48. Buenas y malas personas

Personajes: Shōichirō de Wyvern, Julius Griffin

Historia relatada en base a la serie Dark Wing, siguiendo la cronología de la misma obra. Los personajes aquí mencionados son exclusivamente del Meiō Iden - Dark Wing, Vol. 11, posteriores a los acontecimientos relatados en el capítulo 1, ''El joven de alas negras''.

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Al salir de la secundaria, Shoichiro se quedó un instante leyendo lo que le quedaba de libro de partituras que sería prueba para los dos días siguientes. Caminó hacia la parada de autobús. Como siempre, el que pretendía tomar, estaba lleno, así que decidió esperar otros treinta minutos más para irse a casa a descansar un poco y luego repasar el libro para estar listo.

En eso, observó a la calle del frente y se dio cuenta de que un chico, apoyado en la pared de un edificio, lo estaba mirando. Entre miedo y desconcierto, desvió la vista, pero automáticamente volvía a verlo y el otro no parecía quitar su mirada en él. Algo parecía decirle con los ojos, como si le hablara, sonrió y desapareció en medio de la oscuridad de un callejón. Tragó saliva. No sabía cómo tomarse eso. A lo mejor quería ayuda... no sabía con exactitud. ¿Qué debía hacer? Su mente procesaba el hecho de no desviarse del camino, pero algo le decía que debía hacerlo.

Siguió sus impulsos y cruzó la calle, entrando a ese callejón. Tragó saliva nuevamente al no verlo a primera vista.

La apariencia de Shoichiro es la de una persona que posee la complexión física de un adulto joven, tiene un cuerpo atlético y fornido lo que lo hace ver como una persona fuerte físicamente. Posee el cabello de color rubio, el cual siempre está alborotado. Caminó y caminó. Era más largo de lo que pensaba...

—Viniste —escuchó tras su espalda. Se volteó tan violento y asustado que hizo reír al otro —. No te asustes. No te haré nada... — A quien se había encontrado, se trataba de una persona alta, y de complexión media, pero no es muy musculoso. Sus ojos tenían forma de ojos de gato, y su estilo de cabello es muy corto y peinado ligeramente en puntas despeinadas.

—Yo... no sé por qué vine... —respondió Shoichiro para después querer escapar, pero fue tomado del brazo por Griffin.

—Espera. ¿En serio no lo sabes? —la verdad es que no, no lo sabía —. Tokito, mírame —el otro tomó su rostro e hizo que lo observara —. Eres hermoso... —fueron sus palabras antes de besarlo, pero fue un intento frustrado.

—¡No! — Shoichiro se soltó como pudo y fue corriendo dentro del callejón que creía sin salida.

Tan tonto él al no correr de vuelta por donde vino. Escuchó gritos tras suyo; sus piernas ya no daban para más. Se apoyó en sus rodillas para tomar aire nuevamente y echar a correr, pero de nueva cuenta lo detuvo el chico. —Detente. ¡Shoichiro! —

—¡Suéltame! —

—Espera, lo siento. No fue mi intención —ahora en vez de un brazo, agarró los dos.

—¡Que me sueltes, maldición! —

—Está bien, está bien —los dos respiraron agitados en su posición. Shoichiro no se lo pensó dos veces al tener esa oportunidad para irse —. Mi nombre es Julius, ¿me reconoces? —se presentó el chico. ¿A él que le importaba? —. Me encanto el recital de violín que has dado el día de hoy, ¿tú mismo lo escribiste? —

—No es de tu incumbencia... —caminó a pasos agigantados; el otro lo seguía sin problemas.

—Por favor, sólo... —agarró su bolso y de el extrajo un pedazo de papel y un lápiz —. Sólo toma mi número, ¿sí? —dijo mientras seguía escribiendo y le pasó las cosas al haber terminado.

Shoichiro, extrañado, miró el papel y al chico frente a él, y sin decir nada más, se fue corriendo del lugar para después tomar el autobús rápidamente. Se preguntaba una y mil veces por qué tuvo que ir tras él y qué es lo que quería conseguir en realidad.

A ese chico lo reconocía por estar siempre en los lugares donde se encontraba: ya sea en la biblioteca, en la sala computacional, o en el parque, pero esta vez en el paradero... fue una extraña situación. Ese chico que se hacía llamar Julius Griffin, uno de sus compañeros de clase, y quien recientemente se había convertido en el presidente de la clase. Y ahora, era homosexual y él sin saberlo.

