12. Expiación de pecados
Personajes: Shaina de Ofiuco, Cassios
Historia relatada en base a la cronología y argumento del manga original. Tomando como referencia la primera parte del capítulo 33, ''Por mi Diosa'' Durante el tiempo donde Cassios cura a Shaina de sus heridas.
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Shaina había vuelto de Japón después de haber ido a buscar a Seiya, pues este último había quedado mal herido debido al reciente enfrentamiento contra los santos de plata. Para cuando estaban de vuelta al santuario, Aioria estaba totalmente cambiado, vestía su armadura de oro cuando anteriormente nunca lo hacía hecho aun cuando se trataba de una falta de respaldo, se tomó la libertad de pasar por la choza de Shaina a quien no solo trajo consigo de Japón, sino que también se aseguró de cuidar y dejar a salvo bajo la responsabilidad de su discípulo Cassios. Aioria no había explicado mucho, simplemente se retiró haciéndolo jurar por su honor de caballero que cuidaría con su vida a su maestra.
—Por favor mantenla a salvo, Cassios. — Aioria había extendido el cuerpo de Shaina sobre los brazos de Cassios, aquella amazona se veía aún más pequeña al ser sostenida por el griego.
— Señor Aioria...pero ¿qué fue lo qué pasó? — Pregunto con cierta tristeza en el rostro, estaba a punto de romper a llorar al verla tan herida, pero sabía que no sería lo correcto al estar de frente a un superior.
—Tendré tiempo de explicártelo después. Ahora debo de irme. —Aioria se retiró simplemente, ondeando la capa blanca tras su partida. Dejando en cassios una expresión de confusión y tristeza por el estado en el que había recibido a su maestra.
El enorme sujeto no sabía que era lo que había pasado, pero de algo estaba seguro, quien hubiera hecho tanto mal a Shaina se lo haría pagar caro. La máscara de plata estaba en su lugar, pero su cuerpo tenia laceraciones y golpes que habían denotado el fluido de la sangre. Cassios con cuidado intervino a Shaina, le desvistió con cautela, sabía perfectamente que en su estado no podría despertar, pero el griego tenía la idea de que a la mujer que uno ama se le tiene que tratar con cuidado y respeto.
Fue entonces que la coloco bajo las sabanas, y de esa forma comenzó a deslizar un trapo húmedo por los brazos, tratando de limpiar cualquier impureza en su piel y consigo identificar qué clase de golpes había recibido la joven amazona de plata. Alrededor de una hora paso para que Cassios recorriera en su totalidad el cuerpo de Shaina, muy tarde se dio cuenta de la bajeza que había cometido, por completo había olvidado que no solo se trataba de su maestra, sino que también era una mujer, a la cual él amaba y por la cual sentía atracción. Pero Shaina seguía inconsciente, y Cassios la seguía admirando, más ahora que nunca podía dejar de mirarla, pues debajo de la sabana de lino podían notarse las curvas de mujer de aquella chica; pensar que pudo haber disfrutado de la vista cuando tuvo la oportunidad era un sentimiento que le daba vergüenza y molestia.
Pero aquella mujer seguía dormida, aun después de haberla limpiado y desvestido no realizó ninguna queja, al parecer estaba más grave de lo que el hombre podía imaginar. ¿Qué debía hacer, llamar a las demás amazonas? ¿Pero cómo explicaría en el estado de desnudes en la que se encontraba la amazona de cobra? Ni si quiera era un caballero para tomarse esas atribuciones, menos un superior de Shaina para decidir sobre el estado físico. Lo mejor que podía hacer era desaparecer de ese lugar.
Se levantó rápidamente del banquillo en el que se encontraba, y justo al estar de frente a la puerta se dio vuelta atrás, en ese momento Shaina seguía recostada en la cama, un pequeño pliegue en la sábana dejaba ver la pierna izquierda de la amazona, y en conjunto una leve parte de su entrepierna. Cassios no pudo evitar sonrojarse, no por vergüenza pues lo estaba disfrutando mucho, sino porque en su cuerpo comenzaba a recorrer una sensación de ansiedad y desesperación que lo incitaban una vez más a regresar a su posición cerca de ella.
Fue en ese entonces que no pudo resistirlo más, estaba deseando más que nunca a su maestra, lentamente retiro la sábana blanca, su cuerpo estaba totalmente a su disposición. Cassios observo las formas que se creaban en su cuello, el cómo los huesos de la clavícula se le marcaban cada que respiraba. El pecho iba de arriba abajo con su respiración, y por si fuera poco los senos ya estaban al aire libre; las formas tan perfectas de aquellos le habían enloquecido más que la parte posterior de la amazona.
Los delicados pezones eran de un color rosado que acentuaban perfectamente con su piel blanquecina, con cautela y cierta lentitud el griego extendió su mano hacia el pecho contrario, no dejaba de observar la máscara de plata, aunque perfectamente no podía ver si aquella chica seguía con los ojos cerrados. Cuando finalmente el toque se dio, aquella mujer dejo escapar un pequeño quejido, pero no hizo detener a su aprendiz lo que le aseguraba que aún permanecía sin recobrar el conocimiento, rápidamente cambio de acciones, estaba masajeando dicha zona, subiendo y bajando una y otra vez hasta que pudo sentir los pezones erectarse por completo en la enorme mano que si bien podía rodear por completo la cintura.
Pero aquel hombre no se detuvo en dicho lugar, quería más, parecía estar embriagado con ese éxtasis y la forma tan suave de su piel. Fue entonces que se levantó y con cuidado se colocó sobre el diminuto cuerpo de la italiana. Cassios coló su rostro entre las piernas de la Ofiuco, con sumo cuidado hizo que la pierna izquierda se levantara dejándolo deleitarse con la vista de la parte íntima.
