06. Más allá del honor
Personajes: DeathMask de Cáncer, Erda de Cassiopeia
Historia relatada en base a la serie de Saintia Sho, siguiendo la cronología de la misma obra. Los personajes aquí mencionados son exclusivamente del Saintia Sho Vol. 5, siendo más específicos, en el capítulo 18 ''Sombras raptantes''
Si te gustan mis historias, por favor deja una estrellita o algún comentario diciendo que te pareció este capítulo.
Te lo agradecería muchísimo.
Había despertado agitada; de nuevo el sueño aquel le impedía dormir. Desde hace dos semanas el recuerdo de la destrucción de la Saint Academy le impedía sentir paz, tan solo recordaba una y otra vez a todas las personas que parecieron en ese sitio, también pensaba en el caballero de oro Deathmask de Cáncer, el que había detenido el ataque de las dryads y consigo ocasionado las muertes de todas esas aprendices.
- Maldito seas Deathmask. - Dijo Erda entre dientes levantándose de la cama de un solo movimiento.
Sintió el piso frío encarnársele en la piel; era una noche muy fresca. Entre los densos sombras y tenues destellos de las farolas del exterior, Erda se desplazó hasta la cocina sin temor a ser vista por alguien más usando prendas diminutas, se tomó su tiempo para llegar hasta el refrigerador, revolvió su cabello.
La Saintia de Casiopea dormía con una blusa atirantada que apenas y le llegaba por encima del ombligo, y un bóxer de encaje que cubría ligeramente la parte superior de sus glúteos. Erda hizo lo necesario para bajarlos levemente y cubrir parte de sus glúteos, aunque no sirvió de mucho, pues casi de inmediato al abrir la puerta de la nevera e inclinarse para tomar una cerveza del interior la prenda de elevo nuevamente.
Quito rápidamente el anillo de la lata, haciendo que la espuma brotara de inmediato y se derramase un poco al suelo, la joven Saintia rápidamente bebió un buen sorbo, al poco tiempo el sonido de satisfacción inundó la habitación. La cerveza era realmente buena para calmar los nervios, o al menos era lo que Erda pensaba. A pesar de su corta edad, Erda estaba acostumbrada al amargo sabor de la cebada y otros tipos de alcohol.
Cuando estaba por volver a beber de la lata y cerrar la nevera, sintió como alguien le rodeaba por la cintura; la sorpresa fue tanta que por poco derramaba el líquido por la nariz. No quería ni imaginarse de quién se tratase, no podía ver, todo estaba en penumbras, trataba de zafarse del agarre, pero era inútil, esa persona era muchísimo más fuerte que ella, fue hasta que escuchó una voz que el forcejeo disminuyó sin dejar de ser una verdadera sorpresa:
- ¿Me extrañaste? No he acabado contigo todavía pequeña zorra. - susurraron muy cerca de su oído, paralizando a Erda al instante
- Mascara... de... muerte? - Dijo sorprendida encontrando sus ojos con los de él, la lata de cerveza, aunque semi vacía terminó por caer de entre su mano.
- ¡Deja de moverte o será peor para ti! - Advirtió el intruso, apretando el agarre contra la femenina.
- Si tu intención es matarme, hazlo ahora antes de que pueda librarme - Respondió entre quejidos, intentando quitarse de la espalda al santo de oro.
- ¿Matarte? ¿¡Crees que vendría hasta aquí para matarte en medio de la noche!? Hasta yo tengo honor, niña. - soltó una risa malévola, de esas que te erizan la piel por lo excitantes que llegan a ser.
Erda quedó sin palabras ¿porque otra cosa, ese gold saint estaría ahí si no era para acabar con ella? No había podido percibir su energía, a pesar de conocer el poder de ese caballero de oro.
Intento sacarse nuevamente, pero fue inútil, los brazos del caballero la estaban rodeando con fuerza, apenas pudo darse cuenta que no tenía puesta la armadura de oro. - Es cierto lo que dice, no está aquí para matarme - pensó cediendo ante sus movimientos.
Enseguida sintió lo que el italiano se disponía a hacer, con su rostro hundido entre el cabello y el cuello de Erda, sus manos estaban levantando su blusa, en una rápida acción ya se habían colado por debajo de la prenda y alcanzado a sostener ambos pechos. La joven se mordió los labios, no quiso demostrar que le gustaba ¿o sí? ¿Esa era la extraña sensación que sentía entre sus piernas cada vez que lo recordaba? ¿A eso se debía la fijación hacia el moreno y su encuentro en la Saint Academy?
Los pensamientos fueron interrumpidos nuevamente causa de las acciones de Death Mask, la diestra se había separado de sus pechos para deslizarse por el abdomen, acarició lentamente su ombligo, pero no se detuvo, sus dedos se deslizaron por debajo de la prenda de encaje y casi enseguida comenzó a tocarle la entrepierna.
El rostro de Erda estaba recostado hacia el costado, muy cerca del caballero, enrojecido y con un aumento de temperatura notorio. La facción sobre su rostro aseguraba que lo comenzaba a disfrutar.
Por un Segundo olvido el más íntimo de sus secretos; al menos hasta que la risa pícara y una expresión del santo de oro la hicieron recordarlo. - ¡Pero que es esta grata sorpresa! - Le cuestionaba el santo de oro lamiéndole el cuello.
Erda tenía un piercing Christina. Excitante sorpresa para aquel que fuera el poseedor de dicho cuerpo. Deathmask lo vio como una forma de estimulación para aquella chica, pues al comenzar a mover sus dedos entre el clítoris el poste de dicho artefacto se movía también. Causando que la estimulación a su zona íntima incrementará. Erda no pudo contenerse más, así que terminó liberando todo el placer en forma de gemidos, su trasero se movía en contra del cuerpo del italiano, estaba haciendo que éste se restregara a la entrepierna del más alto.
