OSA MAYOR

Existen encuentros y casualidades planeadas.

Un sonido a lo lejos llamo mi atención, Brigit tomo mi mano para llevarme, pero me detuve, no caminé, solo observé a mi alrededor, como una presa buscando el cazador, lo sentía como un escalofrío que venía cerca, recorriendo todo mi cuerpo.

-viene un caballo - dije con la voz baja, Brigit me escucho y nos quitamos del camino se acercó curioso de negro pelaje, lo aleje poco a poco y lo calme sabía un camino y solo quería escapar, tomé su cabeza no sentía más que lo que ese animal sentía.

Quería defenderse, solté la cuerda y lo deje ir, hombres corrieron detrás queriendo dominarlo, estaban molestos con sus armaduras parecían fuertes, no obstante entre todos ellos uno se destacaba, se molestaron al ver como el caballo escapaba.

-¿A dónde se fue?- pregunto uno de ellos mientras me miraban con enojo.

No respondí solo di pasos hacia atrás alejándome de ellos, unos segundos después mientras se acercaban Brigit intervino.

-Hija, hija, ¿Estás bien?- la mire, me tomo de las manos y me llevo con ella alejándome de ellos no pidieron verla ni a mi tampoco, solo se quedaron callados.

-Lo siento acabo de ver un caballo enfurecido hacia el norte espero lo encuentren- me llevo sin que ellos me mirarán.

-No voltees a verlos y no te distraigas- seguimos caminando juntas hasta llegar a una parte sombría del bosque, olía horrible, nadie se atrevía a pasar por ahí, había demasiada humedad.

Los arboles torcidos estaban cubiertos de espinas las voces eran aún más fuertes, respire profundo y aguante escucharlas todas.

-El bosque muerto- dijo Brigit mientras caminaban, me llevo por muchos caminos, la tierra movediza y el lodo se comían todo lo que caía lentamente.

Se llamaba así por lo que era un bello lugar, Brigit no lo vio de una bella manera, pero si sus ancestros escuchaba como fue y muchos tenían la esperanza de que volviera hacerlo, aún así era parte del bosque shibalba de una forma o otra.

Había animales grandes y pequeños, se escondían entre el lodo y las plantas, las hojas de los arboles eran sus casas me observan algunas salían para vernos mejor,había marcas diferentes, sonidos distintos, gritos de dolor y miedo.

Una libélula se postro en mi mano, sus delgadas alas brillantes de colores como lo que fue sus pequeñas patas, sople un poco y la dejé ir.

Había flores grises su color no se distinguía del todo, podía ver lo que fue de este lugar, como el sol les daba vida, los animales no se escondían, y no escuchaba nada más que paz.

Finalmente Brigit me guío a una casa o un árbol hueco eso era lo que parecía, las ramas eran grandes aunque viejas, fue un árbol hermoso y grande, tenía una pequeña puerta escondí entre hojas secas, una vez adentro, todo cambiaba era más grande y hermosa de lo que parecía solo para ir a conocer a alguien que ahí vivía.

Las escaleras eran en espiral, conforme el tronco del árbol, había libros por todos lados y un hermoso techo de cristal que deja a ver el cielo nublado.

Entre las escaleras bajo un hombre, lo mire de pies a cabeza, estos eran más grandes, su cuerpo era pequeño acomodo sus anteojos, con una larga barba, se veía algo viejo, traía un par de pantalones y una larga bata azul sostenía libros en la mano, le faltaban algunos dientes, pero no evito dar una pequeña sonrisa.

Nos miro a ambas, acomodo sus lentes, sus ojos se veían más grandes de color marrón dio un par de libros a Brigit sin decir nada.

En el centro del lugar había una gran mesa, todo el lugar era una biblioteca, olía a hojas viejas, la poca luz entraba por el techo y las velas alrededor de la escalera, miraba con finación.

Tocaba las notas alrededor de la mesa, cada una hablaba del tiempo, los años, las estrellas y las constelaciones donde estaban y como era la conexión entre cada una en el centro la luna, se movía con forme pasaba el tiempo.

Cada una de las constelaciones estaba tallada en la mesa, cada época y ciclo respire profundo y cerré los ojos para sentirlo, cada punto tallado en la mesa, el techo dejaba ver un poco de luz junto a un montón de velas derretidas, Brigit y el hombre me miraban.

Antes de siquiera existir había dos deidades de la misma carne tenocatecuchi señor del sustento, mientras su contraparte tenocacihualt señora de nuestra carne y sustento, juntos eran el todo y los creadores ambos tuvieron un hijo mixcoal o bien la serpiente de las nubes seguía las estrellas y las constelaciones como todo señor de los cielos en tres todas sus grandes hazañas existio una que se destacó.

Existe una constelación la osa mayor su historia es sencilla pero al mismo tiempo terrible, sentía cada estrella, ellos me escuchaban.

-Abre los ojos- dijo el hombre con fascinación.

Al abrimos el universo completo podía reflejarse en ellos, Brigit trago saliva no obstante él hombre parecía alucinado, sentía alegría, pues tenía razón todo lo de los libros y cada una de sus notas todo aquello que estudió.

Lo sentía dentro de mi uab alegría llena de color, una grieta en el invierno que solo yo distingia.

