12- Memorias IV - Atacados en la Estación

Bianca abrió los ojos, se había quedado dormida al calor del sol de la Estación de tren, próxima al lago Thun. Habían caminado un buen trecho desde la Academia Santa Isabel (Saintia academy).

Sorrento molestaba a Raidne, le había quitado un broche muy bonito que llevaba en el cabello y ella lo recuperó de un manotazo, advirtiéndole en tono serio que era demasiado especial para permitirle jugar con eso. Sorrento para intentar cambiar su humor, comenzó a hablar trivialidades, le preguntó qué planeaba hacer luego de salir de la academia. Bianca, que acababa de despertar, no retuvo la respuesta de Raidne pero sí la de Sorrento, quien contó sobre sus planes una vez graduado y de lo agradecido que estaba al señor Nikos Solo y su familia.

En aquel instante, Bianca sintió al oír dicha expresión de gratitud, cómo si sonara un instrumento desafinado en una sinfónica.
Aquellas palabras de Sorrento parecían remover de la ecuación de gratitud tanto a su madre, como a su abuela, quienes habían hecho casi todo lo necesario para que él obtuviera una beca para estudiar en una prestigiosa academia de música.
Que no fuera capaz de darle el crédito que se merecían era algo que además de romperle el corazón, no podía tolerarlo con facilidad... Lo interrumpió:

-¿Al señor Solo? ¿Lo dices enserio?

Sorrento se sobresaltó. Conocía a Bianca desde hacía muchos años, sabía que su caracter no era el de una niña dócil, pero no recordaba haber dicho algo fuera de lugar.

-Bianca... te conocí en el orfanato de la familia Solo, ellos me acogieron.

-¿El orfanato del que MI ABUELA, se hizo cargo desde antes que naciéramos?

-Tienes razón, pero a esa familia le debo su recomendación para mi beca de estudios...

-Tu beca fue gestionada por MI MADRE: Isabella MANFREDI a través de la fundación Graad, el señor Solo, simplemente firmó un documento como tutor legal, ya que mi abuela no tiene la potestad para hacerlo.

-Bianca, te recuerdo que tu madre conoció al magnate japonés Kido gracias a que tu tío, Nikos Solo los presentó formalmente, ellos mantenían negocios desde hacía años.

-Ok, quieres ir por el camino del potencial, de acuerdo... Ojalá un día te des cuenta que si no fuera por mí tío Nikos y su fiesta de inauguración hotelera, tus padres nunca hubieran tenido aquel accidente por llegar a tiempo a tocar en ella y por supuesto, tú jamás hubieras quedado huérfano.

Sorrento, hizo una mueca de sorpresa y desilusión, luego miró hacia un costado para evitar que Bianca descubriera las lágrimas que comenzaban a brotar de sus ojos y luego dijo:

-Creo que lo mejor será que no las acompañe a Tarento. Me había olvidado que Salzburgo queda en sentido contrario.

Bianca solía decir cosas sin pensar demasiado en sus consecuencias... Y en aquel momento sintió cómo si le cortaran las cuerdas del violín una por una delante de ella... Nada más con ver a Sorrento comprendió que sus palabras podían hacer más daño que la daga más filosa.

Mientras Sorrento caminaba hacia el paso nivel y Bianca se desarmaba viendo cómo se alejaba, nadie más observaba. Excepto un hombre de cabellera larga y azulada, con aspecto de trotamundo que llegaba al andén de la estación. Y clavó su mirada en Raidne, quien se colocaba el broche en su cabello.

-Debe ser ella. Pero no debo ser el único que la debe haber encontrado.

Se acercó por detrás sin que ella notara su presencia y le arrebató el broche. Raidne reaccionó inmediatamente intentando golpearlo, pero en el momento que giraba su torso, el puño del hombre se incrustaba en su estómago dejándola inconsciente, en sus manos.

Bianca había comenzado a seguir a Sorrento quien se dirigía hacia el andén opuesto, estaba intentando pedirle disculpas y evitar que se marchara. Pero mientras ambos bajaban los peldaños del paso nivel, dos mujeres protegidas por unas armaduras oscuras, se interpusieron ante ellos. Una de ellas llevaba una distintiva venda en su ojo izquierdo y su cabellera castaña se encontraba peinada en una coleta baja. La otra mujer llevaba el cabello corto y azul, su piel era trigueña y sus ojos eran de color gris.

-Disculpen la intromisión, pero estamos algo apuradas -dijo la más jóven-

-¿Dónde está la niña?- Preguntó la mayor, que poseía un ojo vendado y un carcaj de flechas carmesí.

Bianca comprendió que debía actuar rápidamente, dio media vuelta como para volver pero fue empujada hacia el suelo con una patada que la más jóven de las desconocidas le proporcionó. Mientras que la mayor de aquellas misteriosas mujeres, comenzó a correr en la dirección de la que provenían ambos muchachos.

-Bianca, estás bien!!!- Gritó Sorrento-.

-No te preocupes por mí, van tras Raidne.

Sorrento, pese a no tener ningún tipo de entrenamiento de combate, comenzó a correr tras la mujer de la venda en el ojo y las flechas carmesí. Como si pudiese alcanzarla y huir con Raidne.

Mientras la joven de tez morena y ojos grises se sonreía:

-Pobre iluso si piensa que tiene alguna oportunidad con la comandante Lascoumoune.

