RECUERDA
Los recuerdos abundan y la memoria traiciona.
La sangre se perdía en el agua, un color rojo vivo, el dolor pasaba por todo mi cuerpo con el simple hecho de respirar.
Estaba viva y sufría por ello, solo sentía de una forma incontenible y dolorosa, sin embargo lo más horribles de todo no podía gritar y solo podía distinguir el calor que ahora me cubría.
El vapor del agua caliente abría mis fosas nasales, apesar de que el agua estaba hirviendo mi cuerpo la sentía helada, mi piel desnuda, cada una de mis heridas ardían, cada una más que la otra, mi alma gritaba junto con el poco corazón que me quedaba.
Mi cabello estaba congelado sentía lo horrible que estaba, deje de llorar poco a poco y simplemente me resigné al dolor, aquella mujer me tomaba como una muñeca de porcelana de manera frágil y cuidadosa.
Me seco con cuidado, cerró las ventanas y me recostó junto al fuego, se sentó en una vieja silla mesedora no muy lejos de mi, sentía calor uno que parecía me rechazaba, como pequeñas brisas que apenas llegaban a mi cuerpo.
Me tomo con cuidado y me apoyo en sus piernas tomo unas grandes tijeras y comenzó a cortar el mi cabello, pasaba un peine con cuidado, el sobrante de mi cabello lo arrojaba al fuego solo recordaba como el rojo vivo del fuego consumía mi cabello.
Me quedé dormida tal vez, el vasio dentro de mi se hizo intenso una vez que las velas se apagaron gracias al viento, me buscaba entre el agua que me devoró aquel día , todo el bosque esperaba mi llegada me querían o tal vez querían acabar conmigo.
Una mirada fría me invadía todo el cuerpo, no dejaba de seguirme, tampoco dejaba que viera aún más lejos, me sentía perdía, estancada ahogada, el agua acaban con mis pulmones.
El solo recuerdo me hacía revivir aquel dolor, aquellas manos y ese calor, por qué al despertar me di cuenta de la pesadilla en la que estaba un recuerdo que se volvía mi pesadilla y mis ganas de seguir despierta.
Me desperté y comencé a vestirme, no había luz y las velas se habían terminado.
Cuando escuché el llanto de un bebé, parecía que me llevaba, mis senos se endurecian, como si me pidiera pecho, parecía un sueño uno que me daba miedo.
Antes de abrir la puerta y salir me detuve el llanto era aún mayor y el miedo dentro de mi me mantenía inmovilizada.
Respire profundo y escuché la voz de mi madre y abrí la puerta para simplemente no ver nada más que el pasillo, cerré la puerta de nuevo y caí en llanto.
-Ketzaly - escuché a Emili afuera, no abrí la puerta aunque si la escuché del otro lado.
-Habra una casería de brujas por todo el pueblo, estamos bajo ataque, se a perdido otro niño y han matado a un mago inicial, Xóchitl me dijo que te avisará ni una sola mujer puede salir el día de hoy así que no vallas a salir - trage saliva y deje que se alejara sin salir o hacer ruido.
Cuentan, que las brujas se entregaban a un ser despiadado nacido del mal y la traición, un ser tan grande y poderoso dispuesto a darles todo ese poder, para crear el mal en los pueblos, como alegoría a su fe y el poder que obtenían les entregaban aquel regalo que el bien les atrajo.
El llanto de un bebe y la sangre pura de este mismo, las mujeres obtenían cualquier tipo de poder en sus manos, se entregaban a si mismas, se convertían en criaturas distantes se cortaban las manos y los pies, su cuerpo se transformaba en algo horripilante.
Se llevan a los niños y los devoraban para obtener más poder, las familias las buscaban esperando encontrar a la criatura, sin entender que en el bosque todo lo que entra ya no sale.
Todo el bosque y el pueblo esta maldito e infestado de ellas, el pueblo tiene miedo, y así mismo esperan acabar con ellas, haciendo que tengan miedo de toda mujer que los ponga a prueba.
Me recosté en la cama mientras miraba el techo, todos aquí tienen miedo, cerré los ojos y respire profundo.
Olvide que era, quien era y a que había llegado a este lugar, buscaba en mi memoria en cada parte de la magia de mi madre, ellos le tiene miedo a lo diferente o a lo más fuerte que ellos.
