ENCUENTRO
No fue el destino, el ya lo tenía escrito.
Me aleje del lugar mientras buscaba donde esconderme, no había más que personas que no paraban de hablar, de gritar y llorar, todos hablaban todos querían algo, todos nesecitaba algo.
- Aquí estás - sentí la voz, su mano en mi hombro, respire profundo y di la vuelta a su rostro.
Era un hombre de ejército, sus ojos tenían un bello color diferente, uno azul y otro verde, su uniforme era blanco y tenía un gran golpe en la cabeza, detrás de él iban más generales.
-¡Mic!- escuché, su mirada se descendencia y cayó sobre mi, lo tome como pude, mientras miraba a los hombres.
Podía escuchar en mi cabeza, déjalo tirado y corre, pero no me detuve.
-¿Quién eres tú ?- dijo uno de ellos tomando a el hombre.
-Lo siento mucho - dije mirando los.
Trague saliva al ver qué solo se vestía de blanco a un general que ya perdió la vida no obstante el, seguía vivo y por el golpe en la cabeza podía deducir varias cosas.
-Esta perdida - escuché a otro hombre detrás de mi.
-Estoy buscando a un doctor para mi marido el cual está bastante enfermo - dije sin dejar de mirarlos, di un par de pasos hacia atrás cuando me tomaron de los hombros.
-No creo que encuentre tal cosas en este lugar señora, la epidemia acabo con gran parte de los doctores- comencé a ver a mi alrededor estaba rodeada.
-tendre que buscar - dije tomando una postura triste, cuando un general salió entre todos ellos.
-Hola Ketzaly tendría que acompañarme - mierda pensé, cuando vi al mismo general que intentaba atraparme en la caberna de Emili.
-¡Sueltame!- me di la vuelta aunque me tomaron y sometieron, estoy en problemas, no puse resistencia.
-Según el artículo 8 de nuestra sagrada escritura ante todos los poblados de este reino toda mujer casadera será considerada profana si no se encuentra en matrimonio antes de los 20 años- dejo de hablar el Clero, mire al frente y no iba para mí.
Era una pequeña de cabello negro, sus labios eran rosas, bastante resecos y cortados, sus ojos tenían un singular color marrón simplemente se quedó ahí parada.
-Mi general Mic se encuentra estabilizado el obispo dice que es un milagro - el Clero comenzó a reír.
-Aqui no existen los milagros seguro ella tiene algo que ver- me miró con asco y desprecio, estaba vestido de negro con lineas rojas y un pequeño gorro del mismo color.
-Nesecito que interroguen a la chica, llevensela, no creo que esté comprometida- no podía dejar de ver a esa pequeña niña, pero los soldados me cubrían.
Y de un momento a otro, colgaron a la chica, evite el dar a conocer alguna emoción, y seguí caminando.
-Me informan que han visto a la chica en el este no muy lejos de aquí en una caverna, pero salió ullendo dicen que es una impura- los mire molesta.
-¿Cuál es tu nombre?- pregunto uno de ellos entramos por una iglesia y me llevaron al confesionario.
-Liliana Romano - respondí con tranquilidad.
-¿Romano?, ¿Cuál es el nombre de tu esposo? y ¿Por qué no aportas el anillo de bodas?- hice una cara triste y preocupada.
-Mi marido se llama Emilio Lament, lamentablemente antes de que nuestro amor sea bendecido enfermó enormemente y no pudo colocar el anillo en mi dedo, prometí buscar un doctor para poder consumar nuestro matrimonio -casi suelto una lágrima.
-Es una lastima que no encuentre tu nombre en ningún registro y tampoco encuentre el de tu maridos - respire profundo y acomode mi postura.
-Que raro me registre con mi marido apenas vimos la fecha de nuestra boda en el pueblo, pagamos 7 monedas de plata - me dio una cachetada.
-Eres una rata mentirosa- dijo mientras yo intentaba levantarme, no dejo que lo hiciera.
Me tomo del cabello y comenzó a arrastrarme por toda la habitación, intenté que me soltara y ocultar mis mechones blancos, me llevo al sótano donde tenían las celdas y me arrojó dentro de una.
-¿Pero que haces?- el coronel me miró, me saludo y hizo una referencia.
-Hago entender a esta mujer que mentir es un pecado señor - dijo con arrogancia, el general me miró.
-Ella no es una mentirosa es la prometida del general Mic- el hombre se quedó sin decir palabra, cuando unos pasos se escucharon.
El sonido de sus botas se hacercaba, no tardo mucho para asomarse por la celda, se dejó caer sobre mi y me tomo de las mejillas.
-Señor aún está muy lastimado no debería hacer eso - dijo el general.
Llevaba unos guantes, sus manos eran cálidos y sus ojos brillaban, tenía perforaciones en las orejas.
-Cariño estás bien - dijo limpiando la sangre de mis labios.
-Lo siento señor pero ella negó su existencia - dijo uno de los hombres interviniendo.
-¿Que le han echo?- dijo con un gesto molesto.
