Capítulo 12
El día estaba siendo una auténtica locura. Todo eran carreras, prisas, nervios...No creía que pudiera salir sin ninguna secuela de ello. Estaba total y absolutamente segura que una parte de su cerebro se desactivaría en algún momento y dejaría de funcionar para siempre.
En ese momento su tía, Lady Remington, indicaba a la pobre Sarah como debía de hacer el recogido para que quedara completamente a su gusto....por cuarta vez. La pobre muchacha se afanaba por interpretar lo mejor posible las indicaciones de la dama, pero hasta ahora no había conseguido el peinado espectacular que se esperaba de una futura condesa.
Después de otros treinta minutos de recoger, rizar, enroscar y peinar, vió como su tía asentía con satisfacción y orgullo al ver el resultado final.
- Vamos, niña, vamos... .- miraba nerviosa el reloj sabiendo que el minutero se acercaba irremediablemente a la hora en que tendrían que salir.- Te ayudaremos a vestir...y por fin, podremos respirar tranquilas.- Su rostro estaba acalorado y se percibía lo nerviosa que estaba por la manera tan enérgica con la que se abanicaba y en como lo sujetaba. Parecía un ave de presa. Meredith observó durante un momento su dedos esperando que el abanico se desintegrara bajo su presion.
Le colocaron las medias sujetas por ligueros, la camisola, la enagua y el precioso vestido que la madre de Starling, la condesa viuda de Laughton, había insistido en regalarle. No conocía a la señora todavía pero tendría que agradecerle fervientemente que se viera como una princesa el día de su boda ya que incluso las joyas que luciría eran propiedad de la dama.
Le terminaron de cerrar el vestido, tenía exactamente, ochenta pequeños botones en la espalda...Lady Remintong la empujó hacia el espejo para que se viera mientras la miraba con lo que creyó que eran lágrimas en los ojos.
No sabía donde estaba ella, porque la mujer que tenía ante sí reflejada desde luego no lo era. El vestido de saten color marfil, hacía que su pelo rojizo pareciera una llama incandescente. La falda estaba bordada con cientos de perlas, lo cual la hacía sentirse como un tesoro, sonrió ante la idea. El cinturon de eslabones de oro le ceñía la cintura marcándosela con elegancia. La parte superior se le ajustaba como una segunda piel, pero encima de la suntuosa tela habían añadido otro cuerpo del más fino encaje que Meredith hubiera visto jamás. El escote le marcaba los pechos plenos y lo resaltaba un collar de oro y diamantes espléndido. Las mangas cubrían por completo sus brazos pero el encaje dejaba ver su piel através de él. Se miró a los ojos y en ese momento vislumbró los desellos de los pequeños botones de oro y diamantes que salpicaban su pelo. Algunos rizos caían despreocupados sobre uno de sus hombros dándole gran elegancia.
Nunca hubiera pensado que ella alguna vez se vería tan ....hermosa, sí, porqué no decirlo, estaba hermosa y se sentía orgullosa de ello. Era el día de su boda y nada ni nadie la haría sentirse de otra manera.
Se giró y esperó que su tía y Sarah, le dijeran algo, que le dieran su aprobacion, pero ninguna decía nada, quizás al fin y al cabo no estaba tan bien como ella se veía....en ese momento la puerta se abrió y a la carrera entro Marion que se paró en seco al verla. Abrió mucho los ojos, la boca, parpadeo y después de unos angustiosos segundos mirándola fijamente su cara se iliminó con una gran sonrisa. Se acercó a ella y la abrazó con fuerza.
- ¡Por Dios, Meredith, estás radiante!.- y luego bajando la voz le dijo con malicia al oido.- No creo que el conde pueda resistirse hasta la noche en cuanto te vea.-
- Es cierto, señorita, me ha dejado usted sin habla.- le dijo Sarah mientras la miraba sonriente y se enjugaba las lágrimas que corrían por sus mejillas.
