AVES

Ya te había salvado antes, ya nos conocíamos, tal vez ayer, tal vez mañana o puede que en otra vida.

-Valla 19 años es mucho no lo crees - dijo Brigit en la cama, deje de preguntarme del mundo exterior.

-No es el mejor cumpleaños- repitió riéndose para después tocer.

-Es lo suficiente- contesté arropamdola, le di una leve sonrisa apesar de que tenía miedo, ella hizo lo mismo estaba enferma y más pálida, tenía bastante fiebre y una horrible gripa y tos.

-Voy a salir, buscaré las especies que nesecitas - mi voz era baja no podía gritar muy fuerte o sentía un dolor agudo.

-Y que esperas cariño no pienso morir de una gripe como está lleva la capa y ten cuidado- cerré las ventanas y deje el fuego encendido al igual que algo de luz junto a ella.

Me aliste para salir y tome la capucha, respire profundo antes de salir,  abrí la puerta.

La oscuridad del bosque parecía noche, el viento dejaba ver una tormenta cercana, pase el círculo de protección de Brigit y las voces comenzaron a atacar de una forma escandalosa y duradera aún así seguí caminando.

Era complicado encontrar un camino si no conocías el bosque todos los árboles eran iguales, todos los senderos también unos estaban llenos de flores venenosas y otros de criaturas carnívoras.

-Eres fuerte y poderosa, una lectora que puede pasar por mundos que nadie conoce, sabes imaginar úsalo a tu favor- seguí caminando, no sentía la necesidad de hablar.

El viento se perdía en la copa de los arboles, esas palabras entraban a mi oído y me llamaban, llantos de dolor o risas de felicidad, gritos de miedo, cada uno se distinguía por ser diferente, pero todos llevan a ser uno solo.

El viendo lo detenía eso me gustaba, sentía las hojas moviéndose una sobre otra, aunque la oscuridad las hacía ver una sombra.

-Solo toca el árbol siente el tallo leñoso, conéctate con lo que es y eres desde las raíces hasta la punta de cada hoja- toque el árbol con cuidado, sabía que Brigit no podía sentir lo mismo que yo, aunque sabía cómo enseñarme.

Brigit lo conocía por curiosidad, el árbol me daba paz, cerré los ojos y dejé de escuchar, solo el viento que pasaba por las hojas moviéndose de un lado a otro.

La forma en la que me envolvía en el  bosque a pesar de tenerle miedo podía escuchar uno que otro a animal y todas las voces sedaron solo para escuchar paz y tranquilidad, el viento creaba sonidos tan hermosos que me mantenían ahí, un ketzal se escondía entre las hojas, no muy a lo lejos un tigre se escabulle en busca de su presa entre las hojas húmedas.

Mire al cielo y vi los árboles, el viento se llevó mi recuerdo y seguí caminando, el recuerdo de Brigit si rostro, estaba cansada, hasta que una carreta paso a mi lado.

Se trataba de un hombre viejo, un pequeño burro jalaba de la carreta, el hombre tenía un aspecto repugnante y el burro se golpeaba contra las moscas, tenía bastante heridas y podía sentir que no estaban del todo limpias.

-Yo te cuidare – lo recordaba después de hacer el hechizo, mire al burro y comencé a acariciarlo.

-¿Qué hace una señorita en la a la mitad de la camino?- pregunto, le faltaba un diente y los que aún tenía estaban podridos, llevaba consigo aves en la parte de atrás, lo observe su cabello estaba sucio y su ropa mugrosa, podía ver una que otra mosca encima.

-estoy buscando el siguiente pueblo mi prometido a estado muy enfermo y estoy en busca de un médico- dije agachando la cabeza.

-Valla que estás de suerte iré al pueblo hay un muy bien medico puedo llevarte- su sonrisa me daba escalofríos, respire profundo y su mirada daba aún más miedo.

-Claro a cambio de un pago – me miró sonriendo y asentí con la cabeza, me subí junto a las aves, las tenía cautivas en jaulas, algunas estaban ya enfermas y  bastante horribles.

