Capítulo Veintinueve
HOLA A TODOS!!!
BUENO, ESTO LLEGA A SU FINAL, A REBELDE RENDICIÓN LE QUEDAN UNA CAPÍTULO MÁS, SI NO SE ALARGA DEMASIADO, Y EL EPÍLOGO. ESTOY PENSANDO HACER UN CAPÍTULO ESPECIAS DE COMO SE CONOCIERON GABRIEL Y MARION Y ME GUSTARÍA QUE ME DIÉRAIS VUESTRA OPINIÓN DE SI LO HAGO O NO .-)
ESPERO QUE OS ESTÉ GUSTANDO LA HISTORIA, AL MENOS QUE SEA ENTRETENIDA, CON ESO ME CONFORMO!!!
OS DEJO YA QUE NO QUIERO SER PESADA Y COMO SIEMPRE DIGO
¡¡BESOTES ENORMES!!
***
Gabriel no se percataba de lo que ocurría a su alrededor porque sus cinco sentidos, y el sexto también, los tenía centrados en Marion que seguía dormida. Había intentado que bebiera el vinagre caliente y había conseguido que ingiriera gran parte del preparado haciéndola vomitar sobre una vacinilla traída para ese propósito, pero lo hacía como acto reflejo y aunque se quejaba por ello no abría los ojos.
Meredith había aparecido seguida de Lady Remington, ambas muy preocupadas por lo ocurrido, y revoloteaban alrededor de la cama como mariposas en un invernadero y en el mismo momento en el que Marion daba la última arcada sin que pudiera expulsar nada más, lo echaron sin contemplaciones para acomodarla. Él se resistió a marcharse pero terminó accediendo porque en ese momento lo más importante era Marion y no su deseo de permanecer con ella.
En el pasillo se encontraban Nick, Vincent y Lady Cartwright. Todos lo miraron con preocupación.
- ¿Cómo se encuentra?.- Laughton se acercó para ponerle una mano sobre el hombro y presionar levemente dándole su apoyo.
- Aún no despierta.- Dijo impotente.- ¿Dónde demonios está el doctor?.
- No te angusties, vendrá. Lo único que ocurre es que el Laúdano la ha dormido profundamente, realmente no creo que corra peligro.- Vincent trató de tranquilizarlo.
- No sabemos que cantidad de opio utilizó esa loca, pero en poco tiempo tendremos otra vez a Marion haciendo de las suyas.- Aseguró Nick, confiado en que lo que decía era cierto.
Lady Cartwright se había mantenido callada hasta el momento pero claramente alterada por todo lo ocurrido.
- Si pudiera ayudar en algo, lo que sea, me siento inútil esperando aquí, de pie. La señorita Remington se ha portado maravillosamente bien conmigo y la aprecio mucho.
Gabriel sabía que era cierto, Marion y Meredith se había hecho muy amigas de ella a pesar de todos los rumores que corrían sobre su persona. Él no les daba mayor importancia porque sabía de primera mano que la mayoría de las veces eran infundados, pero lo que sí era cierto es que ella había enviudado tres veces en unos pocos años.
Esa mujer era encantadora pero algo ocultaba, de eso estaba seguro.
- Si quiere puede entrar y tratar de tranquilizar un poco a Lady Remington y a Lady Laughton.
La mujer se lo agradeció con la mirada y recogiéndose en vestido, casi corrió hasta perderse en el interior de la habitación.
- ¿Y Damon?.- Stanton lo buscó con la mirada y se extrañó de no encontrarlo allí.
- Está con tu tía. Dice que no piensa quitarle los ojos de encima porque no se fía lo más mínimo de ella. Se encuentra en aquella habitación.- Nick le señaló con la mirada una de las puertas del pasillo.- También he enviado a Morgan para que la vigile, es un tipo fuerte al que no le costara trabajo reducirla en caso de que quiera escapar.
