43. Dulce Koga
Personajes: Yuna de Águila, Koga de Pegaso
Historia relatada siguiendo la cronología y argumento de la serie Omega, Spin off de Saint Seiya. Tomando como referencia el episodio 06, ''Comienza el torneo galáctico''.
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El nuevo año escolar había comenzado hace algunos meses, Koga se concentraba en elevar sus notas y pasar completamente desapercibido después de todo lo que había pasado; seguía siendo amigo de Soma y Ryuho, pero con Yuna, la chica del grupo todo había sido distinto.
Ambos habían concordado en que sentían atracción el uno por el otro, así que fue fácil comenzar una relación entre ambos; lo que no fue fácil fue contárselos a sus amigos, los dos se sentían avergonzados, no querían que algo los separara, mucho menos la incomodidad de saber que ellos dos eran algo más que amigos. Por lo cual, Yuna y Koga decidieron callar, nadie diría nada sobre lo que ocurría entre los dos, y si algún día ellos llegaban a terminar, los dos caballeros actuarían de lo más normal y continuarían siendo amigos.
Aquel día las clases habían terminado temprano, la muchacha había terminado de igual forma con sus clases de astrología, por lo cual decidió encontrarse con sus amigos en la sala común de los dormitorios, pero tan pronto Yuna llego, se dio cuenta que no había nadie más, solo se encontraba Koga, quien yacía sentado en uno de los sillones viendo una revista.
Este último no se percató de la presencia de la santa, por lo cual, a ella le fue bastante fácil acercársele y tirársele encima como si quisiera asustarlo, Yuna se echó a reír y arrojo una pequeña mochila que llevaba consigo sobre la mesa de centro frente a ellos.
Koga ni siquiera se inmuto por la presencia de su novia.
—¿Estás bien? —preguntó Yuna mientras se acercaba a Koga tratando de besarle la mejilla, sin embargo, este ultimo de inmediato se levantó, esquivándola por completo.
—Sí—el tono de su voz era frío, y ella no sabía el porqué.
—De acuerdo...—dijo ella. Enseguida Yuna se dispuso a juntar sus cosas, tenía ganas de llorar, pues jamás había visto a Koga comportarse de esa manera, mucho menos con ella.
—¿Qué haces? —preguntó él al ver que Yuna empezaba a juntar todo, guardándolo lo más rápido posible. No contestó—. Yuna, te estoy hablando.
—No te importa Koga...—respondió ella de mala gana mientras tomaba su pequeña mochila.
Koga se interpuso en su camino, evitando que ella siguiera su trayectoria hacía la puerta. Estaba tan cansada de la actitud de él, últimamente se comportaba así, como un completo idiota, cambiando una y otra vez de idea. No sabía por qué, y ciertamente, estaba acabando con su relación.
—Claro que me importa, Yuna ¿a dónde vas? —la tomó de los brazos mientras le quitaba la bolsa.
—¡Déjame en paz! —Yuna lo empujó, tratando de zafarse de sus brazos, pero no lo logró, él era mucho más fuerte que ella.
—No, no te voy a dejar en paz hasta que me digas a dónde vas. —
—¿De verdad? —preguntó ella mientras lo miraba a los ojos—Si tanto te importa el que me ocurre, porque no me dices tú primero lo que te pasa...—
Koga la soltó de inmediato, simplemente la miró directamente a los ojos, si no le decía ahora probablemente ella se iría para siempre. No podía permitir que ella se fuera, estar con Yuna significaba mucho, lo era todo para él, aunque su orgullo y sus celos lo estuvieran alejando.
—Yo... realmente lo siento, Yuna—dijo él mientras bajaba la mirada.
—Eso no basta, Koga, te conozco... por favor, ¿qué pasa? —ella acarició su mejilla, tratando de consolarlo.
—No es... nada—. Yuna suspiró pesadamente, ya no podía hacer más, ya no. Besó su mejilla y tomó nuevamente su bolsa para continuar su andar.
