Capítulo 35

HOLA A TODOS!!

ANTE TODO AGRADECEROS QUE ME SIGAIS LEYENDO SEMANA TRAS SEMANA Y QUE TENGAIS TANTA PACIENCIA....

QUERÍA QUE ESTE CAPÍTULO FUERA EL ÚLTIMO Y DESPUÉS QUIZÁ, AÑADIRÍA UN EPÍLOGO PERO POR FALTA DE TIEMPO, Y TAMBIÉN QUE AL FINAL SE ME HACÍA DEMASIADO LARGO COMO PARA TENERLO A TIEMPO, HE DECIDIDO SUBIR LO QUE TENGO ESCRITO HASTA AHORA Y EL DOMINGO QUE VIENE TENDREIS EL RESTO.

ESPERO QUE OS GUSTE Y QUE NO DEJEIS DE LEER TAN CERCA DEL FINAL.

BESOTES ENORMES Y BUENA LECTURA!!

***

El recorrido por las calles del East End a esa hora de la mañana no fue todo lo rápido que a Starling le hubiera gustado. Los carros de reparto impedían que el carruaje avanzara con facilidad pero se armó de paciencia, unos minutos más no cambiarían en nada la situación.

Se acomodó en el asiento y se dedicó a mirar a su compañero de viaje.

El chico lo miraba fijamente, con una mano puesta en el tirardor de la puerta. Dispuesto a saltar si él se atrevía a moverse lo más mínimo. Le sonrió para tranquilizarlo pero el chico no sólo no se la devolvió sino que endureció el gesto aún más.

Nick decidió dejar de observarlo para no incomodarlo lo que quedaba de viaje y se dedicó a mirar el ajetreo de las calles por las que pasaban.

Pensaba que debería de estar eufórico al saber que todo terminaría de una vez, después de todo el tiempo que había dedicado a ese asunto, pero sin embargo, estaba totalmente calmado, como si supiera que ahora necesitaba centrarse en lo que tenían entre manos para que todo saliera bien y pudiera volver a casa.

Eso era lo que más ansiaba, no tener que preocuparse por nada para poder disfrutar de su esposa y dedicarle el tiempo que se merecía, sin preocupaciones ni presiones, y esperar la llegada de su hija, aunque si era un niño no le importaría lo más mínimo. Lo importante era tenerlo entre sus brazos y verlo crecer fuerte y sano, pero le gustaba llevarle la contraria a su mujer en ese punto.

Morgan detuvo el coche y antes de darse cuenta el chico saltó fuera, en un abrir y cerrar de ojos, y desapareció entre los oscuros callejones sin decir adiós.

Nick bajó y se acomodó el abrigo, abrochándolo por completo para evitar el aire frío de las primeras horas de la mañana. La espesa niebla se arremolinaba alrededor de él dándole la bienvenida a "El zorro y el perro".

Le resultaba extraño estar allí de día. Siempre la había visitado de noche y ver la taberna con los primeros rayos del sol hacía que casi no la reconociera.

Empujó la puerta que cedió sin esfuerzo y entró al local agradeciendo el calor del interior.

Una muchacha se afanaba limpiando el suelo, aunque no duraría mucho tiempo en ese estado porque en pocas horas el establecimiento abriría de nuevo sus puertas para proporcionar bebida y un plato caliente a quien quisiera y pudiera pagar por ello.

Paseó los ojos por la habitación esperando ver allí a algunos de sus amigos pero estaba desierta. Aún no había llegado nadie.

Se quitó los guantes y los guardó en uno de los bolsillos del abrigo.

- ¡Muchacha!.- Nick alzó la voz para hacerse oir.

Ella se volvió sobresaltada al escucharlo llevándose las manos al pecho .

- ¡Jesús! Qué susto me ha dado.- Dijo abriendo exageradamente los ojos.- Me llamo Beth.- Continuo, después de haberle lanzado una mirada apreciativa.

Nick sonrió ante su descaro.