Gabriel se dirigió hacia la habitación donde Agatha, el nombre le producía naúseas, se encontraba.
Damon se incorporó al verlo entrar. Había estado apoyado sobre una pared y con la mirada clavada, como halcón sobre su presa, en la mujer que se encontraba tranquilamente sentada en un sillón. Parecía que no era consciente de la barbaridad que había querido realizar y sin embargo se comportaba de la manera más correcta posible.
- ¿Esta bien? ¿Ha despertado...?.- Acribilló a Gabriel a preguntas sin esperar a que le contestara.
- Está dormida aún pero creo que lo hará pronto. El doctor está en camino y espero que todo sea un simple susto.
Damon asíntió algo más tranquilo y ambos se giraron a Lady Agatha que tenía los ojos brillantes puestos en Stanton.
- Ha perdido completamente la razón, Gabe. Sólo dice que ahora BeCastle sabe la clase de mujer con la que quiere casarse, igual que la anterior, que Anna era una....- Tosío y miró a su amigo pidiéndole perdón por sus palabras.- Bueno, ya me entiendes. Te confunde con tu padre, de eso no hay duda alguna.
Gabriel miró a la mujer que hasta hacía poco había formado parte de su vida. Nunca se tuvieron cariño, era verdad, pero se sentía responsable de ella por Cinthya, y eso le había frenado bastante. Si su prima no estuviera por medio, esa maldita loca, haría tiempo que no se hubiera encontrado a su alrededor. Le había pasado una tras otra. Era la responsable de la separación de sus padres y de que él no se hubiera criado arropado por el cariño de una familia unida. Había intentado separarlo de Marion con sus intrigas. Pero ésta ultima no se la iba a dejar pasar.
Loca o no, le haría pagar por ello.
Era cierto que tendría que internarla en Bedlam, el hospital psiquiátrico, pero antes le haría pagar por todo lo que había hecho. No la dañaría físicamente, él no maltrataba a mujeres por muy merecido que se lo tuvieran, pero le diría lo único que sabía que podía hacerle daño.
Se decía que Bedlam era un sitio horrible y que cualquiera podía visitarlo por un penique y reirse de los enfermos, incluso darles alchool para que la diversión fuera mayor. No le importaba porque él nunca iría de visita a aquel lugar.
Se acercó hasta donde se encontraba sentada y ella en ningún momento apartó la mirada de su rostro. Lo escrutaba complacida consigo misma, esperando seguramente que le diera las gracias por haberle revelado la verdadera naturaleza de Marion.
- Hola, BeCastle, no hace falta que me digas nada. Sé que te sientes defraudado pero ha sido la única manera de hacerte ver lo que te negabas a aceptar.
Gabriel se mantuvo indiferente. Nada en su expresión hacía ver lo alterado que estaba y el deseo salvaje que tenía de apartar a esa mujer de su vista.
- No te preocupes Agatha, ya sé lo que tenía que saber.- La mujer sonrió triunfante ante sus palabras.- Sólo que no creo que tu y yo estemos refiriéndonos a lo mismo.
Agatha frunció el ceño sin comprender que quería insinuar.
- Ahora sé lo que Marion me quiere y lo que yo la quiero a ella. Me has hecho ver lo que me importa...- Dijo con voz suave y modulada.
- Pero, ella te estaba engañando....no entiendo....- Se quejó mientras se removía en su asiento.
- Eso es lo que tu crees, pero realmente, Albert el hombre al que convenciste para que tuviera ese encuentro con mi prometida, estaba sobre aviso. Todos sabíamos lo que tramabas y queríamos verte en acción para así desenmascararte.- Se encogió de hombros.- Ha sido fácil.
Lady Agatha lo miró a través de las gafas y ni siquiera los cristales le quitaron dureza a su mirada.
- No es cierto, yo no he hecho nada. Ella me pidió que le buscara un hombre que le diera....- Comenzó a levantar la voz.