Más haya de aquella neblina que cubría su mundo más haya había un cielo y el lo estudiaba.

-El sol y la luna se amaban, pero jamás podían verse, aunque sucedió una vez se conocieron y al mismo tiempo crearon vida, estaba maldito ligado a quedarse solo , no obstante decidió unirlos un solo día para acabar con lo que el más amaba.

Después de perder la luz de su amada, aquella horrible día creo un elipse, uno que los dejo ver qué podían estar juntos, la oscuridad que lo cubria a ella y la luz que el podría brindarle para que ambos brillarán, en una oscuridad terrible que acabaría con la humanidad - deje ir el aire y cerré los ojos.

-Asi mismo en su unión crearon más de lo que imaginaron, las constelaciones se unieron por si solas cada una creando formas e historias, ambos lloraron por su despedida creando más de lo que querían, un ser oscuro y brillante y un dios que los dejo ser aunque pocos se atrevían a nombrar.

Un dios todo poderoso, que se sentía solo.

-Nadie lo podía ver pocos sabían de su experiencia, tan poderoso que creo más de lo que podía imaginar.

-La osa mayor- dijo el hombre mirándome, respire profundo.

-Una madre le lloraba desconsolada a la luna, le pidió que le diera un hijo, un ser el cual cuidar, amar y criar- abrí los ojos y dejé ver, respire profundo, Brigit y el hombre miraban.

Hay un poder que nadie cree tener y pocos pueden ver, un poder que va más haya del universo.

-¿Qué paso?- pregunto de nuevo, mire a la mesa y señalé.

-Esta mal- conté y marque la real, sus datos parecían buenos, un solo error en el problema y todo lo demás estará mal.

Deje que Brigit y el hombre platicaran a solas, solo me perdí en los libros, escuchaba a los animales afuera, los pájaros pelaban en la punta de los arboles, cantaban con gran espléndido, era lo único que les quedaba.

Las letras se perdían ante mis ojos,las aventuras se volvían parte de mi y el conocimiento se quedaba en cada una de mis ideas, amaba los libros y cada una de sus páginas.

Brigit me llamo, me senté frente a la mesa, ambos me miraron y sintieron.

-Mi nombre es tlayoc- incliné la cabeza y no dije nada más, solo devolví la sonrisa.

-¿Qué fue lo que viste exactamente?- respire profundo.

-Te molestaré- dije colocando las manos de nuevo en la mesa.

Y volvi a sentir, volví a leer cada una de las señales, cada estrella, cerré los ojos y dejé caer un vaso de agua a propósito.

Comencé a formar una esfera, no había gravedad en ese momento, no quería que el agua la tuviera, me concentre lo suficiente, respire profundo y me centre, escuchaba la voz de mi padre aunque no como tal.

Un recuerdo entre todo aquellos que no pudieron borrar, comencé a dejar salir mi voz, toque el agua con los dedos.

Tlayoc decía que tenía una voz prestada, jamás recuperaría mi voz realmente, el me la quito a cambio de dejarme vivir, no obstante podía pedir prestadas tantas palabras y voces como quisiera.

-Bajo las orillas del mar, una mujer le entrego a la luna una parte de ella, su conciencia y mundo eran diferentes al nuestro, así mismo la luna le entrego un hijo a cambio de una gota de sangre en el mar, la gota se perdió en el agua cristalina, mucho tiempo después la mujer dio a luz un hermoso bebé.

No obstante en el mar se creo algo más grande gracias a esa gota de sangre, la mujer obtuvo a su hijo, pero el mundo no estaba preparado para creerlo, desterraron a la mujer, perdida para proteger a su hijo, se sumergió al agua junto a su bebé para protegerlo.

Llegaba cada vez más al fondo y aunque ella moría su bebé seguía vivo, no lloro, ni mucho menos sufrió la mamá le canto una bella canción, el bello bebe en sus manos la miraba sus ojos brillantes las estrellas se reflejaron en ellos.

Sonreía con la bella melodía que su madre le cantaba, la luna y el sol los miraron en su eclipse y la madre se los entrego de nuevo, la gota de sangre cubrió a la mujer en el fondo.

Una tela delgada convirtiéndose en una sola, la madre se convirtió en una isla y el sol y la luna cuidaron de ese bebé.

Era una conexión tan fuerte la que tenían y tanto su anhelo, la luna se dio cuenta de tal conexión que a las estrellas les dio esa misma conexión y a esa isla perdida su propia vida.

El amor de una madre puede ser una condena no para ella ni para su hijo al contrario para el mundo, estará dispuesta a hacer lo nesecario por su propio ser, aunque sea morir por el o terminar con su existencia antes de llegar a este mundo.

-La osa mayor es una dirección- repuse.

-Debajo se encuentra - Tlayoc se quedó callado.

-No dejes que le diga a los demás de eso- le dijo en voz baja a Brigit.

-Las sirenas quedaron tan conmovidas con ese canto que lo aprendieron a su manera.

Las figuras de agua cayeron, aunque pude dar a conocer más de lo que abias visto, la voz se alejó poco a poco y abrí los ojos.

Respiré profundo y sonreí, Brigit estaba a punto de levantarse cuando escuchamos algo, no eran de muy lejos, unos gritos al norte tal vez de dolor, pensé un escalofrío rodeo mi cuerpo.

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