17. Mi pecado

Personajes: Ikki de Fénix, Esmeralda
Historia relatada siguiendo la cronología y argumento del manga original; tomando como referencia el capítulo 17, ''Los recuerdos del odio'', después de que Hyoga regresa su ataque mental a Ikki haciéndolo que recuerde lo horrible que ha sufrido durante su entrenamiento.

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Lo que dañaba al caballero fénix tenía que ver con una mujer, la situación con Esmeralda siempre resultaba ser algo doloroso que recordar, quizás le dañaba más que la propia muerte de su madre.

Durante su estadía en la isla de la reina muerte existió una mujer, su nombre era esmeralda, tenía al menos dos años más que Ikki, pero aun así era más baja y delgada. Tenía el cabello rubio, los ojos que le recordaban a su hermano menor Shun, tanto que la había llegado a confundir en varias ocasiones cuando necesitaba de cuidados tras los duros entrenamientos.

—E-Esmeralda — Susurro al sentir las delicadas manos sobre la espalda, la misma que hasta hace poco había dejado de sangrar por los golpes y duros entrenamientos que Guilty, el mismo padre de Esmeralda y también su maestro, le había propinado.

—No te levantes, Ikki, déjame curarte. — Fueron las palabras de aquella pequeña rubia antes de hacerlo quedar boca abajo. Aquella mujer siguió con sus intenciones de lavar las heridas.

El lugar tan húmedo y frio en el que Ikki pasaba la noche no serían las mejores condiciones para que alguien permaneciera de esa forma, aunque en el día sería peor debido a las crudas temperaturas que azotaban aquel pequeño islote olvidado por dios.

El trapo mojado se deslizo a lo ancho del cuerpo de Ikki, poco después iba al agua tibia, y enseguida a repetir la acción. A Esmeralda ya se le había hecho costumbre tener que esperarlo por las noches para curarle, aunque algunos días simplemente pensaba que Ikki no volvería, con lo sádico que su padre podía llegar a ser.

—He terminado, por favor date la vuelta. — Suplico con la dulce voz, apartándose lo suficiente para que el aprendiz siguiera sus órdenes.

Ikki a punto de desmayarse de dolor hizo caso a la joven, teniendo cuidado de no lastimar o infectar las heridas recién lavadas. Al quedar boca arriba pudo observar de frente a la rubia. Vestía un ligero vestido de lino verde, lo ideal para las temperaturas de la isla. Resaltaba muy bien su figura, Ikki parecía darse cuenta de todo el tiempo que llevaba bajo entrenamiento gracias al cuerpo de esmeralda, pues notaba como sus formas de mujer iban siendo más pronunciadas, sus pechos se veían más grandes que antes, y sus caderas al mismo sentido.

Esmeralda lucia más hermosa cada día, pero no era lo único que el aspirante de fénix observaba sino también lo que sentía. Cada día le era más necesario verla, y cuando por fin lo lograba, esa extraña sensación inundaba su cuerpo, era algo como necesario tenerla muy cerca, Ikki quería sentir su piel suave y fría contraerse contra la suya áspera y caliente.

En ese momento sus pensamientos fueron interrumpidos por los repentinos sollozos de esmeralda. Había soltado el llanto tan pronto vio todo el daño que el aspirante había recibido. Se negaba a continuar.

—No, esmeralda por favor. — Menciono el joven al sostenerle del brazo, evitando así que se fuera. Trataría de consolarla.

—Mírate. Todo lo que te han hecho. — Comento entre lágrimas, tratando de cubrir su boca con el dorso de la mano. Esmeralda finalmente asintió un par de veces y fue entonces que continúo lavando el cuerpo del joven aprendiz.

Primero paso el trapo húmedo por sus hombros, bajo hasta sus pectorales y finalmente el abdomen, donde las heridas se hacían más profundas. Cuando estaba por continuar inconscientemente paso el trapo por la zona pélvica y así por parte de las ingles que estaban al descubierto. Para cuando se dio cuenta ambas miradas se habían cruzado y no solo eso, los dos jóvenes estaban sonrojados. Así permanecieron por unos instantes antes de terminar acercándose, donde finalmente culminarían en un beso.

Tanto Ikki como esmeralda anhelaban aquella acción, pues ninguno objeto después de emprender la danza de sus labios, al poco tiempo la mano del joven sostuvo el rostro de la rubia, permitiéndole que su lengua se introdujera con levedad, y de esa forma mezclar la saliva con la impropia. Esmeralda torpemente había correspondido a aquella acción que le pareció sumamente excitante. Poco a poco dirigió su cuerpo hasta situarse encima de las piernas del muchacho, olvidándose completamente de lo herido que estaba de la espalda y quizás hasta de las piernas.

Ikki le sostuvo por la cintura, permitiéndose así levantar la tela verde, la cual dejaba por completo al descubierto la parte baja del cuerpo femenino. La continuidad del beso les permitía avanzar en las caricias e impulsos extraños que sentían el uno por el otro. Por su parte, esmeralda se comenzaba a restregar en el regazo del fénix. Sintiendo cierto cosquilleo entre sus piernas, por supuesto aquellas acciones también afectaban a Ikki, a quien su miembro comenzaba a molestarle rápidamente por debajo de las prendas de entrenamiento.

