14. Regreso a Rozan

Personaje: Dohko de Libra
Historia relatada en base a la serie de The Lost Canvas Gaiden, siguiendo la cronología de la misma obra. Los personajes aquí mencionados son exclusivamente del TLC Gaiden #6 "Dohko", siendo más específicos, en el capítulo 46 ''Tierra de Hadas''

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Habían pasado cinco años desde la última vez que su padre la había llevado a rozan a visitar a su amigo Dohko. Desde hace cinco años no era más que una niña temerosa que se sentía incómoda al escuchar conversaciones de personas mayores, ahora era una adolescente capaz de entender que era lo que ocurría a su alrededor. Tenía recién los dieciséis años. Su padre había muerto hace seis meses, y este último, antes de cerrar los ojos por completo le había encomendado una misión.

— Quiero que visites a Dohko en Rozan. Llévale comida, protégelo. — Dijo aquel hombre moribundo antes de escupir su último aliento con ese ruidoso esputo.

Durante su trayecto de la aldea hasta la cima de la montaña la joven de cabellera negra no podía sacarse de la mente preguntas acerca del aspecto de ese hombre; desde la última vez que lo vio recordaba que estaba algo desalineado, la barba le había crecido mucho y su cabello por igual.

Su padre al igual que el señor Dohko mencionó que su mal aspecto era debido a que no podía moverse por vigilar el sello de Atenea. Sin embargo, aquel hombre lucia joven y vigoroso, independientemente de su imagen. En ese momento quizás por ser una niña aún no podía verlo, pero el amigo de su padre era verdaderamente apuesto.

Subiendo con la caja de mimbre al igual que su padre, Yilin llegó cerca del atardecer hasta la cascada de Rozan. Muy cerca del borde se encontraba aquel hombre; sentado en la pose de meditación, como si estuviera sin vida. El señor Dohko llevaba puesto el mismo Hanfu color jade que su padre le había dado la última vez que lo vieron. Estaba algo sucio y con rasgaduras en la parte de la espalda, quizás por los climas tan crudos por los que el hombre tenía que pasar.

Un par de pasos más bastaron para dejarla a una distancia conveniente. —Llámalo por su nombre con un tono alto. Recuerda que está en una especie de trance. — Fueron las palabras que su padre le dio como instrucción.

Carraspeo un par de veces la garganta, pues no sabía en realidad como llamarlo. Aunque fuese mayor que antes el individuo poseía casi el doble que ella, y no solo eso, era amigo de su padre. Merecía un gran respeto por parte suya.

— ¡SEÑOR DOHKO! — Alzó la voz en un tono severo, provocando que el eco se extendiera por la cascada e inclusive provocando que algunos pájaros se movieran de su lugar. Afortunadamente Dohko había despertado.

— ¡¿Qué ocurre?! — levantó la mirada hasta toparse con la silueta femenina a su lado. La observo de arriba hacia abajo, topándose con el fino rostro de ojos enormes. — ¡¿Quién eres tú?! — Pregunto de inmediato.

— Lamento haberlo molestado, Señor Dohko— Mostró la reverencia hacia su mayor, dejado la cesta que cargaba en su espalda sobre el suelo. — Soy yo, Yi Lin, la joven hija de Hao. — Mencionó aún con el rostro contra el suelo, en forma de disculpa.

— ¿La hija de Hao? — Se sorprendió, y de inmediato se puso de pie. — ¿Dónde está Hao? — Buscó a su alrededor con la cabeza.

— Mi padre ha muerto hace seis meses, maestro. — Respondió con cierta melancolía. Levantándose del suelo. — Han pasado cinco años desde la última vez que estuvimos aquí. Antes de partir me pidió que velara por usted. —

Al estar de frente al hombre se dio cuenta que nuevamente el vello en la cara le había crecido lo suficiente para cubrirlo en su mayoría.

— Lamento mucho la pérdida de tu padre. — Volvió a encorvarse, manteniéndose así por un par de minutos antes de recuperar su posición. — Sé que Hao estará muy orgulloso de ti, Yilin. — Dijo mostrándole una sonrisa.

La joven Yilin también sonrió y de inmediato recordó su cometido. Necesitaría entregarle todo rápidamente si quería volver a la aldea, aunque sería más tarde de lo normal.

— He traído ropa nueva para usted, maestro. — Se arrodilló frente a la caja, dejando ver el contenido. — He preparado unos cuantos recipientes de comida que le ayudarán a recuperarse también y algunas cosas para su aseo. — La nativa parecía feliz de mostrar aquello, pues había pasado toda la noche anterior repasando cada cosa que fuera necesaria para aquel hombre.

