20. Legados
Personajes: Kiki de Aries, Raki de Apendix
Historia relatada siguiendo la cronología y argumento de la serie Omega, Spin off de Saint Seiya. Tomando como referencia el episodio 74, ''¡La batalla de Kiki! Los amigos que superan las generaciones'', cuando Kiki recuerda a su maestro Mu.
Si te gustan mis historias, por favor deja una estrellita o algún comentario diciendo que te pareció este capítulo.
Te lo agradecería muchísimo.
Era mi octavo cumpleaños cuando mi maestro me dio una bolsa como obsequio; dijo que sería más fácil para mi ayudarle si la tenía conmigo siempre, de esa forma no tendría que cargar miles de objetos con las manos.
Mi maestro Kiki es mayor que yo por ocho años. Es decir, él era de mi misma edad cuando él servía al legendario señor Mu de Aries, caballero de oro. Me alegra de sobremanera aparecer en su vida, puesto que, siendo huérfana, el futuro sería incierto para mí. A veces me pregunto que habrá pasado si yo estuviese con ellos en los años posteriores a la gran guerra.
Mi florecimiento llegó cuatro años más tarde. Dado que mi maestro era la persona en la que más confiaba, tuve que hablarle de lo que había pasado aquella mañana. Mi maestro me explicó que aquella nueva etapa era algo que tarde o temprano tendría que pasar, y que todas las mujeres habían pasado por ello, me explico algunas cosas que ciertamente desconocía y que sorprendentemente él sabía a pesar de ser del sexo opuesto.
Mi maestro me aconsejó descansar, el entrenamiento sería suspendido, se me permitió retirarme, pero mi maestro prohibió rotundamente que abandonase el templo. Dijo que a pesar de ser lo más normal para una mujer, está situación podría complicarse. Me explico cómo mantener mi zona íntima limpia, y ocultarlo de ser necesario el aparecer frente a alguien.
Me retire a mis aposentos como lo aconsejo el maestro, rápidamente logré quedarme dormida, y así fue durante los próximos tres días, fue normal para mi recibir aquellos consejos y seguir las órdenes que me daba mi superior, pues parecía estar realmente interesado en mi estado de salud.
Mi maestro también dijo que cuando terminara de sangrar le avisara, de esa forma podríamos volver al entrenamiento. Al tercer día me puse de pie, me duché como era costumbre y coloqué ropas limpias, el sangrado había desaparecido al igual que el dolor en el área abdominal.
Recordando lo que el maestro había pedido, me dirigí en busca de él, extrañamente aún permanecía en su ala privada. En ese sitio donde no me era permitido entrar hasta entonces. Llame a la puerta con un par de golpes, la voz proveniente de adentro ordenaba que entrara. Obedecí.
El maestro llevaba puesta su ropa interior y la túnica estaba abierta, dejando ver su cuerpo bien trabajado, había salido de tomar su ducha matutina. Me sonroje al verlo en su estado, no porque estuviera interrumpiendo en sus aposentos, sino por la forma en la que se encontraba semi desnudo. Mi apariencia no era tampoco la mejor, me apresuré a verlo tan rápido que olvidé trenzar mi cabello, era un completo fastidio atarlo y mantenerlo ordenado ahora que había crecido notoriamente.
-Lamento mi intromisión, maestro. Pero... he venido a buscarlo... han pasado los tres días... - Trataba de explicar cuando me interrumpió.
- ¿Y cómo te sientes? ¿Ha desaparecido ya? - Me cuestiono con media sonrisa en el rostro.
- Si... esta mañana no había nada más - Respondí de inmediato. A decir verdad, me avergonzaba un poco hablar sobre este tema.
- Me alegra, Rakki. Ahora, entra a la cama... -
- ¿Disculpe? -
-Te explicaré mientras te desvistes -
-Pero... maestro... -
-Hazlo, Raki, es algo que entenderás perfectamente. -
Y dicho aquello no pude responder, sentí un nudo en el estómago, algo dentro de mí me decía que no era una buena idea. Dudaba de mi maestro, de mi misma. ¿Por qué me pide esto ahora? Que cosas había que entender.
-Raki.... que...-
Me llamo de nuevo, y fue entonces que comencé a quitar las cintas de mis ropas, la seda de mi túnica se separó, dejé a la vista mi torso, me sentí apenada por la mirada de mi maestro. Continué con el pantalón, toda mi ropa hacía en el suelo de la habitación de mi maestro Kiki. El solo aguardó, permaneció en silencio y después se acercó a mí.
Con un hábil movimiento levantó uno de los mechones de cabello que habían caído sobre mis pechos guiándolo hasta detrás de los hombros. Con el dorso de su mano acarició parte de mi cuello y hombro, y después lo descendió en torno al seno. Sentí estremecerme, no podía respirar, estaba nerviosa y comenzaba a sentirme acalorada. El me veía fijamente con los profundos ojos azules que tiene, buscaba mi aprobación, o es que solo me veía para darse cuenta de si me estaba sintiendo nerviosa.
Fue entonces que colocó ambas manos sobre mis pechos, de nuevo me sentí avergonzada, eran tan pequeños ¿qué habría pensado el en ese momento? Con sus pulgares comenzó a acariciarlos, sentí la extraña sensación entre mis piernas y en la punta de mis pechos, se trataba de algo extraño y nuevo, como si estuviera recibiendo pequeños piquetes, pero sobre todo estaba gustándome.