Shoichiro pensó que necesitaba de ayuda o lo que sea, pero no que le fuera a dar un beso así de la nada. ¿Pero qué tenía que ver eso con lo que le estaba pasando? Esa cercanía le afectó en demasía e hizo dudar de su sexualidad. Aunque... Shoichiro no era gay... o eso creía.

Julius llegó un poco desanimado a su departamento. No quería asustar al pequeño Tokito y como era de esperarse, sus impulsos lo llevaron a arruinar cualquier oportunidad con aquel muchacho de ojos heterocromos. Suspiró profundamente al tiempo que una llamada entró a su celular. Miró la pantalla: número desconocido. De todas formas, contestaría.

—¿Sí? —dijo casi frío.

—Ehmm... —con sólo escuchar eso, se le erizó la piel a Julius. Era Shoichiro Tokito llamándolo y se llenó de expectación —. ¿Griffin?

—Claro. Sí. Por supuesto —dijo animado y sonriente.

—¿Podemos... vernos? —

—Claro que sí. ¿Qué te parece en mi departamento? —se golpeó mentalmente, pues parecía ir muy rápido nuevamente.

—Está bien... —milagrosamente aceptó.

—Bien. Entonces mi dirección es...— Julius le brindo con lujo de detalles las indicaciones para llegar hasta donde él, y entonces Shoichiro respondió que se encontraría en unos treinta minutos por ese lugar. Julius pensó que quizás Tokito vivía lejos, pero eso no le importaba.

Ordenó su habitación de inmediato para que así quedara lo más presentable ante la presencia del pequeño. Al haber terminado, bajó las escaleras para esperarlo afuera. Miraba su reloj por cada minuto que pasaba y cada uno de ellos se parecía eterno. Hasta que lo vio doblando en la esquina de la calle. Saludó con su mano, el otro respondió sonriendo levemente.

Cuando ambos se acercaron lo suficiente, no hubo palabras que decir entre ambos y simplemente subieron escaleras hasta llegar al departamento donde el mayor lo invitó a pasar. Shoichiro se encontraba en una situación un tanto confusa, pero ya estaba ahí y tenía curiosidad del por qué Julius le provocaba esa extraña sensación en su estómago.

—Por favor... Acomódate donde gustes. —le habló.

Shoichiro asintió extrañamente observando a su alrededor, enseguida se descolgó la mochila y abrió el cierre de su chaqueta negra. Se sentó en la orilla de cama y observó el lugar. Típico y normal para un estudiante de universidad. El mayor se sentó al lado suyo.

—¿Quieres algo de tomar? —

—No, gracias —mintió, ya que tenía la garganta seca.

—Mmm... ¿Estás seguro de esto? —Julius preguntó dudoso, puesto que esa llamada no se la esperaba demasiado pronto, pero ahí estaba.

—No...—

—Es tu primera vez —aseguró el mayor —. Si no quieres, puedes irte... —dijo amable.

—No. Sólo... estoy nervioso y un poco avergonzado... Decepcionado por lo que estoy sintiendo mientras estoy junto a ti porque no debería. — Esa confesión era algo bueno para Julius. Provocaba algo en el pequeño.

—No te obligaré a nada. Dime lo que quieres que haga. —

—Bésame... —y como mandato, Julius se acercó lentamente para no asustarlo. Shoichiro cerró los ojos para simular que nada estaba pasando, pero era mentira. Sintió unos voluptuosos labios tocando los suyos y no se sentía para nada de mal. Abrió los ojos y vio a un sonriente Julius

— ¿Qué? — Dijo el menor.

—Nada... —suspiró —. Ven —le tendió la mano para que se levantara y quedaran frente a frente —. Te ayudaré un poco con tu confianza. Primero, levántate la camiseta —Shoichiro dudó un momento, pero lo hizo —. Déjalo ahí —el pequeño no había alcanzado a sacársela completamente, así que tapó su rostro —. Esto es un juego previo, en el que aprenderás a sentir... —dijo Julius para luego bajar y tocar su vientre con sus labios, sus manos y su nariz para olisquear el buen aroma del pequeño.

Shoichiro sintió por su espalda un escalofrió, enseguida se le escapó un pequeño gemido, que a Julius le endureció el miembro de excitación. El contrario besó desde el ombligo hasta llegar a sus pechos y mordisquear sus pezones para ganarse otro gemido del pequeño.

