Capítulo Veintitrés

BUENAS TARDES!!

PRIMERO QUIERO AGRADECER A TODOS LOS QUE LEÉIS Y NADA MÁS LEVANTAROS MIRÁIS A VER SI HE SUBIDO EL CAPÍTULO SEMANAL......MUCHAS GRACIAS!! ;-)

A LOS QUE ME PEDIS MARATHON, MARATHON, OS DIRÉ QUE HE HECHO LO QUE HE PODIDO. AQUÍ OS DEJO UN CAPÍTULO QUE BIEN PODÍAN SER DOS, PORQUE JUSTAMENTE ES EL DOBLE DE LO QUE SUELO ESCRIBIR JAJAJJA. EN UN PRIMER MOMENTO PENSÉ EN SEPARARLO PERO CREO QUE TODOS OS MERECÉIS ALGO MÁS DE LECTURA POR VUESTRA PACIENCIA Y SOBRE TODO PARA COMPENSAR EL CAPÍTULO PASADO QUE CREO QUE FUE BASTANTE POLÉMICO JAJAJAJA.

ESTOY MUERTA DE SUEÑO PORQUE ENTRE AYER NOCHE Y ESTA MAÑANA NO SÉ, NI LAS HE CONTADO, LAS HORAS QUE HE ESTADO FRENTE AL ORDENADOR PARA DEJARLO MEDIANAMENTE BIEN, SIEMPRE BAJO MI CRITERIO CLARO ;-)

SIN MÁS, ESPERO QUE OS GUSTE Y COMO DIGO SIEMPRE BESOTES ENORMES!!!

***

Solamente, la charla sin descanso de Lady Remington conseguía aligerar el ambiente cargado del carruaje.

Gabriel intervenía cuando creía que era necesario pero su atención estaba centrada en Marion que parecía ajena a todo lo que le rodeaba. Podía ver que algo la incomodaba, por decirlo suavemente, y ya no pensaba que era cualquier fruslería sin importancia sino que algo grave había ocurrido para tenerla en ese estado.

- ¿Le importaría que intentara dormir algo, milord?. Tengo un horrible dolor de cabeza.- Lady Remington le sonrió disculpándose y cerró los ojos a la vez que se reclinaba en el asiento.-

Marion giró la cabeza en cuanto escuchó a su madre hablar y le acomodó una manta sobre las piernas algo preocupada. Sabía que no debían de haber hecho ese pequeño viaje. No porque a ella no le apeteciera, lo cual era cierto, sino porque su madre no se encontraba bien.

Se quitó el guante y le colocó una mano sobre la frente maldiciendo en su fuero interno.

- ¿Qué ocurre?.- Gabriel se preocupó al ver el gesto contrariado de Marion.-

Ella no respondió al momento pero cuando lo hizo procuró hablar en voz baja.

- Mamá, no se encontraba bien, pero decidió no cancelar el viaje y creo que ha empeorado.-

- Le diría que regresáramos pero nos encontramos más cerca de Green Hill que de Londres. Allí podrá descansar durante dos días o permanecer allí hasta que se recupere. Puedo hacer lo que prefiera, sólo tiene que decírmelo.- Marion se mantuvo en silencio dudando.- Está bien le diré al cochero que de media vuelta.-

BeCastle se desplazó para dar el aviso pero Marion se lo impidió con un gesto de su mano sin llegar a tocarlo.

- Tiene razón. Necesita descansar y será mejor que lo haga cuanto antes por lo que sería absurdo volver a casa cuando la suya está mucho más cerca.-

Gabriel se limitó a asentir y a mirarla fijamente para ver si le dedicaba aunque fuera una pequeña señal de que se le había pasado el enfado pero eso no iba a suceder porque ella volvió a darle la espalda y fijar la vista en el paisaje.

Marion pensó que era el momento de hacer lo mejor para que su madre se recuperara lo antes posible y no dejarse llevar por las ganas que tenía de alejarse de él.

El silencio se prolongó todo el trayecto y ninguno de los dos hizo el menor intento de romperlo. Ella ignorándolo y él sintiéndose cada vez más molesto por su actitud infantil.

Cuando pensaba que no podía soportar más esa situación, Green Hill apareció ante ellos y Marion se enamoró del lugar en cuanto puso los ojos en él.

Era una hermosa casa tudor de piedra blanca. No había escalinata de acceso a la puerta de entrada, sino que ésta estaba a nivel del suelo, pero no por ello le restaba elegancia a la arquitectura. Estaba compuesta de una nave central y a cada lado otra de menor dimensión. El camino de acceso estaba bordeado de cipreses y estaba rodeada de jardines cuidados con esmero. El cesped se extendía ante ella y se preguntó quien se dedicaría a cortarlo para mantenerlo con aquel aspecto tan impecable.

Podía imaginarse allí, holgazaneando en los días calurosos de verano. Miró al cielo y lamento que estuviera cubierto de nubes. Le hubiera gustado pasear al sol y aclarar un poco la maraña de pensamientos que estaban a punto de hacerle un agujero en el cerebro.

El carruaje se detuvo y Lady Remington se despertó. Tenía la mirada perdida debido a la fiebre.

- Permítame ayudarle a bajar, milady.- Se ofreció Stanton preocupado por el semblante de la dama.-

Gabriel la sostuvo con fuerza para evitar que la mujer cayera al suelo y sin pensárselo dos veces, la tomó en brazos y tras preguntar al mayordomo cual era la habitación que tenían preparada para la dama, la subió directamente sin esperar un minuto más.

Marion casi corría detrás de él tratando de mantener su ritmo.

- Ábrame la puerta por favor.- Gabriel esperaba pacientemente a que ella hiciera lo que le había pedido.-

Marion se apartó para dejarle paso y entró tras él.

- Por favor, dí a la señora Milton que suba para atenderla. Ella sabrá lo que hacer.-

Marion aligeró el paso y cuando volvió a la habitación su madre yacía sobre la colcha y tenía las mejillas rojas debido a la fiebre.

Miró agradecida a Gabriel pero éste se limitó a mover la cabeza y salir para que pudieran desvestir a la enferma y ocuparse de ella debidamente.

***

Había pasado el día haciendo de enfermera y durante la noche parecía que la convaleciente había mejorado un poco. Había dormitado durante cortos periodos de tiempo pero había tenido sueños extraños que la habían dejado más agotada aún. La señora Milton había insistido en ser ella la que se encargara de Lady Remington casi al amanecer para que ella pudiera descansar algo y Marion accedió porque parecía que su madre estaba mucho mejor.

Ni siquiera se desvistió. Cayó sobre la cama y quedó dormida en el acto.

***

Gabriel volvía de solucionar los problemas con los arrendatarios. Se había comprometido a arreglar la iglesia del pueblo y a participar en los gastos de varios asuntos menores, pero lo que realmente le tenía preocupado era Marion.

Tanto había deseado la llegada de esos días que parecía que lo habían castigado por ello. Había que tener cuidado con lo que se deseaba y él había esperado demasiado de esta pequeña escapada. Apenás la había visto el día anterior, pero no podía reprochárselo, Lady Remington estaba enferma y ella la había cuidado con diligencia, pero no podía evitar sentirse defraudado.