- Tanta llantina...- garraspeó para aclararse la voz- es el día de una boda no de ningún entierro y si no nos damos prisa cuando lleguemos a la iglesia el novio se habrá ido cansado de esperar... Estás preciosa, Meredith.- le sonrió con los ojos, no sólo con su boca, sino con los ojos también y Meredith Carrington sintió que el corazón le bailaba de alegría.
Se acercaban a la iglesia de Saint George, en Hannover Square, y los nervios se apoderaron de ella. Se fijó en su ramo de novia, rosas rojas. Su prima había insistido que debía de llevar algo fuera de lo común y que al ser una futura condesa se le perdonaría la excentricidad de que fueran de ese color y no blancas. Ella había accedido al principio con desconfianza pero ahora sentía que no podría haber llevado ningún otro bouquet, que ese era el adecuado. Se acordó de sus zapatillas y entonces sí que sonrió con alegría...eran rojas también. Marion se lo había sugerido sin esperar convencerla pero se quedó gratamente sorprendida cuando ella acepto sin pensarlo siquiera.
El cabriolet se desplazaba con suavidad por la calzada. Las cabezas se volvían a admirarlo. Los cuatro caballos del tiro iban con penachos de plumas blancas. y los dos cocheros del estante con librea azul y plata y altos sombreros. Fué reduciendo velocidad conforme se acercaban a la entrada de la iglesia y Meredith respiraba profundamente intentando calmarse.
Lady Remington apretó una mano infundiéndole confianza.
Meredith se dispuso a bajar del carruaje y entonces al levantar la vista vió al hombre que la acompañaría al altar y la entregaría al novio, Damon Ibree, Conde de Arlington.
- Permitame decirle que si Laughton se arrepiente en el último momento, yo me ofrezco a ocupar su puesto.- Le hizo una reverencia y la ayudó con los escalones del coche con su eterna sonrisa pintada en el rostro. Veía admiración en sus ojos y eso le subió su autoestima varios puntos. Damon siempre le había agradado, era de las pocas personas que siempre le había dado conversación cuando se encontraban en alguna que otra velada y pensaba que el sentimiento era recíproco.
- Gracias, milord, pero espero que eso no sea necesario.- le contestó con picardía siguiéndole el juego.- aunque si me veo en la necesidad no tendré más remedio que acudir a usted, ya que tan amablemente se ha ofrecido.
Damon le sonrió ampliamente ante su respuesta y le ofreció el brazo para acompañarla al interior.
La música comenzó a sonar, el Canon de Pachelbel, inundaba su sentidos. Se fijó en la alfombra roja que la llevaría hasta él, pero no podía mirar al frente, aún no. Admiró la cantidad de flores que adornaban el pasillo central, rosas y azucenas blancas, su perfume junto al de los cirios del altar que se hayaban encendidos le recordaban qué estaba pasando, se iba a casar en unos instantes con el apuesto hombre que la esperaba a unos escasos metros. Sin poder contener su curiosidad levantó la mirada y sus ojos la cautivaron, no podía apartarlos aunque su vida dependiera de ello. En ese momento reconoció que amaba a ese hombre sin importar si era o no una locura.
Nicholas Starling, Conde de Laughton, sintió que no merecía tener tanta suerte. La mujer que se acercaba a él para convertirse en su esposa era una aparición. Ni en sus más locos sueños, que habían sido muchos, había imaginado que estaría tan maravillosa. Su pelo eran uténticas llamas que amenazaban con incendiarlo de un momento a otro.Aún no lo miraba y fijó sus ojos en ella, llamándola en silencio... y entonces lo hizo. Una descarga le atravesó cuando sus miradas se cruzaron y los mantuvo prisioneros sin que ninguno de los dos pudiera evitarlo.
Damon le entregó a la novia y él le besó la mano con ardor sin poderlo evitar.
Meredith no supo como contestó adecuadamente a lo que le preguntaba el religioso pero supuso que lo hizo bien ya que no tuvieron que corregirla. Era plenamente conciente de su cercanía, podía incluso oler su colonia nublándole por completo el pensamiento. Dió el "Sí, Quiero" y se intercambiaron los anillos. Ella se quedó mirando fijamente el suyo asombrada de ser una mujer casada con ese simple gesto.
