Tradicionalmente, el antiguo calendario hindú, dividía las estaciones (Ritu) en en seis, cada una de aproximadamente dos meses de duración:
Vasanta (Primavera), grīṣma (verano), varṣā (lluvias), śarada (otoño), hemanta (invierno) y śiśira (rocío preinvernal). Si bien dicha división todavía se conserva en el norte de la India, no coincidía en el sitio donde nuestras heroínas se encontraban. El sur de Kerala posee un clima húmedo-tropical y la mayoría de las precipitaciones se producen entre mayo y noviembre; generando una humedad suficiente para mantener frondosos bosques y otra vegetación durante el resto del año, en el cual las precipitaciones son raras volviéndose muy seco.
Gracias a las fuertes lluvias monzónicas se mantiene la excepcional biodiversidad de los bosques tropicales húmedos que se extienden por ésta región.
Y sí... era época de monzones allí,
Los truenos habían comenzado a resonar por aquella cascada.
Ya habiendo dejado atrás aquel tapiz de agua que parecía la melena de un Dios, Raidne le consultaba a Maya cuál sería el siguiente destino.
Maya se encontraba pensativa...
El único sitio que recordaba, era aquel, dónde estaban en aquel instante. Cuando recordaba el momento en el que la scale de la nereida se convirtió en perlas, las mismas fueron encomendadas a unas niñas, las cuales luego de recibirlas, se separaron hacia diferentes sitios.
La búsqueda ya no dependía de su memoria, sino de cómo podían tanto ella como su discípula putativa, rastrear a quienes custodiaban dichos tesoros en la actualidad.
Podrían estar en cualquier sitio, en un templo, en el bolsillo de alguna persona, o quizá en el estómago de algún animal... Pese a desconocerlo, no se mostraba para nada insegura.
Raidne por un instante se la quedó observando con algo de impaciencia.
Finalmente, interrumpió aquél largo silencio con una palabra:
-Mudumalai
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Algunas horas después en las costas de Cherai, una fuerte lluvia se había desatado y el exuberante verde de la vegetación, se había comenzado a intensificar.
La pequeña Urvashi había despedido a las niñas del salón donde practicaban hacia el patio de salida que a su vez comunicaba con la casa. Luego de saludar a la última alumna, entró corriendo bajo el palluh de su sari, ese extremo de tela que caía hacia su hombro izquierdo...
Mientras ponía agua para una taza de chai, desenvolvió su cuerpo de aquella larga prenda empapada para secarla cerca de la lumbre.
No era la primera vez que pasaba la noche sola, era frecuente que su maestra se ausentara alguna que otra vez.
Mientras servía su Chai en un tazón, dos jóvenes de apariencia extranjera aparecieron a sus espaldas.
Mientras que la más pequeña, permanecía con su túnica nacarada, la mayor de ella, afilaba sus uñas con la punta de una flecha.
Con una confianza ciega, Urvashi se sonrió, bebió un sorbo y luego les dirigió la palabra sin perder de vista su bebida caliente:
-Lo siento, no se dictan tutorías ni clases individuales a éstas horas, como verán, la academia está cerrada.
-No necesitamos clases de danza, pero tal vez puedas ayudarnos con la información que buscamos...
La interlocutora, no era nada más que Selene, la voluptuosa satélite oscura que acompañaba a la novata Marjani.
-¿Cuando dije que aquí sólo se impartía danza?.
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