Frenó su montura y la dejó en la entrada. Saldría poco después a recorrer la campiña. Siempre le había calmado los sentidos los suaves prados y habían actuado como catalizador a sus estados alterados. Que mejor momento para poder disfrutar de esos efectos que ese en el que no podía desahogarse con la persona que lo tenía al borde de la locura. Nunca sabía de que humor se la iba a encontrar, a veces tan tierna y adorable y otras con las uñas preparadas para clavárselas de un momento a otro, pero aún así le gustaba todo de ella.

Recorrío el ancho pasillo hasta la biblioteca y una vez allí no supo que hacer. Tomó el primer libro que encontró en el estante y se acomodó en el sillón con pesar.

No entendía a Marion, por Dios que no la entendía. ¿Cómo prentendía que arreglaran lo que fuera que estuviera mal entre ellos si ella no hablaba con él?.

Abrió el libro y se dio cuenta que el tema era la jardinería. Frunció el ceño. No le interesaba particularmente y se dispuso a cambiarlo por otro y a llenarse una copa, hasta arriba, de coñac o más bien se traería la botella por si decidía beber más de una.

Un movimiento de faldas lo distrajo y levantó la mirada para encontrarse con unos ojos grises que lo miraban cautelosos.

- Buenos tardes.- Dijo levantándose y dejando el libro sobre el brazo del sillón.- ¿Cómo se encuentra Lady Remington?.- Quiso decirle muchas cosas más pero se contuvo esperando que al menos le contestara a la primera pregunta.-

- Mucho mejor, gracias. Ha comido algo, pero dice que le cuesta tragar y me ha prohibido que pase el día con ella en su habitación. Dice encontrarse perfectamente y que sólo necesita un poco de descanso.- Lo miró algo incómoda.-

- Me alegro.-

Se acercó a ella y la tomó por el codo para acompañarla hasta uno de los sillones disponibles.

- Siéntate Marion.- Le ordenó suavemente pero con la suficiente firmeza como para que ella no le llevara la contraria.- ¿Te apetece tomar algo, jerez quizá?.-

Ella asintió y lo observó servir las bebidas. Tomó la copa dejándola entre sus manos sin llevársela a los labios. Estaba nerviosa porque no sabía como abordar el tema que le preocupaba. Era absurdo no habérselo preguntado antes de enfadarse pero no lo había podido evitar. Además no creía que Gabriel pudiera haber hecho algo así.

Claro que no.

Pero entonces significaba que Lady Agatha había mentido y se preguntó del porqué lo haría. Tenía que imaginar que ella lo intentaría aclarar con él y entonces todo saldría a la luz. Nada de todo aquello tenía sentido por muchas vueltas que le diera.

Todo eso y mucho más lo había pensado una y otra vez, pero de lo que estaba segura es que de alguna forma Gabriel se había sentido impulsado a aceptar el compromiso y no lo había hecho para evitar las murmuraciones que hubiera provocado el no haberlo hecho oficial.

Se fijó que apretaba tan fuerte el cristal entre las manos que no le extrañaría que saltara hecho añicos. Relajó los dedos y se atrevió a cruzar la mirada con la suya. Él la observaba pensativo y tomó un trago de su copa sin pestañear ante su escrutinio.

- Aquí estamos, Marion.- Hizo amago de sonreír pero no lo consiguió.- Quiero saber que es lo que ocurre. Que te ha hecho cambiar de la noche a la mañana conmigo. Creo que merezco alguna explicación porque que me maten si lo entiendo.- Dijo sin rodeos. Estaba cansado de su indiferencia y de sus desaires.-

Marion se levantó, era incapaz de permanecer sentada frente a él, y caminó hasta pararse frente a un cuadro que representaba una escena de caza. No sabía como empezar. Cerró los ojos y soltó lo primero que le vino a la cabeza.

- Tu tía y su hija estuvieron ayer por la mañana haciéndome una visita.-

Se volvió para ver su reacción. Se había puesto tenso cuadrando la mandíbula.

Esperó una respuesta de su parte pero se limitó a clavarle la mirada y esperar pacientemente a que continuara hablando, cosa que la ponía más nerviosa aún, pero estaba dispuesta a saber la verdad y no se acobardaría hasta conseguirlo.

Por dura que ésta fuera.

- Se presentó de improviso y me pareció que entre vosotros no existía una buena relación.- Tanteó para que el comentara algo, lo que fuera.-

- Cierto.- Lo pronunció de forma que a ella se le erizaron los pelos de la nuca.-

Marión volvió a prestarle atención pero parecía relajado, incuso había cruzado las piernas y apoyado el codo tranquilamente en el sillón. No le estaba facilitando la conversación, así que carraspeó para aclararse la garganta antes de continuar.

- Insinuó...me dio a entender....- Se tomó de un trago el jerez y dejó la copa vacía sobre un aparador. La mano le temblaba ligeramente y la garganta le ardía debido al licor.-

- Que te dijo exactamente.- Gabriel quería saber lo que Agatha podía haber inventado para que Marion estuviera tan agitada. Esa mujer era un problema que estaba dispuesto a quitar de su camino.-

Su tono la invitaba a seguir hablando pero intuía que no le agradaba el cariz que tomaba la conversación. Marion apoyó las manos sobre el respaldo del sofá porque no sabía que hacer muy bien con ellas.

- Me dijo que te aprovechaste de tu prima Cynthia y que por eso vas a casarte conmigo, para evitar hacerlo con ella.- Soltó y respiró tranquila despuésde haberlo dicho.-

Él no respondió ni hizo movimiento alguno. Solo la miraba fijamente.

- ¿Tu que crees?.- Quiso saber antes de aventurar una respuesta.-

- Esto no se trata de lo que yo creo, Gabriel. Es de lo que ocurrió de verdad. Quiero saber si decidiste comprometerte conmigo para evitar tener que cumplir con ella.- Estaba cada vez más molesta con todo aquello y no quería terminar enfadada y diciendo alguna tontería de la que luego tuviera que arrepentirse.-

- Olvidas que el compromiso que acordamos era fingido. Se rompería pasado un tiempo, así ¿que de qué me serviría si después estaría libre y quizá me viera obligado a contraer matrimonio con Cynthia?.-

Marion se quedó momentáneamente sin palabras.

- Pero tu hablaste con mi madre y acordaste casarte dentro de dos meses por lo que sí que podrías eludir tu responsabilidad para con tu prima.-

Se arrepintió de sus palabras porque daba a entender que creía que él realmente había tenido algo que ver con ella.

- Tienes razón. Tuvo algo que ver ese hecho con aceptar el compromiso, mi tía insistía, de manera bastante preocupante, en que me casara con Cynthia, y el saberme comprometido era una buena solución al problema pero no todo es ......- No pudo seguir al ver que ella se quedaba lívida de pronto.-

Marion se sintió enferma de verdad. Había admitido que él...Sintío romperse por dentro. La había vuelto a utilizar, ¿cómo había podido?¿cómo había sido tan tonta de dejarse engañar de nuevo?.

- ¿Te sientes bien?.- Gabriel trató de levantarse pero se quedó clavado en el asiento al ver la dura mirada de los ojos grises.-

- Te libero de tu palabra. No esperaré a que seas tu el que rompa conmigo. No me importa ser la comidilla de todos.- Se alejó con la vista enturbiada por las lágrimas no derramadas. No podía permitir que él la viera en ese estado.-

- No vas a hacer nada de eso. Nos casaremos dentro de dos meses como estaba previsto. Si no te dije algo antes, es porque esperaba el momento oportuno para anunciártelo, pero parece que no llegará nunca.- Dijo demasiado molesto ya como para medir el tono o la dureza de sus palabras.- No voy a permitir que me abandones.-

Marion se volvió lentamente sin importarle si la veía llorar o no.