Koga se quedó allí, parado, sin decir nada, limitándose a ver como ella partía. Yuna no era la misma chica que conoció en su primer día en Palaestra, había crecido, la pequeña falda iba un poco más arriba de sus muslos, su cabello largo y pálido ondeaban conforme ella se contoneaba, en ese momento Koga no supo que amaba más de ella, estar a su lado, o deleitarse al verla partir. Pero entonces reacciono y se concentró en lo que estaba ocurriendo. ¿Yuna realmente se iría? Se preguntó él mientras veía como ella titubeaba por unos segundos, pero cuando tomó la perilla y salió de la sala dejándolo sólo, supo que había hecho mal.
Se dejó caer en el sofá, a pensar en todo lo mal que se había portado, pero ya no había marcha atrás, había sido un completo idiota y la había dejado ir, ella se había ido, y probablemente ya no volvería con él. No supo en qué momento se quedó dormido, cuando despertó, ya era tarde.
Durante los siguientes días, su actitud no cambió en absoluto, por el contrario, se volvió más frío, más receloso. Su actitud le molestaba incluso a él mismo, y los demás compañeros y amigos intentaban ayudarlo, pero él no cedía. Él y Yuna no habían vuelto a hablarse, y cada vez que se encontraban en los pasillos o en las estancias, ella contenía la mirada gacha, además, Yuna mantenía más cercanía con Somo, Haruto y Soma, lo cual, molestaba muchísimo más a Koga.
—¿Entonces? —Preguntó Ryuho mientras Koga miraba la mesa vacía—. Ella vendrá hoy al dormitorio, ¿sabes? Creo que Soma le pidió ayuda con algo, podrías aprovechar...—
Ryuho había descubierto a Koga desde hacía un mes, desde que este comenzó a comportarse extraño, el hijo de Shiryu era muy perspicaz, y cuando confronto al Pegaso, este no pudo decir más, pidiéndole que guardara el secreto. Desde entonces, el pequeño dragón era el consejero de Koga, y quien siempre le sugería pensar con el corazón.
—¡Es que no puedo! —subió su tono de voz mientras cerraba los puños.
—Estás dejando que los celos te manipulen, sabes que ella y él son amigos desde hace años, tanto como lo es de ti, lo sabes, además, a estas alturas, seguramente Soma ya sabe que tú y Yuna se traen algo, eres demasiado celoso con ella. —le echó en cara la situación, Koga levantó la vista y lo miró fijamente, enseguida Ryuho continuo: — Koga, escúchame. Si realmente la quieres, vas a arreglar la situación, si no... deja que sea feliz. —
Koga se quedó pensativo, en silencio simplemente suspiro, observando a Ryuho.
Al otro lado del corredor, el otro par de amigos terminaba sus deberes:
—Sí, creo que es todo—comentó Yuna mientras se dejaba caer en la cama—. ¡Tu cama es tan suave, Soma! —dijo ella.
—No es mi cama—se apenó Soma mientras terminaba de recoger los libros y pergaminos con los que recientemente habían terminado de repasar.
—¿¡No!? Bueno, es la primera vez que vengo... ¿quién duerme aquí? ¿Ryuho? —
Por un momento Soma dudó en contestar, pero no tenía por qué sentirse mal, al cabo, había sido Koga quien había terminado con ella, no él. Aunque no podía dejar de sentirse mal, ya que de verdad la quería como una buena amiga.
—Es de Koga. —
—¡Vaya! —contestó mientras se incorporaba lentamente—. Y... ¿él está aquí? —
—No lo sé, creo que salió—. Ambos se quedaron en silencio. Un silencio muy incómodo, hasta que Soma recordó que había pastel en el refrigerador del comedor, entonces se ofrecio a bajar por un trozo para ella—, Oye Yuna, ¿quieres un trozo de pastel? —
—¡Sí, me encantaría! —comentó ella mientras se levantaba de la cama y buscaba el saco planco de su uniforme. —Yo terminaré de acomodar esto, ¿de acuerdo? Me mutaran si se enteran que saque esto de la biblioteca sin permiso—
—¡Claro! — Y enseguida Soma salió de la habitación, antes de pasar a la cocina, al andar por el corredor, decidió mirar la habitación de Ryuho, donde se encontraba el menor y su mejor amigo Koga viendo una película. En seguida, Soma se dio cuenta de que todo estaba tranquilo, así que simplemente cerró la puerta y decidió partir a la cocina para ir por el pastel de fresa.