Las manos de aquel aprendiz no se detuvieron, de tal forma que ambas se colocaron por encima de los senos de esmeralda, esos pechos grandes y ciertamente firmes que había visto crecer a lo largo de su estadía. Eran perfectos, cabían totalmente entre sus manos, pero la chica poco permitió aquella acción, al menos mientras estuvieran aun cubiertas por su vestimenta. Los tirantes del vestido cayeron enseguida, dejándole ver la piel ligeramente quemada por el sol. El mayor de los dos, rodeo la cabeza del aprendiz, guiándola hasta la zona recién descubierta; gracias a aquella acción Ikki pudo olfatear, sentir e inclusive lamer un par de veces sus pechos, centrándose en uno solo para brindarle más atención.

Consistía en contornear el pezón con la punta de su lengua, los gemidos de esmeralda comenzaban a incitarlo a hacer más, aunque realmente no sabía que más debía hacer, era la primera vez que sentía algo por alguien, más aún era quizás la primera vez que una mujer estaba así de cerca. Al poco tiempo el pecho de la muchacha ya se encontraba entre la boca de Ikki, con esto daba inicio a una serie de succiones que volvía loca a la de ojos azules. Como respuesta la parte baja de su cuerpo continuaba moviéndose en círculos, a ciencia cierta esmeralda tampoco sabía porque su cuerpo respondía de esa forma, pero sin duda lo que Ikki hacía era algo que no quería que se acabara, cada vez sentía la necesidad de querer más de aquel joven tan fuerte.

Quizás por los movimientos de sus caderas la tela del pantalón del hombre finalmente cayo, o quizás no, después de todo el miembro de Ikki estaba hinchado, y algo erecto, esmeralda aun temerosa y guiada por el deseo volvió a su posición inicial esta vez su vestido estaba a la altura de su abdomen, por consecuente podía sentir la extremidad del hombre rozarse entre sus piernas.

—Ahgh.... Ikki. — Gimió nuevamente apenas el roce se hizo más continuo, al muchacho le gustaba como la voz tan dulce de la mujer se distorsionaba cada que sus pieles se tocaban.

En ese momento Ikki también comenzaría a mover sus caderas, quería volver a ver el sonrojo de esmeralda, sus acciones no dejaban de ser torpes y a la vez bruscas, por lo cual en un movimiento de mas Ikki irrumpió entre las piernas de la muchacha, liberando un agudo gemido que tardaría un poco más de lo normal en esfumarse. Aquella acción había creado un arañazo en la espalda del fénix.

Esmeralda por un momento pensó en levantarse e irse, pero cuando menos lo espero, aquella sensación de dolor se había esfumado, ahora no lo sentía más, pues todo aquello se había convertido en placer, al siguiente segundo había comenzado a moverse. Pero su sorpresa fue, que al accionar de nuevo sus movimientos el miembro del fénix terminaría de endurecerse, creándole mucho más placer del habitual.

Su estómago estaba algo revuelto, las sensaciones de adormecimiento en sus piernas y las cosquillas en la zona íntima que la incitaba a seguir moviendo. De un momento a otro comenzó a levantarse dejándose caer al siguiente segundo. Al parecer la joven rubia había encontrado una forma de divertirse y sentir esa extraña sensación en su cuerpo con mayor facilidad. Se apoyó sobre los hombros del menor haciendo que sus movimientos se hicieran más constantes; al poco tiempo se hacía notar el golpeteo de su piel contra la del joven aprendiz, quizás si alguien pudiera verlos notarían lo enrojecido que se habían tornado sus glúteos, pues el japonés presionaba y estrujaba de vez en cuando la suave piel de esmeralda.

Sus gemidos no paraban, parecía una sinfonía con el tono tan dulce que Ikki conocía, Esmeralda estaba sonrojada, para ser la primera vez de aquellos dos lo habían disfrutado en demasía. Fue entonces que una serie de punzadas viajo desde el abdomen de la menor, extendiéndose hasta lo más recóndito de su entrepierna, los espasmos la hicieron retorcerse un par de veces hasta que un líquido broto de entre sus piernas. Rápidamente cayó por sus piernas, empapando la pelvis del aprendiz. La respiración de esmeralda estaba más agitada de lo normal, su corazón palpitaba rápidamente, y la temperatura de su cuerpo se había elevado demasiado.

Para cuando aquella joven intento ponerse en pie el dolor entre sus piernas se hizo más notorio, era doloroso, no podía si quiera moverse. Fue entonces que Ikki tomo la iniciativa, se retiró del interior, pero fue nuevamente peor; el miembro hinchado de aquel pequeño niño se lo causo. Y no solo eso, sino que también trajo consigo un hilo de sangre, era una escena espantosa; para esmeralda algo vergonzoso.

—E-esmeralda... ¿es-tas bien? — Pregunto el joven Ikki, siguiendo el rastro de sangre que provenía de entre las piernas de esmeralda.

La rubia se puso en pie sin importarle que las piernas le fueran a fallar, rápidamente acomodo la tela de su vestido, limitándose a huir con movimientos de negación con la cabeza.

— Ella era solo una niña... y yo... yo también... — se repitió a si mismo mientras el calor del volcán envolvía sus alas, su cuello y sus piernas. Mientras el ceño aun parecía intranquilo Ikki recuperaba sus fuerzas.

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