- ¿Piensas que me importa lo que tu quieras?.¿Realmente lo crees?. No puedes obligarme a hacer lo que se te antoje. No soy de tu propiedad.- Mostraba una entereza que temía perder de un momento a otro si no salía de allí pronto.-

No esperaba la sonrisa lobuna que se formó en su cara ni el brillo malicioso de sus ojos. Dio un paso atrás a pesar de que el no había movido un solo músculo desde que comenzaron a hablar.

- ¿Piensas que no Marion?. Eres mía.- Le dijo recalcando cada palabra.- Si quieres puedes terminar conmigo, pero en cuanto volvamos a Londres quiero que abandonéis Remignton House.- Espero a que Marion reaccionara para concluir con lo que tenía que decirle.-

Ella lo miró sin comprender nada y él pareció regodearse con ello.

- De todas formas, habéis estado viviendo allí más tiempo del que os corresponde. La casa con todo lo que hay dentro me pertenece. Os dejaré llevaros la ropa, claro está, pero si reconsideras tu decisión y casarte conmigo, todo seguirá como hasta ahora. ¿Qué decides, Marion?.- Su voz era cortante como el filo de un cuchillo.-

- Te has vuelto loco...- Ella lo miraba como si nunca lo hubiera visto en su vida.-

- Desgraciadamente para ti, no lo estoy. Es a mi al que debéis tanto dinero y por mi habéis mantenido vuestro hogar por más tiempo. ¿Porqué crees que te ofrecí ser mi amante y estaba seguro de que aceptarías?, porque con ese gesto podrías abonar la deuda de tu padre. Entregándote a mi, pagarías cada libra. Yo te tendría y tu saldarías por completo la cantidad debida en cuanto me cansara de ti. Los dos saldríamos ganando. Quiero saber en este momento, que decides. ¿Te quedas a mi lado o no?.-

- ¿Porqué haces esto, porqué.?.-

Marion lo miró sin poderse creer lo que había escuchado. Todo había sido una mentira y peor aún de lo que había imaginado. Quiso gritarle pero su corazón se contraía de forma dolorosa y la voz no le saldría debido al nudo que tenía en la garganta a base de intentar contener los sollozos.

- Como comprenderás, tengo que pensarlo.- Marion no creyó que él hubiera podido escucharla.-

Se volvió y lo dejó solo en la estancia.

***

En cuanto la vio salir, Gabriel se dejó llevar por la ira que sentía y tiró el vaso que sostenía contra una de las paredes. El ruido lo calmó pero no le hizo sentir mejor. Se mesó los cabellos y se levantó agitado, dando vueltas por la estancia como un tigre enjaulado.

Golpeaba un puño contra la palma de la otra mano. Había hecho todo mal pero no había podido evitar sentirse furioso porque ella creía lo que Agatha le había contado. ¿De verdad pensaba que era capaz de hacerle aquello a Cynthia o alguna otra mujer?. ¿Ni siquiera había pensado que podía ser inocente de lo que se le acusaba?.

Y además escucharla decir que lo iba a abandonar había sido la gota que colmó el vaso. Todo lo que él le había dicho ...¿Cómo se le había ocurrido hacerlo de aquella manera?. La había presionado dicíéndole la verdad pero no se sentía tan eufórico como alguna vez había pensado que lo haría cuando llegara ese momento.

Intentó pensar con calma y arreglar aquel desastre porque si bien al principio había pensado en llevar su plan hasta las últimas consecuencias, ese no era el caso en esos momentos. Se había dejado llevar por la frustación y el miedo a que ella lo abandonara de nuevo.

Tenía que contarle lo que pasó en realidad. No podía dejar que ella pensara lo que Agatha había dicho era cierto y sino le creía siempre le quedaba Damon. Le dejó mal sabor de boca el que ella confiara más en su amigo que en él mismo pero si era la única forma de hacerlo, estaba dispuesto.

Salió tras ella. Tenía que encontrarla lo antes posible.

Marion tenía que escucharle a como diera lugar.

Después de buscar por toda la casa e incluso en la habitación de Lady Remington, en la que se tuvo que demorar un poco para preguntar como seguía la señora, no la encontró.

Cruzaba el vestíbulo para examinar el exterior cuando la señora Milton le detuvo.

- Milord, disculpe, pero creo que debe de buscar a la señorita Remington.- La mujer parecía preocupada.- Salió con su caballo y no creo que la tormenta tarde demasiado en llegar. Será de las fuertes. Se dirigía hacia el río.-

- Lo haré, gracias.-

Gabriel corrió hacia los establos y ordenó que le prepararan otro caballo. Miró al cielo y supo que no la encontraría antes de que la tormenta se desatara.

***

La lluvia caía sin descanso y era cada vez más intensa. El ruido de las gotas al golpear las hojas de los árboles la fueron tranquilizando paulatinamente a pesar de que al principio se confundieron con sus propias lágrimas pero llegó un momento en que no le importó lo más mínimo porque no sentía nada excepto el sonido de la lluvia.

El aire se arremolinaba a su alrededor y hacia que las gotas de agua le aguijonearan la piel sin miramientos.

No sabía donde se encontraba y decidió dejar al caballo que fuera libremente por donde quería confiando en que supiera regresar al establo por su propia cuenta. Realmente no le importaba demasiado, ya se preocuparía más tarde, por ahora le bastaba saber que estaba lejos de todo para pensar con tranquilidad.

El tiempo volaba mientras que ella aclaraba las ideas. Parecía que el agua a medida que resbalaba por su piel, se llevaba con ella las dudas y las inseguridades dejando en su lugar determinación y claridad en el camino a seguir.

Llegó a un claro y frenó a su montura. Había sido una loca al salir de aquella manera y esperaba que estuviera de regreso antes de que pensaran que había desaparecido. Su madre se preocuparía por ella y eso era lo último que quería.

Se estremeció de frío y trató de no pensar en el largo camino de vuelta. Estaba demasiado agotada por no haber descansado lo suficiente la noche anterior y sus emociones estaban terminando con toda su energía.

No se entendía a ella misma. Si ya había pensado aceptar a Gabriel aunque no la quisiera ¿porqué se escandalizó cuando le dijo que la quería por esposa a cambio de la deuda contraída por su padre?. Eso era mejor que ser su amante y era lo que deseaba. Pero sabía que lo que le dólía era que él parecía dispuesto a humillarla, chantajearla y coaccionarla para tenerla bajo su poder, pero no estaba preparado para amarla.

Inspiró hondo mientras concluía que ya se había lamentado suficiente por lo que le quedaba de vida y ahora tenía que decidir que iba a hacer, aunque tampoco es que tuviera mucho donde elegir. Estaba igual que al principio teniendo que decidir si elegir a Gabriel o vivir en la miseria y ya sabía la respuesta.

Lo elegiría a él a pesar de todo y sobre todas las cosas. No le importaba nada más que estar con él y trataría de disfrutar al máximo de cada momento a su lado.

No podía creer que fuera la persona a la que le debían tanto y que él utilizara eso para llegar hasta ella. Las molestias que se había tomado para conseguirla....

¿Tanto la odiaba o por el contrario no lo hacía en absoluto?.¿Porqué entonces la quería junto a él?. Las preguntas sin respuesta se acumulaban una tras otras.