—Esto es demasiado aburrido. ¡Bien! Iré por el videojuego nuevo que compre. —Anunció Koga. Ryuho se limitó a asentir con la cabeza.
En cuanto Koga salió de la habitación, se percató de que Soma caminaba por el corredor, esté le saludo: —¡Hey soma! ¿A dónde vas? —
Este no se detuvo, asi que simplemente se limitó a responder: — Buscaré un trozo de pastel en el comedor. —
— ¿Podrías servirme un poco? — Dijo el pelirrojo levantando la voz un poco, recibiendo enseguida una respuesta aprobatoria.
—Claro Koga—dijo Soma mientras tomaba las escaleras hacia la planta baja.
Koga sonrió ampliamente mientras se dirigía a su habitación. Tomo el picaporte con la cabeza gacha, y al entrar, vio a Yuna de espaldas, acomodando algunas cosas en desorden y, no pudo evitar sentir un cosquilleo en todo su cuerpo. Con cuidado cerró la puerta, evitando hacer ruido colocó el seguro.
—Yuna...—susurró él mientras se acercaba a ella.
—Koga... yo... ha... —Ella dio un respingo al escuchar su voz, al darse vuelta, ya lo tenía muy cerca de ella, no sabía que contestar. Se ruborizo al instante.
—... ¿Por qué no me dijiste que estarías aquí? —preguntó mientras se acercaba más a ella, acorralándola en el escritorio. Ella se puso nerviosa, no sabía que Koga llegaría tan pronto se quedará sola.
—Yo... vine a ayudar a Soma...—dijo firmemente mientras intentaba no mirarlo directamente a los ojos, pero era imposible. Podía sentir aquella atracción como el primer día que lo conoció.
Koga acarició su mejilla mientras se acercaba a ella, haciendo que la distancia que había entre sus labios desapareciera poco a poco, mientras el deseo incontrolable se apoderaba de ellos. Yuna no podía controlarse cuando él la besaba de esa manera tan arrebatadora.
Apoderándose de su cadera, el pegaso la acercó a él, haciendo que lentamente Yuna empezara a llenarlo de caricias. Sus corazones empezaban a acelerarse, mientras que las respiraciones agitadas hacían eco por todo el cuarto.
—Koga...—susurró ella mientras lo seguía besando, dejando que todo rastro de cordura desapareciera por completo.
No podían contenerse, no ahora cuando había tanto deseo, tanta pasión recorriendo sus cuerpos de pies a cabeza, llenándolos de esa adrenalina tan placentera. Koga empezó a quitar la ropa, empezando por la blusa, desabotono rápidamente los botones; fueron fácil retirarlos pues aquella prenda le ajustaba de los pechos. Tan pronto su piel quedo expuesta, sus manos fueron recorriendo sus pechos. La chica no pudo evitar el gemir ante su tacto, ante aquellas caricias que le quemaban la piel.
—Te deseo... Yuna—le dijo al oído para después comenzar a besar su cuello y cargarla hasta la cama. Ella aprovechó para poder deshacerse de los pantalones de él y de su camiseta, dejando aquel cuerpo expuesto.
Koga llevó su mano por debajo de la falda corta, dirigiéndola hasta la intimidad, dejo leves caricias por encima de su prenda mientras seguía besando su cuello. Ella arqueo su espalda al sentir aquel placer, podía sentir como una corriente eléctrica placentera recorría su cuerpo en ese instante, un tanto adictiva.
A medida que las caricias se volvían más pasionales, los gemidos se volvían más fuertes. A ese punto, no importaba que los escucharan sus compañeros en los dormitorios aledaños.
