07. Los amantes
Personajes: Shura de Capricornio, Milo de Escorpión
Historia relatada siguiendo la cronología y la apariencia de la película Saint Seiya Leyenda del Santuario. Durante los meses posteriores a la rebelión de Saga y la batalla de las doce casas.
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Hacía mucho tiempo que Shura había conocido a Milo. En realidad, se podía decir que eran bastante buenos amigos. La chica a pesar de ser un poco ruda y obstinada, le transmitía mucha paz.
Después de la invasión en el santuario y verla pelear contra los santos de bronce algo en su interior comenzó a emerger. Ahora era más común el querer verle; pasar tiempo con ella en el que pudiera admirarla de pies a cabeza. En cierta ocasión recordó haberle hecho un halago, lo cual provocó en la pelirroja un rubor tremendo. Que no hizo más que enamorar al Capricornio.
Una vez bajo los impulsos de la pasión y el deseo ambos habían sucumbido, entregándose el uno al otro en un acto de sumo éxtasis y desenfreno. Desde ese entonces les era común pasar la noche en el templo de la cabra o del escorpión, pero siempre juntos, abrazados y completamente desnudos.
Recostada sobre su pecho un beso sobre sus cabellos rojos le hizo recobrarse. —Buenos días, preciosa — Comentó el de cabellos negros en ese tono tan brusco y varonil
—Buen día. — Respondió con una sonrisa otorgando un beso a sus labios y así volver a situarse donde su pecho, besando y lamiendo en algunas veces los pectorales bien formados
—Deberíamos ir a entrenar— Shura trataba de levantarse, apartando sin brusquedad o frialdad a la joven de encima.
—No arruines este momento — Respondió sosteniéndole el rostro con la diestra.
Shura solo sonrió y negó un par de veces. — Ya regreso entonces. — Dijo con una sonrisa en los labios, levantándose al fin del lecho.
Después de unos segundos el hombre había vuelto, Milo pudo observar en su partida una asombrosa vista, sus glúteos bien firmes por los duros entrenamientos, la espalda marcada en un sin fin de montañas musculares y en su regreso, un abdomen perfectamente marcado, los brazos tan anchos y la zona pélvica tan dura como una roca. Definitivamente el caballero de Capricornio tenía el cuerpo de un adonis.
Las sábanas se alzaron y Shura se sentó en el lado vacío. Tan solo había cubierto la parte baja. En ese momento Milo se levantó, sentándose sobre el regazo del acompañante.
Sus manos se situaron rápidamente sobre sus mejillas permitiéndole besar sus labios con profunda pasión. A su vez el caballero de escorpión se movía sobre la hombría de Shura, removiendo la sábana y provocando una rápida erección. Shura conocía tan bien a la joven Milo que sabía que ésta no le dejaría escaparse o detenerse hasta que terminara eyaculando, y para eso... tardaría un poco más de tiempo.
La diestra del escorpión viajó situándose entre los dos cuerpos, tomando el miembro y manteniéndolo erguido por solo unos segundos, después de eso la vagina de Milo sería la que ocasionará la fricción y alteración en su respirar. Cuando el miembro estuvo realmente duro como para penetrarla Milo levanto un poco su trasero, guiando el falo hacia la cavidad posterior.
Una vez que estaba cerca de la cavidad rectal, se dejó caer sobre él, haciendo que la gruesa erección irrumpiera en el ano, ensanchando las paredes internas. El dolor fue agudo, se prolongó por unos cuantos minutos, al igual que el caballero de capricornio la chica sobre su regazo expresaba un rostro lleno de placer, en cierto momento el masculino pensó que había sido error suyo al introducirse en la parte posterior, pero tan pronto la fémina emprendía los movimientos entendió que todo aquello había sido planeado por ella.
Milo logro hacer que Shura se recostase sobre la cama, de modo que su cuerpo se extendiera sobre el masculino, una vez tomada la posición su cadera comenzaba a mecerse, de atrás hacia adelante; su trasero parecía un trozo de seda ondeando con el viento. Con cada penetración que el miembro realizaba contra Milo, los gemidos parecían agudizarse.
Debido a la cavidad que en esta ocasión habían decidido emplear fue difícil que los movimientos fueran rápidos, la falta de lubricación dificultaba el acceso, así como provocaba dolor en cada uno de ellos. A pesar del éxtasis que sentía el caballero Shura temía el lastimar a la joven griega.
La distancia entre ambos cuerpos era sumamente corta, completamente nula, en ocasiones el español aprovechaba los movimientos de aquella para obligarla a permanecer cerca suyo, acto seguido sentía como los endurecidos pezones se frotaban totalmente contra su pecho, aumentando más y más el nivel de excitación en su cuerpo. Ambas manos del caballero del décimo templo estaban sobre los glúteos de la joven pelirroja, meneándolos con brusquedad. Al poco tiempo las marcas de sus golpes habían aparecido como una pequeña mancha rojiza
El rostro de la fémina había caído entre el brazo de su amante y el costado, muy cerca de las costillas, cada vez le parecía más difícil continuar, el dolor que el acto le provocaba le daba la sensación de que había sido una mala idea, aunque con cada nuevo movimiento y jadeo del masculino y esas intensas sensaciones de placer la hacían olvidarlo por completo.
Un nuevo movimiento hizo que el caballero de capricornio sintiera que el éxtasis estaba llegando a su momento cúspide. El joven escorpión llevo su cuerpo hacia atrás, sosteniéndose con el brazo derecho, mientras que la mano izquierda viajaba hasta sus labios; Milo mojo sus dedos con su propia saliva, continuando enseguida con sus acciones. Prontamente comenzaría a estimular su entrepierna, dos de sus dedos fueron suficientes; moviéndolos de forma circular los gemidos no se hicieron esperar.
Para el caballero de capricornio era un completo deleite poder verla en ese estado, pues a pesar de auto complacerse los movimientos con sus caderas no cedían en ningún momento. Estaba a punto de llegar a su orgasmo igual que Shura. Fue entonces que los movimientos con sus dedos se intensificaron, logrando que se retorciera encima del joven español, que segundos más tardes también lograría eyacular dentro de su cavidad rectal.
Milo mostró una enorme sonrisa de satisfacción, acercándose a sus labios para besarlo con pasión. — Feliz cumpleaños— dijo.
Al poco tiempo Milo descendió por el torso de Shura hasta situarse entre sus piernas y así dar comienzo a la felatio sobre su miembro.
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