A pesar del sensual baile que Erda comenzaba a ejecutar, Deathmask no pareció interesado, pues enseguida la tomó entre sus brazos, acarreándola no muy lejos; la situó sobre el comedor, el cual hasta hace momentos atrás estaba lleno de objetos y algunas sobras de comida.
Deathmask la obligó a mantenerse recostada, deslizó las prendas íntimas por sus piernas y le flexiono las rodillas, permitiéndole así observar su intimidad. Aquella zona se había tornado rosada, parecía estar algo húmeda y con el reluciente par de piedras que la acentuaba, Deathmask consideró la entrepierna de la Saintia como un merecido obsequio por haberla salvado en su primer encuentro en la Saint Academy.
Sin perder más tiempo se acercó hasta ella, posicionándose frente a la intimidad, y con ayuda de su dedo índice separó ligeramente los labios vaginales, dejándole fácil acceso hacia el clítoris y su cavidad íntima.
El primer toque con sus labios fue frío, húmedo y extraño, le hizo que la piel se le erizara lo suficiente para cuando recibiera el otro no se desvaneciera todavía. Erda volvió a morder sus labios, colocó ambas manos por detrás de la nuca del caballero, lo obligó a mantenerse entre sus piernas, lo disfrutaba, lo disfrutaba mucho.
La Santa de Casiopea gemía constantemente. - ¡Ahg... ¡Si... si! - Eran las únicas palabras que salían de su boca.
La lengua del cáncer viajaba desde el monte venus hasta el extremo inferior de su ano. Erda solo podía retorcerse del placer, mientras que en el interior rogaba por que se detuviera, y a la vez continuara hasta que sus piernas no le respondieran más.
Entre el éxtasis de aquellas acciones, el caballero proveniente de Italia se puso de pie, bajo sus pantalones y con la mano derecha guio su miembro hasta la entrepierna de Erda. Una vez cercano, lo froto en contra de su entrada. Deathmask hizo que la cabeza de su miembro golpeara contra el clítoris de Erda como si de un látigo se tratase, continuo hasta que pudo introducir mínimamente la cabeza, después lo retiró. Erda sabía qué hacía eso para escucharla gemir que lo necesitaba dentro de ella, y aunque aquello era verdad, no dejaría que la humillaran de esa forma.
El italiano completamente ajeno a los pensamientos de la joven se acercó nuevamente a ella y al sostenerla del cuello hizo que su miembro entrara en su vagina. El miembro de deathmask era enorme, lo suficiente para hacer gemir a Erda en un tono alto y desgarrador. No era la primera vez que mantenía relaciones sexuales con un hombre, pero si la primera vez que la llenaban así en tan solo un movimiento.
Al poco tiempo, Deathmask comenzó a moverse bruscamente; para ello, su miembro se había erecto rápidamente. Erda quería levantarse y poder mover sus caderas a un solo ritmo también, pero la brusquedad del hombre se lo impidió, el italiano colocó su mano al rededor del cuello de la joven, obligándola a permanecer recostada. El agarre era lo suficientemente fuerte para neutralizar a la muchacha, pero aun así era capaz de seguir respirando.
Erda comenzó a gemir más alto, hacía notar el dolor y el placer que el caballero de cáncer le hacía sentir. Después de un tiempo deathmask se detuvo, levantó a la santa de Casiopea y la colocó boca abajo aún sobre la mesa. Hubo un pequeño golpe sobre el trasero de la joven, y casi de inmediato, máscara de la muerte introdujo el miembro en la cavidad rectal sin previo aviso.
El desgarre fue abrazador, hizo sollozar a la muchacha, Erda solo pudo aferrarse a los bordes de la mesa mientras aquel hombre la embestía con brusquedad. De pronto la excitación desapareció de la joven Saintia debido a la brutalidad con la que era tratada por aquel hombre.
Deathmask por su parte, se deleitaba con la sensación tan excitante que era el entrar y salir de un lugar tan apretado. Estaba utilizando toda su fuerza pélvica para embestirla. Los quejidos de Erda pronto se hicieron notar con mayor fuerza y profundidad, quería que mascara de la muerte se detuviera, pero si se lo pedía en medio del extasis podría negarse y en su defecto lastimarla ¿que debía hacer? Sentía desgarrar su interior, tenía que actuar de forma rápida. Pero era obvio que aquel caballero de oro era mucho más fuerte que ella.
Enseguida sintió como el falo de Deathmask salió de su interior, pero no había sido el fin de aquel desastroso encuentro. El caballero de oro de cáncer una vez más la hizo ponerse de pie, solo para hacerla arrodillarse después, acercó su miembro hacia ella, sin embargo, Erda se negó a introducirlo a su boca, lo que provocó que aquel hombre se irritara, Deathmask sostuvo el rostro de la Saintia e hizo que abriera la boca mediante un golpe con el puño y la intromisión de sus dedos.
Introdujo el miembro en la boca de Erda y comenzó a embestirla, haciendo que la saliva se acumulara de inmediato y escapara por los bordes. Erda apenas podía contener las arcadas, su rostro se tornó rojo y los ojos se le llenaron de lágrimas. Cuando el caballero sintió que estaba por culminar en el éxtasis, salió de la cavidad bucal y casi de inmediato dirigió su miembro en dirección de su rostro, haciendo que el semen que expulsara fuera directo hacia ella. Un poco comenzó a esparcirse por su cuello hasta llegar a sus pechos.
Si tan solo el caballero de cáncer hubiese seguido con la forma tan excitante que lo hacía al principio, la Saintia consideraría el rencor hacia él, pero después de los brutales ataques, Erda estaba más segura que nunca que odiaba completamente a Deathmask.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top