Tomó las riendas con más firmeza. Tenía que regresar y decirle que lo aceptaba bajo cualquier circunstancias, se encargaría de que él se encariñara cada día más con ella.

Escuchó un relincho a su espalda y se volvió. Gabriel estaba allí, mirándola, como si lo gubiera invocado con el pensamiento. Él se acercó lentamente hasta ponerse a su altura y en ningún momento dejo de observarla fijamente como si temiera que al perder el contacto visula ella decidiera huir de nuevo.

Era inútil luchar contra ella misma. La batalla estaba perdida desde un principio y no quería seguir resistiéndose.

Ella no pudo apartar la mirada de su rostro. Gabriel se apartó con una mano el cabello que le caía sin orden sobre la frente y siguió el movimiento de su mano con los ojos.

- Lo siento.- Dijo Gabriel.- Deja que me explique , Marion. Intentemos por una vez hablar sin interrumpirnos y sin salir corriendo antes de aclararlo todo entre nosotros.- La miró esperando su reacción porque se había mantenido estática desde el primer momento en que se vieron.- Tratemos de ser lo suficientemente adultos como para no discutir hasta que nos encontremos en un lugar mas acogedor, por favor- Agregó para tratar de convencerla .-

Ella no dijo nada y tiritó de nuevo. Gabriel masculló una maldición.

- ¡Por Dios!. Estás completamente empapada.-

Se comenzó a quitar la capa para cubrirla, pero cambió de idea e inclinándose sobre ella, la tomó por la cintura y la alzó, sentándola delante de él y arropándola con la prenda, dándole calor con su cuerpo. Esa era el lugar del que no debería apartarse nunca e intentaría convencerla de ello por mucho que le costara.

Marion lo miró de reojo y a pesar de que debería de estar furiosa con él, sólo sintió deseos de que la abrazara y quedarse allí las siguientes horas, o días, si fuera eso posible.

- Estoy de acuerdo, Gabriel, hablaremos en cuanto deje de tiritar.- Marion le puso la mano en el pecho y él inspiró profundamente ante su roce.-

Gabriel miró el lugar donde lo tocaba y depués a ella. Marion se acomodó lo mejor que pudo sobre su pecho, las ropas mojadas le impedían moverse con libertad pero agradeció que llevara un vestido ligero en vez del pesado traje de montar.

Gabriel no se atrevió a mirarla por más tiempo porque no sabía si podría contenerse al tenerla tan cerca y espoleó al caballo para que emprendiera la marcha.

Durante las horas que la había buscado había pensado que podía ocurrirle cualquier cosa y al verla aparecer ante él sin un solo rasguño había sido lo mejor que le había ocurrido en aquel maldito día. Estaba totalmente mojada y el vestido se le ceñía al cuerpo revelando con precisión la curva de sus senos. El cabello estaba en su mayoría desprendido y la mirada desvalida con que lo miró en cuanto reparó en su presencia lo había desarmado por completo.

Los relámpagos y truenos se escuchaban en la lejanía, así que tenían que buscar refugio antes de que la tormenta empeorara, por lo que no podían ponerse a aclarar las cosas en ese momento. Por lo menos ella parecía más dispuesta a escucharlo y él tenía mucho por lo que disculparse....al igual que ella.

Habían pasado la última media hora en un armonioso silencio en el que sólo se escuchaba el sonido de sus respiraciones. Parecía que tenían un acuerdo tácito de no decir nada hasta encontrarse guarecidos.

- ¿Falta mucho para llegar a Green Hill?.- Marion se estremecía de frío sin poderlo evitar.-

- No vamos allí, está demasiado lejos.- Le informó Gabriel.- Cerca de aquí hay un pabellón de caza. Nos refugiaremos hasta que la tormenta amaine.- Le apartó, con una caricia, el agua que resbalaba por su rostro y la apretó con fuerza contra él.-

Tenía pensado ir allí con Damon y salir un día de caza por lo que había pedido que el pabellón fuera habilitado y ahora esperaba que estuviera equipado con todo lo necesario porque ambos necesitarían un buen fuego y mantas.

Marion no se negó, estaba aterida y a pesar de encontrarse divinamente entre sus brazos, agradecería poder estar al resguardo de la lluvia aunque por la intensidad con la que caía en ese momento se había convertido en un auténtico aguacero.

Era incapaz de contener los temblores de su cuerpo e intentaba conseguir calor del de Gabriel, pero él estaba también empapado al igual que la capa que los cubría. Pensó que esa apresurada salida era otra locura que anotarse en su lista de Cosas que hice sin pensar.

- Ya estamos aquí.- Le susurró Gabriel al oído con alivio.-

Ella levantó la cabeza del hueco de su cuello, para mirar a su alrededor. El pabellón de caza era una cabaña de madera con pórtico. No tendría más de una habitación pero agradecería un simple establo para poder refugiarse en esos momentos.

Grabriel desmontó y la bajó del caballo. Ella corrió todo lo rápido que le permitía el vestido hacia la puerta esperando que él la abriera.

- Entra, no está cerrada, éste lugar está demasiado alejado de todo como para ponerle cerradura. Yo voy a amarrar los caballos en el techado de la parte de atrás.- Le dijo mientras desaparecía por un lateral de la cabaña.-

Marion no se hizo de rogar y se apresuró a obedecerlo. Estaba bastante oscuro en el interior por lo que no se adentro demasiado. Aunque quedaban unas horas para que cayera la noche, cualquiera diría que ya lo era por lo encapotado que estaba el cielo.

Se abrazó a sí misma para intentar dejar de tiritar pero sabía que sería inútil, le castañeaban hasta los dientes.

Escuchó sus pasos aproximarse y se volvió hacia él.

- Creo que las velas deberían de estar por aquí.- Murmuró Gabriel mientras buscaba en un aparador que había junto a la entrada.-

Poco después un tímida luz apareció ante ella y no pudo evitar sonreír.

- Necesitaremos alguna más si queremos vernos las caras.- Bromeó para ahuyentar el nerviosismo que le produjo el estar allí a solas con él.-

- Estoy en ello, señorita impaciente.- Le respondió y al momento varias llamas estuvieron bailando ante sus ojos.-

Las colocaron por la estancia para iluminarla un poco y entonces Marion pudo apreciar que aunque escasos, los muebles que la componían eran de la mejor calidad.

En una esquina había una cama, que la intimidó un poco. Apartó la mirada rápidamente y localizó la chimenea en la pared de enfrente y un montón de leña preparada para ser utilizada. Suspiró, deseando el momento de sentir el calor del fuego. Dos sillones, un enorme baúl, una mesa y varias sillas componían todo el mobiliario. También había un fogón y armarios donde suponía que guardarían la comida. El estómago le rugío de hambre pero sabía que no podría hacer nada al respecto hasta que volvieran a Green Hill.

Su vestido parecía que había absorbido la mitad del agua caída y había decidido que ya era suficiente dejándola caer sobre el suelo, formando un charco a sus pies. Se llevó las manos al cabello y terminó de deshacerse el peinado quitando las pocas horquillas que aún se lo sujetaban. Lo escurrió y deseó poder estar en su casa, calentita, tomando una humeante sopa caliente.

- Buscaré mantas.- Dijo Gabriel abriendo el baul.- Quítate la ropa, Marion.-

Ella abrió los ojos desmesuradamente y no supo que decir.

Gabriel estaba de espaldas y no pudo ver su reacción por lo que continuó como si nada pasara.