-....puede besar a la novia...-
Nick le rozó los labios lamentando no poder demorarse en ellos todo lo que quisiera pero con la mirada le dijo cuanto la deseaba. Más tarde, Nick, más tarde....se prometió a si mismo.
Meredith, tembló ante lo que vió en sus ojos, lo ocultó al instante pero ella supo que la deseaba y su frágil seguridad de que le concediera más tiempo comenzó a resquebrajarse.
Cogidos del brazo salieron de la iglesia y los invitados se acercaron a felicitarlos. Meredith se sentía feliz y no podía evitar que se reflejara en su rostro.
Su tía y su prima, ambas con pañuelos en las manos y signos de haber derramado más de una lágrima, parloteaban sin cesar. De pronto lo sintió a su lado posándole una de sus manos en la parte baja de la espalda. Cerró los ojo un momento distrutando del roce de sus dedos...
- Disculpenme un momento..- su voz no era todo lo cálida que se podía esperar de alguien que se acababa de casar, y mirándola directamente le dijo.- Meredith, me gustaría presentarte a mi madre, la condesa viuda de Laughton.
Tardó algo en reaccionar porque aún no se acostumbraba a que la llamara por su nombre y el sonido de su voz al pronunciarlo había hecho que le cosquillearan hasta la punta de los dedos, así que se apresuró a saludar antes de que alguien notara su turbación.
- Encantada de conocerla al fin Lady....
- Por Dios, niña...- La interrumpió alzando las manos y sonriéndole con ternura.- ...llamame Abby, espero que me permitas llamarte Meredith, después de todo eres la esposa de mi único hijo.- Lo miró rapidamente con nerviosismo.
Nick se tensó a su lado. Sus dedos se crisparon por un momento sobre su cintura por lo que ella lo miró con extrañeza pero no hubo ningún tipo de respuesta por parte de él.
- Claro que sí Lady... Abby.- ¿Conoce ya a mi tía, Lady Remington, y a mi prima Lady Marion, verdad?..- volvió a obsevar a Nick que no participaba en la conversación sino que miraba al frente como si lo que ocurriera allí fuera muchísimo más interesante.
-Creo que es hora de irnos.- dijo después de unos minutos y tomándola por el brazo la acompañó hasta el coche que les esperaba para llevarlos a Laugton House. Todos los invitados, una treintena en tota,l se reunirian con ellos allí para celebrar el enlace.
Un poco alejado Alec Folk se encontraba apoyado en una árbol observando la escena.
"Bien, amigo mío, veo que te has casado con una encantadora señorita...Disfrútala mientras puedas" . El bastón que sostenía entre sus manos se rompió bajo sus dedos. Tenía la ligera sensación que su cuerpo adivinaba lo que su mente sabía que le haría a ese perro cuando llegara el momento. Se giró y a buen paso se perdió entre los que demás viandantes.
Meredith saludó a su prima desde el coche, cuando éste se puso en marcha. Nick estaba sentado enfrente de ella y sin dejar de mirarla cerró la cortinilla que le permitía mirar al exterior.
Ahora era su marido y no podía dejar de sentirse orgullosa por ello, pero los nervios la estaban matando y su manera de comportarse no los estaba mejorando en absoluto.
Esperó a que el dijera algo ya que a ella no le salían las palabras aunque lo había intentado en varias ocasiones. Ni siquiera se atrevía a mirarlo de lo avergonzada que estaba. Se aclaró la garganta ante lo incómodo de la situación. Las veces anteriores que se habían visto no flotaba en el ambiente esa tensión, quizá era debido a que ahora estaban casados y todo cambiaba...No tenía ni la más remota idea del porqué pero si alguno de los dos no hablaba pronto, creía que se hecharía a llorar sin más.
