REGRESIÓN
La memoria se conecta con las estrellas, no obstante poco a poco mueren con el tiempo.
La mujer sacaba especies y las acomodaba, traía frutas y verduras, al igual que una especie de flor color amarillo brillante escondía entre sus manos, quitó cada uno de los pétalos y los arrojó al caldero sus uñas eran largas, de color negro, pero no para dar miedo sus ojos eran verdes grandes y brillantes.
No tenia joroba aunque al salir aparentaba gracias a la capa que portaba, era un poco alta, traía un vestido negro que llegaba hasta sus talones y cubría sus brazos, sus manos estaban llenas de tatuajes y símbolos distantes de entender para mi, su piel era blanca y tenia marcas en la cara.
Cabello largo y rizado color naranja, era ya algo mayor aunque no lo hacia notar con gran facilidad, tenia especies y frascos en los cajones de madera por todo el lugar, yo solo dejaba que hiciera su trabajo mientras la observaba.
Finalmente sirvió algo de comida en un recipiente de madera, lo puso frente a mi, en ese momento perdí todos mis todos modales, la sopa o al menos pensé era eso, tenia un color verde viscoso, tenia tanta hambre, qué comí tanto como pude hasta estar completamente llena, ella solo me observaba sonriente , para después quitar los platos.
No sabia donde estaba y no era algo que pensara solo me sentía ahí, vacía por dentro, me miro me tomo de las manos mientras seguía las líneas de esta, sentía como movía su dedo donde estaba.
-La vida , el corazón y la mente- respire profundo y deje que pasara.
-Cuentame una historia- lo repetía en mi mente creaba el recuerdo, como le decía a mi padre después de tener una pesadilla, las velas a mi alrededor se apagaron, solo lo recordaba y deje que pasará.
El se sentaba junto a la cama, podía crear una bella isla con solo un movimiento, lo miraba con fascinación, las olas envolvían aquella isla en medio de un gran árbol, sus hojas caían dejando color, sus ramas largas y torcidas, las raíces de aquel árbol decían eran poderosas, perdida en el mar, la luz de la luna la iluminaba de una forma hermosa, y el reflejo del mar le daba vida.
-Había una vez un lugar lleno de bondad, pureza y de sabiduría, entendimiento del cuál nadie sabía en medio de la nada, este lugar le daba vida a los animales, naturaleza y a las personas, una sombra entre la oscuridad sin tiempo o nombre fue llamado fauno, dando así una sola apariencia para el mundo.
Muchos le tenían miedo, no obstante era interceptor de su rey y señor, creía en el y era un honor servirle, no obstante se enamoro de una humana que desesperada intentaba terminar con su vida, este le pidió a las olas que la salvaran y cuidando de ella.
Mamá tocó la puerta y aquella bella ilusión y recuerdo se desvanecieron, aún escuchaba sus peleas, mis mejillas se llenaron de lágrimas respire profundo y solté a la mujer.
Podía sentir como partes de mi que creía muertas según ahí, heridas abiertas, no obstante ella me miró y sonrió.
-Las cicatrices son historias que no se pueden borrar solo recordar, con dolor, felicidad o miedo- la mire aunque no dije nada.
-Estas también se curan- me miró a los ojos.
-Mi nombre es Brigit, estuve cuidando de ti estos últimos meses esperaba te encontrará mejor después de lo que sucedió- sentí escalofríos por todo el cuerpo aunque seguía sin decir nada, pues me dolía.
Brigit me miró y me tomo del mentón, movió mi cabeza de un lado a otro, respiro profundo y con la otra mano comenzó a tocar mi pecho dando pequeños golpes.
-Al fin y al cabo se lleva algo de ti- me soltó y comenzó a buscar entre todos los cajones, susurraba palabras letras y cosas que no entendía buscaba especies en los cajones, los cerraba y abría.
-Eres una bruja- dije con cuidado con la voz ronca y sintiendo aún más dolor.
-Si, así se le llama a las personas diferentes, que saben lo que dicen- respondió sin decir nada más.
-Necesito que machaques esto como puedas por favor- mire una flor amarilla y comencé a hacerlo, tenia un aspecto diferente, emanaba un olor dulce aunque no quería probar.
-Eres buena o mala- levantó la ceja.
-Si, sigues así tu garganta se pondrá peor, no existe dicha cosa todo depende de cómo lo desees y que resultado quieres, esto está más haya del bien o el mal que conoces- respondió.
-Y el dios- Brigit me quitó la flor y se dio la vuelta.
-Nadie sabe su nombre solo saben que existe y es poderoso no se le ve, pero se le siente, cada quien lo ve a su manera- Brigit no dijo más y salió de la casa dejándome sola.
Me levante y comencé a ver el lugar había libros antiguos arrumbados por todos lados, la letra era confusa otro idioma, no obstante podia entenderlo, cada letra y palabra era diferente me llenaba de conocimiento me ayudaba a entender, me decía que no estaba sola.
No eran historias de amor, ni mucho menos terror, era más que eso geografía, historia cada libro y volumen era algo diferente.
Brigit no dejaba que saliera, los susurros que escuchaba una vez afuera me aturdían y no podia controlarlo, esperaba que el pueblo se olvidara de mi aunque ya era irreconocible hasta para mi.
Poco a poco las cosas cambiaron para ambas, aprendía lo que veía de ella, las pesadillas me dejaban paralizada por las noches me atemorizaban cada vez mas, pero no dejaba de soñar, el color de mis ojos no cambio el gris podría cambiar, pero no sabia cuando lo hacia simplemente lo sentía como un cambio algo que me advertía de lo que sucedería, mi cabello creció al igual que yo.
-Puedes hacer y lograr algo con el tiempo dar y quitar para tu propio beneficio, pero así mismo hay cosas que tienen consecuencias actos que infunden piedad y valor- respire profundo y desperté.
-Valla señorita 17 años es mucho no lo crees- dijo Brigit en cama, deje de preguntarme del mundo y el pueblo con el paso de los meses.
-No es el mejor cumpleaños- repitió riéndose.
-Voy a salir, se acabaron un par de cosas y especies- mi voz era baja no podia subirla demasiado me costaba.
-Y que esperas cariño no pienso morir de una gripe como esta, lleva la capa y ten cuidado- coloque la capucha y gire la perilla de puerta para salir.
La oscuridad del bosque parecía la noche, el viento dejaba ver que una tormenta se acercaba, mis recuerdos llegaban de una forma pesada , voces y gritos todos juntos sin dejar de aturdir.
Era complicado encontrar un camino si no conocías el bosque todos los arboles eran los mismos, aunque los susurros me segaban.
-Eres fuerte y poderosa, una lectora que puede pasar por mundos que nadie conoce, sabes imaginar úsalo a tu favor- seguí caminando, no sentía la necesidad de hablar.
El viento se perdía en la copa de los arboles, esas palabras entraban a mi oído y me llamaban, llantos de dolor o risas de felicidad, gritos de miedo, cada uno se distinguía por ser diferente, pero todos llevan a ser uno solo.
El viento lo detenía eso me gustaba, sentía las hojas moviéndose una sobre otra, aunque la oscuridad hacía lo hacía ver una sombra.
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