- Beth, bonito nombre.-

Ella le devolvió la sonrisa con coquetería creyendo que había conseguido un cliente. Se acercó moviendo las caderas con desparpajo.

- ¿Puedo ayudarlo en algo?.- Se relamió los labios pensando el festín que podría darse con semajante ejemplar.

- Pues ahora que lo dices, sí, ¿podrías avisar a Big Jim? Creo que espera mi visita.-

- Claro que puedo hacerlo, ¿pero tiene que ser ahora?, podríamos charlar un poco antes y después lo busco sin falta.- Le dijo insinuante pasándole un dedo mugriento por la solapa del abrigo.

Starling la miró. Se metió la mano en el bolsillo, sacó una moneda y se la entregó.

- Gracias por el ofrecimiento, pero tengo algo de prisa.¿Podrías llamarlo?.-

Le muchacha dejó caer la moneda en el escote del vestido y asintió.

- No se preocupe que lo tendrá aquí ahora mismo.- Lo miró con gesto apenado haciéndole saber que era una lástima que no quisiera un revolcón.

La vió marcharse escaleras arriba y se sentó en uno de las taburetes a esperar pacientemente a que su viejo amigo apareciera.

Alzó la vista cuando unas fuertes pisadas provenientes del piso de arriba anunciaron que Big Jim bajaría de un momento a otro y volvió a levantarse para saludarlo cuando llegó hasta él contento de verle.

El fornido tabernero lo envolvió en sus brazos y palmeó con alegría su espalda. Nick siempre se sorprendía de la fuerza de ese hombre.

- La próximo vez que me saludes procura no ser tan efusivo. Recuerda que ahora estoy casado y tengo que volver de una pieza con mi mujer.- Dijo entre risas.

Big Jim rió con estrépito.

- Tienes razon. Nunca he sabido ser delicado.- Se acarició la barba sonriente.- ¡Beth, trae mucho café!- Gritó con su bozarrón.

- Tu dirás Big Jim.- Nick abandonó la jovialidad que había lucido hasta ese momento. No quería perder tiempo con frases de cortesía.

El hombretón asintió entendiendo que tuviera prisa por saber lo que tenía que decir y se tornó la seriedad personificada cuando comenzó a hablar.

- Ayer, estaba trabajando aquí, como cada noche , cuando se me acercó un hombre y me dijo que sabía donde se encontraban Cicatriz y Bestia, pero que no quería ser él el que hablara con vosotros por temor a las represalias, me pidió que os lo comunicara yo porque sabía que os conocía. Por lo visto estuvo aquí la noche que me visitasteis...

Se interrumpió cuando la puerta volvió a abrirse por segunda vez esa mañana.

Damon y Gabe aparecieron juntos y tras ellos, los hermanos Bowser y varios hombres más.

- Bien, bien, ya estamos todos.- Damon saludó tan alegre como siempre.- Buenos días, aunque yo no diría tanto ya que no he conseguido dormir aún.

- Buenos días a todos ¡ Beth, ese café!.- Vociferó Big Jim.

Todos se acomodarón alrededor de dos mesas unidas y se sirvieron unas buenas tazas del negro y humeante líquido en cuanto Beth lo dejó sobre la mesa.

La muchacha miraba a los tres amigos como si no supiera por cual decidirse. Se acercó a Damon para sentarse sobre él pero la dura mirada de Big Jim la hizo desistir y se marchó no sin dejar de lanzar miradas ansiosas a Arlinghton.

- Como estaba comentándole a Starling, ayer me dijeron donde podían encontrar a los hombres que buscan. Estan en un almacen abandonado en el puerto, muy cerca de donde vuestra compañía naviera tiene las oficinas.

Cuando Big Jim dijo la dirección exacta, Gabe maldijo en voz alta. Tan cerca que los habían tenido y ellos sin saberlo.

- Eso ya no importa, Gabe.- Le tranquilizo Nick.- Lo importante es atraparlos y sacarles la información que deseamos.