Abrí los ojos, la sensibilidad de estos y mis pupilas dilatadas, no sentía nada más que dolor, mire a mi alrededor, una cabaña vieja, sentía frio a pasar del fuego frente a mi, estaba en el suelo cubierta con una manta, tenia vendas en el dorso, me dolía la cabeza, mis pies temblaban apenas podia colocarme de pie, lo intente una y otra vez, pero seguía cayendo.
No muy lejos de mi había un pequeño comedor de sillas y mesas de madera tenia marcas, un caldero ante el fuego y el olor a humedad se esparcía por todo el lugar, me recargue en una de ellas para intentar levantarme, había símbolos y hiervas colgadas en las paredes, logre ponerme de pie, me dolía el simple echo de respirar.
Llevaba puesta una bata blanca y rota, no podia dar pasos, no lo soportaba, gritaba y no era escuchada, llegaba al suelo y lloraba de dolor, sentía la sangre en mis labio, podia verla, me observaba desde la puerta, no pregunto nada y solo la mire entre lagrimas.
Sentía su voz y la escuchaba era parecida a la de mi madre, aunque más fuerte, me tomo con cuidado del brazo y me recargue en ella.
-Te quitare las vendas lo que sea que veas en ti es lo que eres ahora y acéptalo- lo escuche y se quedo dentro de mi, cada parte de mi se rompió al ver mi reflejo y tenía que aceptarlo.
Las heridas se volvieron cicatrices, mis ojos tenían un color gris en ellos, el tono de mis labios, mi cabello oscuro casi como el de mi madre, la mujer respiro profundo.
-Ya no es necesario que las ponga- tenía las vendas en sus manos, mire las vendas no dije nada y respire profundo, esa noche se sentó junto a mi a lado del fuego cepillo mi cabello con un peine diferente de plata fina y hermoso cabezal formado por una mariposa.
La mujer lo cepillaba con delicadeza, mientras me miraba, no le ponía atención solo observaba el fuego y esa briza de calor que emita en mi cuerpo, podia tocarlo era hermoso ante mis ojos, parecía una niña pequeña llena de curiosidad, al tocarlo este no me quemaba solo podia tenerlo en la palma de mi mano cerré el puño y lo hice desaparecer.
Me quede perdida en ese rojo intenso esa combinación en el fuego, mientras mi oído se distraía en el sonido de una vieja canción que ella cantaba, podia distinguir la tormenta, el viento se llevaba todo a su paso, mi habitación el color rosa y el blanco en las paredes.
-¡Mátenlo , Traidor!- la habitación se llenaba de gritos a pesar de venir de afuera, corrí a la puerta del balcón para intentar abrirla golpee el vidrio tantas veces que pude llegar a estrellarlo, la impotencia que tenia al ver el rostro del aquel traidor, mamá miraba desde lejos con un rostro de angustia y lagrimas en las mejillas, aunque se ocultaba entre la multitud.
Gritaba con fuerza, el dolor se hacia cada vez mas fuerte, la soga en su cuello, la gente aplaudía, nadie me escuchaba, en una sombra inesperada, me dejaba sin aliento pero seguía intentando salir, mis manos convertidas en puños, el dolor, la impotencia y la furia se perdían en el fondo de mi, sentía como lograba crear un hoyo dentro de mi.
Caí al suelo después de romper el vidrio vi su rostro un par de segundos y las lagrimas borraron lo demás el dolor lo devoro aquel hoyo que solo se quedó, cerré los ojos, todo mi mundo cayo en esos segundos.
La sentencia decía muerte a todo aquel que traicionara el poder y mandato de su suprema castidad, acusado de usar magia ante los limites del rey, mi madre no sabia de eso y aun que así fuera, mi padre aria todo lo posible por que su madre estuviera a salvo.
Se acusa de traición a su noción, las palabras se repitieron una y otra vez en mi cabeza y finalmente desperté.
Respire profundo y salí del lugar en el que estaba, mire a mi alrededor hasta llegar a el comedor que ya conocía.
-Ketzaly despierta - abrí los ojos en mi recuerdo y no vi más que una aurola de magia negra, respire profundo y la eliminé poco a poco.
Ese era mi recuerdo, pero no estaba completo.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top