Mis pezones se tornaron duros al poco tiempo, fue entonces que mi maestro se colocó sobre sus rodillas y acto seguido su lengua se deslizó alrededor de ellos. De nuevo el escalofrío marco mi espalda. Sus manos sobre mi cintura me hacían permanecer cerca de él, mis labios temblaban, se sentía muy bien, pero no sabía si debía decirlo o no. Mis manos a pesar de estar rígidas se morían de ganas por tomarle del cabello, extrañamente mis ojos se tornaban blancos, por eso prefería mantenerlos cerrados.
Sus besos y lamidas descendieron hasta mi ombligo, una pequeña mordida me hizo estremecer y soltar un gemido. Fue entonces que mi maestro se puso de pie nuevamente y con rapidez se deshizo de su túnica. Me sostuvo nuevamente por la cintura y sin importar la altura entre ambos terminó besándome en los labios.
Sus besos fueron pasionales y húmedos, parecía que comía de mi boca, trague saliva que a la vez se había confinado con la suya, y entonces sentí el incremento de esas extrañas sensaciones; deseaba poder ser tocada por mi maestro, quería que siguiera besándome y apegándome a su cuerpo, deseaba poder hacerle lo mismo. Me hizo recostarme sobre la cama, separó mis piernas haciéndolas que las flexionara, y de inmediato se colocó sobre mí, beso el cuello volvió a mis labios y entonces sentí como entre ambos se colaba algo duro, intenté ver de qué se trataba, pero me fue imposible, estaba realmente distraída en sus labios.
Mi maestro comenzó a moverse de atrás hacia adelante y con cada movimiento algo se golpeaba entre mis piernas, se sentía realmente bien, podía sentir como la respiración de mi maestro se engrosaba con cada movimiento.
Enseguida sentí como ese algo se introdujo ligeramente en mi vagina, sin embargo no se movió, fue entonces que mi maestro me vio a los ojos, sus brillantes ojos azules me embobaron, solo escuché su voz cuando me dijo " Esto estará bien", asentí y cerré mis ojos por inercia, mi maestro se movió hacia mí y enseguida sentí una interrupción en mi cuerpo, aquello había sido a causa de su miembro, el momento fue doloroso, agudo y ensordecedor, pero estaba bien como mi maestro lo había dicho, recuerdo haber emitido un gemido en alto por aquello que solo pudo callar con un beso.
No podía cerrar las piernas, el maestro Kiki estaba entre ellas, luego comenzó a moverse nuevamente, imitaba los mismos movimientos que antes solo que ahora cada vez que iba hacia adelante, su miembro entraba y golpeaba algo dentro de mí, conforme aquellas acciones se prolongaron el dolor desapareció y la forma en la que entraba se había facilitado
Mi cuerpo se movía completamente, mis senos, aunque todavía muy pequeños tenían un ligero movimiento de arriba hacia abajo como si de pequeñas gelatinas se tratase, mi boca emitía gemidos por si sola en respuesta al placer que mi maestro me provocaba. Su miembro continuaba irrumpiendo en mi zona íntima y yo deseaba que aquello no acabara pues era un completo deleite poder verlo sudado, agitado y con un ligero rubor sobre sus mejillas.
En un par de ocasiones la velocidad aumentó hasta el punto de crear un sonido al choque de ambos cuerpos, he de admitir que los mejores momentos fueron aquellos pues, aunque dolorosos la excitación y el toque de su miembro en mi interior fueron demasiado delicioso.
Yo no podía hacer mucho más que aferrarme a su cintura, gemía con fuerza y luchaba por mantener mis piernas abiertas. En ese momento sentí que algo dentro de mi estaba bajando, desde la boca de mi estómago hasta mi pelvis, el incremento de temperatura en mi rostro era innegable y entonces escuché un gruñido por parte de mi mayor; más bien había sido un suspiro de satisfacción, como si llegaba a cierto punto. Y realmente lo hizo...
Sentí calambres en el vientre, las piernas me temblaron y terminé por cerrar las piernas aún con el miembro de mi maestro en el interior. Cerré los ojos, sentí vergüenza, pues este aún me veía. Quizás no había hecho lo suficiente y por eso se había detenido. Al poco tiempo se movió y salió lentamente de mi interior. Permanecí en silencio y con incertidumbre hasta que me tomó por las mejillas y me beso profundamente.
-Descansa, el entrenamiento termino. - Dijo con media sonrisa en el rostro, poniéndose de pie y abandonando la habitación.
Recobre mi postura sobre la cama, y al querer abandonarla sentí algo húmedo bajo mis piernas; voltee a ver, era un reguero de sangre. Rápidamente me puse de pie, tomé la túnica de mi maestro del suelo para cubrir mi cuerpo. Quité las mantas y con un abrecartas de mi señor pude romper la parte superior del colchón que se había manchado. Al poco tiempo mi maestro entró, al ver la vergonzosa escena se echó a reír, tenía una humeante taza de té entre las manos que dejaría después sobre la mesita de noche. Se acercó, tomó mis manos, arrojó el abrecartas al suelo, besó el interior de estas y me tomó por la cintura nuevamente. Esta vez sus manos estaban un poco por encima de mis glúteos.
Desde ese entonces han pasado más de seis años desde mi primer sangrado. He llegado a conocer mi cuerpo tanto como el de él, el señor Kiki y yo hemos practicado el coito de una y otra forma que podrían sentenciarnos como mundanos. Nuestra relación alumna maestro es más que sólida. A pesar de que las leyes del santuario lo prohíben, estoy lista para concebir una nueva vida y postergar el ya conocido legado de Aries.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top