Maldición, Julius, tienes que aguantar— Se dijo a sí mismo y le quitó la camiseta de la cabeza al chico. Él hizo lo mismo poco después.

—Ahora te toca sentirme —los ojos desconcertados de Shoichiro no se hicieron esperar y se notaba la pregunta: ¿y por dónde empiezo? —. Así... —tomó su mano y lo puso sobre su pectoral.

Shoichiro pudo recién tomar iniciativa a tocar el cuerpo contrario y tampoco le desagradaba a pesar de ser un hombre. El mayor le dio la espalda y se encontró que tenía un gran tatuaje en la parte alta de esta. Debía atreverse a lo que sea, ¿no? Besó la longitud de aquel tatuaje delicada y lentamente, que casi era una tortura para Julius.

—No puedo más... — el mayor se dio la vuelta para besar fogosamente al pequeño y éste no se negó. Mientras, desabrochaba los pantalones y bajaba al mismo tiempo el bóxer. No miraría para que el otro no se sintiera cohibido. Tomó ambas manos del pequeño para que también tomara iniciativa y así le respondió.

Cuando se despojaron de todas sus prendas, Julius lo llevó a la cama, acostándolo y él quedando en medio de las piernas. Shoichiro estaba un poco asustado. Su cuerpo lo pedía por una extraña situación, pero sabía que esto dolería y no quería ser dañado.

—Espera... —dijo.

—No te haré daño —Julius miró el rostro bello y esos ojos de dos colores distintos que parecían casi llorar —. Te dije que haré lo que quieras. —

—¿Tienes condón? —el mayor río por la pregunta.

—Claro. ¿Quieres que lo use?

—No, sólo... —se ruborizó.

—Sólo querías saber si es que estaba preparado para este tipo de cosas, ¿no es así? —Shoichiro asintió con delicadeza sin quitar el rostro lleno de dudas—. Soy precavido también —suspiró profundo —. Iré a buscar uno... —el pequeño lo detuvo del brazo.

—No... No es necesario —no quería esperar y sentirse arrepentido después de algunos minutos. Julius sonrió ante su respuesta.

—Está bien, entonces iré a buscar lubricante; no quiero dañarte. — El chico se levantó y al entrar al baño, respiró profundamente. Debía tranquilizarse y pensar que sólo sería una vez y luego ya no lo vería. O quizás no era tanto así porque eran de la misma clase. Se golpeó la cara mentalmente.

—¡Listo! —dijo Julius, llegando nuevamente a su lado para tener el momento tan esperado. Sirvió un poco del líquido viscoso sobre su palma; enseguida la habitación se llenó de un fresco olor a frambuesas, froto sus manos y después lo coloco a lo largo de su endurecido miembro. Poco después, y sintiendo la mirada de Tokito sobre sus acciones, le hizo una seña con la cabeza, y enseguida con su mano derecha, le sostuvo la cintura, haciendo que la parte posterior de su cuerpo quedase elevada. De un momento a otro, Shoichiro se erizo nuevamente, todo ocasionado por la colocación de lubricante alrededor de su cavidad anal. Extrañamente aquel liquido estaba frio, y se le escapaba entre su cavidad con dirección entre sus muslos. Tokito se contrajo un poco por el miedo

— Tranquilo... —y diciendo eso, introdujo de forma lenta uno de sus dedos.

—Ahg... Eso duele —se quejó contrayendo su cavidad anal.

—Tienes que relajarte... pequeño —Y advirtiendo una vez más al contrario, decidió mover el primer de sus dedos intrusos, y a los pocos segundos, introdujo un segundo, con esta acción, Shoichiro sentía un agudo dolor, pero poco tiempo después, el lubricante cumplió su función; se adormeció la zona para poco después dejar de sentir esa presión cada vez que Griffin hacia un vaivén con sus dos dedos. Noto el éxtasis en los movimientos de respuesta que daba el menor, así como los gestos en su rostro; y aunque no quería verse impaciente, con una sonrisa pregunto: —¿Puedo? —

—Sí. — Respondió de inmediato.

—Bien... —El mayor se posicionó más cerca, parado de pie a la orilla de la cama, y enseguida introdujo lentamente su miembro —. Recuerda lo de antes, Sho ... —entró muy lento para no dañar al pequeño y este gimió en el proceso —. Eres muy hermoso —dijo para que se relajara más y lo consiguió, ya que la presión alrededor del miembro de Griffin no era tanto.