-¿Quiénes son ustedes, y qué quieren de Raidne?

-Creeme, no es conveniente conocer ciertas cosas... ¿Acaso nunca te enseñaron que la curiosidad mató al gato?.

-Ah, sí, pues éste gato te hará que desees que los ratones te hayan comido la lengua si no hablas.

-Me das mucha ternura... Sólo por cortesía voy a presentarme antes de que pierdas la consciencia. Soy la Cazadora Metztli de Crotalus y vas a desear no haberte cruzado conmigo. ¡Prepárate!

Bianca sólo llevaba unas cuerdas de violín, un bolso, y un vestido de brocado, mientras que su rival claramente llevaba una ventaja considerable. Nuevamente, su carácter le jugaba una mala pasada. Casi sin pensarlo, le lanzó su bolso al rostro y de un salto se colocó por detrás de su atacante. Tomó las cuerdas de su violín e intentó rodear el cuello de la guerrera con ellas.

Mientras tanto, una vez en el andén, aquella mujer del ojo vendado había quedado desconcertada cuando no encontró rastro de Raidne y se detuvo.

Desde atrás, Sorrento la empujaba sin éxito, ya que la mujer lo hizo rodar en el suelo del andén tan sólo con bloquearlo con su mano.

En ese instante, el hombre del cabello azúl hizo su aparición.

-Pero que sorpresa, otra vez nuestros destinos se cruzan, se podría decir que en todos estos años no me haz dejado de echar el ojo encima

-Te crees muy gracioso... Tú me habrás quitado mi ojo, pero yo casi te quito la vida con mis flechas aquella vez, Kanon...Puedo vengar lo que me hiciste cuando quiera.

Lascomoune lanzó una flecha hacia aquel hombre de cabellos azules, quien saltó hacia atrás, con Raidne en sus brazos.

-Me decepcionas Lasco.. pensé que esta vez tendrías otros trucos.

-Te sorprenderías...

Lascomoune, sonreía muy segura. Quién disparó otra flecha en sentido a Sorrento. La flecha cambió de rumbo y llegó a rozar el brazo de Kanon.

El tren comenzaba a verse de lejos desde el andén, ya estaba por arribar en cualquier momento.

El marina tenía demasiada prisa por partir, pronto el efecto del veneno de aquella flecha sería inminente y debía actuar rápidamente antes de que lo deje fuera de combate. Mientras pensaba cómo resolver ese problema, observó a Sorrento en el suelo, que comenzaba a levantarse.

El guerrero comenzó a sentir una extraña energía proveniente del joven muchacho.

-Presiento un poder emanando de este niño... algo que me recuerda al santuario submarino... será acaso?... Imposible, todavía falta para que despierte... pero acaso él será alguno de los marinas guardianes?.

hacia el final.

Sorrento observó a aquel hombre frente a él llevando a Raidne en sus brazos. El tren se veía cada vez más cerca.

-Muchacho, deprisa, ¿qué llevas en esa caja?

-Me gustaría que tú me respondas primero qué le hiciste a Raidne.

No te preocupes por ella, si no logramos salir de aquí, todos estaremos perdidos. Rápido, contestame. ¿Qué llevas allí?

-Mi Querflöte, pero no tiene nada de especial... dudo que nos sea de mucha ayuda para contrarrestar esas flechas

-No lo sabemos aún, ¿Por qué no tocas alguna melodía?

-Sinceramente, no creo que éste sea el mejor momento...

-¡Hazme caso, niño!

Sin demasiado convencimiento, Sorrento armó su instrumento de viento más amado maldiciendo al hombre misterioso en silencio... Luego comenzó a tocar.

Kanon comenzó a sentir que algo directo a su cerebro le provocaba un dolor profundo. Pero soportable... Internamente se regocijaba... Estaba en lo correcto, respecto a ese niño. Mientras tanto, Lascoumoune se retorcía de dolor.

-Lo siento, Lascomoune. Pero será en otra ocasión!

Inmediatamente, el hombre misterioso cubrió su cuerpo por una scale perteneciente al rango de un general marina de Poseidón: Dragón de Mar..

Sorrento, sin entender lo que estaba sucediendo, paró de tocar y la cazadora, inmediatamente, tomó una saeta carmesí. En menos de un segundo, logró apuntar hacia el joven y lanzarla directo a su pecho. Mientras Dragón de Mar ejecuta:

-Golden Triangle-

Del otro lado del andén, se escucha un grito desgarrador

-NOOOOOOOOOOOOOOO!

Kanon, dirigió la mirada hacia de donde provenía el grito y observó por un instante a la jóven que los observaba desde el andén opuesto. El color de su cabello le recordó al de una niña que le salvó la vida años atrás, en las costas del Cabo Sunion.

El tren estaba llegando a la estación y Sorrento caía al suelo del andén atravesado con la flecha de Lascoumoune.

Bianca, cruzó lo más veloz que pudo hacia el otro lado, pero ya no había rastro ni de Sorrento, ni Raidne, mucho menos de la cazadora o aquel hombre misterioso.

A un costado del andén, el único rastro que quedaba era una caja abierta donde su amado Sorrento guardaba su preciada flauta.

Se abalanzó sobre ella y rompió en llanto.

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