26. Susurrando nuestra historia

Personajes: Deathmask de Cáncer, Helena
Historia relatada siguiendo la cronología y argumento de la serie Soul of Gold, Spin off de Saint Seiya. Tomando como referencia el capítulo 1, ''¡Revive! Leyenda dorada'', cuando los caballeros de oro hacen su aparición en la tierra de Asgard.

Si te gustan mis historias, por favor deja una estrellita o algún comentario diciendo que te pareció este capítulo.
Te lo agradecería muchísimo.

Cuando Deathmask había despertado todo estaba tan cambiado; principalmente porque estaba vivo, lo único que recordaba era que él, al igual que todos sus compañeros habían elevado sus cosmos al máximo frente al muro de los lamentos en el inframundo. Después del destello cegador no recordaba más, muy probablemente el impacto lo había vuelto a la tierra, ¿pero exactamente en qué parte de ella estaba? A su alrededor todo estaba tan cambiado, nunca antes había visto algo así, al parecer se encontraba sobre una colina cubierta de nieve, del cielo caían copos igual de blancos y puros. Al recobrarse permaneció unos minutos sentado sobre la nieve, la gold cloth se cáncer yacía a su lado.

— Menuda coincidencia volver a encontrarte aquí ¡Eh! — Le dijo dándole un ligero golpe con el dorso de su mano.

Deathmask se puso de pie y colgó la pesada caja sobre sus hombros, comenzando a caminar colina abajo, donde a lo lejos, se alumbraba el cielo nocturno con una densa nube gris proveniente de chimeneas humeantes. No sabía decir si se trataba de una noche o una madrugada, la vida en dicha aldea parecía no terminar.

Con la caja a cuestas emprendió camino entre las calles empedradas. Algunas puertas cerrarse y apagar las luces del interior le indicaban que era de noche. El caballero de cáncer logró encontrar a un mercader que le proveo —aunque a regañadientes— de un abrigo de lana. El hombre se había asustado tanto por el acento extranjero del italiano que sin dudarlo entregó la prenda a cambio de las dos monedas retorcidas que Deathmask llevaba en la suela de sus botas.

Mientras el camino iba oscureciéndose a su paso por las calles de la aldea, Deathmask logró ver a lo lejos a un pequeño niño situado encima de una caja de madera. Aquella era utilizada para estar a la altura de una repisa que parecía haber sido improvisada. Estaba tratando de alcanzar un balde con algunas flores en el interior. Sin embargo, sus pies no parecían estar del todo firmes sobre la caja, Deathmask lo observo sin motivo alguno. Lamentablemente el pequeño niño perdió el equilibrio cayendo de la caja de madera y trayendo consigo la repisa y enseguida el balde con flores que estaba sobre esta.

El niño cayó al suelo, y el balde no tardó en vaciarse sobre sus ropas. Deathmask corrió inmediatamente a ayudarlo. Algo le decía que el recipiente había sido un objeto muy pesado, y a juzgar por el estado de sus ropas, el niño quizás era huérfano, y enfermizo. Extrañamente Deathmask sintió un poco de lástima por él.

— ¿Estas bien, mocoso? — Pregunto intentándolo levantar.

Deathmask no se percató que detrás de él también una chica se había acercado para ayudar. Sino hasta que el pequeño se puso de pie y la llamo "hermana": —Estoy bien, hermana, este señor me ayudó. — Dijo con media sonrisa al estar de pie. El pobre niño estaba empapado, castañeaba los dientes. Deathmask se quitó la capa de lana y se la tendió sobre los hombros

—Esto seguramente te ayudará— dijo el caballero dándole un par de palmadas sobre los hombros. El niño asintió y tomo la gruesa y cálida capa por los dos extremos. Sus mejillas se habían tornado rosados.

La joven castaña insistió en que el niño debía negarse, pero Deathmask hizo lo contrario. Finalmente, la joven termino agradeciendo el gesto de aquel hombre y ambos terminaron por retirarse. No sin antes que el niño extendiera una cordial invitación hacia el caballero de oro.

— ¡De acuerdo! Seguramente este amable señor necesitará su abrigo — menciono la joven de la que aún desconocían su nombre.

Deathmask no sabía a ciencia cierta por qué lo había hecho, pero el niño había despertado algo que creía que hace mucho había perdido y eso era la empatía por sus inferiores. En medio de la noche siguió a aquella mujer de rasgos finos y altura promedio. Quien lo guio entre las calles de la aldea hasta su hogar. Su apariencia es la de una joven con cabello color café, usaba flequillo y apenas tenía unos cuantos mechones cortos detrás de sus orejas.

Frente a la puerta, la joven hizo que su hermano menor se quitara el abrigo y entrara de inmediato a la casa. La muchacha de cabellos castaños sacudió un poco la capa, y la toco, esperando que no estuviese muy húmeda para que la pudiera usar de nuevo.

—Ha sido usted muy amable. ¡Muchas gracias! — Comento la joven, creando una leve reverencia hacia el hombre, esperando que no lo tomase como una ofensa, pues a juzgar por su apariencia y esa enorme caja de oro que llevaba a cuestas, seguramente se trataría de un noble empleado en el palacio Valhalla.