- Esperemos tener más suerte ésta vez y que no sea otra dirección falsa.- Dijo Charles Bowser esperanzado.

- No lo es.- Aseguró Big Jim.- Antes de avirsarlos mandé a uno de mis chicos y me aseguró de que están allí. Los vio.

Nick miró a Damon y a Gabe y ambos asintieron dándole su apoyo incondicional.

- Creo que ya hemos perdido suficiente tiempo. Pongámonos en marcha.- Starling se puso en pie y los demás lo imitaron.

- Nick, tened cuidado. - Big Jim lo miró preocupado.- No me fío. Algo me huele mal. No creo en las casualidades y me da mala espina el que el informante supiera de mi amistad con vosotros y que decidiera hablar dar la cara...No sé si me explico, pero no me gusta nada todo éste asunto.- Se acariciaba la barba inquieto.

- No te preocupes. Tendremos cuidado y gracias por el aviso.-

Nick se despidió de su amigo prometiéndole que le enviaría noticias tan pronto como pudiera.

Meredith y Marion se escabulleron por la escalera del servicio. Trataron que no las viera nadie porque pretendían volver antes de que los hombres que esperaban a la condesa de Laughton la echaran de menos.

Cruzaron el jardín y suspiraron tranquilas la encontrar abierta la puerta que daba acceso a la calle. Por lo menos habían conseguido salir sin ningún contratiempo, ahora sólo faltaba rezar para que el resto saliera según lo planeado.

Se miraron riendo nerviosas mientras buscaban un coche de alquiler, no querían hablar para así evitar que las dudas que sentía se dijeran en voz alta y trajera la mala suerte sobre ellas.

Se alejaron un poco hasta que pudieron parar un carruaje y tras indicarle la dirección al cochero se permitieron relajarse un poco.

Meredith miraba por la ventanilla abierta pero no veía nada de lo que ocurría en el exterior. Su mente estaba en blanco completamente.

El olor del interior del carruaje era muy opresivo. Parecía que todo un batallón había pasado por allí dejando un rastro de sudor y whisky. Arrugó la nariz y sacó un pañuelo perfumado de su ridículo para tapársela.

Miró a su prima para preguntarle si a ella tambíen le molestaba el fuerte olor pero rió al verla con el pañuelo colocado firmemente sobre su cara.

- Esperemos que el viaje no dure mucho porque no estoy segura de poder soportarlo.- Dijo riendo nerviosa aún.

- Siempre podemos ir a pie.- Marión volteó los ojos.- Es la primera vez que alquilamos un coche y creo que será la última. Es insoportable.

Las dos asomaron las cabezas a través de las ventanillas para que les diera el aire.

Con un brusco movimiento el coche se detuvo minutos después y salieron lo más rápido posible del interior.

- ¿Desean que las espere aquí?- Preguntó el cochero mostrándoles una desdentada sonrisa.

Se miraron y con energía negaron con la cabeza.

-No hará falta, gracias.- Marion lo despidió amablemente.

Lo vieron alejarse y desaparecer entre el tráfico de la calle.

- ¿Creees que hemos hecho bien?.- Pregunto Meredith.- Quizá deberíamos haberle dicho que nos esperase y así volveríamos lo antes posible.

- Nos arriesgaremos y alquilaremos otro coche para regresar. Esperemos que por los menos huela mejor.- Dijo esperanzada.

Se quedaron un momento indecisas mirando a la mansión que se elevaba ante ellas. Era grande, no tanto como Laughton House, pero no podía decirse que no impresionaba.

Se cogieron del brazo y con más valentía que seguridad se encaminaron hasta la entrada.

- Recuerda, Meredith, no tardes mucho en salir. Nos esperaremos fuera.- La miró para infundirle ánimos.- Todo saldrá bien, ya lo verás.

Meredith trató de parecer confiada pero no pudo esbozar una simple sonrisa. Estaba tan nerviosa que no sabría si podría siguiera hablar.