Tenía ropa vieja y zapatos en un rincón olía bastante mal lo que me hacía querer vomitar,pero no lo hice mire  a cada una de las aves, su canto era lindo, pero dejaron de cantar pues hora no se sentían libres.

Metí la mano a una de las jaulas para sacar un pequeño pajarito azul, su ala estaba rota.

- los tiene aquí cautivos- susurré me quite un mechón de cabello y lo amarré en su ala.

La libertad se tiene no se busca, la libertad se vive, pero muchos le tiene miedo y la arrebatan.

-La magia es parte de la naturaleza, todo tiene un por qué y para que, si tan solo mueves una pieza todo cae- recordé a Brigit mientras jugábamos al ajedrez.

La naturaleza es frágil y poderosa a la vez, dije sacando a una paloma con el mismo problema, sus plumas eran de color blanco y su pico sangraba un poco, tenían hambre y sed.

-Pequeña ave libre y sagaz yo te libero curo y sano- respire profundo y coloque al ave entre mis manos.

-Yo te sano junto con la naturaleza, la tierra querido te ayudará, viento  has de tocar soplará y a tu destino llevará, te ayudará a sanar y volar, libre como el viento, libre serás síguelo y no te perderás-  le di un pequeño impulso.

-Vuela pequeña – la deje ir y un mechón de cabello se me tiño de blanco lo escondí y me cubrir por completo para liberar a las demás aves.

Sabía que pronto llegaríamos lo sentía poco a poco mire las demás jaulas y aves.

-¿Serán libres?- sonreí y coloque las manos sobre las jaulas.

Antes de que la carreta para me baje de esta, me quite la ropa y cambie por la asquerosa que tenía ahí dentro, olía horrible pero no más que al lugar al que llegaría, un olor repugnante a pescado y a comida podrida.

Y una vez que la carreta se detuvo podía ver a ese asqueroso hombre junto a otros.

-Bueno preciosa hemos llegado- abrió la pequeña carreta y no se encontró más que sus aves saliendo juntas en libertad, solté una pequeña risa mientras el hombre molestó estaba, el lugar estaba sucio en todos los aspectos y estaba más que segura que distrito de los magos se trata.

-Donde está la joven que tanto decías- dijo uno de los hombres asomando si cabeza a la carreta.

-Esa maldita- me di la vuelta.

Salí de ahí, caminaba por el lugar era bastante horrible, el olor y todo lo demás, claramente el agua no existía en este lugar, aunque los niños jugaban con gusto bailaban y cantaban.

Las mujeres hablaban y las casas parecían ruinas de nos ser por el poco calor que asomaba ante ellas, me alegraba de una cierta forma ver niños al fin, las mujeres que podían tenerlos aún no podían salir, pues creían que al ser tocadas por la oscuridad dejarían de tener bebés, mire a una mujer observando por la ventana nuestra vista se cruzó y solo seguí caminando.

Cada pueblo se distinguía por el como se hablaba y como se distinguía el color de su ropa, en el pueblo del este las mujeres visten de color vino junto a su mayor el gobernador Iturbide, a su lado está el segundo pueblo color azul por el tlatoani y  Chakte de color verde, como representante de aquellas tribus y culturas que nos delatan como seres llegados y nacidos de aquí.

Sin embargo había un  último el reino puro ahora parte del reino oscuro, sin gobernador sin mago y sin tlatoani, el bosque oscuro era aquél lugar mayor y cada día crecía más.

No se sabe cómo llegaron cada uno de los reyes tampoco como se eligieron simplemente llegaron y la gente comenzó a seguirlos, respire profundo y mire el ejército  negro que ahora llegaba me escondí entre el lugar.

Todos los distritos estaban en guerra por alguna razón , cada uno tenía sus propios intereses y su propio ejército aquel de negro era del rey Iturbide mientras que el azul era de el tlatoani y el de Chakte de color verde ,además de los colores de su ejército y los colores de la ropa de sus pobladores cada uno se permitía explotar con ellos gracias a las sequías.

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