El caballero estaba a punto de retirarse cuando nuevamente escuchó la voz del pequeño. Este último había salido de la casa nuevamente hasta dirigirse al caballero; tiraba de su mano insistente. Parecía estar ciertamente emocionado por aquel sujeto. El chiquillo lo había obligado a entrar a su casa a sabiendas que su hermana había dudado desde primera instancia en que los siguiera.

Una vez adentro el caballero pudo darse cuenta de lo pequeña que era aquella casa; la habitación ni siquiera se comparaba al pórtico de la casa de Cáncer, apenas y podía albergar una pequeña cama para una sola persona, una mesa y algunas sillas, además de la chimenea que les brindaba calor. Sobre la mesa donde se había sentado solo había un par de trozos de pan y una botella de leche medio llena. No resultaba ser mucho, pero al ver que solo se trataba de ellos dos, quizás bastaría para el siguiente día.

Sorpresa fue al ver que además del niño al que, ayudado anteriormente, había tres más como él, entonces en ese momento la comida dejo de ser poca a convertirse en casi nula.

Seguramente era una gran tarea para sus padres y por eso ellos dos tenían que ayudarles también. El caballero trato de ver hacia los lados, esperando que los adultos aparecieran, sin embargo, ese momento nunca llego. A su izquierda solo se apreciaba una puerta por la que el pequeño niño y sus tres hermanos entraron después de que Helena los enviara de vuelta a la cama.

Helena pronto se le acercó con una botella de cristal y un par de vasos diminutos. Se sentó en la única silla que quedaba al frente de él y enseguida sirvió el contenido de la botella en los dos vasitos.

Suspiro y enseguida dijo: —No me he podido presentar. Soy Helena. — a pesar de parecer agotada su voz era suave y reconfortante, además la muchacha mostraba una media sonrisa a lo que Deathmask correspondió de igual forma.

El caballero se dio cuenta de que aquella sonrisa era diferente a muchas que había visto antes, más bien, la chica tenía que ver. Le acercó uno de los dos vasitos y lo incitó a beber: —Sé que no será el mejor, pero... como verás no hay más en esta casa. — Decía la mujer, volviendo a llenar ambos vasos.

Después de un rato el silencio se hizo presente, cada vez que uno de ellos bebía el contenido de su vaso, el otro se encargaba de llenarlo. El rostro de Helena delataba una pequeña franja roja que cruzaba de un extremo hacia el otro. Sus ojos estaban cayendo levemente seguramente por el nivel de alcohol que habían bebido hasta ahora.

—Mis padres murieron cuando solo tenía quince años... desde entonces he tenido que hacerme cargo de mis hermanos. — comento con un ligero tono pastoso en su voz. Deathmask no supo que decir, asi que solo se limitó a beber.

—A veces quisiera darme por vencida... y simplemente... — Helena estaba por comentar algo más, sin embargo, comenzó a toser en un tono alto y osco. Fue entonces que Deathmask se puso rápidamente de pie y la ayudo, pero tan pronto se le acerco, la aparatosa tos ceso.

Helena y Deathmask estaban verdaderamente cerca, tanto que el caballero pudo notar por primera vez el resplandor en los preciosos ojos verdes que la muchacha poseía. Extrañamente el caballero se sonrojo y se apartó. Helena se puso de pie y temblorosa se dirigió hasta la cama; la chica casi se tropezaba con la propia silla, por lo cual el italiano la siguió, le tomo por la cintura sin notarlo, evitando a toda costa cayera al suelo. Las risas se hicieron presentes, Helena estaba bajo las influencias del alcohol, por lo cual se le hizo fácil y divertido apartar al chico con ambas manos.

En ese instante la castaña se puso de pie y casi de inmediato se deshizo de su ropa; Deathmask pareció un completo torpe al verle con sorpresa, se paralizo y sus manos comenzaron a sudar, podía jurar que su quijada estaba temblando al querer decir algo. Ninguna palabra coherente fue capaz de salir.

Sus botas, el delantal, el vestido, y hasta el pantalón que llevaba de bajo, quedaron en el suelo. Completamente desnuda, Helena se acercó hacia él, Deathmask estaba completamente atónito, trataría de apartar la vista, sin embargo, no le fue posible, las curvas de esa mujer le atraparon pues ciertamente debajo de toda esa ropa ni siquiera eran posible percibirlas.

Helena rodeó el cuello del hombre y con un movimiento rápido se sentó sobre las piernas del chico: una vez más el hombre quedó paralizado, ¿que debía hacer en ese momento? Ella estaba desnuda, sobre él, pero no la conocía, y además estaba bajo de la influencia del alcohol, ¿qué pasaría a la mañana siguiente?

Todas las posibles respuestas se vieron desvanecidas apenas Helena poso sus labios contra los del caballero; con el firme agarre sobre su cuello le fue fácil atraerlo hasta ella y de esa forma besarlo profundamente.

