36. Idiota
Personajes: Milo de Escorpión, Shoko de Caballo Menor
Historia relatada en base a la serie Saintia Sho, siguiendo la cronología de la misma obra. Los personajes aquí mencionados son exclusivamente del Saintia Sho, Vol. 3, siendo más específicos en el capítulo 12, ''Conclusión''.
Si te gustan mis historias, por favor deja una estrellita o algún comentario diciendo que te pareció este capítulo.
Te lo agradecería muchísimo.
Shoko era una joven que entrenaba día a día desde la desaparición de su hermana, había jurado convertirse en una poderosa Saintia para poder encontrarla y estar juntas de nuevo. Para cuando pudo hacerlo su hermana fue poseída por el fantasma de una diosa del mal, Shoko nunca pudo estar más cerca de ella que ese último día en el que la vio con vida. Desde ese momento cada noche soñaba con su recuerdo, las promesas que se habían hecho cuando aún estaban juntas.
—Debiste detenerlo — Desde ese momento la imagen de su hermana aparecía noche tras noche en sus sueños, sin embargo, Sho sentía como si se tratara de la vida real. —Por qué no me ayudaste — Volvía a repetir aquella voz.
—¡Kyo! — Sho respondía entre sueños, era exactamente el mismo sueño de siempre donde su hermana aparecía delante de ella, todo estaba en penumbras. Acto siguiente su hermana aparecía, portando la armadura de caballo menor, la misma por la que Sho había entrenado tanto y portado después de su desaparición.
—Yo confiaba en ti — Le dijo con la mano al pecho.
—Perdóname...yo... — Suplicaba a la vez que le tomaba de las manos, guiándolas hacia su propio abdomen. Su hermana ya se encontraba de frente a ella, al poco tiempo soltaba sus manos y la abrazaba. — Por favor, kyo perdóname. — Rogaba la pelirroja, recargando su rostro en contra del hombro de la mayor.
— ¡Entonces muere, Sho! — Dicho aquello último Sho levantó la mirada para encontrarse con la de su hermana, estaba llena de ira sus ojos eran negros como cuando poseía el espíritu de Eris. Shoko se había alejado de su hermana, pero solo un par de pasos bastaron para darse cuenta que caminaba entre un charco de sangre, sangre que provenía de su abdomen.
Shoko negó un par de veces hasta que pudo despertarse. Estaba en su habitación, por si fuera poco, sudaba y respiraba de forma entrecortadamente.
—¿Pesadillas de nuevo? — Una voz provino de la penumbra, recargado en uno de los muebles de la habitación Milo se dejó ver.
—¿¡Qué haces aquí!? — Cuestiono la joven, tratando de cubrirse con la manta. Por poco no lo reconocía, Milo llevaba su ropa de civil y no la brillante armadura de oro con la que se había acostumbrado a verlo.
—Velo por tu sueño — Respondió avanzando hacia ella, tocando a su paso algunas de las pertenencias de la joven pelirroja, prestando particular interés en una de las fotografías que yacían pegadas en una tablilla de corchos. En el marco se encontraba una chica de cabellos obscuros, a su lado una con la cabellera roja como el fuego. No había duda que se trataba de Sho y Kyo.
—¡Pues no deberías! — Mencionó la menor, dejando escapar un suspiro ante las acciones del griego. Quién solo había volteado a verla por un par de segundos después de la primera respuesta.
—Era Kyo. — complemento con cierta tristeza bajando enseguida la mirada
—¿La extrañas? — Pregunto el hombre, dando un pequeño toque sobre la fotografía, tapando específicamente el rostro de Sho.
—Más que nunca — Las últimas palabras de la joven Ko le habían partido el alma, quizás porque Milo había sido el causante de la muerte de su hermana Mayor en aquella pesadilla, temía que quizás no solo fuera eso, sino, una terrible premonición de lo que estaba a punto de pasar.
—Bien muévete. — ordenó el mayor, avanzando así hasta situarse al lado izquierdo de la cama. Cuando pudo apiló un par de almohadas, sentándose finalmente en la cama. Sho no entendía muy bien que era lo que aquel sujeto hacía, no fue hasta que la obligó a recostarse contra su pecho.
Shoko podría haberse alejado de inmediato pues el agarre del brazo de Milo no era del todo fuerte, sin embargo, desistió de su decisión cuando el caballero de oro comenzó a frotar las yemas de los dedos contra su cabellera.
—¿¡Qué haces!? — Pregunto contra la camiseta roja del griego.
—Te ayudo a dormir, ¿no es obvio? — Respondió de inmediato, retirando un par de mechones de su rostro, continuando con aquellas acciones entre los finos cabellos de la joven santa.
—Gracias. — Murmullo restregando su rostro contra la prenda. Aquella desprendía un olor encantador.