- Cuidado con lo que vas a decir Agatha. Esa mujer será mi futura esposa. La amo como nunca podré amarte a ti.- Cerró los puños con fuerza para evitar echárselos al cuello.
- No puede ser. Ella es igual a Anna, todas son unas zorras que no te merecen.- Le dijo con los ojos desorbitados y poniéndose en pie para tocarlo, pero Gabriel la esquivó con cara de asco y ella se dobló sobre la cintura como si le hubiera dañado el gesto.- Yo soy la única que te ama de verdad, siempre lo he hecho, pero a ti sólo te atraen las caras bonitas pero mentirosas. Pensé, que teniendo paciencia, te darías cuenta de que es conmigo con la única que podrías ser feliz. Las demás no son nadie, no son nada.- Lloraba de rabia y se abrazaba a sí misma consolándose.
Gabrile sonrió a pesar no tener ganas de hacerlo y la miró de arriba a abajo con todo el desprecio que sentía hacia ella.
- ¿De verdad crees que alguien como yo podría fijarse alguna vez en ti?. No te acepté una vez, cuando tu familia hizo la propuesta de matrimonio, y no lo haría ahora, ni nunca. No me atraes como mujer. Eres totalmente indiferente para mi y nada podría hacer que te tomara en consideración para ser mi esposa. Nada.- Su tono fue recrudeciéndose a medida que hablaba.- Si alguna vez tuviste esperanzas, fueron locas ideas por tu parte. Nunca te quise y nunca lo haré. No vales nada y preferiría a cualquier otro. Óyeme bien..- Agatha lo miró espantada y sin dejar de lamentarse.- A cualquier otra antes que a ti.- Dejó que sus palabras hicieran mella en ella, antes de continuar.- Pero tengo algo que agradecerte, que gracias a lo que tramaste, sé lo importante que es Marion para mi y lo que yo lo soy para ella. Es la mujer perfecta. No hay otra como ella.
Damon y Morgan observaban fascinados como Lady Agatha iba derrumbándose a medida que la conversación se prolongaba. Lo que al principio era una mujer segura de sí misma, loca a más no poder, pero segura, ahora era un ovillo en el suelo. Se encogía cada vez más abrazándose las rodillas y de pronto soltó un grito que les puso la piel de gallina a todos los presentes.
Se había roto por completo y murmuraba una cosa tras otra mientras golpeaba con la cabeza en el suelo.
Morgan se adelantó para evitar que se hiciera daño pero Gabriel le impidió que alzara a la mujer del suelo.
- Déjala, mejor que se lastime ella a que intente hacerlo a otros.- Sabía que estaba siendo cruel pero no se arrepentía de ello. Ahatha había tratado de robarle algo que apreciaba mucho y ya le había avisado con antelación que él no era su padre.
Damon silbó ante el espectáculo.
- ¿Sabes que acabas de hundirla hasta el fondo, verdad?. No creo que se recupere fácilmente de la decepción.- La miró con algo de lástima.- Siempre había escuchado que el amor vuelve locos a los que lo padecen pero éste es el primer caso real que veo.- Murmuró para sí.
Gabriel lo oyó pero salió de la habitación sin decir nada más.
***
El doctor había llegado y primero había atendido a Marion, aprobando el que le dieran el vomitivo para así evitar que el resto de la droga que pudiera estar en su cuerpo hiciera efecto pero aseguró que ella despertaría en unas horas y que no tenían porque preocuparse demasiado. Su pulso era estable y lo único que quedaba por hacer era dejar que el laúdano hiciera su efecto. Después visitó a Lady Agatha y certificó su estado diciendo que no era consciente de la realidad que le rodeaba y que se había sumido en sí misma. Nadie lamentó ese hecho.
Con respecto a Albert, se asombró de que no tuviera más huesos de la cara rotos debido al estado en que se encontraba. Le colocó el hueso del hombro para lo que hicieron falta que varios hombres sujetaran al paciente que chillaba como un condenado a muerte y se lo inmovilizó.