- Encenderé el fuego para que se sequen y podamos quitarnos el frío del cuerpo, pero eso tardará un poco y no quiero que enfermes por quedarte con ellas puestas.- Sacó una pila de mantas y las puso sobre la cama.- Puedes cubrirte con una mientras.-

La miró y se dio cuenta que estaba completamente ruborizada.

- Vamos, Marion, no pretenderás quedarte así pudiendo estar caliente, ¿verdad?.- Se rió por lo bajo al ver que aún estaba asimilando la sugerencia.- Prometo no mirar mientras lo haces, pero sabes que es necesario. No te lo pediría si hubiera otra alternativa..- Le aseguró.-

Marion trató de aparentar que no le habían afectado sus palabras, pero no estaba segura de haberlo logrado. Desvestirse con él allí y estar desnuda bajo una manta no era una situación muy agradable, aunque tenía que admitir que lo que él decía tenía sentido por lo que le dió la espalda y giró la cabeza para mirarlo por encima del hombro.

- Está bien, es absurdo negar lo evidente. ¿Podrías desabotonarme el vestido para que pueda quitármelo?.- Apartó la mirada avergonzada por la petición.-

La sonrisa de Gabriel se le cortó de pronto. No podía negarse ya que entonces le sería imposible desvestirse. Tragó con fuerza y fijó la vista en los botones. Se acercó y de manera rápida y eficiente realizó la tarea, alejándose de inmediato.

- Bien, mientras terminas, encenderé el fuego.-

Se mantuvo ocupado preparando la lumbre mientras oía el susurro del vestido caer hasta el suelo y luego otros sonidos más leves, que trató de averiguar a que prenda correspondía. Se estaba quedando completamente desnuda mientras él prendía las llamas que les harían entrar en calor. En ese momento él estaba lo suficientemente acalorado como para necesitarlas pero Marion tenía los labios morados debido al frío y se lo agradecería enormemente.

No siguió por esa línea de pensamientos, imaginar la manera en que ella podía darle las gracias era lo último que su imaginación y su cuerpo podía asimilar en esos momentos.

No se atrevió a mirar a pesar de que habían pasado largos minutos, en cambio se quedó agachado atizándo el fuego como si le fuera la vida en ello.

- ¿Tu no vas a quitarte la ropa?.- Marion no supo como las palabras habían salido de su boca pero no pudo evitar decirlas por lo que se apresuró a agregar algo más.- También puedes caer enfermo.-

Gabriel apenas se movió y ella pensó que no la había oído. De pronto se puso en pie y camino hasta la cama donde ella se había instalado. Lo único que había dejado a la vista era la cabeza porque había encogido las piernas sobre el pecho y se las había abrazado, todo lo demás lo cubría una manta de color indefinido. Bien podía haber sido gris, marrón o un color igual de triste.

Él cogió una manta y se acercó de nuevo a la chimenea dándole la espalda. Comenzó a quitarse la empapada chaqueta, el chalequillo, el pañuelo del cuello....Marion no fue tan galante como había sido él, sino que se limitó a mirarlo con total descaro. Cuando se desprendió de la camisa, pudo admirar su fornida espalda, los músculos de los hombros y de los brazos y se le secó la boca esperando verlo desprenderse del pantalón.

- ¿Habrás cerrado los ojos verdad?.- Dijo Gabriel curioso y ella lo hizo al momento, sintiéndolo en el alma, por si a él se le ocurría comprobarlo.-

- Por supuesto que sí.- Le aseguró en un tono que no admitía la menor duda de que eso era lo que había hecho desde un principio. Se llamó mentirosa y sonrió ante su descaro.-

Imaginárselo desnudo era toda una aventura pero lo había hecho tantas veces, tenía que admitirlo, que una vez más no le importaba en absoluto.

- Ya puedes abrirlos y sería mejor que te acercaras al fuego. Entrarías antes en calor.- Le aconsejó.-

Marion se puso en pie y recogió del suelo la ropa que se había quitado para extenderla frente a la chimenea junto a la de él. Trató de no pisarse la manta que le iba arrastrando por el suelo a la vez que procuraba que no se abriera. A Gabriel, por el contrario, no le tapaba más abajo de la pantorrilla y ella se fijó en sus pies pensando que eran bastante bonitos.

¿Dios mío, tan enamorada estaba que hasta los pies le parecían perfectos?. Debía de estar más allá del amor, no cabía la menor duda.

Tras dejar las prendas bien extendidas para que se secaran, se sentó junto al fuego ocupando el sillón que él había dejado libre y se tapó por completo tras colocar el cabello hacia el lado de la chimenea para que fuera secando lo antes posible. Le olería a humo pero prefería eso a tenerlo mojado.

Gabriel se limitó a mirarla fijamente y apartó la mirada cuando ella bajó los ojos intimidada.

Marion buscó la manera de comenzar la conversación que debían tener pero estaban tan bien en ese momento que temía romper esa armonía.

- No lo creo.- Se atrevió a decir mientras se miraba las uñas como si fueran la cosa más interesante que jamás había visto.-

Gabriel giró el rostro hacia ella y se clavaron la mirada durante segundos eternos.

- Qué, en concreto, no crees.- Dijo con voz enronquecida.

- Que tu le hicieras eso a Cynthia.- Se removió inquieta y él inspiró profundamente.- Siento haber dado otra impresión, de verdad que lo siento.- Le miró suplicante queriendo que creyera en su palabra.-

- Quiero que me escuches, Marion, y no me interrumpas.- Le recorrió el cuerpo como si pudiera ver a través de lo que le cubría por completo, antes de continuar hablando. Fue como si le hubiera dado un beso muy ligero temiendo que ella pudiera negarse.- Mi tía quería que me casara con Cynthia porque considera que yo soy un usurpador del título que le pertenece y no acepta que ahora lo ostente yo.- Marion alzó el rostro para observarlo mejor y él deseó poder besarla.- Una noche metió a Cynthia en mi cama y, gracias a que Damon estaba allí cuando la descubrí, no me vi en un serio aprieto. Agatha había acudido al rescate con otra mujer que le sirviera de testigo de la infamia que yo, presumiblemente había cometido, pero no pasó nada, te lo aseguro. Entonces supe que no pararía de hacer locuras para conseguir su propósito y vi como una salida el que estuviera comprometido pero no era eso lo único que me llevo a decidirme, sólo fue otro aliciente más.- Calló durante un instante antes de continuar.- Decidas casarte conmigo o no, quiero que sepas que no voy a hacerlo con Cynthia por algo de lo que no soy responsable y tampoco voy a echaros de vuestra casa.- Quería dejar eso bien claro.- Estaba enfadado y por eso dije aquello. Llegaremos a alguna especie de acuerdo, no sé...-

Marion se puso un dedo en los labios para pedirle que callara y él sólo pudo quedarse en silencio mirándola embelesado. El fuego hacía que su pelo brillara como oro y había comenzado a sonrosar su piel.

- Debí preguntarte desde el principio que había ocurrido realmente. Sabía que no podías haber hecho eso tan horrible pero era la única explicación que le encontraba y me sentí decepcionada al saber que estabas junto a mi para evitar otra boda.- Estuvo a punto de decirle que lo amaba intensamente, pero se mordió la lengua para evitar que las palabras brotaran sin control.- Saber de la manera que has planeado el hacerme tuya de una u otra forma, no ha sido ....agradable, por llamarlo de algún modo.-

Gabriel se sentía el ser más ruín de la tierra en esos momentos.