— Agradezco tus atenciones, pequeña. — Dohko volvió a mostrarse cortes, tomando entre sus manos las finas prendas que la femenina le ofreció.

La indumentaria que la muchacha le había preparado se trataba de un par de pantalones de seda en color negro, con un hanfu de color carmín y bordes dorados. Dohko aceptó el noble gesto, sin embargo, prefirió comer primero antes de asearse y colocarse las prendas nuevas.

Yilin aceptó, y uno a uno, el plato del interior de la canasta sacó; los colocó todos sobre una manta de color jade. Arroz, tallarines con picante y unos cuantos dim sum fueron los favoritos del caballero de Libra. Había quedado muy satisfecho. Agradeciendo por la comida una y otra vez. Desafortunadamente para Yilin ya era muy tarde, el sol había caído por completo, y por supuesto Dohko se opondría rotundamente a que partiera sola de vuelta a la aldea.

— Puedes dormir en la choza de allá.  Tiene una cama y mantas — Menciono señalando a una pequeña vivienda no muy lejos del borde de la cascada.

Aquella asintió y se retiró de inmediato hacia la pequeña casa. Dohko por su parte desapareció. Se había lanzado a la cascada. La chica se había sorprendido, pues cualquier persona normal podría morir desde una altura como esa. Claramente aquel hombre no era una persona normal.

Algunas horas pasaron, Yilin no podía dormir, el sonido de la cascada chocar contra las rocas era desesperante, cuando salió de la cama y se posó delante de la puerta fue incierto saber qué hora era o cuando fue que aquel hombre salió de la cascada. Cuando Yilin se dio cuenta el joven Dohko ya estaba sentado de nuevo exactamente en el mismo sitio donde lo encontró cuando llegó a la montaña. Tenía puesto la ropa que le había traído a excepción del hanfu. Yilin se encaminó hasta donde estaba aquel hombre, parecía meditar nuevamente.

Cuando estaba lo suficientemente cerca de él, se colocó sobre las rodillas y con cuidado pasó sus manos por la espalda de aquel hombre, su cuerpo no dejaba ver el respirar, poco a poco recorrió aquellas manos hasta lograr acariciar su pecho. A pesar de encontrarse en ese sitio de manera inmóvil su piel se sentía sumamente suave, caliente y poseía el hedor de hombre a pesar de haberse aseado.

Fue entonces que los labios de la joven se decidieron a posarse sobre los hombros, avanzando inmediatamente hasta su cuello. El tigre de rozan había despertado una vez más, colocó su mano por encima de la más pequeña y a pesar de sus intentos por detenerla la mujer simplemente se negó. Yilin fue moviéndose lentamente sin alejarse mucho de aquel hombre, su rostro se restregaba en contra del masculino haciendo que la espesa barba marrón le enrojeciera las mejillas. Pero eso no fue todo, la diestra se desplazó hasta la entrepierna del joven, y sin mucho preámbulo la introdujo por debajo de la prenda encontrándose con el miembro del mayor.

De un segundo a otro la mano de la hija de Hao ya estaba creando un movimiento de arriba a abajo, sin perder la lentitud, lo cual le resultaba ser bastante placentero al séptimo caballero de oro.  Un movimiento más en la cabeza hizo que sus labios se juntaran, Dohko la estaba besando con mucha desesperación, parecía estar más consciente que antes. En ese momento se dio la vuelta, tomando el mando entre los dos, su primera acción fue recostar a la fémina debajo de su cuerpo, inmediatamente se colocó sobre ella; y no solo eso, sino que continúo besándola por un largo tiempo.

Ambas manos se posicionaron sobre sus costados acariciando de arriba hacia abajo, llegando inclusive hasta sus pechos. Al poco tiempo la prenda poco importó, el caballero de los cinco picos se deshizo de la prenda al quitar los botones que la mantenían cerrada. La joven doncella se abrazó al caballero con ambas piernas, lo que dejaba completamente expuesta su intimidad debajo del corto vestido azul que llevaba.  Debido a la posición se vio obligada a dejar la entrepierna del mayor, sin embargo, sus manos ahora descansaban entre los cabellos marrones de aquel hombre.

Al poco tiempo Dohko volvió a prestarle atención al cuerpo femenino, sus labios al igual que los de ella anteriormente se deslizaban por encima de su piel. Dohko tardo muy poco en llegar hasta sus senos, otro poco para introducir uno de ellos a su boca y comenzar a succionar de la delicada punta. Yilin no tardó en hacerle saber cuán bien le hacía, sus gemidos eran constantes, pero algo delicados al mismo tiempo que sus ojos permanecían cerrados.