-no saben que tengo muchos enemigos, frente que ella al nombrar mi nombre no será atacada, yo le dije que lo hiciera por precaución - tenía su mano echa puño pero no hizo nada.
-Lamentamos el mal entendido una disculpa - hizo una reverencia y me ayudaron a levantarme.
-la disculpa no me la den a mi- me señaló con cuidado y alce la mirada.
-Disculpen yo puedo, me levanté con cuidado - respire profundo y me puse de pie para caminar a su lado.
-Como ve mi marido si está bastante enfermo - alege al coronel.
-¿Dicen que es un milagro?- trague saliva y Mic me alejo .
-Querida podemos casarnos en este momento ya estoy mucho mejor para que no haya inconveniente ante estos hombres – trague saliva.
-Claro que si cariño – respondí.
-Bueno entonces los casaremos en este momento – dijo el general respire profundo mientras el no dejaba de ver al chico que me había echó daño.
-¿Quién eres?- pregunté mientras caminábamos, parecía bastante elegante, tenía las manos en la espalda.
-Llamarme Mic- fijo caminando, comencé a reírme.
-¿Mic?- me miró bastante molesto.
-Son solo las primeras letras de mi nombre completo no pretendo hacerte daño – se detuvo mientras los hombres entraban a una capilla.
-Padre Eruviel está pareja quiere unirse en sagrado matrimonio – di un par de pasos hacia atrás.
-Vamos querida- sonrió y me dio la mano.
-No pretendías usar tus poderes conmigo no ahora- le di la mano y no lo hice.
Mire al general y al otro chico listos para desenvainar sus armas y camine junto a el, su mano era calida, el padre vestida completamente de blanco, respiro profundo y saco un libro tan gordo que apenas podía con el.
-¿Cómo se conocieron?- pregunto el hombre mirándonos.
-en la granja de mi padre– dije yo.
-Un día de lluvia- respondió el, me reí querido disimular.
-Caminabas persiguiendo una mariposa y casi caes mi amor- dijo el mirando al hombre.
-si ya lo recordé cariño- solté su mano, el solo recuerdo me inundó estaba demasiado pequeña cuando eso paso.
-Ella corría entre los árboles, yo diambulana en buscar de comida, lamentablemente ella callo a un viejo río y me llamo para salvarla – me quedé callada y lo mire.
-Pero después ella me salvó y supe que era la indicada - respire profundo y me quedé plasmada.
-Jamas lo olvides Ketzaly- mamá me tomo del hombro y lloró la muerte de mi padre en silencio, desde ese día no fuimos las mismas y nadie en el lugar tampoco.
-El vio pureza y belleza en aquella mujer aunque también aunque también dolor y aun así la salvo- la voz de mi madre se perdía en el aire, dejaba de sentirla.
-Un dios no era el bien ni el mal, si no el todo- dije en voz baja.
-El solo me miró con una sonrisa- el di un par de pasos hacia atrás el recuerdo seguía y me sostuvo de la mano seguía corriendo en un acto desesperado, repetía el principio de la historia sin entender dónde parar sentir todo aquello que jamás deseé en voz alta, pero si en silencio.
Sentía mi cuerpo, como había cambiado, cada una de mis cicatrices abriéndose poco a poco creando un dolor en miente, sin ver nada más que eso solo dolor.
-El da y salva su poder es ilimitado aunque pide algo a cambio por más pequeño que sea- esa voz se perdía , el agua llegaba a mis pulmones, mis ojos veían grietas.
Y finalmente sentí a alguien y desperté, tomé aire tanto mis pulmones me permitieron, lo solté poco a poco y mire a Brigit, seguía mejor, me devolvió una pequeña sonrisa, aunque seguía preocupada.
-Vamos ya está listo el desayuno- dijo señalando la cocina, me levanté abrí las ventanas, apague la vela y acomode mis botas, mi cabello lo até, me miraba al espejo intentando encontrar algo, si encontrar nada.
El bosque estaba húmedo por la lluvia el olor estaba por todo el lugar pequeñas gotas aun caían por las hojas, en la mesa había un poco de pan recién horneado, el aroma que salía del al cortarlo, un poco de leche caliente y mermelada de fresa.
Comía con modales poco a poco a pesar de entender que Brigit me había visto sin ellos ya una vez no esperaba más ni menos solo estaba cómoda.
Brigit me sirvió un poco de sopa caliente con un par de especies, y deliciosos hongos, al principio no me agradaba, después solo me adapte, le gustaba ir a fuera a lo más lejos apenas se notaban pocos rayos de sol y poco a poco morían sin dejar rastro.
-Puedes acompañarme el día de hoy- dijo sin dejar de mirarme, no tenía otra opción así que solo la seguí.
Nos adentramos juntas al bosque, no sabía la intención o para que.
-Lavanda, se encuentra en lugares cálidos, es pureza ayuda a conciliar el sueño y el estrés, limpieza no se toma en grandes cantidades sirve para heridas también- yo solo la escuchaba y aprendía, no había mucha este lugar no se sentía cálido.
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