- Olvidémonos de todo lo ocurrido hasta ahora y empecemos de nuevo. Te prometo que intentaré hacerte feliz. No tendrás tiempo de arrepentirte de haberte casado conmigo...si me aceptas.-

Esperó su respuesta, conteniendo la respiración.

- Acepto.- Marion lo dijo rindiéndose a la inevitable. Ella le pertenecía por completo y era la única respuesta posible.-

Gabriel la miró con interés.

- ¿Porqué lo haces?. ¿Cual es tu motivo para hacerlo?.- Le preguntó deseando escuchar la respuesta que le daría.-

Marion no podía decirle la verdad así que optó por lo que más se le parecía.

- Pienso que tu y yo nos llevaríamos bien. Las últimas semanas así me lo ha parecido y eso es mucho más que lo que tienen otras parejas.- Fijó la mirada en el fuego que crepitaba porque no quería que él viera la verdad en sus ojos.-

- ¿Eso es todo?.- El parecía defraudado pero cuando lo observó, su rostro no mostraba nada de eso.-

- ¿Qué más podría haber?.- Dijo ella fingiendo indiferencia.-

Gabriel no esperaba más de lo que le había dicho pero no podía dejar de sentirse decepcionado.

¿Qué había esperado oir? . Por supuesto, no que le declarara su amor eterno, demasiado que había aceptado que él no era capaz de la bajeza que le acusaba Agatha, y eso debería de bastarle. Por ahora.

- Gabriel -. Ella no continuó hasta que él le prestó toda su atención. Se mordió el labio mientras se daba el valor suficiente para seguir hablando.- ¿Porqué razón querías a toda costa hacerme tu amante?.¿Porqué utilizar la deuda para obligarme si yo solo fui una más de tus conquistas?. Tu mismo me lo dijiste, que lo único que querías era una noche conmigo entonces, ¿porqué todo ese empeño?.-

Gabriel pensó en mentir pero que más daba lo que dijera si no podía mentirse a sí mismo. No podía seguir fingiendo que no sabía porqué había hecho todo aquello.

- Obsesión.- Ella lo miró sin comprender.- Estaba obsesionado contigo. Total e irremediablemente obsesionado desde el día que te vi.- La vio separar los labios debido a la sorpresa.- Desde que me marché de Londres he intentado arrancarte de mi mente sin conseguirlo. Creía haberlo hecho, - Se rió, de su propia idiotez, sin poderlo evitar.- pero en cuanto volví y te vi, luche con todas mis fuerzas por no volver a caer de nuevo. Me mentía diciéndome que sólo te deseaba, que lo único que pretendía era tenerte y luego dejarte, pero cada vez me sentía más y más atrapado por ti. Por mucho que hiciera, por mucho que intentará fingir que no sabía lo que pasaba, ahí estaba esa opresión en el pecho cada vez que no te veía, esos celos enfermizos cada vez que mirabas a Damon o a cualquier otro.- Se pasó las manos por el pelo y la manta resbaló hasta quedarse alrededor de sus caderas.- ¡Qué diablos!. No importa si te lo digo porque seguramente lo sabes con seguridad y necesito decírtelo en voz alta. Necesito escucharlo.- La miró con tal intensidad que la hizo jadear.- Te amo, maldita sea, te amo como un loco y estoy dispuesto a tenerte a mi lado de cualquier manera.

Solo el sonido del crepitar de los leños se escuchó en el breve intervalo en el que Marion reaccionó, porque después saltó de su asiento y de manera muy poco digna se abalanzó sobre él al mismo tiempo que trataba de mantenerse bien tapada con su improvisado vestido.

Cayó sobre el regazo de un sorprendido Gabriel que la sostuvo entre sus brazos, como acto reflejo, mientras ella le daba millones de besos en el rostro sin decir una palabra. Cuando Gabriel salió del estado de asombro en el que se hallaba, le rodeó la cara con sus manos y la mantuvo quieta para mirarla a los ojos sintiendo renacer la esperanza dentro de sí. No le hizo falta preguntarle nada ni que ella hablara porque con la mirada le había dicho lo que necesitaba saber en ese momento.

La besó con reverencia y tembló mientras lo hacía. No le importaba si ella fingía o no. En ese momento le creería cualquier cosa que le dijera pero su corazón había decidido confiar en lo que sus ojos habían visto.

Sus labios eran lo más dulce que jamás había probado y los lamió para confirmarlo. La escuchó gemir y fue un sonido maravilloso. Jugaba con su boca mientras se reclinó en el respaldo llevándola con él y dejándola bien instalada sobre su pecho desnudo, pensando que lo único que debía hacer para estar piel contra piel era apartarle la manta que la cubría, pero contuvo el deseo irrefrenable que lo invadió a fuerza de voluntad férrea.

La abrazo sin dejar de besarla. Era lo único que necesitaba, sentirla tan cerca como fuera posible. La quería fundida en su piel, adherida a su alma.

Para siempre. Por siempre.

Marion recordaría ese momento por mucho tiempo que pasara. Ese beso eterno en el que había más de ternura y aceptación que deseo arrebatado. Sentía la piel hormiguearle de excitación y fue consciente de que ambos se encontraban prácticamente desnudos pero no le importó.

Con timidez le acarició el pecho suavemente y se alegró cuando lo escuchó gemir. El le tomó la mano entre una de las suyas y se la llevó al corazón dejándola allí a la vez que se apartaba para mirarla a los ojos. El color de su mirada era de un verde imposible, parecía refulgir y desprender calor con una intensidad que la tenía prisionera.

- Marion.- Su nombre salió como un suspiro mientras le acariciaba el cuello con el pulgar.- No quiero que te sientas presionada por mí. Quiero que me aceptes pero entenderé que me rechaces...-

Ella le besó la mandíbula y fue desplazándose hasta llegar a su boca para adueñarse de ella y besarlo intensamente. Con pasión. Demostrándole que no tenía de que preocuparse, que ella era suya quisiera o no.

El beso se intensificó de tal manera que ya no había dominante y dominado, sólo la batalla de dos bocas que querían dar el máximo placer a la otra. Enroscaban sus lenguas, se lamían y mordían seductoramente. Conquistándose y dejándose conquistar.

Cuando Gabriel estuvo de nuevo al límite de su control, se separó y dejó que ella recostara su cabeza en el hueco de su cuello. Le acarició la espalda a través de la manta y se concentró en estabilizar su respiración.

Mucho tiempo después seguían en la misma posición y ninguno de los dos se sentía con ánimo de cambiarla. No habían dejado de tocarse de alguna manera y aunque se habían contenido en más de una ocasión no podían evitar volverse a besar y empezar de nuevo la espiral de seducción.

- Creo que es mejor que intentaras dormir algo, la tormenta tardará en pasar y ayer no descansaste lo suficiente.- Gabriel le besó la frente deseando poder besarle el cuerpo entero.-

- Me gusta estar así contigo.- Marion no estaba dispuesta a dejarlo aún y se apretó más contra él.-

Gabriel rió suavemente y le revolvió el cabello que ya lo tenía completamente seco y le enmarcaba el rostro como un halo dorado.

- Sé una buena niña y acuéstate. Yo estoy intentando ser todo un caballero pero me los estás poniendo muy difícil.- Le dijo entre bromas pero ambos sabían que había mucho de verdad en sus palabras.-

- Puedo soportar que dejes de ser un caballero.- Le dijo con timidez , evitando mirarlo directamente.-

Gabriel no contestó a la descarada provocación y  la colocó en el suelo para no ceder a la tentación.