Al poco tiempo Shoko terminó por caer dormida nuevamente, a los momentos Milo detuvo las acciones limitándose a verla por unos minutos. Un bostezo hizo que se diera cuenta de cuan cansado estaba él también, los ojos le comenzaban a pesar, su esfuerzo por mantenerse despierto fue en balde, pues terminaría profundamente dormido igual que la chica.
Pasaron horas hasta que Shoko despertó nuevamente, no sabía con certeza qué hora era, pero era obvio que faltaba mucho para que llegara el amanecer. Se movió un poco solo para darse cuenta que Milo se había dormido.
—¿Milo? — Le llamó un par de veces, moviendo levemente la mano delante de su rostro superó todo sin obtener una respuesta. — este maldito idiota. — Murmullo para volver a recostarse contra su pecho.
Un par de minutos pasaron nuevamente, y la menor no tenía idea de cómo recobrar el sueño. ¿Debía llamarlo para que volviera a acariciar su cabello? Claro que no, eso sería ridículo. Se limitaba a ver mínimamente los bolsillos de su pantalón.
—Es muy apuesto... — Dijo para sus adentros, mordiéndose los labios al ver su rostro desde aquella posición.
En ese momento una idea inundó la mente de Shoko, con ayuda de una de sus manos desabotonó y bajo la bragueta del pantalón de Milo. Con cuidado introdujo su mano por el pequeño hoyo que se había formado, alcanzando a sentir el bulto bajo su ropa íntima. Shoko cuidaba que aquel no se fuera a despertar, si lo hacía bastaba con agachar la mirada y fingir que estaba dormida.
Con una sonrisa en el rostro comenzó a acariciar el prominente miembro, deslizando la mano de arriba hacia abajo, aún sin retirar la prenda que lo cubría. La extremidad poco a poco comenzó a despertarse, tomando la posición que le correspondía al estar erecto. Tardo muy poco para que el miembro levantara la prenda que lo cubría en forma de carpa, Sho estaba sorprendida pues seguramente aquel hombre ya se había dado cuenta de lo que hacía.
Pero era imposible, estaba profundamente dormido, la habría sentido apenas realizó el primer movimiento al despertarse. Sus dedos se encargaron de despojarlo de la prenda íntima, una fina tela elástica en color azul, sería tentador ver cómo lucía aquella prenda completamente. Se alejó tan solo un poco para recoger su cabello en una coleta, por más cansado que estuviera el molesto roce de su cabello sería cosa que despertaría a cualquiera. Una vez que pudo se encorvó nuevamente hasta la entrepierna del griego, al estar a una distancia conveniente sostuvo el miembro con la diestra, y tan pronto se sintió lista comenzó a lamer la extremidad de aquella piel.
Nuevamente se limitaba a observarlo mientras su lengua se pasaba de arriba hacia abajo; la sinhueso de Sho viajaba desde la punta del glande de Milo, recorría por completo el falo hasta llegar a la base del miembro, y de esa forma finalizar en los testículos. Una vez que sintió el hedor de aquella zona le importo muy poco si se despertaba, así que tomó un pequeño trozo de los genitales logrando introducirlo en su boca. Una vez ahí se limitó a succionarlo, soltarlo y volver a realizar aquella acción, cuando terminaba volvía hasta la punta del miembro, succionando esa parte como si de un caramelo se tratara.
Sho agitó, lamió, mordió y frotó contra su rostro el miembro de Milo. Aquel cada vez se ponía mucho más duro, la Saintia sabía que a un determinado número de movimientos debía haber secreción seminal, y ese era el objetivo final, aunque quizás si se despertaba y la obligaba a retenerlo entre sus piernas no sería una mala idea.
Una vez más lo adentro en su boca, dejando que el miembro tocase hasta lo más profundo de su garganta, un par de arcadas se hicieron presentes, pero Shoko pudo retenerlo, al menos hasta que consiguiera la cantidad suficiente de saliva para empaparlo y continuar masturbándolo.
La piel del miembro subía y bajaba a la par de la saliva, realmente parecía una niña pequeña degustando un caramelo. Y es que el miembro del caballero de oro era simplemente delicioso. una nueva succión fue realizada, y en esta ocasión pudo retenerlo mucho más tiempo dentro de su boca hasta llegar al punto de que sus ojos se tornaran llorosos.
Fue entonces que el miembro escupió la secreción, un líquido blanco comenzó a salir de la punta, al poco tiempo Sho lo lamió nuevamente, teniendo como resultado más de esa viscosa sustancia. Sin derramar alguna gota la Saintia de bronce retuvo el líquido en su boca, tragándolo poco después. Una última lamida a lo largo de aquel miembro fue suficiente para que Sho diera por terminada su tarea, consigo volvió a colocar el miembro por debajo de la prenda interior, enseguida el pantalón hasta poder cerrarlo y dejarlo como estaba.
La joven de cabellera roja se recostó en contra del pecho del mayor, recobrando el sueño que había perdido, dejando aquella noche como una más, después de todo nadie podría acusarla de algo que no había pasado, todo quedaría como un sueño en la cabeza del escorpión.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top