Capítulo 6
Laughton se acercó sin hacer el menor ruido a la bella durmiente. La observó detenidamente, ahora que ella no podía darse cuenta, intentando descubrir el porqué de la atracción que esa mujer ejercía sobre él.
Admiró sus cabellos. El color y sus gruesos mechones se veían intensificados por la luz del fuego que crepitaba en la chimenea. Algunos de sus rizos se habían escapado de la contricción del peinado al que se veía sometido el resto de su cabello. Uno en particular caía por su cuello y terminaba rizándose entre su senos. Tragó rápidamente porque el solo hecho de mirarla a placer hacía que la boca se le hiciera agua. El corte del vestido, de cintura alta, y el escote bajo, añadiendo que se encontraba recostada, hacía que ese par de bellezas corrieran el riesgo de salirse de su confinamiento. Estaba así seguro que podía ver el comienzo de un sonrosado pezón, invitándolo, llamándolo.....
Necesitaba una copa, una bien grande. Se sirvió y la bebío de un trago. Volvió a llenarla y se acomodó en un sillón desde el que podía admirar a su inesperada invitada. Sabía que debía despertarla pero se negaba a que su inspección terminara tan pronto, después de todo iba a ser su esposa en menos de quince días, tenía todo el derecho del mundo a mirarla a placer.
Su rostro era un óvalo perfecto pero le llamaba la atención unas pestañas que no necesitaban de artificios para atraer la mirada de los hombres. Su piel era de porcelana, suave y sedosa, le hormigueaban los dedos del deseo de acariciarla. Cambió de postura y se repantigó en su asiento, apoyando las dos manos con la copa en su vientre.
Ella se movió un poco, Nick dejó de respirar esperando a que abriera los ojos,pero parecía que Morfeo no quería dejarla ir de su apacible sueño. Deslizó su mirada por su cuerpo. Su cintura y la redondez de sus caderas. Sí, sin dudas iba a disfrutar bastante de ella, con ella....No estaba muy convencido de que su futura esposa pensara igual que él, pero esperaba que con el tiempo se acostumbrara a su presencia y que llegaran a una cortes convivencia, después de todo pensaba que en lo tocante al sexo no había ninguna duda de que se llevarían bien, más que bien. Recordó, no por primera vez en ese día, el beso en la biblioteca de Lady Remingthon. Volvió a saborear su boca, su lengua, el tacto de su piel bajo sus dedos, como su cuerpo se amoldaba al suyo como si fueran dos piezas de un puzzle que encajaran a la perfección. Se tocó el pene con una mano y sonrió para sí. Sólo con un beso, esa mujer conseguía que se pusiera duro como una piedra y estaba deseando poder terminar lo que empezaron para descubrir si sería tan bueno como imaginaba.
Miró el reloj y se sorprendió. Había estado perdido en ensoñaciones poco más de una hora. Bien, había llegado el momento de despertarla y descubrir el porqué de su visita. Frunció el ceño al recordar que ella no debería de estar allí. ¿Es que esta mujer no sabía lo que ocurriría si alguien llegaba a descubrir que se encontraba en su casa, sin carabina y a esas horas?. Con ferrea determinación se dispuso a hacérselo entender ya que ella era incapaz de ver más allá de sus narices.
Meredith, notó como alguien le tocaba el brazo y la sacudía suavemente, se giró un poco para que la dejaran tranquila. No quería despertar aún, intentó retener el sueño tan placentero que estaba teniendo pero se había ido, se escapó y no conseguía recordar que era lo que tan bien le había hecho sentir. Sin abrir los ojos se estiró, se sentía rara, la cabeza le daba vueltas. Apretó las manos sobre las sienes esperando que pasara el mareo. ¡Dios!. Intentó incorporarse pero su cuerpo no le respondía. Entones abrió los ojos y se encontró con una mirada negra como la noche que la dejó sin habla. Enfocó, o por lo menos lo intentó, y vió que se trataba de Lord Laugthon.