- No me tientes, Marion.- Dijo advirtiéndole que no siguiera por ese camino.- Vé y trata de dormir.-

-¿Y tu?.-

- Yo estaré muy cómodo en este sillón.- Golpeó un par de veces el mueble con la palma de la mano y se acomodó lo mejor que pudo.-

Ella dudó pero finalmente se encaminó hacia la cama y se tapó lo mejor posible, con el resto de mantas.

Por un lado le agradaba que Gabriel fuera tan considerado con ella y no aprovechara para seducirla. Eso le gustaba de él, su caballerosidad pero a ella no le hubiera importado lo más mínimo que se  olvidadara de ese rasgo de su carácter en ese momento.

Miró hacia donde Gabriel seguía sentado pero parecía que tenia los ojos cerrados y estaba totalmente relajado.

Ella se removió buscando una mejor posición, pensando que no sería capaz de dormir con el estruendo de la tormenta y con la agitación que la dominaba, pero el cansancio se apoderó de su cuerpo y de su mente sin apenas darse cuenta.

***

El sonido de los fuertes truenos lo despertó y se enroscó más aún en el cálido cuerpo que tenía pegado a él.

Abrió los ojos de inmediato y a punto estuvo de salir a trompicones de la cama al darse cuenta de a quien pertenecía el calor al que tanto se arrimaba.

Él envolvía a Marion con su cuerpo. La suave espalda de ella estaba pegada a su pecho. Tenía el brazo izquierdo extendido y ella reposaba la cabeza en él como si fuera lo más natural del mundo. Su otro brazo le rodeaba la cintura impidiendo que se alejara un solo centímetro y su miembro estaba completamente erecto, dispuesto por si se le necesitaba, entre sus glúteos.

¡Por las barbas de San Pedro!. ¿Cómo había terminado allí?.

Recordaba haberse despertado en mitad de la noche y haber tenido serios problemas en mover las articulaciones. El sillón no era muy cómodo después de todo. Se levantó y caminó hasta la cama para ver si ella seguía durmiendo o sólo por el simple hecho de poder contemplarla, no estaba del todo seguro, pero se había sentado a su lado apartándole el cabello del rostro y acariciándoselo con los dedos. Sólo había querido tenderse un poco a su lado pero parecía que se había quedado dormido y su cerebro decidió que estaría mucho mejor bajo las mantas que sobre ellas, y ahora , allí estaba, sintiéndola pegada a él desde los hombros hasta los pies.

Había tratado de comportarse decentemente, porque ella merecía respeto y él quería ofrecérselo, pero esto era algo casi imposible de resistir. Intentó no moverse para no despertarla.

Su cabeza la tenía junto al cuello de Marion y no pudo evitar rozarlo con los labios y sentir su piel. Tendría que apartarse lo antes posible pero no podía. Su mente se había desconectado de su cuerpo y éste había tomado el control.

Con la punta de los dedos le recorrió el estómago y luego le dibujó la curva de la cadera. Era tan suave como la más rica de las sedas. Tragó con fuerza al imaginar que se despertaba y le correspondía a sus caricias.

Se mantuvo inmóvil por completo sintiendo que estaba aprovechándose de ella. Estaba dormida, por Dios, no podía seguir haciendo eso por mucho que quisiera.

Con sumo cuidado intentó separarse de ella, pero Marion se volvió a acurrucar contra él.

¡Maldición!. El roce de su trasero en su sensible miembro hizo que gimiera sin poderlo evitar.

***

Marion sintió frío de repente y se movió para buscar otra vez la fuente de calor.

Medio adormilada aún, trató de enfocar la mirada y se sorprendió de que la tormenta inundará de luz la habitación con cada estallido de los relámpagos y truenos. Se frotó la cara contra la cálida almohada pero supo enseguida que no era exactamente eso sobre lo que descansaba su cabeza.

Algo caliente, muy caliente estaba justo en su espalda y tras menear el trasero se preguntó que sería lo que se alojaba entre ellos.

-¡Por todos los demonios del infierno, no te muevas!.-

Marion giró la cabeza y se quedó muda de la impresión de ver allí a Gabriel con el rostro tenso y la mirada ardiente.

Un trueno estalló justo sobre sus cabezas y ella se encogió, pegándose a él. Lo escuchó maldecir de nuevo.

- ¿Gabriel?.- Le dijo tratando de comprender que había ocurrido pero entonces se percató de que ella no llevaba nada encima y por lo que sabía, él tampoco.-

Una ola de calor la inundó por completo recorriéndole velozmente desde las entrañas hasta el rostro, apunto estuvo de apartar las mantas que la cubrían para que el aire le refrescara algo la piel.

- Lo siento, no sé como pude...- Él trataba de disculparse con palabras atropelladas.-

Maldita fuera mil veces su suerte. Gabriel le colocó la mano en la cintura para apartarla y poder salir de la maldita cama pero en cuanto la tocó ella se volvió hacia él y la mano calló sobre su culo. Deslizó la palma por su contorno y le masajeó con suavidad.

La miro para pedirle disculpas otra vez. Era incapaz de parar. Sus manos ansiaban tocarla de todas las manera posibles a pesar de que él trataba de resistirse. Ella lo miró primero algo azorada pero su expresión cambió rápidamente y le ofreció los labios para que se los besara.

La besaría y luego se marcharía dejándola sola. Sí, haría exactamente eso.

Le rozó la boca con un beso suave y pegó su cuerpo al de ella, quería que estuvieran en contacto tanto como fuera posible, después, lentamente, fue desplazándose por su cuello hacia abajo. Era algo que necesitaba hacer antes de dejarla, no había opción.

Marion respiraba agitadamente y curvó la espalda ofreciendo sus senos. Quería, necesitaba que él los capturara en su boca, que los mordiera con sus dientes.

-Gabriel -. Exhaló un suspiró de placer.

No estaba segura que quería decirle o si pensaba detenerlo pero su nombre se escapó entre sus labios como una invitación a que siguiera obrando su magia. Enredó una pierna en las de él y Gabriel aprovechó para acariciársela desde el muslo hasta la rodilla mientras que se apoderaba de uno de sus pezones y lo endurecía con los movimientos de su lengua.

Gimió sin poderse contener y enredó sus manos en su cabello para mantenerlo allí donde su cuerpo lo necesitaba. Temblaba de manera incontrolada y estaba completamente segura de que no era debido al frío.

Sus caricias se volvieron más urgentes. Sus besos más exigentes y ella tiró de él hacia arriba. Necesitaba besarlo. Sentir como la devoraba con su boca mientras que ella trataba de hacer lo mismo con él.

Gabriel se supo perdido, pero con gran esfuerzo y el corazón queriendo salírsele del pecho quiso comportarse como ella se merecía.

- Marion, dime que me detenga....ahora...no más tarde. Necesito que me lo digas ahora.-

El deseo que vio en sus ojos lo golpeó con violencia y su sangre gritó con fuerza sabiendo que ella no iba a ser la que pusiera trabas a sus avances. ¡Gracias a los ángeles, por ello!.

La recorrió con mirada hambrienta antes de hacer que sus bocas se unieran de forma gloriosa.

Ella parecía adivinar cada uno de sus movimientos. Se anticipaba a cada giro, a cada roce de su lengua y lo envolvía en una nube de oscuro deseo.