Koga acarició nuevamente sus pechos, quitando el broche delantero del sostén, bajando lentamente hasta que sus labios se apoderaron de ellos, estimulándolos continuamente mediante besos y lamidas. Yuna aun no era una mujer, pero su cuerpo tenia las mejores proporciones para Koga. No podía con tanto placer, simplemente no podía...
Lentamente se deshicieron de toda prenda, dejando que sus cuerpos desnudos se tocaran, recorriendo cada parte de ellos, dejando caminos de caricias, saliva y besos. Yuna llevó sus manos a la espalda de él, presionando su cuerpo con el suyo, acariciando cada músculo. Bajando lentamente hasta llegar a su miembro para estimularlo.
Koga se aclaró la garganta al sentir aquel estimulo tan placentero. Ella quería darle placer igual que él se lo daba a ella, acariciando lentamente el prominente miembro; los constantes movimietos hacían crecer poco a poco el miembro de su novio, sin embargo, el pegaso no podía soportar más la espera, este interrumpió aquellas caricias mientras tomaba las manos de ella y las colocaba una a cada lado por encima de su cabeza, sujetándolas con fuerza.
—Dime que eres mía—susurró él mientras se abría paso entre sus piernas y la veía fijamente a esos intensos ojos azules.
Ella gimió al sentir como la dureza de él entraba tan lentamente, podía sentir como su intimidad era invadida, expandiéndose gracias a la virilidad de Koga mientras él se dedicaba a besar su cuello hasta llegar a sus labios, bastaron unos cuantos segundos para que el chico entrara completamente, y poseerla por primera vez.
—¡Ahhhhhg... Koga! —susurró ella entre sus labios, sintiendo como empezaba a moverse dentro de si—. ¡OH! —gimió mientras volvía a entrar.
—Dime que eres mía—rogó él mientras volvía a embestirla.
—Siempre—susurró ella intentando concentrarse— siempre he sido tuya...—dijo para después fundirse en un profundo beso.
—No pares... por favor—pidió ella en casi un susurro. Sintiendo como su cuerpo era llenado de caricias y de besos, recorriendo cada rincón de su cuerpo.
Conforme el tiempo pasaba y los movimientos se intensificaban, la voz de Koga también se hacía más gruesa, más ronca... Y a menudo le susurraba lo que le gustaría hacerle a ella. Sin dejar de tomarla, de poseerla, haciéndola suya...
Podía sentir como las gotas de sudor caían lentamente por su cuerpo, dejando un camino húmedo por su piel.
—K-koga...—volvió a susurrar mientras enterraba sus uñas sobre los hombros, pasándolos enseguida por encima de su espalda al sentir como entraba con más violencia, no podía parar, no ahora cuando sentía el placer tan exquisito recorrer tan lentamente su interior.
Sentía desvanecerse en ése momento, pero al sentir sus labios de Koga recorrer su cuello tan delicadamente, su piel se estremeció del solo sentirlo.
—Eres una delicia—le susurró nuevamente al oído con esa voz tan gutural...Volviendo a tomar sus caderas y con el vaivén de sensaciones que le hacía sentir, volvió a gemir al sentir nuevamente aquel arrebato con el que era poseída.
Sus gemidos inundaban por completo la habitación. Para ése entonces no le importaba que media escuela escuchara sus gritos de placer, lo único que importaba eran ellos dos, ese preciso momento que solo les pertenecería por siempre.
Sus embestidas iban aumentando cada vez más, podían sentir aquella sensación de placer, aquel éxtasis tan anhelado acercarse lentamente, disfrutando de cada momento, de cada caricia, de cada beso...
Llenándose de caricias y de besos, entregándose mutuamente, en cuerpo y alma, Koga se levantó ligeramente del cuerpo de Yuna, notando el rubor sobre su rostro
—Te amo—susurró él mientras la embestía con fuerza por última vez, dejando que su semen le llenara completamente el interior.
—Y yo a ti... Mi dulce Koga—
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