Aquella estaba cubierta por una diminuta capa de vello ennegrecido. Se notaba apenas unos rizos, y por debajo de ellos una piel rosada como si se tratase de las mismas mejillas de un bebé neonato. El olor tan dulce que emanaba de su entrepierna había comenzado a volverlo loco, de un momento a otro la diestra comenzó a deslizar el pulgar entre el clítoris de Shaina; el cuerpo de la antes mencionada se tensó como un reflejo, pero no hubo señal alguna que fuera a despertarse.
Cassios continuo con los movimientos tomándose el atrevimiento de llegar a introducirlo entre los labios íntimos. Rápidamente el intercambio de temperatura se hizo notorio, pues la cavidad se Shaina no solo estaba más caliente que su propio cuerpo, sino que también comenzaba a secretar cierta humedad.
En el último movimiento que realizó hacia arriba Cassios intercambió los dedos con los que la acariciaba, en ese momento se trata del índice y el medio, logrando separar por completo la intimidad de Shaina, una vez más su cuerpo respondió a los movimientos esta vez haciendo que sus caderas comenzaran a moverse en contra de los dedos ajenos. Cuando sus dedos descendieron el aprendiz decidió introducirlos sin previo aviso, haciendo nuevamente que el cuerpo de la mujer se tensara; nunca antes había experimentado una sensación igual, era húmedo y caliente, muy estrecho y se sentía realmente bien.
Cassios continuo con los movimientos de vaivén dentro del cuerpo de Shaina sin perder de vista por un segundo su rostro, parecía que Shaina estaba despierta, pues su cuerpo se movía como si respondiera a aquellos movimientos, era realmente extraño, pero al fin placentero para aquel enorme monstruo. Cuando un nuevo gemido se hizo presente entre la habitación, Cassios supo que debía actuar ahora o nunca más seria una opción.
Fue entonces que se alejó solo un par de pasos hasta quedar a una distancia notoria del cuerpo inerte de Shaina y con ambas manos se deshizo de sus pantalones. El miembro estaba al aire, era algo que quizás jamás nadie podría o vería en mucho tiempo, una extensión de buen tamaño, del color bronceado del aprendiz, lleno de venas tal y como sus enormes brazos lo estaban.
El griego se limitó a acariciarlo de arriba hacia abajo, llegando hasta la propia base, logrando un endurecimiento inmediato. ¿y cómo no? Si tan solo ver a la mujer que amaba en ese estado le ponía los vellos de punta de la excitación. El aprendiz de Shaina se acercó nuevamente hacia ella, colocando el miembro entre sus delgadas piernas, y al siguiente segundo empujo la pelvis hasta lograr entrar en la pequeña cavidad.
Agradecido estaba con todos aquellos que le hicieron daño, pues la contusión fue demasiado fuerte que ni esa desgarradora extremidad había logrado despertarla. Por su parte cassios estaba más que extasiado, la forma en la que la cavidad de Shaina desprendía ese calor y humedad hacia que el deseo dentro de si fuera en aumento, de tal forma que comenzaría a moverse en su contra.
La pelvis del muchacho iba de atrás hacia adelante, provocando enrojecimiento en la vagina de la italiana, aquel hombre podía ver como claramente su miembro cubría por completo la zona intima de su maestra.
—¡Oh Shaina, si estuvieras viendo esto! — Pensó lleno de deseo a la par que acariciaba y pellizcaba los pechos de la joven extranjera.
Debido a la rudeza y fuera que Cassios empleaba en contra de Shaina, su miembro fue expulsado un par de veces, obligándolo a guiarlo con su mano; fue entonces que se percató de lo que estaba ocasionando, quizás por el tamaño, o la fuerza en la que estaba empleando contra ella ocasionaba que la cavidad de su maestra comenzara a agrandarse, de cierto modo no le importaba, pues aquella mujer cumplía con su función hasta ahora.
Tiempo después, las embestidas hacia Shaina se debilitaban, dejando un rastro de sudor en la espalda y frente de Cassios. Pero no solo el agotamiento se había apoderado del enorme hombre, sino que también un constante dolor en su vientre, lo que anunciaba la llegada del orgasmo masculino. El griego vertió todo el líquido en su interior, extrayéndole el miembro tan pronto sentía que había sido suficiente. Después de un momento Cassios retomo su prenda inferior, limitándose únicamente a cubrir a su maestra con una sábana y así tomar asiento delante de ella como al principio lo hizo.
—Seiya.... — La voz de Shaina se hizo presente al poco tiempo, parecía que estaba despertando, pero aun así soñaba débil.
—¿Shaina? — Pregunto al instante de escuchar la delicada voz.
—Seiya no debes morir.... porque yo te amo... — Respondió la mujer, tomando las sábanas contra su cuerpo, girándose por completo para así daré la espalda al masculino.
Para cuando esas palabras salieron de la boca de la amazona, el corazón de Cassios ya había estado completamente destrozado, y es que Seiya no solo se había llevado su oreja y la armadura de pegaso, sino que también le había robado completamente el corazón de Shaina, pues ella lo llama aun cuando el hombre que había estado con ella hace momentos había sido él.
Al levantarse y dirigirse hacia la salida de la casa de su maestra recordó todos y cada uno de los momentos que tuvo con ella, ciertamente el aprendiz creció pensando que todos en los que estuviera ella sería un momento feliz, pero no fue así, Cassios solo le había regalado vergüenza, deshonra como aprendiz y como hombre, por el contrario de Seiya. Cassios sabía perfectamente lo que debía hacer justo ahora para expiar aquel pecado que había hecho. Y aquello solamente podría lograrlo con su propia muerte.
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