- A por fin...es muy poco caballeroso por su parte hacer esperar a una dama, señor- Notó que las palabras no salían con la fluidez que debieran. ¿Estaría soñando aún?. Intentó incorporarse de nuevo pero volvió a fallar, así que decidió quedarse donde estaba, claro que acostada en el sofá de la sala de visitas del Conde no era lo más adecuado en ese momento. Además, él la miraba con el ceño fruncido, pues bien, ya podía intentar ayudarla al menos, ¿o es que no se daba cuenta que algo le ocurría a su cuerpo que se negaba a lo que ella le ordenaba?.
-Quizás, si hubiera usted anunciado su visita con antelación no habría cometido tal atropello- La miró y estuvo a punto de reirse al comprobar que ella intentaba una y otra vez sentarse sin resultado- ¿La puedo ayudar en algo, señorita Carrington?-Alzó la ceja esperando.
- Pues ahora que lo dice, sí, podría ayudarme. No sé que ocurre, pero cre que mi cuerpo sigue dormido y se niega a responder- Sonrió tímidamente y bajó las pestañas para ocultar el rubor que notaba que iba apareciendo en sus mejillas. El tendría que sujetarla y no sabía bien porqué, pero eso hacía que su cuerpo se acalorara.
El Conde la miró lo que le pareció un siglo, y después la levantó suavemente por los hombros, le pasó un brazo por ellos y con su otra mano le bajó los pies hasta que tocaron el suelo. Después se sentó a su lado pero no la soltó. Cosa que agradeció porque con el cambio de postura la habitación decidió girar sin parar y tuvo que cerrar los ojos para encontrarse un poco mejor.
-Meredith...¿puedo llamarla así, no? Después de todo dentro de poco seremos algo más que simples conocidos- Carraspeó y se giró un poco más hacia ella.- ¿Cual es el motivo tan importante por el que se presenta en mi casa?. Espero que sea algo realmente grave ya que no pudo esperar a mañana a decírmelo acompañada por su carabina.-
Su sonrojo se intensificó y levantó los ojos lentamente para mirarlo. La había reprendido, y con razón pero no estaba dispuesta y que él supiera que eso de alguna manera le importaba. Como siempre, había actuado por impulso al salir de casa sola, decidida a hablar con él para que anularan ese absurdo compromiso y sin pensar un momento en las consecuencias de sus actos. Aunque ahora que lo pensaba, nunca había sido tan imprudente hasta que lo conoció el día anterior, claro que nunca se había visto en la necesidad de cancelar una inminente boda.... se infundió valor y esperó de todo corazón que él la entendiera.
-Verá Lord Laugthon, sé que se siente en el deber de proteger mi virtud, pero quiero que sepa eso no es necesario....-
Nick, apretó su hombro ¿quería decirle esa descarada que la virtud se la habían robado ya?. Su mirada se volvió gélida. Ella pegó un brinco al notar que sus dedos se clavaban en su piel y lo miró indecisa.
- Espero...Meredith... que si usted se entregó ya a algún petrimetre, tenga el bien de comunicármelo....No me gustaría hacer el tonto y cargar con una culpa que no me corresponde.-
Vió como ella abría los ojos desmesuradamente, sorprendida por su réplica, movió la cabeza de forma negativa varias veces, y los rizos sueltos le acariciaron el rostro. Era toda una tentación tenerla así abrazada, en una habitación a solas, sabiendo que nadie osaría interrumpirlos....
-¡No, no! De ningún modo. Lo que quería decir es que no debe sentirse en la obligación de hacerlo por un simple y tonto beso- Su rubor le abarcaba ya toda la cara.-
-¿Tonto? ¡Vaya! Creo estar perdiendo facultades, hasta ahora nadie me había hecho ver que mis besos fueran tontos, pero en fin, - Se encogió de hombros, haciendo ver que no le importaba lo más mínimo- Siempre hay una primera vez para todo.-
Meredith se dió cuenta que había dejado escapar una oportunidad de oro. Si le hubiera confesado que ya no era virgen, él rechazaría de plano el contraer matrimonio con ella y con toda la razón del mundo. Se pegó mentalmente una sonora bofetada pero se le ocurrió otra posible salida..