Nick sabía que la miraba hambriento, intentaba no hacerlo pero le era totalmente imposible evitarlo. Era suya y tenía unas ganas locas de fundirse en ella. Se la imagino con el pelo suelto y la falda levantada mientras él la poseía escuchando sus gemidos. ¡Demonios! Se pasó una mano por el pelo y se sujetó el puente de la nariz para tranquilizarse. Podía controlar sus manos y obligar a su cuerpo a soportar las horas que le quedaban pero su mente tenía vida propia y se lo estaba dejando saber. Movió una pierna para liberar la tensión que ejercía su miembro hinchado.
Volvió a posar su mirada en su esposa, le gustaba como sonaba y se moría de ganas de decirlo en voz alta. Respiró hondo. Meredith tenía la cabeza gacha, parecía que había encontrado fascinante las perlas de su falda. Estaba realmente preciosa. Se fijó en un rizo que le caía sobre el hombro y sintío unos deseos locos de tocarlo....¿y porqué no? Ahora era su marido y ya no tenía que reprimirse. Calculó el tiempo que les llevaría llegar hasta la casa y una sonrisa lobuna se dibujó en su rostro. Bueno no iba a desflorar a su querida esposa en un coche, para eso podía esperar, pero si que estaba más que dispuesto para besos y caricias.
Ella en ese momento lo miró a través de las pestañas y la oyó jadear. ¡Oh, sí ! Besos y caricias serían perfectos en eso momento.
Meredith decidió hechar una ojeada. Levantó un poco la vista sin alzar del todo la cabeza y el calor de su mirada la hizo gemir.
- ¿Meredith?.- lo escuchó sisear.
No le respondío. No podía.
-¿Meredith?. repitió con voz ronca.
- ¿Milord?.- tragó con dificultad.
- Mirame- le ordenó.
Levantó la cabeza y lo hizo. El dió un par de palmadas en su pierna esperando que ella fuera a él. Volvió a tragar y esta vez le costó mucho más hacerlo. El quería que se sentara en su regazo y ella no se sentía capaz de hacerlo.
Volvió a palmearse el muslo impaciente y entonces parece que su cuerpo reaccionó ante la llamada. Se levantó con cuidado y se acomodó encima de él. Inmediatamente su manos le agarraron por la cintura y su boca presionó sobre uno de sus hombros. Notó como su lengua le acariciaba y dió un respingo.
- Ummmm, sabes tan bien....-
La pego aún más a su entrepierna y ella notó algo duro que se pegaba a su trasero. No podía imaginar que era, pero le estaba gustando tanto sus besos que se olvidó de ello en un instante.
Nick casi perdió el control cuando ella se sentó sobre él. Con ferrea voluntad intentó dejar sus manos quietas en su estrecha cintura y se dedicó a mimar su cuello. Su piel era tan suave y olía a flores. Abrió los ojos y se fijó en el escote de su vestido, su pene se lo agradecío brincando de alegría, dejando que su labios se los besara justo donde terminaba el vestido. La escuchó gemir y la miro.
- Meredith...- Le acarició la boca y cediendo a la tentación la besó.
Le mordió con delicadeza los labios, se los chupó,lamió y cuando ella le pasó los brazos por su cuello y le dió acceso a su interior no pudo resistir por más tiempo el deseo que le amenazaba con matarlo allí mismo.
Su lengua se movia incitándola, esperando que ella se acoplara a su juego y cuando con timidez correspondió a su invitación profundizó el beso y la abrazó con más fuerza. Le acarició la espalda y el trasero. Oía su propia respiración agitada. Meredith le acariciaba la nuca con una mano y con la otra le sujetaba la cabeza. Eso estaba muy bien porque si se le hubiera ocurrido hacer alguna otra cosa no estaba muy seguro de poder parar.
Se separó lentamente y ella protestó. Apoyó su frente en su mejilla y le dió un tierno beso en la base el cuello.
- Querida, estamos a punto de llegar y auque ahora mismo lo que más me apetece es quedarme aquí contigo, no creo que pueda contenerme si seguimos así....- rió nervioso.- Pero te prometo que esta noche no habrá interrupciones..- Le pasó un dedo por los labios con un suspiro de resignación la sentó a su lado y la abrazó.
Meredith todavía estaba mareada por sus besos, pero en cuanto le oyó hablar de lo que acurriría esa noche sus nervios volvieron a florecer.
