10- Mohini Maya
El cuerpo de Raidne había tomado forma de mujer adulta y continuaba suspendido en el aire. Sus cabellos habían cambiado gradualmente de color almendra a un rubio platino. Quien la observaba desde el suelo, podía interpretar erróneamente que sus ojos parecían vacíos, sin embargo, esa oscuridad reflejada en ellos se debía a un fenómeno totalmente opuesto; las cuencas de sus ojos eran literalmente una ventana al mismo cosmos... al universo mismo. Con sus infinitas galaxias y estrellas.
Thetis estaba inmovilizada por el miedo, Bianca apenas se había percatado que su sigiloso agresor, yacía en el suelo sin vida, mientras que Shun, quien acababa de derrotar al último marina, apenas podía ver a causa del resplandor que emanaba el cosmo de la muchacha. Finalmente, cuando éste comenzó a menguar, la imágen de aquella Raidne adulta le recordó aquel suceso en la costa de Jabal al-Tair... Definitivamente era la mujer que había socorrido, ya no le quedaban dudas.
Thetis, logró ponerse de pie y cuando intentó alejarse de allí, una saeta de luz, cayó exactamente a un paso por delante de ella.
—Eso fue una advertencia, la próxima irá directo hacia tí. -Exclamó la mujer-
—Tu.. tu no eres Raidne...
—¿Raidne?... Ya veo, desde este cuerpo puedo acceder a algunos recuerdos del alma que poseía este caparazón humano... Puedo ver y sentir el daño que eres capaz de ocasionar cuando deseas algo, Thetis de Sirena... Dame una razón para que te permita continuar con vida.
Thetis no sabía qué contestar, jamás había sentido tanto terror, no pudo pronunciar más que un balbuceo sin sentido. Aquella mujer le dirigió una sonrisa, y cerró sus parpados en tono arrogante, como si hubiera adivinado el comportamiento de Thetis.
—Lo sabía... no eres más que una cobarde con ínfulas de gran poder, sería una lástima que perdieras tu voz...
Thetis comenzó a sentir que le faltaba el aire... como si una mano invisible hubiera rodeado su cuello, comenzó a asfixiarse lentamente.
En ese momento Shun se acercó corriendo hacia el cuerpo de Raidne adulta, se puso delante de Thetis y extendiendo sus brazos le dijo:
—Raidne, ¿Me escuchas?
—Retírate, mi pelea no es contigo muchacho.
—Sé que sigues ahí Raidne. Por favor ¿puedes intentar recordar?
—Lamento decepcionarte, pero la persona que llamas Raidne no está aquí, dos almas no pueden coexistir en un "Yorishiro"... Lo siento, te lo advertí.
Mientras pronunciaba esas palabras, la mujer arrojó otra flecha de luz directo hacia Shun, pero cuando estaba próxima hacia él, caería inesperadamente al suelo al mismo tiempo, Thetis recuperaba el aliento.
—Acabas de detener tu flecha, eso significa que no has tomado por completo el control de ese cuerpo... Raidne está haciéndote dudar.
—¿Qué estás haciendo, tonto? -Le advirtió Thetis, con voz ronca, quien no entendía aquel gesto de quien hacía unos minutos, combatía en el bando opuesto-.
—Traerla de regreso.
Shun, comenzó a acercarse lentamente hacia la mujer y extendiendo su mano, le dijo:
—¿Recuerdas a "Gatito", el niño que salvaste de una paliza y al que le curaste las heridas?
Confía en mí... prometo que no voy a hacerte daño.
Luego de haber pronunciado esas palabras, la mujer comenzó a descender lentamente hasta quedar a centímetros del suelo, y mientras observaba aquellos ojos turquesa del joven que demostraban una sinceridad desnuda, tomó su mano, que se ofrecía extendida. Cuando los dedos de ambos entraron en contacto, cada uno de ellos, intercambió sus recuerdos como si formaran parte de los propios.
Shun vio la vida pasada de aquella alma fragmentada, y sintió su más profundo dolor... pero luego la vio huyendo de un profundo océano sola y luego se vio a sí mismo a través de sus propios ojos en aquella costa delante de ella, cubriendo con su cuerpo los ataques de aquellos guerreros marinas... Aquel episodio que le había parecido un sueño, no sólo había ocurrido, sino que sería la primera vez que intentó combatir para proteger a alguien. Había soltado una tormenta nebular en un acto de desesperación. Un aire peculiar que mantuvo inmovilizados a sus rivales por un tiempo, hasta que luego, una melodía de flauta lo fue adormeciendo y el golpe de uno de ellos, le generó aquella espantosa visión.
La mujer, vio algo más en los recuerdos bloqueados del joven que perturbó su calma para ponerse en guardia.
—¡¡¡Maldito mentiroso!!! Tú eres el que traerá la muerte y la oscuridad a esta tierra... Debes morir antes de que sea demasiado tarde!!!
La luna del rostro de la joven, comenzó a emitir un brillo, pero antes de que pudiera hacerle daño alguno a Shun, se escuchó el grito de una voz femenina misteriosa:
—¡¡¡¡ सुदर्शन चक्र (súdarshan chakra)!!!!
En ese instante, un disco giratorio dorado cruzó el barco directo hacia la media luna creciente de la frente de la mujer de los ojos del universo.
El impacto generó, no sólo un gran resplandor, sino la expansión de una gran fuerza invisible, la cual dispararía varios metros a Shun, Thetis, Bianca como así también los cuerpos de los marinas derrotados.
Una misteriosa mujer de cabellera trenzada color menta, vistiendo un sari magenta, extendió su brazo para recoger aquel disco que volvía a su dedo índice derecho. Posteriormente, dió un gran salto para recoger a Raidne, que luego de haber quedado inconsciente tras el impacto de aquella arma giratoria, comenzaba a caer al suelo.
La misteriosa guerrera, colocó una gema en la frente de Raidne a modo de bindi. El cabello de la joven comienza a recuperar su verdadero color, como indicando que dicha gema, sellaba su cuerpo removiendo al espíritu que lo había poseído momentos atrás.
Cuando se puso de pie, escuchó el hilo de voz que le quedaba a Bianca que le preguntaba casi sin fuerzas:
—¿A dónde te la llevas?
La guerrera misteriosa volteó su cabeza revelando unos ojos violeta y la clásica marca distintiva de los muvianos.
—A entrenar... ¡¡¡एक और आयाम (ek aur aayaam)!!!
Tras esta última frase, un portal se abrió y tras él tanto Raidne como la muviana desaparecerían tras cruzarlo. Bianca, sonrió para sus adentros y antes de cerrar los ojos, murmuró:
—Así que finalmente lo lograste Raidne... encontraste a Maya.
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