.

-Afrodita...-Dijo Máscara Mortal sin abandonar su expresión.

-Dime...

-Te va a ahorcar...

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top