- Verás....yo creo.,.respecto a eso...- no sabía bien como empezar a proponérselo poque intuía que el no estaría muy de acuerdo ya que había demostrado su impaciencia por estar solos.
-Shsss, no tienes que decir nada.- y se inclinó para darle un beso en la punta de la nariz.
En ese preciso instante el coche se dutuvo.
Meredith suspiró, intentaría hablar con él más tarde sobre ello.
El día estaba siendo definitivamente muy largo, habían tomado unos aperitivos en uno de los salones de recepción, mientras llegaba el momento de pasar al salón. Meredith había sonreido, hablado y atendido a cada uno de los invitados , se suponía que era lo que tenía que hacer, ahora ella era la señora de la casa. Se sentía observada aunque sabía que era ridículo, nadie lo hacía , más allá del simple interés de que era la novia. Temía meter la pata y avergonzar a Nick o a su madre. La buscó por la estancia y la encontró hablando con su tía. Al observarla mejor notó de quien había heredado su marido su magnetismo. Era una mujer muy bella aún a pesar de que podía rondar los casi sesenta años ya que su hijo tenía treinta y cinco. Alta, con una fígura espléndida y el cabello color chocolate, donde no se apreciaba ninguna sola cana aún. Le extrañaba el comportamiento entre ella y su marido, parecía que se evitaban y apenas si se miraban o dirigían la palabra. Recordó que no le había agradecido todavía el regalo de su magnífico vestido y se propuso enmendar su error.
- Abby.- ledijo con timidez cuando se acercó lo suficiente.-
- ¿Sí.. ?- Se giró hacia ella con una sonrisa maternal en su rostro.
- No tengo palabras para agradecerle, el regalo tan maravilloso....- Se pasó una mano por la amplia falda.- Es más de lo que esperaba. y no se preocupe por las joyas, en cuanto termine el día podrá tenerlas otra vez en su poder.- le aseguró con un movimiento de cabeza.
- No te preocupes por eso, además eso forma parte de mi regalo y espero que lo aceptes sin rechistar. Yo ya soy demasiado vieja para esas chucherías y ¿quien mejor que tu para que las puedas lucir?
Meredith no supo que responder ante su generosidad pero sabía que no podía negarse o se ofendería. Le dirigío una radiante sonrisa y en un gesto espontáneo la beso en la mejilla. Se sonrojó y la miró ya que no estaba segura de si su muestra de afecto había sido bien recibida, pero entonces se percató de que sus ojos estaban húmedos y de que se lo agradecía.
Nick observaba a su esposa a través de la mesa, se encontraba sentada en la otra punta, el lugar que correspondía a su condesa, pero a él le hubiera gustado tenerla cerca. Hablaba con su prima y en ese momento se reían de algo que a el le hubiera gustado mucho saber. Estaba impaciente por tenerla de nuevo entre sus brazos y que sus sonrisas estuvieran dedicadas sólo para él.
Meredith, se encontraba en un estado de nervios tal que no había sido capaz de probar bocado. Todo se veía suculento pero su garganta se negaba a dejar pasar nada.
Marion le daba constantes ánimos con su charla y la hacía reir con sus ocurrencias, pensó que si no estuviera en esos momentos junto a ella, ya habría salido corriendo despavorida por las puertas del salón sin importarle lo más mínimo lo que pensaran los invitados.
Las damas se quedaron en el salón mientras los hombre se retiraban a otra habitación para poder fumar y beber. Más tarde se reunirían y entonces Meredith abandonaría la seguridad de estar rodeada por otras personas para dirigirse a su habitación y esperar a su marido. Un nuevo calambrazo le recorrió. No sobreviviría a la incertidumbre lo sabía, cada vez se encontraba peor.
Damon le ofreció un puro a su amigo y le palmeó la espalda. Con un gesto le indicó que salieran un momento a la terraza.
- Enhorabuena, Nick, ahora eres un respetable hombre casado.-
El aludido sonrió ante el comentario.
