07-Escamas, armaduras y nebulosas
El sol todavía brillaba en lo alto. Al día siguiente, el barco llegaría a las costas de Kochi. El destino que Raidne había escogido por su cuenta.
Bianca lamentaba que ese fuera el último día que pasarían todos juntos en ese buque. A menos que decidiera acompañarla.
Al igual que Shun, quien sentía una terrible responsabilidad por intercambiar sitios de entrenamiento con su hermano mayor, Bianca creía que le había fallado a Raidne en el pasado, dejándola en manos de desconocidos. A pesar de ello, los relatos de las experiencias vividas en las profundidades marinas de su amiga, le ayudaron a atar algunos cabos sueltos respecto de la información que había intentado recolectar todo ese tiempo desde que su madre había desaparecido.
Uno de ellos era el guerrero que su amiga había mencionado como Dragón de Mar.
Aquel "nombre" le generaba una sensación extraña... la primera imagen que se le venía a la mente al oír ese conjunto de palabras combinadas, era la de sangre...
Había un recuerdo que guardaba desde muy pequeña... La imágen de un hombre de cabellera azúl, muy malherido en las costas cercanas al Cabo Sunión, desde donde se veía la ventana de la cocina del orfanato que dirigía su abuela Evanthia. Estaba con su primo Julián, quién la tomó de la mano para salir corriendo a buscar ayuda.
Meditó unos momentos hasta que sintió la necesidad de revisar aquel viejo diario de su madre que Sorrento le había entregado años atrás. Intuía haber leído algo sobre ese episodio.
Incluso, lo que sería la descripción de una "scale".
Buscó el diario y encontró el relato que su memoria conservaba algunas cosas parcialmente, había varias notas tachadas y las páginas siguientes, estaban arrancadas.
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"...Esta mañana, mientras discutía con mamá, por la ventana de la cocina de la capilla, que daba hacia la playa, vimos a los niños que volvían corriendo, asustados.
Nos contaron que Había un hombre de cabellos azules, bañado de sangre y con un bebé en brazos, desplomado en la playa, casi moribundo.
Cuando llegué allí con mamá, lo vimos cubierto por una armadura con aspecto de escamas de oricalco tallado. (Llevar muestra para análisis). El bebé lloraba, pero no parecía haber recibido daño alguno.
Cuando logramos entrarlo a la cocina (el sitio más amplio para poder auxiliarlo), Evadne entró con una fuente con agua hirviendo que mamá le había encomendado, y pegó un grito de terror. Mamá pensó que se debía que se había quemado con el agua, pero yo, que vi la expresión de su rostro, jamás olvidaré unos ojos observando a alguien con tanto terror como aquella muchacha mirando al desconocido..."
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¿Sería acaso el mismo hombre que estaba tras Raidne?
Si la joven había logrado burlar al guerrero y salir de aquellas profundidades marinas por su cuenta, no la dejaría vagar libremente...
Finalmente decidió acompañar a su amiga. Pero antes, debía comunicarle a Saori que tenía un asunto pendiente que resolver antes de volver a Tokyo tal como lo había planeado.
La señorita Saori Kido, estaba muy atareada con los preparativos del torneo que le había ayudado a organizar, de hecho, se suponía que debía regresar de inmediato...
Quizá Shun no estaba al tanto, pero hacer que llegara a Tokio había sido parte de una misión que la señorita Kido le había encomendado a Bianca.
Decidió excusarse y le escribió una carta. Sabía que podría disuadir a su refinada amiga si le informaba algo que Raidne le había confiado, ya que sería una pista para averiguar o bien el paradero de los diarios perdidos de su madre, o completar parte de su contenido.
Una vez cerrado el sobre, buscó a Shun quien seguiría solo el viaje hasta Japón y le pidió el favor:
—Shun, necesito que entregues esta carta en persona...