- Milord, lo que ocurre es... como decirlo... es que.. yo amo a otro..Sí eso es, y esperaba a que él formalizara nuestra relación en los próximos días. Mi tía es una persona muy seria que no aceptaría a cualquiera para librarse de mi. No sé si me entiende.- Su voz había ido bajando de intensidad y determinación conforme se explicaba, al ver que su cara adquiría cierta rigidez.-
-Ah, pero entonces su tía tiene que estar contentísima que un Conde pidiera su mano a no ser que su enamorado tenga mejor escala social- La rabia le comía por dentro. En ningún momento creía que existía ese hombre pero no soportaba los continuos intentos por deshacerse de él. La veía dudar sin saber bien cual sería su siguiente movimiento. Posó su mano en la de ella y descubrío por el pulso de su muñeca que no se encontraba tan tranquila como aparentaba. Eso le gusto, así que se movío hasta quedar pegado totalmente a su costado.-
Ese hombre hacía que pensara en cuerpos desnudos y brazos y piernas entrelazados. Notó su mano en la suya y bajó la vista. El contraste la hizo parpadear. La de él grande, morena, de dedos largos y elegantes, pensó en todo lo que podía abarcar con ella y otra ola de calor la inundó. Tenía que centrarse en lo que tenía que decir, era lo mejor, no podía desviarse de su objetivo.
- Bueno, quería que supiera que no me casaré enamorada de usted, como comprenderá siempre amaré a otro.- Era un argumento débil lo sabía, ya que la mayoría de los matrimonios eran concertados y pocos por amor, pero se agarraría a un clavo ardiendo si hiciera falta.- Además no me gustaría que mi futuro marido tuviera.... frecuentara...a sus amantes.-
Lo había dicho y se sintió orgullosa de ello. Se pasó la lengua por los labios resecos. La habitación le seguía dando vueltas pero parecía que se había acostumbrado en la medida de los posible a ello. Lo miró y notó que había vuelto a fruncir el ceño. Levantó una mano y pasó con delicadeza un dedo por el entrecejo.
- Es usted demasiado guapo para que esto lo estropee ¿no cree?- Al momento se dió cuenta de lo que había dicho y con dedos temblorosos se tapó la boca intentando que más palabras no salieran de ella.-
Nick se sorprendió del cumplidos después de que le dijera que amaba a otro, y que él iba a tener al menos una amante después de casados. Tenía que estar muy desesperada para sacar toda la artillería esperando que el reconsiderara su proposición. La miró a los ojos y se perdió en ellos. Lo miraba con estupor pero si ahondaba un poco se vislumbraba el deseo. Bajó la cabeza muy despacio, se moría por besarla de nuevo, por saborearla,por saber si lo que recordaba era tan bueno. Se inclinó un poco más y su mano se movío de su hombro a su nuca. La sujetó con suavidad pero con firmeza. Estaba tan cerca de ella podía notar su aliento agitado a través de los dedos que reposaban en sus labios. Le besó la punta de la nariz y después le prodigó suaves besos por la mandíbula. Su cuello lo llamaba como canto de sirena y ella lo arqueó para darle mejor acceso. ¡Oh,sí! era como la seda. Suave y terso. Con su mano libre le acarició el brazo, pasándole lentamente punta de los dedos. Notó como ella se ablandaba, se hacía maleable para él. Se apartó lo suficiente para mirarla de nuevo.
Meredith, no se había sentido tan bien en su vida. Con cada beso un escalofrío le recorría todo el cuerpo. Notaba su labios húmedos en su cuellos y no quería que parara nunca, pero lo hizo. La miraba con el más puro de los deseos y ella quería que siguiera. Un par de besos no hacía mal a nadie. Recordó lo que un par de besos habián hecho en la biblioteca y sus consecuencias pero decidió descartar ese pensamiento y lo enterró en lo más hondo de su mente.
Tomada la decisión, decidió disfrutar del momento. Una de sus manos, decidió por si sóla, ya que ella se negaba a pensar que se lo había ordenado, subir hasta el pañuelo de su cuello, bajó un poco por su pecho y la dejó allí, descansando sobre su corazón. Levantó los ojos y lo invitó a que siguiera, o al menos pensó que él sabría que era una invitación.