La pasión se desencadenaba entre los dos como lo hacía la naturaleza en el exterior. La tormenta de deseo arrastraba con todas las inhibiciones, dudas y temores y sólo les dejaba el placer de tocarse y sentir a la persona amada,

- He deseado tantas veces esto, que no sé si es uno más de mis sueños.- Gabriel le susurró al oído con la voz ronca mientras que una de sus manos le acunaba un pecho.-

La tumbó de espaldas para poder observarla mejor. Con delicadeza esparció el cabello a su alrededor. Parecía una visión y era completamente suya.

- ¿Me dejarás mirarte?.- Le preguntó cogiendo el borde de las mantas para apartarlas pero esperando su confirmación.-

Marion lo miró con ojos brillantes y asintió con algo de vergüenza.

- Si después me dejas hacerlo a mi también.- Se puso completamente colorada al decirlo, cosa que a él le pareció muy divertido porque soltó una alegre carcajada.-

- Creo que es justo.- Dijo mucho más serio.-

Se puso de rodillas para tener una mejor vista de ella cuando la destapara y Marion se relamió los labios ante la visión de su torso pero estaba impaciente por verlo al completo. Gabriel fue deslizando la manta muy despacio y contuvo la respiración.

Lo primero que apareció fueron sus perfectos pechos. Redondos y pequeños, con sus sonrosados pezones, alzados para él y contraidos por completo, provocándolo. Se agachó y les dedicó especial atención a cada uno de ellos antes de seguir con su escrutinio. Después siguió tirando de la manta dejando al descubierto su piel satinada. Sentía su mirada puesta en él, devorándolo, y eso hacía que su pene le metiera prisa para poder dedicarse a asuntos mayores, pero él no estaba dispuesto a satisfacerlo. Se la había imaginado en incontables ocasiones y lo que estaba viendo era mejor, mucho mejor, y quería recrearse en ello.

Le costaba respirar y sentía que le temblaban las manos de contener las ganas de tocarla.

Volvió a tirar de la manta y quedó expuesta por completo para el deleite de sus ojos. Sus caderas eran estrechas, pero con una suave curvatura que la hacía muy femenina. Fijó la mirada entre sus piernas y casi sonrió al ver como ella las cerraba con fuerza para evitar que lo hiciera, pero sin taparse con las manos, cosa que agradeció de corazón.

- Eres perfecta, Marion.- Susurró para sí.-

Le acarició las piernas empezando por los tobillos y fue subiendo mientras su boca realizaba el mismo camino que habían trazado sus manos. Ella se retorció bajo sus expertas caricias y él puso más empeño en que su lengua la hiciera jadear.

Cuando le besó sobre el monte de Venus ella le sujetó por el cabello para impedírselo.

- No creo que...- Ella era incapaz de creer que él quisiera besarla allí.-

- Tranquila, no será esta noche pero será pronto, muy pronto.- Le dijo mientras se cernía sobre ella y le introducía una mano entre las piernas.-

- Me toca a mi.- Dijo con la voz entrecortada.- Quiero verte.-

Gabriel bajó de la cama, después de besarla a conciencia, dándole la espalda y ella lo recorrió ávida con la mirada. Era sin duda un hombre muy apuesto.....Se quedó sin palabras cuando se giró y la encaró. Abrió los ojos al ver lo que se elevaba hasta tocar casi el ombligo y pasó saliva para tranquilizarse.

Era simplemente magnífico. Desde los músculos de su pecho hasta los muslos bien torneados. Todo era perfecto y armonioso.

Miró entre sus piernas y una ola de fuego abrasador la inundó. Meredith le había dicho que hacer el amor era maravilloso y ella la creía, pero quizá es que no había comprendido del todo la mecánica del asunto. ¿Eso tenía que introducirse en ella?. Era imposible, no podría de ninguna manera.

Gabriel volvió con rapidez junto a ella para abrazarla y besarla hasta conseguir que le respondiera, si bien, no con el mismo entusiasmo, sí más relajada que momentos antes.

La besó profundamente demostrándole cuanto la deseaba. La adoró con su cuerpo y no descansó hasta verla estremecerse en sus brazos de nuevo.

Deslizó sus dedos por su hendidura y se alegró de encontrarla lista para él. Estaba totalmente húmeda y sus caricias resbalaban haciéndola gemir y suplicar.

Cuando ronroneó supo que todo estaba bien.

Su gatita estaba allí con él.

Marion abrió las piernas más que dispuesta a que sus hábiles dedos la siguieran explorando. Sabía lo que sentiría cuando la tocaba y sentirlo desnudo junto a ella incrementaba las sensaciones que la ahogaban y la hacían desear más.

Gabriel se concentró en darle placer, en que olvidara lo que iba a suceder dentro de unos momentos. Intensificó sus besos y sus movimientos manuales. Con la otra mano le tironeó suavemente de un pezón y ella gimió en su boca.

Colocó su cuerpo entre sus piernas sin dejar de tocarla y acomodó sus caderas. Su miembro rozó su entrada y él tembló por la fuerza del deseo que lo embargaba.

- ¿Confías en mi?.- Le dijo mirándola con ternura.-

- Sí.- Contestó sin apenas voz.

Sostuvo su pene entre su mano y lo colocó en la posición adecuada e hizo que abriera las piernas más para facilitarle la tarea. Movió suavemente las caderas para introducirse en ella. Despacio, no tenía prisa alguna. Un poco cada vez.

Cerró los ojos para concentrarse en la fricción que su estrecho canal le producía. Evitó la tentación de hundirse en ella de un sólo movimiento, aunque sabía que tarde o temprano tendría que hacerlo. Se balanceó sobre ella notando como lo iba aceptando cada vez más. Apretó la mandíbula y la miró deseando poder hacer aquello sin que ella sintiera dolor alguno.

Entro y salió un par de veces más y entonces se introdujo con fuerza en su interior. La notó tensarse y la besó con fuerza para hacer que se concentrara en otra cosa.

Gabriel estaba a punto de explotar y a duras penas logró contenerse.

- Lo peor ha pasado, gatita. Ahora toca disfrutar.- Aseguró con la voz rota.-

Marión no dijo nada, sólo se limitó a mirarlo con confianza y eso lo llenó de orgullo.

Le acarició los labios mientras comenzaba a moverse de nuevo y ello le chupó un dedo sacándo su rosada lengua y envolviéndolo con ella.

Eso fue más de lo que Gabriel estaba dispuesto a soportar. Aumentó el ritmo de sus embestidas disfrutando del cambio en las facciones de Marion cuando se aproximaba a su orgasmo.

La sintió tensarse alrededor de su miembro y se movió con más fuerza y con mayor rapidez. Ella arqueó la espalda y se rompió bajo él, mientras que él la siguió segundos después.

Su cuerpo latía con fuerza. Todo por igual. había sido maravilloso sentirlo dentro de ella. Sobre ella. Se asustó un poco cuando la visión se le nubló, pero en cuanto las pulsaciones aminoraron y su cuerpo pareció regresar de donde quiera que hubiera ido, pudo ver bien de nuevo.

Gabriel sintió sus manos acariciándole y con gran esfuerzo rodó para quedar de espaldas y tiró de ella para que quedará ceñida a su cuerpo.

- ¿Estás bien?.- Le preguntó preocupado pero completamente satisfecho.-

- Maravillosamente bien.-

Marión le besó el pecho y se quedó dormida mientras él no dejaba de acariciarla con delicadeza.

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