Ambos cayeron a la cama, las piernas de la joven se situaron a los costados del italiano al igual que las manos de él sobre la cintura femenina; enseguida el caballero comenzó a besarle el cuello, los hombros y parte de los brazos, paso sus labios por cada centímetro de la piel descubierta, inclusive se tomó la libertad de dejar unas cuantas marcas sobre la misma, hecho que le resulto sumamente extraño hasta al mismo hombre. Deathmask, sin embargo, conservaba sus prendas civiles.

Helena tampoco se quedaría atrás, le despojo de cada una de las prendas que usaba en aquella noche, su visibilidad y coordinación no era mucha, pero le era más que suficiente ir descubriendo cada parte del cuerpo contrario con sus manos. Para cuando se dieron cuenta ambos estaban desnudos, el toque de ambos cuerpos parecía hacer que el deseo aumentara, se notaba en lo agitadas que estaban sus respiraciones, todo aquel acto era un choque de emociones que se negaban a dejar de sentir.

Las acciones no sólo continuaban el ritmo del beso, si no que esta vez ambas manos del caballero se desplazaban; la diestra iba por encima de los pechos, mientras que la zurda descendía hasta entre sus piernas, frotando lentamente por encima de su zona intima.

El italiano sentía que su miembro estaba lo suficientemente erecto para comenzar el acto, sin embargo, no se sentía seguro que con la chica pasara lo mismo. No quería lastimarla, por lo cual comenzaría a moverse en forma de va y ven, rozando una y otra vez su virilidad contra la entrepierna contraria; como resultado los jadeos y chillidos iban a la par de las acciones contrarias.  Poco tiempo paso para que la extremidad, así como la cavidad de su contraria estuvieran más que listas para consumar el acto, el hombre tomo cierta distancia, tenía que darse cuenta de algo que había ignorado muchos años atrás, con la ayuda de una luz proveniente de fuera, pudo notar el sonrojo en los pómulos femeninos acompañado de una mirada temerosa, por primera vez había notado el rostro de una chica que estaba igual de nerviosa que él.

Finalmente, un movimiento por parte del chico hizo que un gemido se ahogara entre sus labios, y es que fue inevitable para la muchacha no hacerlo, pues la virilidad en su interior estaba ensanchando las paredes interiores.

Deathmask comenzó a moverse al segundo siguiente, los movimientos se tornaron constantes, con más fuerza cada vez que se presenta una nueva, la castaña por su parte parecía disfrutarlo, sus movimientos iban a la par; sus brazos se enredaron alrededor del cuello del caballero una vez más, reteniendo a Deathmask cerca de sí. Sentía que la anchura de la extremidad rasgaría su interior, sin embargo, no podía detenerse, el éxtasis era único, le llenaba de deseo a cada momento.

Después de un largo lapso de movimientos, jadeos y suplicas un tanto incongruentes por parte de Helena, habían llegado al punto más alto de la excitación, teniendo como resultado un acto apremiante. No había seña alguna de cansancio por parte del masculino, a pesar de que la ancha espalda estaba ligeramente humedecida por el reciente acto, se retiró de encima, quedando tirado a su lado dejando escapar un profundo y gratificante suspiro.

La pequeña aún se retorcía de placer, sin embargo, no dejaba de toser con fuerza. Al parecer para Helena era bastante difícil respirar y controlar aquel ataque de tos, por el cual rápidamente Deathmask se puso en pie, se colocó de nuevo las prendas inferiores, cuidando siempre que la puerta aledaña no se abriera; no tendría como explicar el estado de su hermana mayor a los pequeños.

Cuando estaba por colocarse la camiseta, el ataque de tos cesó y entre penumbras logro ver como la muchacha volvía a recostarse sobre la cama. El caballero respiro profundamente aliviado, tenía que irse, pero no así, y mucho menos dejarla en ese estado, sería un enorme cargo de conciencia al verse así a la siguiente mañana.

Helena dormía plácidamente, a los pies de su cama se encontraba un camisón, Deathmask se encargó de colocárselo de nuevo y así dejarla entre las sabanas, lo más ordenadas posibles. Con ayuda de una vela y un trozo de papel el caballero escribió:

Cuida de tus hermanos siempre, Helena.
— DM.

Le beso la frente con su rostro húmedo y sin afeitar. Acto seguido dejo todo ordenado, sobre a pequeña mesa donde yacían los dos vasos de alcohol coloco la nota y diez monedas de plata. El caballero creyó que aquello podía dejar una buena impresión para un futuro encuentro; claro, si la joven decidía recordarlo.

Frente a la puerta Helena comenzó a toser por segunda ocasión, el caballero de oro entonces notó el estado tan deplorable en el que la joven Helena se encontraba, no supo concebir la verdadera razón de su atracción hacia ella. Quizás era verdadero enamoramiento por su belleza física, o a los nobles sentimientos que Helena tenía por sus hermanos, o quizás... sólo quizás... sentía esa atracción hacia su cuerpo enfermizo y deteriorado por el olor a muerte y agonía que emanaba de él.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top