Con ambas manos le sostuvo de la delgada cintura; haciendo que el vaivén fuera a su ritmo. Julius llevaba todo su peso hacia las embestidas, mientras los sonidos provocados entre ambos cuerpos, eran ahogados por los gritos de Sho.

—¡Ahhhhh! —había dado en el punto deseado y arremetió de nuevo ahí —. Más rápido. — Suplicaba Sho. Julius hizo caso en todo lo que Sho susurraba, así que gradualmente aumento la fuerza en sus embestidas. Aunque debido a la intensidad, la velocidad descendió gradualmente hasta el punto de dejar a Tokito a expensas de cada golpe.

Shoichiro se sentía en el cielo y es que aquella sensación no la creyó tan buena, tan sensacional; era algo que le hacía temblar el cuerpo entero, que le llenaba de agradables escalofríos hasta la punta de los pies de los cuales encorvaba cada vez que Griffin se enterraba en él en el punto exacto. Era lo mejor de su vida y se sintió desfallecer cuando sintió un calambre en su parte baja, anunciándole que ya era el momento exacto para llegar al mayor de sus éxtasis.

—Me voy... Me voy a correr —dijo agitado ante tanto movimiento.

—Yo también... —Julius se inclinó, tomándose de ambas manos del pequeño como soporte y lo besó apasionadamente, para dar unas cuántas clavadas más fuertes y correrse en el interior —. ¡Oh, sí! —siguió arremetiendo y ayudó, al contrario. Lo masturbó hasta que se corriera sobre su mano y sintió la presión nuevamente en su miembro y el palpitar mientras salía la última gota de semen.

Era lo mejor que le había pasado y más con el ser tan perfecto frente a sus ojos como lo era el extraño Julius. Cansado, cayó encima del pequeño, sin salir aún de él.

—¿Puedo saber el nombre de tu sonata? —dijo aún agitado

—Deseo... deseo de media noche... —y éste pareció desmayarse del cansancio, que no evitó; cerrando sus ojos y quedándose dormido.

Horas más tarde, no sabía cuánto tiempo pasó y esperaba que no fuera de día, pero se equivocó.

—¡Maldición! —se levantó de golpe, sintiendo la punzada en la parte baja. —Maldición— pensó nuevamente. Comenzó a vestirse y la presencia de Julius lo ponía nervioso aún.

—Deberíamos vernos de nuevo —dijo tranquilamente. Él ya estaba despierto desde temprano, su cuerpo se veía fresco y su cabello tiraba algunas gotas en las puntas cortas. Julius había estado observando a Shoichiro dormir plácidamente.

—No va a funcionar. —Interrumpió Sho.

—Quizás no, pero...—

—¡Que no! —gritó despavorido. Miedo es lo que recorría su cuerpo, el saber cómo le tratarían sus hermanos, su clase completa, por ser ahora un descubierto homosexual —. ¡No te quiero! —dijo cuando ya estaba casi vestido. Tomó su mochila y abrió la puerta con fuerza, no sin antes dirigirle unas últimas palabras a Julius —. Lo siento y... gracias —se fue del departamento, cerrando la puerta tras él.

Corrió escaleras abajo y tenía pensado borrar todo, en su mente solo podía pedirse que no mirara tras suyo, pero en el fondo esperaba que aquel hombre estuviera siguiéndolo. Era ya imposible porque en él ya estaban sus besos, sus caricias, su manera de «hacer el amor»; todas las sensaciones que por primera vez sentía y que nunca tendría con alguien más. Así lo pensaba en su transcurso de regreso a casa.

Julius salió al balcón y vio al pequeño irse sin mirar atrás.

Date la vuelta... —decía una y otra vez —. Por favor... —sentía angustia por haber tenido todo y ahora nada, pero quería que todo eso cambiara. El que Shoichiro lo escuchara de corazón, le haría el hombre más feliz de la vida y así fue.

Shoichiro, al llegar cerca de la esquina, volteó mirando al chico con un rostro endurecido y sereno en el balcón, pero en cuanto el menor le sonrió. A Julius se le agrandó el corazón como nunca y gritó un claramente y alto: ¡Sí!

Despuésde todo, Shoichiro tendría que elegir entre lo que pensaría la clase y lo quesentía en el corazón. Y sin duda eligió a su corazón, porque a pesar de lomucho que hablaran de ellos y los prejuicios futuros, él quería ser feliz y loharía al lado de su Julius, su compañero.

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