Conforme el caballero de la balanza continuó descendiendo las falanges de la mujer se enredaban entre sus cabellos, Yilin estaba recibiendo muchas atenciones por parte de aquel hombre, lo que más disfrutaba era el contacto de sus labios y el vello rozarle en el abdomen. Cuando el mayor estaba por descender aún más fue detenido por la jovencita. Mil y una posibles respuestas vinieron a su mente; la principal fue que se estaría entregando a un hombre por primera vez y por eso temía de sus futuros actos. Fue entonces que todo lo que tenía en mente para poseerla se borró de inmediato.

Volviendo a la posesión de sus labios, el mayor deslizó la diestra entre sus piernas, sintiendo la calidez que emanaba de la entrepierna. En un movimiento hizo que su mano se frotara en la intimidad provocando que la menor se retorciera en el suelo, inclusive los gemidos eran más altos y agudos.

El mayor sentía la necesidad de consumar el acto cuando antes, pues no se le permitiría permanecer sin cuidar el sello un minuto más. Fue entonces que se deshizo de inmediato de los pantalones, dejando ver su entrepierna, aquella estaba lo suficientemente endurecida como para penetrarla en ese mismo momento. El guerrero guio el falo del miembro hasta su entrepierna para así restregarlo un par de veces contra su entrada, la punta del miembro de aquel hombre se introducía un par de veces entre el par de labios íntimos, provocando aún más el sonrojo y la excitación en la muchacha.

Un par de esas mismas caricias bastaron para lograr humedecer más a la jovencita, y sin previo aviso, Dohko realizó una estocada que le provocó cierto dolor a la menor. El miembro de aquel caballero entró completamente para complementar el rincón más íntimo de aquella mujer.

Dohko se apoyó sobre sus brazos, tomando cierta distancia del cuerpo de la joven, únicamente la parte baja de su torso era la que tocaba el cuerpo más delgado. En ese momento comenzó a mover sus caderas haciendo que la parte de su pelvis fuera en un vaivén, rápidamente el cuerpo más delgado comenzó a resentir aquellos movimientos pues sus senos iban moviéndose a la par de las caderas del mayor.

El cuerpo de Dohko iba llenándose de placer cada vez que realizaba una embestida hacia Yilin, y es que el rostro tan angelical de la menor lo incitaba al extraño deseo por conseguir más.  Con cada estocada que el libra realizaba en contra del cuerpo contrario, le era más fácil dar la siguiente, pues su miembro se deslizaba fácilmente en su interior gracias a la lubricación que logró desde el principio.

Las piernas de la chica se abrieron de par en par dejando así que el cuerpo del caballero hiciera completo contacto con su cuerpo. Las embestidas se prolongaron por un largo tiempo, llegando a provocar sudoración en ambos cuerpos.

Yilin por su parte no podía creer todavía lo que estaba pasando, ese hombre era casi de la edad de su padre, pero lucia tan lleno de vida, radiante con esa barba tan espesa, cada vez que su mente le decía que aquel acto estaba mal, el caballero de Libra la hacía olvidar por completo con una fuerte embestida. Jamás se imaginó que entregarse a un hombre fuese tan placentero, pero sin duda alguna tenía mucho que ver de quién se trataba.

Ambas manos se deslizaron hasta los glúteos del mayor donde los presionaría de tal modo que incitaría a los movimientos más bruscos de aquel. El amigo de su padre cedió a la discreta petición haciendo que su cuerpo pusiera más fuerza en cada uno de sus movimientos, en ese último momento la menor tocó la cúspide de la excitación, pues los gemidos se hacían cada vez más intensos y llenos de dolor, como si suplicara que se detuviera.

Faltaron sólo un par de nuevas embestidas para sentir como el falo del miembro estaba más húmedo, y es que el aroma de aquella pequeña había lubricado por completo la extremidad. Yilin se había corrido gracias al castaño, y también él enseguida lo haría. Para su suerte el líquido seminal fue directo al interior de la muchacha, de otro modo sentiría que le faltó al respeto.

Aun permaneciendo dentro de ella Dohko se dejó caer sobre su cuerpo, consumando aquel acto con un profundo beso, al poco tiempo cambiarían de posición donde no solo permanecería en su interior, sino que comenzaría nuevos movimientos en contra de ella. No importaba cuánto se quejará aquella chiquilla, sus gritos, gemidos o maldiciones en contra de él no serían escuchados por nadie. Su único testigo sería la cascada que estaba a metros de ellos, la cual, moría cada que golpeaba contra las rocas en el fondo.

Dohko, el guardián de Rozan, debía permanecer día y noche velando por la seguridad del sello de Atenea, aquel que solo perdería su magia dentro de 243 años. Quizás si una noche lo dejaba de observar no pasaría nada, sobre todo cuando una noche cómo ésta tendría que pasar cada cinco años.

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