Marion se ocultó tras una de las grandes columnas y con un movimiento de manos le indicó que llamara a la puerta.

Ella alzó la mano para tomar la aldaba de metal y notó que le temblaba muchísimo. Respiró hondo para tranquilizarse y llamó sin volverlo a pensar, porque si lo hacía saldría corriendo de allí y no pararía hasta estar bien lejos.

Sentía el corazón golpeándole en la garganta y a punto estuvo de irse, pero en ese momento la puerta se abrió y se obligó a permanecer allí.

-Buenos días, milady.-

El mayordomo la saludo educadamente pero no se apartó para permitirle el paso.

- Buenos días.-

Por un momento se quedó sin saber que decir.

- ¿Podría avisar a Lord Carmichael? Quisiera poder hablar con él.- Dió unos pasos para entrar pero el hombre seguía imperturbable en su lugar.

Meredith lo miró con petulancia y alzó la barbilla, como tantas veces había visto hacerlo a Marion.

-¿No pretenderá que lo espera aquí en la puerta, verdad?.-

El mayordomo se sonrojó y por fin se apartó para dejarla pasar.

- Lo siento, milady, pero el señor no recibe visitas a éstas horas.- Le dijo indeciso ante lo que hacer con ella.

- Estoy segura que la mía sí.- Meredith se asombró de la seguridad de su voz cuando por dentro temblaba como un flan.- Claro, que siempre que se le avise y no se quede ahí como un pasmarote.

- Sí, claro.- Contestó contrariado.- Si me permite acompañarle. La dejaré instalada en el saloncito y haré que le lleven un té.

El mayordomo inició la marcha esperando que ella lo siguiera y por un instante Meredith no supo que hacer.

- Creo que preferiría esperar aqui, si no le importa. Solamente pretendo aclarar algo con el señor y no quisiera entretenerme.- Se retorcía las manos nerviosa.

- Como guste, milady.- Dijo extrañado por su actitud.- ¿A quien tengo que anunciar?.

- A Lady Laughton.- Apenas le salió la voz. Ya no estaba tan segura, si alguna vez había llegado a estarlo, de que el plan saliera bien.

Lo vió marcharse escaleras arriba y espero verlo desaparecer de su vista para abrir con prisa la puerta y dejar paso a una Marion que pasó como un torbellino corriendo pasillo arriba, no sin antes sonreirle con confianza y guiñarle un ojo.

Meredith daría la mitad de lo que tenía por poseer una mínima parte de la seguridad que mostraba su prima.

Se sintió tentada de ir tras ella y pedirle que abandonaran ese loco plan, pero ya era demasiado tarde porque percibió un movimiento en lo alto de las escaleras. Levantó la vista y vió a Carmichael que le sonreía como si fuera una maravillosa visión.

No pudo dejar de mirarlo mientras bajaba y entonces el brillo en sus ojos la hizo encogerse. Nunca deberían de haber entrado en aquella casa. Tendría que habérselo contado todo a Nick pero como siempre, lo había hecho todo mal. Sólo esperaba poder salir lo antes posible de allí y que Marion no fuera descubierta.

Al pensar en su prima sus ojos miraron con preocupación hacia donde había desaparecido. Todo aquello había sido culpa suya y no se perdonaría en la vida que algo malo pudiera llegar a suceder.

- Que agradable sorpresa.- Carmichael llegó hasta ella y la tomó de la mano para llevársela hasta los labios.

Meredith se estremeció al sentirlos sobre su piel. Le temblaban tanto las piernas que temió desplomarse en el suelo.

- Lord Carmichael.- Saludó con apenas voz.

Marion corrió a través del pasillo y comenzó a contar las puertas que se encontraban a su izquierda.

Una, dos, tres, cuatro. Se paró patinando por el pulido suelo y casi cayendo al suelo. Con rapidez consiguió abrir la puerta y entrar como un rayo dentro de la hatitación.

