02. Traidores
Personajes: Shura de Capricornio, Geist de Vampiro
Historia relatada siguiendo la cronología y argumento de la serie clásica animada, Saint Seiya. Tomando como referencia el episodio 19, ''¡¿La vida o la muerte?! Combate decisivo en la isla diabólica'', durante el flashback de Geist, un par de años antes del destierro de los Abyss Saint a la isla del Espectro.
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Había pasado tiempo desde que su llegada al santuario, recordaba que apenas era una niña cuando los golpes que le propinaban las demás Amazonas dolían como hierro caliente sobre la piel.
Aunque estaba prohibido para las amazonas cruzar al otro lado del santuario donde los hombres practicaban Geist había logrado pasar desapercibida, había visto a muchos de los nuevos reclutas, sin embargo, ninguno de ellos le llamaba la atención, a excepción de uno. El caballero de oro, Shura de Capricornio.
Había podido hablar un par de veces con él, al menos para saber de su existencia, era un poco mayor, y por el rango, este era considerado uno de los mejores. Ella solamente era una aprendiz. Pero estaba segura de algo, desde esa noche aquel caballero tendría que recordarla siempre.
— Comienzo a cansarme de todos estos mocosos. — Susurraba mientras entraba al templo, se había despojado del pesado casco astado que tenía la armadura. Al poco tiempo toda la armadura había vuelto a su estado de objeto, en sus manos solo quedaba la blanca capa.
Shura se había adentrado a su ala privada, aquella donde dormía y descansaba mientras no había peligro alguno. Noto como una de las ventanas hacia el exterior estaba abierta, podía verse como las dos hojas de madera se golpeaban entre si debido al viento. En solo dos zancadas ya estaba delante del hueco, asegurando que no volviera a abrirse. Su sorpresa fue al girarse dentro de la habitación, su cama estaba arruinada, sin embargo, eso no era todo, había alguien ocupándola. Una chica de cabellos negros que si bien no reconocía. Lentamente se acercó a ella.
— Oye niña. — Mencionaba el mayor, dando un par de toques sobre la cabeza, aquella no tardó mucho en reaccionar. Sin embargo, no parecía nada sorprendida.
— ¡Shura! — Mostró una sonrisa para incorporarse nuevamente, sosteniendo la delgada sabana contra su cuerpo, aquella dejaba ver lo erectos que estaban sus pezones.
— ¿Quién eres y qué haces aquí? — Dijo sin levantar mucho la voz.
—Lo has olvidado de nuevo — El rostro femenino se mostró levemente afligido mientras se cruzaba de brazos aún sobre la cama.
—Disculpa, pero no deberías estar aquí, esto es un templo sagrado— Le tomó por la muñeca, ayudándola a levantarse, pero cuando hizo aquello la sabana cayó, dejando al descubierto totalmente su cuerpo desnudo.
El chico se sonrojó de inmediato al notar su estado, moviendo ligeramente los labios, como si tratara de decir algo.
—Lo sé, pero si no lo hacía ahora, quizás jamás pueda. — Respondió la chica quién estaba levantada sobre las rodillas en el inmenso colchón. Parecía no importarle su desnudez ni que fuera vista por el mayor.
— ¿Hacer qué? — Cuestionó de inmediato, con cierta expresión de molestia, pero tan pronto termino de hablar Geist se abalanzó hasta el, rodeándolo por el cuello, de tal forma que al caer sobre el colchón su cuerpo se acomodara sobre el propio.
Sus labios comenzaban a danzar en contra de los masculinos, al mismo tiempo sus piernas lo aferraban a su cuerpo; Shura no entendía de que se trataba, estaba por soltarse, sin embargo, la dulzura de su saliva y esa pasión con la que frotaba su cuerpo contra el suyo lo hacía retenerse. Sin dudar un solo segundo, llevo su mano hasta sus pantalones, tirando de inmediato de las cintas que lo detenían, de esa forma su hombría estaría liberada.
Geist siguió el recorrido de la mano, colocándola sobre el miembro; sus delgados dedos subieron y bajaron por la extremidad tratando de crear la suficiente estimulación para que se erectase. A pesar de ser quien tenía toda la iniciativa Geist no podría dejar pasar un solo segundo sin degustar de sus labios, inclusive tomaba la decisión de introducir su lengua para inducirlo al juego. Aquella acción solo fue una distracción pues para cuando menos lo pensó, el caballero había penetrado entre sus piernas.
Dejo escapar un agudo grito, aquella intromisión había sido lo suficientemente ruda para hacerle llorar, sin embargo, el placer lo compensaría momentos después, lo ancho de su miembro hacia que sus piernas difícilmente se cerrarán, sentía como el más mínimo movimiento la haría desgarrarse, era perfecto, le encantaba.
Geist sostenía con ambas manos sus senos, frotándolos y en ocasiones tirando de los rosados pezones, estaban doliéndole demasiado, siempre que recordaba lo mucho que le gustaba ese hombre era común que sintiera esos pequeños piquetes en las zonas débiles, sin embargo, lo que tenía entre las piernas era mejor que sus delgados dedos.
Una vez más sus pensamientos se vieron interrumpidos por la brusquedad del caballero, quien comenzaba a moverse de manera continua; Shura hacia que su pelvis chocara contra la femenina, creando un sonido que iba en aumento conforme sus movimientos, llevaba una inmensa cantidad de fuerza en cada embestida, hacía que sus pechos se movieran de arriba a abajo, sin duda la chica sentía ese éxtasis desbordarse dentro de ella.
El caballero elevó una de sus piernas, permitiéndole con mayor facilidad el moverse dentro de ella, Geist por su parte no podría hacer mucho aparte de mover sus caderas al ritmo que él le marcaba, eso y gemir cual perra en brama cada que sentía como el endurecido miembro se abría paso entre las paredes vaginales.
Los movimientos bestiales del hombre continuaron por un largo tiempo hasta que la voz de la chica se había desgastado a tal punto que solo podía escuchar un débil carraspeo, el hombre por su parte, estaba más que excitado, nunca antes había sentido tanto deseo, sentía calor, su piel estaba ligeramente húmeda, tan solo un par de golpes más hicieron que su miembro comenzará a lanzar los fluidos, desbordándosele por la vagina.
Shura tomó el falo entre su mano, frotando el glande a lo largo de su entrepierna, expandiendo todo el semen en dicha zona. Por su parte Geist comenzaba a sentir adormecimiento en sus piernas, no solo eso, se retorcía aún debajo del caballero, había culminado en lo más alto del éxtasis, su respiración estaba agitada, ni si quiera sabía si podía hablar y agradecer, así que solo se limitó a sonreír. El hombre hizo lo mismo, dejando nuevamente un beso sobre sus labios, tirando de estos últimos con fuerza hasta lograr dejarle una marca. A los pocos segundos se retiró, volviendo a acomodar sus pantalones.
Podría ser exiliada y juzgada por el santuario por los crímenes que había realizado anteriormente, pues después de aquella noche ya nada le importaría. Había conseguido lo que quería. El caballero de Capricornio seguramente la recordaría, y no solo eso, quizás hasta la buscaría.
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