- Eso parece, aunque estoy impaciente por desaparecer por esa escalera...
Los dos rieron.
-Nick, no sé si es el momento- se le notaba incómodo de repente.- pero como te dije me voy esta misma noche, y no quiero que tu esposa se entere por nadie más que por ti. Porque supongo que algo le diras.- Espero a que su amigo hiciera algún gesto indicándole proseguir.- Esta mañana, he odio un rumor que corre ya por todo Londres, me extraña que nadie te haya llegado con el chisme.- Se aflojó algo el pañuelo anudado como si de pronto el ambiente se hubiera caldeado.- Se comenta y no con buena intención que Lady Charmicael se suicidó porque tu te casabas y no podía soportar el perderte. Que tu no la abandonaste como se dijo al principio sino que ella volvió para pedirle el divorcio a su marido, a pesar de que sería un escándalo, y que él al negarse tu decidiste castigarla casándote por no querer huir contigo.
Nick lo miró por un instante y entonces un movimiento a sus espaldas los hicieron volverse.
Alli frente a ellos se encontraba su flamante esposa, con los ojos abiertos y una mano en la garganta. Lo miró y el dolor que reflejaba su rostro lo atravesó como un rayo. Dió un paso en su dirección pero ella se giró y corrió a través de la terraza. Lo único en lo que podía pensar era en sus zapatillas de un curioso color rojo golpeando las baldosas mientras se alejaba.
-¡Mierda!- Miró alrededor buscando algo en lo que descargar su frustación. No sabía cuanto podía haber escuchado ni como lo interpretaría, pero de lo que si que estaba seguro es de que se avecinaban problemas.
Meredith decidió salir a la terraza para calmarse un poco, no llevaba más que unos minutos cuando por otra de las dobles puertas salieron Starling y Arlington. Pensó que era un buen momento para pedirle que hablaran a solas y no hacerlo en la intimidad de la habitación. Allí si el se enfurecía contendría su genío al haber más personas cerca.
Se dirigió hacia ellos pensando en qué y cómo le expondría sus argumentos cuando escuchó como Damon hablaba de Lady Charmicael, eso la intrigó y prestó atención.
-....ella volvió a perdirle el divorcio a su marido, a pesar de que sería un escándalo, y que al él negarse tu decidiste castigarla por no querer huir contigo.
Esperó que su marido, con el que se había casado hacía apenas unas horas, negara de inmediato las palabras de Damon y al no hacerlo un quejido salió de sus labios.
Los hombres se volvieron y ella vió culpabilidad en su cara. Se acercó a ella pero en ese momento si le ponía una mano encima sabía que vomitaría, haciéndola sentir aún más humillada. Recogió la falda del vestido y corrió.
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HOY ME HA DADO POR MIRAR LAS LECTURAS QUE LLEVA MI HISTORIA Y LOS VOTOS, Y ME HE SENTIDO ORGULLOSA, LES DOY LAS GRACIAS A TODOS LOS QUE HAN COMENTADO, VOTADO Y SUSCRITO. DE VERDAD QUE CUANDO EMPECÉ A ESCRIBIRLA NO PENSÉ QUE GUSTARÍA A TANTOS, Y CON CADA COMENTARIO QUE RECIBO ME ANIMA MUCHO MÁS A CONTINUARLA PARA QUE LA SIGAIS DISFRUTANDO. ESPERO QUE ESTE CAPÍTULO NO HAYA DECEPCIONADO A MAS DE UNO, PERO SI TODO FUERA BIEN ENTONCES LA HISTORIA TERMINARÍA PRONTO ¿VERDAD? BESITOS Y SED FELICES. ;) ;) ;)
NOTA: OS DEJO EL VIDEO CON EL CANON DE PACHELBEL, QUE ES LA MÚSICA DE LA BODA DE MEREDITH Y NICK. OS ACONSEJO QUE LA ESCUCHEIS COMPLETA Y OS IMAGINEIS RECORRIENDO EL PASILLO HASTA EL ALTAR, JAJAJAJAJJAJA
ESPERO SINCERAMENTE QUE OS GUSTE
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