El corazón parecía querer salírsele por la boca mientras intentaba llegar hasta el escritorio para comenzar con su búsqueda.

Rapidamente comenzó a abrir cajón tras cajón buscando algún documento escrito por Carmichael o con su firma. Uno de los cajones estaba cerrado con llave, lo dejó para luego y siguió con los demás. Sus manos se movían con rapides entre la cantidad de papeles que iba encontrando hasta que dio con uno que podía servirle perfectamente. Lo dobló en varios pliegues y lo guardó en el pequeño bolsito que colgaba de su muñeca.

Cerró con cuidado el último cajón y haciendo el menor ruido posible abrió la puerta y sacó la cabeza para ver si podía salir.

El mayordomo estaba en el pasillo y ella volvió a encerrarse en la habitación. No podría salir hasta que no hubiera nadie y eso la inquietó. ¿Y si alguien del servicio decidía entrar allí para limpiar o por cualquier otro motivo?. Sus ojos encontraron otra salida. Las puertas dobles que daban al jardín. Podría salir por allí, rodear la casa, teniendo especial cuidado al pasar frente a las ventanas para no ser vista y salir por la verja a la calle. Todo sin tener que pasar por la puerta de entrada.

Se felicitó por su buena suerte y no tuvo ninguna duda de que todo saldría a pedir de boca.

Folk escrutó a su visitante con la mirada. Se la veía pálida y nerviosa pero supuso que era debido a que había ido a visitarlo sin que su marido lo supiera, porque Starling nunca la hubiera dejado ir y el que no llegara en el carruaje del conde, según le había comentado el mayordomo, indicaba que no quería que nadie supiera a donde se dirigía cuando había salido de su casa esa mañana.

Estaba sorprendido de verla allí. No pensaba que ella se sintiera atraida por él, pero parecía que estaba equivocado porque no podia haber otra explicación de su presencia en su casa y sola.

Le sonrió seductoramente y vió como ella se ruborizaba nerviosa.

- Me complace que hayas decidido visitarme, querida. Si me permites, podríamos hablar más comodamente en el saloncito.- La vió dudar.- Ya sé que tienes prisa, Berth me lo ha dicho, pero lo que tengas que decirme siempre será más cómodo si lo haces estando sentada.

No le dio opción de negarse sino que la sostuvo por el codo y la condujo hasta una de las habitaciones más cercanas. Pidió que les llevaran té y pastas y tras acomodarla en el sofá, él se sentó justo a su lado con el brazo apoyado en el respaldo haciendo más íntima la postura.

Meredith llegados a éste punto se encontraba en un estado de nerviosismo tal que no sabía como manejar la situación. ¿Cómo no se les había ocurrido lo que Carmichael pensaría al verla allí? Mostraba una intimidad demasiado obvia, porque él ya había dejado claro en más de una ocasión, lo que esperaba de ella y ahora al verla allí pensaría que había aceptado el pasar a otro nivel su amistad. Concretamente esperaba que todo se desarrollara entre las sábanas y sobre un colchón.

- Estás muy nerviosa, Meredith.- Le gustaba como sonaba su nombre y le gustaba mucho ella.- Intenta tranquilizarte.- Le desató el lazo que mantenía cerrada su capa.

Meredith brincó ante esa muestra de intimidad.

- Por favor, milord.- Se quejó a la vez que se alejaba todo lo posible que le permitía el asiento.

Alec se río y se pegó aún más a ella.

- Vamos, los dos sabemos el porqué has venido hoy aquí. Me ha sorprendido, la verdad, pero ha sido una grata, muy grata sorpresa.- Con un dedo le acarició el cuello.

Meredith no sabía el tiempo que había pasado pero se puso de pie de un salto para evitar que ese hombre la siguiera tocando.

- Creo que ha sido un error y tendría que irme.-

Se giró para marcharse pero él la sostuvo por la cintura con fuerza y tiró de ella hasta hacerla sentarse de nuevo.