Gabriel se disculpó con el mozo de cuadras a regañadientes porque, engañado o no, había visto a Marion en ropa interior y eso no le gustaba en absoluto, pero tenía que ser justo y no merecía los golpes que le había propinado.
- Si surgiera algún inconveniente, no duden en llamarme.- Dijo el doctor antes de retirarse.
- Lo haremos, doctor.
Lady Remington se inclinó sobre su hija y le pasó la mano por la frente con dedos temblorosos aún por el susto. Si esa mujer le hubiera hecho algo a su niña...... Sorbió por la nariz sin importarle que la escucharan. Deseaba que Marion abriera los ojos para que poder respirar tranquila.
Meredith se retorcía las manos mientras se acurrucaba sobre Nick que la mantenía abrazada. No entendía aún que existieran personas tan malvadas.
Primero Carmichael y ahora Lady Agatha.
Sollózo y rodeó la cintura de su marido para consolarse. Nick le besó la sien y la apretó contra él.
- Se pondrá bien, cariño. Sólo está durmiendo.- Le aseguró junto al oído.
- Lo sé, pero el resultado podía haber sido otro y saberlo es lo que me aterra.- Lo miró con los ojos arrasados en lágrimas que él se apresuró a quitar con sus dedos.
- Creo que lo mejor sería que la dejáramos descansar.- Lady Cartwirgth los miró a todos.
- Tiene razón. Somos demasiados...- Meredith estuvo de acuerdo.
- Yo me quedaré.- Aseguró Gabriel sin mirar a nadie más que a la persona que dormía ajena a todo.
- No creo que sea lo adecuado, milord, yo lo haré y en cuanto despierte lo avisaré.- Lady Remington no pensaba dejar a Marion a solas con su prometido en una habitación por mucho que él insistiera en ella. Además ella era su madre y era la persona que debía de cuidarla.
- No me opongo a que usted se quede, Lady Remington, pero yo no me muevo de aquí.-
Todos se miraron entre sí pero nadie dijo nada mientras se iban marchando.
Meredith no se movió un ápice y Nick tiró de ella.
- Vamos, sé que quieres quedarte pero con su madre y su prometido es suficiente. Vendrás en cuanto recupere el conocimiento y podrás regañarla por confiada.- Bromeó para hacerla sentir mejor.-
- Esta bien.- Dijo a regañadientes.-
***
Las horas pasaban con extrema lentitud para Gabriel que esperaba impaciente por que Marion abriera los ojos.
Lady Remington estaba sentada junto a la cama con una mano de su hija entre las suyas, pero hacía rato que el cansancio había hecho que cayera dormida.
Todo había quedado en un susto, pero aún sentía la impotencia y el miedo que lo había poseído. Temblaba de pensar que Agatha se hubiera salido con la suya. Si no hubiera sido Albert el que subiera a aquella habitación.....Alejó ese pensamiento de su cabeza proque entonces volvía a enfurecerse. A otros hombres no les habría importado lo más mínimo que la mujer estuviera inconsciente y él, quizá, habría llegado tarde.
Cerró los ojos con fuerza y apretó la mandíbula. Había estado tan cerca, tan cerca.
La escuchó gemir levemente y se levantó con rapidez para acercarse a la cama con cuidado. Con anterioridad ya le había sucedido lo mismo pero ella aún no despertaba. Otro quejido salío de su boca y Marion se agitó bajo las sábanas.
Gabriel se subió al colchón por el lado opuesto al que Lady Remington se econtraba. Al diablo, si la mujer despertaba y se lo encontraba acostado junto a Marion.
Se acomodó hasta tenderse a su lado sin tocarla.
- Marion...- La llamó en un susurro.
Ella intentó abrir los ojos con un ligero aleteo de pestañas pero no lo consiguió.