Shun recordaba aquella noche en que Raidne había llegado, que cuando se acercó a las voces que escuchaba, Bianca sostenía entre sus manos, las un joven misterioso.
—¿Shun? ¿Estás prestando atención? Es muy importante que le hagas llegar a Saori esta carta ni bien arribes a Tokyo.
El muchacho observó el sobre que Bianca sostenía en su mano y luego respondió
—Oh, ¿es para la señorita Saori?...
—¿Por su puesto... Para quién más?
— No, no... es que como aquella noche estaba ese muchacho...
Bianca se quedó estupefacta, no sabía que Shun había visto a Sorrento, o intuir algo más.
—Entonces... esa noche estabas despierto...
—¿Es tu novio?
Bianca dio un giro sobre sí misma, como colocándose al lado de Shun y mirando a la nada le respondió:
—No lo sé... Lo conozco desde hace tanto que no logro distinguir si es amor o... simplemente un inmenso cariño.
Detrás de esa duda, había una larga historia. Pero ¿Por dónde empezar a contarla?
Cerró sus ojos y volvió a sus siete años, el mar Egeo... su madre y ella viajando a visitar a su abuela, al Cabo Sunión, el sabor de los kourabiedes robados de aquella cocina del lado griego de su familia, su primo lejano pateando una pelota, una moneda rodando en el aire, ella trepando una reja celeste de la capilla del orfanato junto al mar desde la que se veía el Templo de Poseidón, el sonido de una flauta, el árbol en el que lo vió por primera vez, las lágrimas de aquel niño que lloraba sentado en su maleta porque había quedado huérfano recientemente, y el pañuelo blanco que le obsequió luego de limpiar sus lágrimas que llevaría luego siempre consigo.
De nuevo en el presente, la cabeza de Bianca le responde a Shun:
—El amor no falta, pero no siempre es lo único para que las relaciones funcionen, quizá no sea nada más que una bella amistad.
Shun no lograba comprender del todo las palabras de Bianca. Hasta que recordó a June; quien se convirtió en su ángel guardián en aquella isla, habían pasado tanto tiempo juntos que en algún momento sintió cierta confusión, pero su falta de confianza para con él y sus capacidades, fueron disipando esa nebulosa y consolidando aquellos sentimientos de afecto hacia la amistad.
—Te entiendo...
—¿Tienes a alguien especial?
Shun hizo un breve silencio. El único vínculo que Shun había mantenido toda su vida, siempre había sido el de su hermano mayor quien lo había cuidado siempre. Cuando se separaron para viajar hacia sus lugares de entrenamiento, June cubrió esa vacante de cuidados. No sólo era una muchacha que lo acompañaba durante el entrenamiento, sino que además, solía suplicarle al maestro de ambos que le pusiera fin a aquellos en los que Shun resultaba muy mal herido.
Si bien las intenciones de la muchacha eran nobles, con el correr del tiempo, lo habían perjudicado en su aprendizaje, y le significó que tanto ella como su maestro, lo considerasen una "causa perdida". Durante esos años, él fue casi un autodidacta que en soledad intentaba comprender la esencia del "cosmo"....
—Sí, pero... no se si podría afianzar un vínculo de ese estilo con alguien que no confía en mí lo suficiente... Me subestimó durante tanto tiempo intentando cuidarme, que al final terminé por dudar de mí mismo; a sus ojos, sigo siendo el niño que ella conoció hace seis años.
Shun finalmente logró encontrarle sentido a aquella necesidad imperiosa de demostrar a su maestro de que era realmente digno portador de la armadura de Andrómeda. Aquello no era más que una reafirmación para sí mismo
Raidne, quien había permanecido oculta cuál ninja escuchando toda la conversación, sin ser invitada a la misma, se entrometió:
—¡Felicitaciones! En pocas palabras pudiste resumir cómo te hace sentir.