Lo miró sin poder ocultar ya el miedo que sentía.

- No voy a hacerte daño, palomita. Tu y yo deseamos lo mismo.- Rió al verla negar tal afirmación.- Claro que sí, Meredith, lo que ocurre es que tu no quieres engañar a tu marido.

Meredith vió como las facciones de Carmichael se endurecían al referirse a Nick y no tuvo la menor duda de que era el responsable de todo lo ocurrido. Un frío helador le bajó por la espalda. ¿Cómo había podido pensar que todo sadría bien?.

Lo apartó de un empujón y trató de levantarse pero Folk la acercó de un tirón hasta pegarla a su pecho.

- Quiero irme, tengo que pensármelo mejor.- Mentiría si tenía que hacerlo. Quizá así él creería que ella estaba interesada en mantener una relación con él y la dejara marcharse.

- Claro que tienes que pensártelo, pero ahora estás aquí y podemos aprovechar un poco el tiempo.-

No le dió tiempo a comprender sus palabras cuando la besó con fuerza y le mordió el labio. Ella intentó gritar por la agresión y Folk aprovechó para introducirse con agresividad en su boca.

Meredith luchaba con todas sus fuerza por librarse y trataba de empujarlo para alejarlo de ella sin éxito. El miedo desapareció para dar lugar a la rabia. Lo golpeaba una y otra vez pero él parecía no notarlo.

Chilló cuando se vió liberada de sus besos y Alec le mordío el cuello con fuerza.

- Eso es, grita, pelea, no sabes como me gusta que lo hagas.- Su voz era muy ronca debido al deseo que lo inundaba.- He soñado con ésto más de lo que debería y ahora eres mía. Has venido por tu voluntad y no te dejaré ir hasta que me canse de ti.

Se inclinó para besarla de nuevo pero Meredith le escupió frenando su avance.

Carmichael la miró con lujuria y sonrió perversamente.

- ¡Ah, sí, me encantará domarte!.- Dijo con placer.

Meredith no lo vió venir pero sintió que el golpe la tiraba al suelo y que algo caliente le bajaba por la comisura del labio. Se llevó una mano hasta la mejilla golpeada sin poder creer que aquello estuviera pasando.

- Nick te matará.- Dijo con rabia.

Carmichael se rió con fuerza mientras la levantaba.

- No lo creo, porque ya me he encargado de él.- Carmichael le pasó la lengua para quitarle la sangre del labio.- A estas horas mis hombres deben de haberlo matado.

Meredith no quiso creerlo, no podía creerlo. Sintió que el corazón se le partía ante la posibilidad de que le estuviera diciendo la verdad.

Lo empujó con tanta fuerza que Folk cayó hacia atras sobre la mesita. Ella aprovechó y levantando el vestido corrió lo más rápido que pudo. Si tan sólo puediera llegar hasta la puerta de entrada....

Algo la derribó y cayó hacia delante. Trató de que el golpe con el suelo no fuera tan aparatoso y puso las manos pero una estallido de dolor le hizo gritar con fuerza.

Se quedó en el suello y sostuvo la mano derecha contra su pecho. Dolía y mucho.

La cabeza le palpitaba también debido al golpe que había recibido y notaba como se le estaba inflamando esa parte del rostro.

Carmichael la levantó otra vez y el brillo de sus ojos no presagiaban nada bueno.

- Nadie sabe que has venido aquí, ¿verdad?.- Al ver la mirada asustada de ella se alegró.- Claro que no. No podías decir que venías a casa de tu futuro amante.- Se relamió los labios. Estaba muy excitado.- Aunque me hubiera gustado que el perro de tu marido lo supiera, no me importará que se revuelva en su tumba cuando te haga mía.

Meredith se preguntó si no habría perdido la cordura por completo. El odio transformaba sus facciones en una máscara horrilble.

- Por favor, aún estás a tiempo de dejarme ir.- Trató de voncencerlo pero sabía que nada lo haría combiar de opinión.