Gabriel sonrió ampliamente al verla. Se tranquilizó por completo al saber que comenzaba a pasar los efectos del laúdano.
Sabía lo que sentía por ella, pero no lo que sentiría si ella desaparecía alguna vez de su vida. Se quedaría con un hueco vacío en donde antes latía su corazón. Moriría en vida porque ella lo era todo para él. Y él estaba dispuesto a darlo todo por ella, por eso había tomado una decisión que lo hundiría en la más absoluta de las miserías o lo haría infinitamente dichos. Todo estaba en manos de Marion. Su gatita.
Le había confesado a Lady Remington lo ocurrido con el señor Whilock y todo lo referente a su patrimonio. La mujer lo había escuchado a medias, preocupada por su hija, pero él creía que eso haría que la mujer se sintiera algo mejor. Ella, por supuesto se lo había agradecido y había lamentado el que alguien la hubiera engañado de aquella manera.
Ahora tocaba contárselo a Marion y ver su reacción y auque sabía que ese no era el mejor momento, quería ser él el que se lo dijera.
Se quedó prendado mirándola. Devorándola con los ojos. El color parecía que iba volviendo poco a poco a sus mejillas y de pronto abrió los ojos, no sin esfuerzo, y el gris de su mirada se clavó en el verde esmeralda de la de él.
- ¿Gabriel?.- Preguntó con la voz rasposa y totalmente desorientada.
-Shhh, quédate tranquila.- Le acarició con la punta de los dedos el rostro.- Todo está bien.
Marion parpadeó intentando aclarar las ideas. Estaba en una cama con Gabriel, pero él estaba vestido. ¿Qué había ocurrido?. Tragó y se concentró pero parecía que a su cerebro le costaba recopilar información.
- Tu tía vino a verme, me extrañó que lo hiciera en mitad de una fiesta, no es ...
- No quiero hablar de ella.- Le dijo procurando no ser demasiado brusco.- Ahora lo importante eres tu.- Se acercó y le besó la nariz, cuando lo que quería era abrazarla y fundirla en su pecho.- Te dio láudano para dormirte, pero ya estás bien.- Le sonrió confiado. No era necesario contarle en ese momento lo que había ocurrido.- Tu madre estaba muy preocupada por ti.
Marion siguió su mirada y vio a su madre dormida en una silla muy cerca de ella. Sonrió al pensar que si despertaba en ese momento sufriría una apoplejía al ver a Gabriel tendido junto a ella.
- No hables muy alto, no queremos que despierte, ¿verdad?.- Gabriel le guiñó un ojo.
Marion trataba de mantenerse despierta pero tenía mucho sueño y le costaba habar, así que asintió con la cabeza simplemente.
- Así me gusta, que no discutas.- Bromeó mientras le pasaba un dedo por la frente y lo dejaba caer por la nariz para luego dibujarle los labios.- Te necesito tanto, que tiemblo cuando estoy a tu lado.- Le confesó inclinándose sobre ella.
Marion intentó hablar pero el se lo impidió besándola suavemente.
- Quiero que me escuches, Marion.- Ella luchaba por mantenerse despierta.- Whilock, vuestro administrador os ha estado robando, falsificaba deudas para que vendieráis vuestras propiedades y él las compraba a muy bajo precio. Ha sido detenido y muy pronto os serán devueltos todo lo que os quitaron mediante engaños. El dinero en efectivo no sé si podrán recuperarlo, al menos pagó las deudas de tu padre, de eso no tendréis que preocuparos más.
Creyó que había vuelto a quedarse dormida pero abrió los ojos de nuevo y le dedicó una sonrisa temblorosa.
- Todo te lo debemos a ti.- Le dijo convencida de ella.
Gabriel no quería su agradecimiento, quería su amor.
- De eso deseaba hablarte, vuelves a tener gran parte de tu herencia.- No lo hablaría del dinero que él mismo le había ingresado, ellas creerían que lo habían recuperado de las manos de Whilock.- Y no es necesario que te cases conmigo por agradecimiento, por obligación o por algún otro motivo.