Nik, se sentía eufórico, notaba la sangre bombear por sus venas. Esa mujer lo subyugaba y ni siquiera sabía que lo hacía, era simplemente maravillosa. Le pasó un brazo por debajo de las rodillas y la acomodó en su regazo. La atrajo hacías sí, con cuidado temiendo que se arrepintiera si iba demasiado deprisa. Cuando su labios tocaron su boca todo estalló alrededor. Sabía tan bien, era como llegar al paraíso. El jugaba con sus labios despacio, con deleite y ella se apretó contra él. Sonrió y supo que a no ser que él parara, ella no sería capaz de hacerlo. La estrechó en sus brazos y Meredith le pasó los suyos por los hombros, sus manos se enredaron en su pelo. Se removía inquieta sin saber muy bien a donde le llevaría lo que estaba sintiendo. Pensó que ella tenía que notar entre sus muslos su excitación, y que su manera de moverse hacía más difícil que él se refrenara.
-Cariño, no te muevas, por favor, o no sé si seré capaz de esperar a la noche de bodas....- La miró esperando que entendiera lo que quería decirle y rezando por no haberla asustado.-
-¡Oh!.....lo siento- Lo atrajo de nuevo hacia ella.-
Meredith quería más de sus besos.Ya tendría tiempo mañana de pensar en su comportamiento. Notaba como sus labios le dejaban la piel ardiendo con ganas de más.
- Abre la boca, tesoro...- Uno de sus dedos le tiraba suavemente del labio hacia abajo mientras él se acercaba para besarla de nuevo.-
Ella le hizo caso y dejó que su lengua la invadiera.Al principio se sintió un poco cohibida por su ímpetu pero comenzó a imitarlo en sus movimientos. Lo oyó gemir, y notó como su mano le acariciaba el trasero, se lo apretó y masajeó como si fuera a desaparecer de un momento a otro y necesitara tocarlo antes de que ocurriera. Después esos dedos maravillosos se desplazaron hasta su pecho y ella pegó un respingo. Sus dedos apretaban su seno delicadamente y su pulgar rozaba apenas el pezón que rápidamente se irguió a causa de sus caricias. Intentó disfrutarlas pero no lo consiguió sabía que no podía seguir adelante, que él pensaría que era poco más que una perdida si le permitía esas libertades. Se dabatió consigo misma, quería y no quería, pero pudo más la razón y porque no decirlo el miedo a lo que vendría después de las caricias, después de todo ella no quería casarse con él.
Lo apartó con delicadeza esperando que el comprendiera que no quisiera seguir. Apoyó la cabeza en su hombro y se mantuvo quieta entre sus brazos.
Nick, respiraba agitadamente, había estado apunto de quitarle la virginidad a su condesa en la salita de las visitas. Rió por lo bajo intentando serenarse. El era el experimentado pero había sido ella la que había puesto fin al interludio amoroso. No tenía la menor duda que su matrimonio iba a resultar altamente satisfactorio después de todo.
- Espero, querida Señorita Carrington, que después de esto, no dude ni por un instante que no tendré tiempo ni ganas de pasar las noches lejos de mi condesa- Le levantó con los dedos la barbilla para que lo mirara a los ojos. Ella asintió con la cabeza y la volvió a apoyar en su hombro. Laughton, cerró los ojos disfrutando de tenerla entre los brazos mientras le acariciaba con lentas pasadas de sus manos la espalda.-
No supo en que momento se quedaron dormidos.
Se despertó y tuvo que pensar donde estaba. Miró un lado y descubrió a Meredith acurrucada contra él. Era lo más dulce que había visto nunca. Se encontraba totalmente cómoda durmiendo contra su cuerpo. Miró el reloj y soltó un juramento. Dentro de poco amanecería y ella seguía aun en su casa. La levantó entre sus brazos y con mucho cuidado se dirigió hacia la puerta.
Sanders se encontraba dormitando encima de una de las sillas del recibidor. Se sintió culpable por haber dejado durante parte de la noche al fiel mayordomo esperando sus instrucciones respecto a la visita. Le dió suavemente con el pie para despertarlo ya que las manos las tenía ocupadas sosteniendo a su mujer. Se sorprendió ante el hecho de pensar en ella en esos términos pero al fin y al cabo pronto lo sería. Era sólo cuestión de tiempo.
El durmiente despertó sobresaltado y se incorporó de inmediato, como si hubiera sido pillado en falta. Miró a su señor y se dió perfecta cuenta de que necesitaría un coche para llevar a la señorita a su casa.
http://www.wattpad.com/story/3964311-matrimonio-a-la-fuerza
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top