- No, Meredith, nunca te dejaré ir. Tendremos nuestra noche de bodas por adelantado, hoy.- La miró como si se fuera a dar con ella un banquete.- Esperaremos a que nos comuniquen la muerte de Laughton y tras un tiempo prudencial te casarás conmigo.

- Nunca, lo haré.-

Chilló pidiéndo ayuda pero él le apretó la mano que mantenía contra su pecho y el grito se transfomó en uno de profundo dolor.

- Sí que lo harás, porque yo me encargaré de decirle a todos que eres mi amante y además no querrás que les pase algo a Lady Remington y a su encantadora hija....

Meredith lo miró a través de las lágrimas que corrían libremente por su rostro. Lloró amargamente por todo lo que podía perder si Carmichael se salía con la suya.

Pensó en su hijo y en lo que sería de él y rezó porque a Nick no le pasara nada y pudiera librarla de aquello.

Carmichael la empujó en dirección a las escaleras y ella hizo un último intento por escapar pero esta vez el golpe que recibió en la cabeza la dejó insconciente.

Robert y Paul, los hombres contratados por el conde de Laughton para proteger a su esposa estaban inquietos. Habían decidido preguntar por la condesa en la casa, ya que hacía bastante rato que habían llegado y la señora había dicho que no tardaría demasiado.

Una muchacha salía en ese momento y la pararon para interrogarla

-Disculpe señorita, sabría decirnos si Lady Laughton - Paul se rascó la coronilla.- tardará mucho en salir.

Sarah los miró con desconfianza y se cambió de mano la cesta que llevaba, apoyándosela en la cadera.

- ¿Y porqué tendría que decirles semejante cosa, si puede saberse?.-

- Verá, el conde de Laughton nos ha contratado para protegerla. Hemos venido con ella.- Aclaro al ver que la muchacha no terminaba de creerle.- pero nos ha dicho que no tardaba nada y ya lleva más de dos horas allí dentro. El conde sólo nos dijo que estaría visitando a su prima pero insistió en que inmediatamente la acompañaramos de vuelta. No me dió la impresión de que quería que su mujer pasara todo el día fuera.

Sarah resopló.

- Y quien somos nosotros para opinar lo que ellos consideran mucho o poco tiempo. No podemos hacer otra cosa más que esperar pacientemente a que decidan salir o entrar.- Lo miró pensando que porqué tenía ella que perder el tiempo hablando de esas cosas con todos los encargos que tenía pendientes.- De todas formas la señorita Marion y Lady Laughton no se encuentran en la casa. Todos hemos pensamos que habían salido sin decir nada a nadie. Ni siquiera avisaron a Lady Remington.

Robert no la dejó casi acabar.

- ¿Estás segura de lo que dices?.- Apremió poniéndose blanco como el papel.

- Por supuesto que lo estoy. No están en la habitación de la señorita Marion, ni en el saloncito del té, ni en el jardín, ni en la biblioteca....

Los dos hombres corrieron hasta la casa dejándola con la palabra en la boca. Querían verificar que realmente Lady Laughton no se encontraba allí.

- ¡Maldición!.- Paul estrujó la gorra entre las manos.- ¿Cómo se nos ha podido escapar?.

Robert era mayor y con más experiencia que su compañero y lo tomó con más calma pero estaba realmente preocupado por la reacción del conde cuando supiera que su mujer les había dado esquinazo.

- Paul, tu ve a la dirección en el East End que nos dejó Laughton, a ver si puedes encontrarlo en esa taberna. Yo iré de vuelta a Laughton House por si ha vuelto. Tendremos que informarle que su mujer se ha esfumado y no tenemos ni idea de donde podremos localizarla.

Se despidieron deseándose suerte mutuamente. Sabían que el que le diera la noticia al conde tendría muchas posibilidades de llevarse un buen golpe por haberse dejado engañar tan facilmente.

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