Pero... tienes que tener en cuenta que al tener un hermano quién cargó con la responsabilidad de cuidarte desde muy pequeño, también debió influir mucho, al fin y al cabo, esa es la forma de amor que conoces; la de cuidado y protección. No seas tan duro, seguramente esa persona de la que hablas también está aprendiendo a querer...
Shun y Bianca se quedaron sin palabras frente a aquella intervención, el aire parecía la hoja de un cuchillo.
Algunos instantes después, comenzó a escucharse a lo lejos una hermosa voz de mujer, entonando una melodía.
El agua del mar se tornó roja.
Los gritos de la tripulación se dividían en los que exclamaban "Piratas" por un lado, versus "Sirenas" por el otro. Ambos grupos corrían en direcciones opuestas hacia sus camarotes, para resguardarse de un peligro inminente.
Una hermosa muchacha de cabello rubio y ojos azules, cubierta por una armadura con la apariencia de escamas del color del coral, camina elegantemente por la proa, en medio del caos, y como si fuera parte de su canción, comienza a pronunciar el nombre de Raidne, como si la llamara a caer ante su hechizo sonoro:
—Oh Raidne, pequeña Raidne,
no te ocultes más de mi.
Envuelve tu silueta en el aire
que un mensaje traigo para tí.
Raidne reconoció esa voz... y maldiciendo para sus adentros, escuchó a Shun quien preguntaba.
—¿La conoces?
—Es Thetis.. si ella está aquí, no ha venido sola... estén atentos
En efecto, la muchacha había llegado junto a un grupo de soldados marinas. Shun recordó que su Pandora Box estaba en su camarote, y luego de hacerles una seña a las chicas para que lo siguieran, se dirigió velozmente a buscar aquel contenedor de su armadura. Apenas dio unos pocos pasos, un soldado marina que le llevaba 2 cabezas, se le adelantó y se interpuso en el medio del camino.
Raidne, que corría detrás del muchacho, siguió sin detenerse en la misma dirección, pero giró su cuerpo hacia su lado izquierdo, llevando su cadera al raz del suelo, para deslizarse con su pierna izquierda, logrando pasar por debajo de aquel soldado marina, para luego empujar sus manos contra el piso con tanta fuerza que volvió a incorporarse y salir corriendo sin dificultad. Finalmente, exclamó en un tono muy confiado:
—No te preocupes, te la alcanzaré.
Las Pandora Box poseían una cualidad muy particular; cuando la misma poseía un dueño, ya no podían ser manipuladas por cualquier persona, siendo muy probable que la misma reaccionara con alguna descarga eléctrica, o bien elevara su temperatura, en el caso de que quien la tocara no fuera su portador original. Sin embargo, Shun no había tenido oportunidad de advertir de este detalle a la muchacha.
Advertido de que no había vuelto a ver a Bianca, miró hacia atrás pero la muchacha había desaparecido.
Se dispuso a saltar para retroceder hacia el lugar dónde la había visto por última vez, pero el Marina se había adelantado a aquella reacción y lanzó un golpe con su pierna derecha con tanta fuerza que parecía una fuerte corriente que arrastraba como un pequeño ciclón y cuando parecía que iba a perder altura y estaba por ser alcanzado por el fuerza del remolino, unos brazos cubiertos por una "cloth" lo envolvieron, arrastrándolo fuera del peligro elevándose aún más por los aires.
¿Acaso era la misma jovencita delicada con la que había estado hablando minutos antes?
—¿Bianca? ¿Eres tú?
Ella sonrió, vestía una armadura que parecía ser de una lechuza, y respondió:
—Soy Bianca de Noctua, una Saintia al servicio de Athena, lamento no habértelo dicho antes.
—¡Shuuuuuuun!
Era Raidne quien volvía con su Pandora Box. Cargándola como si fuera una delgada mochila, y sin presentar en su cuerpo ninguna reacción adversa por haberla tocado. La colocó en el suelo, y jaló de aquella cadena que abría su contenido
Shun sonrió:
—¡Mi armadura!
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