Marion no entendía que le quería decir con aquello. Ella lo amaba. Luchó por articular alguna palabra pero su cuerpo estaba tan cansado que se negaba a hacer nada de lo que le pedía.
- Quiero que lo pienses bien, si quieres casarte dentro de siete días. Yo estaré allí, decidas lo que decidas, estaré allí, ¿me oyes Marion?.
Gabriel tenía un nudo en la garganta al saber lo que se jugaba dándole a elegir. Pero era la única manera que tenía de no estar preguntándose el resto de su vida, si Marion se habría casado con él de saber que tenía fortuna. Arriesgaba demasiado. Su felicidad, pero quería que ella también fuera feliz y si eso implicaba no tenerla junto a a él, que así fuera.
- No quiero que te olvides que te amo y si decides vivir a mi lado te lo demostraré cada minuto de cada día.
Marion dejó de escucharlo y volvió a dormirse mientras pensaba si eso no habría sido un sueño.
***
- Aún no ha despertado.
Marion escuchó la voz de su madre hablar con alguien.
- ¿Mamá?.- La llamó.
Lady Remington se apresuró para sentarse al lado de su hija.
- Cariño, que bien que estés de vuelta. He estado tan preocupada.....- La alegría hacía que la voz se le entrecortada.
- ¿Qué ha ocurrido?.- Marion se incorporó con la ayuda de su madre que le colocó un almohadón en la espalda para que estuviera más cómoda.
- Que al final a la tía de Gabriel se le fundió el cerebro.- Dijo Meredith sonriéndole desde los pies de la cama.
Maron fue recordando todo. La charla con Lady Agatha, el desgarro de la manga de su vestido, la copa de vino, lo mal que se sintió después....a Gabriel.
- ¿Dónde está Gabriel?.- Preguntó algo nerviosa.
- Ha tenido que marcharse. Pero no lo ha hecho hasta que no despertaste y pudo hablar contigo. Agatha será internada en Bedlam y tiene que recoger a Cinthya. Esa muchacha no puede quedarse sola. Me ha pedido que te diga que su pensamiento está contigo y que recuerdes lo que te dijo la última vez.- Meredith no entendía su mensaje del todo pero estaba segura de que su prima si sabría de que se trataba.- Textualmente me dijo "Yo estaré allí decidas lo que decidas".
Marion tuvo deseos de salir corriendo y buscarlo. Decirle que se casaría con él pero no por ninguna de las razones que el había dado, sino porque no podía pensar en otro hombre con el que pasar el resto de su vida. No podía dejar que él creyera que ella no lo amaba. Sentía enormemente no habérselo dicho pero ahora no podía lamentarse de ello y sí actuar de manera que Gabriel estuviera seguro de los sentimientos que le inspiraba.
Había sido tan tonta guardándose para ella lo que ese hombre le provocaba a sus sentidos y a su cuerpo con su mero contacto. Primero el orgullo le impidio reconocerlo y después un miedo estúpido a que volviera a reirse de ella. Y ahora él pensaba que lo aceptaba por su dinero.
Se lamentó de ser tan estúpida.
- No te preocupes, niña. Ese hombre estará de vuelta antes de que empieces a echarlo de menos.- Lady Remington le sonrió comprensiva, creyendo que la inquietud de su hija se debía a que Gabriel no estaba cerca de ella.
Marion miró a su madre y a punto estuvo de decirle que ya la echaba de menos y apenas se había marchado.
***
Cuando Lady Remington las dejó a solas, Meredith le puso al día de todo lo ocurrido con Lady Agatha y el papel de Albert en todo aquel asunto.
Marion se estremeció al pensar en lo que pudo haber sucedido y agradeció que Sanders hubiera tenido el sentido común que ella no tuvo.
- No viste a Gabriel, bueno, yo tampoco, pero Nick me aseguró que estaba como loco y que sino llega a ser por Vincent.- Marion la miró sin comprender quien era ese hombre.- Ya te lo explicaré luego.- Le dijo haciendo aspavientos con las manos para quitarle importancia al asunto.- Como te decía, sino llega a ser por Vincent, no habrían podido separar a Gabriel del pobre de Albert. Lo ha dejado bastante mal.
Marion le prestaba atención pero era incapaz de concentrarse en otra cosa que no fuera Gabriel.
¿Y si todo había sido un sueño?. Quizá los nervios por la proximidad del enlace le estaban jugando malas pasadas, pero entonces, el mensaje de Gabriel que le había dejado a Meredith no tenía sentido. El muy tonto, pensaba que ella lo iba a abandonar en cuanto supiera que volvía a tener fortuna y por un arrebato de honradez había optado por darle la oportunidad de elegir.
Aunque también podía ser que él no quisiera casarse con ella y buscara una excusa para romper . No, eso no era posible. Él la amaba, se lo había dicho, pero dudaba que ella también lo hiciera.
- Tengo que salir inmediatamente y buscar a Gabriel.
Meredith la observó destaparse e intentar salir de la cama.
- ¡Ah, no!. Te quedas en cama como dijo el doctor y mañana si quieres vas a donde quieras.- La volvió a empujar.
- No lo entiendes, Meredith, Gabriel cree que no lo amo y me ha dado la opción de casarme o no. Necesito decirle lo importante que es para mi. Necesito verlo.
Meredtih se quedó con la boca abierta.
- ¿Ese hombre es tonto?.- Fue lo único que se ocurrió decir.- Nadie duda de tus sentimientos por él. ¿Porque habría de hacerlo Stanton?.
Marion se lanzó a contarle todo lo sucedido y cuanto más explicaba, más nerviosa se ponía.
- Y yo nunca se lo dije. Nunca se lo confesé y eso ha hecho que él crea que me caso por los motivos equivocados, ¿Comprendes ahora?.- Le suplicó con la mirada que la entendiera y la ayudara.
- Pero por mucho que corras a buscarlo a BeCastle House, él no estará allí. Puedes ir mañana y aclararlo todo.- Le dijo intentando que entrara en razón.- Además, él ha dicho que estaría allí el día de la boda, ¿no?. No tiene pensamiento de no aparecer y en cuanto te vea sabrá que lo adoras con toda tu alma. Tranquilízate y mañana yo misma te acompañaré para que te quedes más tranquila. No quiero ser responsable que te desmayes en medio de la calle, aún no tienes muy buen aspecto y querrás estar lo más bonita posible cuando vayas a verlo.- Le sonrió para convencerla.
Marion asintió, no muy convencida, pero Meredith tenía razón en una cosa. Gabriel le había asegurado que estaría allí esperándola.
- Stanton te idolatra, Marion. No sabes como te cubrió con su chaqueta para que nadie más pudiera verte, lo protector que es contigo me conmueve.- Meredith pasó la mano por el fino paño de la prenda que colgaba olvidada del respaldo de la silla.
- ¿Es suya?.- Marion la acarició con la mirada sin poderlo evitar y Meredtih rió haciéndola sonrojarse.
- Sí.- La cogió entre sus manos.- Tómala, así podrás estar cerca de él.- Se la llevó a la nariz e inhaló.- Huele a él.- Le sonrió con picardía.
- Dedícate a oler las prendas de Laughton, descarada.- Marion fingió unos celos que no sentía. No con su prima.
Meredith sonrió divertida y se la tendió.
Un papel cayó sobre la colcha y ambos se quedaron mirándolo. Marion lo tomó entre sus manos y dudó si leerlo o no. Se miraron entre ellas de manera cómplice y lo desplegó antes de que la conciencia le remordiera por ser tan curiosa.
Los ojos se le abrieron como platos en cuanto leyó la nota.
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